Sala multimedia

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Gigi Blanche, 26 Enero 2021.

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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    Sala que utiliza el club de radio para sus actividades diarias. Está equipada con ordenadores de última tecnología, transmisores, consola mezcladora, micrófonos, auriculares, parlantes y todo lo necesario para suplir las necesidades del club.


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    Cuando noté que Anna caminaba a la salida y reparaba en mí me bajé la lata de los labios para regresarle una sonrisa, de nuevo en tanto respetara mis límites y eso estaba bien en rasgos generales. Atrás de mí, como una jodida sombra, había detectado la presencia de otra persona pero no le di la suficiente importancia para girarme ni nada.
    Luego de eso obviamente Liza reparó en mí, me hizo algo de gracia que pareciera hasta emocionada pero bueno, qué sé yo.

    —Listo~ —Le seguí el rollo un poco porque sí. La verdad es que luego de lo de la mañana encontrar a Nakagawa casi parecía un sueño de opio—. Yo también me lo saltaría la verdad. Dame un momento.

    Iba a disponerme a buscar a alguno de los conserjes o lo que fuese, pero apenas había dado un par de pasos cuando noté a uno subiendo las escaleras llegando al primer piso, así que me acerqué le expliqué por encima lo del club de radio y me inventé, un poco por la credibilidad que el actual presidente nos había dejado usar la sala multimedia a mí y a una compañera. Hasta señalé a Liza y todo, mientras lanzaba ahí una suerte de speech.

    Con la carita de bebé se lograban muchas mierdas.

    En fin, que el conserje en cuestión me dio las llaves directamente y yo caminé hasta la puerta de la sala para abrirla, volver sobre mis pasos, regresar la llave y hasta después regresar junto a Liza.
    Cuando no estaba por darme un venazo la cosa cambiaba, vamos, que no me había costado hacer toda esa cuestión en cosa de segundos, pero ayer no había echado a correr de la azotea de puro milagro, entre las tres cabezas de Cerbero y pelo de chicle.

    Insté a la castaña a seguirme con un movimiento de cabeza, caminando hacia la sala que acaba de abrir y entré como si fuese mi jodida casa, de nuevo, ese tipo de cosas contrastaban con lo que vio de mí en la mañana pero desde que tenía uso de razón había sido bastante contradictorio, así que ya ni le ponía mucha atención a mis propias movidas.
    Silbé al ver de inmediato la calidad de los ordenadores y todo el espacio en sí.

    Cosas de las escuelas ricachonas supongo.

    —Señorita, presento ante usted el tesoro~ —dije con cierto aire teatral. Me acerqué para deslizar la mano sobre las mesas de las computadoras—. Sin pistas de alguien que quiera pelear por él, así que bueno, ¿es nuestro?
     
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    Hygge

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    Satisfecha de que ambos estuviésemos de acuerdo estaba por seguirle cuando el propio chico se dirigió hacia uno de los conserjes que pasaba por allí, y aguardé frente a la puerta con algo de curiosidad, observando el intercambio desde lejos. Cuando me señaló y el hombre siguió su mirada hacia mí le dirigí una sonrisa de lo más inocente, amoldándome a su suerte de papel teatral con una facilidad que hasta daba risa.

    Dicho y hecho, Cayden consiguió la llave en un abrir y cerrar de ojos, abrió la sala y regresó poco después. En todo ese rato aguardé pacientemente a que ambos descubriésemos el supuesto tesoro a la vez, y en cuanto instó a que le siguiese me adentré en la sala soltando un silbido de admiración.

    Dios, si es que habían tirado el presupuesto por la ventana y todo.

    —Es todo nuestro~ —canturreé, cerrando la puerta y comenzando a caminar por el lugar, reparando en cada uno de los aparatos de alta calidad. Me senté en una de las mesas despejando los teclados, y balanceé las piernas de manera rítmica mientras volvía mi atención hacia él—. Las cosas que podemos hacer con todo este equipo son infinitas, ¿eh? Desde luego Nakagawa-kun no nos dejaría solos ni de coña.

    Solté una risa baja, porque toda la mierda que nos estábamos por montar ahí dentro se me hacía de lo más divertida. Si es que podía ser una cría y todo cuando me lo proponía. Le dirigí a Cayden una sonrisa significativa poco después, como quien no quiere la cosa. Claro que no me había pasado desapercibido todo ese despliegue de seguridad.

    >>¿Estás seguro de que no querías incorporarte al club de teatro en su lugar? Mira que tienes potencial, babyface~.
     
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    No, si es que igual éramos la misma clase de idiotas o algo porque la castaña se amoldó a todo el rollo con una facilidad que hasta daba risa. Se subió al tren de la excusa, le sonrió al conserje y continuó moviéndose por ese espectro de forma que continuamos con la tontería del tesoro como si fuésemos amigos desde antes. Lo cierto es que la chica sabía infundir confianza. eso era innegable.

    Me giré hacia ella justo cuando estaba tomando asiento en una de las mesas y se me escapó una risa.

