Shizuoka Shizuoka

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 6 Septiembre 2020.

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    John Whitelocke

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Dojo


    No sabía bien que hacer, así que se quedó viendo el desenlace del combate entre Kenzo y Tsunayoshi. Para Kenzo el duelo de entrenamiento había acabado en empate pero era probable que simplemente estuviera tratando de animar a Tsuna.

    Junto a ellos estaban Sanada y Ginko. Hideyoshi estaba apoyado, muy comódamente, contra la pared, un poco entre aburrido y otro poco entre preocupado. El clan parecía algo disperso, todos deberían estar en posición de combate ahora mismo. La guerra era inminente.

    —¡Todos!—habló en voz alta—, ¿alguien ha visto a Takano?

    Quería hablar con él para saber cuales serían los pasos a seguir. Era extraño, hubo un tiempo que se dirigía buscando a Takeda, pero él y Takeda se habían distanciado un poco. Quizás Hideyoshi había perdido la confianza en él. No la fé, su corazón era sincero. Pero quizás había perdido la confianza en su capacidad de mando.

    De una forma u otra, al que buscaba era a Takano.
     
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    Slam

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    Ginko Harutomo

    Otro de los Minamoto se dirigió a ellos buscando a Takano, quien al parecer era la mano derecha de Takeda, o eso había observado Ginko en el breve vistazo a la dinámica de ese grupo que había tenido en la clínica el día anterior.

    No lo he visto, pero me dirijo a la clínica, mi trabajo aquí ya ha terminado. Si quieres echar un vistazo ahí te acompaño— se dirigió a Hideyoshi.

    Me llevo a Ginko a la clínica
     
    Última edición: 22 Junio 2021
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    Casa de Armamento
    [Togashi]


    El comerciante vio el cuchillo en su pared y suspiró —Cien monedas...—dijo para después mirarlo, Togashi ya no dudaba des sus habilidades, no como comerciante ni como nuevo herrero—Veo que mis consejos me están costando, de manera literal—dijo colocando las monedas en la mesa, eran ochenta, ni cincuenta ni cien —Pero este juego me es interesante. ¿Qué te parecen ochenta?

    Tu "enemigo" también tiene comercio como habilidad jajaja dado de 20 y debe ser superior al que tiré en este post. Lo puedes tirar en tu post anterior, para narrar resultados y evitarnos un post.


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    Campo de girasoles
    [Shiori; Hayato; Chiharu]

    Hayato escuchó a Shiori —No has tocado un arco jamás y aun así me superas— dijo apesadumbrado.

    Shiri volvió a intentarlo y esta vez no pudo apagar ninguna flama.

    —¿Lo has hecho adrede? No es gracioso, no me gusta que me dejen ganar por lástima —mencionó molesto Hayato mientras él hacía lo mismo, apagando dos velas con un sólo disparo y otra con un disparo poderoso.

    —Shiori no te está engañando —interrumpió Chiharu —Su postura no es entrenada, aun así es fuerte por lo que usar un arco no le implica mayor esfuerzo al tensar la cuerda, su entrenamiento con la katana la hace tener resistencia y potencia al disparar; pero carece de técnica, igual a mi hermano —dijo hacia Hayato para después hacer una reverencia ante Shiori en disculpa por sus palabras.

    —Ambos me han sorprendido— siguió Chiharu mientras tomaba ella su arco y tensaba, se mantuvo así por un tiempo, hasta que las flamas danzaron con fuerza, fue en ese momento que Chiharu disparó su flecha, apagando las cinco de un disparo —Si desean que el arco sea su arma principal, yo puedo enseñarles mi técnica.

    madarauchiha puedes aprender con Chiharu el arco pero se volvería tu arma principal en lugar de la katana.


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    Dojo
    [Tsuna; Ginko; Sanada; Hideyoshi]


    Hideyoshi preguntó por Takano; Ginko dio una respuesta pero Sanada negó.

    —Está en la casa feudal, al parecer llegaron personas a la ciudad— mencionó Sanada con formalidad —Sígame, yo voy de camino allí.

    Antes de irse se acercó a Ginko —Le debo un favor, no dude en acudir a mi cuando requiera ayuda, yo solucionaré su problema, aunque tarde en hacerlo.




    Calles de Shizuoka
    [Kenzaburo]


    Izamu soltó un pequeño bostezo mientras caminaba entre las piernas de quien ahora era su compañero, no parecía querer irse, se sentía cómodo. Sanada pasaba a su lado cargando al joven Tsuna y detrás suyo iba Hideyoshi, se dirigían a la casa feudal.




    [​IMG]
    Clínica
    [Ginko, Akari]

    Ginko regresó a la clínica dónde Akari estaba organizando un poco a los presentes que se veían algo asustados —Nosotros somos los médicos, habrá algunos que deban salir al campo de batalla siguiendo a un escuadrón, otros se quedarán aquí guardando energía y preparándose para los heridos que puedan llegar— miró a Ginko y le indicó que se acercara —Nuestro lugar en esta batalla dependerá de la organización militar que se decida, no guardemos miedos

    —Pero no somos guerreros, somos médicos—mencionó una jovencita entre los presentes.

    Akari sonrió — Lo que significa que podemos romper cada hueso del cuerpo del enemigo mientras los nombramos.




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    Puerto
    [Clan Fujiwara]

    Kirara se levantó, miró a Riku; preocupaba por esa herida que no había visto antes, la revisó. Ya había sido atendida pero dejaría marca. Abrazó a Riku sin anticipación alguna a su movimiento —No debes cargar sólo con esto; fue culpa mía, yo di la orden —dijo separándose para quitarse la tela que cubría su cuello —tomó su nueva katana e hizo un corte en el cuello de una manera tan rápida que nadie pudo detenerla. Shinko se alarmó pero Kirara sonrió mientras detenía el sangrado, atendiendo su propia herida auto infringida.

    Llevó su mano con sangre hacia el pómulo de Riku con delicadeza— Tu vida le pertenece a los Fujiwara; no haberla perdido es una victoria. Gracias por regresar

    Avanzó soltando a Riku —Debemos prepararnos— inició mirando a la obscura noche, levantó el puño —¡Fujiwara! levanten sus frentes, tomen sus armas y caminen; bañaremos el campo de batalla con la sangre sucia de nuestros enemigos—dijo con ahínco— esa tierra se volverá infértil con esa clase de riego.

    Miró la tumba de Taiyo—Y al terminar volveremos a Kai...—se giró hacia Shinko y Riku, de sus ojos aun escurrían lágrimas —Y jugaremos Kaidan con un buen sake.





    [​IMG]
    Casa feudal/salón
    [Yuzuki; Takano; Rengo; Kuroki; Misato]


    Rengo se mantuvo a un lado de Yuzuki todo el tiempo, ella acarició sus manos acomodó su cabello y lo mantuvo tranquilo mientras todo ocurría a su alrededor, incluso las bromas sinceras de Kuroki lo hacían sentirse bien, como si aquel sitio no fuera tan aterrador como esperaba, ni siquiera Takano parecía tener la intensión de regañarlo. Y eso, para alguien que siempre corre a la menor provocación, lo hacía sentir protegido. Incluso ante la presencia de Misato, quien consideraba una mujer aterradora en cierta medida. Escuchó de la pérdida de uno de los Fujiwara pero aun mantenía su expresión serena al sentirse cerca de Yuzuki, sintiéndose al instante culpable por disfrutar de aquel momento mientras otros pasaban por un duelo.

    "Eso también me es de muchísima ayuda, no creí tenerla para este momento... de todas formas ya va siendo hora de movernos, tenemos una partida que organizar"

    Su momento de paz se fracturó al instante, pues había tardado tanto tiempo en comprender. Miró a los presentes, deteniéndose en Kuroki para después mirar a Yuzuki con tristeza. Era una guerra... podía perderlos.

    Huir, huir juntos.

    El pensamiento de huir era algo constante en su mente, era tan natural que no lo tenía que razonar demasiado; como un animal salvaje, veía peligro y huía, era lo normal, lo lógico en la naturaleza. Pero había algo que también regía a la naturaleza misma, y eso era proteger a los suyos. Miró a Yuzuki mientras apretaba sus manos —Mantente a mi lado, no dejaré que te pase nada. Si alguien se atreve tan siquiera a mirarte habrá deseado haberse muerto antes, sin menos dolor que el que yo puede causarle por intentar lastimarte— esa era la primera vez que entendía el uso de las armas.

    Takano lo miró —Jamás has peleado, déjame el cuidado de Yuzu a mi.

    Rengo negó —Tú mueves las piezas del tablero, yo la cuido a ella —dijo abrazándola

    —Estoy de acuerdo, debes mover las piezas—mencionó una voz entrando al salón. Era Kato.

    Instantáneamente Rengo desvió la mirada, Takano en cambió no la alejó ni un segundo de su padre.

    —Cumplan su función...— dijo hacia Takano — sin ningún sentimentalismo... —mencionó mirando a Yuzuki — todos —culminó hacia Rengo, para después lanzar a sus pies a shi.

