Explícito Solsticio de invierno [Margarita Nieves|Gakkuo Rolplay]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 6 Enero 2021.

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    Kaisa Morinachi

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    Solsticio de invierno [Margarita Nieves|Gakkuo Rolplay]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1471
    Bueno, no sé si dará para long-fic/colección, pero por lo menos se que tengo dos cosas más para contar de la chiquilla, así que mínimo sí que será un Three-shot.

    Todo será canon en lo posible, a menos que mi memoria me falle y diga algo contradictorio dentro del rol, ahí tendría validez lo del rol, claramente.

    Sin mucho más que agregar, los dejó con el escrito

    Advertencia: Contenido con violencia explícita. (Y puede que angustia también (?))

    Personalmente, les aconsejaría leerlo cuando anden de buenas (?), por si las moscas xd


    Y de paso, estamos con una Margarita de entre 14-15 años
    Copos rotos

    "Qué sabrás tú, huérfana"
    Y mi respiración de cortó, congelando todo a mi alrededor.

    Nunca se deshacía la tensión cuando intercambiábamos palabras, era algo que todos sabían y había una regla no escrita de precisamente no hablarnos por eso, aunque era una regla que recién se estaba formando desde hace poco, para lamento de todos los ajenos a nosotras.

    De todas maneras, su comentario despectivo no tenía relación alguna con el mundano y aún así tenso debate que estábamos teniendo. Ella había soltado aquello por reflejo, por la costumbre de tirarme palabras que me sacasen de quicio, de buscar hacerme sentir mal, ya fuera inconsciente o a posta.

    Y yo fluía con ella, en un vertiginoso río que siempre terminaba con una caída por la catarata de 9 metros, con ella magullada y yo con el frío calándome los huesos, por lo menos la mayoría del tiempo.

    Y por eso estaba arriba suyo ahora, después de haberme avalansado sobre ella tras un solo pestañeó, justo tras inspirar hondo. Fui como un jodido relámpago, movida por la electricidad que me enviaban los cables de alta tensión que eran mis venas.

    Mi corazón también parecía una puta metralleta.

    Y lo hice, casi cumpliámos dos meses desde la última vez que pasó algo así, pero ahí estaba de nuevo.

    Siendo una violenta

    Y pestañeaba,
    solo sentía la sangre burbujear en mis oídos con un tono bajo, abrumante.
    Teniendo la vista parchada de un rojo brillante.​
    Con el corazón martillando incesante mis costillas.
    Pestañeaba,
    y era capaz de vernos ahí tiradas, en el piso del laboratorio,
    con todos los alumnos alrededor paralizados,​
    y mi expresión ligeramente sorprendida no reflejan mi carencia de sensaciones.​

    Tres pestañeos.

    Y dos puñetazos en su mejilla izquierda, descargando toda mi fuerza en el proceso, mientras agarraba el cuello de su blusa. Ni siquiera sentía como una de sus manos agarraba mi muñeca izquierda en un intento inútil de librarse del agarre, mientras que con la otra tiraba una de mis coletas con fuerza. Eso sí lo sentía un poco más, a ratos.

    Cuatro pestañeos más.

    Y le solté el cuello de la camisa, llevando mi mano derecha a su verdadero cuello, totalmente fuera de mí. No buscaba ahorcarla en realidad, aunque pareciera mal chiste, tan solo intentaba seguir teniéndola inmovilizada, por eso no empuñé mi mano, tan solo apreté contra el piso.

    Pero no busco justificarme con eso, era un acción igual de nefasta.
    Con la mano izquierda liberada le propiné un puñetazo más en la boca del estómago.

    Cinco pestañeos en total.

    Y seis brazos me apartaron de ella, cuando pude distinguir un poco más las tonalidades la vi aún en el piso, sobándose las heridas mientras intentaba contener sus sollozos, con figuras que no reconocía acuclilladas a su alrededor.

    En un crescendo rápido pude empezar a escuchar mi propia vos agitada, con el pecho subiendo y bajando irregular. No demoré en soltar un par de sollozos, o gemidos agudos, ni idea que fue con exactitud. La cosa es que mis lágrimas no paraban de surcar mis mejillas candentes.

    Y aún veía todo en tonalidades roja, caliente y sofocante, como un sauna que te ahogaba y agobiaba por igual.

    Estaba aterrada, incapaz de sentir la profunda vergüenza de mis actos.

    Buscando una salida de escape.

    ¡Suelténme, maldita sea! —bravé tras un gruñido desesperado, pasando desde mi voz más ronca a un agudo chirriante—, ¡déjenme maldita sea!

    Y empecé a sacudirme entre los brazos que me sostenían, incapaz de procesar quienes eren o las palabras que soltaban en un intento de calmarme.

    La profesora agarrándome desde por debajo lo hombros, Kate del brazo izquierdo y una tipa más sostuvo el otro, quien había sido la más cercana al evento y tuvo el valor y fuerza de ir a contenerme.

