One-shot Sinnoh [Emily x Mimi | Pokémon Rol]

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Como bien le dije a Noir, se me ocurrió esta idea y la quise escribir y bueno... me dio la inspiración. Aunque no lo he plasmado como en un principio lo había imaginado, no creo que haya quedado tan mal.

Siento si no controlé bien a Mimi, hace mucho que no la leo ni escribo so i'm lost (?

Espero que os guste <3

Título: Sinnoh
Fandom: Pokémon Rol Championship
Palabras: 994
Personajes: Emily Hodges & Mimiko Honda
Summary: "¿Te vas a… ir? ¿Te olvidarás de Alpha? ¿De Effy? ¿De… mí?"
Advertencias: Aunque está implícito, hay material chica x chica así que si no te gusta, no leas~

~Sinnoh~​

—¿C-cómo? —Emily dijo incrédula, tras un largo silencio incómodo.

Mimi miró hacia otro lado, no queriendo sentirse más culpable al ver los ojos llorosos de su amiga.

—L-lo has entendido, Emily —respondió la rubia, intentando controlar su voz temblorosa. ¡No podía llorar ella también por mucho que le doliese!—. Volveré a Sinnoh, mi aventura en Galeia se ha acabado para siempre.

—¡Pero! ¡Mimi! ¡No te puedes ir así como si nada! ¡Para siempre! —La chica puso énfasis en la última frase, aun sin creerse lo que acababa de escuchar—. ¿Te vas a… ir? ¿Te olvidarás de Alpha? ¿De Effy? ¿De… mí? —Llegados a ese punto, los ojos de la morena se encontraban completamente anegados en lágrimas que poco a poco empezaron a caer por sus mejillas.

—No me olvidaré de nadie… —Honda siguió hablando en voz baja, casi como si no le quedase voz, y aún era incapaz de mirar directamente a sus ojos. Los Honda eran fuertes pero ella había dejado de parecerse a un Honda hace demasiado tiempo.

—¡No mientas! ¡Te irás! ¡Volverás a tu vida llena de lujos y nos olvidarás! ¡No…!

Emily no se daba cuenta del daño que estaba haciendo a su amiga con esas palabras. Mimi no quería irse, tampoco quería olvidar los buenos recuerdos y grandiosos entrenadores que había conocido en esa región pero era lo mejor… para todos.

La rubia, aunque le había parecido imposible en un principio, pudo superar el dolor que había sufrido por culpa de la partida de Alpha pero si eso sucedió fue porque había desarrollado esa clase de sentimientos por otra persona. Una persona de la que creía no poder enamorarse nunca. Y para ella no existía otro modo de separarse de Emily más que volviendo a su región natal.

Pero verla ahí, destrozada y derramando una tras otra lágrimas por su culpa hacía que se sintiese aun peor.

—Emily… —intentó apelar a su sentido común. Necesitaba que dejase de llorar.

Movió su pie hacia delante, intentando acercarse a la joven pero cuando la chica observó ese movimiento, se echó hacia atrás seguida por su instinto.

—Déjame. —Fue lo único que sus labios pronunciaron, de forma seca, cortante, antes de alejarse corriendo del parque en el que se encontraban.

Mimi casi pudo escuchar como su sensible corazón se rompía en mil pedazos. No solo había hecho llorar a la única persona en la que podía confiar, sino que también había hecho que se enfadase y le hablase de ese modo. ¡Agh! ¿Cómo demonios iba a arreglar eso?

Afortunadamente, Mimi sabía dónde había ido a parar la chica. En ese estado y estando en Ciudad Lienzo, no había otro lugar en el que pudiese estar. Así que la siguió, porque eso debía solucionarlo.

No tardó mucho hasta llegar al pequeño cementerio en el que sabía que el padre de Emily estaba enterrado, al igual que su hermano mayor. Y había acertado, porque delante de una cruz escasamente decorada se encontraba la chica, moviendo sus hombros en señal de que seguía, seguramente, sollozando.

Mimi aprovechó el silencio con el que se acercó para escuchar que es lo que parecía decir la joven.

—¿Por qué todas las personas a las que quiero me abandonan? —Empezó a decir con voz temblorosa—. Primero Fred y tú… mamá y Alice… luego Dante… y ahora Mimi. ¿Qué es lo que hago mal para alejar a todos? Si te soy sincera… lo dejaría todo para ir con ella. ¡Es una locura! Pero… no quiero perderla, no a ella. —Y la voz se volvió a desgarrar, acabando en otro llanto inevitable.

—Emi… —La nombrada se giró asustada, casi dejando escapar un grito.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —preguntó, preocupada.

—El suficiente.

Un silencio incómodo se volvió a instaurar entre las dos. ¿Qué debían hacer en ese momento? Mimi tenía un nudo en la garganta. Estaba a punto de decirle que hiciese eso, que lo dejase todo y fuese con ella a Sinnoh. Sí, su objetivo principal era alejarse pero… ¿y sí lo mejor era acercarse? Quizás… quizás en algún momento podía declararse y sería correspondida.

—¡Mimi! ¡Me voy a Sinnoh contigo! —dijo entonces la morena, decidida, tras limpiarse los ojos—. ¡Escucha! ¡Dejaré mi equipo a cuidado de Alice! Ellos estarán bien. ¡Y será una manera de empezar de nuevo! ¡Vayamos ambas de aventura! ¡Solas! Formemos nuevos equipos… he oído que ahí hay medallas, ¡vayamos a por ellas! ¡Seamos las entrenadoras más fuertes de Sinnoh! Pero por favor… no me dejes sola… —la entrenadora habló apresurada, soltando todo lo que tenía que decir casi sin respirar para finalmente bajar el tono de voz y con ello recuperar poco a poco el aliento.

Mimi estaba dubitativa. ¡Era una locura! Pero… las locuras con Emily salían bien.

—Está bien. ¡P-Pero yo ya soy la mejor en los concursos! —Añadió con su típico orgullo, sintiendo que quizás no tenía por qué acabar tan mal.

—Te quiero, Mimi —susurró Emily cuando, de forma repentina pero en realidad esperada, abrazó a la rubia con fuerza. Queriendo protegerla, queriendo mantenerla a salvo, a su lado.

—¡E-Emily! ¡No hagas eso! —Honda se quejó, sintiendo sus mejillas enrojecer como siempre lo hacían cuando la otra se ponía especialmente cariñosa, pero lo estaba disfrutando más de lo que le gustaría admitir por lo que en su voz se podía notar que no se sentía verdaderamente molesta.

>>Yo también te quiero, Emily… —murmuró, correspondiendo al abrazo.

Quizás sus palabras tenían un significado más profundo de lo que podía imaginarse pero lo único que quería en ese momento era que su amiga sonriese como siempre lo hacía.

—¡Que se prepare Sinnoh! ¡Que allá va el Mimily! —exclamó Hodges con alegría recuperada en cuanto se separaron.

—¡¿Cuántas veces te dije que no nos llamaras así?! —se quejó Mimi, más sonrojada que antes al escuchar el nombre que Emily se había empeñado en ponerle a las dos, como si fuesen un grupo o… pareja.

Pero finalmente, sonrió. Ambas sonrieron ante el atardecer.