    —Pobre chico. —No me senté pero encendí uno de los ordenadores—. Deberíamos dejarle algún regalito~

    ¿Venganza por haberme dicho lo de la mañana? Qué va.

    Como fuese por los momentos no hice nada significativo, solo abrí YouTube, puse una canción y conecté un par de cascos. De verdad que tenían mierdas de calidad los cabrones, tenían buen sonido y los bajos potenciados. Nice.
    Me los saqué luego de pausar la canción para regresar la atención a la chica y leí su sonrisa un poco al vuelo, total se había tirado todo el rollo. Me encogí de hombros antes de responder.

    En realidad lo había pensado algunas veces, sumarme a algún grupo del rollo pero me daba algo de vergüenza, no sé. En realidad sabía que podía dárseme más o menos bien, porque después de todo en la calle lo que me montaba era una fachada, una suerte de personaje que aunque no perdía su hilo conector conmigo sí que me daba acceso a otras actitudes y la estupidez que anhelaba.

    El reflector.

    Era también esa suerte de personaje el que me había empujado a medio robarle la mascarada a los otros estúpidos, sabiendo que una vez como anfitrión solo se trataba de interpretar mi papel hasta las últimas consecuencias, arrastrando todas las miradas por rebote.

    —En algún momento pensé en la posibilidad —admití sin complicación—, pero supongo que prefiero seguir usando ese potencial en otras cosas~

    Regresé la atención al ordenador y me senté por fin.

    —Bueno, White, dado que Nakagawa no está aquí tendrás que contarme a mí que te trajo a un club de radio porque ambos estamos subidos en este barco.
     
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    Hygge

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    Solté una risa nasal ante el visible afecto que parecía guardarle al presidente del club. Parecía un chico bastante extraño, ese Nakagawa, pero era demasiado lindo como para reprocharle nada~. En cualquier caso una pequeña ofrenda por nuestra nueva amistad no debería ser para tanto, de modo que para cuando el chico lo dejó caer yo ya me había puesto a repasar el aula con cierto interés renovado.

    Anda, ¡si teníamos pizarritas móviles y todo! Qué nivel, qué nivel.

    Escuché la respuesta de Cayden, apoyando mi mejilla en mi mano cerrada. ¿Usar su potencial para otras cosas? Qué chiquillo más curioso, cambiaba de registro con una facilidad abrumadora. Pero resultaba interesante, ¿no? Lo impredecible que podía llegar a ser. Asentí, con la misma sonrisa paciente que le dedicaría una madre a su hijo, y seguí sus movimientos hasta que tomó asiento en una de las sillas.

    —Oh no, mi primera entrevista, no estaba preparada para esto —fingí, con el mismo aire teatral que me marqué en el pasillo y por el que parecíamos movernos ambos. Me estiré un poco, recargando mis manos tras mi espalda e incliné el cuerpo hacia atrás, posando la mirada en el techo—. Lo cierto es que es mi segundo año aquí pero siento que los pasé un poco como un fantasma. Por circunstancias me centré más de lo que debería en mis estudios y el trabajo. Supongo que quería cambiar eso —Ladeé el rostro, dirigiéndole la mirada de soslayo—. Unirme a un club sonaba bastante bien pero en general no me atraían, vi de casualidad este y como me va el chisme y eso, bueno. El resto es historia~

    Me enderecé al poco tiempo, bajando de la mesa de un salto, y comencé a caminar hacia una de las pizarras blancas. No solía hablar demasiado de mí pero no me sentía incómoda del todo allí, vete tú a saber. Tiré de ella hasta colocarla entre las mesas y abrí uno de los rotuladores rojos para comenzar a escribir. Alcé la voz poco después, dándole la espalda aún.

    >>¿Qué hay de ti? ¿Algún motivo en especial?
     
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    Zireael

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    Era curioso cómo se había subido al tren e incluso así no perdía aquel aire casi maternal, paciente y asombrosamente tranquilo; era extraño pero a la vez era eso, esa sensación, la que me estaba ayudando a desenvolverme con una soltura que no lograba en otros casos, más allá de cuando estaba haciendo negocios y esas cosas. Digamos que me sosegaba, entre su compañía y el hecho de que no había nadie más en la sala podía decirse que estaba realmente tranquilo.

    Se me escapó una risa al escucharla decir lo de la primera entrevista y giré apenas el rostro para verla mientras me contestaba. ¿Qué le iba el chisme? Vaya cajita de sorpresas estaba resultando ser, la verdad.
    Bajó de la mesa, trajo una de las pizarras y empezó a escribir algo mientras me regresaba la pregunta. Me giré en la silla, para poder apoyar los brazos en las rodillas.

    —¿Viste el potencial para el teatro? Digamos que esto es bastante parecido a un club de teatro sin tener las miradas directamente encima —comencé mientras observaba algún punto en el piso—. Te escuchan nada más, no necesariamente ubican tu cara pero te reconocen y puedes jugar un papel en estas cuatro paredes, entre máquinas.

