Salón Esmeralda

Tema en 'Gladiadores. Rehenes de un imperio.' iniciado por Amelie, 22 Mayo 2014.

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    Amelie

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    Bienvenidos al Salón Esmeralda; sus mecenas están convencidos de sus habilidades como luchadores y saben que seguirán complaciendo sus exigencias si ellos satisfacen las suyas; es por ello que no se han limitado en lo más mínimo.
    El lugar está junto a la Arena Olimpia; debajo de los palcos de audiencia. Todos los Gladiadores son escoltados aquí por soldados imperiales los cuales esperan afuera del recinto por si se les ocurre intentar escapar ¿Pero quién quisiera escapar de todo lo que en esta habitación implica?
    El gran salón no tiene ventanas; sólo predes y columnas de roca firme. El interior está forrado de pétalos de flores, cojines y camas tan cómodos como la seda; velas constantemente prendidas, de algunas se desprenden aromas exquisitos; cortinas entre columnas, para aquellos que quieran hacer sus haberes con más privacidad...

    A pesar de ser un lugar para que los Gladiadores/as disfruten la compañía de una mujer u hombre; deben recordar las reglas del foro; no se permite escribir situaciones explicitas si es que habrá relaciones sexuales; este es un tema delicado en las políticas de FFL :3 gracias por respetar n_n

    Sus mecenas les asignan mujeres u hombres "random" las cuales saben que deben complacer sus exigencias; es por ello que los dejaré como única oportunidad dentro de este rol; manipular a los pnjs (personajes no jugadores) también está la opción de que yo maneje a estos personajes; si ustedes no me mencionan por spoiler si quieren manejar al pnj; lo manejaré yo.
    Y sean pacientes, si sus mecenas sólo enviaron a una mujer/hombre es que sólo hay una; xD no inventen más xD
     
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    Amelie

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    Tertius; Maximos; Priscus

    Fueron escoltados junto a dos de tus compañeros Gladiadores hacia el Salón Esmeralda, para algunos de ustedes esta recompenza ya era esperada, para uno de ustedes no; aún así Priscus ya conocía muy bien estas paredes.
    Los soldados abrieron la única puerta; ustedes entraron e instantáneamente y se cerró al instante. En el interior había tres mujeres; sus ropajes eran bastante holgados; dos de ellas usaban un vestido rosado y una de ellas colo azul cielo; el cabello de las tres era castaño. Una de ellas estaba recostada en de las camas; otra estaba de pie deteniendo dos copas de vino y la última estaba sentada junto a un par de velas.

    Ustedes eligen con quien estar :3
     
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    rapuma

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    Maximos

    Se acercó a la mujer que los esperaba con copas de vino. Tomó una y luego con una seña la guió hacia una de las camas. Corrió la cortina y quedaron atrapados en al intimidad, lejos de las miradas de sus acompañantes.

    Maximos se sentó y relajó, mientras bebía de su copa sin apartar la mirada de la muchacha. Ella por su parte, lo imitaba.

    -Eres muy hermosa. ¿No temes que te lastime?

    Ella se limitó a mirarlo; estudiarlo. Finalmente respondió.

    -No. Tienes los ojos amargos de aquel que ha perdido sus ilusiones y sus deseos. Para ti las mujeres ya no tienen valor, solo el carnal.

    -Eres extraña.

    -¿Y tú no?

    -Quizá.

    Se quedaron en silencio, oyendo los murmullos desde el otro lado de la cortina de seda. Finalmente, ella volvió a preguntar:

    -¿De dónde vienes? Sé que es una pregunta estúpida, pero no puedo evitarla.

    -Vengo, simplemente. ¿Importa mucho de dónde?

    -¿Y cuál es tu nombre? ¿Quién eres?

    -Mi nombre. Maximos, el hombre del norte. Ese soy yo, Maximos el errante, el que nada tiene, el que a ninguna parte va y que de ninguna parte viene. Maximos, el nadie, el nada. –tras las palabras del corpulento hombre, la muchacha se permitió una risita.

