Skyless [Remake]

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Fénix Kazeblade, 20 Abril 2016.

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    Fénix Kazeblade

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    Escritor
    Título:
    Skyless [Remake]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2828
    Bueno como leen esta historia es un remake, si alguien que ya la haya leído se la encuentra tomen en cuenta que tendrá muchos elementos nuevos y podré continuarla cosa que con el formato anterior no podía, nuevos lectores bienvenidos.



    Capitulo 0: Void


    La oscuridad perpetua del espacio envolvía el transbordador espacial Traveler mientras emergía de los rastros de una nebulosa que se desvanecía a lo lejos quedando sólo simples destellos de la misma, Lorenne una mujer neoyorquina, observaba esto por una de las ventanas mientras que sus ojos color gris y sus rasgos germánicos se reflejaban en el cristal, suspiró melancólica, por alguna razón esta imagen la había transportado a su época de colegiala cuando Billy Howard la había invitado a su primera cita y había elegido Rhode Islad, el parque de diversiones Rocky Point que entonces era un pintoresco lugar lleno de sueños y experiencias, cosa que la deprimió un tanto más pues el parque no era ahora más que vestigios deformes y oxidados que sólo habían quedado como fantasmas de cosas que no volverían a ocurrir, al igual que su vida amorosa, pues Billy Howard había sido su ultimo novio. Era atractiva, ella se lo decía a diario casi tanto como se preguntaba ¿por qué rayos luego de tantos años no tenía a nadie más?. Tal vez Travis, si tan sólo pudiera decirle.

    Travis entró intempestivo a la habitación sus ojos color verde mostraban una expresión de asombro y emoción como lo tendría un niño al recibir sus regalos en navidad. Entró llamándola y esto provocó en la joven un ligero rubor en sus mejillas sin entender del todo por qué había ocurrido, tal vez porque había entrado justo cuando había estado pensando en él. Eran sólo cuatro personas las que viajaban en el esa nave espacial: Esther una mujer fornida y de pelo corto y facciones duras que en la mayoría de los sentidos había sido poco agraciada en su feminidad más sin embargo era completamente brillante en todo aquello que se refiera circuitos y programación, un chico delgado y moreno llamado Steven, con cierto look que recordaba los ochentas, él era un excelente piloto tanto para ser el candidato para guiar esta que era la primera nave que iría más allá de la luna, estaba también Travis un chico de test blanca que rompía todo esquema pues rubio y atlético como un el mejor candidato para core back había pasado la mayor parte de su vida estudiando saliendo como primero en su clase en medicina de Harvard y esto lo había puesto a cargo de toda asistencia biológica de esta misión, al final estaba Lorenne ella era Astrobiologa, le tenía amor a su carrera como a lo que soñaba lograr con ella, más sin embargo estaba aquí sólo por influencia de su padre, pues incluso para la NASA su profesión no podía tomarse muy enserio.


    —¡Lorenne, tienes que venir! —exclamó con la voz entrecortada mientras las tomaba de los hombros.


    —Tra-Travis, ¿Qué ocurre? —preguntó la chica completamente desconcertada.



    —Steven él, estábamos en la habitación ¿sabes?, yo hacía unas flexiones para mantener mi masa muscular, entonces, sólo bastó levantar la mirada y allí estaba, justo allí.—intentó explicar diciendo todo esto apresuradamente que ella no terminó por entender nada.



    Miró el rostro de desconcierto en ella y sintió cierta desesperación, ¡tenía que decirle!.



    Miró la ventana y la guió hacia ella, habían estado virando hacia él y para este momento ya debería ser visible en este extremo de la nave.



    —¡Allí mira! —exclamó emocionado señalando afuera.



    La mirada de la chica buscó entre la inmensidad estelar, el corazón casi se le sale del corazón cuando lo vio, estaba allí y era real, era como dar un golpe en la nuca sonoro y vivas a cada una de las personas que le había dicho que su carrera era un chiste, que perdía el tiempo en eso y que era una lunática por pensar que había algo aparte de nosotros haya afuera. Pero ahora estaba segura, esa estructura en media luna gigantesca en medio del espacio no era humana, no se parecía nada a lo que la ingeniería humana pudiera crear, no era experta en la materia, pero si llevaba química en su escuela y podía saber que era metal verdoso oscuro del que estaba construido no existía en la tierra.