    Dios, era tan estúpida.

    Mi fuerza debía venir por genética o algo, porque no es que hiciera más ejercicio aparte de trepar árboles, la cosa es que logré librarme del agarre de las tres. Eso sí, le propiné un codazo en el estómago a la docente, y a las otras dos les tuvo que haber llegado un manotazo o empujón por lo menos.

    Era una maldita escoria.

    Y huí de ahí, a una velocidad que, otra vez, no sabía ni como la tenía.
    Tal vez al final no era genética y simplemente mi cuerpo tampoco sabía controlar sus límites por naturaleza.

    Corrí por los pasillos, por las escaleras; frente a salones tranquilos, bulliciosos; ante miradas intrusas y frente a personas desinteresadas. Sentí el apretón de una mano masculina en un momento, haciendo que girará sobre mi eje con el brazo tirante.

    Seguía sin pensar bien, ni siquiera veía bien, por lo que le pisé el pie completamente desesperada, reiteradas veces mientras sin meditar mis acciones, también sacudía el brazo intentando librarme de su agarre. Creo que me soltó por miedo a dañarme o algo, tal vez con la leve esperanza de que mi iba a quedar quieta, pero no.

    Reactivé la marcha apenas sus dedos se desprendieron de mi.

    Y corrí hasta el patio trasero, con la frisa fría bajando por mi garganta, áspera. Estaba agotada, pero no me detuve hasta llegar al muro rojizo el cual limitaba el terreno, ubicado en la parte trasera del internado.

    Esa zona era un bosque en miniatura repleto de árboles de todo tipo, quién sabe con cuántos años de edad cada uno. Me trepé al más cercano al muro, veloz y rasmillándome en el proceso con las ramas más delgadas que se interponían. Al llegar a la altura requerida, por fin mi tren de adrenalina frenó.

    Porque si hacia un movimiento en falso ahora, la caída podía hacer que olvidará todo y con suerte vivir tras eso.

    Ruido blanco, como la neblina que cubría todo. Eran apenas las 9 de la mañana, después de todo, y entorné la mirada. No sé cómo lo habré echo, pero en menos de un minuto ya estaba sentada en la cima del muro, tensa y aferrándose a sus borde.

    La altura me dio vértigo, siendo recién consciente de esta, y casi me robó el desayuno de la mañana. Mi corazón a esas alturas dolía al igual que mi garganta oprimida.

    Miedo.

    Muerte.

    Otras dos lágrimas brotaron, mientras sentía el nudo en la garganta. Quería buscar un lugar a donde escapar, por lo que mis piernas solas buscaron atravesar el muro, pero...

    No era posible, era demasiado peligroso.

    Y por suerte demoré en llegar hasta ahí, para poder haber recuperado un poco de cordura en el lapsus que fue el recorrido. Tragué gruesos y aún con los ojos húmedos me decidí a volver sobre mis pasos, bajando del árbol por el que subí hace unos momentos.

    Y luego me respaldé en él, dejándome caer con lentitud hasta quedar entre las raíces.

    Me hice una bola empezando a sollozar de a poco, paulatinamente más sonora. Me descargué cualquier cosa que quedará dentro en ese llanto amargo de sollozos profundos, rasgándome los brazos por sobre las telas con mis uñas sin ser consciente del todo.

    Era claro que me suspenderán por unos días, o tal vez una semana. O dos, quién sabe, puede y hasta me daban vacaciones de un mes...

    Sería una jodida carga para Lily, seguramente.

    Y a pesar de todo, en ese momento solo podía pensar en lo mucho que seguía extrañando a Jacob.

    Solo aclarar respecto a este capítulo, que no estoy ni a favor de Mar ni a favor de la tipa que le soltó la tontería. Ambas actuaron de manera errónea y tienen sus errores que solucionar al respecto. Aunque claro, siempre va a ser más grave la reacción violenta, en este caso por parte de Mar.

    Y bueno, siento bastante pesado y golpeador todo el escrito, así que estoy algo insegura de publicarlo y tal. No se, ahí díganme ustedes si lo dejo aca nomás o me lo muevo hacia el blog sjsjsj
     
    Última edición: 9 Enero 2021
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  2. Threadmarks: Té y miel
     
    Kaisa Morinachi

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    ¿Me paso de alto drama a una pseudo-comedia-soft? Claro, señores, es una Colección de fics de Mar de lo que hablamos (???)
    Ya, fuera de bromas, se supone que esto iba a ser otro dramón, pero una no controla el destino de sus niñas.

    Té y miel.

    Tenía las palmas de las manos apoyadas en la mesa del tocador, justo en el borde en dirección al espejo, abrumada. Eran ya las ocho y algo, solo estábamos nosotras dos en el cuarto, ella en la litera de arriba del camarote a mi lado. Se encontraba bordando algo que no podía ver en el bolso donde solía guardar sus implementos.

