Secreto prohibido [SakuHina]

Secreto prohibido [SakuHina]

Hagan omfg. YO traigo un Yuri :o

Autor: Kuroi Sakura.
Título: Secreto prohibido.
Pareja: Sakura x Hinata.
Summary: La falta de aire se hizo presente, haciéndoles separarse un momento. Un violento carmesí les esclarecía las mejillas a ambas, mientras que su respiración era considerablemente agitada.
Tipo: One-shot.
Clasificación: 15+
Advertencias: Yuri explícito, universo alterno.
Género: Yuri, romance.

Dedicado a: AlexA, MikA, Kaori y Miyazaki (amantes del yuri xD), CeciliA, Anne, Bethany, Hanari e Isa (que no estoy segura si les gusta el yuri, pero igual las pongo *---*).

Secreto prohibido.
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Le sonrió pícara y secretamente, provocándole un violento sonrojo extendido por todo el blanquecino porte. También le proporcionó el inicio de taquicardia; aquella sonrió victoriosamente.

Paseó la mirada verdosa por la sala, intentando ocultar sus verdaderas intenciones en un ademán desinteresado. Suspiró.
Escuchaba el tremendo barullo causante de infinitas jaquecas frente a ella y el otro joven, quien, por cierto, tenía la misma cara de engorro que ella. Hubieran amado infinitamente el poder tirar el sillón por la ventana del suntuoso apartamento.

Tal vez ella se hubiese encargado de hacerlo, si el alborotador hubiera estado solo en el sillón. Su impedimento era la escultura perfectamente ahormada al lado del joven. Recorrió la vista por su porte, deteniéndose en las perlas sobre el rostro angelical.
Volvió a sonreírle; volvió a causarle un sonrojo.

Sintió una recia extremidad abrazarle por detrás. Aquello le sacó por unos momentos de la ensoñación y, molesta, volvió los jades a su costado izquierdo. En ellos se reflejó la figura de su acompañante de cabellos negros, quien miró al joven de enfrente y le dedicó una mueca de disgusto para luego sonreírle a ella torcidamente.
Pudo distinguir como el bullicioso delante copió la acción del azabache. Palpó rabia recorriendo su sangre.

El de cabello negro gritó al otro muchacho de manera incontenible y ensordecedora; le pidió silenciarse. Por supuesto, el otro hizo caso omiso y sacudió la melena rubia en manera de negación. La joven bufó con incordio y tocó el cabello rosado con exaspero mientras la otra chica se dedicó a agachar la mirada.

Los varones se pusieron de pie. El acompañante de la de ojos verdes manifestó un visaje de ira y se llevó al otro a la cocina del lugar, dejando al par de féminas a solas.

Por tercera ocasión, la de pigmento rosáceo le sonrió, ocasionando esta vez que la joven de enfrente se acercara. Miró su cabello renegrido y sedoso moverse en dirección a ella y suprimió el torcido deseo de hacerle suya.
Comentaron lo molesto que podía llegar a ser el novio de la portadora de las perlas en una situación como esas, además de cómo el sofisticado acompañante de la cerezo silenciaba siempre al rubio: sermoneándolo como padre de familia.

La de hebras rosadas rozó el brazo de la blanquecina con primor, musitándole palabras que hicieron temblar a ambas:


—Se han tardado, ¿no?


Recibió un asentimiento como respuesta.

La grácil posó sus lunas sobre los jades de la otra y sonrió tímidamente. Tomó aire, se hinchó de valor y, en un breve acercamiento, culminó rozando sus labios a la de melena rosada. Ella sin pensarlo dos veces le sostuvo por detrás de la cabeza, rozando el cabello oscuro de la otra; prolongando el besuqueo, subiéndolo de tono.

La falta de aire se hizo presente, haciéndoles separarse un momento. Un violento carmesí le esclarecía las mejillas a ambas, mientras que su respiración era considerablemente agitada. La de ojos verdes sonrió mientras recargaba su frente ardorosa sobre la de su acompañante. En el intento por reanudar el ósculo, escucharon pasos retornando al recibidor.

Se separaron rápidamente, no sin antes friccionar sus labios de manera diligente. La de ojos perlados volvió al sillón de enfrente y la de cabello rosa se acomodó la melena ligeramente alborotada.

Las masas masculinas aparecieron en escena. El de cabello amarillento tomó lugar junto a la blanquecina, abrazándola con cariño. El azabache, por su parte, se detuvo frente a la rosácea, suministrándole un beso cómplice en los labios. Aquella sólo sonrió.


—Vámonos, Sakura. Me parece que Naruto aún no está para hablar de negocios.

—Está bien —respondió—. Nos vemos, Naruto, Hinata.


Al pronunciar el último apelativo, un sentimiento secuaz invadió a ambas.


—Hasta luego —pronunció la de ojos perla con un sonrojo en los pómulos.


Se levantó del asiento y caminó delicadamente hacia la puerta, siendo tomada de la mano por el apuesto azabache.


—Adiós —pronunció el último saliendo del alojamiento raudamente.

—Nos vemos —prosiguió la de melena rosada volviendo la mirada a la otra joven, guiñándole un ojo sin que su novio se diera cuenta—. Luego hablamos, Hinata.


Y dicho aquello, salió del lugar, siguiendo a su acompañante.

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—¿Pasa algo, Sakura? —cuestionó el aludido mientras subían al auto.


Se tocó los labios y sonrió victoriosamente, recordando el momento en el que ella y su secuaz rozaron sus labios, comenzando entonces con el secreto prohibido.


—Nada, Sasuke. Sólo vámonos.


El joven le miró con la ceja arqueada, recibiendo una sonrisa como respuesta. Suspiró con engorro y encendió el auto.


—Nos veremos, Hinata —musitó Sakura en tono enteramente cómplice.


Y, sin escucharle, Sasuke arrancó el auto para ir a su propio departamento.

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No sé a cuánta gente le había prometido un yuri hace tiempo, y pues aquí está xD
Aún no entiendo porqué el día de hoy queriendo y teniendo que escribir de parejas heterosexuales, no me salió D:

No amo el yuri, realmente. Tampoco me gusta. Éste escrito fue más que nada para llenar mi repertorio y horizontes narrativos y descriptivos de cosas que he redactado (?).

¡Asdas! Ojalá les haya gustado :3
Saludos~
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