    Rengo miró el arma por unos momentos en silencio, o al menos un silencio que la mayoría podía escuchar. Después se giró hacia Kuroki, lo miró sin decir nada, pero le reiteraba que debía confiar en él, ese era el grado de conocimiento que tenían uno del otro.. Volvió la mirada a shi, se separó de Yuzuki.

    —Hazte útil— mencionó Kato.

    Rengo tomó a shi en sus manos; miró a Kato y sonrió —Tú también. Cumple tu misión...sin sentimentalismos —soltó una pequeña risa, parecía que Rengo dejaba el miedo atrás, burlándose abiertamente de su padre mientras Rengo observaba aquella katana carmesí.

    Kato simplemente no le apartó la vista.





    Patio casa feudal
    [Sanada; Tsuna; Hideyoshi]

    Sanada se dirigió directamente al interior, pues debía asegurarse de que Tsuna estuviera seguro. En el interior parecía haber bastante movimiento, uno de los guardias lo guió hacia el salón donde varios ya se reunían, justo en la entrada estaba Yin, al parecer dándole la privacidad de la plática a Misato quien estaba junto a Kuroki. En el interior también estaban Yuzuki; Rengo; Kato y Takano.

     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    El encuentro estaba en su punto más ameno y para el joven Rengo significaba mucho, sonreí con algo de melancolía al recordar una vez más la posibilidad de "separar nuestros caminos" en un eventual giro trágico que extinga nuestras vidas, en lo personal no temia puesto que ahora lucharía junto a mi nueva familia, lucharía por un líder que más que sus siervos, somos sus hermanos.

    Estaba algo conmovida por como Rengo manifestaba querer proteger a los suyos, incluso si tenía nula experiencia en el campo de batalla. Lucharía como fuera.

    "Tu moverás las piezas"

    Fue la sugerencia del chico para Takano.

    "Estoy de acuerdo, tu moverás las piezas"

    La voz del maestro Harima irrumpió repentinamente en la sala, aún cerca de Kuroki volteé la mirada y sentí mi sangre helar al ver como portaba aquella maldita katana, mordi mi labio y apreté uno de mis puños con recelo...el ambiente cálido dio lugar a uno de gran incomodidad, tan sofocante como el humo de un voraz incendio...¿Que hacía alli esa asquerosa arma?

    —De nuevo esa maldita arma, aún siento su horrorosa hoja cotar mi p-piel—susurre para Kuroki, estaba cerca de el y sentí la necesidad de desahogar el horror de tan solo ver cómo alguien portaba aquella inmunda arma.

    El silencio no ayudaba para nada, el maestro simplemente la soltó, lo cual trajo un leve alivio, pero el aire volvía a escapar de mi cuando Rengo tomo a Shi entre sus manos...pero recordé aquella historia, Rengo era el único capaz de controlar a Mara; tal hecho brindaba cierta seguridad.

    Solo me limité a observar en silencio, simulando y controlando mi miedo mientras la casa parecía recibir a más miembros del clan.
     
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    rapuma

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    Kenzaburo

    Observó al grupo partir raudo con dirección a la casa feudal, incluso también notó al diplomático entre ellos. La verdad es que no había intercambiado muchas palabras con Hideyoshi desde que partieran de Kamakura. Aún se debían un entrenamiento. Según Kenzo, era la mejor forma de entenderse.

    Le silbó a su zorro, dándole a entender que le siguiera, y comenzó a caminar lejos de la ciudad, pasando por el establo en dónde montó a Makoto. Miró hacia abajo en busca de Isamu.

    —Makoto, este es Isamu. Isamu, este es Makoto. —hechas las presentaciones entre ambos animales, Kenzaburo agitó las riendas del gran caballo negro que montaba y comenzó a alejarse de la ciudad, atravesando la puerta principal con dirección los bosques de Shizuoka. Al principio iba en un trote ligero, observando que el zorro mantenía la velocidad constante. Debía de felicitar al médico de los Asakura, había hecho un trabajo fascinante.

    Cuando los primeros árboles comenzaron a rodearle el trote descendió a un avance suave, con cuidado. Debía evitar que el equino pise mal y se quiebre la pata. Lo había visto incontables veces, la inexperiencia en la caza; atravesando el bosque a una velocidad de vértigo dónde los caballos encontraban su fin al romperse la pata contra una raíz.

    Silbó suavemente, con un ritmo que subía y bajaba, imitando el llamado de un pájaro. Era el llamado clásico de Kenzaburo para que Ayame acuda a su encuentro con información. Miró hacia los lados, esperando que la mujer aparezca como siempre, como su sombra. Pero el bosque le respondió de otra manera: unos animales escaparon de su refugio y el samurái comenzó la cacería.
     
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    Monpoke

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    Riku

    "No debes cargar sólo con esto; fue culpa mía, yo di la orden"

    Esas palabras no son un consuelo, jamas lo serán. Que nos ofrecieras fue un signo de confianza, en creer en nuestras capacidades, que volveríamos a salvo y con la información.

    Si sientes culpa, ¿Significa que no confiaras en mi? Yo creo que ya no pueda hacerlo, debo reconocer el fracaso que soy.

    Pero no lo mencione, permanecí en silencio apenas creyendo la herida de Kirara.

    Paso lento los dedos por mi propia herida, todo momento manteniendo el contacto visual con Kirara. La mire arrepentido, pero no sobre la herida.

    "Una marca de culpa, de dolor, un castigo. Cargaré con ella". Aprieto la herida. "Un signo de vergüenza o pena. ". De muerte. Levanto la voz por unos volúmenes. "Pero algún día lo superare, dejaré de sufrir".

    Suelto la herida. "Y en ese entonces, esta cicatriz me mostrara mi determinación. Recordaré lo que he avanzado". Los miro a ambos, cambiando los ojos a unos más suaves. "Y, sin importar que, un juramento de permanecer leal".

    Sonrió forzado ante mis sentimientos. Salgo del mar y camino hacia arena, recogiendo las vengas que había tirado.

    Seguir avanzando hasta llegar hasta frente a la tumba, donde me quedo congelado unos segundos. Muevo rápido las manos, atacando la venda manchada de sangre al rededor del remo.

    "Si no es el sol". Me alejo unos pasos, dejando dar paso al viento desde el mar y mueva las vendas. "Que sea el viento nuestra guía".

    Observo quieto el movimiento de las vendas por viento, revoloteando hacia varias direcciones. Dejando ver su color blanco y rojo . "No esperemos el alba, sigamos el destino quien nos unió".

    Doy una sonrisa, esta vez más tranquila.

    "Conocí Todashi, él es el general del ejercito camino hacia aquí". Digo rápido hacia Kirara, dando un vuelto a este momento de sentimentalismo y penuria.

    Le doy unos segundos, dejando ese tiempo para ordenar sus pensamiento. "Debes informar todo lo que sepas de él, lo necesario para poder desmantelar su ejercito y enfrentarlo" Para así poder asesinarlo en nombre de la justicia. "Ser parte de la planificación en una estrategia".

    "Cada minuto es importante, ¡Ve Kirara! ¡Has uso de la información que hemos traído!". Levanto la voz hacia ella, animándola a que siga su camino y cumpla su papel. "Se la líder que se que puedes ser". Todavía no he perdido mi confianza en ti, en lo que eres capaz.

    Cierro lo ojos, adolorido por nuevamente tener que salir. "Si continuare luchando, debo tratarme del veneno. Confiaré en el rol que elijas para mi, se que decidirás lo mejor".

    "Debemos actuar".

    Abrazo a Shinko por la espalda, solo unos instantes antes de separarme de él. De despedirme de forma forzada y correr hacia la herbolaria.
     
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    Slam

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    Ginko Harutomo

    Vaya, ¡muchas gracias!— le respondió a Sanada y tras una rápida reverencia salió hacia la clínica que ya se había tardado demasiado paseando. Estaría bastante bien tener a alguien que le pudiera hacer algún favor para esas temporadas de escases de opio.

    Al llegar a la clínica, presenció como Akari preparaba a los médicos de guerra, obviamente esto no se parecería ni un poco a todos los días que habían vivido en su rutina normal. Ginko lo sabía, pero igualmente tragó saliva antes de hablar, todavía temía un poco por lo que podría pasar. Por suerte, Hinata le había sacado la cobardía a golpes, ahora sabía una técnica que lo podía ayudar bastante —Akari, vengo a prestar mis servicios y representar a mi clan en esta guerra, me ofrezco como voluntario para ser de los primeros en salir al campo de batalla— mencionó sin poder creer lo que estaba saliendo de sus labios.
     
