Santuario Shinto

Ubicado en: Calle Principal
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Un camino a partir de la calle principal lleva a la entrada de este humilde y sagrado santuario.

Desde el arco de la entrada, se pueden apreciar algunas estatuas, y un humilde santuario donde se pueden arrojar ofrendas y rezar por los tiempos venideros. Es muy popular en Año Nuevo y durante los feriados... pero también suele llenarse de estudiantes durante la época de exámenes.

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Contenido oculto: Music Theme del Santuario

 

Akiko Brooks

La belleza de la arquitectura japonesa nunca terminaría de sorprenderme. Cuando entramos Yule, Anna, Diane y yo a aquel templo, no pude evitar alzar mi cabeza con la boca abierta, contemplando aquel hermoso templo que desprendía esa luz impregnada de tradición tan típica de las zonas más rurales del país. La cultura japonesa siempre me encantó, desde muy pequeña: por eso acabamos viniendo aquí cuando quisimos empezar de cero. Y por más tiempo que pasase en Japón, no me acostumbraba del todo, casi no me creía estar donde estaba, vivir donde vivía.

La conversación con Sakura-chan terminó cuando Yule hizo sus combras y, ya bien abastecidos todos, nos decidimos a dirigirnos al templo tras despedirnos de la dependienta. ¿El objetivo? Tratar de investigar qué demonios pasaba con aquellas enfermedades repentinas que parecían surgir por todo el pueblo, enfermedades que,s egún Izagawa, mucha gente atribuía a la presencia de demonios. La "chica del templo", como la nombró el herrero, era la que lidiaba con todo aquel asunto y con las personas supersticiosas. Así pues, sorprendida y maravillada pero, a la vez, intimidada y asustada por lo que pudiésemos encontrar allí, caminé hacia el interior del templo "escondida" tras la espalda de Anna. Y digo "escondida" porque, realmente, con la diferencia de alturas que teníamos no era muy buen escondite, a decir verdad.

¿Estaría por ahí la "chica del templo"? ¿Cómo sería...?

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¿Confirmamos que el coronavirus ha llegado a Hanazawa? Confirmamos.
Kaito hehe. Asumo que con esto vale, ¡spawnéate, chica del templo!

 

Mientras Akiko y su grupo curioseaban y se unían al grupo de Shiori, notaron entonces que otra joven se encontraba en el lugar.

La otra chica debía tener unos 15 o 16 años... no parecía ser mayor que ellos; quizás hasta más joven, a decir verdad, porque era algo bajita. Su largo cabello oscuro se extendía hasta mitad de su espalda, y poseía un bonito listón que ataba parte de su cabello sobre el lado derecho. Llevaba en sus manos una escoba y parecía estar limpiando el suelo del templo. Sus ropas eran curiosas; un atuendo rojo y blanco, el cual tradicionalmente usaban las "miko" o sacerdotisas de la religión shinto.

¿Sería ella la chica del santuario? No lo sabían... y la chica no pareció notar su presencia, procediendo a barrer sin una palabra cerca del santuario.

 

La muchacha levantó la mirada cuando Anna le dirigió la palabra. Luego de una breve y silenciosa pausa, ella respondió.

—Sí —asintió secamente... y luego procedió a volver a barrer el suelo. No... parecía ser muy sociable, ¿no?

>> ¿Cómo te llamas?

>> ¿Podemos rezar aquí?

>> ....

 

Nagi Watanabe

Cuando Nagi noto la cantidad masiva de personas que se estaban juntando sintió cómo su corazón se alocaba, no estaba acostumbrada a grupos grandes e inconscientemente se empezó a ocultar tras Shiori, eso hasta que escuchó la palabra "Senpai" y no pudo evitar asomarse, al ver a Akiko dejo formar una leve sonrisa, tal vez no iría mal ir hasta donde estaba ella y saludarla... y de paso intentarlo con el resto.

Todos los del grupo eran los que habían estado en Velvet Room ¿Qué tenía el destino con ellos para juntarlos siempre?
—Ho-hola, Akiko -Senpai —dijo levente sonriendole a Akiko mientras levantaba un poco la vista, gestualizando un saludo con su mano, pero la acción no le duró mucho, y dándose media vuelta en dirección contraria al grupo fingió ver el paisaje, el cual era realmente hermoso con árboles y estatuas majestuosos, aunque en relaidad estaba enfocada en calmar su respiración, no quería andar tiritando de nuevo por ahí. Igualmente se encontraba atenta a que era lo que decían el resto.

