Siete monedas y un trozo de pan.

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Freedom, 18 Febrero 2012.

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    Freedom

    Freedom Entusiasta

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    Título:
    Siete monedas y un trozo de pan.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1249
    Hola ! Bueno, este es mi primer fic, así que espero que sepan disculpar mis errores —especialmente con los tiempos, soy malísima—, y que les guste esta propuesta ! se me ocurrió cuando vi a un perro abandonado y me dio muchísima pena :_ en fin ! hice mi mayor esfuerzo por que no tenga errores, lo juro >.<
    Espero sus comentarios y críticas, o dudas :') Un beso a todos <3
    Advertencias:
    - Ligero Ooc.
    - AU
    Disclaimer: Inuyasha no me pertenece, es propiedad de Rumiko Takahashi ♥
    Capítulo Uno.
    Un nuevo hogar.



    Siete monedas y un trozo de pan. Quizá, sólo quizá, esa tarde tendría algo para merendar. Muchos franceses se juntaban en la rotonda de la fuente frente a la iglesia para beber café, especialmente los lunes sondeando las cuatro. Siete campanadas, agudas y hostiles, se escuchaban retumbar por los cielos de la gran ciudad de Paris. Allí se encontraba, sentado bajo la sombra fina de un farol colonial esperando que las palomas le dejaran alguna que otra miga de un pedazo marmolado de budín. Se acercaba la temporada donde los italianos y españoles se sentaban bajo el rayo del sol, en las plazoletas a disfrutar un buen tentempié.

    — Disculpe —solicitó con voz tenue— ¿Podría decirme la hora?

    El anciano lo observó con cierta ternura, y con voz gastada por el tiempo contestó. Siempre eran las cuatro en punto, en aquél viejo hotel. No había muchos lugares en donde encontrar gente apacible y con buena vibra: muchos grandes empresarios lo despreciaban, y otras gentes de clase media alta, lo pasaban por alto.

    —Gracias —saludó el moreno.

    La tarde llegaba a su punto cúlmine. Ya no quedaban retazos de tela de la tienda de la esquina, ninguno con el que pudiera hacerse una manta para la fría noche. Había logrado recolectar pan, budín y un jarrito de leche que la dueña de la fiambrería le cedió. Muchas personas lo apreciaban, después de todo era sólo un niño.

    Un delgado, menudo y castaño niño.

    En fin de cuentas se encontraba solo. Un gato atigrado lo seguía a todas partes y, acostumbrados a la soledad de las calles, decidieron quedarse juntos. Al menos tendría un compañero y no se sentiría tan solitario durante el día, la noche, o lo que fuese que tuviera que soportar. El cielo comenzaba a desprender ligeras gotas de lluvia anunciando una tormenta: ventisca y frío se acoplaban causándole piel de gallina. ¿A dónde podría refugiar a su gato de tremendo clima? Arropó al animal de unos meses apenas procurándole calor. Logró divisar un pasillo corto y con tejado entre unos departamentos vistosos; se sentó lo más cerca del paredón y se acurrucó, preparándose para lo peor.

    La puerta a su derecha se abrió de golpe.
    — ¿Te encuentras bien?

    La joven que acababa de atravesar aquella abertura de vidrio calado, era la única que se había interesado por su estado, al menos en los últimos treinta minutos. Anteriormente, el gato parecía entender el frío que su cuerpo padecía.

    —Si señorita—contestó levemente, apretando aún más al animal que temblaba sin consuelo.

    La mujer miró a los ojos al pequeño que tenía en frente, con una manta que apenas alcanzaba a cubrir sus rodillas, toda empapada por la lluvia; el gato enfermo y con heridas en el lomo también devorado por el frío. Extendió su mano izquierda, y con la otra sostuvo su tapado marrón café, incitándolo a levantarse.

    —Ven adentro, te daré algo para cenar si tienes hambre.

    Los ojos del infante resplandecían de tan sólo pensar en una taza caliente de té o algún alimento que la dama pudiera ofrecerle. ¡Qué suerte que tenía! Las cosas iban cambiando a su favor, y también para la de su felino amigo. Ambos entraron en la casa, tibia y acogedora. No era muy grande, puesto que los departamentos de esa zona eran de unos cuatro ambientes, sin embargo el equipamiento del lugar lo hacía ver más espacioso de lo que realmente era.

    — ¿Cuál es tu nombre?—preguntó curiosa—, ten unas toallas para secarte.

    Respiró profundo y sacudió su cabellera para luego secarla.
    —Inuyasha.

    Si alguna vez había visto una mirada tan cálida como la de esa mujer, no lo recordaba. Su ser desprendía pura necesidad de protegerle y darle algo para reconfortarlo de la dura vida de la calle, aunque hacía apenas unos minutos de su primer encuentro.

    — ¿Por qué no pasas esta noche aquí?—propuso con apego.

    La oferta sonaba redonda desde cualquier ángulo que se la viera. Casa cómoda, calefacción y comida. Además su gato podría adaptarse también y no sufriría el martirio del frío y el hambre; tenía heridas por sanar, y quizá ella podría ayudarle.

    —De acuerdo.

    A la castaña le parecía tímido e incluso inseguro. Como si en el medio de la noche se fuera a escapar del departamento, buscando algún rincón callejero que lo pueda mantener vivo. Se acercó a la cocina y prendió la hornalla más grande para cocinarle algo al niño. Buscó una olla mediana y preparó los fideos que había comprado ese mismo día, para luego ponerles una salsa y verterlos en un plato.

    —Te preparé algo de cenar…—musitó al verlo dormido en el sillón del living.

    No quiso despertarlo, se notaba el cansancio en las manchas de tierra en cada parte de su cuerpo. Dejó el platillo en la mesa ratona, y cubrió al niño con una manta gruesa por si las dudas. Eran cerca de las once cuando lentamente, el sueño fue apoderándose de su ser. Ella también estaba cansada, el trabajo la tenía por doquier a cualquier hora, y no daba abasto con todas sus obligaciones laborales. Se recostó en la alfombra junto al sofá y, sin darse cuenta, se quedó dormida al lado de su nuevo compañero de hogar.

    El viento soplaba muy fuerte, y las plantas silvestres le causaban molestia en los brazos. Abrió los ojos de a poco, y un zorro de tamaño mediano lo observaba con curiosidad.



















