1.  
    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

    Sagitario
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    #selfie
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    3484
    Uff, no puedo creerlo, finalmente terminé de escribir el primer capitulo… ¡finalmente, me animé a hacer un fanfic original!

    Bueno, la historia básicamente gira en torno a una muchacha adicta a las selfies, instagram, hashtags… a las redes sociales, bah, y que trata de llegar a la fama mediante las redes y haciendo conexiones con otros que sean populares. Es más interesante de lo que suena, ¡lo juro! Soy muy mala para hacer resúmenes XD De modo que dejaré que juzguen ustedes mismos… adelante, espero lo disfruten :3



    Capitulo 1: #PrimerDíaDeClases


    El primer día de clases siempre es el más odiado por los alumnos. No importa si se trata de la primaria, secundaria, universidad, o un seminario para gente mayor de edad que no tiene nada mejor que hacer con sus vidas. El principio siempre se aplica; suena la alarma y el alumno ya está insultando internamente a la institución, a los docentes y a todos sus familiares por la hora a la que hay que despertar.

    El primer día de clases siempre es el peor, pero Nina Morgan cree poder sobrevivirlo.

    Nina es una joven de diecinueve años de extraordinaria belleza; cabello rubio largo y brillante, fino y sedoso como el terciopelo, suave y elegante, una cabellera digna de una princesa inglesa. Ojos color miel, llenos de esperanza, curiosidad y una chispa de vanidad. Piel tostada, producto de varios días de verano bajo el sol en bikini, tomando color para lucir un tono de piel bronceada que quedaba increíble con la ropa que había comprado para el día de hoy. Altura un poco debajo de la promedio, pero delgada, bien delgada, como debía ser una mujer bonita… sin mencionar con buen busto y buen trasero, algo que quería agradecer a la genética por el resto de su vida.

    Ya despierta, mojada y desnuda frente al espejo de su baño, recién salida de la ducha, se miró por unos dos minutos antes de tapar su desnudez con una toalla color crema y salir de allí. Ya tenía el atuendo del día listo sobre la cama; era hora de montar el show.

    Un vestido corto de verano, parte de una colección exclusiva de un diseñador italiano famosísimo que su padre había sido capaz de adquirir en el verano, y que desde que lo vio Nina supo que sería perfecto para este día. No tenía mangas, pero sí un escote humilde, no tan revelador sino dejando un poco más a la imaginación, como se debía hacer siempre en el primer día. Era color verde turquesa, con una raya horizontal gris clara a tres cuartos del vestido, que terminaba un tanto más arriba de las rodillas. A esto se agregaba un cinturón de un verde más clásico en el medio, mientras que en los pies calzaba unas sandalias gladiadoras que había comprado en Paris en su última visita.

    Terminada la ropa, era hora de moverse hacia el maquillaje. Planchita y buclera… en breve, su cabello se acomodó en sus rulos normales, quitando todo rastro del plano que obtenía recién salida de la ducha. Ojos, pestañas, uñas, base… estaba tan acostumbrada a este trabajo que tardó mucho menos de lo que uno esperaría.

    Se miró en el espejo por última vez antes de abandonar el baño, siguiendo el grito de llamado de su padre. Tomó su cartera (verde esmeralda, con unas piedras plateadas que hacían juego con el resto del atuendo), arrojó dentro un cuaderno y el cargador de su celular, y finalmente salió de su habitación.

    La cocina estaba abarrotada de comida. A pesar de que sólo tres personas comían, siempre había comida como para alimentar a un grupo familiar compuesto por unas siete u ocho personas. Su padre vivía bajo el lema de “mejor que sobre y no que falte”, y el desayuno no era ninguna excepción a esta regla.

    David Morgan, el padre en cuestión, ya se encontraba sentado en la mesa, bajando su segunda taza de café, el combustible que lo motivaba a llevar adelante el día. Ser el dueño de una gigantesca cadena de hoteles, después de todo, no era una tarea ligera, y las canas que comenzaban a asomarse en el cabello de este hombre en sus cuarenta años eran prueba irrefutable de ello.

    —¿Algo interesante en las noticias? —preguntó Nina, tomando asiento junto a su padre (quien revisaba las novedades del día en su iPad) y agarrando una frutilla con una mano.

    —Buenos días a ti también —replicó él con sarcasmo presente en cada sílaba de la frase, apartando la vista del aparato—. Nada en especial… ¿qué tal estás por tu primer día? ¿Nerviosa?

    —¿Yo? ¿Nerviosa? Jamás —respondió la joven, sacando su celular y dedicándose a sacarle foto a la abundante comida.

    —Es hora de comer, no de fotografiar —intervino David, tapando la cámara del teléfono con su mano derecha—. Estoy seguro de que la buena gente de Facebook puede esperar a que hayas comido tu desayuno.

    —Papá, Facebook pasó de moda hace rato… era para Instagram —suspiró la joven, como si lo que decía era algo tan obvio como la tabla del dos. Se llevó la frutilla a los labios y le dio un buen bocado, dejando sólo las hojas detrás—. Mmm, están muy buenas. Oh, por cierto, ¿dónde está Alisha?

    Alisha Downing era la novia de su padre; una joven de unos veintiséis años, bastante más joven que él, y tan atractiva que si Nina no fuese tan bonita y segura de sí misma se sentiría inferior simplemente estando parada a su lado.