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    madarauchiha

    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

    Aries
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    La primera de las oleadas de disparos de las flechas que Chiharu me otorgó fueron mucho mejor de lo que esperaba en un primer momento, honetamente ni yo misma me lo creía e igual lo achacaba a la suerte del principiante, al fin y al cabo no había tocado un arco en mi vida.
    De todos modos, las palabras apesadumbradas de Hayato esfumó la ilusionada sonrisa de mi cara, tornandose en una mueca comprensiva. Entiendo que alguien que lleva tantos años queriendo perfeccionarse en un arma y, ver que alguien que no la ha tocado nunca te supera con creces, ya es algo bastante triste, así que me acerqué a él en un intento de tratar de consolarle.
    — Ni yo misma sé con exactitud com ha sido, sin embargo, puedo asegurarte que ni yo misma me esperaba éste resultado, incluso puedo creer que es la suerte del principiante, la verdad es que yo me he manejado siempre con la Katana—. Añadí apenada, acariciandole la cabellera.
    Luego regresé para tensar el arco para concentrarme, frunciendo el entrecejo para disparar, fallando ahora muchos tiros, por no decir que no hice ni bailar ni una de las llamas, algo que hizo que Hayato pareciera molestarse, acusándome de haberlo hecho a propósito por lo que me dijo en la tirada anterior, lo que hizo que me sorprendiera para,acto seguido confundirme ¿No le había dicho que lo anterior no era cuestión de suerte? Bueno, parece que Chiharu salió a decirle que no le engañaba gracias a que mi postura no estaba entrenada pero que era una persona fuerte, así que tensar la cuerda no me suponía esfuerzo y, estaba en lo cierto, con la vida que tuve... Al menos debo agradecer que hubiera aprendido a sobrevivir por mí misma, pero carecía de técnica, como Tsuna, jé, intersante... Luego ví como reverenciaba, aparentemente con la intención de disculparse por sus palabras, lo que me hizo asentir sonriendo.
    — Te agradezco el gesto Chiharu, aunque te considero mi amiga, sé que no lo has hecho con el fin de ofender, no soy una arquera experta al fin y al cabo—. Sonrió— La verdad es que me gustaría realmente llegar también a ser amiga tuya, me caes bien, muy bien—. Añadí con una sonrisa.
    Luego de eso, la hermana de Atún nos hizo una exposición de una arquera profesional para luego decirnos que si anhelamos que el arco fuera nuestra arma principal, contáramos con ella.
    — No descarto que me resulta tentadora la idea, más quizás más adelante decida hacerlo si aún la oferta se mantiene en pie, más de momento me gustaría quedarme con la katana—. Reverencié en modo de disculpa, aunque admito que me gustaba mucho la idea y lo que he logrado hacer con el arco, pero llevaba tantos años con la Katana, que tampoco podía renunciar a ella de la noche a la mañana— De momento al menos si gustas, me alegraría con conseguir tu amistad Chiharu, me has caído muy bien.
    Luego me giré hacia Hayato para empezar a caminar hacia él para agacharse y abrazarlo:
    — No me atrevería a subestimarte, Hayato, sé lo humillante que es algo así, por favor, no pienses eso—. Respondí apenada
     
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    Gigavehl

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    Cáncer
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    Kuroki Fusatada

    Sonreí de nuevo ante Yuzuki y su respuesta, así como lo hacía con Misato, me alegraba profundamente ver que estaban en buenos términos conmigo, genuinamente no habría soportado el peso que hubiese sido ser cuestionado, cosa que también merecía, pero jamás creí que todo saliese tan bien hasta el punto de que, es como si hubiese vuelto de una misión que el propio clan me había impuesto.

    En un momento dado, tanto Misato como Yuzuki me recomendaron que viese a mi padre, por un momento no quería irme del salón, no es que no quisiera verlo, era por el hecho de que sabía que tarde o temprano vendría aquí mismo, pero tal vez una reunión privada antes del estallido de una batalla tan masiva si sea vital...
    Al final asentí, dándoles la razón.
    —¿Dónde se encuentra? Sería bueno que lo viese cuanto antes—. Dije con calma, pero no hubo mucho tiempo, ya que una voz irrumpió, ¿cómo olvidarla? Si era del propio Kato Harima.

    No me sorprendió verlo ahí, si no me quedé helado al ver que portaba a Shi... ¿pero cómo..? No solo eso, si no que se lo dió a Rengo de manera informal pero como si fuese un arma que se le cayó porque sí... Sentí la tensión, una que seguramente a cualquiera dejaría helado pero para conmigo ya era por razones distintas, sin embargo, escuchar el comentario tenso de Misato me preocupó, por lo que volteé a verla ligeramente.
    —Espera... ¿qué? ¿Acaso se toparon con Masaki?—. Pregunté a voz baja, incrédulo... y lo peor es que podría cuadrar si vi como Misato y Kenzaburo volvían a Chiryu... ¿pero y Natsu? No parecía que se hubiesen encontrado con él, ¿cómo es que pasó todo? Me faltaba esa parte de la historia, pero si ahora el arma estaba aquí, quería decir que... ¿lo habían matado? Si era así, entonces indudablemente tanto Misato como Kenzaburo eran mucho más fuertes de lo que pensé.
    >>Misato, calma... está en buenas manos—. Dije, volviéndo a verla pero esta vez con una sonrisa realmente confiada. —Rengo sabe lo que hace, y si algo sale mal, créeme... lo tengo bajo control—. Concluí, inclusive guiñándole por un instante, una frase realmente extraña si es que hubiesen estado al tanto de mi viaje, pero no había caso preguntar por ello ahora, por lo que volví mi vista a Rengo cuando me miró, y yo solo le asentí, sin soltar mi sonrisa decidida, con eso le decía todo. Confiaba en él, vaya que lo hacía... no necesitaba más pruebas.

    Poco después Hideyoshi y otros ingresaron al salón, al parecer las noticias no terminaban de caer, por lo que suspiré ligeramente, pensativo, ¿dónde encontraría a mi padre?
    —Cuidado Rengo, no se te vaya a caer sobre alguien, podría cuidar bien de Noroi por ti...—le dije a Rengo, a manera de broma.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Yuzuki Minami
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    Era un poco extraño, pero parecía que nos habíamos sincronizado lo suficiente para mantener a Rengo tranquilo entre Kuroki, Takano y yo, sobre todo cuando todo empezó a ocurrir a una velocidad ciertamente abrumadora. Nosotros habíamos recuperado a alguien de nuestra familia mientras los Fujiwara perdían a otro, si lo pensaba demasiado iba a comenzar a sentirme culpable y además no tenía tiempo para quedarme atascada en esos pensamientos.

    Así como había mantenido al menor de los Harima tranquilo, parecí ser yo la que rompió la paz que había conseguido construirle, le recordé que estábamos en una guerra. Que yo lo estaba, que lo estaba su hermano, Takeda, Kuroki, pero la pieza floja de repente era yo y me di cuenta que algo había pasado para que Rengo pareciera de repente tan abierto, tan enfocado en sacarme del campo de guerra.

    Su comentario me dejó con la cabeza en blanco un instante, parpadeé varias veces y por un instante no reconocí al niño al que le había enseñado a peinarse, incluso si seguía siendo una respuesta más o menos de huida, estaba dispuesto a cuidarme, incluso si no había arrebatado una vida nunca. Le dediqué una sonrisa suave, bastante resignada a decir verdad y suspiré con pesadez cuando escuché a Takano intervenir, aunque cuando quise darme cuenta Rengo me había abrazado.

    No lo entiendes, ¿cierto? No todavía.

    Por qué dejé a mi madre y a mis hermanas, por qué estoy en la guerra sabiendo que mi vida pende de un hilo finísimo.

    Cuando apareció Kato las facciones se me tensaron de inmediato, fruncí el ceño y arrugué incluso más los gestos cuando me miró diciendo que cumpliéramos nuestra función sin sentimentalismos de ninguna clase y estuve a nada de decirle algo, cargando al ira de lo que nos había dicho Kenzaburo, cuando la maldita katana aquella cayó a pies de Rengo y estuve a nada de empujar al muchacho hacia atrás y patear esa arma maldita de regreso a Kato, pero Rengo se adelantó. Se separó de mí y tomó a shi.

    Ni siquiera noté en el salón habían aparecido Sanada con Tsuna o puse mucha atención a las palabras de Kuroki, tenía la vista clavada en el intercambio de Kato y Rengo. Incluso si el chico estaba enfrentándose a su padre, burlándose abiertamente, me colé entre ambos, frente al menor.

    —Rengo. —Lo llamé, sin apartar la mirada de Kato—. Estaré contigo para lo que sea, ¿de acuerdo? Cualquier cosa.


    no me quería quedar sin postear así fuera algo sin peso argumental (?
     
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    Bruno TDF

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    Togashi
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    El comerciante se quedó mirando el cuchillo al escuchar la oferta de Togashi. Éste no dudó por aquel silencio, mantuvo una atención firme y segura hacia su “contrincante”, quien al final suspiró y puso las monedas sobre el mostrador del lugar. No eran cien, sino ochenta. Eso era lo que ofrecían a cambio del cuchillo de Yukimura. Miró al comerciante a los ojos y supo que no estaba dispuesto a ceder un milímetro más.

    Al final asintió, pero no tomó las monedas.

    Acepto, es también un precio justo por su trabajo —afirmó—. Pero las voy a invertir ahora: tengo entendido que aquí venden bloques de acero. Necesitaría comprar unos quince.

