Señor Cazador, ¡no mate al lobo azul!

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Ruki V, 22 Agosto 2012.

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    Ruki V

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    Señor Cazador, ¡no mate al lobo azul!
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1012
    Capítulo 1: La vida en verde y una manzana.

    Érase una vez una joven de 16 años a quién llamaban Midori que vivía en el bosque. Su nombre provenía de su color de cabello y ojos, idénticos a los de su difunto padre. Cuando Midori tenía diez años su abuela le regaló una capa roja, lo cual la hizo enojar mucho ya que el rojo era el color que mas detestaba; así que la hizo pedazos de tela y los convirtió en un listón con el que nunca se recogió el cabello.

    (Su cabello bien es como el de Marceline, de Hora de Aventura, pero verde obscuro y un poco más despeinado)

    Solía vestir faldas de mezclilla y siempre con un pequeño short debajo de esas faldas, del color de la blusa que trajera (ese día, verde), y siempre usaba sus botas semi-altas color café.

    Una tarde caminaba por el bosque mientras hojeaba un libro. En eso se le acerca una niña de cabellos rubios completamente rizados, que vestía un vestido rosa claro y traía zapatitos de charol negros. Le alza una manzana verde a la altura de su cadera, ya que era una pequeña niña.
    -Señorita, ¿le gustaría comer una manzana?
    -Ah... mira Rizitos, no se que hiciste ahora para que te rebajes a esto pero ¿en serio crees que no sé que te ha mandado la bruja con esta manzana envenenada para matarme porque está celosa de mi belleza?- respondió Midori con gran hironía.
    -Midori-chan, lo siento. Es que me metí a la casa de los osos y ella...
    -¡¿Otra vez?! ¿Qué no has aprendido?
    -Lo siento... Pero la bruja dijo que si te daba esto me ayudaría a que no me descubrieran.
    -Ve a casa, tus primos han de estar preocupados.
    -¿Hablas de esos tarados de Hansel y Gretel? ¡Ja! Ellos van al mercado y tardan horas en encontrar la casa.
    -No te quejes de tus primos; no es su culpa nacer con retraso mental. Ve a mi casa, mamá debe haber preparado algo. Y cuidadito con como te deshagas de esa manzana.
    -Gracias Midori-chan

    Tras esa conversación, Midori encontró un árbol bajo el cuál estar a gusto leyendo su libro. Cuando ya llevaba algunas páginas, escuchó pisadas que quebraban ramitas y hacían correr conejos. Entonces cerró su libro, lo lanzó al aire y luego saltó ella: entonces se vio como un muchacho de cabello azul rey y ojos amarillos saltaba con una sonrisa y gritaba tratando de asustar a alguien; solo que ese alguien había saltado a una rama del árbol arruinando su broma. El chico se veía muy lindo; al sonreír se le marcaba un pequeño colmillo, llevaba camisa a cuadros tipo leñador color azul violeta, pantalones de mezclilla y tenis blancos (que se veían grises de sucios).
    -Me quitas la diversión, Midori...
    -Estaba leyendo Aoi. ¿No puedes dejarme tranquila ni un segundo cada que salgo al bosque?
    -¿Y que quieres que haga? No hay nada divertido por aquí.
    -No lo sé... Vete a molestar a los siete enanos.
    -Nah... ya pusieron trampas al rededor de su casa.
    -Te lo mereces, bándalo.
    -¿Perdón? ¿Quién me manda para allá cada vez que le intento hablar?
    -Mientras no me molestes a mi...
    -Eres muy mala.

    Mientras Midori caminaba ignorando a Aoi, el la miró de arriba abajo, la siguió de cerca (ella caminaba, no corría, no la perseguía, ojo) se paró atrás de ella y por alguna razón Midori reaccionó y se detuvo confundida, y entonces Aoi levantó un poco su falda. Midori se sonrojó y se puso furiosa; levantó la pierna e intento darle una patada en la cara, pero Aoi se mueve rápido. Lo intentó varias veces, intentó golpearlo de varias maneras mientras él la esquivaba riendo. Cuando ella por fin se cansó, se apoyo en un árbol y trataba de volver a respirar normal.
    -Gusto en verte Midori, te veo luego.- decía Aoi mientras caminaba alejándose de ella con una enorme sonrisa.

    Midori hervía de rabia; no soportaba a ese sujeto. Se fue a casa caminando muy molesta y le contó a su madre lo sucedido; primero lo de Aoi y luego lo de Rizitos de Oro.
    -Ay hija, cada vez que sales al bosque vuelves quejándote de que viste a Aoi-kun. Para mi que su intención no es molestarte... Has sido su única amiga desde hace tres años.
    -Ay mamá, cambia el tema ¿si?
    -Esta bien... Empieza a preocuparme Rizitos, que no deja de invadir la casa de los osos... Un día se meterá en verdaderos problemas y no podremos hacer nada por ella. Y la bruja...
    -Mamá, basta. Esa bruja me ha intentado matar desde hace seis años que vivimos en el bosque, y nunca lo ha logrado ni lo lograra. Despreocúpate.

    ¿Como podía? Midori era todo para su madre desde que nació, y más aún desde que su padre murió. Le preocupó el truco de la manzana envenenada; no se creyó algo tan simple: seguro la bruja trama algo más grande... Se despreocupó un poco como su hija aconsejó y se fue a dormir.
    Continuará...
     
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    Señor Cazador, ¡no mate al lobo azul!
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    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    745
    Capítulo 2: Lo que ocultan las hadas al contar sus cuentos

    A la mañana siguiente, Miodri decidió salir temprano al bosque para ver si a esas horas Aoi no la encontraba. ese día vestía igual que siempre; los colores de los cuadros de su blusa eran amarillos con negro, como siempre sus botas cafes, su falda de mezclilla, y un short abajo. Fue justamente al mismo árbol de ayer; ya que encontró agradable el aire que corría ahí. Entonces descubrió pedazos de tela desgarrados frente al árbol. Varios pedazos de tela color rosa claro le hicieron pensar lo peor a Midori; Rizitos. Pensó que tal vez los osos la encontraron y ajustaron cuentas con ella: y al imaginarse esto le dieron ganas de llorar. Entonces notó pedazos de tela de mezclilla, y otros pedazos de tela color azul violeta con negro. Midori se asustó al familiarizarse con esos colores.
    -Un minuto,- se puso a pensar -Rizitos no es la única que acostumbra usar vestido rosa...- hizo una expresión de "oh Dios, no..." (:O) -¡Claro! Rapunzel... (>:O) Ah que esa resbalosa... Y el otro mendigo...- cada vez que pensaba en sus acusaciones sobre Aoi y Rapunzel, más se enojaba y sus palabras se volvían gruñidos. Recogió los pedazos de tela que pudo mientras seguía refunfuñando y se fue dando paso duro y furioso hasta su casa. Le contó lo que creía que pasó junto a ese árbol a su madre y esto pasó...

    -Querida... No puedo creerte lo que me estás diciendo. ¿En serio tanto odias a Aoi-kun? Digo, lo que dices de Rapunzel no me extraña, las hadas hablaron...
    -Mamá, mira estos pedazos de tela; son de las ropas que traía Aoi ayer. Rapunzel suele vestirse de rosa o morado. Aoi no tiene cara de santo por ningún lado que le mire y Rapunzel es una bestia hablando de esas cosas...-Midori se sonrojó y cruzó los brazos.
    -Midori-chan...

    Midori percibió un olor dulce y al mismo tiempo amargo; no cabía duda que eran las galletas de chocolate amargo con pimienta que su madre hacía cuando ocurría una tragedia.
    -Madre... ¿Por qué vistes de negro... por qué hiciste tus galletas con pimienta...? Las luces están bajas, lo acabo de notar...
    -Rizitos- dijo su madre comenzando a llorar. Midori irrumpió en llanto junto con su madre y se fundieron en un abrazo que duró lo que parecerían horas (pero no fue así)

    Yo pensando en ese imbécil repugnante... y me vengo enterando de que mi primer pensamiento era el correcto... Pero si lo que encontré era restos de la ropa de Rizitos y ahora está muerta... ¿que le sucedió con Aoi, cuya ropa también encontré desgarrada?

    Midori jamás lo admitiría, pero estaba preocupada por Aoi. Esa noche no pudo dormir bien, y cuando logró dormir tuvo una pesadilla. Estaba ella caminando por el bosque, sangrando del brazo, muy cansada; se recargó en un árbol y soltó una lágrima: volteó hacia atrás y vio una sombra con ojos amarillos brillantes: ella abrió mucho los ojos y parecía gritar algo pero no escuchaba ninguna palabra salir de su boca. Despertó batallando para respirar.

    ----------Mientras tanto, en algún lugar más profundo en el bosque----------
    -Bueno... No todo salió como esperaba pero podría sacar provecho de lo sucedido... Y por si acaso no me llega a servir este plan, tengo al cazador para encargarse... de los dos, ¿por qué no? jajajajaja (risa malévola)
    -Madam, si me premite interrumpirla...
    -¿Que quieres, Kagami?
    -Majo-san, Rizitos fue encontrada por el joven que vio reflejado en mi...
    -Mala niña, buen espejo ¿que desempeño tendrá mi cazador?
    -Puede probarlo en un par de días si el plan que acabamos de proponer no sirve.
    -Gracias Kagami, ¿que sería yo sin ti?
    Continuará...
     
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    Señor Cazador, ¡no mate al lobo azul!
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    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    730
    Capítulo 3: La manzana mordida y el joven con rabia

    Al día siguiente, Midori volvió al mismo árbol esperanzada de poder ver a Aoi bien y a salvo. Se sentó a pensar bajo el árbol por horas y horas, y jamás apareció. Midori volvió a casa muy preocupada, y al llegar a la puerta le tocaron el hombro. Se volteó y lo miró con un ligero brillo en los ojos; era Aoi, quién le brindaba una dulce sonrisa y respiraba profundo.
    -Hola
    -¿Corrías?
    -¿Ah? Oh, es que iba a ir a tratar de asustarte igual que antier, y mientras me dirijía hasta ahí me di cuenta que era tarde, te pusiste de pie y te seguí.- Midori sonreía mientras él hablaba; cuando Aoi lo notó se le hizo un poco raro, pero decidió sonreír igual que ella
    -Pasa. A mamá le va a encantar verte...
    -¿Sólo a ella?- la hizo sonrojar, fruncir el ceño y quedarse callada.
    -¡Hola, Aoi-kun!- salió la madre de Midori con un delantal -Que bueno verte. Pasa y sientate, hice tarta de de uvas y pasas.
    -¿Pasas?- le susurró Aoi a Midori
    -Créeme que no sabe tan mal, luego te explico porque lo hizo así.

    Comieron la extraña tarta que estaba extrañamente deliciosa. La madre de Midori ofreció jugo de manzana y Aoi se exaltó: aunque les extrrañó, no le dijeron nada y entendieron que no quería.

    -Oh, Dios... está anocheciendo, mejor me voy- dijo Aoi levantandose de la mesa.
    -Espera Aoi,- lo detuvo Midori -déjame acompañarte...-dijo mientras le agarraba el brazo y se sonrojó.
    -Esta bien Midori, no te preocupes, no vivo tan lejos, te prometo que no me obscurecera.
    -¿Te pasa algo que no quieras decirme?
    -¿Por qué de pronto tan preocupada por mí?
    -Ni si quiera me importa lo mucho que me apena pero si, me preocupas ¿y qué? Los amigos están para eso... Ayer esncontré tus ropas rasgadas junto al árbol en el que yo estaba sentada... ¿Podrías explicarme eso.... y podrías explicarme por qué había pedazos de tela rosa tmabién?- Aoi abrió los ojos como platos, se quitó a Miodri de encima y empezó a correr. Midori claro lo siguió, y en cierto momento el se detuvo y quedó de pie frente a un árbol. Midori lo veía con ojos muy tristes; él se apretaba las uñas contra la palma de la mano.