    Aunque la diferencia de edad podía hacer a uno dudar, Alisha no era una cazafortunas que estaba con su padre simplemente por su dinero (de hecho, Nina tenía entendido que la familia Downing era incluso más ricos que ellos), tenía genuino afecto por David y esa era la razón por la que la mujer le caía bien. Además, era una diseñadora, y siempre era buena idea tener una diseñadora en la familia… ¿pase gratis a desfiles y descuentos en ciertas marcas de ropa? ¿Qué más podía pedir una chica?

    —Oh, ya debo irme si quiero llegar a tiempo a mi primera clase —recordó Nina, tomando una manzana para el camino ante la mirada de “no-comiste-nada-jovencita” que le lanzó su padre—. Te veré por la tarde.

    —Hasta luego —saludó él, mientras su pequeña se alejaba, y una vez estuvo fuera de vista, agregó por lo bajo—. Suerte… la necesitarás.


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    La limusina negra llegó a un alto una vez se encontró frente a un edificio alto y blanco al que ingresaban cientos de personas a la vez; Nina los veía a través del vidrio de la limusina, sudando al rayo del sol, bajando de buses y trenes repletos de gente cual si fueran ganado. Que desafortunados eran algunos.

    —¿Y ahora qué, señorita Nina? —preguntó Roy, su leal chofer y confidente, desde el asiento delantero del carruaje.

    —Ahora comienza el plan, por supuesto —explicó la rubia, usando la cámara delantera del celular como una suerte de espejo para revisar su aspecto una vez más—. En mi primera clase me sentaré junto a Sara Kahn –estamos en la misma, me aseguré de ello– y luego ella me presentará a su hermano, miembro de Delta Lions, la fraternidad más popular de la universidad —se aplicó lápiz labial en los labios mientras hablaba, mirándose en su improvisado espejo—. Desde allí, es sencillo; mi popularidad se lanzará por las nubes y pronto seré la reina de la facultad.

    —Tenga cuidado, señorita Nina —le advirtió Roy, preocupado por ella—. Las niñas de secundaria son mujeres de universidad ahora, no será tan fácil… he oído que las reinas de universidad suelen terminar como Maria Antonieta.

    —Pues entonces me aseguraré de que no sea mi cabeza la que termine bajo una guillotina —replicó Nina con simpleza, sacándose una autofoto (o selfie, como la denominaba ella y todo aquel que no hubiese estado viviendo bajo una roca los últimos años) apenas terminó de hablar. Había salido espectacular; la universidad de fondo detrás del vidrio y todo. Hizo una nota mental de subirla a la red más tarde—. Nos veremos por la tarde, Roy.

    El hombre asintió y se bajó de su asiento adelante para abrirle la puerta a la joven para la que trabajaba. Ella descendió con la gracia de una princesa europea, tomó su cartera y se colocó unos anteojos de sol para proteger su vista de los potentes rayos del mismo. Se apartó el pelo de la cara mientras cruzaba la calle, un pie delante del otro, captando la atención de más de un peatón que veía a esta diosa de la belleza cruzar la calle como si el mundo estuviera rendido a sus pies.


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    Una de las ventajas de llegar temprano a la clase era la cantidad de asientos vacíos, lo cual significaba que uno podía sentarse en cualquier parte; sin embargo, la desventaja constaba en que no había mucha más gente, y Nina no estaba muy segura de donde debía ubicarse.

    En la última fila había un muchacho con un abrigo grande verde, durmiendo contra la pared y roncando sonoramente, de modo que inmediatamente decidió ubicarse lejos de aquel individuo y ponerse más hacia el frente, que se encontraba completamente vacío, tomando asiento en la cuarta fila, bien a la derecha, contra la ventana.

    El aula no tenía nada de particular; era larga, contando con alrededor de treinta filas de asientos azules que poseían un banco verde delante, grande para abarcar a toda la fila y servir de escritorio cómodamente para los alumnos. Había un pizarrón negro detrás del escritorio del profesor, tan vacío como la mayoría de los otros, y unas tizas blancas idénticas alineadas sobre dicho escritorio.

    Sin más con lo que entretenerse, Nina se dedicó a revisar las redes sociales que poseía en su teléfono, además de subir la selfie anterior, la cual comenzó a recibir “likes” y comentarios positivos casi automáticamente. Nina se sentía bastante orgullosa de poseer novecientos seguidores en Instagram, bueno en realidad novecientos ochenta y tres si queremos ser específicos, era todo un logro en su mente. Su meta a corto plazo era llegar a mil seguidores, y estaba segura de que en esta universidad su popularidad repuntaría como nunca; sólo tenía que ser inteligente, y apegarse a su plan.

    En cuanto el reloj marcó las nueve en punto, el aula comenzó a llenarse de alumnos que ingresaban apresuradamente para encontrar un lugar donde sentarse. Inmediatamente, Nina dejó su celular sobre el banco y comenzó a revisar su cartera, sacando su cuaderno y echando miradas de soslayo a la puerta cada tanto esperando…

    —Oh, no puede ser, olvidé traer un bolígrafo —dejó escapar la rubia, en shock ante esta revelación. Se volvió hacia la muchacha que acababa de entrar al aula, que se hacía camino hacia los asientos del fondo—. Perdón, ¿de casualidad no tendrás una extra que prestarme?

    —Creo que sí, déjame bus… ¿Nina? —la reconoció entonces la joven, abriendo los ojos grandes de la sorpresa.

    —¿Hm? ¡Oh, Sara! ¡No te había reconocido! —Nina se puso de pie con una amplia sonrisa y le dio un beso en el cachete a la muchacha a modo de saludo, además de darle un pequeño abrazo.