    Enderecé la espalda entonces, volviendo a clavar la mirada en lo que sea que estuviese escribiendo, con cierta curiosidad.

    —Es una oportunidad para dar mensajes además. —Bastante ambiguo la verdad—. Y quizás un poco por algo parecido a lo tuyo, no he formado parte de nada en ninguna de las escuelas en las que estuve y, no sé, tal vez hacerlo en mi último año no sea tan malo. Sentir que fui parte de algo al menos una vez no suena mal.

    Quiero decir, hace tiempo ya que había perdido el único lugar al que había pertenecido así que estaba en todas partes y en ninguna, como una suerte de barco a la deriva.
     
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    Hygge

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    A pesar de estar escribiendo, la mayor parte de mi atención continuaba sobre él en todo momento. A veces asentía, animándole a seguir y confirmando así que le estaba escuchando. Tenía su sentido todo lo que decía. A pesar de lo bien que se desenvolvía en ciertas situaciones, por lo que había podido ver, se le notaba reservado en general y era obvio que aquel club podía brindarle la seguridad que podía llegar a faltarle.

    —Parece un lugar ideal para ti —comenté con honestidad, y volví el rostro ligeramente mientras agarraba un rotulador de otro color—. ¿Te dedicarás a hacer podcasts, quizás? Yo tengo en la mira hacer entrevistas. Suena de lo más entretenido.

    Más allá de mi lado chismoso siempre se me había dado bien desenvolverme de cara al público. Disfrutaba estar rodeada de gente y era una de las razones por las que me amoldaba tan bien a cada persona, adaptándome a sus necesidades y a sus ritmos con la paciencia que me caracterizaba. Por eso había sabido llegar a personas de gran carácter como Mimi o, por el contrario, parecía darle la confianza que necesitaban a otros tantos, como podía ser el caso de Cayden.

    Retrocedí un paso para contemplar la pizarra una vez terminé de decorarla de manera superficial. El dibujo no era lo mío, pero me gustaba mucho la caligrafía en general. De modo que terminé decorando con doble letra una frase escueta pero precisa de nuestra omnipresencia en el club.

    "Smile! God is watching"

    —Suena a que este club va a terminar por acoger a un par de lobos solitarios, ¿huh? —giré sobre mis talones por un momento, jugando con el rotulador cerrado entre mis dedos—. Espero que encuentres eso que buscas por aquí. Habrá que despedir el último año a lo grande~.

    Estaba por seguir decorando con lo primero que se me viniese a la cabeza, con tanta pizarra a mi disposición cuando caí en algo.

    >>Oh, ¿has traído almuerzo? Tengo un par de snacks en la mochila, puedes coger si te apetece.
     
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    Zireael

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    No era que no pudiese conseguir lo que estaba buscando en ese club en otros sitios, eso ya estaba clarísimo, pero digamos que algo ambicioso sí que era. Podía hasta rozar la codicia en realidad, de hecho si estiraba la cuerda podía entenderlo como que no estaba conforme con el alcance que ya tenía fuera de la escuela, que no era poco.

    Respondí con un sonido afirmativo a lo de los podcasts y se me formó una sonrisa forma a lo suyo de hacer entrevistas, por alguna razón le caía como anillo al dedo, al menos a lo que había visto de ella en ese rato. No tanto porque creyera que le fuese el chisme, era más bien que parecía desenvolverse bien entre la gente y además no sé, inspiraba confianza, eso era importante cuando se trataba de entrevistas.

    Se me escapó una risa al ver lo que había escrito en la pizarra y me levanté luego de que ella se girara, diciendo lo de los lobos solitarios y todo eso. Si la chiquilla supiera lo acertado que era referirse a mí de esa manera se descojonaba o se iba de culo sin duda, pero aunque no me molestaba hablar de mis cosas tampoco iba a soltar tantas mierdas porque sí.

    ¿Encontrar lo que buscaba?

    Ya veremos.


    Como fuese me acerqué a ella, casi con cautela tomé el rotulador con el que había estado jugando entre sus dedos y lo destapé para comenzar a hacer algunos dibujos alrededor. No era que fuese un maestro del arte ni nada, en realidad si acaso alcanzaba el promedio pero no creía que interesara demasiado.

    —¿Hmh? Gracias, no te preocupes tengo almuerzo en la mochila —respondí mientras terminaba de dibujar la cabeza de un gatito—. However, espero que también encuentres lo que buscas aquí. Mientras tanto podemos seguir haciendo el imbécil en esta sala que parece de estación de radio profesional y toda la cosa~


    mE OLVIDÉ EN EL POST DE KAT

    Que si estás muy bloqueada nomás me dices y pos dejamos las interacciones así uwu no biggie. Iwal Kat ya le soltó la bomba de lo del cumpleaños juju okya
     
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    Hygge

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    Parpadeé, tomado por sorpresa ante la rabia sorda que profesaban sus palabras, pero el gesto apenas se notó en mi expresión. Si acaso me enderecé y encaré al muchacho una vez terminé el respectivo cambio, siguiéndole con la mirada a medida que hablaba. Observó la zona inflamada, me atravesó con la mirada y tensé la mandíbula por inercia, casi como si estuviese viendo a través de mí como si de un libro abierto se tratase.