    -¿Por qué?- decía él con voz de alguien que está a punto de llorar -¿por qué Midori?... ¿Por qué me seguiste?...
    -Aoi... yo... No he tenido amigos verdaderos desde que vivo aquí... Solo tengo a mi madre y a ti...
    -En serio... qué mal que me siguieras... Yo no quería... que pasaras algo similar que... la dueña de esas ropas rosas...

    Midori abrió mucho los ojos. Aoi se volteó: sus ojos brillaban como fuego (amarillo intenso), tenía una cara malévola, que recorría el cuerpo de Midori centímetro a centímetro. Se abalanzó sobre ella y la tiró al piso y comenzó a besarle el cuello; Midori trataba pero no podía quitárselo de encima y comenzó a asustarse. Aoi levantó la cabeza por un momento y dijo con una voz algo ronca -No... no quiero... hacerte daño...- se puso de rodillas, dejándole un poco más libertad a Midori y gritó -¡¡¡¡ALÉJATE!!!!
    Cuando Midori se levantó y salió corriendo no pudo evitar mirar atrás y vio una manzana verde mordida de la cual emanaba un brillo negro junto al árbol frente al cual estaban tirados. Cuando llegó a su casa Midori solo pudo ponerse a golpear la puerta de su cuarto llorando hasta tirarse al suelo y gritando -¡¡¡¡MALDITA BRUJA!!!!

    Continuará...
     
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    12
     
    Palabras:
    1756
    Capítulo 4: Recibiendo un poco de ayuda

    A la mañana siguiente, Midori bajó a la cocina completamente destrozada: apenas durmió por estar casi toda la noche maldiciendo a la bruja y preguntándose que sería de Aoi. Su madre estaba cocinando el almuerzo pero al ver a su hija inmediatamente se detuvo.
    -¡Midori-chan! Ah, hija mía; me tenías muy preocupada. Anoche te fuiste sin avisar y yo no me enteré cuando volviste. ¿Dónde estabas?
    -Quería acompañar a Aoi a su casa...- su madre sonrió pero se confundió por la pesadez de su voz -y descubrí algunas cosas. Rizitos no fue asesinada por los osos...- comenzó a llorar; no era un desborde de tristeza ni expresaba tanto con su miraba, pero las lágrimas salían y salían -Aoi la mató.
    -Hija, ¿como puedes decirme esto?
    -La manzana... Madre, la manzana que Rizitos me ofrecía hace días no estaba exactamente envenenada. Poseía un hechizo que transformaría al que le diera el más mínimo mordisco en una bestia cuya hambre aumenta al anochecer; y no me cabe duda que es eso y que Aoi mordió esa manzana. Hoy me he decidido a estar todo el día investigando; buscaré la manzana, a Aoi e iré con el mago Merlín.- y diciendo esto subió a su habitación.

    Y así llevo a cabo su plan para el día. Se puso una blusa a cuadros color celeste con azul rey, su acostumbrada falda de mezclilla y su mini short que hacía juego debajo, sus botas y un ligero chaleco café. De paso tomo una bolsa y se la colgó cruzada; creyó necesitarla. Lo primero en la lista fue lo más sencillo; ya que la manzana no se había movido de lugar. Lo más difícil fue pensar en donde podría estar Aoi. Quiso encontrar su casa, pero no lo logró, y entonces fue a preguntar a los siete enanos si lo habían visto.
    -Gracias a Dios ese delincuente no ha sido molestia alguna- dijo el enano jefe
    -Pero lo que *achu* pregunta Midori-san es *achu* que si lo hemos visto...- dijo el enano con la peor salud
    -Yo si lo vi... Pasó por el río esta mañana... No traía camisa...- dijo el enano mas tímido
    -Muchas gracias, ya no los molesto. Nos vemos.- les agradeció Midori
    -Tú eres lo único que jamás podría molestarme- dijo el enano más gruñón, y sin más Midori siguió su búsqueda.

    Cuando llegó al río no vio nada, excepto un camino poco marcado que decidió seguir. Ese camino la condujo a una pequeña cabaña con la puerta entreabierta. Midori tocó por no ser grosera, pero en eso la puerta se fue abriendo, revelando a Aoi acostado en un sillón; sin camisa, despeinado y con los ojos más tristes que alguna vez se le hayan visto a ese muchacho tan alegre. Él volteó al darse cuenta de la presencia de Midori (al entrar lo primero que ve son los pies de Aoi, así que él solo levanta la cabeza)
    -Midori...
    -...
    -Yo... ayer... y... lo de...

    Midori no quizo dejarlo decir nada. Fue hacia el sillón, lo sentó, y lo abrazó. Luego le contó su idea de ir a ver al mago Merlín y le pidió que la acompañara. En el camino hubo un silencio incómodo que Aoi quizo romper de la manera equivocada. Se detuvo y dejó que Midori caminara un poco, agachó un poco la mirada y dijo:
    -Ah... ¿que jamás dejaras tus pequeños shorts?- Midori sacó humo por la cabeza y volteó a tratar de cachetearlo pero él detuvo su mano y la vio fijamente con una cara muy seria y algo triste. Midori puso una expresión similar y sus ojos comenzaron a brillar. Él le bajó la mano y le acaricio el rostro; Midori por alguna razón sentía ganas de llorar.
    -Yo no quería hacerlo Midori... Rizitos... y luego, casi tú...
    -No... No digas nada de eso... No ha sido culpa tuya... sino mía...
    -¿Cómo? ¿Acaso tu me obligaste a devorarla?- finalmente Midori le dio una cachetada.
    -No seas necio. Esa manzana que mordiste tenía un encantamiento que iba dirigido hacia mi. Por eso en las noches te vuelves una bestia. Lo siento...
    -Midori, tu no...
    -Eso ya no importa. Todo se puede solucionar. Y por eso hemos venido aquí- le señala la entrada de una casa de ladrillos grises con la apariencia de un pequeño castillo donde vivía el mago Merlín.

    Cuando tocaron la puerta, salieron por un pequeño balcón tres cerditos con armadura y lanza que les impedían el paso. Aoi no pudo evitar reírse de ellos; cosa que Midori esperaba de él... Pero no se esperaba dle todo que uno de los tres le diera puntapié con la punta de madera de su lanza.
    -Tranquilo, C. Kogue; venimos a consultar algo con el mago.
    -¿Cómo creerte?- contestó el cerdo
    -Bájale tantito Madera. Es Midori-san.- dijo el cerdo mayor
    -Ah, qué gusto verte Midori-san. ¿Cómo has estado?- dijo el cerdo menor
    -Muy bien, gracias C. Kiiro.
    -Esta bien Midori ¿que has venido a consultar con Merlín?
    -Les diría chicos pero no quiero que se involucren en este problema.
    -Bueno bueno, pasa ya sabes.
    -Gracias chicos. Aoi ¿piensas gemir de dolor todo el día?
    -No me duele- y en realidad no hacía expresiones o sonidos de dolor, pero cojeaba.

    Cuando entraron a la casa aparecieron mágicamente en un cuarto de pócimas donde estaba el mago Merlín preparando algo en su gran caldero. Salía humo de colores dispersándose por todas partes; y esto empezó a mareárlos, así que Midori decidió interrumpir a Merlín diciendo algo como...
    -Caballero, os invito a que formeis parte de mi taburét pentagonal.- el mago hizo como... se quedó tieso por unos segundos y el humo desapareció.
    -¡Cuánto tiempo, Midori!
    -¿Qué tal, Merlín?
    -¿Que se le ofrece a la joven más bella del bosque?
    -Disculpa pero esa fama es la que me metió en problemas.
    -Nunca antes me habías pedido ayuda por un problema con la bruja; ¿te ha logrado engañar con algo? Te veo muy poco muerta para que sea eso...
    -Sospecho que puso un hechizo en esta manzana- la saca de su bolsa -que hace que quién la coma se convierta en una feroz bestia al caer noche.
    -¿Y la comiste?
    -No, pero él si.- dice señalando a Aoi -Pero no sabía que esa manzana llegaría a manos de alguien que no lo mereciera... ¿Puedes ayudarnos?
    -Deja examino esta cosa: esa Majo cada vez inventa algo nuevo.
    -¿Majo?- dijo Aoi
    -Es el nombre de la bruja del reino...- vio la manzana por cada rincón, la puso bajo microscopio, la bañó en mil pociones, la vio con lupa, con lentes y hasta con telescopio. Pasado un rato dijo esto:
    -Efectivamente lo que me describiste es lo que ocurre. Ese hechizo en la manzana hace que quién le de un solo mordisco se convierta en un lobo cada que cae la noche. Pero ha perdido su efecto; sólo funciona al morderla una vez y luego el hechizo se desvanece de la fruta.
    -Pero si el hechizo se desvaneció, ¿como es que sabe que lo tenía?- dijo Aoi
    -Ese fue uno de mis primeros hechizos como aprendiz de la magia. Ah, ese Kagami... Que bajo a caído; ha sido atrapado por Majo y ahora está a su completo servicio.
    -Kagami... ¿tu viejo espejo mágico que habla?- dijo Midori
    -Era un buen amigo que conocía los más secretos hechizos que jamás volví a formular. Pero ahora está a merced de Majo y seguro se los ha revelado todos. Él y yo eramos los únicos que conocían la realización de este hechizo: no cabe duda que está ayudando a la bruja.
    -Si tu formulaste este hechizo, debes saber romperlo ¿no?- dijo Aoi
    -Por desgracia eso no lo sé a la perfección, sólo Kagami sabe la manera exacta... Pero me dijo que tenía que ver con los ojos.
    -¿Los ojos?- preguntaron al unisono.

    Se fueron algo confundidos, y en el camino a casa se quedaron pensando en semejante acertijo. Y entonces Aoi hizo una petición muy extraña a Midori.
    -Encierrame en mi casa, ponme cadenas y cierra todas las salidas posibles para que no haga ninguna estupidez.
    -Aoi... Yo no podría...
    -No me dejes hacer más daño a la gente... No quiero...

    Midori obedeció a sus deseos sin remedio alguno: fueron a su casa y ella lo encadenó de manera que no pudiera moverse y sello cada ventana y atrancó la puerta. Se fue muy triste de pensar en su estado... Y tambien pensando que lo tendría que volver a ver por la mañana.

    Continuará...
     
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    12
     
    Palabras:
    1343
    Capítulo 5: Besos, consejos y una advertencia.

    Midori, otra vez para variar, tuvo problemas para dormir. En la mañana su mamá la detuvo para decirle lo preocupada que la tenía con el asunto de la bruja y Aoi. Lo que Midori hizo fue recomendarle que saliera de viaje, que se alejara del bosque. Tardó, pero la convenció de ello; segura de que estaría más tranquila lejos de la situación, además no quería verla involucrada en el problema.