Pero no le duro mucho, pues apenas había dado dos bocanadas de aire Hiradaira pasó a saludarla, bastante enérgica como siempre, pero sin llegar al extremo de dar brinquitos o algo por el estilo. Nagi la vio de manera nerviosa... Había olvidado como se llamaba...

—Bu-buenos días Rockera—Senpai —contestó mirando al piso, era lo más cercano a un Visual Kei que hubiera conocido en persona, aunque lo más seguro es que se equivocaba, y ante esa frustración palmeo toda su cara dejando bajar la mano lentamente, mientra se le ponía una expresión de hastío. Le hubiera vuelto a preguntar su nombre, pero justo llegó la sacerdotisa, así que tan solo volvió a acercarse a Kurosawa, nuevamente casi rozando el hombro de la chica, se quedó escuchando con atención.

 

Akiko Brooks

Anna, de forma dulce y amable, me dijo que no tuviese miedo y que me defendería. No me equivocaba con esta chica, sin duda: era una chica realmente encantadora.

—V-Vale. Estoy bien —le dije—, es solo que me ponen un poco nerviosa los sitios llenos de gente, y no sé si habrá mucha gente en el templo y...

Y no sé si habría gente o no, pero daba igual. Porque... ih, por dios. La cosa empeoraba por momentos: nos estábamos juntando demasiada gente allí. Antes de que me diese cuenta estaba rodeada de gente: Watanabe, la chica del mechón y el muchacho rubio aparecieron por allí. D-Demonios, siete de los diez nos hablamos reunido. Faltaban los de mi clase, básicamente: Sanji, Hiroki y Monjiro.

¿Por qué tenerle miedo a que haya en el sitio de destino mucha gente, cuando tu propio grupo estaba lleno de gente que no conocías mucho?

Tanto la chica del mechón como Nagi me saludaron amablemente cuando llegaron. Tuve que desviar las miradas, y solo un gesto extraño surgió en mi rostro, en lo que se suponía que era un intento (claramente infructuoso) de esbozar una sonrisa. Al menos al alzar la mano se entendió, espero, que estaba saludándolas.

—Hola... ¿c-cómo era tu nombre? —pregunté, dirigiéndome a la chica del mechón. Mis ojos miraron brevemente al rubio, más intranquila aún.

A él no le pregunté el nombre, aunque quería saberlo. Los chicos me inspiraban menos confianza que las chicas, m-me solía sentir más incómoda con ellos.

Aunque reconozco que Yule, el muchacho que iba con nosotras desde la herrería, era la excepción. Me sentía muy cómoda cerca de él, porque... era como yo. O al menos así lo sentía.

El caso es que, finalmente, encontramos a la que parecía ser la chica del templo. Era absurdamente callada, ¡y que yo dijese aquello ya era bastante! Ante la pregunta de Anna, su respuesta fue un seco "sí". Y luego regresó a sus tareas.

I-Intuí rápidamente que no tenía mucho interés por socializar. Y yo no era especialmente ducha en ese terreno, así que si no daba de su parte... esto pasaba:

—... eh... uh... —al notar que me ignoraba, las palabras no salían de mi boca. De modo que solo fue silencio lo que vino a continuación.

Un extraño silencio.

—...

Anna dijo que me protegería de un bicho horrible, ¿no? Pues que lo haga ahora. Esta situación no es un bicho horrible, ¡pero me da más miedo que uno!

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Se supone que es la tercera opción de diálogo, btw. No solo le pega a Akiko, sino que idk, parece que el silencio es lo que más le agradará a esta c ñora

 

Oreki Tojo

Habian llegado finalmente a un templo, un lugar sagrado mistico que irradiaba un aura de paz adornado con una arquitectura sin igual, en compañia de Watanabe y Shiori el rubio noto que no estaban solos otro grupo conocido se acerco al lugar.

