Santuario de los Deseos

Houndour

La última roca en el camino terminó por ceder ante nosotros. Del otro lado, nos encontramos a un equipo explorador que nunca antes habíamos visto. Estaba compuesto por un Torchic, un Litwick y un Marill. También había un Alakazam, el sabio de las grutas, quien nos informó acerca del "tesoro" que aguardaba en el santuario de los deseos. Según nos contó, era muy urgente llegar allí y conseguir el tesoro antes que los malos.

Dentro de la gruta había dos caminos, el de la derecha y el de la izquierda. Nuestro equipo tomó el de la derecha y el que se llamaba equipo Reverse cogió el otro, el de la izquierda.

 

En la esquina había un pequeño cristal flotante rojo. ¿Deberían tocarlo?

Más allá de eso, las opciones eran dos: volver hacia atrás o continuar hasta el otro extremo del pasillo en forma de L.


Sin embargo, mientras estaban allí, un Pancham blanco apareció de la nada, flotando ante ellos. Era Licht.

—Otra vez aquí, ¿eh? Insistís en perseguirnos... en impedir que nos venguemos. Dejadme que os cuente una triste historia, pues. La historia de un pokémon al que se le prometió mucho y se le dio nada.

>> Un pequeño pokémon que vivía feliz. Su mundo no era gran cosa, y de hecho, solo unos pocos habían sobrevivido. El caos había reinado en el mundo. Pero él, dentro de toda aquella miseria, era feliz. Muy feliz.

De pronto, desapareció, dejando tras de sí una risa macabra que se perdió en el pasillo...

 

Llegaron pues hasta el final del pasillo, donde había una puerta rodeada de energía rojiza que, ahora, estaba abierta. Además, había un pequeño fragmento flotante, una de esas piedras, de color naranja. Podían cruzar la puerta o retroceder, bien sea a la esquina o al principio del pasillo...

Mientras pensaban a donde ir, un Pancham negro apareció, con su ojo rojo identificándolo como Dunkel.

—Os gusta molestar, ¿eh? Bien. Os contaré entonces una historia terrible. La historia de unos hombres que creían ser capaces de todo. Tenían tecnología, tenían poder, tenían maldad. Todo lo necesario para hacer daño a otros. Y crearon un arma, un arma terrible. La llamaron "Arma Omega".

Y Dunkel se esfumó.

 

Al llegar, vieron una puerta rodeada de energía anaranjada, pero cerrada. Además, cerca había otra de esas piedras flotantes, imbuida con color amarillo.

Licht volvió a aparecer.

—La dueña del pokémon empezó a buscar el modo de solucionar las cosas. Lo intentó de todas las formas posibles. Pero parecía no ser capaz. Hasta que, un día, decidió tomar una solución más drástica: creó un mundo nuevo, un mundo donde las cosas pudiesen ir mejor. Claro que ese mundo terminaría por destrozarse y quedar devastado, como aquel en el que ellos vivían, porque no era más que una réplica.

Y se desvaneció.

 

Al tocar la piedra anaranjada, la puerta del mismo color se abrió ante el equipo Dashiamond. Y el Team Reverse, por su parte, cruzó la puerta roja.

Estuvieron entonces en otro pasillo. Las opciones... parecían limitarse a ir hasta el fondo, y nada más. Era un pasillo recto.

Pero allí, en el segundo pasillo, apareció de nuevo Dunkel.

—El arma Omega era letal. Terrible. Con su poder, los hombres tenían capacidad para destrozar todo el mundo. Habían conquistado todo, habían extendido su dominio sobre la mayor parte de las tierras existentes. Y ahora querían más, querían el resto, y querían someterlos. Matar a quienes se opusiesen a ellos. Pretendían usar el arma para vencer a las naciones enemigas... y no sabían que, al usarla, el mundo quedaría completamente devastado.

Y volvió a desaparecer.

 

Y llegaron entonces al final del pasillo. Allí había una puerta cerrada imbuida en color amarillo. Y, además, había una piedra flotante que brillaba con color verde.

Dunkel apareció entonces por tercera vez.

—En efecto, llegaron a usar el arma, y la destrucción sucedió. Humanos y pokémon se vieron relegados a una ínfima cantidad de ellos. Solo unos pocos, de la mano de algunos pioneros que supieron de la catástrofe que se avecinaba, lograron huir. Algunos humanos y algunas especies pokémon escasas sobrevivieron, que se marcharon de allí y usaron la misma tecnología que iría a destruirles para protegerse. Ellos trataron de repoblar el mundo una vez que todo se extinguió. Pero el mundo ya estaba demasiado dañado.

Y, de nuevo, se esfumó una vez más.

 

La piedra amarilla cayó al suelo sin su color, y la puerta amarilla del lado de los Reverse se abrió entonces. Al cruzar, se encontraron en otro pasillo en forma de L... y sus opciones eran las mismas: llegar hasta la mitad, la esquina, o continuar todo el pasillo hasta el final.

Y Licht volvió a aparecer.

—Y... la dueña del pokémon encontró una solución: introducir un elemento extraño al nuevo mundo para que él se encargase de alterar la historia. Solo alguien de otro mundo podría hacerlo. Alguien como el mismo pokémon. ¡Él podría salvar el mundo! ¡Él podría hacer, con algunos pequeños gestos, que todo por lo que habían luchado tuviese un final feliz al fin! Parecía algo tan bonito, una misión tan importante y tan noble... así que él fue el enviado. El enviado al otro mundo.

>> Pero nada salió como le prometieron.

Y se desvaneció de nuevo.