Danganronpa San Valentín de Esperanza [Multiship]

Título: San Valentín de Esperanza.
Fandom: Danganronpa.
Personajes: Komaeda Nagito, Sonia Nevermind, Gundham Tanaka, Kazuichi Soda, Tsumiki Mikan, Hiyoko Saionji, Koizumi Mahiru, Hajime Hinata, Nanami Chiaki, Chisa Yukizome, Peko Pekoyama, Fuyuhiko Kuzuryuu, Akane Owari, Teruteru Hanamura, Ibuki Mioda, Nekomaru Nidai.| Mención a Sato.
Palabras: 763
Summary: "Aquel 14 de febrero, Nagito se sorprendió de ver tanta acción en sus compañeros."
N/A: Para la actividad "Un valentín diario" | Me vine arriba (?)

Aquel 14 de febrero, Nagito se sorprendió de ver tanta acción en sus compañeros.

Nada más entrar en el edificio de la Academia, se encontró con una escena típica entre tres de ellos. Soda se encontraba con una caja de bombones, seguramente comprada de algún supermercado ya que él era un desastre con ese tipo de cosas, acercándose a Sonia con determinación, aunque se le notaba nervioso. Sin embargo, para su ya común desgracia, se encontró con la chica aceptando una parecida caja de manos del criador.

—¿Los has hecho tú, Gundham? ¿Para mí? —escuchó el suertudo a la princesa, notaba emoción en su voz.

El joven de la bufanda rápidamente se sonrojó, dirigiendo su mirada hacia otro lado.

—¡Los Dark Devas me han obligado! —explicó, sin dejar ese tono teatral suyo—. ¡Es parte de un ritual! Pero entenderé que un demonio en prácticas como tú aun no pueda aceptarlos. ¡HA HA HA!

La rubia negó con la cabeza y con una sonrisa probó uno de aquellos bombones. Un brillo se instaló en sus ojos. Vaya, a Nagito no le sorprendía que un Ultimate como él fuese bueno en cocina, lo que sí le sorprendió es ver a Soda tirar la caja que él mismo tenía al suelo y salir corriendo, un aura negra siguiéndolo.

El albino siguió su camino hacia la clase, donde se sentó en su sitio de siempre.

No pudo evitar fijarse en los dos objetos que había sobre la mesa de Mahiru. La fotógrafa llego no mucho después, igualmente sorprendida ante aquella... sorpresa. Se acercó y Nagito pudo descubrir que era una caja de bento rosada con una nota que desprendía una suave fragancia a rosas.

—Sato… —la escuchó murmurar, con una sonrisa entre avergonzada y emocionada.

Segundos después, la joven bailarina tradicional, se acercó con un sobre entre sus manos, temblorosa, a la pelirroja. Sin embargo, viendo lo que ya había recibido, se paró en seco y aparentemente avergonzada, no supo cómo reaccionar al ver a la fotógrafa mirarla.

>>¿Sucede algo, Hiyoko? —preguntó.

La rubia negó rápidamente con la cabeza, intentando esconder el sobre, pero Mahiru logró cogerlo antes de que lo consiguiese. Apoyó su mano de forma cariñosa sobre su cabeza, sonriendo.

Incluso Chisa-sensei parecía estar pensando en alguien especial mientras daba las clases, se la veía risueña, más de lo normal.

En el primer cambio de clases, e incluso tardando más de lo que la mayoría esperaban, Teruteru extendió antes los ojos de sus compañeros 15 cajas de bombones.

—¡Ibuki no piensa dejar que te acerques a Mikan! —exclamó la cantante, interponiéndose entre el cocinero y la enfermera.

—L-lo siento… p-pero ya he r-recibido unos y… —empezó a excusarse la chica, como era habitual.

Akane pareció acercarse con intención de coger la caja (o cajas) pero el entrenador se lo impidió.

—¡¡¡Recuerda la dieta!!!

—Pero entrenador…

Y los dos acabaron en una pelea que el resto decidió ignorar por su bien.

Tampoco fue una sorpresa que Peko ignorara el cocinero, lo que sí les sorprendió fue ver un pequeño destello de su muñeca al moverla y el sol verse reflejada en ella. Por alguna razón, Nagito supo que todos pensaban en lo mismo: Fuyuhiko finalmente comenzaba a demostrar sus sentimientos.

—Hum… seguro que un cerdo pervertido como tú ha hecho algo raro con esos chocolates… —le incriminó Hiyoko.

Y aunque no con esas palabras, todos pensaban lo mismo.

Finalmente, el día llego a su final, y poco a poco todos los estudiantes salieron del edificio, algunos en parejas dispuestos a ir a alguna cita, otros con sus mejores amistades, pocos en soledad…

Nagito pudo fijarse por última vez en alguien de su clase. La pequeña Chiaki estaba en la puerta, extrañamente no jugando a su videoconsola, esperando aparentemente a alguien. Así fue, un estudiante del curso de reserva apareció poco después, disculpándose por haber llegado tarde.

—¡V-vayamos al parque de atracciones! —exclamó entonces la jugadora, extendiendo dos billetes hacia delante, nerviosa.

El propio Nagito se sorprendió ante tal iniciativa.

—C-claro, ¡hay juegos de arcade ahí! Será divertido~

Y finalmente la pareja se alejó, seguramente hacia algún parque cercano.

Nagito llevó sus brazos detrás de la cabeza. Sabía que alguien tan inútil como él no recibiría nada por San Valentín, pero se alegraba de ver a sus queridos compañeros tan felices y llenos de esperanza. Ellos eran el futuro de la humanidad y necesitaban tener todo lo bueno.

Claro que el suertudo nunca miró en su taquilla, porque si lo hubiese hecho, habría descubierto las numerosas cartas que había en su interior. Que… mala suerte, ¿no?