    Sara Kahn podía ser una parte del plan, pero no por ello era menos amiga de Nina; era una muchacha agradable, a la que le gustaba la moda también, y se conocían de hace tiempo. Asistieron al mismo colegio durante la primaria, y eran buenas amigas, hasta que Nina debió cambiarse a otra escuela en el primer año del secundario. No siguieron mucho en contacto en esa época, pero ya más adolescentes a veces se cruzaban en alguna que otra fiesta.

    Nina Morgan siempre había sido la niña bonita de la escuela, pero Sara había sido una revelación; una niñita flacucha y bajita, era tierna de pequeña, pero no atractiva en su temprana adolescencia. Cerca de los diecisiete, sin embargo, empezó a florecer; ahora ante ella se encontraba una muchacha un poco más alta que ella, de cabello negro, liso y delicado como la seda (que hoy en día llevaba corto hasta los hombros), ojos oscuros y un busto prominente que era ocultado por un abrigo marrón que se encontraba cerrada, a pesar del intenso calor. Era una joven hermosa, la pubertad le había hecho justicia, sin duda alguna.

    —Ni yo a ti —rió Sara. Nina se corrió al asiento de al lado y Sara tomó el lugar a su lado—. Es bueno ver un rostro familiar, no conozco a nadie aquí… no sabía que ibas a estudiar Psicología aquí.

    —Bueno, fue una decisión de último momento, un impulso… no me tentaba ninguna carrera en verdad, pero decidí probar suerte aquí —respondió Nina, sonriente. Sara sonrió en respuesta, comprendiendo el sentimiento.

    En realidad no era una mentira eso. Bueno, una mentira a medias. A Nina Morgan nunca la tentó ninguna carrera universitaria, sino la vida de modelo; la fama, el dinero, las cámaras y los desfiles. Esa era la vida que quería, pero era un mundo competitivo y lleno de aspirantes. No cualquiera llegaba a cumplir ese sueño tan codiciado por tantas hermosas mujeres; pero Nina era especial, y sabía que su carrera en Psicología era el primer paso hacia ese fantástico sueño.

    —Me encantan tu vestido, por cierto —comentó la otra joven, admirándolo. Podía darse cuenta que se trataba de una colección exclusiva; cualquier mujer con dos dedos de frente podría.

    —Gracias. A mí tus zapatos —dijo la rubia en respuesta, señalando el calzado de la otra—. ¿Jimmy Choo?

    —Buen ojo —asintió Sara, sonriente, sacándose su abrigo para revelar una remerita blanca de Prada, simple pero con estilo, y que hacía juego con la falda que tenía puesta.

    Nina iba a hacer un comentario positivo sobre esa remera, pero llegó la profesora y se tuvieron que llamar al silencio por un rato hasta que procedieron a charlar en murmullos.


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    —Bueno, oficialmente sobrevivimos al primer día de universidad —exclamó Nina con felicidad, abandonando el aula con una sonrisa de satisfacción.

    —Habla por ti, yo aún tengo clases por la tarde —se quejó Sara, avanzando tras ella.

    Las clases de la mañana habían finalizado, y los estudiantes estaban desesperados por abandonar las aulas, ya fuese por el hambre, el estrés, o simplemente tenían mil cosas que hacer mejores que permanecer ahí más tiempo del estrictamente necesario.

    —¿Quieres ir por algo de almorzar? —propuso la rubia—. Hay un lugar a un par de cuadras de aquí que es muy bueno…

    —Oh, lo siento, pero no puedo… voy a ir a almorzar con mi hermano —se lamentó Sara—. Ya tenemos reserva y todo…

    Nina parpadeó. No esperaba el rechazo, pero de repente esto fue una oportunidad; necesitaba al hermano de Sara, al cual no conocía tanto pero ella sería su conexión… quizás ya pudiese avanzar aún más en tan sólo su primer día de universidad.

    —No hay problema, nos veremos más tarde —repuso la joven con un asentimiento.

    —De acuerdo, hasta luego —sonrió la morocha, volviéndose hacia la calle.

    Alzó la mano y el taxi que venía por la carretera con un cartel de “Libre” frenó gradualmente hasta que se detuvo junto a ella. Sara avanzó hasta el mismo y abrió la puerta, metiéndose y partiendo hacia un destino desconocido. Nina se dio media vuelta, sacó su celular y llamó a alguien inmediatamente mientras caminaba.

    —Roy, necesito que me averigües donde van a almorzar los hermanos Kahn hoy, cuanto antes mejor —informó a la persona del otro lado del teléfono.


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    El restaurante que había escogido Sara para comer junto con su hermano se trataba de nada más ni nada menos que de un pequeño pero lujoso lugar llamado “Anissa”. Era amplio, bien iluminado, y las paredes eran de ladrillo a la vista, lo cual le daba un look un tanto hogareño que encajaba muy bien con el agradable ambiente.

    Una serie de mesas se encontraban allí, y en una de ellas, cerca de la recepción, se encontraba sentada Sara Kahn, que acababa de llegar y se encontraba revisando un menú. Nina la encontró enseguida con la mirada; la rubia se encontraba mirando desde la entrada, esperando que la muchacha que se encargaba de recibir a la gente en la puerta apareciera e hiciese su trabajo.

