Historia corta Sin Salida: El final del camino

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Manuvalk, 26 Abril 2016.

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  1. Threadmarks: Capítulo 1: Jack
     
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Sin Salida: El final del camino
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    6
     
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    Esta historia es paralela a ( https://fanficslandia.com/tema/fanfic-sin-salida.50023/ ). Unirá a nuevos protagonistas a la historia principal. Constará de seis capítulos cortos, que espero gusten.


    Prólogo.

    "Posiblemente nadie escuche esto, pero quería compartir mi historia. Mi padre siempre decía que no llegaría a nada, que sería un don nadie. Mi madre en cambio, apostaba por mí desde el principio. No pretendía tener expectativas tan altas en mí, pero las circunstancias me forzaban. Mi padre abandonó a mi madre cuando solo tenía 8 años, y me tocó ayudar a mi madre desde entonces. A los 14 años y haciendo todo tipo de trabajos, acabas por conocer las historias de la calle. Aprendí a sobrevivir a la fuerza y por las malas. Y esas expectativas tan altas se redujeron a hacer lo necesario por llevar comida a mi casa. Así hasta que mi madre enfermó y murió cuando tenía 21 años. Me quedé solo, y todo lo que aprendí de pequeño lo empleé para salir adelante. Y entonces el mundo se vino abajo. Tres semanas después de que el brote infeccioso iniciase, hubo silencio, y entonces salí. Me llamo Jack, y llevo dos meses sin ver personas. Todo lo que veo es muerte... o muertos."


    Capítulo 1: Jack



    — Ver la ciudad desde el horizonte y la distancia te da cierta perspectiva. Es cómo un cementerio enorme, tumba de miles y miles de cadáveres andantes. Aunque ver el atardecer con los últimos resquicios de la humanidad es precioso y nostálgico. Quizá hasta inquietante. Bah, no lo sé. Desde que esta mierda comenzó he tenido una montaña rusa de emociones. En fin, hoy ha sido un día tranquilo, relajado. Ninguna sorpresa, ninguna explosión, ningún disparo, ninguna persona... joder, estoy harto de hablar conmigo mismo. Porque, nadie me estará oyendo... ¿verdad? Vamos, capullo, di algo. Estoy harto de sacarle brillo a esta p*ta radio. Y harto de esperar que alguien responda mis mensajes. Que c*ño, creo que mañana tiraré la jodida radio por un barranco, así se escacharre. — Dijo Jack, mientras apagaba la sucia y desgastada radio que llevaba consigo desde el inicio de la epidemia.

    El joven apoyó la cabeza en la pared mientras un sinfín de pensamientos le recorrían la mente. Dormía en un edificio en construcción, bastante seguro para un pasar un par de noches.

    Hizo inventario de la poca comida y agua que le quedaba y se recostó sobre un par de sucias y haraposas mantas. Mañana sería otro día.

    ...

    Jack avanzaba a paso ligero por un pequeño camino de tierra rodeado de bancales con naranjos. Eran prontas horas de la mañana y el Sol recientemente había salido.

    — Por lo menos tengo comida para rato. Naranjas y más naranjas... — Murmuró, mientras almacenaba varias en su mochila.

    El calor era estresante para Jack, que resoplaba cada cien metros caminados y con el antebrazo se quitaba la sudor de la frente.

    Se ató la chaqueta por la cintura y continuó con su andadura cuando de pronto se topó con un todoterreno en medio del camino.

    La puerta estaba abierta y las llaves puestas, lo que Jack identificó cómo supervivientes cerca. Avanzó a paso lento hasta poder observar el interior del vehículo desde una distancia prudente.

    Vio en el asiento de copiloto una pistola con media decena de cargadores a su alrededor.

    — Eso es tentador... — Susurró Jack.

    El muchacho se acercó no sin antes observar a su alrededor por si lo vigilaban. Acto seguido cogió el arma, satisfecho, y la guardó en su mochila junto toda la munición.

    Jack tenía un debate serio entre esperar a que los dueños del coche apareciesen o robar los suministros que había e irse con el propio coche.

    Finalmente decidió esperar a quienes fuesen los dueños del vehículo, ya que hacía meses que no veía a otras personas, y mucho menos conversaba con ellas.

    De pronto, el frío cañón de un revolver se le puso en la cabeza. Exaltado por dar con personas pero aterrado por el hecho de estar siendo apuntado, Jack no pudo articular ninguna palabra.

    — Espero que no seas mudo. — Dijo el hombre que empuñaba el revolver.
     