    -El mio Seika. Y esta es una de mis primeras veladas interesantes, lo aseguro… -dijo ella, ronroneando sus palabras y admirando el cuerpo del hombre, mientras bebía el vino. La mujer contemplo curiosamente con sus ojos al hombre frente a ella, su gran estatura, su rostro cincelado por un pasado que ella solo podia adivinar y su leyenda que enmudecía a todas las leyendas… -¿Mas vino?
     
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    Yukionnatifa

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    Priscus

    Llegue a aquel conocido y rememorado salón, la adrenalina y la euforia en mi cuerpo por la Amazona aun no se diluía en mi sangre; pero si tenía intención de desahogarme esta noche, Nixirias se arrepentiría por dejarme en este estado, porque mi compañera de esta noche gozaría el delirio que soy capaz de provocar.



    Me acerque lento y espere a una valiente que eligiera a este Gladiador, esta vez yo les daría ese placer, el de elegirme…
     
    Última edición: 22 Mayo 2014
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    Amelie

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    La mujer que estaba sentada junto a las velas se levantó; se acercó lentamente hacia Priscus moviendo su cadera de un lado a otro, al llegar hasta el, lo rodeó con sus brazos los cuales deslizó por su pecho, acto seguido lo tomó de la mano y jaló hasta uno de las grandes divanes llenos de almohadas.
     
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    rapuma

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    Maximos

    Seika sirvió más vino en la copa del corpulento y se permitió esbozar una sonrisa de satisfacción al verle mirar su cuerpo tallado a mano; ella se sabía muy bella, era preciosa como ninguna, como una perla o una plegaria o quizá todo eso junto…

    -No me dijiste de donde venías pero no creo que seas un simple esclavo. ¿Por qué terminaría un guerrero en estos lugares?

    -¿Cómo sabes que lo soy?

    -¿Quién puede caminar con espaldas tan derechas? Tus ropas de esclavo no disfrazan el bronce de tu vida. -Y sus palabras eran cruelmente ciertas. De pie, Maximos, era una cabeza más alto que todos los que le rodean, tan enorme y poderoso como una gran montaña distante. Su cara quemada y curtida, sus ojos son como dos pequeños nidos de luz. Ella se sintió extasiada con él, toda su vida fue esclava. Maximos puede verlo en sus ojos y en sus manos y en sus deseos y fantasías de estar con un hombre como él. La pobre mujer habrá satisfecho la necesidad de puercos vestidos con turbantes blancos y no de hombres de verdad. –Y la marca de tu legión no pasa desapercibida para mis ojos.

    Maximos se quedó en silencio, observándola. Bebió más vino.

    -¿Y tú? –preguntó ella. -¿Qué sabes de la vida? Habrás viajado incontable de veces, has recorrido el mundo…

    El ex legionario se acomodó más en su asiento, la muchacha acortó la distancia entre ellos. –Yo soy simplemente Maximos, el que sabe de las batallas y los caminos. Yo soy el que sabe algo de los dioses y nada de las mujeres. Me agradan las flores y me desorientan los niños. Soy un vagabundo que fue un gran jefe, hombre amado que amó, amigo que también los tuvo. –se quedó en silencio, observando las sombras que las llamas lograban formar en los rincones. –Soy un hombre, semilla del destino y sigo la trayectoria de todos los hombres, que en eso no somos diferentes aunque lo deseemos. –se quedó expectante, recordando su vida pasada, aquella que tanto le dio en su momeno. –Yo no persigo el oro ni las mujeres, aunque no desdeño a las que encuentro en mi camino. Conozco el gusto de reclinarme en el amor de una mujer y tambié conozco la ardiente sensación de inutilidad del adiós. He visto llorar a muchas por mí… las que luego llorarían por otros o serían felices con otro. La mujer no tiene ayer.