    ----------------------------------------------------------------------------------------



    Ahora si estoy dispuesta a recibir cualquier tipo de tomataso o zapato que me quieran tirar :E
    Saludos biónicos a todos ! <3
    Espero sus criticas constructivas :')
     
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    Kei

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    Virgo
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    wooo *-*
    ¡Me lo leí completito! Inuyasha verdad? woo espero que ella sea Kagome
    espera... si fuera ella... ¿el es un niño no? ¡Entonces que no sea ella!
    jeje ~ me gusta la pareja Inu-ome... creo que así se dice >:3
    me recuerda al dorama "Kimi wa petto", pero esto es mucho más tierno!
    además de tener su toque supernatural~ (lo digo por lo que leí al último)
    owo ¡Quiero más! Deberías dejar una sinopsis *-* ¡¡Espero el siguientee!! Buena ortografía, por cierto.
     
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    Blood Dupre

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    Tauro
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    Hola y gracias por invitarme linda, bueno la trama me parece muy buena, en mi humilde opinión pienso que manejas bien la narración y estructura, además la historia está desarrollándose en un lugar que querría visitar, en tal caso también me agrado por la forma en que colocas la actitud del pequeño Inuyasha, Ahora bien no noté errores más que esté:

    — ¿Por qué no pasas esta noche aquí?—propuso con apego. (—¿Por qué no pasas esta noche aquí? —Propuso con apego.

    "A lo que tengo entendido el guión va junto a lo que le sigue, luego para cerrar se pone espacio, te lo explico así:

    guión largo-espacio-diálogo-espacio-guión largo-acción o diálogo.

    También después de signos de interrogación o exclamación va mayúscula, en fin espero el próximo capítulo. Adiós.
     
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    Freedom

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    Tenes razón con respecto al error que me marcaste, ahora que lo veo con detenimiento, considerando tu comentario me doy cuenta !
    Muchas gracias por tu tiempo y me alegra que te haya gustado la trama :3

    Un beso enorme, nos hablamos luego <3
     
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    Aguila

    Aguila Guest

    hola me gusto mucho tu fic esta interesante y un poco diferente me gustaria mucho que esa chica sea kikio para que este aun mas diferente pero eso esta en ti :) ^.^ espero que continués pronto tu historia esta muy linda ^.^ :) :) :) ... avisame de la conti :) ...
     
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    Freedom

    Freedom Entusiasta

    Capricornio
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    Capítulo dos.
    Recuerdos Infalibles.

    — ¡Ay, no puede ser!

    El abuelo estaba por llegar en cualquier momento, y nada estaba listo. Debía causarle una buena impresión, o se la llevaría de regreso a Tokio. El timbre sonó repetidas veces y podía escuchar al gato rasguñar la puerta. Un momento...¿El gato?

    — ¡Hija, hemos llegado! —Llamó una voz maternal.

    Bajó corriendo las escaleras y se posicionó frente a la entrada: todo estaba en orden.

    — Hola hermanita —saludó sonriente un joven.

    — Sota, cuánto que has crecido.

    Sonomi también estaba allí. Siempre fresca, con un vestido pastel hasta las rodillas, y un saco acorde. Hacía unos cinco años que no veía a ninguno de sus familiares, y extrañaba pasar tiempo con ellos. El trabajo la consumía y rara vez viajaba durante el año para visitarlos.

    — Veo que han traído a Buyo con ustedes —comentó graciosa.

    La azabache invitó a sentarse en el adornado living a todos. Hablaban de cuánto habían envejecido cada uno, de todas las desventuras del no tan pequeño Sota en ausencia de su hermana, y de la nueva ocupación de Sonomi. Ahora hacía manualidades y tenía su propio negocio en la casa.
    El abuelo también se encontraba en plenitud, y ayudaba a su hija en el proyecto familiar.

    — Cuéntame del negocio de mamá, abuelo.

    Los ojos del aludido brillaban cual esfera.
    — Bueno Kagome…

    De repente su mirada gacha acompañó una tristeza que era fácil de percibir. Era como si todos sintieran lo mismo en ese instante, como si algo no se hubiese dicho. Hubo algo omitido, algo ausente.

    — Hija, el Templo fue demolido y tuvimos que mudarnos.

    Lo cierto era que el abuelo no gozaba de buena salud. Hacía unos meses le habían detectado una enfermedad terminal, y ese fue el motivo por el cual los Higurashi tuvieron que mudarse cerca del hospital donde era atendido.

    Se puso de pie al instante.
    — ¿Qué ocurrió con el pozo mamá?

    Ya no era sólo la pura idea de que el Templo no existiera. Todos sus recuerdos, borrosos y casi sin estructura, estaban al borde del colapso.
    Mediante ese pozo, a sus quince años, había logrado vivir las aventuras que cualquiera hubiera deseado.

    Sota la miró confundido.
    — Hermana… ¿Aún lo recuerdas, verdad?


    Deseaba con el poder de su alma decir que si. Ansiaba rememorar el dueño de su felicidad al pensar en aquella época, pero lo único que seguía intacto del olvido eran los amplios bosques y el pozo.

    Un pozo que marcó su vida para siempre. Un pozo que ya no existía.

    Se dio media vuelta y sonrió para sí misma. Fingió por unos largos instantes sentirse bien, mostrándoles su rostro cálido. La nostalgia la invadía pero no podía permitirse ser vista de esa forma: tenía que ser fuerte, debía superarlo.

    — Iré por más café —soltó Sonomi para despejar el ambiente. — ¿Alguien apetece?

    El resto de la tarde fue de lo más serena. El abuelo conoció cada rincón de la casa de su nieta, que tan preocupado le tenía. Pudo conformarse con un obsequio que él mismo preparó: un amuleto contra espíritus malignos. Los días siguientes al reencuentro familiar se volvieron agotadores y monótonos. Había conseguido empleo en el hospital de París, lo cual le facilitaba los medios para obtener la medicación del abuelo. Poco tiempo más tarde, conoció a Inuyasha, y se replanteó desde aquél entonces sobre su rol.
    No podía dejarlo en una institución, mucho menos devolverlo a la triste y dura realidad de la que provenía. Ella podría alimentarlo, vestirlo y cuidarlo como si fuera suyo.

    Un rostro inocente la observaba desde las escaleras. Se acercó sin pensar.
    — ¿Qué ocurre pequeño?