    Sara no se encontraba sola. Había dos jóvenes sentados junto a ella, un morocho y un castaño. El joven de cabello negro azabache era, a todas luces, su hermano… el parecido entre ambos era innegable. El mismo color de cabello, los mismos ojos, la misma nariz… claro que, hasta ahí llegaban las similitudes; Charlie Kahn, hermano dos años mayor de Sara, era un muchacho atractivo y para nada femenino. Tenía una cintura delgada, buenos hombros y brazos bien formados, y una sonrisa cautivadora como ninguna otra. Nina recordaba tener un pequeño enamoramiento por él cuando era una niña de primaria, hace un millón de años, pero nunca se había siquiera animado a aproximarse al muchacho.

    El otro, el de cabello castaño oscuro, era un completo extraño para ella, no lo había visto en su vida. Lo cual era una lástima, porque, para ser sinceros, estaba buenísimo. A su lado, Charlie parecía otro del montón; sus ojos eran de un azul eléctrico, destellaban energía, era delgado pero con buena contextura física, y rasgos faciales que parecían tallados por los mismos ángeles. Rió de algo que el otro muchacho dijo y Nina creyó que se iba a desmayar; ¿de dónde había salido este extraño y por qué no podía dejar de mirar su hermoso rostro?

    —¿Señorita? —la voz de la recepcionista la regresó a la realidad.

    —Oh, ah, claro —balbuceó, volviéndose hacia ella—. Hice un pedido por teléfono, una ensalada para llevar, a nombre de “Nina Morgan”. Estoy aquí para retirarlo.

    —Ah sí, un momento por favor, iré a avisar en la cocina —dijo ella antes de desaparecer por entre las mesas.

    Aprovechando que se encontraba sola ahora, Nina avanzó desde ahí y se acercó a la mesa donde Sara y estos dos muchachos terminaban de hacerle su pedido a la camarera.

    —Ey, Sara, no sabía que comerías aquí —saludó Nina, parándose junto a ellos.

    —Ni yo sabía que me seguirías aquí —replicó Sara a modo de broma, alzando una ceja ante su súbita aparición.

    —Ya quisieras… hice un pedido, estoy aquí para retirarlo —rió la rubia—. Intenté almorzar en la cafetería de la universidad, pero es desagradable la comida, huele mal y juraría que vi una rata detrás del mostrador.

    Sara rió y luego se dio cuenta que los otros dos la estaban mirando desconcertados. Asintió con la cabeza y se volvió a ellos.

    —¿Recuerdas a mi hermano? Charlie, ésta es Nina Morgan, amiga de la primaria… y ahora compañera de universidad —presentó ella, señalando al morocho como su hermano.

    —Recuerdo bien… ¿cómo estás, Charlie?

    —Sufriendo del agonizante regreso a clases, como todos —respondió él—. Salvo eso, todo en órden.

    —¿Y a mí no me presentarás, Sari? —intervino el joven desconocido.

    —No —respondió con simpleza ella, apartando la mirada del joven, como si su sola existencia fuera repulsiva.

    Sin embargo, él sólo rió y alzó la mirada para enfocar sus orbes azules en los ojos de la recién llegada; no podía apartar la mirada de esos ojos, como si estuviese hipnotizada. Tras unos segundos de silencio, habló.

    —Mi nombre es Matt Sommers —dijo él, y la pronunciación de ese nombre fue como una descarga eléctrica repentina.

    No, no había sido la pronunciación del nombre.

    Pasaron muchas cosas al mismo tiempo. La mujer de la entrada se dirigía hacia ella, cargando la ensalada que había ordenado en una bolsa de papel. Al mismo tiempo, llegaba la camarera con los platillos para los tres que se encontraban sentados. Ansioso por agarrar su plato, Charlie giró la mano y volcó accidentalmente su vaso de agua, que mojó el vestido de Nina, ese fue el shock que sintió originalmente.

    Pero no terminó ahí; la camarera se distrajo por la caída de la copa y chocó con la rubia, cayendo ambas al suelo estrepitosamente, y un montón de comida salió despedida por los aires. La gravedad, esa despiadada perra, decidió dejar caer todo sobre la indefensa Nina, que se vio cubierta enseguida de salsas, fideos y pedazos de carne.

    El golpe contra el suelo con la cabeza había sido fuerte… Nina veía todo borroso, sabía que estaba perdiendo el conocimiento, pero alcanzó a ver que la mujer que cargaba su ensalada había sacado su celular… ¿acaso… lo había grabado todo? ¿Había quedado grabada en video esta humillante catástrofe? No logró articular ni una sílaba de protesta; perdió el conocimiento antes de poder asimilar lo horrible que podía ser si aquel video salía a la luz…



    Continuara...
     
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    Kai

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    Tengo sentimientos contradictorios con esto Nami xD

    Antes que nada me alegro que te animaras a un Original, yo bien que me animé, allí anda...por abandonados.

    En fin. Me ha gustado tu narración y descripción. Ha sido...linda. ¿Sabes a qué se me hace esto? A un librp juvenil, y quizás por eso espero con ansias que no sea predescible. Por que no mentiré diciendo que de esto no lo había leído antes.

    ¿Por qué precisamente Psicología? Como estudiante de la carrera no pude evitar sentirme ofendida y avergonzada por Nina, por que mas alejado de la verdad no está. Muchos/as que considera la carrera sencilla pero la cumplen con mediocridad están en mi Universidad, y es triste muy triste que todo ahora sea mediocre. Por que hay mucha gente como Nina y debo decir que la chica, como personaje y ahora, la detesto. Un punto a favor de no ser plana, pero sí odiable a estas alturas.

    Espero madure considerablemente pero no...pendejamente. Como por arte de magia.