Fue entonces cuando vio al resto del grupo coincidiendo su parada, eran sin duda Anna, Yule, Diane y una chica que debeia ser de otra clase...genial más gente para conocer.

—¡Anna!Que bien verte por aqui— le saludo con sus manos puestas en forma de altavoz, asi como iria a saludar a los demás pero sin embargo la chica del templo hizo acto de presencia, parecia no ser muy dada a una buena charla.

 

—...

La chica no se inmutó ante el silencio de los visitantes... ni siquiera con el pasar de los minutos. Los minutos comenzaban a hacer el silencio incómodo... ¿significaba que quería que se vayan? ¿O qué simplemente no sabía qué decir?

>> ¿Cómo te llamas?

>> ¿Podemos rezar aquí?

 

Diane Yamaguchi

El siguiente destino fue el Santuario Shinto. La entrada era gigantesca y rodeada de un montón de árboles y vegetación. Al menos, eso me resultaba muy reconfortante. El sitio en sí no era algo que me apasionase, más allá de razones de arquitectura o historia, pero decidí acompañarlas allí, para al menos conocer dónde estaba.

Al entrar, otro grupo de estudiantes se unió a nosotros. Eran Shiori, Oreki y Nagi. Me alegraba de encontrarlos, ya que así podríamos charlar sobre las cosas que habían visitado y qué nos recomendaban ver, con especial interés en la opinión de Kurosawa, quién era de allí.

Durante la conversación, pude notar como Akiko se encontraba algo incómoda, al no conocer bien a mis compañeros de clase. Caí en la cuenta de que, probablemente, ni siquiera supiera sus nombres, y así lo demostró cuando le preguntó a Shiori por el suyo. No lo hizo con Oreki, sin embargo; debía recordar más adelante decirle como se llamaba, por si no quería preguntarselo directamente.

Tras unos minutos de conversación, reparamos en una chica muy joven que se encontraba en el santuario, rezando. Nos dirigió unas palabras, breves. Akiko pareció intentar dirigirse a ella, pero no fue capaz de conseguir nada. Su presencia no la alteraba lo más mínimo, lo cual era algo inquietante.

—Hola, soy Diane Yamaguchi. ¿Podemos saber cómo te llamas? Estábamos por aquí de visita... —Me dirigí a ella yo ahora. Esperaba que al menos pudiera responderme.

 

La muchacha dirigió ahora su mirada a Diane, quien preguntó su nombre. Tras un minuto más de silencio, ella finalmente contestó.

—Hinata —reveló ella con voz serena—. Hinata Kogami.

Y tras esa breve presentación... volvió a ponerse a barrer el suelo. O era increíblemente tímida, o simplemente creía que no había que decir más palabras que las necesarias... y era imposible saber cual de los dos era su caso.

>> ¿Podemos rezar aquí?

 

Nagi Watanabe

Nagi empezaba a aburrirse de que las cosas no parecieran avanzar, al parecer los chicos se empeñaban a indagar en la pobre joven que tal vez solo quería barrer tranquila, lo normal si quiere terminar no tan tarde de limpiar el inmenso santuario.

—Que-que lindo nombre, Kogami-san —trató de hablar esta vez Nagi, aunque con mucho esfuerzo. —Si no es mucha molestia ¿Podría rezar un rato aquí? —dijo con cierto nerviosismo, pero con una rara seguridad. — Me gustaría pedirle suerte a los kami para mi año escolar... Y agradecerles de que podamos quedarnos en este pueblo tras todo lo ocurrido en Tokyo. — Se notó cierto desgano en su voz.

Ahora que estaba en el santuario, debía aprovecharlo como correspondía ¿No?

 

Hinata dirigió ahora su mirada a Watanabe, y tras un breve silencio asintió con la cabeza. Apuntó con su mano izquierda a un pequeño santuario que se encontraba subiendo tres peldaños no muy lejos de ellos.

—Arroje su ofrenda al santuario —explicó Hinata—. Aplauda dos veces y proceda a inclinarse para hacer sus plegarias.

La muchacha unió ambas manos e inclinó la cabeza con los ojos cerrados, como demostrando de qué forma debía hacerse. Hizo una breve reverencia al grupo y procedió a marcharse a la parte trasera del templo, seguramente para limpiar allí... hasta que la perdieron de vista.