    El niño simplemente le dedicó una sonrisa, para luego abrazarla. Nunca había sentido semejante dolencia, ecepto aquella vez al regresar del pozo.
    — Gracias por cuidarme —le dijo, y volvió a sentarse.

    Kagome comenzaba a verlo con otros ojos casi maternales. Pero sabía que eso no estaba bien: incursiones legales podrían meterla en un gran embrollo si lo descubrían, y era demasiado joven para adoptarlo. Además, lo que ganaba en su actual empleo apenas alcanzaba a cubrir los gastos de medicamentos, alquiler y otras prioridades. Tenía que pensar en algo y rápido. Ni modo, no tenía tiempo para eso: debía conseguir algo para cenar, y decidió llevar a su nuevo compañero con ella.

    — ¿A dónde vamos? —cuestionó curioso.

    Una sonrisa se dibujó en el rostro de la azabache.
    — De compras. ¿Qué te gustaría cenar?

    Los ojos café del infante connotaban indecisión. Le propuso entonces decidirlo una vez que se encontrasen en el supermercado. Tomaron un taxi hasta el único negocio con las puertas abiertas, después de todo era feriado. Había muchas personas: desde ancianos hasta mujeres con sus hijos desparramados por doquier.

    Divisó la sección de las verduras.
    — ¿Qué te parece una sopa de zapallos?

    La cara lo delataba.
    — Quiero ramen.

    Eran totalmente diferentes para elegir. Y eso le traía serios problemas de tolerancia, ya que realmente moría por una sopa de zapallo o algún que otro bocadillo picante.

    — Espérame aquí, no te muevas —espetó de repente.

    Caminó con ligereza hacia una pila de latas, indicadas para el ramen. Se acercaba el final del pasillo, y entonces ocurrió lo que menos esperaba.
    Una mujer, de largos cabellos negros, pasó por enfrente sin mover el rostro: se veía indiferente, sola y triste. Le recordó a alguien que hasta su propia memoria rogaba por saber su nombre. Se quedó estática, con un sudor frío recorriendo su cuerpo; apenas podía pronunciar palabra alguna, y sin embargo se la pasaba repitiendo lo mismo.

    — Esa mujer…

    Si tan sólo hubiera tenido unos segundos más de su vida, para anotar en algún cuadernillo el nombre de cada una de las personas que había conocido, entonces de seguro esto no le hubiese ocurrido. ¿Cómo era posible que se atreviera a reconocer a alguien que no conocía? Algún lado de su mente albergaba información que a su cuerpo no se le concedía: algún dato, alguna persona que no terminaba por descubrir. Ahora el Templo era puros escombros, formando parte del suelo de vaya a saber quién, qué tipo de construcción. Y ella, que tanto tiempo había aclamado por sus recuerdos, ahora se encontraba desguarnecida. Incluso su más preciada pertenencia, aún sin ser de su propiedad, era lo que más deseaba volver a tener entre sus manos. Quería ver el pozo de nuevo, quería sentir que todo lo vivido no había sido una ilógica ilusión.

    ¿Qué más daba? No podía hallarse más sumergida en semejante confusión. Sin embargo, esa mujer también de seguro la reconoció a ella, puesto que su mirada indicaba perfectamente lo último. Un grupo de personas se aproximó a su cuerpo para darle aire: al parecer se había desmayado. Ya decía ella que el dolor de su cabeza no era para nada normal.

    — ¿Se encuentra bien señorita? —Preguntó preocupada una mujer de avanzada edad —Llamamos a una ambulancia, viene en camino.

    Y ahí estaba ella, en el piso de fríos cerámicos blancos, y en algún extraño par de segundos, de repente el frío se transformó en calidez. Podía escuchar cada vez más lejos el murmurar de las personas que la rodeaban, y cualquier ruido se transformó en un fino viento. El viento soplaba muy fuerte, y las plantas silvestres le causaban molestia en los brazos.

    Picor. Incertidumbre. ¿En dónde se encontraba ahora?

    Abrió los ojos de a poco, y un zorro de tamaño mediano lo observaba con curiosidad. Llevaba puesto algo parecido a un chaleco bicolor, bastante agradable. Pero los zorros no llevaban vestimenta, mucho menos un rostro como ese.¿Se había golpeado o qué? Gritó del susto. Y entonces, un pinchazo hizo que se sobresaltara.
    Abundantes luces blancas alumbraban el techo, las cuales nublaron su vista una vez más.
    Un doctor de mediana edad sostenía una jeringa con un líquido dentro, al parecer le habían extraído sangre. ¿Cuándo pasó todo eso? Observó a su alrededor con detenimiento.
    Era una sala no muy grande, con una ventana y cortinado blanco. Del mismo tono —quizá un poco más opaco— eran las sábanas que la cubrían, al igual que la camisola que traía puesta.

    — ¿Dónde estoy? —preguntó nerviosa. — ¿Qué me ocurrió?

    El médico se esforzó por explicarle cada detalle, según le habían informado las personas del supermercado.
    — Parece que le bajó la presión, se desmayó y hace tres días que lleva durmiendo.

    Una noche podía ser mucho, tres días era demasiado.
    — ¿Dónde está Inuyasha?

    El hombre la miró perplejo y la sonrisa se le borró del rostro ni bien oyó ese nombre. No sólo le costó contarle lo que le había ocurrido a ella. Ahora debía enfrentarse a algo mucho peor: claro que él no estaba consciente de ello.
    — Su hermana me informó que cuidaría de él hasta que usted se repusiera. Dijo algo de que usted sabría dónde encontrarla, y luego se marchó con el niño.

    Kagome no tenía ninguna hermana.


    Y ahora, tampoco tenía al niño.

    -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------​
    ¡Buenas noches a todos! Espero que les guste el capítulo y me dejen sus comentarios y críticas.
    Acepto tomates voladores, y pido serias y disciplinadas disculpas si hay algún error x'D
    En fin, el calor me carcome, lo que me interrumpe a cada segundo la escritura.
    Me gustaría que me digan, ¿Quién piensan que es la mujer del final?
    Un saludo enormus a todos, nos leemos luego ! <3
     
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    AkoNomura

    AkoNomura Guest

    Hola!

