Colección Songs and tales upon the sea of clouds [Genshin Impact UA]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Gigi Blanche, 11 Mayo 2023.

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  1. Threadmarks: I. Bosque de Piedra Huaguang
     
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    Escritora
    Título:
    Songs and tales upon the sea of clouds [Genshin Impact UA]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2167
    N/A: belu: vamos a hacer una colección de drabbles
    also belu: *2k*

    HEYO con el juego de Gabi se nos ocurrió aprovechar la excusa para rellenar empty spaces de la timeline de Annita y Aleck. La idea sería que esta colección englobe sus aventuras y anécdotas durante los años que pasaron juntos en Liyue according to LORE so thats that

    Rider welcome welcome, mah boi. La idea ya la habíamos hablado but still, i hope u like it <3

    A que no se imaginan cómo hackeé el sistema para meter la prompt que me tocó aquí JASJAJAJ

    Los títulos de los fics de momento van a corresponder al lugar de Liyue donde transcurren porque no se me ocurrió nada mejor :D





    .

    Bosque de Piedra Huaguang

    华光林
    bosque de luz brillante


    .
    .
    .

    —¿Falta mucho, Annie?

    —¡No puede ser que ya estés cansado! ¡Y te haces llamar aventurero!

    La risa de Anna lo alcanzó desde más arriba y Aleck suspiró, volviendo a buscar la próxima saliente de la cual agarrarse. La queja no había surtido efecto, sólo tocaba… aguantar, suponía. Ni siquiera quería mirar abajo. Era un muy honrado miembro del Gremio y había vivido ya incontables aventuras junto a sus compañeros, ¡p-pero esas montañas eran condenadamente altas! El tal Morax estaba loco para haber creado picos tan pronunciados, ¡y sus feligreses también! ¿Acaso la gente en Liyue arriesgaba su vida como pasatiempo?

    Tras otro rato de escalada, finalmente alcanzaron una porción de terreno horizontal. Era pequeño, si acaso cabían ellos y uno de los árboles que se enroscaba hacia la cumbre, pero servía como descanso. Aleck se sentó en el césped, suspirando, y Anna le dejó… ¿cuánto? ¿Quince segundos de prórroga? Enganchó sus brazos bajo los del muchacho y lo forzó a incorporarse de un movimiento rápido. Vaya que tenía fuerza, y siendo tan pequeñita.

    —¡Vamos, vamos! Ya falta poco, ¡es el último tramo!

    Por todos los Arcontes. Al menos era cierto. Sólo tuvieron que escalar un par de metros y finalmente alcanzaron la cima. Lo primero que llamó la atención de Aleck fue que el piso era de círculos de piedra blanca y estaba diseñado en patrones espiralados. También había una estatua de grulla en el centro. El viento le azotó el cabello y giró sobre sus talones, maravillado con el paisaje. El manto de nubes se deslizaba con pereza muy por debajo de ellos, era blancuzco, vaporoso, y a duras penas permitía entrever el suelo. Los picos montañosos se alzaban en todas direcciones, delgados y escabrosos, replicándose hacia el horizonte.

    —Te dije que valía la pena —murmuró Anna, de pie a su lado—. Bienvenido al Bosque de Piedra Huaguang.

    Aleck estuvo a punto de responder cuando reparó en la gran cantidad de puentes de madera que serpenteaban entre los picos rocosos, conectándolos en varias alturas y direcciones. Había escaleras, también, cornisas y casetas. Frunció el ceño, indignado.

    —Había todo eso… ¿y nos hiciste escalar como Celestia nos trajo al mundo?

    Cuando volteó a verla, Anna ya tenía encima la sonrisa inocente y supo que discutir sería inútil. Bufó, algo exasperado, y se rascó el cabello de la nuca.

    —Anda, Aleck, no te pongas así. ¿Y tu espíritu de aventura? —Inmune a la molestia del muchacho, Anna buscó sus hombros y lo instó a girarse—. Si hubiéramos usado los puentes no habría podido mostrarte esto.

    Detrás de la montaña sobre la cual se encontraban se escondía un pequeño oasis. Rodeado por enormes piedras y frondosos árboles de avellana, poseía una pequeña laguna decorada con nenúfares y flores de loto. El agua, por alguna razón, se veía de un color casi esmeralda, y en el centro, sobre una pequeña porción de césped, se alzaba un único avellano. Aleck entrecerró los ojos, inclinándose. ¿A la sombra del árbol había… una mesa con banquetas de piedra?

    —No podemos bajar —aclaró Anna, en voz baja—, a menos que en tus planes del día esté enfurecer a un Adeptus, claro. Supuestamente esta es la morada de Preservadora de Nubes. Te he hablado de ella, ¿la recuerdas? Luce similar a una grulla y es la maestra de Ganyu, la chica tan amable que trabaja en el Pabellón Yuehai.