    Última edición: 26 Abril 2016
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  2. Threadmarks: Capítulo 2: El tren
     
    Manuvalk

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    Capítulo 2: El tren





    Jack alzó los brazos, temeroso. El hombre que empuñaba el revolver mantenía su postura cuando de pronto una mujer que cargaba con una caja de naranjas se paró frente ellos.

    — Shaun, ¿que diablos haces? — Refunfuñó la mujer mayor.

    — M-mamá, iba a robarnos. — Se defendió Shaun.

    — ¡Baja el maldito revolver, hijo! — Exclamo la mujer, dejando la caja en el suelo. — ¡Y ayuda a tu madre a cargar las cajas!

    — S-sí sí, mamá.

    La mujer se acercó a Jack mientras Shaun le cedía el revolver y cargaba varias cajas en el maletero del todoterreno.

    — ¿Cómo te llamas, chico?

    — Jack.

    — Yo soy Helen, encantada. ¿Que te trae por aquí?

    — Pues, nada, la verdad. Llevo meses caminando, y sin encontrarme con gente. He visto vuestro vehículo... y me he venido arriba. Pero no pretendía robarlo ni...

    — Tranquilo Jack, no pasa nada. Pareces un buen chico. — Dijo Helen. — ¿Quieres venir con nosotros?

    Jack quedó perplejo ante la propuesta de la mujer, que parecía tener más de cincuenta años.

    — Eh... yo... no sé... ¿dónde vais?

    — Nos dirigimos hacia el cruce de vías más próximo. — Indicó Shaun, interviniendo en la conversación.

    — ¿Que hay en el cruce de vías? — Preguntó Jack, un tanto intrigado y confuso.

    — Tenemos que coger un tren. — Murmuró Shaun.
     
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  3.  
    Ichiinou

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    Tengo que ponerme al día con la otra, lo haré hoy, pero he visto esta y no pude resistirme... T_T

    En fin, por lo pronto me causa mucha curiosidad lo de que tengan que coger un tren... ¿en medio de un apocalipsis zombie? ¿Qué demonios? Cuanto menos este tema pinta interesante, quizás sea un ten en el que solo van vivos y está circulando infinitamente, no sé, se me ocurre.
    En cuanto a espectos técnicos, decir que los capítulos se me hacen excesivamente cortos, quizás un poco más de descripción y algo más de trama en cada capítulo, no vendría nada mal. Después los personajes... dios, Helen ha invitado a Jack sin miramientos y de buenas a primeras, no sé, ha quedado algo escueto y forzado, no me parece una actitud muy natural, quizás si hubieses metido algo más de suspense en esta parte, te hubiese quedado mucho mejor.
    He encontrado este fallito:
    "Qué", con tilde.
    Y bueno, nada más que añadir por ahora, a ver cómo decides cruzar esta historia con la otra, se va a hacer interesante.
    ¡Un saludo! :)
     
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  4. Threadmarks: Capítulo 3: Cruce de vías
     
    Manuvalk

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    Capítulo 3: Cruce de vías







    — ¿Por qué llevarme con vosotros? — Preguntó Jack, aún asombrado por la decisión de la mujer.

    — Porque se distinguir muy bien entre la buena y mala gente, y tú Jack, no tienes ni una pizca de maldad. — Respondió Helen. — Además, cuanta más gente podamos salvar, mejor.

    — Prácticamente no me conoces. No sabes si tengo o no maldad.

    — Tú mirada lo dice. La mirada de una persona dice mucho.

    Jack observó a Helen durante unos segundos, dubitativo, ya que las intenciones de la mujer no eran del todo claras, dando a la situación un toque extraño.

    — Ya está mamá, todo cargado. Tenemos dos cajas llenas de naranjas, una pala, munición y dos HK416.

    — Traducción de eso último, Shaun. — Pidió Helen.

    — Metralletas, mamá. Metralletas. — Respondió Shaun.

    — Ah. — Añadió Helen. — Bien chicos, subid.

    — Yo conduzco. — Indicó Shaun.

    Helen, Shaun y Jack subieron al todoterreno y el joven arrancó el vehículo.

    — ¿Dónde nos dirigimos entonces? — Preguntó Jack, curioso.

    — Al cruce de vías. Uno de los nuestros nos recogerá con el tren. — Respondió Shaun, conduciendo.

    Tras más de quince minutos, los tres llegaron a un cruce de vías. Shaun aparcó y comenzó a descargar con ayuda de Jack todo tipo de cajas y maletas.