    Aquí vengo a responder la invitación que me hiciste para leer este fanfic y debo decir que hasta ahora está mas que interesante, me gusta mucho como lo estás haciendo hasta ahora. Estoy muy intrigada, como que por una parte das a entender que es parte de la historia del anime de Inuyasha, pero por otra da ciertos tintes de ser un universo alterno @_@ estoy confundida. Tienes buena ortografía y es demasiado pronto como para hablar de OoC, hay que dar tiempo y ver unos cuantos capítulos más, pero como dije me gusta lo que ya hay de historia.

    Me encanta cuando en los fanfic plantean una incógnita, un misterio, sigue así.

    ¿La "hermana" es Shippo, verdad? digo, por lo del zorro que apareció. Además me da algo de pesar la situación de Kagome.

    Nos leemos!

    ETO TI!
     
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    Circe

    Circe Usuario popular

    Leo
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    ¡Hola linda! Bueno, acá estoy comentando tu fic a pedido :)

    Primero que todo, no te preocupes por tus errores, todos los cometemos y siempre se empieza por algo (; Aquí estamos para aprender.
    Ahora, te nombraré tus errores pero espero que no te lo tomes a mal, es solo para que los notes y mejores :D París va con acento (lo busqué en Internet, no estaba segura xD). Los tiempos bien, al igual que la mayoría de los acentos y la puntuación.

    ¡Que buen primer capítulo! De verdad que no se nota que es tu primer fic, escribes muy bien y tienes mucha originalidad. ¡Me encantó! Y ese final me dejó súper intrigada :3
    Dios, en el segundo capítulo de verdad me confundiste, ¡ya no entiendo nada! Supongo que la mujer es Kikyo peor la verdad que no sé, es demasiado pronto como para sacar conclusiones >.<

    ¡Genial! Realmente me has dejado enganchada :D Espero que no te tardes mucho en subir la conti, me dejaste con mucha intriga :L Avísame cuando continúes ¿si? De verdad que me encantó!

    Sin más que decir me voy, saludos!
     
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    Freedom

    Freedom Entusiasta

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    ¡Muy buenas noches a todos!


    Espero que les guste el tercer capítulo.
    Aparecen personajes nuevos —que no están en la serie— Ademas a partir de ahora comenzarán a resolverse un par de misterios. Este capítulo es más largo, así que espero que haya valido la pena el esfuerzo :3





    Bueno ¡Se los dejo!
    Espero sus comentarios, críticas y sugerencias <3 Muchas gracias a todos los que siguen el fic, :3



    --------------------------




    Capítulo Tres.
    Un caso de áspera relevancia.


    El anticuado reloj de roble marcaba las cinco en punto, sonando aún sin cuerda. Parecía condenada a girar la manivela del objeto. El único sonido que se escuchaba en la habitación era el de sus tacones: sola, meditaba sobre los tantos casos que debía atender y el poco tiempo del que disponía.
    Alguien llamó a la puerta de su oficina. Quizá era su molesta secretaria…

    La manija giró de repente, abriéndose la puerta.
    — ¡Oye! Te estuve intentando ubicar toda la mañana —reprochó el pelirrojo.

    Suspiró agotada.
    — Rayos, ¿Qué no tienes otra forma de entrar? —murmuró.

    Ella era la jefa de una importante corporación farmacéutica, millonaria y descendiente de una familia de alto rango. Él, un simple y patético subordinado empresarial: pero a fin de cuentas, era su amigo. Y quizá el único.

    — Lo siento Arsune —dijo cerrando la puerta lentamente—, es que tengo noticias. ¡Grandes noticias!

    La curiosidad comenzaba a adentrarse en la sangre de la albina. Su amigo podía tener todos los imperfectos del universo, pero tenía algo que pocos sabían manejar: doble personalidad. En la intimidad era una persona, y frente a otros, un elegante abogado de primera clase

    Se sentó en su escritorio, invitándolo a tomar asiento.
    — Dime entonces.

    El pelirrojo sonrió , achinando la mirada.
    — Puedes alegrarte cariño —espetó lascivamente — Él está aquí.

    La palidez abundó el rostro de su interlocutora. El reloj volvió a pararse en seco y ya no había excusas para ocultar semejante nerviosismo. Estaba al borde de perder la razón y su mente solicitaba un respiro.
    No podía ser. Aún no estaba lista para un asunto de tal envergadura.

    — ¿Y cómo sabes que es Él ? —cuestionó desafiante la mujer.

    — Yo mismo… —comenzó a acercarse a su rostro, quedando a centímetros— lo he visto.

    Arsune se paró de golpe. No podía creer que el día había llegado: el día en que todo comenzaría. Porque si Él había aparecido, entonces Náraku había regresado también.

    — ¿Dónde lo has visto?

    El pelirrojo acomodó ambos brazos detrás de su nuca, y apoyando los pies sobre el escritorio, dirigió una mirada al techo. El tic tac del reloj sonaba cada vez más agudo y la dama comenzaba a entrar en crisis.

    Y entonces explotó. No podía esperar ni un segundo más.
    — ¡Escúchame perfecto imbécil, mejor te conviene que me digas en dónde está ese maldito niño, o te romperé la cara!

    Raiko no sabía bien qué era peor: que ella estuviera desesperada, o que le gritara sosteniendo fuertemente su cuello.

    Ambas opciones eran horribles.
    — ¡E-espera…Ar-sune…cálmate! —intentó separarla de sí, pero ella estaba perdida en su ira.

    De repente y como de milagro, respiró hondo y lo soltó. De seguro sus palabras le habían ablandado el corazón, y ahora ella le pediría perdón de rodillas. Bueno…quizá eso nunca pasaría…

    — Tienes razón —suspiró. —¿Qué es lo que haremos ahora? No puedo estar mucho tiempo aquí, se darán cuenta de la situación.

    Por más loca que pareciera, tenía rotunda razón. Hacía apenas dos semanas que Arsune controlaba la empresa internacional de fármacos, y muchos de los empleados ya hasta habían formulado una hipótesis acerca de su aparición.
    Pero claro, no había nada extraño, la verdadera dueña del emporio estaba de vacaciones… o al menos eso le hicieron tragar al resto.

    — Vaya —soltó el pelirrojo —¿Desde cuándo tanta vacilación?

    Una mirada frívola le atravesó la cien.
    — Desde que vinimos a este mundo.

    De vuelta a casa.