    Repentinamente me sentí expuesto. Desnudo. Y todo mi ser se puso a la defensiva de manera inconsciente en respuesta.

    —No estoy de humor para estupideces, Nakagawa —resolví, cerrando el casillero con cierta brusquedad impresa en mis movimientos. No contaba con la paciencia ni la templanza que solían rondarme, era pura energía sin rumbo aparente y estaba rozando un terreno peligroso. Por ello decidí dejarlo estar y comenzar a caminar hacia las escaleras.

    Pero el tipo era insistente, ¿no? Y le guardaba cierto cariño de cuando aún era un enano y apenas sí alzaba la voz. Quizás era esa mezcla extraña la que me dio la resistencia suficiente para aguantar su palabrería, su ira desmedida e innecesaria y al alcanzar la segunda planta desvié mis pasos hacia el club de radio.

    Otro conflicto era lo que menos necesitaba pero idiota se nace, no se hace.

    Me llevé las manos a los bolsillos, la mirada perdida en algún punto del techo cuando se cerró la puerta y aguardé, impasible, a que se descargase conmigo o a saber qué mierda.

    —Si vas a golpearme que sea en este ojo —giré el rostro con un movimiento vago de cabeza; realmente a esas alturas parecía darme igual mi integridad física. Solté el aire por la nariz en una risa vacía y plana—. Al menos que quede a juego con el otro.

    Mori C h a l e
     
    Última edición: 11 Febrero 2021
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    Nekita

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    Catherine Whitman

    Otro día que transcurría en ella llegando a la academia más descansada que nunca con aquellos cinco minutos extra que se podía permitir por ser traída a la escuela en un vehículo para evitar forzar su tobillo o cansarlo, tenía acomodado su uniforme tal como le gustaba para sentía que lo podía lucir mucho más al subirlo un poco más la falda y dejarse los primeros botones abiertos, sentía que así no le daba el aspecto tan aburrido y recto que tenían ya de por sí los uniformes japoneses.

    Y vamos, lo sentía más libre.

    Cruzó la puerta de la academia, cambió sus zapatos y cuando se encaminó a los casilleros de tercero con la intención de buscar a Morgan vio algo que la sorprendió de forma bastante notoria y no precisamente de la mejor manera posible, desde lejos, aquella interacción le parecía de lo más hostil por haber invadido el espacio de aquel chico y la forma en la que había tomado su muñeca antes de que él pudiera librarse para irse a otra parte.

    Tragó simplemente nerviosa y olvidándose de Morgan, simplemente los siguió con tranquilidad y en silencio hasta las escaleras como una estudiante más que pretendía ir a su aula sin importarle mucho aquella meta que estaba haciendo de ahorrar cualquier paso innecesario a su tobillo incluso aunque le estuviera dando todos los cuidados necesarios y siguiendo las recomendaciones que le habían dado.

    Tenía miedo de que algo pasara.

    Y probablemente, a ella también le hubiera gustado que alguien la hubiera seguido cuando la molestaban al regresar a Australia.

    Se quedó pegada a la puerta cuando vio a lo lejos que se cerró, escuchando.

    "Si vas a golpearme que sea en este ojo. Al menos que quede a juego con el otro."

    El corazón se le aceleró mucho más y entonces, tocó un par de veces antes de solo abrir la puerta con una sonrisa tranquila en su rostro.

    —¡Senpai! —Habló bastante animada —, por poco y te me pierdes de vista...no podía correr tras de ti por mi tobillo pero he llegado —saludó con su mano al líder del club —, Ratatuille-sensei me dijo que podía consultarte algo de los clubes, me gustaria que fuera antes de que iniciaran las clases...espero no estar interrumpiendo demasiado.—Agregó dando una pequeña reverencia.

    //Su senpai es shawn btw (?
     
    Última edición: 11 Febrero 2021
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  11.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Lo seguí por mera inercia, y... y...
    No sabía que hacer...​
    Simple y llanamente
    ...Ya no sabía que hacer.

    Ni con el club, ni mi vida.
    Ni con Shawn, ni mis estudios.
    En cuanto llegamos al salón y me respaldé contra la puerta, bloqueando la salida cabizbajo y en un silencio absoluto... Nada, nada más que ruido blanco.

    Blanco...
    Shawn.
    ¿Eso era en mi vida Amery-senpai?...

    ¿Desde cuándo?
    ¿Por qué?



    ¿Por qué?


    Juraría que fui capaz de escuchar el ruido blanco cortarse.
    De repente todo estaba sumido en un absoluto silencio...
    ¿o eso era un pequeño pitido?