    -Pensaba hacer más cositas después de la compra pero voy a dejar el post en este punto, así la guerra no me agarra en medio de algo :eyebrow:
     
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    Casa de Armamento
    [Togashi]


    El comerciante sonrió —Es bueno ver que ya no dudas de tus habilidades; aun así, te falta mucho camino por recorrer —dijo quitando el cuchillo de su pared —Soy un negociante desde ya muchos veranos, consigo armamento de varios sitios en la isla y puedo hacer encargos al mismísimo Yamamoto —dejó el cuchillo frente a él, a su lado las cincuenta monedas que ofreció al inicio —Cien monedas es demasiado, ochenta están bien— sacudió el saquito con monedas frente a él —Tómalas, y ya que te estoy haciendo un favor con dejarte a ese precio el cuchillo...— dijo entregándole también el acero requerido —Vuelve después de la guerra, me vendría bien vender tu forja; me dejas un arma y yo te patrocino.



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    Campo de girasoles
    [Shiori; Hayato; Chiharu]

    Chiharu escuchó a Shiori con atención para después sonreír —Mientras cuides de mi hermano, seremos grandes amiga. Y entiendo que prefieras quedarte con la katana, también es el arma preferida de mi hermano.

    Hayato también atendió a la voz de Shiori, todos habían sido muy amables con él desde que llegó a Shizuoka, se puso rígido al sentir el abrazo era algo a lo que no estaba acostumbrado a recibir de personas que conocía de poco tiempo, pero al parecer aquí todos se movían con esas libertades —Debo ser más fuerte —mencionó para después mirar a Chiharu y señalarla —¡Enséñame!

    Chiharu lo miró sin reaccionar por unos momentos, después le sonrió —¡Prepárate!

    De ese modo, Chihary y Hayato siguieron con el entrenamiento.



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    Bosque
    [Kenzaburo]


    Ayame no apareció ante el silbido, pero los animales en el bosque reaccionaron, Izamu retrocedió un poco mientras el sonido de unos gruñidos se acercaba a ustedes; las aves volaron mientras que Makoto se mantuvo firme, un caballo de guerra no se escondía. Los bramidos se acercaban, y el creador de aquellos ruidos se hizo presente ante Kenzaburo, era un oso negro, uno que se aproximaba lentamente para atacar. Izamu tenía miedo, aun estaba débil y era presa fácil ante un oso imponente como aquel; pero allí estaba su nuevo amo, uno que ya había desenfundado su katana.

    Las historias de osos salvajes siempre terminaban con desgracias, algunas de esas historias nunca serían contadas pues los testigos fueron devorados. Kenzaburo debía alejarse de aquel animal, con Makoto podría ganarle en velocidad; pero no, Kenzaburo se colocó de frente ante la criatura que empezaba a trotar y gruñir hacia ellos.

    Kenzaburo recibió al oso de frente, no hubo pelea; simplemente un movimiento perfectamente coordinado. El oso se levantó en dos patas para atacar y Kenzaburo dobló sus rodillas, y se abalanzó en un ligero salto hacia arriba; derribando de un golpe al animal, cayendo muerto al instante.

    Un depredador sólo puede morir ante uno mayor.

    rapuma tres cazas perfectas equivalen a un gran depredador!



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    Clínica
    [Ginko, Akari]

    Akari afirmó —Seguramente ya están planeando como se organizarán los escuadrones. Tú valentía es muy grande, como médico la necesitas, nuestra vida está en juego, sólo debemos confiar en que nuestros aliados nos protejan mientras curamos a los heridos en el campo de batalla.

    Alguien mas entró a la clínica, un joven que sólo se sentó cerca de los médicos.

    A la clínica también ingresó Ujihisa, quien observó a los médicos presentes y suspiró —Veo mucho miedo en sus miradas —dijo acercándose a Akari y Ginko, para después girarse al ver al número de médicos presentes para esa guerra, eran pocos los médicos de Shizuoka, cinco en total; sumando a Akari, Ginko y Ujihisa serían sólo ocho —Ocho médicos para una guerra de esta magnitud es un suicidio, moriremos todos, pues somos el blanco más fácil para el enemigo. Los que no tengan el valor, es momento de correr.

    Las palabras de Ujihisa hicieron que los médicos presentes comenzaran a temblar, Ujihisa se sentó sin mayor temor, sólo decidió esperar a un lado de los rehenes aun atados, los miró, después miró a Ginko —¿Acaban de despertar? Vaya, seguro los torturaste con las agujas.

    —Agradezco su ayuda—mencionó Fuji hacia Ginko bajando la mirada, pues no se quejaría del dolor de las agujas siendo que ese proceso ayudó a salir de la parálisis.

    —Aquel hombre tiene razón—dijo Hashimoto, el otro rehén junto a Fuji —Son muy pocos médicos para una guerra; y Aichi no se moverá para ayudar a Shizuoka. El señor Murakami, señor feudal de Aichi no avanzará a ayudarlo —dijo analizando la situación.

    —Su líder es alguien cerrado, lleno de aliados que no moverían un dedo por él debido a su comportamiento; como tampoco lo harían por Kato Harima —mencionó el joven que entró hace un tiempo, se levantó y sonrió a los presentes. —Mi señor, Azai no Takami, recuerden ese nombre desde lo más profundo de su ser, pues Nagano ha traído a treinta médicos, los cuales estamos dispuestos a entregar nuestras vidas — dijo con orgullo y llevó su mano al pecho — Yo soy Satoshi, líder de los treinta médicos que hemos venido de Nagano a ayudar a la gente de Shizuoka, no por Nagato, sino por mi señor Minamoto Takeda.
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    Puerto
    [Clan Fujiwara]

    Kirara escuchó el nombre de Tadashi y sus ojos se abrieron por completo, su mirada de dolor se convirtió en furia, mientras que Shinko dio un paso hacia atrás, Kirara lo detuvo con fuerza del brazo.

    —No vamos a huir Shinko; ese hombre ya nos arrebató demasiado —dijo con fuerza —Lo mataremos, haremos que el desgraciado desee su muerte, cortaré cada fibra de él, lo haré sufrir el dolor que tú has tenido que cargar en silencio; le haré arrepentirse de lo que hizo con cada uno de los miembros del clan, se irá de este mundo viendo nuestros rostros, de pie, a su lado. Tomaré así su cabeza y la colgaré el el árbol mas alto para que los cuervos puedan alimentarse de ella —miró a Riku —Seré la líder que debo ser; tomaré la vida de nuestros enemigos en el instante que estén frente a mi, no vacilaré, no dejaré a nadie con vida, todos caerán a mis pies. Porque no permitiré que se burlen más de nuestro clan, arrancaré las sonrisas degeneradas, perforaré los ojos de desdén. Nadie más va a burlarse de mi y de mi familia.

    La mirada de Kirara estaba envuelta en odio. Riku se alejó de allí mientras Kirara y Shinko avanzaban hacia la casa feudal.




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    Herbolaria
    [Riku; Masamune]

    Masamune esperaba a Riku, había conseguido el carbón necesario. Riku rápidamente elaboró los antídotos para la bufotoxina, ambos lo ingirieron, el efecto pasaría, sus cuerpos volverían a la normalidad pronto.
    Monpoke
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    Calles de Shizuoka
    [Kenzaburo]

    Llegó a la ciudad arrastrando a aquel oso junto a Makoto e Izamu, sin un razguño, sin ningún rasgo de miedo o cansancio. Los soldados lo miraron con respeto y admiración. Kenzaburo estaba ganando reputación con sus acciones y cúmulo de experiencia, era a un hombre al cual seguirían sin ningún problema en el campo de batallas.






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    Casa feudal/salón
    [Clan Minamoto; Clan Asakura; Clan Arima; Clan Azai; Clan Tao; Clan Fujiwara]


    Rengo sonrió ante Kuroki —No se me va a caer, no soy tan descuidado como tú —dijo llevando a shi a cintillo — Puedes cuidar de Noroi por mi, ahora con shi podré protegerlos mejor; sólo esta vez, pues shi no es mi pertenencia, es de mi amigo —dijo mirando a Kato en esa última oración, una mirada de odio, nada característica en el joven. Algo en esa katana le daba el valor para enfrentarse de ese modo a Kato, o simplemente era la seguridad de estar rodeado de las personas que mas quería proteger. Pero esa mirada intensa fue interrumpida por Yuzuki.

    "Rengo"

    La voz de Yuzuki lo hizo suavizar de nuevo su mirada para voltear hacia ella y recargarse ligeramente en su hombro mientras la veía hacia arriba con un cariño intenso, la mirada de ella enfocada en Kato, era la mirada de una madre cuidando a su hijo, defendiéndolo de frente sin temor alguno—Siempre lo has estado— mencionó con seguridad —cuidaré de ti, me encargaré de que siempre estés feliz; no importa a quien deba enfrentarme —la abrazó con cariño. Ahora se sentía más libre, aunque sentía inseguridades, pues Yuzuki se notaba un poco más protectora de lo normal y eso le preocupaba, indicaba que su corazón estaba lastimado de algún modo; pero no preguntaría, él sabía lo difícil que era cargar con penas de esa índole. Miró a Kuroki sin separarse de Yuzuki, el también a un lado de Misato, quien lo cuidaba también como una madre — Somos afortunados de tenerlas.





    En el salón de audiencias se fueron reuniendo los líderes de cada clan; Kojiro entró junto a un hombre que desconocían, era su padre: Sasaki Jinrai, regente de Iwata, ciudad de Shizuoka. Comandaba la flota de Shizuoka.