    —¿Crees que soy un monstruo? —solté la pregunta casi esperando alguna explosión de vuelta, quién sabe por qué, a pesar de que era consciente de que solo estando Kate presente las probabilidades disminuían bastante.

    La chica siguió en lo suyo mientras mantenía el silencio. Supe que estaba pensando sus palabras cuando me respondió tomándome en serio, no como si acabara de soltar una tontería bastante irreal.

    —Puede que más de uno te vea como algo más o menos similar, Rita —dijo algo monótona, no sonaba ni enojada y menos aún entusiasmada, solo seria—, pero no todos.

    Fruncí aún más el ceño, notando gracias a mi reflejo en el espejo la mezcla de frustración y pena que reflejaba mi rostro. El nudo en la garganta también empezaba a aparecer.

    >>Tu madre, por ejemplo. Te trata como una madre que ama a su hija, no como una señora que se acerca con cautela al perro bravo para que no la muerda.

    Guardó silencio otra vez, me hubiera sorprendido esa capacidad de hilar palabras que tenía si no fuera por andar con la cabeza abrumada en ese momento, aunque la chica ya me había demostrado más de una vez que parecía un opuesto a mí respecto a las relaciones sociales.

    Solté el aire con fuerza por la nariz, ella también exhaló, pero no se notó.

    >> Y tu padre... —guardó silencio un momento, vacilando sobre si mencionar algo sobre él. La tensión en mí aumentó al instante, pero me mantuve callada, pues no por nada había soltado la pregunta, no quería tirar a la basura haber tenido la fortuna de que me respondiera—. De seguro él pudo haber visto muchas cosas buenas en ti, entenderte e ir más allá de lo que tú has logrado.

    Volteé la cabeza, aún con las manos apoyadas en el tocador, hasta dar con su cara, inquisitiva. Ella también me miró, notando mis ojos cristalinos y opacos en la expresión molesta. Otro suspiro de su parte, desviando la mirada a la pared frente suya, deteniendo su quehacer.

    —Vamos, digo... puede que hubiera sabido por qué eres así, que entendiera tu actuar más que cualquiera de por acá —habló con algo más de nerviosismo, pero seguía manteniendo bastante bien su tono. Por mi parte, había logrado volver a seguirle el hilo—, y seguro tu madre también. Hicieron lo que hicieron por algún motivo, pienso yo.

    Era incapaz de saberlo, pero Kate en ese momento luchaba por seguir creyendo que mis padres no eran unos negligentes. O más que negligentes, evitaba creer que no tenían la capacidad suficiente para lidiar por completo conmigo. Bueno, aunque ahora todo dependía solo de Lily por obvias razones.

    Inconsciente aún del legado de Jacob.

    En parte, algunos docente del internado hasta me habían acogido con algo más de intimidad también, a comparación del resto de alumnos, porque era un caso raro o que sé yo, y a estas alturas le habían agarrado estima y cariño a la señora.

    Vamos, que cada año ocurrían un montón de problemas y aún seguía volcando su confianza en el establecimiento, a pesar de que en realidad no habían demasiadas opciones.
    También ignoraba que mi madre en quién ponía la confianza en realidad, no era otra más que yo.

    >>¿Conversas con Lily de estas cosas, Rita? —agregó luego de un silencio algo incómodo, con un atisbo de cautela, en realidad nunca la perdía del todo al interactuar conmigo, a menos que fuera uno de esos días donde se veía capaz de comerse al mundo entero y ni temer a mis explosiones.

    —No... pero supongo que de alguna forma se entera —respondí casi murmurando, influenciada en parte por lo que me había dicho anteriormente. De que me conocían más que yo misma. La escuché desinflar el pecho otra vez, yo había vuelto a ver mi reflejo y ella a bordar en su bolso.

    Y el silencio fue largo, ambas sin encontrar cómo seguir con la conversación. Aunque tampoco había tanta necesidad ya, sentía que me había desahogado lo suficiente con mi par de diálogos y, no sé; que Kate fuera quien me escuchaba, siendo de las pocas que me sobrellebava con algo de facilidad, me logró relajar un poco. Tal como a veces ocurría en otras ocasiones, aunque nunca se lo dijera.

    También era la que más me conocía, compartíamos cuarto desde que tenía 11 años, al fin y al cabo, independiente del par de cambios que no duraron demasiado.
    También era a la que más escuchaba.
    A la única que llegaba a cuidar... a mi manera.
    Aunque no podía decir que la quería, no podía permitírmelo, porque sería terriblemente injusto. Estaba cómoda con el nivel de intimidad que teníamos, y ella tampoco parecía interesada en adentrarse más.

    Simples compañeras, dejándome con la suma de cero amigos.

    Me separé del tocador soltando otro suspiro en el proceso, decidida a intentar silenciar mis inquietudes por ese día. Me encamaré por el borde de la litera sin dificultad, quedando colgada de los pies de la de arriba y encima de los pies de la de abajo, inclinándome lo suficiente para ver lo que hacía, pues estaba al borde de la cama la chica, no costaba tanto ver. Aun así no demoró en voltear con cuidado el bolso para mostrarme lo que hacía, para que lo observara con comodidad, cosa que hice sin cuestionarme nada.