    Se dirigió a casa de Aoi, vestida de la misma manera cada día; su blusa era morada con blanco esa vez. Cuando llegó y vio la casa de Aoi sus ojos se abrieron como platos. Las ventanas estaban ¡baleadas! Con todo su estrés, tardó un par de minutos en abrir la puerta, para encontrarse a Aoi algo diferente a como lo dejó la noche anterior: Estaba encadenado a un poste que sostenía el techo, sólo le quedaban las mangas de su camisa, y (para suerte de la avergonzada de Midori) su ropa interior. Midori notó que tenía la cara manchada de rojo y una línea marcada en ella: se veía como un rasguño, y esa manche parecía sangre que se secó en su piel. Lo sacudió tomándolo por los hombros y mientras se iba despertando comenzó a des-encadenarlo. Cuando despertó... casi que ignoró la presencia de Midori. En el sillón había dejado ropa desde anoche, así que simplemente se la puso; Midori estaba algo apenada, cosa que no pudo evitar pareserle gracioso a Aoi. Midori ignoró semejante infantileza, y comenzó a decirle a Aoi:
    -No tenemos más opción que ir a donde la bruja para solucionar esto.
    -¿Estás loca?
    -¡¿Ha?!
    -¿Crees acaso que dejaré que caigas en tan estúpida y obvia trampa?
    -¿De que rayos hablas?
    -Cuando te fuiste anoche yo aún seguía en mi correcto estado mental. Decidí llamarle a Merlín y preguntarle sobre el poder de el espejo que la bruja tiene consigo. Ese espejo puede verlo absolutamente todo, es muy sabio y conoce muchísimos secretos con respecto a cualquier tipo de magia. ¿No crees que la bruja sabría que no caerías tan fácil con la manzana? Debió tener un plan de respaldo. Debe estar vigilándonos ahora mismo; planeando ponernos una trampa. Debe saber que vamos para allá.
    -Aoi... Yo lo único que sé es que voy a encontrar la manera de sacarte en el problema en el que estás gracias a mi. Y si no quieres ayudarme, no me importa. Haré lo que creo correcto. Y de paso ajustaré cuentas con la tal Majo...- diciendo esto, Midori se dió la vuelta dispuesta a salir de esa casa; pero Aoi la tomó por los hombros deteniéndola. Se pegó a ella y apoyo su cabeza contra la suya; tenía una expresión ligeramente triste y sus ojos brillaban. Le estrujó ligeramente los hombros y se pegó más a ella.
    -¿Q-qué.. qué haces...?- dijo ella. Estaba sonrojada, y sus ojos brillaban de la misma manera que hacían los de Aoi. Él olió su cabello y la hizo suspirar. Le comenzó a besar el cuello, aunque no como aquélla vez: sino de una manera muy dulce. Midori no sabía que hacer, pero decidió apartarlo de ella y abofetearlo. Él simplemente la miró, aún con ese brillo tan especial en sus ojos. Ella dejó escapar una lágrima y salió de ahí corriendo.

    Después de correr por un rato sin rumbo alguno, decidió recargarse en un árbol a respirar y a verificar que Aoi no la siguiera. Decidió caer lentamente sin despegar su espalda del árbol; y al llegar al suelo, se quedó sentada abrazando sus piernas, hundida en un mar de emociones. En eso, tres pequeñas hadas descendieron del árbol y se pusieron a hablar con ella.
    -Midori-chan ¿por qué lloras?- preguntó el hada verde.
    -No estoy llorando, Fauna- de hecho... no, no lo estaba.
    -¿Será que Aoi te ha causado problemas de nuevo?- dijo el hada azul
    -No quiero hablar de ello, Primavera.
    -A lo mejor ya está enterada de lo de Elisa...
    -¡Primavera!- regañaron Fauna y Flora al unísono
    -Si, si, ya lo sabía... ¿Qué clase de princesa es ella? ¿Por qué su padre quiere dejar el reino en sus manos y en las de un pobre diablo con el cuál va a casarse? Él es un plebeyo idiota y ella una reconocida e importante princesa que bien podría desposar a cualquier príncipe o duque.
    -Querida, sabes bien que no dices todo esto por la reputación de la princesa Elisa ni por los futuros gobernantes del reino.- dijo el hada rosa, Flora.
    -Ni siquiera la ama... ni ella a él...
    -¿Y eso como lo sabes?- preguntó Fauna.
    -Se conocen desde niños... Ella jamás ha sido buena para interactuar con la gente, y Aoi siempre fue su único amigo. Desde niños, ella le preguntó si le ayudaría a hablar más con la gente. Como eran niños pequeños, la respuesta de Aoi fue "Claro; y para asegurarte que estaré siempre apoyándote, cuando crezcamos me voy a casar contigo". La princesa Elisa lo tomó como una propuesta real, y están comprometidos. Lo sabía por él casi desde que lo conocí.
    -Eso no responde la pregunta de Fauna. ¿Puedes estar segura de que ninguno siente nada por el otro?- dijo Flora
    -Se que la estúpida de la princesa Elisa si siente algo por Aoi; y se que cree que Aoi va a cumplir su promesa... Y más le valdría hacerlo; ¡¿pero qué promesas va a cumplir un bueno para nada como él?! Un estúpido, bueno para nada... ¿Por qué pensó en engañar a Elisa conmigo?
    -¡¿Perdón?!- dijeron las tres hadas
    -Es un maldito lujurioso... Lo odio...- y al decir esto último, se fue corriendo y llorando dejando atrás a las tres hadas.

    Al llegar a la puerta de su casa, en lugar de entrar se quedó recargada en ella llorando todavía. Era muy peculiar que llorara tan silenciosamente; siempre se desbordaba en lágrimas, pero jamás respiraba de una manera extraña o gritaba mientras lo hacía. Entonces vio como de la nada fue lanzada una flecha hacia la puerta con una papel que decía:

    "Lo mataré, Midori.
    Te juro que lo mataré.
    En algún momento
    caerá la noche...
    C Z R"
    Midori bien sabía que C Z R eran las letras que solía dejar un cazador grabadas en una piedra junto al lugar donde quedaba un rastro oloroso a animal muerto. Midori se dio cuenta de que a quien amenazaban de matar era a Aoi; así que decidió ir a su casa a prevenirle. Faltaban pocas horas para que el sol cayera, pero Midori corrió lo mas a prisa que pudo. Al llegar a la entrada de su casa, vio la puerta entreabierta; se asomó por esa abertura y vio algo que la volvió a sumergir en ese mar de emociones. Era Aoi... y Elisa también... besándose.
    Continuará...
     
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    Señor Cazador, ¡no mate al lobo azul!
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    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    778
    Capítulo 6: Atrapada en mi mente, ahora y ayer.

    Midori no se molestó en acelerar su paso; se alejó de la puerta, entrando de nuevo en su silenciosa tristeza. Con un rostro inexpresivo, se dio media vuelta y se fue caminando lentamente. Midori se sentó bajo un árbol; aún con su cara inexpresiva. No lloraba, no reía, no se mostraba enojada: pero traía demasiados pensamientos en la cabeza. Pasó el tiempo, y por fin cayó en cuenta de que el sol comenzó a caer. "Ya no me importa, él sólo puede cuidarse..." pensó ella. Entonces cuando se puso de pie, se recargó en el árbol por un segundo y vio como una flecha con un papel se clavaba en el árbol de en frente.

    "¿Te valió la primer
    advertencia? Bien;
    pero yo no estoy
    jugando, Midori.
    C R Z"
    A Midori en serio, en serio, no le importó en lo más mínimo esa nota. Lo único que le llamó la atención era; ¿por qué el cazador sabía quién era y escribió su nombre en las notas como si le hablara de frente? Empezó a caminar camino a casa pensando ligeramente en ello cuando de pronto vinieron y tocaron su hombro... Más bien, dejaron caer una mano sobre su hombro.
    -¡Alto ahí!
    -¿Aoi?
    -Ah... te he estado buscando por todo el bosque...
    -¿Y eso? Creí que tenías visita.
    -¡Ajá! ¡Lo sabía! Sabía que fuiste a mi casa.
    -Si, será mejor que te regreses y me saludes a Elisa.- se dio un cuarto de vuelta y Aoi la detuvo.
    -Ah, ah, ah... ¿Perdón?
    -¿Vas a negarme que estaba en tu casa?
    -¿Por qué negarlo? Si, fue a saludar.
    -¿Ah, si? ¿Así saludas tu a todas las chicas del bosque?
    -¿Ja?
    -Aléjate de mi, imbécil.
    -( :O)- Aoi cayó en la cuenta de que estaba anocheciendo, y salió corriendo sin rumbo.
    En ese momento, pasó un caballo casi que volando junto a Midori. El caballo tenía un jinete que portaba capa, arco y flecha y probablemente... "¿Qué era eso? ¿Una escopeta? ( :O)" pensó Midori. Ese que iba ahí, seguro era el cazador. Midori decidió dejar atrás su enojo y se dejó vencer por la preocupación; siguió al cazador lo más rápido que pudo, hasta que lo perdió de vista. Unos segundos después escuchó a Aoi gritando, y guiada por sus gritos llegó hasta donde estaba. Se estaba retorciendo en el suelo mientras gemía con cierto dolor. Poco a poco comenzó a salirle pelo en los brazos y a crecer el de su cabeza hasta cubrir toda su cara. Comenzó a hacerse más y más grande. Mantuvo sus ojos cerrados durante toda su transformación; pero al terminar los abrió y tenían un tono amarillo muy brillante. Lo que Midori ahora presenciaba, era un enorme lobo con el pelaje azul. Esa enorme bestia miraba a Midori con una mirada hambrienta, pero no se movía. Ella tampoco se movió: se quedó allí, mirándolo fijamente. Y de la nada salió una flecha directamente disparada a un árbol junto a Aoi. Midori se dio la vuelta y vio como el mismo caballo que vio llegaba y se paraba junto a ella y de él bajaba el cazador. Ella se le quedó viendo por unos segundos; Aoi rugió al ver al cazador bajarse del caballo. El cazador se acercó a Aoi con una daga, mientras él solo rugía: parecía aún estar algo consiente de si mismo, pero no se daba cuenta del todo lo que sucedía. Midori se quedó parada mirando al cazador, que levantaba su daga lentamente. Y entonces Midori dijo:
    -No lo hagas, Makoto...
    Continuará...
     
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    Señor Cazador, ¡no mate al lobo azul!
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    12
     
    Palabras:
    1230
    Capítulo 7: El hermano y el príncipe azul.

    Midori se acercó al cazador y tocó su hombro derecho, lo que le provocó voltearse y sonreírle diciéndole -Ha pasado tiempo, Midori.- Aoi (está convertido en lobo, recuérdenlo) salió corriendo, y el cazador al darse cuenta se volteó decidido a seguirlo pero Midori saltó sobre él.
    -¿Qué es esto? No había estado en una situación como ésta desde hace casi siete años.- dijo el cazador, haciendo sonrojar a Midori
    -¿Qué haces aquí? ¿Dónde estuviste?
    -Ha pasado mucho tiempo ¿no? ¿Extrañaste a tu Makoto nii-chan?- Midori seguía sonrojada
    -A decir verdad si me hiciste falta... ¿Por qué te fuiste?
    -Mi partida fue temporal, pero tu te desapareciste por casi siete años.
    -Idiota... idiota Makoto nii-chan- Midori comenzó a llorar y lo abrazó.


    -----FLASHBACK-----

    -Midori-chan, apúrate.- decía un pequeño niño pelirrojo, de ojos verdes que vestía shorts de mezclilla rasgados y una camiseta a rayas verdes con negro.

    -Espérame, Makoto nii-chan- decía una niña con una coleta de caballo larga en color vede obscuro, ojos de un color similar, pequeñas botas cafés, un short de mezclilla y una blusa a cuadros rosa con blanco. Iban subiendo una pequeña colina desde la que se observaba una laguna. Se sentaron ahí a hablar... cosas que los niños pequeños hablan. Su tema favorito a discusión era que Makoto se creía el príncipe azul de Midori. Estuvieron así un rato, riéndose mucho; eran bastante tiernos. La pequeña tenía 9 años mientras que el niño tenía 13 años.

    -Makoto nii-chan... ¿tú vas a dejarme igual que papá nos dejó a mamá y a mi?- pregunto inocentemente la niña; era algo infantil y muy tierna para su edad.
    -¿Ja? ¿Qué clase de pregunta es esa?- respondió él con sarcasmo. La niña puso una cara algo triste, después él sonrió y la abrazó por sorpresa. -¡Pero claro que yo no voy a separarme de ti!- Se quedaron ahí sonriendo, hablando otro poco y finalmente, como era tarde, fueron a sus casas.


