Hakkenden [Drabble] Shattered

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Este es un fanfic basado en la canción Shattered, de la banda Trading Yesterday. Si gustan, les recomiendo leerlo con la música de fondo bc ugh <3

Hamaji permanecía de pie junto a la puerta, inmovilizada, mientras oía los gritos y el llanto. El revuelo era grande; el frío helado, aún más. Sus ojos no podían separarse de Kaname, de su silueta encorvada sobre el suelo. No podía prestar atención a sus amigos llamando su nombre. No podía mitigar el doloroso vacío que comenzaba a apoderarse de su pecho. La realidad se le deslizaba como arena entre los dedos y Hamaji, aún, incluso allí, se aferraba a los recuerdos.

De una noche de primavera recordaba el destello cálido de las velas. Ella le preguntó si sentía soledad. Kaname, tan sereno y sonriente como siempre, respondió que sí. Hamaji lo observó, sintiendo el pulso de la curiosidad, pues ansiaba descubrir qué escondía su tenaz máscara de tranquilidad. Kaname, siempre tan amable, siempre tan suave, a sus ojos se asemejaba a un impoluto, frágil y delicado muñeco. Por más egoísta que fuera, Hamaji quería desentrañar sus misterios. Quería ver una faceta suya desconocida para el resto del mundo. ¿Eso era aún curiosidad? ¿O algo más?

Pero allí estaba, de pie junto a la puerta, cumpliendo su deseo. No podía quitar los ojos de Kaname, su silueta encorvada sobre el suelo, sosteniendo el cuerpo inerte de su pequeño zorro. El charco de sangre crecía a cada segundo, manchando el impoluto, frágil y delicado uniforme de Kaname. Pero a él parecía no importarle. Había perdido su tranquilidad, su amabilidad y su sonrisa. Había perdido todo lo que Hamaji conocía. El Kaname que lloraba y gritaba frente a sus ojos la asustó, la inmovilizó, la vació.

¿Era esto lo que ella había ansiado?

La única solución de la curiosidad es que resulta infinita. Pero Hamaji, cuando finalmente impactó contra la realidad, apretó los dientes y todo su cuerpo se estremeció lleno de impotencia, de dolor, de furia. ¿Cómo demonios había sido capaz de desear eso? El llanto de Kaname perforaba sus oídos y le resultaba insoportable. Quería abrazarlo, quería calmar su desesperación, pero se daba asco. Demasiado sucia y rota para él.

Huyó. Una vez más, ignoró a sus amigos llamando su nombre y corrió fuera de la habitación, fuera de la mansión. Llegó al jardín trasero, boqueando y llorando, y tiró de su cabello con ambas manos, tapando sus oídos, de rodillas sobre el césped. Ni siquiera allí afuera era capaz de escapar. Aún lo oía, aún lo veía. Y dolía, dolía tanto.

—Lo siento. Lo siento, Kaname. Lo siento, lo siento, lo siento.