    Lamento de antemano si mi comentario se siente ácido. Pero no puedo alabar algo que no me agradó. No a mal, espero me entiendas. Es un mal agrado (?) bueno si lo vemos en que he sentido algo y deseo que la chica progrese. Y por favooooor! La Universidad no es como la pintan por ahí :( Que no se vuelva un cliché.

    En fin. Saludos.
     
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    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    Vengo a leer porque me había llamado la atención desde que lo promocionaste en tu estado.
    No soy muy dado a las comedias románticas juveniles y presiento que este fic me costará algo de trabajo seguirlo. No está mal escrito, me gusta la estructura, la limpieza de los párrafos y la ortografía es casi excelente (no busqué errores aunque sí noté que por ahí decía "órden"). Lo que no me llama mucho la atención hasta ahora es la propuesta, pero tengo que ver cómo avanza, ya que has dicho que es mucho más compleja que el resumen que diste al inicio.
    Otra cosa es que la personalidad de todos los personajes hasta ahora me choca un poco (un mucho), ni qué decir de la protagonista, es la clase de mujer que detesto xd pero por supuesto, no es un punto que le reste valor o calidad a la obra, simplemente es mi perspectiva, espero aguantarla, jaja.

    Lo mejor del fic sin duda es que la historia está girando alrededor de un personaje pre-construido. Las descripciones nos conducen por caminos ya trazados de una protagonista que se nota que has meditado con anticipación y que está sumamente completa, no se va armando conforme pasa el relato y por eso nos da la sensación de que no es en lo absoluto un personaje plano. Podría apostar lo que sea a que primero has imaginado a Nina, después se te ocurrió la historia.

    En fin, espero estar por aquí para las próximas publicaciones, saludos.
     
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    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

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    ¡Finalmente, capitulo 2 listo! ¡Creí que nunca terminaría!

    Mi principal problema escribiendo esta continuación fue que es básicamente un capitulo de relleno… es para establecer un poco los personajes, el lugar donde se centrará la historia, las parejas que interactuarán a lo largo de la misma… y es un capitulo necesario, pero a la vez tedioso de escribir. Pero finalmente lo logré… espero el resultado final sea de su agrado :3

    Y algo que quería decir, porque no lo aclaré antes… esta no es una historia donde la protagonista es una heroína, donde lo que hace puede ser considerado como el bien… de hecho, la idea es que el lector odie a Nina en un principio, para poder admirar el progreso que hace su personaje con el tiempo. Creanme cuando digo que será un largo camino por el que cruzará esta joven tan superficial…

    Bueno, pero basta de cháchara… ¡hora de la lectura!



    Capitulo 2: #LaGuaridaDeLosLeones


    Cuando sus ojos se abrieron, lo primero que divisó Nina fueron un par de orbes azules que la observaban desde arriba con una mezcla de intriga y preocupación. Tardó unos segundos en recobrarse plenamente, pero cuando lo hizo, la muchacha se dio cuenta que esos ojos pertenecían a un chico. Un chico que estaba demasiado cerca.

    Se sentó sobre la cama donde se encontraba recostada de un salto tan brusco que no lo dio un cabezazo al chico de milagro; gracias a sus buenos reflejos, él se apartó justo a tiempo. Esperen, ¿una cama? ¿En qué momento había llegado a una cama? Su último recuerdo era en el restaurante… ¿dónde rayos se encontraba?

    —¿Dónde estoy? ¿Quién eres? ¿Acaso me secuestraste? —escupió una pregunta atrás de la otra, nerviosa pero intentando sonar firme.

    El joven iba a abrir la boca para hablar, pero entonces la puerta se abrió de repente y con una brusquedad que por un momento pareció que se iba a salir.

    Ingresó un segundo hombre, el cual era notoriamente más grande que el presente. No grande en cuanto a la altura (de hecho, parados uno al lado del otro, el recién llegado era un poco más bajo), sino en cuanto a tamaño; éste muchacho era bastante más musculoso, con una amplia y bien desarrollada espalda, así como grandes bíceps que amenazaban con hacer estallar la remera blanca que llevaba puesta. Tenía cabello castaño claro, prolijo y no muy largo, que hacía juego con un par de ojos almendrados que la estudiaban de arriba abajo.

    Y detrás de él, ingresó finalmente un rostro que ella reconocía: Charlie Kahn, nervioso y apurado en alcanzar al que abrió la puerta, se paró al lado del chico de ojos almendra y miró a Nina con preocupación. Entonces, ella volteó hacia el primer joven, el que estaba cuando despertó, y se dio cuenta… era el del restaurante, ¿cómo era su nombre? No lo recordaba…

    —¿Crees que se haya hecho un daño grave? —preguntó el musculoso, totalmente serio—. Dijeron que fue un golpe fuerte, ¿no deberíamos haberla llevado a un hospital? ¿Y si tiene amnesia? ¿Y si tiene un trauma cerebral grave y estamos perdiendo valioso tiempo mientras la vida se le escapa de las manos?

    Charlie puso los ojos en blanco como toda respuesta. El otro joven suspiró, acercándose a Nina para examinarla.

    —Eres un dramático —sentenció el de ojos azules, mirando de regreso al musculoso, luego volviendo a enfocarse en ella—. Nina, soy Matt, nos conocimos en el restaurante… ¿recuerdas lo que sucedió?

