Horror Sin moverse, o pierdes.

Tranquilízate, inhala. ¿Sientes eso? Sí, sí. Eso. Ese cosquilleo en tu nuca, ese vacío vertiginoso en tu estómago, esa ligera irritación que desearías rascar justo ahora; quizás fruto de un escalofrío, quizás de la ansiedad.

No, no puedes rascarlo, si te mueves me daré cuenta, ¿recuerdas? Reconozco el sonido de la tela moviéndose ligeramente cuando te acomodas. Cuando tus músculos tensos se mueven lentamente, en un intento de no hacer fricción.

Pero... sabes que no veo, que mis ojos grandes, salidos y sin párpados no son más que una fachada, porque mi iris es más pálido que esa piel tuya con una que otra peca arruinando esa perfección. Lo he escuchado de esa persona que se revuelca contigo a veces. No les hago nada porque me divierte su voz.

Y es que ¡ah! ¡Cómo me gustaría arrancar esa piel de tu carne! ¿Imaginas esa bonita escena en la mañana? Yo sí, pero sólo puedo fantasear sobre sonidos y olores.
Como los gritos de esa mujer que viene todas las mañanas a limpiar tu casa, o ese olor penetrante, pútrido y exquisito de tu sangre por todos lados. Quizás el ladrido de ese maldito animal que tienes por mascota, ese al que después le haría lo mismo.

Y sin embargo no puedo hacerlo. Tu astucia es demasiada.

¿Colocar una reja justo en mi salida desde debajo de tu cama? Te luciste en verdad. Aunque huelo el pavor que te provoca ver mis dedos asomándose largos por entre los alambres, agarrándolos fuerte y tirando con desespero. ¡Quiero tumbarlo! Pobre de ti cuando salga, porque eso no podrá retenerme por mucho. No cuando puedo lamer esa superficie y sentir la esencia de tus manos donde sujetaron para atornillarla... no cuando empieza a ceder.
¿Sabes? El alambre dulce no fue tu mejor elección, qué material más flexible al tacto.

Aunque me reconforta recordar lo fácil que fue morder a tu hermano tantas veces como deseara mientras le tapaba la boca cuando eran niños. Tú veías, estoy seguro; con la misma cara de espanto que debes tener ahora mientras observas en silencio el espejo junto a tu cama. Puede que no tenga vista, pero eres muy predecible.

Sus sonidos... aunque tuviera que ahogarlos, fueron exquisitos hasta el último momento, debo admitirlo.

Ah, no te gusta que sonría para ti... eso te provoca peor miedo. ¿Y por qué no saludas de vuelta? Aunque haya una rejilla... sé que puedes verme perfectamente.
No te mueves aún, ni siquiera para agitar la mano de vuelta. Qué altanería. Pero el hecho de que estés por mearte encima... Qué deleite.

Quizás creas que no sé que estás ahí, que al no emitir sonidos no puedo darme cuenta, pero también tengo olfato sensible. Al menos lo suficiente para saber que estás en la habitación. No en qué parte específica, aunque me guste creer que en la cama.

Sólo espera a la otra noche, cuando llegues a recostarte y este estúpido obstáculo tenga un bonito agujero.

Duerme bien.

Contenido oculto: Notas finales

¿De dónde salió? No tengo ni idea, mi subconsciente hace cosas a lo yolo -w-
Espero que haya quedado medianamente cercano a lo bueno que es el género (sé que no, pero se vale soñar)
¡Gracias por leer!