    —¡Es extraterrestre!, ¡Es una nave extraterrestre! —gritó y saltó tanto que sintió que su cabeza golpeaba el techo, lo abrazó apretándolo luego de tres años que apenas formalmente le había tomado la mano por cortesía, salió corriendo de su habitación la puerta automática apenas pudo deslizarse para darle paso—¡Una nave extraterrestre!.



    El chico río y la siguió corriendo, se encontró con Steven revisando los radares y mecanismos de la nave, intentaba captar algún tipo de comunicación de los organismos que estaban a punto de abordar. Travis llegó y le dio una palmada y el chico lo miró con una sonrisa nerviosa.



    —Que locura amigo, esto nos hará famosos ¿no lo crees? —dijo el médico.



    —¿Eh?, si claro, lo sé colega. —masculló distraído.



    El muchacho rubio lo miró extrañado, sospechó al instante que algo ocurría.



    —¿Qué ocurre? —cuestionó poniendo su mano en el hombro.



    —Espero que no sea nada malo. —murmuró Steven cruzando su mirada con él, se notaba inquieto.



    Esther se aproximó con unos papeles en las manos, estos tenían varios números plasmados en ellos.



    —¿Qué es eso?, ¡¿qué está pasando?!—gritó Travis frustrado.



    Esther lo miró con una expresión muda, suspiró.



    —Quise ver de quienes se trataban, conocer si eran amigables—comenzó a explicar Esther, su rostro se tensaba conforme hablaba, la mujer encendió uno de los monitores—esto fue lo que captó…



    Las cámara infrarroja mostraba una sala estéril y desierta, se miraban algunos objetos que parecían muebles, pero a lo mucho eran uno o dos, había algunos bultos en el piso la mayoría tan deformados para encontrar que es lo que habían sido, pero otorgaban a la imaginación terribles señales, entonces de pronto la cámara enfocaba al fin una mancha rojiza, envuelta por un espectro luminoso que iba del naranja al amarillo, era un ser vivo, se movía tambaleándose de un lado a otro lentamente.



    Travis miró desconcertado a ambos, Lorenne llegó entonces y la sonrisa de quitó de su rostro, en ese momento la cámara bajaba y proyectaba que el calor en el organismo que enfocaban sólo concentraba en la cabeza.



    —Cualquier organismo, hasta el más simple en nuestro planeta mueve su cuerpo a base de impulsos eléctricos y estos producen las sustancias en el cuerpo, estos procesos producen calor—decía el chico rubio endureciendo sus facciones—…por más que sean diferentes a nosotros, es totalmente ilógico que sea así…es como si el resto del cuerpo estuviera muerto.



    Un horrible pensamiento pasó por la mente del piloto, pero buscó sacudir la cabeza y tragar un poco de saliva para refrescar su garganta que se había secado en ese momento. La señal de calor se volvió difusa hasta que desapareció.



    —Tal vez fue un error del sistema—afirmó Esther, sería la primera vez que el sistema fallaba, al igual que ella, parecía muy improbable, pero era lo que todos querían creer.



    La estación espacial ya estaba frente a ellos, los instrumentos de comunicación que tenían instalados entonces chillaron como un grito estrangulado y agudo pero varias veces, subiendo y bajando de intensidad, todos sintieron que los oídos se les iban a reventar y buscaron cubrirlos, Steven bajó el volumen de los instrumentos y Esther se aproximó al panel para analizarlo, el cohete se posaba pesadamente en una plataforma que su sistema de navegación le había permitido encontrar, esta clase de tareas simples eran pan comido para la IA que lo controlaba.



    Se miraron a los ojos los tres, Lorenne ya no mostraba el mismo entusiasmo que la había invadido hace unos instantes este había sido ahogado por cierto miedo e incertidumbre. Steven se mordía el labio inferior era una costumbre que tenía al estar nervioso que le había comenzado a los catorce años. Travis decidió romper el silencio y le dio una palmada a ambos sonriendo.



    —Tranquilos a ambos, si son unos malditos a ti te cuidaré—le decía sonriendo a la chica—y a ti te usaré de carnada—señaló a Steven—estaremos bien.



    Steven lo observó arqueando la ceja y luego sonrió menando la cabeza, salió de la sala para vestir su traje espacial.



    —De verdad haré lo que sea para que no te ocurra nada Lorenne—indicó el chico tomando a la chica entre sus brazos.