    Dejó las llaves sobre la mesa ratona y sosegadamente se recostó en el sofá. No sabía bien porqué, pero una angustia opresora cautivaba el fondo de su pecho. Había perdido el pozo: lo más preciado que alguna vez pudo tener. Y ahora, que finalmente había una pista de su pasado en su camino, alguien se lo robaba.

    Y lo peor de todo: no sabía ni dónde ni cómo hallarlo.

    Inuyasha estaba perdido, en algún lugar del país. ¡Y vaya a saberse si aún estaba en Paris! Quizá se lo habrían llevado al extranjero, pero eso nunca lo sabría. De una forma u otra no se iba a quedar sentada llorando, debía actuar y pronto. Ahora que le habían dado el alta en el hospital, podría emprender su búsqueda. Al fin de cuentas, sólo había tenía una especie de "altibajos en la presión arterial".

    El teléfono sonó, y a la tercera atendió.
    — ¿Diga?

    Una voz femenina habló del otro lado.
    Buenas tardes señorita Higurashi, habla la secretaria de la Sra. Arsune Wadda.

    Contestó dudosa, sin saber bien qué decir.
    — ¿Qué se le ofrece?

    La gerenta desea verla en su oficina mañana a primera hora. ¿Cree usted que pueda asistir?

    No sabía si aceptar o negarse. Pero quizá se trataba de Inuyasha, y si así era pues bien por ella. Decidió concurrir al evento y pensó toda la noche sobre aquella conversación: ¿Cómo es que sabía su nombre y teléfono?
    En fin de cuentas, al día siguiente podría saciar todas sus dudas, y quizá saber algo del niño.

    El reloj marcaba las doce y cincuenta minutos. Faltaba cada vez menos para la tan esperada visita, y ella sólo se dignaba a observar la entrada del lugar. Era inmenso, colosal e imponente. Amplias puertas dobles de vidrio, con un contramarco en madera detallado con oro, recibía a miles de personas. Ingresaban todo tipo de aristócratas modernos: trajes y portafolios por doquier.


    Divisó a una joven de cabello corto, estético y castaño claro.
    — Disculpe, ¿Podría indicarme la oficina de la Dra. Wadda?

    Con clara y evidente apatía contestó afirmativa, para luego disculparse y alejarse hacia el mostrador de la recepcionista. Le dijo algo al oído, y luego volvió con Kagome, mientras la otra hablaba de manera nerviosa por teléfono.

    “Qué extraño” pensó. Y pidió instrucciones a la secretaria para llegar a la oficina de la administrativa.

    Caminó unos pasos hasta llegar al ascensor transparente. Subió hasta el séptimo piso y camino por el pasillo de la derecha. Vio unos cuadros pictóricos de la época antigua, cuando aún había samuráis y guerrilleros. Continuó caminando hacia al frente sin despegarle la vista a las imágenes.

    — ¡Ten más cuidado niña! —se quejó un hombre al que se había chocado accidentalmente. Era bastante corpulento, y de gran estatura.

    Sonrojada se disculpó.
    — Lo lamento mucho…

    De una puerta de roble resplandeciente se asomó una dama que no sobrepasaba los veinte años. Kagome se quedó intrigada por lo extravagante que eran los ojos de algunas de las personas ahí dentro.



    Una decisión difícil.



    — No esperaba que tu lado humano resurgiera ahora Arsune.

    En ese instante, en el que el chico le hablaba de una manera seria y enterraba en ella una mirada estelar, supo que la seriedad dominaba el ambiente. Pudo darse cuenta, en definitiva, que tenía más problemas que antes.

    — No pude evitarlo. Además…¿Qué hay con eso? Puedo manejarme en este estado.

    Lo miró de reojo como intento de desahogo. Sabía que su cuerpo era frágil, débil y podría colapsar ante la presencia de una fuerza mayor. Sin embargo, su espíritu fuerte y de naturaleza estupefaciente la mantendría de pie.

    — Admiro tu valor —admitió acercándose a la puerta trasera. — Pero esto no es el Sengoku.

    El llamado de la puerta de la oficina se acopló al de la trasera, por donde Raiko se había marchado recientemente. Al parecer, ese día traía más sorpresas que de costumbre…sólo que ella no estaba acostumbrada.

    — Señora Arsune, hay alguien que la busca.

    La secretaria más joven del piso reflejaba total nerviosismo. Incluso entreabrió la puerta y musitó anteriores palabras con cuidado y detención.

    — Hazlo pasar.

    Un hombre de estatura alta, talla fornida y ojos cian entró como un rayo.
    Seguidamente la secretaria hizo una reverencia leve hacia ambos, retirándose del ámbito.

    — Será mejor que piense lo que está por hacer —objetó.

    Arsune lo miraba con total indiferencia, y con una sonrisa sarcástica lo miró directo a los ojos.
    — ¿Duda acaso de mi capacidad mental?

    Entonces, aturdido por la respuesta engatusadora de la dama, cedió.
    — N-no…claro que no. Sólo que me parece una decisión arriesgada.

    La dama caminó a paso lento hasta su atril, cogió una pila de papeles y se sentó en su escritorio de mármol.

    — Entonces…—escupió sin importancia— No veo porqué deba estar aquí. Retírese inmediatamente.

    Era casi como una víbora. Y si alguna de esas casualidades de la vida, su jefa moría, él estaba seguro que reencarnaría en un reptil. Ácida, directa y sin escrúpulos al contestar: fue echado de la oficina como a un principiante sin derechos. Al menos, eso pensaba el abogado.

    — Bien. Sólo recuerde que esta empresa depende de esa decisión.

    — Dickens, usted es uno de mis mejores alfiles. No me haga elegir entre su capricho y mis prioridades.

    Y dicho esto, una seña indicó que se vaya de la sala. Así fue, y una vez envuelta en la soledad de la oficina, Arsune logró encontrar la respuesta que tanto necesitaba. Una voz femenina que no tardó en reconocer le avisaba de la llegada de su invitada: al fin conocería la mujer que tanto tiempo había esperado.

    Una joven de largo cabello azabache, y orbes café la miraban con gran admiración. Quizá por su posición económica, linaje o posición empresarial. ¿Quién sabe? Eso no importaba, por que ella era la única capaz de llevarla con su objetivo.