    Seika lo estudió por varios segundos y no se dio cuenta que un silencio para nada incómodo había caído en el lugar. Aquel hombre era todo un poeta, un sabio de la guerra. Un animal extraño y a la vez hermoso. Cuando lo vio entrar por la puerta, seguido de sus compañeros, vio a un joven bravío, orgulloso y duro… pero ahora tiene que agregar también a ese coloso legendario lo desconocido, agobiante en su gran aureola…

    -Tienes una mirada fuerte, hombre del norte. –dijo Seika terminando su copa y alargando el brazo para acariciarle uno de sus anchos bíceps. –Una mirada quizá remontando un pasado viejo. –y era cierto; no hacía falta ver su cuerpo que a simple vista demostraba entonar un guerrero en todas sus dimensiones. Bastaba con ver sus ojos solitarios, apagados en algúna lúgubre promesa de sangre; ojos sin juventud y sin emoción. O quizá ojos que vieron demasiado en una vida de sangre y muerte. –Anda, dime como fueron tus viajes. De seguro viste muchas cosas… quién pudiera vivir una aventura así...

    Maximos la mira, ignorando el tacto de ella. No hay mucho para hablar con un esclavo. Su mundo es limitado por rejas o por paredes rústicas. Son sencillos y supersticiosos.

    -He recorrido muchos caminos. Pero no suspires por mi vida. El correr por todos esos caminos sólo te enseña una cosa. El bronce de una espada o el tintineo de oro da tanta dignidad como la honradez. –extendió sus grandes manos de boxeador ante ella y las volteó para que logré ver sus palmas. -¿Ves los callos en mis manos? Nacieron del uso de la espada, la lanza, del hacha. Mis oídos aprendieron a ser sordos a los gritos de piedad de los heridos. ¿Y qué gané? ¿Oro? Sí, es cierto. Gané oro a cambio de vidas. El recuerdo de ese oro me quema ahora las manos. No, creéme, Seika; no quieres vivir lo que yo viví.

    Se miraron. Ella se acercó, él se alejó y le tomó las manos; esas manos gigantes y ásperas que ella se sorprendió al sentir el tacto suave y delicado. –Creo que será mejor un poco más de vino.

    Ella sonrió. No estaba acostumbrada a que la traten así. Mientra servia nuevamente en las copas, se volteó a verlo... y se ruborizó. Finalmente un hombre la trataba como se merecía...
     
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    Yukionnatifa

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    Priscus

    Su tacto en mi pecho termino por desencadenar lo que la amazona había desatado, sus traviesas manos querían adormecer a la bestia… pero eso no iba a pasar

    Con lentitud me lleve un mechón de pelo a la nariz y lo aspire profundamente —Me has elegido esta noche, —Susurre a su encantador cuello —y por eso Venus te ha compensado… déjate guiar … —y espere su nombre…

    Nos encerramos tras aquel dosel y el fuego sin extinguir quemaba… quizá no era lo que quería, pero era aquello lo que necesitaba.
     
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    Amelie

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    Priscus

    Maia...—Decía mientras jugueteaba con sus dedos sobre el pecho de Priscus—Y creo que he elegido al mejor...—
     
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    rapuma

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    Maximos

    Maximos sostuvo nuevament la copa de vino y lo olfateó primero y una sensación de calidez lo invadió por unos escasos segundos que parecieron interminables; luego bebió sin demorarse, sintiendo su garganta convirtiéndose en seda al sentir aquél líquido delicioso recorrer por su garganta.

    Ella lo observó con complicidad, viendo su tranco largo y elástico de caminante y sus músculos son anchos y lustrosos. Es una gran bestia poderosa pero cuando sonríe ella siente un grato calor.

    Maximos la devora con sus ojos. Allí está, por fin, el guerrero más distante y más fiero que nunca, y el mundo deja de existir a su alrededor. ¿Se enamora? No sabe decirlo con seguridad, pero jamás Seika sintió lo que estaba sintiendo en esos momentos.

    -¿Nos volveremos a ver? Me gusta la idea de tener un novio gladiador… -dijo con picardía, mordiéndose el labio inferior mientras se acomodaba un mechón de pelo detrás de la oreja.

    El hombre lleva su mano hasta ella y con una media sonrisa dice: -Cuidado con ese juego. –y besa esa mano sin anillos sin apartar de ella sus ojos crueles.

    Y Seika, esclava y ahora mujer, toma esa mano tremenda, dura, que debería lastimar y cuya suavidad la maravilla y responde malignamente: -¿Qué juego? –La muchacha le sonrió y en esa sonrisa había una invitación vieja como el mundo. Él había pasado mucho entre hombres y guerras y en ese ámbito no se encuentran hermosas muchachas, lagartijas, a lo sumo.