    -----FIN DEL FLASHBACK-----

    -Al día siguiente fui a buscarte y no te encontré. Ni al día siguiente, ni al siguiente...- dijo Midori, quién ahora estaba sentada bajo un árbol junto a Makoto.
    -Y en menos de diez días volví y la que se había ido eras tú: y mantuve esperanza por todo un año.- dijo Makoto
    -Fue decisión de mamá mudarnos al bosque para tener una vida más simple; además le dolía el recuerdo de la muerte de papá.
    -Yo simplemente pasé unos días con mi familia, y al volver estaba esperando verte...- Midori estaba recargada en su hombro. Los ojos verdes de Makoto brillaban de una manera tan especial; Midori jamás había notado ese brillo en su rostro. Levantó la cabeza de Midori que reposaba en su hombro, se puso de pie y la invitó a hacer lo mismo.
    -Ahora, Midori, me gustaría que me dejaras terminar mi trabajo.- Midori pensó por un momento y lo detuvo.
    -Tu me enviaste esas notas...¿Por qué?
    -Me pidieron que te intimidara.
    -¿Quién?... ¡¿Majo?! ¿Trabajas para ella?
    -No exactamente. Ella me ofreció cumplirme un deseo a cambio de un favor... Decidí creer sus palabras y obedecer lo que me pedía.
    -¿Exactamente que te pidió?
    -Que te intimidara acerca de la muerte del lobo, que lo matara, que luego te amenazara con matar también a tu madre y a ti. Su único fin era que estas advertencias te hicieran querer huir del bosque.
    -¡¿Por qué decidiste apoyarla en algo tan infame?!
    -Porque en serio quiero que mi deseo se cumpla... Por favor Midori; ella no te matará ni le hará daño a tu madre. Sólo quiere que te vayas del bosque. ¿Por qué no mejor le das lo que quiere... y tú y tu madre vuelven a la ciudad conmigo y mi tía Zen?- Midori finalmente lo notó; ese brillo tan exclusivo de una mirada enamorada, por fin lo vio en los ojos de Makoto.
    -Makoto... Jamás te he visto de esa forma. Yo... en serio, todo este tiempo te vi como un hermano mayor. Además... Jamás he sido tan egoísta para correr por mi vida; y escúchame bien... ¡Menos aún cuando la vida de alguien más está en peligro por mi culpa!
    -¿Sientes algo por él?- dijo Makoto confundiendo a Midori -¿Acaso hay algo especial con ese lobo de pelaje azul?
    -¿En verdad quieres saberlo?
    -Si no me dices... no sabré como actuar...
    -Él es... mi verdadero... príncipe azul...


    Makoto salió corriendo cargando una espada, su arco y sus flechas. Midori tomó su caballo (que curiosamente la dejó montarse) y lo siguió. Era de noche, había muchos árboles, Midori había cabalgado pocas veces en su vida. Entonces sus tres amigas las hadas decidieron ir iluminándole el camino; cosa en la cual les quedó eternamente agradecida. Finalmente llegó donde Makoto estaba frente a Aoi, el lobo, intentando atacarlo. Midori le gritó -¡Makoto, por favor, no lo hagas! ¡No lo mates!- y cosas así mientras lloraba. Luego, en un ataque de desesperación al ver como ambos podían lastimarse el uno al otro gravemente, Midori agarró a Makoto desprevenido y le quitó su espada.
    -Midori... ¿que piensas hacer con eso?- dijo Makoto algo preocupado
    -No sé... Pero no te dejaré a ti hacer nada...
    -Dame esa espada.
    -No...
    -Midori, hablo en serio.
    -Yo también; aléjate.
    -¿Qué me aleje? ¿Del lobo? Porque...- dijo mientras se acercaba a ella. Midori lógico retiró un poco la espada porque el estaba muy cerca y en realidad no quería hacerle nada. -de ti jamás.- Y la besó ( o////,////o) Midori no sabía que hacer; pero el lobo azul tuvo una idea. Mientras Aoi rugía y aullaba no les quitaba la mirada asesina de encima. Cuando finalmente Makoto se separó de Midori, ella retrocedió con ganas de llorar. Entonces el Lobo azul se abalanzó sobre Makoto. Midori no podía moverse: lloraba un poco y sintió debilidad en sus piernas. Cayó al suelo junto al caballo sin poderse levantar. Makoto le dijo a Midori -No me arrepiento... ¿y tú?- Y así, fue obligada a presenciar el acto brutal de su muerte; Aoi prácticamente lo desbarató y se lo comió a pedazos: era una pesadilla que vivía despierta.


    La noche era joven y Midori temía moverse o quedarse dormida. En determinado momento, cuando el lobo azul había terminado con su masacre, pequeñas luces rojas comenzaron a rodearlo. Midori no entendía bien que sucedía. Las tres hadas se acercaron con ella y le dijeron que era la magia de Majo: entonces vio como Aoi era envuelto en humo y desaparecía dejando un papel sobre un charco de sangre y uno que otro resto de huesos.
    "¿Lo quieres? Pues
    ven a buscarlo.
    Merlín puede traerte;
    será una linda reunión.
    Será muy placentero
    destruirlos a ambos
    en una misma noche.


    ~M a J o~"

    Continuará...
     
    Última edición: 12 Febrero 2015
  8.  
    Ruki V

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    Palabras:
    1191
    Capítulo 8: La invitación al destino y el encuentro con un ser querido.

    Midori se quedó atónita otro momento. Tenía en sus manos aquella nota, con una cara totalmente ida. Pensaba muchas cosas a la vez, pero el pensamiento que más la invadía era el recuerdo de haber presenciado hace sólo segundos la muerte de una persona que no había visto en siete años. Volver a ver a una persona después de tanto tiempo, y luego verlo morir... por tu culpa: ciertamente era un gran shock para Midori. Decidió ir con Merlín, (sin dejar de pensar en Makoto) aún recordando lo que Aoi había dicho aquella vez. "Majo debe estar vigilándonos ahora mismo; planeando ponernos una trampa. Debe saber que vamos para allá!" Aunque ahora parecía tener bastante sentido; ya que era obvio que iba a necesitar la ayuda de Merlín pero no parecía posible que la bruja estuviera enterada de eso: aun a pesar de eso, ella no iba a ir sola, sería ponerse la soga al cuello. Al llegar a casa de merlín, esta vez no hubo señal de los tres cerditos. Inmediatamente apareció con Merlín; quien traía en sus manos una invitación al castillo de Majo.

    -Midori... Estás muy pálida.¿Que ocurrió?
    -Acabo de ver... como un viejo amigo... era asesinado y devorado por Aoi transformado en bestia.
    -Midori...- Merlín se asomo en su gabinete de pócimas y sacó unos polvos en una bolsita. Le vació algunos a Midori en su mano.
    -¿Qué es esto?- preguntó Midori.
    -Son polvos del olvido. Si piensas mucho en una cosa que te encantaría olvidar mientras te esparces estos polvos en la cabeza, ese recuerdo quedará borrado completamente de tu memoria.- Midori le devolvió los polvos a Merlín esparciéndolos en su mano.
    -No soy ninguna cobarde. No pienso que yo merezca del todo ser perdonada y olvidar todo mal existente a mi al rededor. Mucha gente por lo amable que soy, por lo linda que me ven, creen que en serio soy la chica perfecta que se merece una vida libre de preocupaciones.- Entonces sacó un listón rojo del bolsillo de su falda -¿Ves esto Merlín? Cuando cumplí diez años mi abuela me regaló una capucha roja que desprecié con toda mi alma. El rojo jamás me ha gustado... Cuando rechazé este regalo de mi abuela, decidí hacerlo pedazos hasta resumirlo a este listón con el que jamás me recogí el cabello. ¿Sabes por qué? Por que al día siguiente me dijeron que mi abuela había fallecido.
    -Sé todo eso Midori... También se que el motivo por el cuál desprecias el color rojo es porqué tú viste a tu padre segundos antes de su muerte. El color de su sangre te ha atormentado.
    -Pero... ¿por qué sabes todo esto?- preguntó Midori sacando una que otra lágrima.
    -Porque cuando mi hermano murió, nunca pedrí contacto con su esposa... Porque me interesaba estar al tanto de como crecía mi linda sobrina.


    Merlín abrió poco a poco sus brazos en señal de abrazo. Midori seguía con sus acostumbradas lágrimas que fluían en silencio; pero logró ver en si misma lo importante que venía siendo la familia para ella. La muerte de su padre, luego la de su abuela, y recientemente la de Makoto, a quién también consideraba familia; fueron muy impactantes para ella porque sentía que todas habían sucedido por su culpa. Encontrarse con un miembro más por agregar a su familia, ciertamente la hacía muy feliz. Midori simplemente dio un paso y se fundió en un abrazo con Merlín. Pasados unos segundos realizaron que era medianoche.
    -No se sabe cuando pueda salir el sol.
    -Es verdad. Midori, mira; esta nota me la ha mandado la bruja. Me imaginé que recibiste algo parecido.

    Tengo al lobo azul.
    Si llega el amanecer,
    me desharé de él.
    No faltes, Merlín.
    Y avisa a Midori que
    será mejor que se
    apure en el rescate
    de su querido príncipe.
    -Esa bruja...- Midori estrujó el papel.
    -Descuida, Midori. Tengo algo parecido a un plan.
    -¿Algo parecido?

    Merlín tomó un par de cosas mágicas que creyó útiles para su misión. Midori preguntó a Merlín si sería posible llevarle algunas ropas a Aoi; Merlín le otorgó una bolsa/saco color café similar a la que ella tiene, y adentro tenía una sudadera roja, un pantalón de mezclilla y demás que Aoi pudiese nesecitar. Midori tenía mucha confianza en poder rescatarlo, pero entonces se le comenzaba a ocurrir que le faltaba una cosa; cosa que Merlín señaló antes de siquiera tener tiempo de pensarlo bien.
    -Midori, ¿crees necesitar alguna especie de arma?
    -Eso sería perfecto. ¿Qué tal una...?- Midori se quedó callada por unos momentos al recordar que sostuvo brevemente la espada de Makoto; y luego la dejó en el bosque.
    -¿Me decías?
    -Estaba pensando en una espada que dejé en el bosque...
    -¿Hablas de...- Merlín hizo unos movimientos con su mano para luego en la otra aparecer la espada de Makoto - ...esta?

    -¡Justamente!- Midori la tomó muy decidida. -Ahora si, estoy lista. No le temo a Majo; no teniéndote a mi lado...- Midori vio a Merlín con unos ojos que llenos de ilusión mientras esbozaba una pequeña sonrisa -...tío.

    Merlín también estaba preparado: bien equipado de pócimas, hechizos, también una espada, por si acaso arco y flecha, y por alguna razón especia llevaba algo similar a una botella de agua que se veía tan infinita como el saco en que llevaba todo. Decididos, salieron de casa de Merlín completamente listos para dar batalla contra Majo. En Midori ahora sólo existía una meta...

    "Voy a rescatarte...mi lobo azul..."

    Continuará...
     
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    12
     
    Palabras:
    1200
    Capítulo 9: Obstáculos entre mi destino y yo

    Finalmente llegaron al castillo de la bruja. Merlín ya sabía y platicó con Midori que Majo podría salir con muchas sorpresas: probablemente se encontrarían con muchas trampas antes de que lleguen con ella. Al llegar a la imponente entrada, se encontraron con su primer obstáculo; el caballero negro. Midori estaba más que dispuesta a pelear con él para poder pasar, pero esperaba antes si quiera una reacción del caballero. Merlín estaba confundido con el hecho de que la armadura no se movía, pero podía comprender por qué Midori no atacaba primero (los cuentos de hadas pueden traer muchas sorpresas, retos, y enseñanzas que no se sabe quien es bueno o malo). Finalmente, el caballero negro apunto con su lanza hacia Merlín: Midori decidió ponerse frente a él. El caballero parecía confundido, pero segundos después no dudo mucho en atacar. Cualquiera pensaría que una pelea justo no sería una en la que un peleador lleva una lanza de madera con la unta de hierro y el oponente lleva una espada; otros han de pensar que una mujer contra un caballero tampoco lleva a una pelea estable, pero la verdad esta batalla iba muy pareja. En determinado momento, Midori no pudo mantener más la insesante defensa (defensa porque no la dejaba atacar). Dejó caer su postura por un momento, y parecía que el caballero estaba dispuesto a matarla: pero en ese momento, la espada de Midori reaccionó por sí sola e hizo que el caballero soltara su lanza. No parecía que había sido así, ya que Midori siempre la sostuvo con fuerza: pero Midori comenzó a sospechar de que estaba... controlada por magia. No tuvo mucho tiempo de pensarlo, ya que se enfocó en atacar al caballero desarmado. Pudo haberlo matado; de hecho estuvo a punto de cortarle la cabeza por la mitad, pero en lugar de eso, rompió su casco.