    Dejé mi mirada vacía para fruncir el ceño al reconocer que eran los contornos de hilos oscuros, extrañada, apenas estaba empezando a rellenarlo con más colores.

    —¿Un perro con una rosa? —solté con mi tosquedad nada rara, ella solo soltó una risa baja, tal vez algo avergonzada a pesar de no ser tan común en ella. Pero bueno, tenía habilidad para transmitir malas vibras a otros, por lo que no le tome relevancia al pensar que simplemente era otro efecto colateral de mi existencia.

    —Si —respondió suave, porque siempre hablaba con orgullo, expectación o cariño de su arte. Esta vez parecía ser el último.

    No entendía para nada el dibujo, la verdad. Simplemente era un perro realista, como esos de policía, gruñendo y mostrando los dientes...

    Pero tenía una rosa entre ellos también. Era... ¿bizarro?, ¿cómico?

    —Ah —exclamé algo seca, aunque aún con algo de extrañeza colada. Ella soltó una risa algo más larga que la anterior, alegre y cantarina a ojos cerrados, una melodía que hizo vibrar su pecho.

    Ahora a quien miraba con una expresión de extrañeza era a ella, con una ceja arqueada y todo.

    —¿Adivinas cómo se llama el perro? —fijó sus orbes verdes sobre los míos, con una sonrisa felina y mirada desafiante, dejando atrás cualquier mínima vergüenza.

    No pude soportar mucho esos ojos, así que con el corazón inquieto desvíe la vista por completo hacia el otro lado, agregando un mohín con la boca a mi ceño fruncido.

    —N-no sé, tengo la mente en blanco —confesé, en el mismo tono plano a pesar de vacilar un poco, y no era mentira; el rubor en mis mejillas reflejaban que ya se me habían chamuscado las conexiones neuronales con su tontería.

    —Romeo~ —soltó con un acento gallardo y una mirada coqueta impostada, por suerte ni siquiera fui consciente de esta última por estar volteada.

    Y la castaña no demoró en soltar la risa más prolongada, sonora y melodiosa hasta el momento, en cuanto vio que me volteaba a verla con un rostro completamente enfurruñado y rojo.

    —¡¿Me estás jodiendo, Kate?! —solté tal vez demasiado fuerte, empuñando aún más las manos en el borde de madera al cual me sujetaba. Kate no se podía tomar en serio el ladrido si mi cara era un condenado tómate.

    Que no detuviera su risa me confirmaba que su me estaba tomando el pelo.

    No vacile, me desprendí del borde del camarote y tres zancadas fueron más que suficientes para abrir la puerta del cuarto. La cerré de un portazo, sobresaltando a Jenny quien había tenido la mala suerte de justo estar afuera, aunque no fue tan mala como para que le llegara el portazo.

    Le brindé una rápida mirada fría, a pesar de también estar soltando humo por las orejas. Sus ojos azules me devolvieron el gesto con claro nerviosismo y tensión, pero tampoco parecía dispuesta a doblegarse ante mi presencia, a pesar de sus pintas de ratón de biblioteca clásico; trenzas, lentes y una montonera de libros entre sus brazos, apegados a su pecho.

    Era una buena chica, si me sinceraba. Y el intercambio duró menos de un segundo. Me encaminé de inmediato a la dirección opuesta de mi otra compañera de cuarto, tras cerrar la puerta de un portazo.

    —¡Diablos, Rita!, ¡Que te esperes, Margarita! —escuché como gritaba Kate y luego sus zapatos contra el piso de madera, con un sonoro "plap". Aunque sonaba preocupada, no ocultó bien toda la gracia que aún mantenía en su voz.

    Eso me hizo gruñir y adelantar el paso, ignorando por completo la queja de Jenny, a pesar de oírla bien: "Por dios, chicas, tengan más cuidado" claramente estaba molesta, recién llegando de sus horas de repaso y nosotras casi llevándonosla en banda con nuestras estupideces. Qué Kate se disculpara rápido entre risas con ellas ante de correr tras de mí me confirmaba que eran puras estupideces. Y eso me enfadaba, claro, como si tuviera el tiempo para ellas.

    Aunque no admitiera por simple despistada que me había relajado bastante de mis mundanos días estresantes a causa de todo su teatrito.

    Vamos, que yo también tenía cierta --- de actora.

    —Rita, vamooos, no te enojes —se aferró a uno de mis brazos con fuerza, ya algo más fastidiada por todo lo que le hice caminar antes de que pudiera alcanzarme.

    La mire desde arriba, fría.
    Vamos, Kate, ¿ahora quién se mofa de quién?

    Sostuvimos nuestras miradas por quién sabe cuánto tiempo, sus orbes contra los míos.
    Té y miel.