    —Recuerdo… —empezó a hablar, asintiendo con la cabeza; todo regresaba a ella ahora, rápidamente y todo a la vez—. Recuerdo que alguien me chocó… caí al suelo sobre mi cabeza…

    Oh, y había alguien filmando. Por Dios, ¡alguien había filmado esa humillante experiencia!

    Se apartó de ellos y se sentó en la orilla de la cama, poniéndose de pie de un salto ágilmente. Los tres chicos parecían sorprendidos ante la súbita acción, y compartieron miradas preocupadas.

    —¿Estás segura de que estás bien? ¿Quieres un poco de agua? —le ofreció Charlie, pero ella apenas si pareció escucharlo.

    Pasándolos olímpicamente por alto, la muchacha de rubia cabellera se dirigió hacia la única salida de la habitación, cuya puerta seguía abierta, y procedió a usarla.

    Honestamente, ella no tenía ni idea de donde había despertado… y apenas si conocía a aquellos jóvenes. Sí, uno de ellos era el hermano de una amiga (bueno, conocida más que amiga, para ser francos), pero ello apenas si significaba algo… los tres eran completos extraños para ella y, ¿quién sabe? Podían ser secuestradores, o peor, violadores. Aún tenía pesadillas sobre aquel episodio de American Horror Story donde unos universitarios violaban a Madison (quien, por cierto, era una de sus ídolas), no quería ni pensar en esa posibilidad…

    Se detuvo tras un poco de andar; acababa de llegar al final de un corredor. La habitación había salido a un pasillo, a lo largo del cual había varias otras puertas que parecían llevar a otras habitaciones similares a la cual acababa de dejar atrás, y había dos extremos; uno terminaba en una pared, y en la otra punta comenzaba una escalera que iba hacia abajo, lo que quería decir que estaba en la planta superior de… donde sea que se encontrase.

    Pero ella había caminado sin mirar, perdida en sus pensamientos, y había terminado de frente a la pared, en vez de caminar hacia la escalera como cualquier persona normal. Y sólo se había detenido porque había notado un detalle en la pared que no podía pasar desapercibido.

    Alguien se había tomado el trabajo de hacer un graffiti en la pared que alguna vez fue puramente blanca. Un diseño realizado exclusivamente con un aerosol color negro, pues era el único color presente en el graffiti; se trataba de un león (bastante bien hecho, había que admitirlo), el cual se encontraba de costado y levantaba una garra amenazadora hacia la izquierda, dirección en la que se enfocaba. Debajo del león se presentaba una inscripción, dos palabras, y finalmente un gran círculo encerraba al animal junto con esas palabras, como si se tratase de un emblema o el escudo de algún equipo deportivo.

    Parpadeó varias veces. Las dos palabras eran “Delta Lions”. El mismo nombre que…

    Oh. Ya comprendía donde se encontraba. Todo estaba tan claro… Charlie Kahn estaba ahí porque… porque ésta era su casa… la casa donde convivía con sus “hermanos”, la casa de la fraternidad, la casa de los Delta Lions.

    —Creo que sí te aceptaré esa agua después de todo, Charlie —fue todo lo que pudo decir Nina en cuanto los otros jóvenes la alcanzaron.


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    —Y ese fue mi viaje a través de Europa. Bueno, de Europa Occidental, claro, aún no he visitado toda la parte este, pero creo que tendré la posibilidad el próximo verano —concluyó su relato Nina, haciendo una pausa para tomar agua—. Pero basta de mí, cuéntame un poco sobre ti…

    —Oh, ¿yo también puedo participar en la conversación? —preguntó Matt sarcásticamente—. Creí que sólo tú podías hablar, por como llevas contándome de tu viaje alrededor de… ¿cuánto tiempo? ¿Un siglo y medio?

    Nina arqueó una ceja; la mayoría de los hombres sólo asintían en silencio mientras ella hablaba, aprovechando como se metía en sus relatos para obtener un buen vistazo de su escote, pero este tal Matt parecía… ¿aburrido? Sí, ella había estado narrando su viaje del verano pasado sin pausa… ¿y qué?

    ¿Acaso había sido desconsiderado? Nunca se había tomado el tiempo de pensarlo…

    —Vale, vale, disculpa… aún sigo un poco en shock por el desmayo, me ayuda el hablar para recuperarme —se excusó ella, mordiendo el sandwich de jamón y queso (light, por supuesto) ante ella.

    Había aceptado el ofrecimiento del hermano de su amiga de un vaso de agua, pero bajo la justificación de que se había quedado sin almorzar por el desmayo, Charlie le ofreció algo de comer también. Sin embargo, el muchacho se retiró junto con el musculoso (a quien le presentaron como Tommy), y la dejaron sola con el misterioso joven del restaurante como compañía.

    La habían guiado escaleras abajo, a través una amplia sala de estar, y finalmente llegaron a la cocina. A decir verdad, la cocina era bastante ordinaria, y no muy grande; las paredes eran de un blanco igual al del resto de la casa, aunque había un par de manchas por ahí, probablemente producto de alguna comida que no salió como se esperaba. Un refrigerador plateado de dos puertas se alzaba al final de la cocina, contra una de las paredes, y a su lado, estratégicamente colocado, había un cesto de basura color crema.

    En el centro de la cocina había una isla de aluminio que servía como una suerte de mesada, sobre la cual se encontraba inclinada ahora Nina comiendo su sandwich y tomando su vaso de agua, mientras que Matt se encontraba recargado contra la pared opuesta al refrigerador, junto a un horno de cuatro hornallas que parecía ser bastante moderno, preguntándose que decir a continuación. Finalmente, se cansó de pensar que decir y decidió decirlo de todas formas.