    -Eres muy callado, Maximos, hombre del norte y de mil caminos.

    -Me gusta estudiar la belleza en silencio. ¿Para qué hablar, cuando, con una simple mirada se dice mucho más?

    Ella no pudo evitar sonrojarse nuevamente y lanzar una risa graciosa. –Bendita la mujer que haya estado entre tus brazos, Maximos. De seguro conoció a los Dioses.

    -Sí. Lo hizo. –dijo el hombre en voz ronca. Su mirada se perdió en algún punto del lugar y su mente se nubló con imágenes atormentadoras. Ella le levantó el mentón suavemente y le besó la frente y sus labios eran calientes y húmedos.

    -¿Acaso no te gusto, Maximos?

    -Sí y me da miedo, Seika. –la mujer quedó en silencio. Asombrada y curiosa al mismo tiempo. –Miedo de que pueda faltar a mi promesa.

    -¿Con tu esposa, verdad? –adivinó la esclava y sintió que su corazón se sobrecogía. Los hombres de verdad aún seguían caminando por este mundo violento y perdido.

    -Hasta el corazón más salvaje va atado al corazón de una mujer.

    Quedaron ambos en silencio. De vez en cuando se oía aquí y allá el suave paso de los que estaban detrás de las cortinas o el chisporroteo de una antorcha.

    -He caminado miles de senderos, he soñado con ella en los arenales y en las montañas. Varias veces cuando me han torturado he gritado su nombre. Y sin embargo ella no volverá, porque la mataron. He perdido mi juventud, he perdido mi frescura y mis sueños, Seika. Sólo me quedaba la fantasía de sentir las caricias de otra mujer pero una ilusión no se pierde a menos que la enfrentes con la realidad… y yo temía enfrentarte.

    -¿Y ahora que me has enfrentado?

    -Seika… ahora que he enfrentado la realidad soy feliz… soy joven otra vez. Soy…

    -Calla… -lo silenció con su índice sobre sus labios y lo besó. Y la galaxia y todo el mundo explotó; dejándolos a ellos sumidos en lo cósmico, lo extraño, lo irrepetible.
     
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    Yukionnatifa

    Yukionnatifa Stephanie la Loca

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    Priscus

    La moza no era inexperta, y eso me complacía... ya no tenia tiempo de tanta zalamería... esta noche no...
    Con cuidado de no ser tan brusco le robe miles de besos profundos largos y anhelantes de su seductora boca, yo quería que me suplicara por mas... y lo conseguiría.
    Sus manos traviesas jugaron un poco mas conmigo y yo me deje hacer; ahora era mi turno, mi furia de batalla se desataría ahora pero de una forma mas primitiva, mas salvaje y también mas sensual.

    Mi tacto áspero acaricio cada rincón de esa flamante figura, sus gemidos iniciaron... y yo sonreía de a poco... —Aun no...— susurre a su boca y continué con mi reguero de besos, mientras sus cálidas manos se aferraban a mi pelo....

    Los juegos se acababan pronto y darían paso a los éxtasis divinos... tras ese fino dosel, nuestras siluetas formaban intrincados patrones danzantes y el fuego nos alimentaba mientras los instintos guiaban el baile tan ancestral que ambos conocíamos.
     
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    rapuma

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    Maximos

    Él la apartó suavemente, aun sintiendo su corazón latir más fuerte que nunca, como una locomotora o un torbellino o una tormenta peligrosa… la sangre en todo su cuerpo corría a una velocidad increíble.

    -Lo siento, Seika. Soy un hombre rico en nostalgia, en soledad y en vanidad porque bien saben los dioses cuán soberbios somos los solitarios. Tan soberbios que elevamos altares para admirar nuestra soledad. Ya soy viejo. He olvidado el odio y el amor. Perdí a mi mejor amigo y perdí a mi más grande amor. Luego mi sangre se secó como una raíz sin agua.

    -Eres apuesto y tienes los ojos helados. Me gustas… -lo miró con una lujuria total y se relamió los labios, saboreando el sabor agridulce del hombre. -¿Sueles hablar solo, Maximos?