    —La que es mitad Adeptus.

    —¡Sí, esa! —Ambos observaron el oasis bajo el cálido sol de la tarde—. A decir verdad, toda esta zona de Minlin se considera hogar de los Adeptus y durante muchísimo tiempo apenas fue visitada por los humanos. Pero en los últimos años, desde la muerte de Morax, nuestra relación ha mejorado. Nin-nin es quien se encarga de todos esos procesos diplomáticos, claro, ¡pero mira! Incluso consiguió establecer aquí un centro de esquí.

    Aleck había permanecido tan ofuscado por la escalada, primero, y por las historias después, que había olvidado por completo el propósito original de esa travesía. La palabra clave lo regresó a tierra y volvió a girarse, hacia el Bosque de Piedra y el manto de nubes. ¿Esquí? ¿Cómo se suponía… que esquiaran ahí?

    Por Barbatos, esto le gustaba cada vez menos.

    —Hablando de eso, ¿sí trajiste tu planeador, cierto? —agregó la chica.

    Aleck rebuscó en la bolsa que llevaba a la espalda y desplegó el aparato, totalmente resignado a seguir el flujo de acontecimientos. Ya no podía echarse atrás, de todos modos. Además, Anna lucía muy emocionada por todo el asunto y verla así lo ablandaba un poco. Sólo un poquito.

    —Tenemos que aterrizar allá —indicó la morena, señalando uno de los picos centrales mientras se aferraba al cuello de Aleck—. En el Bosque de Piedra soplan muchas corrientes verticales de aire. Te ayudarán a planear, pero te aviso para que las tengas en cuenta.

    El castaño rodeó su cintura y, con la mano libre, sostuvo el planeador sobre su espalda. Desde que llevaban juntos en Liyue se habían valido de ese método infinidad de veces, era incluso más eficiente que en Mondstadt debido a las enormes altitudes de la Nación de los Contratos. Otra vez, ese Morax estaba loco.

    Aterrizaron en un pico donde había una caseta muy pintoresca. Seguían por encima del manto de nubes, aunque lo tenían tan cerca que Aleck debió controlar el impulso de pretender tocarlo. Anna se acercó a la construcción y saludó a la muchacha sentada afuera, bebiendo una taza de té con gran serenidad.

    —¿Han venido a esquiar? —les preguntó, cortés.

    Aleck empezó a comprender el sentido de todo aquel delirio cuando la joven regresó de adentro de la caseta con dos tablas. Eran muy similares a las que utilizaban en Mondstadt para divertirse en Espinadragón, pero estas eran de piedra y lucían más robustas. Pesadas, también. Por debajo de las vetas serpenteaban hilillos de un ámbar cristalizado, opaco.

    —¿Lo han hecho antes? —consultó la empleada.

    —Yo sí, pero él no —respondió Anna velozmente, con una sonrisa traviesa que delataba sus intenciones.

    —Oh, entonces permíteme que te explique. —La muchacha se acercó a Aleck y posó la tabla frente a sus pies; la manejaba con gran soltura—. Este invento se lo debemos a Preservadora de Nubes, la Adeptus que habita allí, en la Montaña Aozang. Hay mucho que desconocemos de la tecnología de los Adeptus y, pese a que tuvo la amabilidad de obsequiarnos estas tablas, nunca nos explicó su funcionamiento interno. En resumidas cuentas, el ámbar del núcleo resuena con los minerales de la ladera y genera un efecto magnético que mantiene la tabla suspendida a pocos centímetros de la roca. En tanto enganches bien los pies y la montes con cuidado, no te ocurrirá nada malo. Es un dispositivo muy estable.

    Sonaba complicado, pero Aleck suponía que tenía sentido. Además ya era un deporte establecido en Liyue y Anna lo había hecho decenas de veces. ¡Había hasta una empleada! No… no había riesgo, ¿verdad? Cuando volteó a ver a su amiga, ella ya se había subido a su tabla y le dedicó una amplia sonrisa, llena de confianza.

    —¡Sólo haz lo que yo! Ya verás que es super fácil. Lo único, fíjate donde aterrizas.

    Y sin esperar mucho más, balanceó la tabla con sus piernas y desapareció colina abajo. Aleck se apresuró hasta el borde pero, con el manto de nubes entremedio, no logró ver mucho. Un grito de pura adrenalina hizo eco entre las montañas y se perdió, dejándolo a solas con la empleada. Suspiró.

    —Ni siquiera te pagó, ¿cierto?

    La muchacha rió suavemente y aceptó las monedas que Aleck depositó en la palma de su mano. Anna tenía… razón, ¿no? Podía ser atolondrada pero en líneas generales también era amable y atenta. Si se estaba tomando el asunto con tanta ligereza debía ser porque no había peligro alguno.