    —¿No tienes clase por la tarde? —preguntó lo primero que surgió en su mente.

    —No… por fortuna, mis clases de este día fueron todas por la mañana —respondió ella, dándole el bocado final a su emparedado—. Bueno, tú ya sabes que estudio psicología… ¿qué hay de ti?

    —Abogacía —replicó él con sencillez—. Ya voy bastante avanzado… no es nada fácil, te lo aseguro, pero es lo que me gusta… ¿y a ti? ¿La psicología es lo que te apasiona?

    No podía mentir, realmente, no le apasionaba la psicología. La mayoría de la gente se apuntaba en una carrera universitaria porque era lo que le gustaba, pero la psicología no era eso para ella, estaba allí por mero interés social… un simple escalón en el camino a lo que ella quería, sonaba mal pensarlo siquiera así que por supuesto que no lo diría en voz alta, pero esa era la cruda verdad.

    —Eso creo… apenas si es mi primer día de clases, no puedo asegurar nada —dijo Nina, soltando una risita para disimular.

    —Ya veo… bueno, no quiero sonar malo, pero yo sí tengo clases por la tarde así que…

    —Oh, claro, saldré contigo —aceptó ella, luego se dio cuenta de lo que había dicho y deseó poder golpearse a sí misma en la cara—. No, digo, que saldré de esta casa contigo, al mismo tiempo que tú, no que saldré contigo de… salir conmigo… en el sentido de… ¿se entiende?

    —Tranquila, te entiendo… pero si quieres salir conmigo de salir conmigo, todo lo que tienes que hacer es pedirlo —le dijo él con una pequeña sonrisa de lado.

    —¿Algo como eso te ha funcionado alguna vez? —preguntó Nina, alzando una ceja ante lo dicho por él.

    —Te sorprenderías…

    —Huh… como sea, pasaré un momento al baño y enseguida me voy…

    Matt asintió y la guió hacia donde se encontraba el baño; donde terminaba la sala de estar, comenzaba un pequeño pasillo que contaba con dos puertas. La de la derecha era el baño, al cual Nina se apuró a entrar, mientras que la de la izquierda llevaba al exterior, por la cual Matt salió.

    Así es, la casa de la fraternidad contaba con un jardín trasero también. Uno bastante amplio, a decir verdad; una gran extensión de césped llevaba desde aquella puerta que conectaba con la casa hasta el final, varios metros al fondo, donde una serie de frondosos árboles ocultaban de la vista la cerca marrón que marcaba el límite del territorio de la casa. Desde allí, podía observarse también una piscina, colocada hacia la derecha y un par de metros alejada de la salida de la casa.

    La cual se encontraba en uso actualmente; cuatro jóvenes miembros de la fraternidad se encontraban en trajes de baño dentro del agua, enfrascados en un intenso juego de pelea. Charlie Kahn se encontraba sentado sobre los hombros del musculoso Tommy, mientras que un muchacho pelirrojo llevaba sobre sus hombros a un rubio con un tatuaje en su brazo izquierdo; los dos de arriba se agarraban e intentaban con todas sus fuerzas tirar al otro de regreso al agua. Había muchos gritos de por medio, por supuesto.

    —¡Charlie, por el amor de Dios, no te muevas tanto! —exclamaba Tommy, intentando encontrar su balance para no caerse.

    —¡Hago lo que puedo! —gritó su compañero como toda respuesta.

    —¡Kai, tiralo de una vez o vamos a perder otra vez! —bramó el pelirrojo, tratando de sostener al suyo.

    —¡Sigue hablando así Ryan y claro que perdere-

    No llegó a completar la oración; Charlie se movió demasiado y Tommy perdió su equilibrio, siendo finalmente empujados por el rubio y declarados los perdedores.

    Charlie emergió nuevamente a la superficie con rabia, mientras que los dos ganadores festejaban con alegría y presumían su victoria ante Tommy, y se encontró cara a cara con Matt, que lo miraba fijamente desde fuera del agua y ponía expresión de desaprobación.

    —¿Qué pasa ahora?

    —Tenemos clase… un concepto que quizás no recuerdes a esta altura, pero ya que estoy aquí, déjame refrescar tu pequeño cerebro —le espetó Matt, cruzándose de brazos—. Vamos a llegar tarde si no salimos ya para la clase del profesor Brown.

    Charlie apartó la mirada avergonzado; se había olvidado completamente de las clases de la tarde. A diferencia de Matt, no era tan responsable y su memoria no era muy buena para esas cosas, factores que el otro muchacho nunca dejaba de recordarle cada vez que podía para molestarlo.

    —Es el primer día, no creo que te pongan ausente… —lo defendió Ryan, el muchacho pelirrojo—. Vamos, quédate un rato más.

    —No, Matt tiene razón… tengo que ir —declaró Charlie, saliendo del agua.

    El joven de cabello castaño ignoró los gritos de “aguafiestas” que emergieron desde la pileta y le arrojó a su amigo de pelo negro una toalla. Luego de que se secara, ingresaron nuevamente a la casa, dejando atrás a los otros tres, que ahora se dedicaban a correr pequeñas carreras a lo largo de la piscina.

    —Ve a cambiarte y recoge tu mochila… no creo que el profesor te deje entrar a su clase si llevas puesto solamente un traje de baño —le indicó Matt.

    —Eso nunca lo sabes… —intervino Nina, quien acababa de salir del baño y ahora dejaba a Charlie ingresar para cambiarse—. Yo creo que si voy a clase con solamente una bikini puesta, el profesor no se quejará.