    ¿Qué tan agitada estaba mi respiración?
    ¿Qué tan frío estaba mi cuerpo?
    Sentía mis ojos llorosos.
    Mi pecho subiendo y bajando con brusquedad.
    Las manos heladas,
    tiritando...

    "SENPAI"
    Me había logrado apartar hacia una esquina, para quién fuera que estuviera llamando a la puerta pudiera entrar. Me respaldé en una de las mesas de por ahí, la que archivaba cosas y sostenía pequeñas repisas en lugar de computadoras... Y me quedé ahí, ojiplático, estático... ¿respiraba sí quiera? Al menos era capaz de oír... de oír...

    ¿Qué mierda estabas haciendo, Yashihiro?
    Eres una puta escoria,
    ¿lo sabes?

    Lo siento —fue un murmuro quebrado, cabizbajo, con los cabellos largos cubriéndome el rostro; puede que inaudible. Y luego, con movimientos ágiles y rápidos, que eran más bien poco comunes en mí, pero existente; abandoné el salón en un abrir y cerrar de ojos.

    En un abrir y cerrar de ojos,
    era como las cosas se dejaban atrás.

    Muy atrás.


    Siempre era capaz de ver eso.
    Solo eso.

    Y se marchóooo~
     
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  12.  
    Hygge

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    Debía darle bastante lástima al antiguo Shawn, ¿no? El que entró a la academia con ganas de comerse al mundo, de dejarse la piel en lo que le hacía sentirse pleno y vivir del cuento. Era tan idílico, tan infantil. La vida era mucho más cabrona que eso; cuanto más alto, más dura es la caída.

    Y ahí estaba yo, la versión podrida y distorsionada, aguardando por un golpe que me espabilase, que me hiciese sentir algo. Miedo, tristeza, ira. Lo que fuese.

    Quería volver a ser yo.

    Pero por más que aguardé, sin sacarle los ojos de encima al chico, provocándole con mi gesto desentendido, nada sucedió. Al menos, no lo que estaba esperando. Yashihiro se encogió sobre sí al escuchar la puerta abrirse y giré el rostro hacia la castaña que acababa de entrar, bastante casual. Como si nada hubiese sucedido. Enarqué las cejas apenas al escuchar que parecía estar buscándome y me separé de las mesas para dar un paso al frente, suavizando los gestos frente a ella.

    —Claro. Nakagawa-kun ya se iba, ¿no? —cuestioné, dirigiéndole una mirada fugaz de reojo. El chico pareció cohibido ante la nueva presencia y como supuse no tardó en marcharse de allí.

    Ver su mirada temblorosa me dio algo de lástima, no iba a mentir, pero no era el momento de seguirlo. No ahora, que parecía demasiado alterado y, por extensión, me alteraba más a mí. Y era lo que menos necesitaba en ese instante.

    Comencé a caminar hacia la chica con tranquilidad. No me sonaba haberla visto antes, ¿nueva quizás?

    —Con que una consulta sobre clubes —regresé al tema de conversación, echando un vistazo desganado por la ventana antes de volver a sus ojos—. Soy todo tuyo, pues. Amery Shawn, presidente del club de esgrima y de baloncesto —Dibujé una sonrisa pequeña, casi jocosa en mis labios, reparando en cada una de sus expresiones. Venga ya—. Aunque a mí me parece que tienes todo bastante claro, ¿me equivoco?

    ¿No me habría topado con uno de los miembros del club de teatro por casualidad? Golpes de suerte así solo existían en las películas.
     
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    Nekita

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    Catherine Whitman

    Apenas se hizo a un lado cuando el peliazul salió de la sala con aquel gesto que probablemente, en otra situación, contexto o algo similar a eso la hubiese preocupado pero no, allí la única interpretación que pudiera tener era que la preocupación por haber sido interrumpido había sido más grande que cualquier otra cosa, se le hacía realmente muy similar a varias personas de su pasado cuando con la presencia de los profesores decidían simplemente huir del lugar haciéndose los desentendidos.

    Y allí su punto de importancia era el senpai.

    Cuando finalmente se vieron solos cerró la puerta detrás de ella para tener algo más de privacidad, para cuando se volvió a girar el chico ya estaba algo más cerca pero en vez de centrarse al cien por ciento en lo que le comentaba sus ojos buscaban con preocupación cualquier indicio de que algo hubiese pasado, detectando quizás solo rastros de polvo que pudieran cubrir lo que había llegado a escuchar.

    —¿Si manejas clubes? —Fue lo primero que pudo preguntar luego de no haber encontrado algo más "reciente" —, que bueno...entonces... mi excusa si fue algo creíble, ¿no? —Con sumo cuidado extendió su mano hacia la ajena, la que había visto que el chico había tomado para comprobar si le habría dejado dañado y temiera agravarlo solo con tocarlo.

    —Lamento que nos conozcamos así, Shawn, yo soy Catherine... —soltó un pequeño suspiro antes de volver a dejar ir su mano para volver a mirarlo, la preocupación allí seguía a fin de cuentas —, yo...me preocupé cuando vi su interacción en los casilleros y tuve que seguirlos aunque fuera a mi paso, ¿estás bien tú? ¿Llegué a tiempo para ayudarte?