    Y lo cumpliría.



    Se miraron de nuevo poniéndose el casco del traje, comenzaron a caminar hacia la negrura del vacío, Esther había dicho que sería mejor que alguien se quedara a monitorear todo aunque había una razón más. Tal vez si les hubiera dicho lo que sospechaba habría sido distinto.



    Pasó una cerca de media hora antes de que pudieran rozar el portón que lo separaban del interior, el impulso mientras jalaban les hizo perder el soplete eléctrico que portaban y con el que habían aflojado las cerraduras.



    Así es como los tres quedaron frente a un oscuro portal, más negro de alguna forma que el espacio sin estrellas por donde se encontraban, encendieron sus lámparas pareció como que lo oscuro buscaba resistirse al halo de luz que expedían.



    —Vaya que Travis, esto se parece a tu cuarto, es un desastre—señaló bromeando el chico delgado.



    El chico el digo puñetazo en el hombro mientras caminaban por ese pasillo, les parecía en ese ambiente pesado y oscuro en que marchaban que era interminable.



    —Chicos, creo que estoy pisano algo blando es extraño—dijo la chica en una voz tan queda que les pareció escucharla dentro de su cabeza



    Se encuentra en el pasillo principal, antes de doblar a otro más pequeño que conduce a la sala principal, el lugar grande desde el interior, pueden escuchar silbar un viento helado que recorre el esqueleto metálico de esa estructura cósmica en la que estaban suspendidos, produciendo un sonido casi fantasmal, seguido por un eco sordo de golpeteos en el metal, como el goteo solitario de una llave entreabierta en la noche volviéndose más rápido, más rítmico más incesante.



    —De nuevo…—susurró la Esther acercándose al monitor—…eran gritos, el sonido que interceptamos eran gritos…—musitaba como ida— y eso, lo que los hizo gritar va tras ellos.



    La mancha de calor había resurgido, primero como un fantasma casi difuminada hasta que se dibujó por completo se movía casi al doble de velocidad que lo haría cualquier humano y se aproximaba a ellos.



    Se encontraba diez metros



    Diez escasos metros de distancia la separan de uno de ellos que se encontraba aún en medio del pasillo, hubiera querido que sus palabras salieran de su boca más rápido, pero la tensión y nerviosismo no la dejaron.



    —¡Va por ustedes! —advirtió gritando con todas sus fuerza, retumbó en sus oídos, en sus mentes en aquel mausoleo espacial. Pero era tarde.



    Se lanzó sobre ella, se abalanzó como un tigre hambriento ante un inocente siervo que pastaba en la maleza, ella, corrió hacia ella tropezando presa de a desesperación, se arrastra con el tobillo lastimado buscando aminorar el dolor con voluntad, ciego, aterrado por la sombra de lo que se escondía en las tinieblas.



    Se golpeó la cabeza al caer y perdió el conocimiento unos segundos cuando se dio cuenta el peso de la criatura la aplastaba, rugía babeando un líquido negro hacia el casco mientras frenéticamente golpeaba rabioso con sus brazos el casco como demente escuchando un crujido que difícil distinguir si era su casco o el cráneo el monstruo.



    —¡Travis! ¡Travis! ¡Travis! —chillaba desesperada la chica llena de miedo.



    El chico logró embestirlo y comenzó a forcejear con la criatura, lo miró por primera vez se miraría humano si no fuese por esa piel casi transparente ahora lacerada, era como una figura de cera consumida parcialmente por el fuego, era delgado, pero su fuerza lo doblegaba, logró darle dos puñetazos que no menguaron ni un poco su esa enloquecida fuerza que lo impulsaba.



    —¿Qué diablos está pasando? —preguntó Steven mientras llegaba a Lorenne que yacía en el piso aún paralizada.



    Cuando lo vio los recuerdos la obligaron a convulsionarse asustada retrocediendo hasta que pudo notar que la criatura se había ido que era Steven quien estaba frente a ella.



    —Ti-tienes que ayudarlo…él está peleando contra esa cosa… —suplicó la mujer mientras se aproximaba a él, sus bellas facciones se veían deformadas mientras lagrimas se derramaban por las mejillas.



    Intentaba rasgarlo, ella estaba lejos, se había encargado de dejarla atrás, pero lo enfrentaba a ciegas, en segundos desaparecía en la oscuridad y al siguiente instante resurgía lanzando gemidos agonizantes y hambrientos, era una escena demasiado irreal, era como una pesadilla retorcida, una película de terror.