    —No creo que la bikini le quede tan bien como a ti —rió Matt, partiendo hacia la puerta—. Iré a parar un taxi mientras tanto, para ahorrar tiempo… luego de dejarnos en la universidad puedes seguir con el taxi directo hacia tu casa, Nina, te daremos dinero si necesitas…

    Nina aceptó el ofrecimiento y Matt se marchó por la puerta principal. Y allí quedó ella, sola en ese pasillito, mientras esperaba a que Charlie saliera ya cambiado del baño.

    Pensó un momento. ¿Cuál era el mejor prospecto de los “Delta Lions” para ser su interés romántico? Tras haber tenido acceso allí, ahora necesitaba seguir apareciendo allí para tener aún mejor status social, ¿y qué mejor forma que saliendo con uno de ellos?

    Sin duda, la respuesta a la pregunta era Charlie Kahn… era un buen chico y tenía una sonrisa adorable. Matt Sommers podía ser condenadamente atractivo, pero por lo poco que había conocido de él, era un poco sarcástico y demasiado aplicado a su universidad… según Nina, la facultad era un lugar para conocer gente y hacer apariciones sociales, no para estudiar duro; ¡¿qué tipo de chico de fraternidad hacía ese tipo de cosas?! Charlie (que por lo que había oído desde el baño quiso faltar a clases el primer día) era más de su estilo…

    Y hablando de Roma, el joven de cabello negro azabache dejó el baño ya completamente cambiado; lucía una remera blanca con un símbolo de la paz en el medio y unos jeans, un conjunto sencillo pero que le quedaba bien a la vez. Le sonrió en cuanto salió y tomó su mochila, la cual se encontraba en la sala de estar. Nina lo siguió.

    —Oye, Charlie… ven, ¿qué dices de una selfie? —propuso la rubia, sus ojos iluminándose; esta idea era perfecta. Se sacaría fotos con él, la subiría a las redes sociales, comenzarían rumores… era un plan infalible.

    —¿Eh?

    Antes de que supiera lo que sucedía, Nina ya tenía un brazo alrededor del muchacho y había sacado su celular; alzó el teléfono en el aire, la cámara apuntando a ellos, y sacó una foto (o mejor dicho, y como prefería llamar ella a ese tipo de fotografía, una selfie).

    Si bien lo agarró desprevenido, Charlie se dio cuenta rápidamente de lo que sucedía y llegó a sonreír a tiempo; el resultado final no estaba nada mal, ambos lucían bastante bien. Con el filtro y el efecto adecuado… la buena gente que la seguía en Instagram iban a adorar esta imágen.

    —¿Salió bien? —preguntó Charlie, pero antes de que pudiera contestar ella, el ruido de una puerta al abrirse interrumpió la conversación—. Tommy, vas a empapar la casa, ponte una toalla al menos…

    Era la puerta trasera; Tommy, el joven con músculos que podían desafiar al mismísimo Thor, acababa de ingresar y ahora en tres largos pasos se encontró frente a ellos, mirando al hombre en lugar de a la mujer. Seguía en traje de baño, y finas gotas se escurrían por todo su cuerpo, haciendo su camino hasta el suelo, que ahora contaba con varios pequeños charcos de agua allí por donde el joven había pasado.

    Pero no pareció importarle. Él simplemente miró a Charlie de arriba abajo, como si lo estuviera analizando por primera vez, y parecía ser que se había olvidado por el momento de que Nina existía y se encontraba en la misma habitación que ellos.

    —Esa es mi remera —dijo finalmente, frunciendo el ceño.

    —Me queda mucho mejor a mí —comentó el otro, una sonrisa de superioridad haciendo acto de presencia en su rostro en cuanto pronunció esa frase.

    Pero la sonrisa desapareció cuando Tommy dio un paso al frente, colocó sus manos alrededor del rostro de Charlie, y unió sus labios en un pasional beso que dejó a Nina congelada en su lugar, su boca literalmente abierta de la sorpresa ante tan… inesperada escena.

    Nina recordó vagamente un rumor que había oído de que dos de los “Delta Lions” salían juntos, pero no creyó… ¿así que era cierto?

    Cuando el beso llegó a su conclusión, ahora fue el turno de Tommy para sonreír como si fuese superior al otro muchacho.

    —Cuídala, es mi remera favorita —declaró antes de dar media vuelta y regresar al exterior, a donde lo esperaban en la piscina.

    No supo cuanto tiempo estuvo allí sin decir nada, o en que momento llegó Matt para anunciar que el taxi los estaba esperando, su cabeza daba vueltas y vueltas alrededor de la situación, tratando de buscarle un giro…

    Maldición, tendré que pensar en un plan B ahora” se dijo para sus adentros, frustrada.


    Continuara...
     
    Última edición: 15 Febrero 2015
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    Varios meses después he podido leer tranquila. Ciertamente quiero coger a Nina del brazo y arrojarla a esa piscina lol Que me alegra que el tiro le haya salido por la culata, eso sí. Fue raro leer Kai, lo admito xD Que me hizo creer que quizás tiene que ver con el Kai de TVD, no veo la serie, solo que tengo par de amigas muy fangirls con ello (@Alessandra , @Pierce.) Y eso, el capítulo ha sido ligero t de fácil lectura, lo cual me agrada :3 Me ha gustado que para ser de relleno no ha sido tedioso realmente.
    Saludos Nami, no te olvides de esto O:
     
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