    Carita de preocupación cute (?
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    Seguí su mirada un poco por encima, sin moverme realmente del sitio. Noté que repasaba mis facciones, quizás en busca de alguna herida, y le dejé coger sin más la mano que Yashi había agarrado en los casilleros con brusquedad. El hecho de que la sostuviese con suma delicadeza, como si pudiese romperme en cualquier instante me vino en gracia, pero no lo reflejé en mi rostro en ningún momento.

    —Mhm —asentí sin más, dejándome revisar con una docilidad vaga—. Parece que gastaste en mí tu suerte para el resto de la semana —No había realmente pena ni tampoco agradecimiento en mi voz, pero a pesar de todo no la aparté de mí. Que me diese igual mi integridad física no quería decir que tuviese que ser hosco con ella en respuesta. Le permití que revisase lo que necesitase hasta quedar tranquila y volví mi atención a ella cuando soltó finalmente mi mano—. Estoy perfectamente, Catherine. ¿Ves? Nada de lo que preocuparse.

    Me llevé de nuevo las manos a los bolsillos, recargando el peso de mi cuerpo en una de mis piernas bajo su atenta mirada. Por un instante me vi reflejado en ella, ¿cierto? En el desinterés y el altruismo inherentes que parecían brillar en sus ojos. Debía tener una expresión similar en el rostro cuando ayudé a Agnes al salir del cuartucho.

    Alcé los hombros con calma, reparando en un detalle que se me había escapado hasta entonces y que, quizás, le hiciese sentir algo de escepticismo por mis anteriores palabras.

    >>Ah. No te preocupes por el ojo —le aseguré, con el mismo interés como quien hablaba del tiempo en el ascensor—. No tiene nada que ver con él. Puedes estar tranquila.
     
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    Catherine Whitman

    Su primer comentario la hizo soltar apenas una risilla negando con suavidad su cabeza al apoyarse en la puerta de la sala de multimedia —Creo que mi suerte se terminó cuando me lastimé en las pruebas físicas —Quizás podía tranquilizarla un poco interpretar aquello que le decía con humor, al fin y al cabo podía ser su forma de simplemente olvidar la seriedad de la situación que había interrumpido —, así que el hecho de que mi mentira funcionara quizás es mas bien algo que debía pasar.

    Destino, quizás.

    Porque incluso si su mentira parecía ser verdad, aquel chico pudo haber decidido quedarse y esperar a que la "consulta" terminada.

    —Se que no es mi lugar decirlo pero... siento que pudiera ser mentira, incluso si hoy no sucedió nada con él. —Y quizás era porque lo relacionaba consigo misma, incluso si un día resultara bien no era como si muchas cosas pudieran pasar de fondo o hubiera más personas involucradas que simplemente iban agregando peso a las espaldas.

    —Quizás no tenga que ver con él pero te pasó algo.. —hizo una ligera mueca, sentía que quizás estaba siendo demasiado intensa al mostrar tal interés sin realmente no conocerlo —, ¿tienes que alguien que te ayude con eso o para hablar? Somos completos extraños, quizás así es mas fácil aceptar alguna o ninguna de las cosas, no nos conocemos entonces... no hay nada que esperar.
     
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    Escuché su risa suave y su comentario acerca de su tobillo un poco en piloto automático si se quiere. Seguí de manera mecánica sus movimientos, y le eché un vistazo escueto a sus pies antes de alzar el mentón de nuevo. Era difícil dilucidar cuál era el dañado, pero tampoco tenía interés en preguntar.

    —Una mentira, hm —Incliné la cabeza ligeramente hacia atrás, pensando con detenimiento en sus palabras—. No lo creo. El chico puede pecar de errático pero quería ayudarme... a su torpe y brusca manera —Me encogí de hombros apenas, sin demasiada seriedad realmente—. No te culpo si es difícil de creer. Yo no lo haría.

    No iba a negar que su posterior propuesta, pregunta o lo que fuese me sorprendió un poco. Mentiría si dijese que estaba acostumbrado a hablar de mí o a ser honesto en general. Y cuando la gente me pedía serlo evitaba hacerlo por temor a generar respuestas que no buscaba. Miedo, preocupación, compasión. Lástima. Pero no podía ignorar que las mierdas terminaban por acumularse en una olla a presión y asfixiaba. Asfixiaba pretender que podía hacerlo todo solo, ¿no? A veces, quizás, no estaba mal aflojar la cuerda un poco.

    Lo había pensado la noche anterior.

    Cuando tocas fondo realmente no tienes nada más que perder.


    Solté un supiro bajo, tomando una bocanada de aire discretamente y abrí los labios, sorprendiéndome a mí mismo al notar que no sabía siquiera cómo abordarlo. La mirada preocupada y genuina de Catherine, la amabilidad que parecía cargar consigo en cada gesto parecieron ser el empujón que necesitaba para soltarme un poco.