    Terminé por suspirar, desciendo la vista al suelo, dirección contraria a ella. Supongo que era una derrota de mi parte, y su sonrisita alegre e ilusión en sus ojos, que otra vez me perdía, lo confirmarán.

    No demoró en apaciguar sus facciones, no era plan suyo que volviera a salir huyendo en cuanto viera que se seguía riendo en mi cara.

    Aunque aun así siguió manteniendo una suave.

    Busco mi mirada poco después, sin soltar mi brazo, colocándose delante mío e inclinándose para verme desde abajo.

    Me miró con una mezcla de bastante suavidad y una pizca de picardía. Bueno, ella era pícara gran parte del tiempo, que conmigo se comportara como una versión miniatura y extensión infantil de los inspectores era otra cosa.

    —¿Te quieres hacer otro tatuaje? —la suavidad fue desapareciendo de a poco, solo me mandaba señales de ser un juguetón gatito con su próximo juguete delante.

    A pesar de que yo debía ser un gallo de pelea o algo.
    A saber cuándo el gato montés fuera ella y yo el pollo.

    Me erguí correctamente, ambivalente, y ella siguió mi movimiento sin soltarse de su agarre. Me trajo la imagen de yo paseando por las calles con Lily, ella se agarraba de la misma forma... y también tenía una altura similar a Kate.

    Desde que había cerrado la puerta con fuerza tras de mí no me había sacado las manos de los bolsillos de mi cárdigan verde agua, cortesía de mi madre.

    Mi pillé con la vista clavada en el pasillo, casi habíamos llegado a las escaleras que daban al primer piso con toda la tontería.

    Entonces me encogí de hombros.

    —Me da igual —solté átona, fría e indiferente.

    Aunque mi corazón latía a un ritmo extraño, y sentía algo de calidez en el cuerpo. Me giré sin siquiera tener en cuenta a la pulga de metro sesenta en mi brazo, la cual me siguió el movimiento con facilidad sin perder su sonrisa entusiasmada. Volvimos al cuarto, y pocos metros antes que entrarámos Kate se desprendió de mi, adelantándose a consciencia.

    Era terriblemente generosa, la jodida.

    Jenny nos recibió con el ceño fruncido, ya acostada en la litera de abajo en el camarote que compartía con Kate, era rápida para sus cosas. Estaba leyendo su novela de páginas kilométricas y todo.

    Si Kate me soportaba a mi, ella nos soportaba a ambas. Estaba en algo de desventaja, para ser sincera.

    Pero poco me importaba ella.

    Y aún así las dos terminamos disculpándonos por nuestro escándalo.
     
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  3. Threadmarks: Cena derramada
     
    Kaisa Morinachi

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    Solsticio de invierno [Margarita Nieves|Gakkuo Rolplay]
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    Drama
    Total de capítulos:
    5
     
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    1344
    Alerta de luces parpadeantes en el video


    Y como otra nota; voy a ir publicando cosillas aquí de manera tipo; calm -> no calm -> calm -> no calm
    Por el bien mío y de paso el de todos jsjsjsj
    Bueno, y agregar que como en el mismo capítulo anterior, está es la Mar de 16 años

    Advertencia: Contenido con violencia explicita.

    Cena derramada
    No entendía como siempre terminaba de convencerme con tan poco, pero cada año parecía ser más fácil.
    Tampoco entendía su necesidad por ir a lugares tan oscuros y bulliciosos, pero bueno, era Kate al fin y al cabo; una fiesta con patas de por sí, que le había tocado terminar en cosas raras y a ratos turbias por culpa de sus familiares, como ocurría con muchas más niñas del internado, aunque me cubría la garganta de amargura pensarlo.

    Ah... verdad que Kate ya no era una niña. Yo tampoco lo era, al fin y al cabo.

    La cosa es que terminamos llegando a esa casa de dos pisos, en un barrio neutral de la ciudad, algo así como a las ocho de la tarde. Como era común en mí, mi corazón andaba frenético e imparable, y la falta de sol me ponía la piel de gallina, lista hasta para morder, sí es que llegaba a ser necesario.

    Kate me dio una suave y veloz caricia en el omoplato, ahí donde tenía gravado mi primer tatuaje, no me miró en ningún momento. Quité los ojos de encima de ella a penas terminó su gesto, aún manteniendo su sonrisa calma en los labios, y yo procedí a bufar. Me cabreaban esos ambientes, no lo negaría... pero sentía que no podía dejar a Kate estar andando sola por este tipo de lados, así que... cada vez que me invitaba no podía negarme. Y sí lo hacía, no quedaba tranquila hasta que volviera al internado sana y salva.

    Pues mi instinto me impulsaba a buscar protegerla de cualquier cosa; por eso también la alejaba de mí a consciencia, no podía negarme a mí misma el peligro que podría llegar a significar, sería demasiado cínico e hipócrita de mi parte.

    Y Jacob odiaba a ese tipo de gente.
    Y el tatuaje del búho ardió un instante, otra vez.