    — ¿Cómo habéis conseguido un tren? — Preguntó Jack, viendo que iban bien provistos en armamento. — ¿Y de donde habéis sacado todo esto?

    — Miguel es maquinista. Al inicio de todo, escuchamos el rumor de que el gobierno junto al ejercito acogía civíles en el lugar donde acaban las vías del tren y reposan los trenes...

    — En un andén. — Intervino Helen.

    — Gracias mamá. — Agradeció Shaun, mientras proseguía. — El caso es que teniendo un maquinista entre nosotros y con dicho rumor cómo principal objetivo para salvar nuestros culos, ¿que debíamos hacer? Pues decidimos que Miguel y Lou, su hija, fueran a por un tren parado y en buen estado, en una estación. Una vez lo encontraron, nos avisaron mediante radio y nos dijeron un punto de encuentro. Y las armas las conseguí con mi madre. Fue simple; nos las encontramos en un punto seguro del ejercito en la ciudad.

    — El cruce de vías... — Dijo Jack.

    — Así es. No deben tardar mucho. — Musitó Shaun.

    — El tren va a traer consigo muchos podridos. Ya sabéis, por el ruido... — Murmuró Helen.

    — Estaremos preparados para ello si llegan a aparecer. — Dijo Shaun, dándole una metralleta a Jack y una pistola a su madre. — Eh, ¿sabes usar una? ¿O prefieres algo más pequeño...?

    — No, no. Puedo manejarlo.

    — Perfecto. ¿Mamá?

    — Ya vienen. — Señaló Helen.

    En la lejanía, el gran ferrocarril se acercaba, pero aminorando la velocidad. El sonido de los frenos los ensordeció durante varios segundos, hasta que finalmente el tren se paró.

    Un hombre de unos cincuenta años asomó la cabeza por el primer vagón, saludando a Helen y Shaun.

    — ¿Y ese? ¿Quién es? — Dijo.

    — Miguel, él es Jack. — Respondió Shaun. — Jack, ese es Miguel.

    — Hola. — Saludó Jack.

    — Bienvenido a bordo, chaval. — Respondió Miguel, sonriendo. — Vamos, subid. No tenemos mucho tiempo.

    — ¿A que se debe la prisa? — Preguntó Shaun, ayudando a subir a su madre.

    — ¿No te das cuenta? Este jodido cacharro hace un ruido del demonio, sobretodo cuando frena. Llevamos demasiadas millas seguidos por los infectados que hay en la zona. Deben ser muchísimos. Así que, si no quieres ver sus putrefactos rostros, te aconsejo que subas tu trasero. — Respondió Miguel.

    — Entendido, viejo. — Dijo Shaun, subiendo las cajas y maletas.

    — Hola a todos. — Dijo Lou, observando de más a Jack.

    — Ella es mí hija, Louisa. — Dijo Miguel. — Cariño, el nuevo se llama Jack.

    — Hey. — Respondió el joven, sonriendo.

    — Hola. — Murmuró la chica, devolviéndole la sonrisa.

    — Bueno, ahora que estamos todos, es hora de marcharnos. — Indicó Miguel, haciendo avanzar al gran tren.

    ...

    — ¿Lo habéis oído?

    — Sí... no suena demasiado lejos, jefe.

    — Avisa al resto y movamos el culo. Subamos a las motos. Ese tren es una presa fácil de cazar.
     
    Última edición: 13 Mayo 2016
  5. Threadmarks: Capítulo 4: La presentación
     
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    Capítulo 4: La presentación








    Con el tren en movimiento, Jack había explorado los tres compartimentos que lo formaban, buscando algo interesante cómo recortes de periódicos y demás.

    Algo que diera claridad a lo que había ocurrido en el país, y quizá en el mundo. Tras darse por vencido en dicha tarea, optó por aislarse en el tercer y último vagón del tren. Miguel estaba en el principal, asegurándose de que no hubiese ningún problema.

    Helen y Lou jugaban al ajedrez en el primer vagón, mientras que Shaun dormía en el segundo. Jack bebía ginebra que había encontrado en el minibar del primer vagón, justo antes de que entraran los demás.

    Aprovechando la seguridad que le daba estar en el ferrocarril, el joven aprovechó para sucumbir a sus pensamientos. De pronto, alguien tocó a la puerta que separaba el tercer vagón del segundo.

    — Está abierto. — Indicó Jack, dándole un último trago al vaso con ginebra.

