"Sin Memoria."

Sí, otra vez soy yo. Espero que les guste lo que les traje para ustedes. Un pequeño Drabble, gozen de su lectura. Nos vemos.

"Sin Memoria"​

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Pensé que todo iba a terminar para mí, estar en la camilla de un hospital y que no puedas sentir tus piernas y brazos, eso es algo triste y decepcionante. Escuchaba las voces de los que me acompañaban, ¿todo iba a salir bien para mí? No lo creo, la pérdida de sangre hacía que me sintiera mareada y cerrara mis ojos de una forma lenta. ¡No quería hacerlo!

Negro, obscuridad; era lo único que veía, que alcanzaba a distinguir. ¿Seguro que iba a estar bien? Yo creo que no es así. Habré caído de un séptimo piso ¿quizá?, o tal vez me caí de la escalera. No lo sé, no recuerdo nada. Sólo que sentía algo frío en mi cabeza, ¿era mi sangre? O tal vez era agua.

Una luz me cegó completamente, escuché un: “Sus pupilas funcionan”. ¿Era el doctor? Lo primero que vi fueron luces y después todo empezó a hacerse claro, unas personas estaban al lado mío, sonriéndome. ¿Por qué sonreían? Les daba felicidad de que por poco muero. Tal vez era eso, sí, sí, era eso quizá. Una mano se posó en mi hombro y volteé para ver quién se había dignado a hacerlo. Un señor de cabellera gris y un bigote del mismo color, con anteojos y se le veían unas cuantas arrugas. ¿Mí papá, tal vez? Nuevamente sentí aquel toque en mi otro hombro, volteé. Una señora con un corte algo corto, su cabello era de color negro, estaba maquillada elegantemente y llevaba un vestido de color rojo, iba a ir a una fiesta o ¿qué?

Estas dos personas me sonreían, ¿pero por qué? No recordaba nada y me empezó a dar una jaqueca demasiado fuerte, ¿estaba gritando? No lo recuerdo.

Vi nuevamente aquel color, después todo empezó a hacerse claro nuevamente. Aquellos dos señores ya no estaban, qué raro. Vi todo lo que estaba alrededor mío: una ventana, unas flores con una nota, una caja en forma de corazón, éstos dos estaban en el mueble que estaba al lado mío; una bandeja con comida y por último una televisión que estaba pegada en la pared, reí. Eso nunca se veía diario.

La puerta se empezaba a abrir y me volteé para ver quién era el que entraba. Una niña pequeña con colitas a los lados, un vestido rosa y unos zapatitos de color negro, corrió hacia donde yo estaba: en la cama. Ésta se sentó al lado mío y me abrazó, ¿eso era amor? ¿Era una acción del amor? No lo sé, lo olvidé todo.

La pequeña me sonrió, ¿por qué me sonríe?, le devolví la sonrisa. El sonido de zapatos se escuchaba cercano a la habitación donde yo estaba. Me estiré un poco y vi que otra persona venía. Un señor con un pantalón vaquero, una camisa a cuadros, un bigote algo poblado y una cabellera negra, se acercó a la orilla de mi cama, también sonriéndome.

Así pasé todo el día, con visitas y sin saber quiénes eran. ¡No recuerdo a nadie! Todos me sonreían, tal vez porque me veían que estaba bien, no lo sé.

Pasaron dos largos meses, y sí, sigo sin recordar absolutamente nada. No sé mi nombre, no sé quiénes son mi familia, no sé nada. Ya no tengo memoria.