    Terminamos dentro de la fiesta al final, poco después fuimos al patio, para luego volver a la calle; y así íbamos y veníamos sin orden o tiempo fijo. Yo solo seguía a Kate como una especie de sombra blanca, huraña y tosca, que no terminaba de encajar ahí debido a la incomodidad que se me notaba a kilometros; más con tanto animal salvaje dando vueltas por acá y por allá. Yo también lo era, pero de los que se quedaban solos o sí no, de los que encerraban en una jaula. Ya sea para que no mordieran al vecino, o como exhibición para el placer o asombro ajeno.

    Y, en un momento que no entendí cómo llegó, ya no estaba con Kate. ¿La había dejado ir?, ¿o nos habíamos separado de casualidad? No la veía capaz de dejarme sola, por esa obsesión rara que tenía de actuar como sí fuera mi segunda madre a ratos, así que esa última idea estaba completamente descartada.

    Y esa fría noche, que sentensiaba al verano, fui algo más consciente de eso.

    Eso que iba y venía,
    que me calmaba y luego moría,
    esporádico,
    analítico,
    frío.

    Mortalmente frío,
    porque parecía que mis opciones solo iban a vacilar

    entre un demonio encarnado
    o un muerto viviente.

    Y estaba bien, porque no quedaba de otra.


    Los gritos llegaron rápido, y mis pies lo hicieron aún más.
    "Están golpeando a Kate"
    "Las chicas se están cargando a Kate"
    Chispazo,
    Negro.
    Silencio.

    Rojo.

    Ruido, mucho ruido.
    Blanco como yo misma.

    Eran... ¿cuatro, seis? Puras brutas, aunque no sé sí llegarían a superarme en esa tontería aún sí las pegáramos a todas con silicona; la cosa es que me estaba masacrando a la que se me avalanzara encima.

    A la que pudiera golpear,
    a quien pudiera enfrentarme,
    a la que se siguiera atreviendo a continuar con la pelea.

    A todas a las que se habían atrevido a ponerle encima un dedo a Kate.
    Kate...
    La suave y linda Kate.
    Algo frío atravesó alguna parte de mi torso, no alcancé a procesarlo bien...
    pero la sensación cálida que no demoró en llegar me congeló todo el cuerpo.

    Y mi cara de sorpresa tuvo que ser ejemplar,
    antes que todo se volviera negro;
    justo después del corte circuito.

    Cuando por fin pude abrir los ojos tras despertar todo era blanco; el ruido, los alrededores; tenía el cuerpo entumecido, pero una punzada no demoró en electrificarme la mitad del torso, exparciéndose por todo mi sistema nervioso tensando todo mi cuerpo, obliganándome a hacer lo mismo con las sábanas a mi alcance, terminando por soltar una mezcla de quejido y sonido gutural, pero no demasiado sonoro.

    La vista se me parchó con lágrimas, no sentía pena ni estaba abatida, tan solo no podía soportar con facilidad el dolor a diferencias de otras veces. No recordé cómo es qué estaba ahí, aparentemente recién operada y toda la cosa, tenía una laguna negra abrumadora, aunque por lo menos la sensación de lucha o huida que aún corría a través de mis nervios me dejaba algo claro; no había sido bueno.

    Solté un suspiro tembloroso cuando por fin me acostumbré al dolor, sintiendo mi cuerpo entumecido temblar un poco en general, y con la misma lentitud me fui destenzándo. Estaba adormilada, seguro que por los sedantes que me habrán puesto, sintiendo la gravedad de la herida sin mayor problema.

    Era raro, como que... me sentía viva y en paz después de mucho tiempo. No estaba ni furiosa, ni tan ansiosa; estaba confundida, pero no lo suficiente para tener todas las alertas encendidas. Tal vez fuera por la sensación que me transmitían los hospitales; una vez dentro, solo te queda esperar paciente lo que el destino o la suerte quiera para ti, porque a pesar de que siempre puede ser un milagro que haya un cirujano o médico excepcional, a veces la simple fragilidad humana es irreparable una vez el cristal se fragmenta, se hace trizas.

    Algo así como tú, por poco y sentí que alguien había susurrado tras mi espalda, sacándome un bajo grito ahogado, que no demoró en volverse un quejido lastimero. Joder, si que dolían las heridas corto-punzantes.

    Decidí no pensar en las posibles opciones futuras, ni qué fue lo que me llevó hasta donde estaba. Podía ser cualquier cosa, lo último que recordaba es que había quedado de salir con Kate a una de esas fiestas desagradables, ni idea sí al final me arrepentí o algo, la última imagen que tengo de ella es cuando se estaba alisando el cabello y yo la observaba en silencio mientras me hablaba, con mi cara de perro normal. Por eso mismo prefería callar cualquier preocupación y centrarme en relajarme, que sí no la herida podía abrirse o algo

    Mero instinto de supervivencia.

    Así me quedé por unas dos horas, hasta que el médico y Lily llegaron a la habitación...