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    Ukita entró a un lado de Takeda quien regresaba al salón junto con Shinrin.

    Yin entró a un lado de Zeng; Satou se abalanzó ante Kuroki al verlo con bien, revisando sus heridas recientes, iba a regañarlo pero se contuvo —Ya eres un hombre; te lo dije en Nagoya y lo vuelvo a decir, y un hombre se hace responsable de sus decisiones —dijo acomodando su nuevo kimono color negro —Pero un padre no puede dejar de cuidar y preocuparse por su hijo —dijo colocando gentilmente sus manos en sus hombros, pues recordaba aquel día en que su pueblo fue atacado; ese pequeño Kuroki no era el mismo del joven que ahora tenía frente a él —Creces a una velocidad que no puedo alcanzar, y lo has hecho tu solo; estamos muy orgullosos de ti —dijo refiriéndose no sólo a él sino también a su querida esposa.

    Nagato también entró al salón de audiencias, se veía mas molesto que él día anterior, ante eso Takano talló sus párpados con molestia, pues hoy no le tendría paciencia, hoy era un día decisivo en el que no aceptaría ninguna rabieta de un señor impertinente. Abrió los ojos encontrándose con Hideyoshi a lo lejos de la habitación, confiaba en él, sabía que si perdía el control ante Nagato, Hideyoshi podría controlar la situación.

    Rei Asakura también ingresó, era el futuro líder del clan Asakura, aun era joven por lo que Hinata lo acompañaba junto a Gon, primos de Rei; los cuales al ver a Kato fruncieron el ceño, Hinata apretó los puños y Rei la sujetó del antebrazo para dedicarle una mirada serena.

    Takumi entró al final junto con Tetsuo; su mirada era de odio dedicado tanto a Nagato como a Kato; después sonrió sarcásticamente, colocándose a un lado de Takeda —Nagano responde a los Minamoto —mencionó ante Takeda quien lo recibió con una reverencia.

    —Su apoyo será compensado —dijo Takeda mientras esperaba a que todos se acomodaran.

    Kirara fue la última en entrar en compañía de Shinko, su mirada demostraba un odio sin precedentes, uno que no iba dirigido a ninguno de los presentes, algo que aquellos enterados en la muerte de Taiyo entendería. Shinko se mostraba mas temeroso. Kirara entregó un papel ante Takano —Por estos números perdí a un gran hombre, exijo que sean utilizados.

    —Dedicaremos nuestra victoria en su honor —mencionó Takano leyendo las últimas palabras de Taiyo.

    Mientras Takano leía, Kenzaburo entraba para acudir a un lado de Takeda. También Shiori ingresó junto a Sanada, quien le explicó que el joven Tsuna se encontraba en reposo debido a un entrenamiento muy fuerte, en el cual su cuerpo no resistió y cayó inconsciente, por esa razón, Nagato se encontraba de pésimo humor.



    Takano comenzó a hablar de los números que tenían tanto el bando enemigo como el suyo.


    • 82 (infantería) 63 (flota)

    • 135 (infantería) 45 (caballería) 25 (artillería) 40 (flota) 5 (herreros) 5 (médicos)

    • 179 (infantería) 34 (caballería) 52 (artillería) 100 (flota) 1(médico) 2(herreros)

    • 200 (infantería) 200 (caballería) 150 (artillería) 30 (médicos) 20 (herreros)

    • 80 (infantería) 45 (caballería) 25 (artillería)

    • 50 (caballería)



    • 170 (infantería) 175 (caballería) 50 (artilleros) 5 (médicos)

    • 125 (infantería) 95 (caballería) 15 (Artilleros) 10 (medicos) 5 (herreros)

    • 50 (artillería)

    • 35 (infantería) 110 (caballería)

    • 86 (infantería) 250 (flota)

    • 365 (infantería) 145 (caballería) 60 (artillería)



    • Soldados= 1,568

    • Soldados= 1,751


    —Estamos en desventaja numérica; por lo que debemos considerar en poder tomar la mayor cantidad de enemigos para que peleen a nuestro favor —mencionó Zeng

    —La victoria y la derrota dependen de la fuerza pasajera de las circunstancias. La deshonra se evita por una sencilla vía: la muerte — mencionó con firmeza Nagato, quien estaba dispuesto a morir por la causa.

    —Entrar a la fuerza en un lugar y morir peleando. De esa manera no hay deshonra. El tiempo se te acabará si te pones a pensar en lo que tienes que hacer. Mientras piensas cosas tales como qué cantidad de hombres tiene el enemigo el tiempo sigue avanzando y terminas por abandonarlo. Yo atacaré de frente, sin correr —mencionó Kirara —Tengo una venganza que cumplir.

    —Con eso descartamos a Nagato y a Kirara como generales; si este muere perderemos —mencionó Tetsuo haciendo que Nagato lo mirara con furia, pues sabía que Tetsuo trataba de inclinar el favoritismo como general hacia su padre.

    —Concuerdo; no necesitamos el impulso en el General, sino la estrategia. En cambio, ambos serán comandantes de un escuadrón —aclaró Takano mientras la mayoría afirmaba —Del mismo modo será Kenzaburo, Kojiro, Takumi, Kato, Zeng, Takeda, Hinata, Jinrai, Ukita y yo.

    —Tus hijos carecen de educación alguna— mencionó Nagato ante Kato al ver como Takano respondía sin respeto y como Rengo seguía colgado del brazo de Yuzuki en una audiencia militar —Tan rústicos y ferales, están más cerca a un animal que a un hombre.

    Kato no respondió. Takano tronó su cuello. En cambio, hizo reír a Rengo —Es una grosería y una estupidez despreciar por rústicas las tradiciones de nuestra región natal, dejarse someter por las costumbres de otro lugar y pensar en renunciar a las propias— señaló a Nagato con el mango de shi —Imitar el estilo de los demás es pura hipocresía.

    Tetsuo y Takami sonrieron ante el comentario, pero Takami miró hacia Nagato desafiante —Concuerdo en algo con usted señor Arima; quien es un hombre de verdad no piensa en la victoria ni la derrota, simplemente se arroja de frente a una muerte no pensada; ese es la senda bushi dijo para después mirar a Takano —Pero si todos fuéramos así, no quedará ningún hombre de pie al siguiente día; necesitamos personas no sólo aguerridas, sino también pensantes. Es por ello que hay clasificaciones, es por eso que entre el caos hay orden.

    Nagato bufó —Lo entiendo; cedo mi posición como General en esta guerra—miró a Rengo y lo señaló —Hablar así de otra persona es exclusivo de soldados rasos de última categoría. Es una vulgaridad

    —Usted es la clase de persona que quema los pergaminos porque no entendió su contenido ¿Verdad?— Se mofó Rengo, demostrando que Nagato no representaba nada para alguien quien no se regía por las etiquetas.

    Nagato estaba a punto de explotar, pero esta vez fue Takeda quien habló con la serenidad que acostumbraba —Si tiene algo que decir a los míos, dígamelo a mi después de esta guerra; no permitiré que sigamos perdiendo el tiempo en asuntos tan nimios como los que usted frecuenta resaltar.

    Takami volvió a sonreír satisfecho. Jinrai el padre de Kojiro miró a Nagato —Mi señor; la flota de Shizuoka estará lista en mar, he hablado con el señor Ukita con quien he planeado coordinar los movimientos marítimos —mencionó con la idea de evitar mas descontento ante su señor.

    Nagato miró Jinrai— Muy bien—mencionó para después dirigirse ante Takeda —Tendrás que responder por muchas cosas, niño.

    Los presentes se tensaron, Takano parecía estar preparado para desatar sus puños pero Takeda sonrió y lo detuvo —Calma— dijo ante Takano, para después dirigirse a Nagato —Podemos exhibir nuestro arrojo o nuestra cobardía con una sola oración —miró a Takano —Yo seré el General.

    —Ponerte en esa posición te hará aun mas vulnerable —mencionó Takumi preocupado por aquella sugerencia.

    Takeda afirmó —Y es por eso que debo ser yo; no dejaré que alguien mas sea el objetivo final de los Taira, he sido moderado todo este tiempo; pero si algo se hace con moderación constantemente puede ser juzgado después como insuficiente.

    Kato lo miró —¿Podrás ser decisivo en el momento justo? ¿Tomarás a Genji y harás lo correcto sin dudar en ningún instante? —lo cuestionó con fuerza —¿Tomarás la vida de alguien que se arrepiente a tus pies? ¿Dejarás familias sin padres?—Pausó— De eso se trata ser un verdadero líder. Cada acción que hagas a favor de los tuyos desencadena otra acción negativa ante tus detractores. Serás odiado por muchos al tomar la posición de General. Si crees que ahora eres atacado constantemente, no entiendes lo que verdaderamente espera detrás del verdadero camino de líder. No es victoria y amor; es destrucción y odio. No serás el héroe de aquellos a los que oprimes con tus acciones, debes matar para que tus objetivos se cumplan, debes ser cruel con tu enemigo y aquellos inocentes quienes aun los siguen. Eso es ser decisivo. Eso es ser un líder.