    Jack alzó la vista y vio que era Shaun quien acababa de entrar.

    — Hola, Jack. — Dijo.

    — Shaun. — Murmuró Jack, mientras se volvió para observar por la ventana.

    — ¿Qué haces aquí sólo? — Preguntó Shaun, fijándose en el vaso vacío.

    — Pensaba en mis cosas.

    — Yo diría que ahogabas tus penas. Entonces, ¿me invitas a una?

    — Claro, sírvete tú mismo tío.

    Shaun cogió la botella de ginebra seguido de otro vaso y se sirvió un poco. Al momento tomó asiento enfrente de Jack.

    — Salía del hospital con mi madre. — Murmuró Shaun. — Tiene problemas en la circulación de la sangre, y a veces le duele todo. Así que ese día la llevé a una revisión. El doctor dijo que parecía mejorar, que la llevara en un par de meses de vuelta. Justo cuando salíamos del complejo médico, un loco se lanzó sobre un hombre en silla de ruedas. Le arrancó la oreja izquierda al instante.

    — Joder.

    — Ya ves. Los policías que mantienen la seguridad en la zona fueron corriendo a por él. Le pidieron la documentación, no sin antes pedirle que se detuviese. Pero no lo hizo; es más, comenzó a comerse la cara de aquel tipo. Uno de los polis le disparó en una pierna para frenarlo, y éste comenzó a arrastrarse hacia ellos. Al momento, aquel hombre paralítico se levantó, prácticamente sin rostro, totalmente desfigurado, y avanzó hacia los demás. Caminaba, joder. Los murmullos de la gente aterrada no eran más que el principio. Una madre le tapó los ojos a su hijo de tres años, cómo si eso fuese a salvarle. A medida que sucedía eso, yo y mi madre fuimos hacia el coche para largarnos lo más rápido posible de allí. Las últimas noticias que daban los medios de comunicación no eran nada agradables, y aquello lo certificaba todo, por lo menos para mi y mi madre. — Narraba Shaun, dando un sorbo a la ginebra. — Dios, tengo la imagen de aquel paralítico desfigurado en mi cabeza. Tengo pesadillas con él. Hostia, ¡si le colgaba hasta un ojo de la cara!

    — No me jodas, que mal rollo. — Susurró Jack, llenando su vaso de ginebra.

    — Sí tío, enfermizo total. Desde ese momento supe que el mundo no iba a ser el mismo. Y aquí estamos, peleando contra no muertos y prolongando nuestra existencia hasta que nos transformemos en uno de ellos.

    — Y que lo digas, Shaun. Y que lo digas.

    — Jack.

    — ¿Sí?

    — Sé que mi madre no tendría valor para hacerlo. Sé que Miguel tampoco, ya que aparenta ser fuerte pero teme hacer daño hasta a una mosca. Lou, es una chica fuerte, pero hacer algo así la afectaría mucho.

    — ¿De que diablos me hablas?

    — Si algún día llego a convertirme en una de esas cosas, quiero que me mates. Sin pensarlo, sin dudarlo. No sientas pena ni remordimientos.

    — Eh Shaun, no te transformarás en una cosa de esas.

    — Quién sabe. Pero, llegado el caso... ¿me das tu palabra de que lo harás?

    — Claro, claro.

    — ¿Chicos? — Dijo Lou tras la puerta.

    — ¿Que ocurre? — Preguntó Shaun.

    — Puedo... ¿pasar?

    — Por supuesto, adelante.

    Lou entró al vagón y se sentó en medio de ambos.

    — ¿Estáis bebiendo? ¿En serio? — Dijo la chica, asombrada.

    — ¿Que? Es una pena dejar esa botella ahí. ¿No quieres un trago? — Shaun se llenó su vaso.

    — No, gracias. Lo veo patético hoy en día.

    — ¿Que es lo patético hoy en día? — Preguntó Jack.

    — Perder la esperanza. Rendirse. Es patético. Y ahogar tus penas en el alcohol, también. — Musitó Louisa.

    — Bah. — Murmuró Shaun.

    — Bueno. — Dijo Jack.

    De pronto, los tres comenzaron a escuchar el ruido de varias motocicletas al unisono. Tras eso, una serie de disparos comenzó a romper los cristales de las ventanas, y el trío se tiró al suelo bajo una lluvia de cristales partidos y casquillos de bala.

    — ¡¿Qué mierda está pasando?! — Exclamo Jack, con las manos sobre la cabeza.

    — ¡Yo qué diablos sé! ¡¿Mamá?! — Dijo Shaun.