    -¡¿Princesa Rubí?!- gritó Midori al darse cuenta de que el caballero negro en realidad era una mujer y no cualquier mujer, sino la princesa desterrada del reino Valle Dorado. A pesar de ser parte de la realeza, por petición del pueblo y por la gran preocupación que sentía su padre, el rey; se decidió que dejara el reino porque la creían loca porque ella decía que quería formar parte de la caballeriza del reino.
    -¿En serio es usted la princesa Rubí? Creí que había muerto.- dijo Merlín.
    -Eso es lo que mi padre y sus súbditos decidieron hacer creer al resto de los reinos.- respondió la princesa con cierto refunfuño. Estaba tirada en el suelo, con su arma a unos tres metros de distancia; no podía tratar de alcanzarla. Estaba evitando el rostro de Midori o el de Merlín.
    -Yo se la verdadera historia; acerca de su destierro.- dijo Midori, conmoviendo y frustrando un poco a la princesa.
    -Pero... ¿que hace usted aquí? Defendiendo la entrada al castillo de Majo.- dijo Marlín, dandose cuenta al fin de lo mas extraño del asunto.
    -No sabía exactamente a dónde ir después de mi destierro. Escuché que en este bosque vivían muchos personajes de los cuentos de hadas olvidados.- Esto ha ofendido un poco a Merlín.
    -Entonces decidiste quedarte aquí...- decía Midori
    -Permíteme terminar. No tenía manera de sobrevivir a menos que recibiera ayuda, pero me daba miedo contar mi historia y que trataran de hacerme daño (por ser una princesa). Entonces encontré... mas bien, Majo-san me encontró a mi. Ella misma me confesó que estaba al tanto de mi situación, porque era una bruja y todo lo podía ver Decidí creerle y contarle mis motivos específicos por los cuales me echaron de mi reino. Le conté mas a fondo el por qué quería ser un caballero; y fue la primer persona en no creerme una loca. A cambio de su ayuda para poder quedarme en algún lugar seguro del bosque, decidí prometerle que podía pedirme cualquier favor en el futuro. Eso fue hace como un año, y hace como dos semanas me ha pedido que me quede vigilando la entrada de su castillo. Al fin y al cabo, ella me comprendía e hizo realidad mi sueño. Por eso es que estoy aquí, cumpliendo mi misión de caballero. No les voy a permitir pasar.- dijo poniéndose de pie en posición de ataque; aún sin un arma, quizás sabía artes marciales..
    -Es una pena, princesa. No vamos a dejarla cumplir su misión de hoy.- comenzó a decir Merlín. Entonces sacó una especia de bandita de su saco y se lo pegó a la princesa en la frente -Dulces sueños.- y la princesa cayó dormida. Decidieron entrar, finalmente, y buscar un sofá donde dejarla recostada.

    Su siguiente obstáculo se encontraban en las escaleras que conducían a la habitación donde Merlín ubicaba a Majo, Kagami y Aoi. Este obstáculo era... ¿el patito feo? Merlín y midori no podían creer cómo un tierno pato comenzó a amenazarlos antes de que subieran si quiera un escalón. Un pato, un patito negro conocido como Ugly. Muy dentro, les provocaba una inmensa gracia la broma, pero Merlín tenía que reconocer que Majo si era un manojo de sorpresas. Para cuando se dieron cuenta, el apto seguía gritándoles y ellos no mostraba reacción alguna. Gritaba cosas como... -¡Alto ahí, no los dejaré pasar, tiemblen ante mi, no podrán vencerme, váyanse, si suben estas escaleras será sobre mi cadáver!- Pero pues, ellos no le creían semejantes cosas a una cosa tan tierna. Pero entonces el patito dijo algo así: -Ya que no quisieron escuchar mis advertencias...- y se transformó en un grifo; o lo que es lo mismo, un extraordinario ser mitológico con cabeza, alas y patas delanteras de águila y el resto del cuerpo era el de un tigre. Fue una ardua lucha en la que el grifo se les lanzaba encima, los rasgaba de la ropa y la piel con sus garras, y ellos intentaban cortarle algo con la espada o lanzarle flechas. En medio de la batalla, a Merlín se le ocurrió envenenar una de sus flechas con una pócima especial; se la lanzó al grifo y la clavó directo en su cuello, atravesándolo y dejándolo morir.

    Subieron entonces las escaleras: estaban un poco cansados, tenían las ropas semi-destrozadas y varios rasguños en los brazos y el torso. Pero a pesar de las dos sorpresas anteriores, ninguno de ellos, y mucho menos Midori, se esperaba lo qeu encontrarían al final de la escalera, antes de la entrada al lugar donde darían la batalla final. La persona que estaba ahí, impidiendo el paso, era...

    -¿...Princesa Elisa?

    Continuará...
     
  10.  
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    Palabras:
    1502
    Capítulo 10: No caben dos princesas.

    -Lo siento... No puedo permitirles pasar por esta puerta.- dijo la princesa Elisa.
    -Princesa Elisa... usted... ¿que hace aquí?- preguntó Midori.
    -Ah... tú debes ser Midori-san...- mientras decía esto, Elisa sacaba una pistola y le apuntaba poniendo un dedo al rozo del gatillo.
    -Pero princesa Elisa, ¿que piensa hacer?- decía Merlín, poniendo su mano cerca de su saco para sacar algo que la detuviera.
    -Majo-san dijo que si le hacía un favor, este y los pasados días serían borrados de nuestras mentes. Prometió quitarle el hechizo a Aoi... Prometió que... tendría a mi príncipe... y mi "vivieron felices para siempre"...- Midori se enojaba, preocupaba y asustaba más conforme Elisa hablaba. Ponía expresiones que rebasaban los límites de la locura; estaba loca.
    -Con todo el respeto, princesa... Le tengo que pedir que suelte el arma...- decía Midori mientras se acercaba lentamente a Elisa.
    -¡Ja! ¿Respeto? Si me respetaras, respetarías el hecho de mi compromiso con Aoi- esta era la parte que enfurecía a Midori. Merlín no sabía que hacer: ya que cualquier movimiento en falso podría alterar más a la princesa.
    -Elisa... ¿quieres matarme?- preguntó Midori, Elisa no contestó. -Si es así, hazlo.- Midori tomó la mano de la princesa con la que sostenía el arma y la puso contra su pecho. -Disparame, anda... Si de todas maneras no me voy a permitir estar con Aoi.- La princesa Elisa parecía tener ligeras ganas de llorar; estaba sonrojada y parecía confundida por las palabras de Midori.
    -Midori-san... ¿Por qué dices eso?
    -Yo en serio al respeto, princesa. Y creo que si está tan loca como yo para querer tanto a un imbécil como Aoi... lo forzará a cumplir su promesa, como es debido.- Elisa se quedó pensando un momento. Merlín seguía ansioso; eran cerca de las tres de las madrugada y no sabía en que momento saldría el sol. Si se llegaba la hora y no habían pasado por esa puerta bloqueada por la pobre y ligeramente trastornada de Elisa.
    -Midori-san... Conozco a Aoi desde más tiempo que tú, pero tú has pasado más tiempo con él. Yo sé... que a él no le intereso, nunca ha sido así. Decidí amarrarlo por nuestro tonto juego de niños... porque jamás podría acercarme con alguien de la misma manera. He intentado... e intentado, e intentado, tantas veces... No me canso porque.. creo que es más fácil insistirle que tratar con alguien más. Y luego aquella vez...

    ~~~~~FLASHBACK~~~~~

    Ese día, un poco mas temprano... La princesa Elisa llegó a la casa de Aoi segundos después de Midori.
    -Hola, Aoi...- Entró a la casa viendo la puerta abierta; estaba sonrojada..
    -¿Elisa? Qué... inesperado verte.
    -Decidí venir a saludarte, ya que ha pasado tiempo desde que nos vimos.
    -Bueno, me incomoda un poco ir al castillo...
    -Oh, pero is sabes que eres bienvenido.
    -Has venido en muy mala hora (literalmente). Ah, está anocheciendo, luego sería peligroso si regresaras sola al castillo.
    -Creí que tal vez me podrías acompañar.
    -Lo siento Elisa, no puedo...- Aoi desvío la mirada hacia un lado y luego hacia la puerta (hacia afuera). Elisa recostó su cabeza y se apoyó con sus manos en el pecho de Aoi.
    -Me has hablado poco de esa tal... Midori... Pero me imagino que es lo que te trae distraído.- Aoi se sonrojó.
    -¿Ja? No se de que hablas...
    -¿En serio no?-
    Entonces Elisa levantó la cabeza, provocando a Aoi a agachar la suya. Los ojos de Elisa brillaban y se entrecerraban mientras su cara se sonrojaba más. Aoi también comenzó a sonrojarse y quiso apartar a Elisa pero por alguna razón no lo hizo. Elisa sentía deseos de llorar y gritar desesperadamente; no aguantaba más tener tan encerrados sus sentimientos.Decidió no desmoronarse y mantenerse firme con lo que quería, sobre todo frente a Aoi. No deseaba que la tomara como una broma. Entonces cerró sus ojos, terminó de levantar su cabeza y muy decidida beso a Aoi de una manera muy dulce y ligeramente apasionada. Aoi estaba como idiota: no reaccionaba de ninguna manera. Su único movimiento fue cerrar los ojos y rodearla ligeramente con sus brazos. Fue en ese momento cundo Midori se detuvo frente a la puerta entreabierta y los vio, y se alejo lentamente. Aoi reaccionó tarde; decidió abrir sus ojos un instantes y vio por la ventana como Midori se alejaba. Cuando por fin encontró la reacción correcta, se separó por completo de Elisa; casi la empuja por descuido.
    -¿...Aoi?- Elisa estaba confundida..
    -Yo... lo siento mucho Elisa.- Aoi pasó por su lado y se dirigió a la puerta.
    -¡Pero yo...!- Elisa le agarró el brazo por segundos. Él volteo y la vio con una ligera tristeza. Supuso que decir "lo siento" no era lo correcto. Las únicas palabras que supo emitir fueron...
    -No quiero hacerte daño...- y salió corriendo tras Midori.
    ~~~~~FIN DEL FLASHBACK~~~~~
    -Yo sabía que iba tras de ti... Y esas palabras... ¿No quería hacerme daño? Ah, y entonces ¿por qué él...?- A Elisa le empezaban a ganar las ganas de llorar.
    -Elisa, yo no voy a decirte que hacer. Pero déjame decirte una cosa. Aoi está sufriendo tanto en este momento... Cuando dijo que no te quería hacer daño, lo decía muy literalmente. Creo que no sabes mucho acerca de su hechizo.
    -Se convierte en hombre lobo al caer el anochecer. Al amanecer debe ser un tormento poder recordarlo todo. Lo poco que sé, claro que me imagino aunque me cueste, el dolor que él siente. Siento que, me he cegado más por mi sufrimiento por él.- Elisa arrojó lejos el arma y tomó las manos de Midori, viéndola a los ojos llorando sin más remedio. -Escúchame por favor Midori: amo a Aoi, y no tengo duda de eso pero tampoco tengo duda de que tú lo amas, a tu manera. No permitas que siga sufriendo... Y si él es en serio tan feliz contigo como me hubiese gustado que lo fuera a mi lado... yo estaré muy feliz por ambos.
    Ambas se abrazaron. Merlín siguió de cerca a Midori, quién había aprendido algo más de los obstáculos que se atraviesan en su camino. no hay remedio; tenía que aprender esas lecciones: nunca te dejes engañar pro las apariencias, no juzgues a la gente, no dejes que nadie te critique ni a tus sueños, jamás te dejes cegar por el amor, pero tampoco dejes de luchar por este.
    "Quién dice que una mujer no pude ser la heroína del día. Aoi... no tienes por qué sufrir más... estaré junto a ti..."
    Continuará...
     