    — Bienvenida seas cariño —saludó falsamente. — Ven, toma asiento.

    Y así lo hizo.
    — Muchas gracias. He recibido el llamado de su secretaria señora Wadda. ¿Quería verme?


    Se tornaba interesante, jugoso. Le encantaban los desafíos y esa mujer era uno para ella. Algo en aquellos ojos le indicaban que era la correcta: pero siempre existía el margen de error.

    — Así es, pero por favor, basta de formalidades. Dime Arsune.

    A Kagome le parecía bastante amable su forma de tratarle. Por otra parte, su sexto sentido no la dejaba en paz: había algo extraño, algo que no le permitía confiar.

    — El motivo de la llamada —incitó la azabache. —¿Cuál es?

    A la albina ya le parecía que era inteligente, audaz y no tenía ningún cabello de insulsa. La mujer que tenía enfrente parecía tener una aguda intuición.

    — Como usted sabe, esta es una empresa farmacéutica de rango internacional.

    La aludida asintió.
    — Y…¿En eso que tengo que ver? —cuestionó algo nerviosa.

    — Me han llegado informes acerca de la cantidad mensual que usted pide a nuestras farmacias. Tengo entendido que son para su abuelo.

    Dirigió una mirada al piso, como reteniendo las lágrimas.
    — Así es —afirmó nostálgica. —Él…está muy enfermo y necesito comprárselos.

    Ladeó una sonrisa saboreando aquellas palabras.
    — Sabrá usted entonces, la deuda que tiene de la semana pasada ¿Verdad?

    Y allí lo recordó. La semana anterior no pudo pagar los medicamentos, y era una suma bastante grande. Al menos equivalían a dos sueldos del hospital.

    —Prometo pagarla cuanto antes, ¡Le pido disculpas!

    Cada vez se ponía más fácil. Mucho más de lo que lo había imaginado.
    — Tengo una propuesta para hacerle.

    La sorpresa invadió su rostro. La curiosidad carcomía sus huesos. Y su sexto sentido seguía insinuándole que desconfiara de aquella albina.
    Arsune Wadda, licenciada en abogacía, contaduría y unos trece títulos más. ¿Qué tan mala podía ser su proposición?



    Incoherencias.



    El hombre fornido que acababa de abandonar la oficina de su máxima superiora, ahora caminaba enfurecido hacia la puerta de salida. Sabía que hacerla cambiar de opinión era prácticamente imposible, pero de alguna forma debía impedir que contratara a esa pordiosera. Al menos eso pensaba él de la chica, luego de chocársela en medio del pasillo.

    — ¿Raiko? —se sobresaltó. El joven tenía esas manías de aparecer de repente.

    — Vaya Dickens, te veo alterado —saludó con risa burlona.

    Los ojos cian del corpulento lo sentenciaron.
    — Intenté hablar con Arsune. ¡Esa mujer está loca!

    Pensativo, el pelirrojo se arrascó la barbilla.
    — Es japonesa. Piensa como occidental.


    Desconcierto. No entendía ni mierda lo que había querido decir su compañero.
    — Disculpa, ¿A qué te refieres?

    —No te preocupes— consoló con una palmada en el hombro. —Ni siquiera yo entiendo lo que digo.

    Y mientras, se subía al ascensor.








     
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  10.  
    Aguila

    Aguila Guest

    HOLA la continuación esta muy linda e interesante dio un giro la historia no esperaba nada de esto esta diferente y con respecto a la ortografía ya te habia dicho que no soy muy bueno en eso pero la vi muy bién te felicito ... :) nota: que es una mesa ratona desde hace mucho tengo esa duda XP
     
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  11.  
    yanin

    yanin Usuario común

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    Hola gracias por invitarme a leer tu ff me gusto bastante en la forma que lo llevas t la narración también.
    Los capítulos que dejaste estuvieron interesante, esta intrigante y con algo de misterio ya que me quede con la duda quien se llevo a Inuyasha y porque o con que fin .Son las dudas qué ronda por mi cabeza.

    Pues esperare el siguiente capitulo.:D
     
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  12.  
    Freedom

    Freedom Entusiasta

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    Título:
    Siete monedas y un trozo de pan.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Aventura
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    4
     
    Palabras:
    2747
    Capítulo Cuatro.

    Dudosos arreglos.

    La oscuridad tenue cubría cada rincón de la sala. El rostro de Raiko, medio cubierto por intensa negrura, reflejaba incertidumbre. Ambos estaban perdidos, sin ninguna señal que les indicase cómo continuar.

    — Estás empeorando Arsune.

    Aquellas palabras retumbaron en la cabeza de la albina, como si muy en su interior estuviera pensando lo mismo. El aura de Kagome aún conservaba el poder intacto, y su alma se debilitaba cada vez que la tenía cerca.
    Evidentemente, algo no estaba funcionando en su totalidad, y deberían pensar en un plan antes de proseguir.

    — ¿Qué sugieres? —Lo miró con apatía. —No tenemos muchas opciones.

    Entonces, los ojos del pelirrojo se cerraron.
    — Estuve en el hospital hace unas horas atrás. Hay carteles de Inuyasha por todas partes.

    Los ojos de la ambarina dieron un vuelco en blanco, como si no creyera lo que oía. ¿Cómo era posible que el hanyou estuviera vivo?

    — ¿Es broma? Inuyasha murió el día de la batalla final.

    Un par de pupilas dilatadas la miraban con firmeza.
    — Eso creímos todos —sonrió. —Pasamos por alto la luna llena.

    En ese instante, Arsune logró recordar la escena. Inuyasha reposaba tendido en el aire brumoso, petrificado por el veneno de una serpiente. Al parecer, Naraku había creado al fin, una extensión capaz de acabar con la vida del hanyou. La espada del híbrido se había destruido por completo, al igual que su vestimenta. Le quedaban unos segundos de vida, cuando la luna se ocultó: finalmente el sol comenzó a salir. En esa milésima de segundo, en algún lugar del planeta, una fuerte luz bicolor adornaba el cielo: la aurora boreal.

    La asiática rió con intensidad.
    — ¿No insinuarás que ella lo ayudó, o si?