    Todos miraron hacia Takeda mientras este se mantenía en su lugar sin ningún miedo en su mirada —Una katana mantiene otra en su saya —Con esa frase tan simple, definía su convicción. Mantendría desenfundada su katana para evitar que otros lo hicieran por él.

    —Si antes de cada acción pudiéramos prever todas las consecuencias, nos pondríamos a pensar en ellas seriamente —mencionó Kato mirando a Takano— Primero en las consecuencias inmediatas, después en las probables, mas tarde en las posibles, luego en las imaginables —afirmó ante Takano para después volver la vista a Takeda—Si hacemos eso como líderes, no llegaremos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Si decides tomar el verdadero camino de líder; ya no podrás detenerte, no habrá descanso jamás, hasta el día de tu muerte.

    Takeda afirmó, miró a los presentes — Lo haré. Seguiré mi camino, el propio. Sin ninguna intervención de moral, pues creo en la benevolencia como un poder mayor. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo de forma equilibrada y uniforme; por todos los días del futuro que deseo lograr, incluyendo aquellos en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo— pausó mientras pensaba en aquellos que ya no estaban mas con ellos — A eso llamo inmortalidad.

    —Era mas joven de lo que tú eres ahora cuando dirigí mi primera guerra. Lideré a mis hombres directamente a una masacre. Los vi morir uno a uno frente a mi. Cometí todos los errores y sentí la vergüenza crecer en mi y aun hoy me mantiene despierto por las noches. El saber que la historia tienes sus ojos en mi —mencionó Takami ante Takeda —Los ojos de todo Japón están puestos sobre nosotros los señores de cada Prefectura; pero con esta guerra, todos recaerán en ti.

    La presión de las palabras crecía.

    —Te insultarán, serás repudiado; un niño no puede con ese peso; sólo un verdadero hombre —agregó Nagato.

    —Eso soy—afirmó Takeda —Después de este día lo entenderá.

    —Te diré lo que desearía haber sabido cuando era joven y soñaba con grandeza, no tienes ningún control en quien vive, quien muere y quien cuenta tu historia —La voz de Kato era firme, pues estaba dejando atrás su liderazgo como señor de Kanagawa en manos de Takeda y debía cerciorarse que era lo correcto, porque su experiencia no le permitía volver a cometer errores.

    —Puedo ser obligado a vivir sin felicidad —mencionó Takeda con segurirdad —pero nunca sin honor.

    Takami, Nagato y Kato afirmaron ante Takeda —Sé que puedes ganar, sé que la grandeza está en ti —mencionó Takami

    —Pero recuerda de ahora en adelante, la historia tiene sus ojos en ti— culminó Kato, haciendo una reverencia ante Takeda, seguido de Takumi e incluso Nagato.

    Takeda afirmó —Si puedo evitar que un corazón sufra, no viviré en vano; Si puedo aliviar el dolor de una vida, no viviré en vano; si puedo sanar una herida, no viviré en vano; si puedo crear un sitio seguro para todo aquel que se encuentre perdido, no viviré en vano. Ese es mi objetivo como líder de mi tierra; y con esa convicción iniciaremos estas batallas; porque si no hay justicia para el pueblo, no existirá la paz para el Imperio.

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    rapuma

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    Kenzaburo

    Su pecho creció de orgullo al ser testigo de primera fila al escuchar las palabras del joven Minamoto, el cual abandonaba su nido y comenzaba a volar, desplegando sus alas con fuerza, logrando de ese modo poder abarcar todo Japón. Cada soldado sabía que su comandante estaba ahí, al mando de todos ellos, pero con todos ellos, no por encima, no sobre ellos. Y Kenzaburo sentía, con su mayor enemigo apenas a unas millas de distancia al mando de un inmenso ejército, que su mejor carta para salir con vida de todo aquello era seguir al detalle las instrucciones de aquel general que tantos aciertos había dado a los Minamoto; Takano Harima.

    —Así se hará, así se combatirá. —dijo con aplomo a las palabras sobre que él mismo debía de ser un general que liderara las tropas. —Juro por mi sangre que dispondré de las tropas y las haré maniobrar bajo mi mando. Aunque nos vayamos todos al infierno.

    Observó a todos los presentes, dando especial atención a las presencias de Kuroki, de Rengo portando a shi, y al resto que había acudido en un momento tan crítico como lo era la última planificación para desplegar las tropas en el terreno de guerra próximo. Kenzaburo examinaba las siluetas de los Minamotos y aliados: Hideyoshi, reflexivo e inteligente; Misato; leal y valiente; Yuzuki, fuerza bruta y decisión disciplinadas hasta sus últimas consecuencias; Kuroki, siempre intentando hacer valer que los shinobis eran tan o más valientes que los samuráis. Alli estaban todos. Todos bravos, firmes, preparados, pero eran pocos. Necesitaban más hombres. El enemigo los superaba en números, pero... ¿Los superaba también en moral? Debía de estar seguro que la moral se insufle en todo momento.

    —Hemos sobrevivido a la crueldad de los Taira, a las flechas de la traición, a su crueldad sin límites. Hemos soportado sentimientos que hubieran acabado con cualquier individuo, con cualquier ejército militar. Si ahora debemos enfrentarnos contra ese enemigo que siempre fue la sombra de la muerte, lo haremos. Y sobreviviremos como hemos hecho siempre, o les haremos tanto daño mientras nos matan que pasaremos a los anales de sus historiadores que no podrán trasgredir la verdad. ¡Muerte o victoria! —Kenzaburo habló con tanta fuerza y sentimiento que su voz se extendió por toda la sala. —¡Los samuráis no conocen otro camino! ¡Nuestro destino, nos guste o no, está unido a nuestro mayor enemigo! ¡Hasta el infierno! ¡Hasta el infierno! ¡Hasta el infierno!

    Solo Takeda, de entre todos ellos, sabía que hasta allí mismo, hasta ese lugar, tendría como general en jefe de sus tropas, liderarlos. Y hasta allí todos estaban dispuestos a seguirle
     
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    Monpoke

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    (En un algún momento antes de la guerra)

    Fujiwara no Riku

    "Kirara". Me dirijo a ella en calma, comprimiendo mis sentimientos de este día. Desmontando control ante la llegada de lo inevitable, el inicio de la guerra.

    "Ser un líder no debe significar solo repartir amenazas, jurando eliminar a quien se nos cruce". La miro a los ojos, temiendo por la resultados traídos por su imprudencia. "Somos fuertes, si alguien quiere burlarse que lo haga. Podemos resistirlo, podemos hacer más que simplemente estallar".

    "Las voces pueden ser toleradas e ignoradas. No vivas pensando que se ríen a nuestras espaldas, que todo aquel nos mirara en burla. Solo dejarlo morir por si solo y mira hacía el frente, que toda opinión se puede revertir, ".

    "Enfócate en quienes nos lastimen, en aquellos que dañan más halla de la palabra. De quienes cometan una acción irreversible". La miro a los ojos, esperando que el significado de mis palabras le lleguen.

    "Aún si es por nosotros". Aprieto los dientes, ensanchando luego la boca para gritar. "¡No creas te dejaremos ir sola! Quedarnos atrás mirando..." .

    Lo entiendo, soy débil. Debo ser protegido...

    "La venganza es solitaria, no deseo repartas muerte o sufrimiento. Que no somos sanguinarios que disfrutan esas cosas aún si es hacía un enemigo".

    "La justicia la llevaremos acabo entre todos. Llegado el momento, solo corta la cabeza. Y Fin".

    Aprieto lo puños y bajo la cabeza. "Solo... Ten calma. Se certera, precisa... apunta al momento de debilidad, actúa cuando las posibilidades esten a favor".

    "Tener al enemigo en frente no lo hace vulnerable". Vuelvo a mirarla. "No hagamos aquello de lo cual nos arrepintamos, a un en la muerte, tenemos prohíbo partir solos".

    "Lo sabes, no estás sola". La abrazo por unos segundos. "Compartimos todo, incluso aquello que nos lástima".

    "Por ello, seré egoísta". Me alejo de ella, acomodando mis ojos en un rápido movimiento. "Si significa cuidar que no exageres en está guerra, me pondré en peligro"

    "Seré un comandante". Declaró esa desición, aquella que no consulte con ella. "Porque esa es mí lealtad. No abandonaré a nadie aún si signifique morir".

    Le sonrió, una sonrisa pesada que esconde pesados sentimientos. "Y se que tu tampoco lo harás, por ello tomo esta desición". No serás imprudente si uno de los tuyos está en constante peligro, apuesto a eso.

    Cuidemos mutuamente. Cómo debe de ser.
     
    Última edición: 27 Junio 2021
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Nunca sabría si la actitud de Rengo hacia Kato estaba respaldada por tener ahora a Shi con él o por estar en nuestra presencia, por tener gente en la que confiaba, pero al recordar que no nos dimos cuenta nunca de lo que pasaba con él casi me decanté por la primera. Aún así luego de que le hablara, allí entre en él y Kato, no tardé mucho en sentir su peso al recargarse en mi hombro. Los gestos se me suavizaron ligeramente y tomé aire despacio, tratando de apaciguarme.

    Siempre lo has estado.

    No, mi niño, no siempre, pero ahora vamos a cambiar eso.