    Y me contaron todo...

    todo...
    Y volví a ser el caos de irá, angustia y frustración al cual estaba acostumbrada.
    Y a pesar de que lo qué menos tenía era alivio,
    aquello me aliviaba.

    Podría volver a dormir otra vez.
     
    Última edición: 9 Enero 2021
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  4. Threadmarks: Equinoccio de Primavera
     
    Kaisa Morinachi

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    Drama
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    Etiqueto a Hitori , porque aparece su bebo Altan uwu


    Equinoccio de Primavera


    Lo recuerdo como sí fuera algún tipo de película, o libro al cual podía ver como una imagen clara, era una mezcla rara de cosas; un sueño lucido, nunca dejando de ver todo como sí estuviera en la copa del árbol más alto, con vista de águila, y el sutil vuelo de un colibrí que no dejaba de seguir a mi yo que estaba moviéndose allá abajo, en la tierra.

    Un espectro, o fantasma, pero eso es demasiado melancólico; diría que era tan solo una parte del alma, que me había desprendido de esa niña de 8 o 9 años en algún momento, para ahora, hoy por hoy, hacer la labor con la que sentía que nací; sobrevivir, de la manera más pacífica que estuviera a mi alcance.

    Me seguí, calma, tranquila; analítica, crítica; cuestionando todo, pero sin preocuparme por nada, porque confiaba en todo los archivos que tenía a mi disposición tras la espalda, milimétricamente ordenados, estructurados, clasificados; limpios y precisos, al alcance de cualquier emergencia.

    Siempre volvía a ese recuerdo, pues sentía que algo cambió, mutó... nació. La calidez en un pequeño gesto puramente altruista; Mar había dejado margaritas blancas que se topó en un vaso transparente con forma de caña, sin decir palabra alguna al respecto, como un alma en pena que no buscaba alterar a nadie, silenciosa y pasiva, que tan solo deseaba paz. No la vio nadie y luego se encerró en su cuarto, a comerse la segunda enciclopedia que le prestó Jacob con la calma que compartíamos. Y a pesar de que no dijo nada, sus nuevos y genuinos padres se percataron del todo el amor y confianza que ocultaba aquella pequeña acción.

    Y ver eso, recordarlo, no hacia más que ponerme una sonrisa orgullosa y pacifica en el rostro; feliz cada vez que recordaba aquello.


    Click; una luz frente a la mesa de trabajo se encendió, lo que me indicó que era hora de tomar las riendas de la situación. Cada vez me sentía más cómoda, acostumbrándome y entendiendo como funcionaba todo dentro... o lo esencial, por lo menos.

    Entonces ahí estaba, en la Sala de Investigación y en mi Plano Aéreo al mismo tiempo; sentada, apoyando las manos sobre el mapa repleto de trazos, al mismo tiempo que levitaba de pie analizando a una velocidad vertiginosa mis alrededores: Margarita estaba sentada en el suelo, con un brazo recostado sobre sus piernas cerca de su pecho, y la otra sacándose el flequillo y sintiendo el sudor de su rostro.

    Respiración agitada, pero lenta; no había peligro cerca, entonces era una reacción... diferente a las normales.

    —Lo siento—.
    Le comandé que soltara sin decir palabra alguna, mientras buscaba entre las Memorias Recientes, las cual aparecían en un cajón exclusivo para la mesa, sin cerradura para tenerlas a mano.

    Ah, con que había intentado recordar su vida en el orfanato, y casi le da un paro respiratorio o similar a causa de eso. Peligroso, definitivamente. Lo archivé en un post-it por ahí para luego agruparlo con el resto de cosas en la lista. Más vista área, Altan se veía demasiado tenso, a pesar de que no se notara para nada.

    Su amiguita era asmática, ¿no? Comprensible.

    >>Ya estoy mejor —comandé nuevamente, en un intento que sabía; no calmaría al tipo, pero por lo menos haría que siguiera manteniendo esa línea invisible entre nosotros, como sí entendiera el peligro caótico que era Margarita y tal, y respetara ese espacio por bien ajeno y, sobre todo, propio. A ratos el chico me recordaba a mí, de seguro tenía un archivo mucho más grande que el mío y tal, me lo imaginaba super cibernético y toda la cosa, a contrario del mío que era demasiado retro; a lo investigadores antiguos. Y bueno, el tipo aparte tenía más características de la otra Mar que las mías, la verdad. No sé, esa sensación de frialdad y calma absoluta, de que tienen todo controlado y no tendrían problema algunos en acabar con tu vida sí así lo requiere la situación.

    Unos jodidos monstruos que había que tener a raya, la verdad. Por eso mismo me fiaba tanto del tipo, a pesar de todo nuestro desastre, ni un dedo le había puesto encima a Margarita y con eso ya se ganaba nuestra confianza plena... Bueno, la mía y la de Mar, en realidad. No tenía ni idea qué pensarían las otras.