    -A veces. Cuando la soledad es muy larga y se la mella con monólogos. Sé hablar a caballos, a tortugas, a halcones…

    -¿Y a mujeres?

    Él rió. –A pocas. No tengo las palabras pulidas que capturan jovencitas ni las sabías que capturas viejas.

    -A mí me has capturado. –dijo ella sin filtro, sonriendo en demasía.

    -Claro. Tú eres una mujer bella pero no has tenido tiempo de conocer hombres de verdad y así te has prendado de mí.

    Ella se acercó y rodeó los poderosos hombros del gladiador con sus brazos.

    -Tienes sabor a sal en la boca cuando te bese y te dejas adorar con tal naturalidad que parecs un dios. Realmente me gustaría saber de dónde vienes.

    -¿Para qué? Hasta yo mismo lo he olvidado.

    -¿Combatirás, verdad?

    -Así es. Esta tarde, contra un ateniense. Son hombres bravos.

    -¿Tienes miedo de morir?

    -La muerte es el destino de cada hombre; si ha de llegar a mí en esta pelea, que así sea. No temo al destino, temo más a los hombres.

    -Antes de irte cuéntame un poco de tu vieja vida… me gustaría escucharlo antes de que partas.

    Maximos bebió el último sorbo de la copa y lo dejó a un costado. –En esos días fui feliz. Mis pertenencias eran escasas y sin valor y no tenía que preocuparme de nada. Sólo de mi esposa. Y así vagaba con ellos sin apartarme del río. A veces recordaba las grandes ciudades y los ejércitos poderosos y los grandes carros de guerra. Cuando La noche era oscura y la luna dormía como un puñado de polvo de plata sobre la superficie del agua, me sentaba cerca de la orilla. Era hermoso estar acompañado, sin otros sueños más que los de mi esposa y oler la humedad del río y de la savia de los árboles. Fue en uno de esos días sin importancia y al mismo tiempo tan importantes, cuando sucedió…

    -¿Sucedió? ¿Qué cosa, Maximos?

    -Hablé demasiado, Seika.

    La mujer entendió y no dijo mas preguntas. Tomó un racimo de uvas y comenzó a devorarlas lentamente, entregándole cada una digerida, al hombre.

    -¿Puedes hacer algo por mí, Seika?

    -Lo que quieras, Maximos…

    -Baila para mí.

    La joven se puso de pie junto a Maximos y con dedos ágiles soltó su larga cabellera que se abrió como una cascada negra. Sus pequeños pies cobraron vida propia sobre el piso y danzó como una llama más alrededor de las velas mientras se oía el resonar de una arpa en la lejanía.

    Maximos estaba extasiado por su danza y por eso su instinto lo hizo ponerse de pie y acercarse a ella. Le tomó una mano y con la otra ciñó su cintura con una suavidad impecable y juntos bailaron entre ríos de luna y polvo de estrellas…

    Luego de varios minutos, el ex legionario se separó de ella y le beso la frente desde su altura monumental. Le despeinó los cabellos con un ligero movimiento de muñeca y se acercó a la puerta.

    -Maximos detente, yo… Maximos, te amo. ¡Llévame contigo para que pueda danzar para ti toda mi vida!

    -Pequeña, pequeñita. Mujercita adorable. Si yo tuviera un par de años menos o veinte años más te dejaría danzar para mí. No recuerdes mal a Maximos, el que no puede detenerse. Pero no quiero que te encadenes a un hombre cuya vida depende de un hilo. No podrías soportar la pérdida de un amor, yo no lo hago hasta el día de hoy y por eso estoy aquí.

    -¿Es el adiós?

    -No. Es hasta la vista.

    Y girando, se fue. No volvió la cabeza porque cuando se decide un adiós no hay que prolongarlo. Se fue caminando despacio del salón. Y recordó aquél río en el cual estuvo con su mujer años atrás… ese río que tal vez se llame también soledad.