    —¡Maldita criatura…!—gritó agitado mientras lo pateaba lejos, con su mirada buscaba algo con lo que pudiera armarse, pero tomo parecía estar fundido con el metal de la estación. Estaba por darse por vencido cuando vio había una especie de agujero como el de un ascensor. —¡Allí!...



    El monstruo se abalanzó sobre él de nuevo el estrello con pared para intentar aturdirlo, lo golpeó tantas veces como pudo inclinándolo hacia el abismo, bastó una segunda embestida para que se su gemido lastimero se perdiera en la oscuridad.




    Lorenne se despojó de su remera, el pantalón y su ropa interior entrando a la ducha queriendo imaginar que el agua borraría sus recuerdos, pero estos volvieron de nuevo y comenzó a llorar, sentía esa sensación de inseguridad que surge en los niños al temer ver bajo la cama, aunque ya estaba lejos de aquella estación y había vuelto sana y salva, no pudiera evitar pensar que lo encontraría al apagar la luz.



    Comenzó a pasar el jabón por su piel, comenzando por sus brazos, su mano derecha impregnaba la izquierda y haría lo mismo del con él otro, sin embargo un dolor como el punzón de una abeja le hizo sacar un leve gemido de dolor y retiró la mano al instante, aproximándose al espejo lo vio. Por encima del codo en el antebrazo tenía una marca de dos pares de líneas en hilera de un color rosado oscuro y descolorido.



    —Me mordió…—susurró y de pronto sintió su cuerpo más débil.

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    Un mes después.



    Comenzó como un relámpago en el cielo, un destello de luz de luz que traía oscuridad, una profecía cumplida para aquellos que afirmaban que la perdición vendría de las alturas, surgió a la media noche envuelta en un fuego que no logró consumir a tiempo el mal que surgiría de ella, cayó destrozando un autoservicio posado en las orillas de la carretera, pertenecía a un tipo que curiosamente se burlaba por la mañana de las probabilidades de morir aplastado por un meteoro, quedaban cenizas solamente como las del alma de los que habían sido condenados, el hambre lo había llevado allí y se alimentaría hasta dejara de existir.



    —¡Viste eso amigo! ¡Wow fue de locos! —exclamaba eufórico un chico con una cerveza en la mano.



    —Destrozó esa estación de servicio, ¡Ven! ¡Vamos a ver! ¡Será el mejor VAPE que hayas hecho. ¡Woho! —gritó mientras daba otro salto corriendo con una cámara en mano.



    —Queridos suscriptores no lo van a creer, ¡esto es lo más increíble que le ha pasado al canal! —exclama él tenía la cerveza. —¡Acabamos de ver como un meteoro se estrelló frente a nuestros ojos!



    El otro chico salta detrás gritando, cuando lo hace gira la mirada y observa algo que le quita la sonrisa de su rostro.



    —¡Tiene NASA en el nombre era un maldito cohete!, no puede ser…—exclamaba sin creer sus propias palabras.



    —Es increíble, ¿Qué crees que haya pasado?, ¿Por qué se estrelló? — preguntaba el youtuber, su compañero permanecía inmóvil mirando la nave—Ramiro, ¿Qué pasa?, ¿Qué estás viendo?.



    El otro chico no respondió, cuando se acercó únicamente se limitó a señalar con su mano temblosa hacía donde observaba.



    Entre el metal retorcido de la nave emergía una mano torciendo ensangrentada sus dedos.

    — ¡Por dios!— exclamó el chico cubriéndose la boca asombrado. — ¡Ven tenemos que ayudarle!...—agregó ya quitando los escombros de encima.

    Su compañero no tardo en llegar, lo encontraron debajo de la nave era algo a lo que jamás estuvieron preparados, aquella criatura parecía haber sufrido demasiado daño para ser llamada humano aún. Torció su cabeza y siseo algo entre sus labios descarnados, creyendo que había susurrado el chico se acerco para escucharlo mejor.

    Lo ultimo registrado en la cámara de estos dos jóvenes, es el grito ahogado de ellos mientras que al escapar de su mano la cámara y caer al piso, una sombra torcida se ve que devoraba algo en el piso.
     
    Última edición: 20 Abril 2016

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