    — ¡Shaun, coged las armas! ¡Nos atacan! — Gritó Helen, devolviendo los disparos.

    Shaun comenzó a gatear por el suelo y avanzó seguido de Jack y Lou al segundo vagón, donde estaba la caja con metralletas.

    — Yo no sé manejar algo así. — Dijo Lou.

    — Toma mi pistola. Es ligera. — Dijo Shaun, sacando tres rifles. — ¿Jack?

    — Dame un jodido rifle.

    — Toma. Hay que darle otro a Miguel.

    Las motos avanzaban en ambos lados del tren. Miguel puso el conductor automático y Shaun le cedió un arma.

    — ¡¿Cuantas son?! — Preguntó Miguel, disparando una mujer con gafas de sol que manejaba una moto de montaña.

    — ¡Deben ser unas cinco! — Indicó Jack, derribando a una. — ¡Que os den, maricas!

    — ¡Maldición Jack, disfrutas con esto! — Exclamo Shaun, riéndose.

    — ¡Lo siento, es la adrenalina!

    — ¡Parad el p*to tren, idiotas! — Gruñó uno de los motoristas.

    — ¡Y una mierda! — Dijo Shaun.

    — ¿Cuantos quedan? — Preguntó Helen, cubriéndose tras varios asientos.

    — Jack ha acabado con uno, así que cuatro. — Indicó Lou, que rara vez se asomaba a disparar.

    Miguel disparó varias ráfagas seguidas y consiguió hacer caer a la motera en las vías. El tren pasó sobre su cuerpo y su sangre salpicó la delantera. De pronto, dos hombres consiguieron saltar y cogerse a los salientes del tren.

    Uno de ellos entró por una ventana rota, y Helen comenzó a forcejear con él, pero el hombre le golpeó la cabeza contra los cristales de otra ventana y la lanzó fuera.

    — ¡MAMÁ! — Exclamo Shaun, fusilando a aquel motorista. — ¡Hijo de p*ta! ¡Muere!

    — Dios mío, Helen... — Susurró Lou, sollozando.

    Jack disparó al motorista restante que aún perseguía el tren y éste chocó contra un árbol, perdiéndose en la lejanía. El último hombre golpeaba a Miguel, que parecía verse superado por sus golpes. Shaun se puso detrás de él dispuesto a matarlo pero Jack apareció y lo noqueó, dejándolo inconsciente.

    — ¡¿Qué haces idiota?! ¡Iba a encargarme de él! — Dijo Shaun.

    — Piensa un poco. Muerto no nos dirá que c*ño hacía disparándonos. Quizá tenga información. — Respondió Jack, atándole las manos y los pies con ayuda de Miguel.

    — ¡¿Qué información iba a tener un maldito inútil cómo ese?!

    — ¡No lo sé, joder! ¡Algo! — Exclamo Jack, molesto por las quejas constantes de Shaun. — Mira tío, entiendo que estés furioso por la muerte de tu madre pero podemos sacarle información a este tipo.

    ...

    — Tu nombre. Ahora. — Dijo Jack, mientras el motorista despertaba.

    — ¿Acaso importa? — Dijo este, sonriendo y adolorido.

    — O me dices tu maldito nombre, ¡o te mando al infierno con tus p*tísimos amigos! — Exclamo Shaun, pateándole la entrepierna.

    — ¡Argh, joder! ¡Está bien, está bien! Me llamo Nando.

    — Empezamos bien, Nando. Explícame porque nos habéis atacado. Porqué molestarse en un tren. — Respondió Jack.

    Jack y Shaun interrogaban a Nando en el último vagón, mientras Lou cuidaba de su padre, malherido, en el primero.

    — Porque un tren es interesante. Quiero decir, intriga que un tren viaje en estos tiempos, ¿no creéis?

    — ¿Y por eso es lo mejor atacar?

    — Mi jefe querría tener un tren a su disposición. Si no lo tiene él, no lo tendrá nadie. — Dijo Nando, con una gran sonrisa que molestaba mucho a ambos, sobretodo a Shaun.

    — ¿Quién es tu maldito jefe? — Preguntó Shaun.

    — No estoy aut...

    — Te autorizo yo a que me digas el p*to nombre de tu jefe si no quieres que autorice a mi mano a apretar el gatillo de mi pistola, ¿entiendes? — Indicó Shaun, sujetando su arma en la cabeza de Nando.

    — Vaya, vas muy de gallito. Estoy seguro de que cuando Oliver os cace no seréis tan chulitos.