    Ella, era el ente más poderoso alguna vez visto. Proveniente de un reino que ningún ser vivo había logrado pisar, era el imperio de las almas blancas. Y, como todo reino, éste tenía una emperatriz. Quiérase o no, era el lugar de donde Arsune y Raiko provenían. Una vez muertos, sus almas atravesaban la barrera entre los vivos y los muertos, dando final a una etapa. Como puente entre ambos mundos, se encontraba la aurora boreal.

    — Vamos, Arsune. ¿Cómo crees que ha revivido? De seguro le pidió a Ella regresar.

    Un escalofrío segundó un puñetazo en la mesa.
    — Podría ser… ¿En dónde lo has visto?

    Raiko pensó detenidamente las palabras que iba a decir: no iba a ser cosa que Arsune no lograra digerirlas.
    — Pues…—respiró con profundidad. —Kagome lo encontró.

    Era el final de una brecha de grandes aciertos. Si la humana lograba despertar, entonces todo se habría acabado: ella recordaría quien realmente era, y de seguro a Inuyasha. Justamente, era lo que ambos estaban evitando.
    Si la azabache no recuperaba la memoria, entonces ellos podrían cumplir su objetivo. Pero para eso necesitaban de una fuerza inerte muy poderosa para
    poder seguir en la Tierra.

    Raiko comenzaba a preocuparse por el estado de su compañera.
    — Arsune… ¿Qué es lo que harás? —Preguntó inocentemente.

    La aludida giró para dedicarle una sonrisa.
    — Conozco bien mi estado, y el tuyo. Supongo que sabré qué hacer en el momento indicado.

    Si bien la seguridad que desprendía de aquella mujer, lo dejaba parcialmente satisfactorio, había algo que no podría permitirse: quedar conforme con una fluctuación.

    — ¿Qué pasa si tu alma se desprende? Si Kikyo regresase…

    Un halo de ira perpetuó el ambiente.
    — Kikyo jamás volverá. ¿Qué no lo sabes? Me ha costado mucho trabajo robar la mitad de su alma para poder revivir. No permitiré que vacíe este cuerpo.

    — El alma de Kikyo fragmentada —comentó Raiko. —¿Es lo mismo que la mitad del alma de Kagome?

    Una luz apareció en los ojos de Arsune. Ahora, finalmente, tenía una solución a su conflicto. Tan sólo poseía la mitad de la esencia necesaria para vivir, y no tendría mucho tiempo así si continuaba frecuentando a la sacerdotisa. En cambio, si lograba llenar aquél cuerpo con la mitad restante, podría convertirse en un ser completo.

    Sólo necesitaba media alma más, y entonces permanecería en el mundo de los vivos sin inconvenientes. Ya no tendría necesidad de matar humanos para sustentar su vivencia.
    — Debo matarla.

    — ¿Ah? —Cuestionó sorprendido.

    — Debo matar a Kagome.


    Circunstancias Sospechosas

    Aún no lograba caer en la cuenta que trabajaría para una empresaria muy importante. Quizá era la administrativa más relevante del globo, y la quería a ella como su nueva secretaria. Ahora podría cubrir todos sus gastos, y pagaría la deuda farmacéutica en forma de trabajo duro. Sólo había un detalle: debería renunciar en el hospital.
    Esa misma tarde, ni bien terminó su entrevista, se dirigió al recinto para declarar su abdicación.

    — ¡Kagome-Chan! —Saludó fervorosa Yuka.

    — Vaya Yuka, hacía tiempo no te veía —la abrazó. —¿Sabes dónde está el director del Hospital?

    — Bueno, a decir verdad, ha estado ausente por un tiempo. Además parece que las cosas no están yendo bien. . .

    La curiosidad picó en su oído.
    — ¿Qué cosas amiga?

    Yuka le explicó que grandes cantidades de pacientes que estaban en buen estado, y parecían querer recomponerse, habían muerto de un día para el otro. Muchos dudaban del trabajo implícito de las enfermeras nocturnas, pero las cámaras de seguridad del lugar no revelaban ningún homicidio. Nadie sabía la causa de tantas muertes, y los análisis no detectaban ningún virus mortal.
    En fin de cuentas, era un mar de puras hipótesis sobre el caso. Esto le extrañó mucho a la azabache, y aunque sólo advirtió a Yuka de su renuncia, se prometió a si misma averiguar sobre el hecho.

    Dos horas más tarde, regresó a su departamento. La duda la carcomía, necesitaba saber en dónde estaba el niño. Llamó a miles de lugares e instituciones para que la ayudasen, pero nadie respondía a sus plegarias. Pareciera como si ninguna persona pudiera verlo, o como si él mismo hubiera desaparecido de la faz terrestre. Nadie, conocía la existencia de un tal Inuyasha. La policía le daba la espalda. ¿Qué podía hacer?

    Se encontraba sola. Debía hallar al niño costase lo que le costase, sin importar ninguna barrera. Entonces recordó el pozo, y las lágrimas cubrieron su rostro.
    Lo que aún no podía entender, era qué le parecía tan familiar en aquél rostro infantil. Castaño, mediana estatura y unos rasgos característicos: esas cosas le quitaban el sueño. Al menos ahora tenía un nuevo empleo, y si quería mantener aquél agradable salario, debería descansar y despejar la mente.



    Un acuerdo convincente

    Era hora de intervenir, y no era para menos. Esa noche tendría que atender a varios abogados, entre ellos al más odioso de todos: Dickens. No era que fuera completamente insoportable, pero era audaz. Por lo tanto, sus preguntas generaban discordia en las respuestas de la albina.

    — Buenas tardes —saludaron al unísono.

    Eran cuatro los invitados: dos ingleses, un japonés y Raiko. Al menos él no le causaría problemas. Sin embargo, a veces era complicado evadir los cuestionamientos del resto: podría verse implicada en asuntos peligrosos.

    — He revisado los informes que me envió el mes anterior —espetó el más anciano.

    .La albina apenas recordaba sus nombres. No hacía más de dos semanas que ella estaba allí, y éste le venía a hablar de cosas de un mes atrás.

    — Recuérdeme el programa.

    — Pues verá… Comprendo su necesidad de investigar las minas del sur. Pero creo que deberíamos invertir nuestro capital en alguna estructura más potencial.

    La mujer miró al hombre de su derecha, esperando una opinión relajante.
    — Señora Arsune, no queremos gastos innecesarios. No hay materiales que jueguen un papel importante en el mercado, debemos continuar en otros sitios.