    Al fin y al cabo, yo estaba aislada en ese cuartucho de detective. Y no me importaba para nada, en realidad, yo tan solo tenía la labor de manejar a Margarita cuando lo requería y ya está, fin del asunto.

    —No deberías decir cosas sí no quieres, Nieves —habló por fin con sobriedad el tipo, se demoró un poco más de lo usual, pero no significaba para nada un cambio significantes; con suerte seis o siete segundos.

    El cuerpo masculló, frustrado como debía sentirse. Le mandé el siguiente comando.

    —Entiendo—. Plano y carente de emoción, a menos que fueran pizcas o atisbos de que seguía siendo humana.

    —No estoy interesado en saber cosas que no quieras hablar —siguió con su voz monocorde, crítico y serio, estoico. Un pilar muy bueno, sí me preguntaban.

    —De acuerdo —hice que concluyera, sus palabras me venían ideal para mis planificaciones y estrategias, después de todo.

    También maniobré para que el cuerpo empezara a levantarse de una buena vez, que ya empezarían pronto las clases de la mañana.

    >>Gra... gracias... por quedarte, y eso. Me puse nerviosa —hice que agregara, con su timidez que tendía a ocultar, en verdad me había aliviado y ayudado saber que el loco ese andaba cerca; por alguno motivo lo veía incapaz de dejar que alguien golpeara a Margarita, y eso era un punto demasiado importante sí no queríamos que todo se nos viniera a bajo y que mi otra parte saliera a controlar el lado más caótico de Margarita.

    >>Ya me voy a mi aula, hasta mañana—. Tal vez exageré de más con lo último, pero prefería evitar más encuentros con Altan, no debíamos atosigarlo demasiado, que después y nos dejaba sola y algo, para que mis estrategias terminaran en la basura. Y no, no podía permitirlo, todo era primordial y útil, hasta la más mínima cosa podía cambiarlo todo.

    Él simplemente respondió afirmativo con un monosílabo, encogiéndose algo de hombros, para marcharse también a su propio salón.

    Pude apreciar que tecleó un mensaje antes de entrar al aula; ¿a quién se lo mandaba?, ¿a Anna Hiradaira? Era probable, pero podía ser cualquier otra cosa también.

    Sí era Anna, podía ser tanto por ser su interés amoroso, como por querer compartirle la información nueva sobre Margarita; que a la enana se le notaba que le preocupaba demasiado nuestra niña, quién sabe por qué, a pesar de que tendíamos a ser muy fría con ella.

    Otro click, y la luz se apagó. Me respaldé en la silla, dejándome caer como una hoja de otoño y un suspiro. Había terminado mi turno de trabajo, y como era normal, ahora me tocaba dormir. No podía quedarme despierta disfrutando de los archivos y similares, pero no me iba ni venía en realidad.

    Cuando cerré los ojos, volví a ese recuerdo de hace como siete años.
    Y continuamos el ciclo.

     
    Última edición: 9 Enero 2021
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  5. Threadmarks: Ruptura
     
    Kaisa Morinachi

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    Solsticio de invierno [Margarita Nieves|Gakkuo Rolplay]
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    Drama
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    TRIGGER WARNING: Acoso escolar, violencia explícita y pensamientos depresivos.z

    Ruptura
    Podrías clasificarlo cómo quisieras: Extraño, increíble, complejo o mediocre, la cosa es que los recuerdos llegaban de diversas maneras y, en la mayoría de los casos, pocas cosas buenas traían consigo. Entre todos los viajes que daba rumbo a mis memorias era común ver aquellos recuerdos como una película o, en su defecto, revivirlo al punto de que no veía nada...

    Solo regresaba el pánico...

    La cosa estaba en que esas imágenes eran, algunas, demasiado claras y a través de los años empecé a cuestionarme si algunas cosas en verdad habían ocurrido. ¿Mis compañeras eran las mismas que me acorralaban en los baños? ¿Por qué lo hicieron?

    ¿Qué hice para que me tiraran los lápices por la cabeza, para que me cortaran el cabello, para que me dijeran cosas que solo me destrozaban el corazón...?

    ¿Por qué no pude ser más fuerte?

    ¿Por qué me seguía afectando?

    ¿Cuántas cosas podrían haber cambiado... de haber seguido otra ruta?

    La más pacífica... la que no involucraba violencia.

    La que no terminaba con una cara amorotonada e hinchada entre mis manos, la que no me volvía una bestia, la que me hubiera librado de mi retiro, de mis inseguridades, de todo eso...

    Tendría que volver a nacer, ¿No? Día tras día luchaba contra la idea de que nunca tuve que haber siquiera nacido, puede que todo habría sido mejor...

    Hasta que los recordaba, Jacob y Lily, los recordaba y quería más que nunca quedarme. Quería superarme, quería...

    Tan solo quería que un día pudieran verme y, con una sonrisa, decir...

    "Esa es mi niña".
     
    Última edición: 13 Mayo 2023
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  1. Kaisa Morinachi
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