    Su abrazo me obligó a destensar los gestos por completo para envolverlo entre mis brazos también, lo presioné con algo de fuerza y froté sus hombros. Kato tendría que ver quién le hacía caso con eso de dejar los sentimentalismos de lado, porque claramente no iba a ser yo por mucho que insistiera en ello. Rengo seguía diciendo que iba a cuidarme y ya no vi por dónde negárselo, así que solo me callé, aunque eso de ver que estuviera feliz era toda una misión viendo dónde estábamos y la guerra que teníamos ya encima.

    Más personas no tardaron en reunirse en el salón, cada líder, cada cabeza de clan, y me mantuve al margen todavía con Rengo aferrado a mí en plena audiencia militar. Era, si se quiere, el tronco al que podía aferrarse en semejante situación, ahora también con el impertinente de Nagato presente, que para variar se veía incluso más molesto que el día anterior. Aún así no pasé por alto lo de Tsuna, el muchacho había caído inconsciente, así que eso explicaba el malgenio de Nagato.

    Inhalé con cierta fuerza, tratando de prepararme de antemano para todo lo que iba a decir y me mantuve firme en mi lugar. Takano habló de los números, Nagato y Kirara quedaron descartados como generales por obvias razones y se asignaron varios comandantes, el mismo Takano entre ellos, además de su padre.

    Bufé al escuchar que Nagato decía que los hijos de Kato carecían de educación, podía no faltarle razón incluso en eso de que estaban más cerca de un animal que de nada más, porque no eran solo ellos. Todos los que habíamos nacido en Kamakura carecíamos de ella, éramos desafiantes, temperamentales o insubordinados a secas a ojos del resto de la gente, pero eso no desacreditaba nuestra fuerza y nuestra lealtad hacia quien correspondía.

    Rengo respondió y aunque quise contenerlo una sonrisa que rozó la arrogancia se me formó en los labios, con el brazo libre volví a alcanzar su cabello, dedicándole una única caricia liviana. Podía responderle muchas cosas a Nagato, sobre todo luego de que señalara al menor y soltara lo de que era una vulgaridad hablar de esa manera, pero no teníamos tiempo para las sandeces de siempre de Arima, aunque las respuestas de Rengo solo seguían ampliándome la sonrisa que no venía al caso en esa situación.

    De cualquier manera Takeda intervino, así que me centré de nuevas cuentas, escuchándolo hablar y sentí el orgullo crecerme en el pecho, que sí, que ponerlo como General era doblar el peligro que corría, pero a la vez entendía que era el lugar que le correspondía y del resto de nosotros dependía protegerlo, impedir que llegaran a él. Aún sin moverme de mi lugar alcé la voz prácticamente después de Kenzaburo y Riku al declararse comandante.

    —Nuestra lealtad está con nuestro señor, nuestra sangre, nuestra fuerza y todo lo que somos le pertenece tanto como nos pertenece a nosotros mismos. No estamos aquí por deudas de honor, ni siquiera porque nos criaron para servir a los Minamoto, ya no. Estamos aquí porque Takeda, porque nuestro señor, es nuestra familia y nunca podríamos hacer otra cosa que pelear a su lado hasta el último aliento.

    Con cuidado liberé mi brazo del agarre de Rengo, le dediqué una caricia en la mejilla y una sonrisa antes de repasar a todos los presentes con la vista.

    —La sangre que brota de nosotros es la que liberará a los demás, a nuestras familias, nuestros padres, madres y hermanos, los hijos e hijas, a cada niño perdido que ha llegado a nosotros. Será la nuestra y no la suya, esa es nuestra función, incluso si nos condenamos a no conocer la paz y la tranquilidad el resto de nuestras vidas. Porque no se trata de nosotros, se trata de los que quedan atrás. —Desaté un trozo de tela de mi muñeca para poder atarme el cabello en un coleta alta, el flequillo blanco quedó en el frente, enmarcándome el rostro—. Incluso si debemos acabar con más vidas para lograrlo, después, cuando la historia sea contada no permitiré que nadie manche el nombre de mi señor, quien creía en la benevolencia y en el amor incluso en estas condiciones. Mi familia lucha por una nación que pueda encontrar respuestas en algo más que el más terrible de los miedos y la muerte. Mi padre luchaba por una nación así y por ello llevaré a cada uno de los espíritus de mi clan al campo conmigo, a cada perro de guerra, y los que luchen conmigo deberán confiar en la fuerza de los que fuimos entrenados como animales.

    Solté una risa por la nariz, viendo que el asunto me había servido para aferrarme a las palabras de Nagato.

    —Indómita y emocional, pero increíblemente poderosa, porque para los soldados siempre han existido motivadores más fuertes que el terror. —Rengo quería cuidarme, pero no había manera de que pudiera sacarme del campo de guerra, había nacido para eso. Para luchar en nombre de los hombres de mi clan, en nombre de mis hermanas, y asegurarles poder vivir con una calma que yo no vería nunca posiblemente. Hice una reverencia hacia Takeda, el único que la recibiría de todos los presentes en ese salón y le dediqué una sonrisa—. Serviré como su comandante junto a los demás, mi señor.
     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    —Asi como como has escuchado Kuroki, Kenzo y yo sostuvimos una batalla infernal contra Masaki, pero gracias a los dioses y a una gran guerrera obtuvimos la victoria—Explique con mucha calma—se quien es Rengo y todo el duro recorrido que tránsito desde su niñez.

    Todos estaban en el salón de audiencias, salvo por algunas obvias ausencias...Matsuda y Kyoko ambos continuaron siguiendo el rastro de Shino, con la mayoría presente el grupo de reconocimiento dio los números de las tropas enemigas; desgraciadamente contaban con un gran número de soldados provenientes de distintas zonas.

    Mi atención permanecía en la mirada de la lider Fujiwara, aun en cierta distancia podía percibir un instinto asesino y sed de venganza...debíamos ganar para corresponde al sacrificio de Taiyo. Mi atención se desvió entonces a nuestro líder, Takeda; con gran determinación asumía su puesto de general cargando sobre sus hombros las esperanzas de un nuevo y mejor Japón.

    Estaba feliz de dar con algo más que rumores, había retomado la katana con el fin de encontrar al supuesto líder de un clan extinto, lo había encontrado en Nara. Sonreí mientras en mis manos aún conservaba aquella moneda recibida por ayudar a un viajero, sin imaginar que conseguiría más de lo esperado...el clan de las flores estaba por renacer y la victoria en Shizuoka sería el principio del fin para el dominio Taira.

    Permanecí en silencio, asimilando lo que sería ver por segunda vez una batalla campal, sabía que tampoco sería la más joven, Kuroki era aún más joven y vería lo que vi a mis 17 veranos.

    Debía rezar por la salvación de todos y por nuestra victoria, no sabiamos si veríamos nuestro último amanecer.

    Amelie de antemano aviso que no podré estar activo hasta el miércoles :( lo digo por si la guerra va estar muy activa en dos días y así de alguna forma dejas de lado a Misato
     
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    Slam

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    Escuchó las palabras de Akari y lo primero que dijo su tío al ingresar. Igual ya estaba decidido y no se acobardaría por el hecho de que lo pudieran atacar, lo que temía era que sus habilidades médicas no estuvieran a la altura y su tío se lo recordaba. Había hechos sufrir a esos pacientes por ser un principiante con la acupuntura, pero quizás la guerra fuera el contexto extremo que sacara lo mejor de él y sus técnicas, si salía vivo claro está.

    Hizo una reverencia a la mujer que le agradecía por haberla curado y luego escuchó hablar al viejo, parecía que no tendrían la ayuda de su señor. No obstante, el otro sujeto que había entrado traía buenas noticias, todo Nagano los apoyaba y habían enviado treinta médicos que darían su vida en la guerra. Lo más sorprendente fue que mencionara que lo harían por Takeda, ese hombre estaba lleno de amigos dispuestos a ayudarlo, realmente tenía pasta de líder.
     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada
    Me disculpo si el post no queda como normalmente hago, la lap se me fregó y andar en móvil no es agradable.
    No evité reír por la respuesta de Rengo, si, tal vez era descuidado aún.

    Al final escuché la respuesta de Misato y no evité sorprenderme, sin duda alguna parecía que habían sucedido muchas cosas en mi ausencia también, esperaba vivir para entonces, no... todos lo haremos, tiene que ser, me daba tristeza que no hubiese podido hacer más en Nagoya.

    Rengo se le veía muy decidido y cómodo pues las palabras que utilizaba era algo que jamás había expresado antes, no me opuse ante el tema de Noroi y le dejé estar mientras el resto llegaba...
    —Somos afortunados de tener una familia... Ren—. Dije ante el comentario de Rengo, para proceder a sentarme ahí donde me encontraba junto a Misato.

    Poco a poco los demás clanes fueron arribando, al ver eso, saqué la pequeña tabla que Kenpo me había regalado, el objeto que me permitía atravesar la segunda muralla de Nagoya sin coste alguno, dejé que todos se fueran presentando, incapaz de reparar en la presencia de alguien más pues estaba absorto en mis pensamientos aunque estaba pendiente con las palabras que se intercambiaban.