No pareció molesta ni nada de ese estilo... ¿quizás le había intimidado un grupo tan grande? Tal vez fuese mejor intentar volver a hablarle mañana, sin tanta gente...

 

Nagi Watanabe

A Nagi le entristeció un poco el hecho de que la srta. Kogami se fuera sin poder agradecerle, pero bueno, con todo lo que se había esforzado en demostrarle como se hacía perfectamente la oración no iba a ignorarla.

—Bueno, yo iré al santuario, gracias por acompañarme hasta acá —dijo Watanabe, haciendo una pequeña reverencia a Kurosawa y Oreki en especifico. —Nos vemos — Y así se fue adentrando al santuario, a un paso lento y calmado.

 

Akiko Brooks

La chica del mechón se presentó a sí misma como Shiori Kurosawa. Shiori... era un nombre muy bonito, sin duda, sí. Bonito y elegante, como ella. Con timidez, asentí cuando me dijo su nombre y dije en voz algo baja, intimidada por el silencio que se había generado alrededor de la chica del santuario:

—E-Encantada, Shiori. Yo soy Akiko Brooks... pero llámame Akiko, o Aki, por favor.

Tras eso, volví a desviar la mirada. Shiori se veía muy agradable, sin duda, pero no tenía confianza como para seguir una conversación, a no ser que ella la iniciase. Además, pronto empezaron a charlar tanto Watanabe como Diane con la tal Hinata, que... terminó yéndose, visiblemente agobiada por la gran cantidad de personas que nos habíamos acumulado allí. Miré por un instante hacia atrás, contemplando a las otras seis personas que había allí.

... te entiendo, Hinata. Cómo te entiendo.

Con timidez, hablé, pero lo hice a un tono bajo, muy bajo. N-No es que quisiese guardarlo en secreto, pero me daba apuro hablar en voz alta, que todos me oyesen. N-No me gustaba ser el centro de atención. Mi objetivo, realmente, es que me oyesen Anna, Diane y, como mucho, Yule.

—... no parece que aquí vayamos a conseguir mucha información. Tal vez deberíamos ir al hospital, ¿no? S-Solo como sugerencia, vaya, no tenemos por qué ir...

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Amono' pipol :D

 

Yule Shirai

Empezó a creer que el destino había decidido empezar a ponerle a prueba y que no se trataban de simples coincidencias cuando tres personas más llegaron junto a ellos. Observador como era, no tardó en notar similitudes en el comportamiento de Akiko, su senpai. Ambos parecían incómodos con la llegada de más y más personas, y una parte de él se sintió... aliviado, comprendido quizás, de saber que había alguien más ahí que entendía cómo se sentía. Y aún así, a pesar de todo, notaba que hacía el intento por luchar contra su timidez, y lo conseguía.

Jugueteó con uno de sus mechones, reflexivo. No podía necesitar siempre de un empujón... ¿no es así? Por ello, ante el animado saludo de Shiori, alzó una mano también, devolviéndole una pequeña sonrisa.

—Kurosawa-san, Tojo-kun... Esto... —ladeó su cabeza ligeramente, reparando en la más joven del grupo. Esa chica también había estado en el Velvet Room, ¿cierto? Su desafío de aquel día sería aprenderse los nombres de todos sus compañeros, decidido—. Disculpa... ¿cuál es tu nombre?

La voz de Anna a su lado, sin embargo, respondió por ella. Watanabe, ¿no es así? Justo a tiempo, puesto que parecía haber descubierto a una joven que podía ser a quien buscaban. Se trataba de la encargada del santuario, una chica de más o menos su edad, que no parecía ser de muchas palabras.

...Y vaya que no lo fue. Antes de darse cuenta, ya se había marchado de allí. Yule rascó su mejilla, perplejo. Había sido una... visita interesante, cuanto menos. Se volvió entonces hacia Akiko, asintiendo ante sus palabras.

—Es una buena idea, senpai —concedió. Él también parecía curioso acerca de lo que sucedía en el pueblo. Se volvió hacia el resto de chicos, y atinó, con algo de esfuerzo, a secundar la moción—. Uhm... ¿V-vamos yendo?