    — Le meteré una bala por el culo a ese Oliver en cuanto aparezca. — Insistió Shaun.

    — Shaun, ya. Dime Nando, ¿sois muchos? — Dijo Jack.

    Nando se calló durante unos segundos, pero no tardó en responder.

    — Muchos más de los que podéis contar. Estáis en serios problemas, chicos. De hecho, cuando Oliver sepa que mi equipo de expedición tarda en regresar a la base, y mande Renegados a buscarnos... verá todo este desastre en las vías, y las seguirá. De hecho, las vías pasan cerca de mi refugio, y peinamos las zonas alrededor del refugio cada día. Joder, no tenéis forma de escap...

    Shaun disparó a Nando sin pestañear y se marchó, dejando a Jack boquiabierto.

    La sangre de Nando salpicó al joven, que observaba la escena bastante aterrado. Hacía dos meses que no veía supervivientes, por lo que se había zafado de ver escenas así.

    Pero desde ese momento, todo iba a cambiar para Jack, puesto que sin darse cuenta acababa de involucrarse en una dura, cruel y sangrienta batalla.
     
  6. Threadmarks: Capítulo 5: Tierra santa
     
    Manuvalk

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    Capítulo 5: Tierra santa









    — Argh, joder. — Se quejó Miguel, colocándose la mano izquierda en el hombro derecho. — ¿Jack? ¿Qué ha sido ese disparo?

    — Shaun ha matado a ese hombre. — Respondió Jack con seriedad.

    Miguel suspiró, mientras Jack tomaba asiento.

    El tren continuaba su marcha tras haber sufrido el ataque de unos motoristas.

    Lou dejó su arma en una mesa, bastante afectada por el ataque y ver a Helen morir. Observando su alrededor para saber que estaba sola, Louisa comenzó a llorar.

    Shaun se fue al último vagón del tren. Molesto por haber recibido el ataque de Nando y los suyos, decidió que vigilaría el ferrocarril a toda costa, en caso de que los motoristas regresaran.

    Con la culata de su HK416, hizo añicos una de las ventanas intactas del vagón. Se colgó el arma y haciendo un gran esfuerzo salió por la ventana y consiguió subir al techo de tren. La velocidad de este era rápida, pero el joven se sujetó a una trampilla que había.

    — Oh, vamos, mierda... — Murmuró, percatándose de que podría haber subido al techo por dicha trampilla.

    Accionó un pasador y la trampilla se abrió, mostrando el interior de aquel tercer vagón. De pronto, apareció Jack.

    — ¿Qué diablos haces ahí arriba? ¿Y que ha sido ese ruido de cristal roto?

    — Una historia absurda. ¿Quieres subir? Estoy montando guardia.

    Jack accedió y colocó una mesa para subirse a ella y que Shaun lo elevara hasta poder subir al tejado del tren. Una vez ahí y sujetos, comenzaron a observar un gran paisaje de desierto que tenían por la derecha.

    — Estamos tan concentrados en ir de un lado a otro... que nos perdemos puestas de Sol, paisajes impresionantes... — Decía Jack.

    — Bueno, es lo que hay. — Respondió Shaun.

    — Sí... Oye Shaun.

    — ¿Sí, Jack?

    — ¿Por qué lo has matado?

    Un silencio incómodo se instaló entre ambos. Shaun tragó saliva y se puso serio.

    — Esos bastardos nos atacaron y lanzaron a mi madre por una ventana, y probablemente la caída la habrá matado. Si no ha sido así, la estarán devorando esos caníbales. Merecían morir todos y cada uno de esos motoristas psicópatas. Y ese tal Nando sonreía cómo si le hubiésemos contado un maldito chiste... No lo soporté. Supongo que no fue lo correcto el ejecutarlo, Jack, pero lo he hecho y no hay más que hablar.

    — Está bien, pero te voy a dar un consejo: Si vas con el gatillo fácil por ahí, acabarás tú siendo el ejecutado. No lo digo por nada, simplemente debes controlar tus impulsos. — Dijo Jack.

    — Eh...

    — ¿Qué ocurre?

    Shaun cogió su HK416 y observó con la mira del arma cómo una sábana se ondeaba por el viento, y tenía escrito con spray: "TIERRA SANTA".

    Shaun y Jack se miraron fijamente, sin entender lo que aquello significaba.
     