    En algún momento, mi padre me vió y yo no evité voltearlo a ver, al sentir su abrazo no evité corresponder con fuerza, realmente conmovido para acto seguido escucharlo, por lo que una gran sonrisa de alegría y orgullo no tardó en plasmarse en mi rostro.
    —Y no me arrepiento de nada papá, es este camino el que quise elegir desde aquél día... ahora lucho por una mejor nación, y escucharte hablar me llena de dicha. Pero es hora de que logré más, no pararé hasta ser el guerrero que he jurado ser—. Respondí para volver a abrazarlo con fuerza, para poco después la audiencia iniciase...

    Habían comentarios de todo tipo y decidí pasar de largo, aunque en momentos me sorprendía que existiese mucha puyas, por un momento temí que la parte de alianza era algo vago, tuve que contener un par de risas por los comentarios de Rengo, aunque al final, escuchar a Takeda y como pese a los instantes turbios que habían por ser el General de una guerra, el líder Minamoto supo cómo responder con certeza a todos, estaba hecho y los mayores líderes, hasta incluyendo a Kato terminaron por reverenciar ante Takeda.

    Kenzaburo y otros comenzaron a hablar, yo no evité sonreír a ojos cerrados mientras guardaba la tablilla y dejé que todos hablaran, al menos de los pocos que pude darme cuenta que estaban presentes ya que por ejemplo, aún no reparaba en la ausencia de Masuyo.
    —Se que soy un desconocido para la gran mayoría de ustedes, pero últimamente he pasado por una serie de desafíos y experiencias de los que me han terminado de formar como guerrero... y como persona—. Dije a ojos cerrados y con una sonrisa confiada, para después alzar mi vista con unos ojos indudablemente distintos, unos que ya no habían miedo ni duda, solo convicción.
    >>Podré ser un niño, pero ahora soy alguien que está preparado para esto, este es el rumbo que decidí tomar, y una guerra no me va a detener... tengo un saldo pendiente con los Taira... ¡Y será hoy que parte de esa deuda se saldara! Pero no solo es un asunto personal, si no que también esta batalla, determinará el inicio del fin del clan Taira. Así que es por Japón, es por las miles de comunidades que sufren por este clan tan tiranico que sé, luchar por la causa de los Minamoto es lo correcto, que es lo que Japón necesita... Así que, maestro, Takano, si me lo permiten, déjeme ser otro de sus Comandantes en esta guerra, antes puede que tuviese dudas al respecto, pero ahora... estos días que estuve ausente, fue el tiempo preciso que necesité para saber que puedo con esto. Si quiero terminar de ser el guerrero que quiero ser... tengo que afrontar esto también—. Dije con decisión férrea, genuinamente quería el puesto si se me permitía, y tal como expresé, el miedo y la duda no me estaban molestando en lo absoluto.
     
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    Bruno TDF

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    Togashi
    Casa de Armamento --> Salón de audiencias (Casa Feudal)

    Se despidió del comerciante con la promesa de volver a verse después de la guerra. Pese a que no vendió el cuchillo por el precio que había puesto, al menos obtuvo una oportunidad de negocio en la casa de armamento de Shizuoka, ya que ahora estaban dispuestos a comprar sus sables e inclusive patrocinarlo; eso sería bueno para su futuro si sobrevivía a la batalla.

    Al salir de la casa de armamento, pudo notar movimiento en dirección a la Casa Feudal. Togashi decidió sumarse a las personas que se dirigían al lugar y estuvo presente en el salón durante la audiencia, un poco oculto por la cantidad de personas presentes. Entre otras cosas pudo notar a Kuroki, el chico destacaba mucho debido al color de su cabello. Sintió alivio de verlo a salvo, pero más se alegró de saber que volvería a luchar junto a los Minamoto; pese a que su último encuentro no termino de la mejor manera en Kamakura, se había preocupado un poco con él cuando supo que se había marchado. Su amigo, Rengo, también estaba allí.

    Escuchó todo lo que los demás tuvieron para decir. En el medio fantaseó con la idea de lanzar un bloque de acero hacia el pie de Nagato para que cerrara el hocico un rato. No le había bastado con la humillación, aquel hombre iba a ser gala de su imbecilidad hasta el último aliento. Por suerte, Takeda estuvo en todo momento a la altura de las circunstancias, sin caer en las provocaciones y mostrando firmeza. Hoy, más que nunca, sacaba a relucir su madera de líder. Sonrió para sus adentros, agradecido por ofrecer su cuerpo y espíritu a semejante hombre.

    Dio un paso al frente en cuanto sus camaradas del clan terminaron de hablar.

    Creo en la justicia de Takeda y entregaré hasta la última gota de mi aliento en luchar por la causa de los Minamoto, en ayudar a extender esa justicia a todo el pueblo japonés. Me acogieron cuando era un fantasma, un vagabundo débil de cuerpo y espíritu, confiaron en mi fuerza... Cualquier Taira me hubiera matado por considerarme inútil....

    >>Con los Minamoto y los suyos hemos viajado bajo un mismo objetivo, me ayudaron a volver a crecer y creer, en su filosofía vi lo que las personas de esta nación necesitan. La flor resistirá hasta a la más hambrienta de las mariposas. Triunfaremos. Todos.


    >>Seré también comandante en esta batalla —afirmó con fuerza en su voz.
     
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    John Whitelocke

    John Whitelocke Usuario popular

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    Soga no Hideyoshi 曽我秀吉

    Casa feudal (salón)


    Los grandes señores del clan Minamoto y aliados a la causa, ya sea por convicción o circunstancias políticas, estaban reunidos en un mismo espacio con los preparativos finales para la guerra. La tensión y la adrenalina eran como un manjar apropiado al momento vivido. En eso sus oídos se afinaron, era un ruido monótono pero incremental. Molesto, chirriante.

    "Maldita sea, está por granizar con fuerza", pensó.

    Las palabras se sucedieron. Burlas, declaraciones de odio y venganza, palabras de aliento y discursos motivacionales. Lo común en la antesala del combate. Takano lo miró, entendió lo que le decía con la mirada. Se había vuelto cercano a él, era el único con el que probablemente Takano había hecho algún tipo de conexión al jugar al shogi, y últimamente le había dado buenos resultados (modestia a un lado). No querría fallarle a la confianza depositada en su persona.

    Cruzó miradas con varios. Con Kirara, con quien había compartido espacio durante la tortura a Murai. En ese entonces apreció el alma indómita, pero algo impulsiva de la muchacha de los Fujiwara. "Esa ferocidad, sin embargo, servirá en el campo de batalla".

    Cuando Takeda habló, habló como un hombre maduro. Cruzó una mirada con él, y le sonrió. La distancia que habían tomado era verdadera, pero aún seguía estimándolo en demasía. Su falta de juicio para tomar buenas decisiones en el pasado quizás ya eran cosas justamente del pasado, y Hideyoshi estaba una nueva versión de Takeda Minamoto.

    Kuroki, Riku, Yuzuki y Togashi se ofrecieron como comandantes. Kenzaburo había sido designado con antelación por Takano.

    "Kenzo: ideal para la vanguardia. En la vanguardia se necesita su ferocidad y hervor. Yuzuki: muy pasional cuando se trata de Takano quien está en el medio, pero confío en que sabrá tomar decisiones adecuadas. Tiene una cuota de frialdad. Todo depende del escuadrón que le toque. Riku: podría comandar mejor una taberna o plantación de sake que un escuadrón armado, pero los Fujiwara confían en él. Espero que sea yo el que esté equivocado al juzgarlo. Togashi: ha demostrado su aptitud. Es alguien sereno y leal. No me ha impresionado su agudeza mental pero sí su compromiso y sobriedad. Ojalá mi sueño haya sido solo un sueño. Espero que vuelva con vida y con una gran actuación en el campo de batalla. Kuroki: el joven que me golpeó. No lo conozco tanto como para decir mucho sobre él, pero sí puedo afirmar que tiene agallas, y que también tiene la entereza suficiente como para disculparse. Una persona así es capaz de tomar la decisión más arriesgada y valiente, pero también de retractarse si hace falta. Le daré mi voto de confianza", analizó a todos.

    Hideyoshi no se presentó como comandante. Confiaba en las designaciones de Takano. Casi de repente, se acordó de su contacto, cuando la envió en busca de su antiguo maestro. Se lamentó al sentir que no había logrado encontrarlo, o quizás sí, pero no pudo hacerlo a tiempo como para él regresara, o quizás sí, quizás recibió el mensaje a tiempo, pero decidió no venir.

    "Maestro, daré mi vida en este combate por el Japón que aspiro para nuestro futuro. Emplearé el kodachi nitō ryū para acabar con nuestros enemigos, y lo enorgulleceré... incluso aunque a usted ya no le importe", se lamentó.

    Cuando salió al patio luego de la audiencia, el granizo se confundía entre las gotas de lluvia. Y la lluvia se confundía entre unas intrépidas y disimuladas lágrimas que cayeron de uno de sus párpados. No sabía por qué lloraba. Quizás porque sabía que luego de esta batalla morirían muchos, muchos de los que estimaba. Quizás porque moriría él sin reencontrarse con su sensei. Quizás...

    "No hay tiempo para esto", se dijo, y frunció el ceño.
     
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