  11.  
    Ruki V

    Ruki V Usuario popular

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    Título:
    Señor Cazador, ¡no mate al lobo azul!
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    Comedia Romántica
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    Capítulo 11: El precio del amor.

    Cuando finalmente atravesaron la monumental puerta, esto fue lo que vieron: una enloquecida bestia de pelaje azul obscuro y ojos amarillos brillantes encerrada en una enorme jaula, un espejo que pareciera
    muy común y una mujer parada recargada en ese espejo; sosteniendo una especie de varita, vistiendo un largo vestido morado obscuro y un sombrero de bruja; parecía ser muy joven y bella, con sus semi-rizados cabellos pelirrojos, sus ojos verdes y su sonrisa que reflejaban una ligera malicia, y un pequeño y particular lunar junto a su ojo derecho.

    -Qué gusto poder verte de nuevo, Merlín.- dijo la bruja.
    -Me apena no poder decir lo mismo, Majo.- dijo Merlín. Midori estaba algo confundida; ya que su recién descubierto tío parecía un hombre maduro con su no demasiado larga barba y bigotes blancos y usando lentes. La bruja se veía joven y bella en comparación. Pero según esto habían estudiado la magia juntos desde hace y por muchos años.

    -Ah... Merlín- dijo Majo, suspirando y con la misma maliciosa sonrisa.
    -¿Y qué? ¿Kagami va a hacerla de cobarde?- dijo Merlín con arrogancia.

    -No seas idiota...- se escuchó una voz de hombre. Entonces en el espejo se comenzó a figurar una silueta humana; se veía una especie de reflejo, pero no había nadie parado frente a él que figurara ese reflejo. Era un joven que se veía más o menos de la edad del padre de Midori antes de morir; su cabello era color café claro casi rubio, sus ojos azul cielo... con una especie de tristeza rencorosa reflejada en ellos.

    -Hola, Merlín...- dijo la ilusión.
    -Ja, ahí está el traidor.- dijo Merlín con rabia "disimulada"
    -Kagami...- Midori susurró para si misma.
    -Hmmp, halaga ser reconocido. Que pena que no pasaras tanto tiempo con tu sobrina como era debido, Merlín. E n el momento que muerean, lamentaras no haber estado con ella desde que tu hermano murió.

    -Desgraciado...- Merlín dio un paso y Midori interpuso su brazo. Merlín hervía de rabia, Majo sonreía y no mostraba la carcajada malévola que le provocaba por dentro. Kagami también sonreía de una manera muy hipócrita.

    -Majo... Todo se resume a esta noche para las dos.- dijo Midori empuñando su espada con una mano; manteniéndola baja y mirando fijo a la bruja
    -Ah, que curioso; porque los muertos no pueden matar gente. Bueno los zombies... ah, en este bosque no existen ni se nos enseñó a crearlos. Que penita, Midori. Tanto que te esforzaste en tu papel de heroína enamorada y no podrás ni acercarte más a mi antes de que mueras. Y hablando de papeles mal interpretados...- Majo hizo un movimiento con su mano y una especie de brillos negros se vieron en el aire. Entonces venía entrando Elisa por la puerta; mejor dicho, se vio como que la empujaban a entrar y cayó al suelo rodeada por los mismos brillos.

    -¿Elisa?- preguntó Midori algo preocupada al voltear y verla en el suelo.
    -Ah... esta pequeña estúpida...- Majo hizo que el cuerpo de Elisa se elevara y fuera hacia ella.. Midori intento detenerla pero no pudo alcanzarla. -Princesa Elisa, con la pena, pero creo que tendré que pedirle otro favor ya que no me cumplió el primero que le pedí.- Elisa terminó de pie junto a Majo; ella sostuvo su barbilla y la miró algo enojada, Elisa parecía temerle.

    -¡Majo! Aléjate de ella.- reclamó Midori.
    -Lo haría, Midori. Pero la princesa Elisa ha roto nuestro trato ya que no te asesino como se lo pedí. Así que el trato se reescribirá para que pueda pagar su error. Kagami, ¿me recuerdas como iba ese hechizo?
    -Ki Kitsu Kitsune no jitsu.- Merlín abrió sus ojos como platos al escuchar estas palabras. Majo comenzó a repetirlas con lentitud mientras que él no podía hacer nada para detenerla. Para cuando lo notaron; Majo soltó a Elisa, cayó al suelo desmayada, la rodeo una nube de humo y cuando se despejó estaba convertida en un zorro.

    -¡¿Por qué le has hecho esto?!- gritó Merlín enojado.
    -Ja ja ja ja ja ja ja ja (Risa malévola tipo Kodachi de Ranma 1/2). Pues porque sería muy raro ver un perro rondando por el bosque. En esto terminó la princesa Elisa; tan cegada por el amor que según ella sentía por Aoi, se volvió un maldita perra que incluso sería capaz de asesinar a alguien por su obseción. pero, repito; sería muy raro que un perro rondara por el bosque. Así que la convertí en un sinónimo; en una zorra.- Poseía una estúpida e hipócrita sonrisa en su rostro mientras irritaba a merlín y a Midori con sus palabras.

    -¡Ya estoy harto!- Merlín se decidió por atacar. Majo parecía muy feliz de pelear con él. Comenzaron una interminable danza con las espadas. Majo reía y Merlín se mostraba sumamente enojado. Midori recogió a la princesa elisa y la sostuvo entre sus brazos por un momento: No estaba herida ni nada, solo estaba dormida (y convertida en zorro, claro). La sacó de la habitación y la envolvió en el pantalón que traía para Aoi. Él se encontraba enloquecido; aún convertido en bestia, aullando y agitándo los barrotes de la jaula. Midori había salido por segundos, pero al volver a entrar la habitación estaba llena de espejos, y en casi todos vio reflejado a Kagami. Merlín seguía peleando con Majo, pero de vez en cuando se perdía y golpeaba los espejos con la espada. En un momento que hubo oportunidad le lanzó a midori esa extraña botella de agua que traía en su saco. cuando Midori la atrapó comenzó a ver muchas visiones pasar por su mente y entendió el plan de Merlín. Kagami comenzó a deslumbrar a Midori con visiones muy distorsionadas de la realidad que se proyectaban en los espejos.

    Las visiones que veía eran muy diferentes; cada espejo reflejaba una parte de ella que estaba muy profundo en su alma. En un espejo vio el recuerdo de su padre antes de morir. En otro vio como lloraba la muerte de su abuela mientras sostenía un listón rojo en su mano. En otro espejo veía sus recuerdos con Makoto. había otro espejo que mostraba las muchas veces que se sentaba a comer con su madre. Un espejo que llamó mucho su atención se encontraba cerca de la enorme jaula; ese espejo reflejaba con rapidez losmuchos momentos que había pasado con Aoi desde que se mudó al bosque. Midori lloró un poco, y luego esos espejos se volvieron negros y otros comenzarona pasar neuvas visiones y se oía la voz de Kagami.

    -Mira Midori. ¿Cómo crees que sería tu vida si tu padre siguiera vivo?- En un espejo estaba kagami, y en el de al lado una vision de Midori a los trece años con su padre.
    -¿Una vida alterna?- preguntó Midori.
    -Imagínate si hubieses visto a makoto de la misma manera que él te veía casi desde que te conoció.- cambió de lugar y mostró imágenes de Midori con Makoto, como si siguiera vivo y fueran pareja.
    -¿Qué haces?- preguntó Midori mientras lloraba un poco.
    -¿Que tal si jamás te hubieses ido de la ciudad? ¿Y si nunca hubieses sido atormentada por majo? ¿Te imaginas una vida mejor, Midori?- Conforme hablaba, Kagami cambiaba de un espejo a otro, y al lado le mostraba a Midori esas visiones de una vida alterna en la que supuestamente sería mas feliz.- ¿No te gustaría regresar a tu ciudad, que tu padre estuviera vivo, igual que Makoto, y estar a su lado, tu tío Merlín y con tu madre?- luego apareció en un espejo detrás de ella -¿No te gustaría jamás haber conocido a Aoi ni estar metida en este lío?

    Midori se dio la vuelta y miró a Kagami a los ojos mientras lloraba.

    -¿Y tú, Kagami?... ¿A ti no te gustaría cambiar tu presente y ser feliz?- los ojos de Kagami brillaban; le asombraban un poco las palabras de Midori.
    -¿Qué puedes saber tu de mi vida?
    -Mizuko...- Kagami casi suelta una lágrima al oír ese nombre. -¿Tendrías piedad de alguien si pudieses volver a verla?
    -Es un juego muy sucio, Merlín... Querer manipularme con la persona más importante para mi... Además, ella desapareció hace años... por culpa de Merín...- Esto último lo susurró. Kagami comenzó a desviar la vista de Midori.
    -Pon atención Kagami.- Kagami volteo a verla con cierto recelo y tristeza. Midori lo miraba de una manera similar. Inexplicablemente, Merlín y Majo sostenían su lucha aunque en lugar de espadas, formaron barricadas y tenian una especie de guerra de lanzamiento de hechizos. Por tanto, al mantener esta lucha, Majo estaba muy ocupada para enterarse de que Midori negociaba algo muy importante con Kagami.

    -Kagami... te repetiré mi pregunta... Si yo te hago tan inmenso favor, ¿me lo devolverías?- Kagami tenía una mirada perdida. Midori abrió lentamente la botella de agua que sostenía en la mano. Derramó solo un chorro líquido y dejó la botella destapada. En el charco que quedó en el suelo, comenzó a formarse un reflejo, y después comenzó a salir un cuerpo: comenzando por la cabeza; con un cabello color turquesa claro, rizado, corto. Su piel era blanca y mantenía sus ojos cerrados: conforme salía del charco se notaba que era una mujer. Portaba un vestido blanco, largo pero dejaba al descubierto la parte de enfrente y su pierna izquierda. Estaba descalza y sus pies parecían adheridos al agua; traía unos extraños brazaletes de plata y una aureola del mismo color sobre su cabeza (puesta como tiara, no flotando)

    -No es cierto...- Kagami estaba llorando -¿Mizuko? ¿En serio eres tú?- aquella joven abrió sus ojos color azul claro y suspiró el nombre de Kagami. Ella estaba cerca del espejo, pero sólo pudo colocar su mano en él; Kagami la concordó con la suya y no podía detener su llanto. Majo notó la presencia mágica de Mizuko e inmediatamente rompió los espejos innecesarios y los desapareció; como simple alerta de que ya no dejaría que su plan resultara.

    -¡¿Tú?! ¡¿Qué haces aquí?!- Majo vio la botella en manos de Midori -Tú... ¿en que momento me robaron esa botella?
    -Mi tío Merlín rescató a Mizuko.- dijo Midori
    -Estoy muy confundido. Yo creí que hacía tiempo te habías alejado de mi porque...- decía Kagami.
    -Los celos te cegaron bastante en ese entonces y hasta hoy, ¿verdad Kagami?- dijo Mizuko. -Siempre creíste que yo te engañaba con Merlín... Y fue Majo la que te hizo creer eso.
    -Yo no se de que estás hablando.- dijo majo, sonrojada.
    -Siempre creíste que Merlín te pertenecía; tu problema era tu actitud de engreída con el resto de las aprendices de magia y tu obsesión por la juventud.- dijo mizuko
    -Mizuko era nuestra compañera como aprendiz de magia; viene del reino de las sirenas y las ninfas. Kagami y ella se enamoraron casi de inmediato.- Los mencionados, estaban sonrojados -Era de las aprendices más jóvenes, y de las más lindas; y yo pasaba tiempo con ella porque siempre estaba con Kagami.
    -Yo creí que estabas enamorado de ella y terminé peleado con ambos.- dijo Kagami.
    -Yo no desaparecí por esa pelea, por ninguna de las dos. Es verdad, me sentía culpable de que Kagami peleara con merlín pero no acababa de entender porque tan celoso. Hasta que un día me encontré con Majo. Me gritó y me insultó, me hablaba mucho sobre que me alejara de Merlín... y me encerró en esa botella.- dijo Mizuko. Kagami estaba muy enojado.
    -Siempre creíste que Majo te había abierto los ojos ante mi como un traidor; y por idiota, el verdadero traidor terminaste siendo tu. Te aliaste con ella porque querías destruirme, ya que después te hizo pensar que yo desaparecí a Mizuko.