  7. Threadmarks: Capítulo 6 (Final): Cazados
     
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    1149
    Capítulo 6 (Final): Cazados








    El fuego en el horizonte era lo único que resaltaba en una noche fría y aterradora. La gente corría y gritaba, y la gran mayoría salió de sus coches. Los infectados venían de todos lados y el mar de coches era inmenso. Se encontraban justamente en el centro de un puente.

    — ¡Melissa, corre! — Exclamaba Jack, saliendo del coche.

    — ¡Eso hago! — Exclamo ella, siguiendo sus pasos.

    — Dios, son tantos... — Murmuró Jack, viéndose abrumado por la incontable cantidad de no muertos que se acercaban. — N-no, no hay... ¡no tenemos salida!

    — ¡Jack! ¡¿Qué hacemos Jack?! — Gritaba Melissa.

    — No lo sé, joder, joder...

    — ¡JACK!

    ...

    — ¡Jack! ¡Despierta maldición! — Dijo Lou. — Joder, no paras de moverte y hablar en sueños. Comienza a ser molesto.

    — Perdón... — Respondió el joven, desperezándose.

    Lou lo miraba fijamente, cómo queriendo atreverse a preguntarle algo. Eran altas horas de la madrugada y sólo Miguel estaba despierto, asegurándose de que el tren no descarrilara.

    — ¿Qué ocurre? — Preguntó Jack, al ver que la chica le observaba.

    — ¿Qué es lo que te atormenta? — Le preguntó Lou, enfrente de él y con una vela en medio.

    — ¿Cómo? Ahm, no es nada. Era una pesadilla.

    — ¿Pesadilla? Entonces... ¿quién es Melissa?

    Jack giró su rostro en un intento de contener las lágrimas. Acto seguido miró fijamente a Lou, que pudo comprobar que Jack se sentía culpable por algo o alguien.

    — L-lo, lo siento. Quizá no debí...

    — Era mi novia. Llevábamos cinco años juntos. — Respondió Jack.

    — En la pesadilla decías algo de que eran demasiados... ¿quienes? ¿te referías a esas cosas? — Preguntaba Louisa.

    — Sí. Me refería a los muertos.

    — Tú novia... ¿la mataron?

    — No.

    — ¿Qué ocurrió entonces? Si no quieres decirlo, lo entenderé.

    ...

    — ¡JACK!

    — Meli... — Susurró Jack, cogiendo de las manos a su mujer. — Sé que sonará a locura, pero vienen por todos lados, la gente está muriendo... tenemos que saltar.

    — ¡¿Saltar del puente?! ¡¿Estás loco?! ¡Dios, yo... yo...!

    — ¡ES AHORA O NUNCA, MELISSA!

    Melissa y Jack comprobaron que los infectados aún llevaban distancia de ellos y tras eso se subieron al borde de metal que asomaba a una caída hacía el río que pasaba por debajo. Ambos se miraron fijamente a los ojos, aterrados.

    — No me sueltes la mano, cariño. Saldremos de esta.— Susurró Jack, mientras saltaban juntos al vacío.

    ...

    — ¿Ya estáis despiertos? Bueno, os aviso de que el tren tiene muy poco combustible. En unas horas no habrá más remedio que bajar. — Dijo Shaun, yéndose hacia donde estaba Miguel.

    — Vale Shaun. — Dijo Lou, esperando a que este se fuera. — ¿Y que pasó después?

    ...

    La caída parecía durar una eternidad y ambos cayeron separados al agua. Jack trataba de salir a flote pero el agua parecía tragárle. La corriente lo sacó del río y llegó a la orilla.

    Jack tosió un par de veces, escupiendo agua ya que había tragado. Hundió sus dedos en la arena e hizo un esfuerzo para levantarse. No se podía ver nada en el agua, y Jack buscaba desesperadamente a Melissa con la mirada.

    — ¿Melissa? ¡¿Melissa?!

    Jack sollozaba desesperado, ya que no parecía haber indicios de que Melissa hubiese sobrevivido a la caída.

    ...

    — Dios, lo siento Jack... — Dijo Lou, decaída.

    — Es pasado. — Dijo Jack con seriedad.

    ...

    Se hizo de día, y el tren tenía las horas contadas puesto que el combustible se le agotaba rápidamente. Miguel se mantenía en su puesto mientras que Lou preparaba maletas y mochilas para cuando tuviesen que bajar. Shaun y Jack estaban encima del último vagón observando el horizonte.

    — ¿Tenemos un plan para cuando bajemos del tren? — Preguntó Shaun, fumándose un cigarro.