    Éramos desconocidos, ¿no? No debía importar realmente lo que dijese.

    —Tan solo fue una... clase de aviso. Unas cuentas por saldar. Ya sabes, el mundo saca sus mejores colores cuando de dinero se trata —Volví a dejar escapar el aire por la nariz, con cierta ironía impresa en la voz. Estaba bastante insensibilizado a esas alturas con todo lo que se movía por el mundo de sombras, por desgracia—. Así como el destino a veces parece colocar a alguien en el lugar adecuado y en el momento indicado, como tú, también decide cuándo hacerlo cuando no debería. Como yo.

    Y aun cuando yo no había buscado iniciar la pelea, aun cuando había intentado hacer todo lo posible por evitar el conflicto de por sí, a veces la vida simplemente era una hija de puta y te tocaba lidiar con ello sin derecho a réplicas. Supongo que no dejaba de ser un jodido cúmulo de eventos desastrosos, uno detrás de otro. Quizás era yo el que había perdido su suerte.

    >>Pero estoy vivo, ¿no? —comenté como si nada, para alivianar quizás el ambiente. El nudo en mi garganta se había aflojado ligeramente pero aún llevaba conmigo una apatía que no se correspondía con mi imagen, suponía. Una pena que la chica hubiese aparecido ahora, no se veía mala persona.

    Enarqué una ceja, volviendo la vista a sus pies y a sus ojos respectivamente.

    >>Y tú tienes un tobillo inflamado, así que supongo que somos compañeros de la desgracia.
     
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    Ladeó su cabeza ligeramente, como si fuera imposible de creer lo que le estaba diciendo tal y como Shawn había sospechado, no, no era algo que pudiera creer así de fácil —Quizás es porque yo no soy partidaria de esas cosas pero... no se que clase de ayuda podría brindar haber sido así de errático. —¿Qué clase de ayuda podría brindar una interacción donde se ofrecía a ser golpeado? No lo entendía, no sentía que pudieras sacar algo de alguien a base de golpes para hacer algo bueno, sentía que lo único que se podía lograr sería a base de miedo y evitar que algo así se pudiera ver.

    Como cuando los niños solo traban de hacer cosas bien solo para evitar ser maltratados, por lo tanto para ella, era una idea totalmente descabellada.

    —Siento que... simplemente soltar todo puede ser más efectivo.—Así ella había logrado volver a japón, simplemente soltando completamente como se sentía hacia su familia, y quizás eso pudiera necesitar Shawn.

    Y es por eso que en ningún momento dejó de observarlo con atención, asintiendo a cada tanto para que supiera que era escuchado, ella en lo personal nunca había tenido problema con el dinero y su estadía en japón era una prueba de ello pero entendía que el dinero podía sacar el lado más cruel de las personas.

    —¿Seguro que lo estás? —Preguntó de pronto —, mi tobillo esta sanando con tratamientos pero... incluso con lo poco que me dijiste, parece que tienes mucho peso para solo una persona.

    Que alguien tuviera que ir a darte una paliza por una deuda, ya sonaba algo demasiado duro para alguien de su edad.
     
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    No comenté nada acerca de su incredulidad; era la reacción más lógica y, aún así, no le había dicho nada más que la verdad. En cualquier caso no buscaba convencerla de nada. La escuché sin escuchar realmente, le solté mis problemas sin venir a cuento solo por aflojar el nudo en mi garganta lo suficiente para poder respirar de nuevo. Solo cuando me alcanzó su pregunta, su claro desconcierto y la duda en la voz, parpadeé, y la confusión se filtró a través de las grietas hasta alcanzar mi rostro.

    "¿Seguro que lo estás?"

    Y por primera vez no tuve la menor idea de qué responder.

    Abrí los ojos ligeramente. Sabía que estaba vivo porque estaba allí, hablando con Catherine en la sala multimedia. Sabía que estaba vivo porque sentía el calor de los primeros rayos de sol incidir en mi mejilla, el olor a polvo de la estancia, el ligero dolor de cabeza. Pero dentro de mí no había nada.

    Ni motivaciones, ni aspiraciones. No había más deseos ni esperanzas. Las metas se derrumbaron como un castillo de naipes y de repente navegaba sin rumbo por un mar en calma. Me movía en piloto automático, por pura inercia solo porque sabía que debía hacerlo, porque no iba a dejarme caer por el camino. Pero todo se había vuelto... insípido. Había perdido su sabor.

    Me aterraba. Me aterraba acostumbrarme a ello.

    —No lo sé —murmuré. Había perdido el tono de voz plano por un instante, tan efímero que apenas parecía haber estado allí. Chasqueé la lengua, clavando la atención en algún punto de la sala—. A veces se vuelve demasiado pesado, no te lo niego. Pero no conozco otra forma de hacer las cosas que no sea solo.