    Kagami enloqueció; dentro de si se desmoronaba ya que no sabía que creer. No se mostraba furioso, ya que no tendría oportunidad de atacar a quien fuera el culpable. Solo supo comenzar a hablar, y poco a poco llegar a los gritos y risas irónicas entre llantos. Esto comenzó a decir:

    -Eres una maldita... Majo... Todo este tiempo sufrí tanto... por que yo en serio amaba a Mizuko... Estuve tanto tiempo lleno de rencor... y pude haberme enmendado tan solo con verla de nuevo... Ja, pero no, ja ja, ¿como? ja ja ja... Si me necesitabas para tu estúpida venganza; te querías vengar de todos... ja ja... Y me usaste a tu antojo... ja ja, ja ja, ja ja ja ja ja... Yo puedo traicionar a quien me de la gana ¿si? ja ja... ¡SEINEN KOTO NAISHI!

    Cuando Kagami gritó esto último, los cabellos de Majo se volvieron canosos y perdieron firmeza; su visión se volvió borrosa, su esvelta figura desapareció ante los ojos de todos.

    -El hechizo de la eterna juventud... se ha roto...- dijo Merlín.

    -¡¿Y qué?! JA JA JA JA JA JA JA JA Aún tengo mis poderes, y aún soy capaz de matarlos a todos.- sacó su espada -Empezando por este lobo.
    -¡No!- Midori sacó su espada y empezó a luchar con ella, pero iba perdiendo.
    -Sigue intentando Midori, de todas maneras morirá si no rompes el hechizo antes del amanecer.- dijo Majo
    -¡Kagami! ¿Tú pusiste el hechizo sobre el lobo, verdad? Dile a Midori cómo romperlo.- dijo Mizuko.
    -Si... ¡Midori, tus ojos!- gritó Kagami
    -¡¿Que se supone que haga con eso?!- gritó Midori
    -¡Sácate un ojo y dáselo al lobo para que lo coma!
    -¡¿Bromeas?!- gritaron Merlín y Mizuko al unísono. ¿Qué esperaban? Kagami inventó el rompimiento del hechizo cuando estaba despechado por lo de Mizuko y Merlín.


    Midori no lo dudó; el amanecer estaba por llegar. Empujó a Majo con su espada y la hizo desmayar y caer al suelo. Después dijo estas palabras...

    -Tío Merlín, deberás hacerme un enorme favor. Jamás creí que pudiese pedir algo tan egoísta en toda mi vida. Siempre intenté ver por los demás y pensar lo menos posible en mi. Pero... Voy a cumplir mi promesa con Elisa... Salvaré a Aoi y seré feliz con él. Para eso, mi deseo egoísta, el favor que tengo que pedirte tío... es que no me dejes morir...

    Merlín asintió con la cabeza mientras lloraba. Midori levantó su espada, se paró frente a la jaula de la enloquecida bestia de pelaje azul, se llevo el filo hacia la cara y encajó la punta de la espada en su ojo y se lo sacó. Se dejó caer de rodillas; fue demasiada la sangre que se derramaba, así como el dolor que Midori sentía. Desencajó el ojo de la punta y se lo lanzó a Aoi, quién se lo tragó como un dulce. Pasó un rato y no sucedía ningún cambio en él. Midori le gritó a Aoi: -¡¿NO ES SUFICIENTE?! ¡ESTÁ BIEN!- Y esta vez de una manera más rápida, se sacó su otro ojo y emitió un gigantesco gritó de dolor. Lo desencajó de la espada, se lo lanzó a Aoi y también lo devoró al instante. -¡TÍO MERLÍN!- gritó Midori con desesperación casi al punto de desmayarse. Merlín hizo varios conjuros; le devolvió la sangre que perdió y tomo la sudadera que le traían a Aoi, la destrozó ligeramente y rodeó la cara de Midori.

    -Listo ¿cómo te sientes?- preguntó merlín, con lágrimas en su rostro apretando las manos de Midori.
    -He pagado el precio del amor, tío Merlín. Todos tenemos que pagarlo. Elisa lo pagó aceptando ser sólo amiga de Aoi: Kagami lo pagó aceptando su error y ayudando a deshacer el hechizo de Aoi... Seguro mi padre tuvo que pagarlo por mi madre y por mi... Aoi tendrá que pagarlo cuidando de mí...- Era impresionante; Midori, aún sin ojos, podía llorar.
    -Aoi, ya ha vuelto a la normalidad.- dijo Merlín
    -El hechizo se rompió.- dijo Kagami
    -Tío... llévame a la jaula...

    Merlín entró primero y tapó a Aoi con una manta. Tomó a Midori por la cintura y la puso de pie; luego le rodeó la espalda con su brazo izquierdo y con el derecho tomó la mano de Midori. Ella iba tanteando el camino con su mano izquierda y la otra Merlín la sostenía fuerte. La dejó adentro de la jaula y ella pidió que la soltara: se hincó con cuidado y tocó el suelo con su manos. Luego llegó a Aoi; sintió sus brazos y leugo comenzó a buscar su cara, y encontró su cabello y se quedó acariciándolo mientras susurraba su nombre. Se fue despertando.

    -Ahh, ah... ¿Midori?- veía borroso al principio, y luego vio a Midori hincada frente a él con una tela roja tapando donde se suponía estaban sus ojos.
    -Aoi...- Midori suspiró - Oh, Aoi...- lloraba.
    -Pero Midori... ¿Por qué tienes...?- Aoi tocó la tela y Midori retiró su mano. En ese momento Aoi reaccionó que estaba desnuedo. Se sonrojó toda la cara y se tapó lo más que pudo con la manta que tenía encima.
    -¡AHH! Cielos, ya veo... ejem... Creo que no es necesario que te tapes los ojos por esto...- dijo Aoi, algo enojado y sin comprender bien a Midori (Tendrían que entender a Aoi bien para saber el porque de su enojo, jajaja)-Aoi... Yo ya no tengo ojos...
    -¿...Qué?
    -Yo te los di... para romper el hechizo...- Aoi la tomó por las mejillas y lloró. No podía creer sus palabras.
    -Midori, yo...
    -Te amo, Aoi...- y se besaron.

    Continuará...
     
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    Ruki V

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    Capítulo 12: Creer para ver
    (Esto es algo así como un extra)

    "Ha pasado al menos un mes desde aquel incidente. Después de que Majo volvió a tener la edad que se supondría en ese entonces, murió de un paro cardíaco. Fue algo muy repentino para todos, incluyendo a mi tío Merlín y a Kagami. Mi tío me habló hasta el cansancio sobre los ojos falsos que ahora llevo en lugar de mis antiguos ojos; de todas
    maneras siempre los traigo cerrados y cubiertos con una venda, hasta cuando duermo. Él también se encargó de revertir el hechizo sobre la princesa Elisa. Tuve una platica muy curiosa con ella... Hablaba sobre mi futuro con Aoi y sobre ser mi dama de honor. Me hizo apenar muchas veces con conversaciones parecidas a lo largo de estas semanas; pero fuera de eso yo estoy tranquila. He aprendido a vivir con la ceguera, Aoi se mudó a mi casa; mi tío Merlín construyó un nuevo y más pequeño hogar junto al nuestro y le dijo a mamá que si se quedaba ahí. La verdad fue raro al comienzo aceptar lo de vivir con Aoi, pero de todas maneras necesitaba ayuda para moverme ya que no podía ver... Además Aoi ha madurado y ha mostrado que... en serio me ama como yo a él... Nadie dijo que una vida 'a obscuras' tuviese que ser solitaria; soy tan afortunada de seguir viva y estar rodeada de a quienes más quiero."

    Estaba amaneciendo en el cuarto de Midori; el sol entraba y dejaba sentir su calor rozándole la piel. Mal sintió los rayos de sol sobre su rostro, se sentó en la cama y se acomodó la venda. Palpó la cama como buscando algo y luego escuchó el ruido de la puerta abriéndose.

    -Buenos días, Midori- dijo Aoi.
    -Aoi...- dijo ella con ligero suspiro.
    -¿Quieres bajar o te subo el desayuno?- dijo él mientras se sentaba en la cama.
    -No seas tonto...- decía Midori buscando las manos de Aoi.
    -Ya se que me has dicho que no te consienta demasiado...- dijo Aoi tomando sus manos -pero ¿cómo evitar querer hacer todo por mi princesa?


    Midori se sonrojó un poco y recargó su cabeza en el hombro de Aoi. Él beso su cabeza y la abrazó. Se puso de pie y con mucho cuidado ayudo a Midori; esto la molestaba porque era ciega, no paralítica. Salieron del cuarto; Aoi se puso de espaldas a las escaleras teniendo a Midori de frente. Tomó sus manos y ella fue bajando escalón por escalón ayudada por sus manos mientras él iba en retroceso. Llegaron al comedor, Aoi la sentó y le sirvió empanadas de cajeta, hojarascas y una taza de café con leche: justo lo que le gustaba. Comieron en silencio como todas las mañanas. Midori se perdía en su mente tratando de 'visualizar' dentro de su mente lo que estaba comiendo; igual que cada mañana, con todo lo que comía y bebía, con cada cosa que hacía. A veces lograba estar completamente distraída en ello que simplemente se levantaba de la mesa con su plato y taza vacíos y se dirigía a lavarlos. Aoi sabía que no podía quitarle esa costumbre, y era un pequeñísimo detalle que le entristecía por las mañanas. El asiento de Midori le daba la espalda al lavabo; y eso era perfecto. A veces le exigía sus platos a Aoi, y él sin remedio complacía lo que pidiese sin dudar.

    No podía evitarlo; la amaba con todo su ser, y odiaba su ceguera. Cuidarla no le molestaba en lo más mínimo; deprimirse por Midori solo la afectaría, ya que ella vive muy bien sin poder ver y odia que los demás sientan compasión por ella. Se sentía culpable de que Midori estuviera ciega: claro que no tiene nada de malo que se sienta así, pero mencionárselo a Midori es otra mortificación más para ella. ¡Midori se enterró una espada en sus ojos, se los sacó y se los dió a Aoi de comer! ¡Para salvarle la vida y deshacer el hechizo! ¡Por amor!, ¡sí!: ¡pero SE COMIÓ SUS OJOS! Es lógico que Aoi sienta este hecho como si cargara el mundo en la espalda. Lo único que le reconforta y le hace ligera la carga algunas veces es el que Midori sigue ahí. A su lado, con él; para él... y él estará siempre para ella.

    Un día Aoi visitó la casa de junto solicitándole a Merlín que cuidara a Midori mientras iba a comprar cosas para el hogar; sin embargo la mamá de Midori se ofreció a ir en lugar de Aoi. Y en lo que sucedía todo esto, Midori, con mucha astucia, salió de la casa cargando una silla; la puso ahí frente a la puerta y se sentó en ella. Con la sombra de un árbol sentía el aire fresco; oía el cantar de los pájaros, el trepar de las ardillas, el saltar de los conejos y el lejano correr del río. Afuera, en la más grande calma, su sentido del oído se agudizaba y la dejaba completamente relajada. Aoi se quedó parado frente a ella en silencio; la observaba sonriente como se relajaba, deseoso de llorar por algún motivo.