    — La verdad es que no. Supongo que buscaremos una zona segura. — Dijo Jack.

    — Cómo siempre, en busca de la seguridad... — Añadió Shaun en tono irónico y dándole una calada a su cigarro.

    — Oye tío.

    — Dime.

    — ¿No tienes curiosidad por aquella especie de bandera en la que ponía Tierra Santa? ¿Qué demonios será? ¿Un refugio? — Decía Jack, intrigado.

    — O un fanático religioso que solo quiere dar falsas esperanzas a sus compatriotas y coloca sábanas con dichas palabras para hacer el idiota. Sí, estoy seguro de eso. — Murmuró Shaun.

    — Ya... volvamos dentro. Está lloviendo, carajo. — Indicó Jack, bajando por la trampilla.

    Ambos entraron para resguardarse de la lluvia que comenzaba a caer copiosamente. Shaun continuó fumando mientras que Jack fue junto Miguel.

    — ¿Todo bien, señor? — Preguntó Jack.

    — Lo que estaría bien es estar en el p*to porche de una bonita casa leyendo el New York Times, joder. — Dijo Miguel.

    — ¿Por qué el New York Times?

    — Por decir un maldito periódico, muchacho.

    — Ah...

    — Pero, ¿qué...? — Gruñó Miguel, aminorando la velocidad del tren.

    — ¿Quién es ese...? — Dijo Jack. — Oh, mierda.

    — ¿"Oh, mierda"?

    — Sí, "Oh, mierda". Fíjate, son un gran grupo de motoristas de mierda. — Señaló Jack. — Avisaré a tu hija y a Shaun, para coger las armas.
    — Ve, muchacho. — Respondió Miguel.

    — Tú dale gas, cuanto más rápido vayamos menos posibilidades de que nos maten.

    Miguel dio velocidad al ferrocarril mientras Jack avisaba a Lou y Shaun de lo que se avecinaba.

    — ¿Cómo? ¿Más motoristas? — Dijo Lou, visiblemente nerviosa.

    — Sí. Así es.

    — ¿Moteros? P*tos amigos de Nando. Van a tragar plomo del bueno. — Dijo Shaun, cargando su arma.

    — Voy a darle una a Miguel. — Indicó Jack.

    El tren avanzaba rápido y los motoristas comenzaron a seguirlo. Jack le cedió una pistola a Miguel cuando de pronto un motorista lanza una granada al interior del vagón principal. Ambos comienzan a correr para llegar al segundo vagón cuando este explota.

    Jack consiguió alcanzar al segundo vagón pero Miguel es absorvido por las llamas del vagón principal, que descarrila y cae por un acantilado por el que recientemente pasaba el tren.

    La explosión sacudió los dos vagones restantes, haciendo que estos descarrilaran y siguiesen el fatal destino del vagón principal. Las vueltas de campana que daban los vagones dejaron inconsciente a Jack.

    ...

    — ¡¿JACK?!

    Jack despertaba. Sangraba de la cabeza y estaba rodeado de restos de tren y rocas.

    — ¡¿JACK?!

    — ¡¿MELISSA?! — Dijo Jack, delirando.

    De pronto, varias motos aparecieron frente Jack. Uno de ellos se acercó a Shaun, que salía del último vagón destruido. La lluvia caía sobre el fuego, pero no conseguía apagarlo.

    — ¡¿JACK?! ¡¿LOU?! ¡¿MIGUEL?! — Exclamo Shaun.

    — ¡Cierra el pico, nenaza! — Dijo un motero, golpeando a Shaun.

    — ¿Nos los llevamos, jefe? — Dijo otro.

    — Por supuesto. — Dijo Oliver, que controlaba una de las motos. — Serán útiles, estoy seguro. Y pagarán por haber acabado con el grupo de Nando.

    Uno de ellos levantó a Jack, que jadeaba debido al dolor.

    — ¡¿Y Lou?! ¡¿Y Lou, Shaun?! — Dijo Jack.

    — Sepultada bajo trozos de metal ardiendo. — Dijo Oliver, señalando la zona en la que estaba la chica fallecida.

    — ¡¿Y Miguel?! — Dijo Shaun.

    — La explosión lo mató. — Señaló Jack.

    — Sólo quedáis vosotros, pardillos. Pero tranquilos, vais a cargar con la culpa de la chica y el viejo por haberos cargado a mi grupito de moteros. Os venís conmigo. Vais a trabajar si queréis sobrevivir. — Indicó Oliver. — Habéis sido cazados, capullos.
     
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