    O porque la gente en Liyue, otra vez, estaba loca.

    —Muy bien… —Tomó aire, armándose de valor, y acercó la tabla al borde.

    Enganchó sus pies sobre el dispositivo, fue bastante sencillo y comprobó que hubieran quedado bien amarrados. El ámbar de las vetas, antes opaco, había comenzado a brillar.

    —Tu amiga tiene razón —murmuró la joven tras su espalda, concediéndole una sonrisa de despedida—. Relájate y disfruta la pendiente, es una experiencia increíble.

    ¡Bueno, ya estaba! Respiró muy hondo, sacudió las manos y se inclinó hacia adelante. Había experimentado incontables peligros en sus aventuras, ¡hasta se había enfrentado a la tormenta de Dvalin! ¡Esto era pan comido! Se inclinó un poco más, balanceó la tabla y…

    El vértigo le dio un golpe en el estómago, se hundió en el manto de nubes y, pocos segundos después, el mundo se abrió ante sus ojos. Iba a una velocidad absurda y el viento le pegaba en la cara, pero la tabla parecía moverse por sí misma. Se deslizaba sobre la ladera suave, precisa y sin golpearse contra la textura irregular de la piedra. Tecnología Adeptus, ¿eh? Más bien parecía magia.

    Su mente se había vaciado, una mezcla de miedo, emoción y adrenalina le hervía en la sangre y en medio del descenso soltó un grito desde lo más hondo de sus pulmones. Podía sentir a Barbatos junto a él, su Visión parpadeando como loca. Pocas veces se había sentido tan… libre como en ese momento.

    Cuando bajó la vista, divisó a Anna. Estaba saltando y aplaudiendo sobre su cabeza, exclamando cosas incomprensibles que, obviamente, serían palabras de aliento. Al menos en su cabeza, claro. Conforme se fue acercando, la expresión en su rostro se le antojó menos alegre que antes y Aleck frunció el ceño, confundido. Los gritos fueron tomando forma de a poco, hasta que fue demasiado tarde.

    —¡El agua! —exclamaba—. ¡Cuidado con el agua!

    Ah, le había dicho que se fijara dónde aterrizaba… ¿cierto?

    No tuvo tiempo de nada. Con la misma velocidad que traía, la tabla se hundió en el agua y Aleck, por supuesto, desapareció con ella. No era profundo, sólo lo suficiente para empaparlo de pies a cabeza. El muchacho batalló entre contener la respiración y desengancharse los pies para finalmente salir a flote, tomando una amplia bocanada de aire. Anna estaba a la espera, preocupada, pero apenas lo vio aparecer, soltó la carcajada.

    —¡Arcontes! ¡Te dije que tuvieras cuidado! —exclamó entre las risas.

    Aleck resopló y nadó hasta la costa, atravesando los lotos. Salió chorreando agua y se dio la vuelta, observando el lugar. El terreno estaba anegado y varias montañas surgían del interior del pantano.

    —¿Cómo se suponía que esquivara el agua? —inquirió, confundido.

    Anna, secándose las lágrimas, recuperó algo de compostura para responder.

    —Antes de hundirte tienes que pisar la tabla con fuerza, para que se despegue de la ladera. Son muy pocos metros hasta aquí, así que aprovechas la velocidad residual para “patinar” sobre el agua. Una vez en tierra, la tabla recupera la estabilidad y el ámbar entra en reposo.

    —Muy bien, ¿y se suponía que adivinara todo eso? —replicó, indignado, y Anna volvió a reírse.

    —Perdón, pensé que te darías cuenta. —Alzó la mano y se puso de puntillas para palmear su cabeza un par de veces—. ¡Igual lo hiciste muy bien! Ese es mi aventurero favorito~

    El castaño desvió la mirada, notando un ligero ardor en las mejillas. Aún se sentía un poco avergonzado, pero la experiencia había sido realmente increíble y, chapuzón o no, era algo que lo acompañaría el resto de sus días. Estaba seguro.

    —Bueno, ¡andando! Hay que devolver estas.

    Anna calzó su tabla debajo de su brazo sin problema y Aleck dio un respingo, viéndola empezar a caminar.

    —¡Annie, espera! ¡Tengo que…!

    —¡El último es un chile podrido!

    ¡Que tenía que buscar su tabla adentro del pantano, joder! Se lanzó al agua de cabeza, apresurado, y así se siguiera quejando y resoplando, no podía negar que sus aventuras con Anna siempre, siempre eran inolvidables.



    Ya que saqué fotitos en el juego para usarlas de referencia, las dejo también acá <3

    photo_5109499962877651917_y.jpg

    photo_5109499962877651918_y.jpg

    photo_5109499962877651920_y.jpg
     
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