    Al parecer, y según iba entendiendo, la anterior gerente de la empresa farmacéutica tenía especial interés por una mina en el sur. Poco conocida, y con minerales sin valor económico, era una de las prioridades de la ausente. Ahora que ella estaba al mando de semejante organización, debería eligir bien las fichas, y averiguar por qué era tan importante aquél sitio.

    — Sabrá usted que mis decisiones son inmutables.

    Todos asintieron, incluso los no aludidos.
    — Entonces… ¿Qué es lo que haremos? Sugiero que cancelemos las operaciones en las minas.

    Una sonrisa sádica abundó en el rostro de la ambarina.
    — Que sigan escarbando. Veré que encuentro allí.

    Los ojos de los abogados se abrieron como platillos. Ninguno podía creer semejante frase: ¿Acaso estaba arriesgando el capital de la corporación entera?

    — ¡Es ridículo! —Objetaron en diferentes segundos.

    Sin embargo, no hubo vuelta atrás. Una vez finalizada la reunión, comenzó a firmar unas solicitudes pendientes, donde su sello era requerido.
    Dos grandes pilas de recetas de fármacos debían ser llenadas. ¿Con qué fin? Había algo que Arsune no lograba comprender: el lazo que unía al Hospital donde trabajaba Kagome, con la empresa farmacéutica. ¿Qué relación tendrían? Además, también tenía encima el tema de las minas, y saber qué había allí con tan espeso valor.

    Una voz masculina retumbó entre lo sobrio.
    — No puedes permanecer más tiempo al lado de Kagome.

    Raiko tenía completa razón. El aura que desprendía la sacerdotisa era tan fuerte, que debilitaba la de Arsune. Esto podía desencadenar en el desprendimiento de su alma, y en su completa desaparición.

    — He pensado en eso esta tarde. Mañana hablaré con ella.

    — ¿Qué harás?

    Un aire frío recorrió su cien.
    — La trasladaré con el abogado japonés. Que trabaje en sus oficinas.

    Era una buena opción: la tendría cerca y a la vez lejos. Si aceptaba esto, la azabache iría a las oficinas del Sr. Motto en una región alejada de Tokio.
    Y, por otro lado, podría vigilar sus movimientos y la pérdida de su memoria estaría asegurada.
    A Raiko le pareció una buena idea. Tanto que él mismo telefoneó a la azabache para informarle del cambio, y al abogado para ofrecerle a la secretaria.

    El pacto era redondo, y no deberían invertir ni un centavo. La única desventaja era que ahora Arsune debería cederle al japonés sus caprichos con las minas del sur.
    Si el amparaba que las operaciones terminasen —al no traerle ganancias a la empresa—, entonces ella debería ceder.

    Mucho ruido, pocas nueces.

    Al fin había logrado despertar. Después de unos cuantos minutos exhaustivos de pura duda, ahora al fin veía el cielo. Sin embargo, algo no estaba bien: algo había cambiado. Lo último que recordaba era haberse caído en un pozo, y creyó por un momento haber despertado en el mismo lugar.
    Trepó con intensa fuerza para poder salir de aquél hueco. Le sorprendió poder ver el cielo resplandeciente desde el fondo, ya que al caerse no se veía más que el techo alejarse; el techo de vaya a saberse qué lugar.
    Tocó con sus pequeñas manos la madera del borde. Estaba húmeda, al parecer había llovido. Apoyó su abdomen en el mismo, para poder darse un empujón hacia fuera. Sorprendentemente, ahora se encontraba en el medio de la nada. Pasto, árboles y un bosque a lo lejos.

    En todos sus once crudos años, nunca había visto algo semejante. El viento comenzó a soplar con intensidad, provocando que largos mechones plateados cubrieran su rostro de infante.

    Esperen un segundo. ¿Desde cuando tenía el cabello así? Su sorpresa fue mayor, al ver algo parecido a un zorro a lo lejos.
    El animal estaba de espaldas, y de repente giró encontrándose con unos ojos dorados.

    El mamífero gritó. Pensó que quizá era espanto, pero aún más espantado estaba él: el zorro tenía rostro.




     
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  13.  
    AkoNomura

    AkoNomura Guest

    Hola!

    Me hice un enredo con la tal Arsune, espero que se aclare con el pasar de los capítulos, aunque si te soy sincera, no soy muy partidaria de los OC con demasiada importancia en los fanfics.

    ¡Cuanto misterio! me gusta :D me tiene en la duda que es tanto lo que sucedió en esa especie de "batalla final" que hablaban, saber el hecho entero, que tiene que ver la mina, además apareció el nombre de Naraku.

    Sigo creyendo que el que se llevó a Inuyasha fue Shippo ¿Y ahora se lo llevó a Sengoku o qué?

    Nos leemos!

    ETO TI!
     
  14.  
    *Kurayami*

    *Kurayami* Usuario común

    Leo
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    Me confundí un poco con la historia, pero eso no le quita lo interesante, estoy segura que pronto resolveré mis dudas.
    Realmente me gustó, me pregunto qué fue de Inuyasha y la mujer que encontró Kagome antes de resultar desmayada, pero que mal que no recuerde nada... me gustaría que recupere su memoria...
    Espero que continúes pronto la historia, la ansío seguir leyendo *---*
     
  15.  
    ivana

    ivana Entusiasta

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    que broma mas loca! una piensa que es mas feo que el otro jajajaja xD esta bien la broma. estoy algo traumada, aunque es una expresion muy exagerada, que broma es esto? Arsune? quien es esa tipa loca? hay el unico cuerdo es el tal dickens y es por que desconfia de la loca que nombre hace unos segundos!. inuyasha a donde fue a parar? bueno antes de caer al pozo *-* y con once años? eso es raro ._. pero bueno! lo gracioso sera que sera contemporaneo con shippo jaja xD. muertes inexplicables? yo que pense que era la loca esa que se estaba "comiendo" a la gente!

    bueno espero el proximo capitulo
    besos
     
  16.  
    yanin

    yanin Usuario común

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    Órale estuvo interesante y con mucho misterio es lo que me gusto bastante aunque para ser sincera me confundo un poco con eso de Arsune.
    Pero aun así me gusto bastante en la forma que lo narras y los hechos que ocurren en la historia, pues esperare con ansia el siguiente capitulo espero no tardes mucho.;)

    saludos:p
     

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