    Siempre había sido así, e iba a requerir de un esfuerzo importante empezar a relegar parte de mi peso en los demás. Y de momento, la verdad, todo me daba demasiada pereza.

    >>Supongo que algún día podré responder a tu pregunta. Cuando reúna el dinero y ya no deba nada, quizás —Si es que no volvía a recaer en el vicio de nuevo. Era un jodido desastre. Me apoyé en una de las mesas que tenía cerca, tamborileando los dedos sobre la mesa de manera distraída. La chica me había relajado un poco los ánimos y aún ni siquiera sabía de dónde había salido—. ¿Eres nueva, Catherine? No recuerdo haberte visto antes por aquí.
     
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    Quizás en ese momento fue donde comprobó que quizás su pregunta había sido bastante inapropiada, el momento de silencio y observar aquella confusión que acababa de aparecer y quizás, la primera reacción "fuerte" o bien, llamativa relacionada a un sentimiento genuino que pudo haber visto en toda aquella interacción. Había preguntado justo lo que tenía que preguntar, ¿verdad? Incluso si no lo supiera del todo y hubiera sido más curiosidad.

    Avanzó un par de pasos hacia él con lentitud casi para buscar su mirada y estar segura que no se estaba perdiendo algo importante pero aun así, no invadía su espacio personal.

    Lo que menos quería era incomodarlo si ella sola se había insertado allí, seguro importunando.

    —Entonces se puede iniciar con eso —Dijo tranquila con una pequeña sonrisa, el primer paso era admitirlo, ¿no? El segundo podía ser ir aceptando ayuda de otros de a poco —, en este momento me hablaste, así que eso ya no fue algo que hicieras solo, ¿no? Cargar con esa información, soy buena escuchando y soy la perfecta desconocida.

    Ni siquiera le había dicho su apellido ahora que lo recordaba y su presencia en la escuela era casi nula, silenciosa, tranquila, apartada.

    —Quizás incluso antes...quizás...si llegas a tener algo de confianza en dejar salir algo, de a poco —Asintió completamente segura de lo que decía —. No tan nueva, creo que solo me perdí unos cuantos días de clase pero tampoco es que me hubiera relacionado con la gente o mis compañeros, ¿sabes cuando sientes que hay muchas burbujas de personas y sientes que si te acercas arruinaras eso bonito que tienen? Pues, eso.

    >> Pero ahora me estoy esforzando y creo que me estoy ganando una amiga y un posible interés, no se como vaya a salir pero... me emociona. Quizás, pueda ganar otro amigo en el transcurso de tiempo—Y así extendió su mano hacia él, como si esperara cerrar un trato —, aunque podemos solo dar el paso a desconocidos...que hablan un poco si así lo deseas.
     
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    Hygge

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    Noté cómo avanzaba con cierta duda hacía mí, como si pudiese ahuyentarme en cualquier momento y le sostuve la mirada de vuelta, sin mostrar signos de incomodidad ni de cualquier otra emoción a secas. Estaba cansado de huir y era, quizás, uno de los motivos por los que me dejé hacer por Nakagawa con bastante simpleza. Suponía que hubiese tenido el mismo efecto si cualquier otra persona me hubiese interceptado en su lugar. Podían hacer y deshacer a su antojo a mi alrededor que en ese momento me daba bastante igual.

    Recibí su sonrisa y sus palabras de ánimo con algo de gracia. No sabía si era por el hecho de ser la perfecta desconocida o si se debía a su carácter afable, pero que había dado un pequeño paso sin darme cuenta, lo había hecho. No importaba qué tanto en la mierda estuviese, seguía siendo débil a esa clase de gestos desinteresados y a las pruebas me remitía.

    —Supongo que eres buena escuchando, sí —concordé, encogiéndome de hombros con una sonrisa irónica—. Pero ya me dijiste tu nombre, así que si no me has dado una identidad falsa como la que parece llevar tu profesor fanático de Disney, ya no eres tan desconocida, me temo.

    No era algo que me importase realmente, pero en el fondo sentí la necesidad de seguirle un poco el rollo y restarle importancia a mis mierdas. A pesar del aparente tedio que llevaba encima la estaba escuchando, cómo parecía llevar tiempo allí pero solía pasar desapercibido, todo lo contrario a mí. Fruncí ligeramente el ceño al notar que extendía su mano hacia mí. Ahora que había empezado a esforzarse en hacer amigos, había ido a dar con el perfecto idiota.

    Solté una risa nasal, algo incrédulo, y negué con la cabeza antes de extender mi mano y sellar aquel extraño pacto con ella.

    —Si después de escuchar todo eso tienes interés en alguien así, bueno, no seré yo quien te detenga —respondí, buscando en su mirada alguna clase de duda, compromiso tal vez. Pero en su lugar sus palabras parecían genuinas y aquello solo me descolocó aún más. Suspiré, acariciándome la nuca, y miré el reloj de mi muñeca antes de señalar la puerta con la cabeza—. Creo que deberíamos ir saliendo. Puedo acompañarte a clase de paso, supongo.
     
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