    -Aoi...- murmuró Midori. Aoi abrió mucho los ojos y dejó escapar una lágrima. Caminó lentamente hasta ella, se hincó frente a la silla y tomó sus manos.
    -¿...por qué lloras?- preguntó ella. Esto sorprendió mucho a Aoi.
    -Midori...- le acarició la mejilla y luego ella abrazó el brazo de Aoi.
    -Lo siento...- dijo ella - siento tu tristeza...
    -No... no es exactamente tristeza...
    -No puedo ver... pero aún se de las cosas a mi al rededor...
    -Ese es un don que muchas personas ciegas desearían tener... al igual que el regalo de tener a alguien a su lado...
    -Soy muy afortunada...- agachó un poco su cabeza y sin querer dejó varios cabellos reposando sobre la cara de Aoi. Él se los peinó detrás de sus orejas y lo sostuvo con una pinza.
    -¿Y esto?- preguntó Midori - Creí que te agradaba mi cabello suelto.
    -Me encanta...- dijo Aoi -pero me estorba para hacer esto...- levantó un poco la cara y la besó profundamente.


    "Vaya... y pensar que de una manera u otra conseguí lo que quería. Midori está conmigo, yo estoy con ella; somos felices, la bruja desapareció, Elisa se volvió más comprensiva, el espejo recuperó su vida... creo que ya me desvié.... Bueno, el punto es que el 'vivieron felices para siempre' les llegó a todos. Extrañamente pasó algo muy raro por mi mente un día lluvioso; tan pacífico, en casa, en mi cuarto... con Midori..."

    -Qué mal... no pensé que la madera del techo de mi cuarto se estuviese pudriendo... Aoi pero, no quiero sacarte de tu recamara.
    -No seas necia. Ya te dije que prefiero que duermas a gusto en la cama; además la madera de aquí está en perfecto estado. No quiero que te enfermes o te lastimes.
    -¿No hay manera de que te quedes aqui y yo también para que no te preocupes?- Aoi se sonrojó; para su suerte, Midori no podía verlo.
    -JA JA JA JA JA- soltó una risa de 'obvio no, cállate y no digas idioteces'- Ay, Midori....- le dio un beso en la frente y se dio la vuelta pero Midori le tomó el brazo
    -¿Sabes?- comenzó a decir Midori -al principio pensé que vivir contigo sería algo incómodo e incluso inapropiado... y últimamente he pensado cosas muy extrañas que...


    Midori comenzó a sonrojarse sin soltar a Aoi del brazo; le sujetaba más fuerte sintiendo deseos de llorar por la vergüenza que sentía con sus palabras. Aoi la miraba con ojos brillosos y algo tristes. Él sabía a lo que se refería, ya que también lo había pensado: pero no había comentado al respecto por no presionarla, incomodarla, hacerla sentir mal. Además sentía respeto por la edad que tenían; y tenía la necesidad de ser aprobado por la madre de Midori. La abrazó y la besó repetidas veces y luego la acostó. -Buenas noches- se dijeron el uno al otro y Aoi bajó a dormirse en el sofá.

    Midori yacía en la cama, sintiendo los pasos de Aoi alejarse y bajar las escaleras. Cuando supo que estaba finalmente sola, la venda de sus ojos se humedeció con sus lágrimas. Se sentía como una estúpida por las cosas que le dijo a Aoi. Se ahogo en sus pensamientos hasta el punto en que la invadieron en sus sueños.

    SUEÑO DE MIDORI
    Se encontraba Midori sentada bajo un árbol, con la acostumbrada venda en sus ojos y sus ropas comunes esta vez combinadas en tonos blancos. Su cabello se veía pocos centímetros más corto y pareciera que tenía un año menos. De pronto se ven los pesados pasos de un hombre que usaba botas como las de ella; poco a poco se va viendo el resto de su cuerpo pero nunca las facciones de su cara. Llega hasta Midori y su cara sigue sin ser visible. Se pone en cuclillas y comienza a mover los labios: pareciera que no dice nada, pero Midori reaccionaba a sus 'palabras'. El hombre la abrazó y ella rompió en llanto; luego él se puso de pie y se marchó despacio mientras ella suplicaba que no fuese así. Se levantó con dificultad y luego cayó al suelo repentinamente; acostada boca abajo, con las manos extendidas y aún llorando. Comenzó a levantar la cara con lentitud y extendió un poco más sus manos para encontrarse con algo filoso: la espada de Makoto. Comenzó a pasar su mano sobre ella y se dio cuenta que estaba llena de sangre. Luego sintió una mano sobre su hombro y una voz de hombre que con un raro tono la llamó -Princesa...-

    -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------VOLVIENDO A LA REALIDAD-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    De golpe, Midori se sentó en la cama y respiraba raro y muy fuerte. De la nada, un fuerte sentimiento de miedo la hizo alucinar con la muerte de su padre y la de Makoto. Dentro de su cabeza estaban muy claras las imágenes y los gritos que se repetían una y otra vez hasta enloquecerla. Gritó y lloró desesperada llevando sus manos a sus oídos. Enseguida, Aoi atendió a sus gritos y subió hecho rayo las escaleras hasta donde estaba.

    -¡Midori!- gritó Aoi cuando abrió la puerta; ella dejó de gritar y se limitó a llorar, aunque no en silencio como acostumbraba.
    -Deténlo...- murmuraba - *snif* deténlo... por favor... *snif*- Aoi se sentó en la cama y la abrazo muy fuerte.
    -Tranquila... Estoy aquí contigo... Todo esta bien...
    -No te vayas...- dijo ella aún llorando y aferrándose a él.


    Pasando todo ese drama, bajaron a desayunar; en silencio de nuevo. Terminando, mientras Midori lavaba los platos, Aoi le dijo:
    -Me gustaría visitar a Merlín y a tu mamá. ¿Me acompañas?- Midori guardó un largo silencio antes de responder.
    -Hoy quiero quedarme en casa... a oír mis viejos discos.
    -¿Tienes guardados discos de música?
    -Si... son muy importantes para mi.
    -Bueno... Me voy a bañar, ¿necesitas algo?
    -No, está bien... pero llevame arriba para bañarme después de ti.


    Y así, fueron arriba; Midori se quedó recostada en la cama de Aoi, él se metió a bañar. Saliendo Aoi, ayudó a Midori a entrar a la regadera, le acercó ropa y toalla y esperó a que terminara. Al rato, Midori terminó de bañarse; cogió la toalla y se enredó en ella para después llamar a Aoi. La sacó de la regadera y estaba dispuesto a darse la vuelta e irse, pero antes de siquiera pestañear; a Midori se le cayó la toalla. Exactamente al mismo tiempo, ambos gritaron aterrados, se sonrojaron por completo y se dieron la vuelta. Midori recogió la toalla y se volvió a envolver en ella y por precaución se puso otra encima.

    -¡IDIOTA! ¿POR QUÉ NO TE HABÍAS IDO?
    -¡ESTABA A PUNTO DE HACERLO, LO SIENTO!
    -¡ESTÁS TARDANDO!
    -¡YA ME VOY!


    Aoi salió entre apenado y enojado del baño; cerró la puerta de golpe y oyó como Midori murmuraba (Grññrggrññrg pervertido...)

    Cuando Midori salió del baño (vestida) estaba más calmada. Aoi la llevó al piso de abajo y la sentó en el sillón. Luego la dejó esperando 5 minutos y volvió con una grabadora y una carpeta. La conectó junto al sofá y la puso sobre la mesa frente a Midori; le dio la carpeta en las piernas y le preguntó si no quería que le ubicara los discos pero ella se negó. Aoi se fue con la madre y el tío de Midori y cerró su casa con llave para que no entraran extraños a la casa. Midori colocó un disco al azar en la grabadora y se dedicó a escuchar. Lo primero que oía...

    Camino por un bosque que no quiero recorrer
    Tan solo oigo tus pasos, siento ganas de volver
    Lo miro a los ojos y pienso "Tú no eres él"
    Más sigo caminando a ver si al fin puedo ver


    Volando por las nubes más que densas por mi bien
    Buscando alguna cosa que me ordenó no se quién
    La miro tan feliz a ella "Ella no soy yo"
    Y aún así yo no entiendo ¿Dónde quedó el Sol?


    La luz y todo desapareció...
    No veo a nadie que me quite este dolor...
    Si lo pienso bien no veo nada
    Más necesito ser amada...


    ¡YO!
    La oscuridad ahora es mi verdad...
    Ahora no puedo mirar atrás...
    Si no escucho bien, tú jamás vendrás
    Te necesito ¡luz ven ya!


    Midori desconectó la grabadora y comenzó a llorar. Quiso sacar el disco y romperlo pero al abrir la grabadora no encontró nada. Hojeó la carpeta para buscar otro disco y encontró que estaba vacía. Estaba muy confundida, y de pronto esa canción comenzó a repetirse en su cabeza. Le inducía una enorme tristeza, y creyó que podría sacársela si se iba a dormir; se recostó en el sillón y cayó en un profundo sueño.

    Mientras tanto, Aoi tenía una conversación algo incómoda con la madre de Midori. Estaba tan apenado que hervía de lo rojo que estaba.
    -Aoi... todo lo que acabas de decir...
    -Midori... ayer... estaba a punto de decirme que lo estaba pensando... Pero se que somos jóvenes aún y... quería su aprobación.
    -Eres un chico tan dulce. Y sobre las condiciones que pusiste... ¿estás seguro?
    -Lo pensé así por respeto a Midori... Yo espero que no me malinterprete.
    -Bueno... llevas un buen rato aquí. Llévale este pay de limón a Midori; es su favorito, y dile que no la he ido a ver por hacerlo para ella.
    -Se lo diré. Gracias por escucharme.


    Cuando Aoi llegó a casa, Midori estaba con la grabadora encendida de nuevo; cantando la canción que decía lo mismo como tres veces y sin dejar de llorar. Aoi estaba impactado; a mitad de la canción la pila de la grabadora se terminó pero Midori seguía cantando y llorando. Tenía una voz tan hermosa, pero dejando eso de lado se preguntaba porque lloraba luego escuchó bien la letra de la canción y terminó llorando también. Aoi la puso de pie y la besó. Luego la llevó arriba y la sentó en su cama mientras tomaba sus manos..

    -Midori... ¿recuerdas que ibas a decirme algo anoche antes de que me bajara a dormir?- Ella se sonrojó y apretó sus manos con fuerza.
    -Aoi yo... a mi... me... me gustaría...- los ojos de Aoi brillaban con intensidad y ternura -¡me gustaría entregarme a ti!-
    Aoi la abrazó con fuerza y le susurró al oído -¿Te parecería bien si me vendara los ojos?-
    Midori lloró y lloró abrazándolo con fuerzas. -¿Harías eso?
    -Por ti eso y mucho más... te entregaría mi vida... y de no ser porque tengo que cuidar de ti... sería ciego también. Quizás te vi desnuda por un breve segundo accidental... pero hagamos justicia: si tu no puedes ver mi cuerpo,-dijo Aoi mientras se vendaba los ojos- yo tampoco puedo ver el tuyo.


    Midori se aseguró de que Aoi traía los ojos vendados; luego lo beso profundamente y se recostó de lado en la cama. Aoi se recostó de lado también y la abrazó y comenzó a acariciarla; desde sus humedas mejillas, todo su cuerpo, hasta los pies. Midori se sentó en la cama y comenzó a desvestirse, igual Aoi; pero se quedaron a medias. Midori abrazó muy fuerte a Aoi mientras le decía como diez veces "te amo" y él besaba su cuello. Dejaron que la noche, las paredes y la cama fueran los únicos testigos de aquella hermosa unión. No podían ver lo que ocurría, ninguno de los dos, pero sabían... sentían que había un maravilloso ser ahí en la cama, que se entregaba 'ciegamente' al otro.

    Si somos realistas, ese es un lindo final feliz... pero vamos a hacer cuento corto de lo que pasó después. En ese momento no, pero 6 años después Midori se embarazó y tuvieron una preciosa niña; y pasando otros 6 años nació su pequeño hermano. El tío Merlín abrió una escuela de magia y la madre de Midori comenzó a vender sus tartas y pays. Y todos fueron, definitivamente, muy felices para siempre.

    FIN
     
    Última edición: 16 Febrero 2018
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