    Me fui para ir a pelear a la Arena! el combate me puede mas dxDDD
     
    Última edición: 23 Mayo 2014
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  12.  
    Yukionnatifa

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    Priscus

    Bajo el cálido abrazo de esa dríada, después de saciar mis instintos, descubrir los de ella y dejarla tan agotada, que olvido su regla de no dormir... Me levante con sigilo y desaparecí del cuarto; ella me escucho sonrió al verme y yo le sonreí de vuelta— El placer ha sido mio...—dije y mire sus extasiados ojos aun velados de placer— un ultimo favor a este guerrero, dile a tus hermanas, si es que te he hecho pasar una buena noche... solo comparte mi deseo con ellas— le dije a modo de despedida y puede ver que su sonrisa no se extinguía.
     
    Última edición: 27 Mayo 2014
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    Amelie

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    Una mujer esperaba a Tertius sobre un diván; su cuerpo era envidiable entre las mujeres; cabello finamente acomodado detrás de sus pequeñas orejas adornadas.
    Y un gran hombre esperaba recargado a una de las columnas, estaba de brazos cruzados únicamente usando una capa que cubría sus hombros.

    @Bruno EVF @Ana inukk
    Y les recuerdo que deben estar al pendiente de obedecer las reglas dentro de FFL :3
    [En el primer post de esta discusión hago más comentarios al respecto de la dinámica dentro de esta discusión]
     
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    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

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    Me acompañarón hasta la habitación, mis manos tiemplan y no de anticipación. El hombre esta desnudo y no puedo evitar pasear la mirada por su cuerpo, mi cuerpo me traiciona, demasiada tensión sexual con el guerrero y mucho tiempo en celibato me destrozan los nervios.

    Su piel es aceitunada y su cabello largo, tiene quizas 1,86 metros de altura muy por debajo de mí pero es musculoso y no puedo evitar notar que es un poco más alto que Priscus; sus ojos y su cabell son más claros que ese hombre que acostumbra destrozarme los nervios.

    @Amelie (no me etiquetaste a mí, fue a otro usuario)
     
    Última edición: 10 Julio 2014
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    Amelie

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    Gracias por el aviso, ya lo arreglé :P

    Aquel hombre la miró con una leve sonrisa; se acercó a ella tomándola por la cintura con una mano, con la otra deslizó su palma en el cuello de Nixiras. Clavó su mirada en sus ojos, se perdió en ellos por unos segundos.
     
  16.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

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    Nos vimos a los ojos, una conexion que duro los segundos que dure sin hablar de manera socarrona para ocultar mi miedo.
    —¿Seguro que no soy mucho para ti?— retarlo es mi instinto natural y su parecido a Priscus me obliga a hacerlo con más naturalidad.

    @Amelie
     
    Última edición: 10 Julio 2014
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    Amelie

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    –Eso se dirá después de actuar– Dijo tomándola suavemente del cuello, se acercó rápidamente a sus labios y besó intensamente, después se separó de su rostro y pasó su mano por el cabello de Nixiras–¿Estás lista?– Acercó aún más su cuerpo al de ella
     
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    Ana inukk

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    No puedo evitar mis pensamientos hacia los hombres, lo vuelvo a besar para lo que me tengo que agachar un poco —No estoy segura sí valdra la pena, puedes convencerme— le guiño un ojo, yo no soy de las chicas que necesitan juegos previos pero el nerviosismo dentro de mí es mucho.

    Cada instante que pasa puedo notar que se parecen más y se diferencian tambien.
     
    Última edición: 10 Julio 2014
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    Amelie

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    El sonrió ante esas palabras, así que la tomó fuertemente por la cadera y de ese modo la llevó al diván más cercano, la despojó de sus ropajes y la volvió a besar —Empecemos...—
     
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  20.  
    Ana inukk

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    Le devolví el beso, lo necesito, necesito fingir que es mi ancla. El hombre es directo y rapido —¿No has aprendido que a las chicas le gustan los preliminares?— ejerciendo parte de mi fuerza hice que quedara debajo de mí cuerpo.

    Beso su cuello y torso con extrema lentitud, seria una lucha de poder como siempre fue con Priscus, a su oido le dije —¿Tan fácil eres de dominar? Creí que tendria un reto.
     
    Última edición: 10 Julio 2014
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