#Introducción

#Introducción​

En la fecha y hora indicadas, un gran vehículo se detuvo en la puerta de la casa de cada uno de los aspirantes a policía. Lo conducía una chica roñosa, de baja estatura, que vestía un mameluco y cuyos cabellos y ojos eran ocultos bajo la gran gorra, también sucia, que portaba. No habló mucho, salvo para indicarles en voz áspera y baja que se hicieran un hueco en el cargamento del camión… entre bolsones de ropa sucia. Ahora entendían las disculpas del Comisario en su Telegrama.

Poco a poco, los nuevos policías fueron viéndose por primera vez.

No hablaron, sin embargo, pues el viaje había resultado algo estresante. Plagado de giros bruscos que hacían que calcetines salieran despedidos de los bolsones y les cayeran sobre las cabezas. No podían ver nada de lo que acontecía fuera del camión, pues estaban como ocultos allí adentro, en la caja trasera de metal. Pero los sonidos eran claros: sirenas de todo tipo, gritos, llantos, detonaciones lejanas y hasta el temblor de alguna explosión.

Pero había otras resonancias, muy distintas: Risas… Música… Aplausos de alguna fiesta de cumpleaños… Muchas voces unidas un solo grito... Aquella era la orquesta de los inocentes, la manifestación de todo lo que querían salvar del amargo presente de La Ciudad…



Sintieron el camión detenerse luego de una media hora de trayecto aparentemente errático. Pasaron unos pocos segundos hasta que la puerta del cargamento se abrió, dejando entrar la luz de un sol radiante contra la que se distinguía la silueta de la chica sucia. Al recuperarse del encandilamiento, los protagonistas pudieron notar cómo se sonreía.

—Ya estamos en la Comisaría —dijo, con emoción contenida en la voz, antes de ayudar a cada uno a bajarse.

Sin embargo, cuando alzaron los ojos hacia el edificio que tenían enfrente, se encontraron con que algo no encajaba…

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Continúa en el tema "Azotea", que crearé en breves...

Amane Kurone rapuma Liza White Reual Nathan Onyrian Allister