Sólo quédate en silencio

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por Ruki V, 23 Junio 2014.

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    Ruki V

    Ruki V Usuario popular

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Sólo quédate en silencio
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2960
    (Relacionado a [Capitulo Ocho]: Nueva semana... ¡Quiero Morir!
    Y también a [Capitulo Nueve]: Manos a la Obra )

    ¿Vivo?


    Mi nombre es Megurine Luki. Tengo 18 años de edad y llevo una semana de haber ingresado a la Academia Meltdown.

    Tengo una vida nada interesante: Crecí en una familia con altos niveles socioeconómicos, formada por mis dos padres, mi hermana mayor Luka y mi persona. Tanto mis padres como mi hermana querían lo mejor para mi, pero durante mi infancia me sentí más como un soldado siendo alistado para la guerra que como un niño creciendo felizmente amado por su familia. Con los sobreesfuerzos que hacíamos por nuestra educación y otras actividades para destacar ante la sociedad, mi hermana y yo no convivíamos mucho: Y yo la veía más como una segunda madre, y no en un buen sentido, sino en el sentido de que para mí era otra mujer que me decía que hacer.

    A los 16 años me sentí lo suficientemente capaz de vivir independiente, así que huí de casa. Me di cuenta en cuestión de horas que había sido una estupidez, pero me rehusaba a volver a dar la cara con mis padres y con Luka, quienes seguro estarían muy decepcionados de mi. Papá de un modo u otro me encontró en un parque lejano a la casa y me dijo que estaba bien que intentara andar por mi cuenta, pero me obligó a aceptar tener una cuenta bancaria en la que él me iría depositando cierta cantidad cada cierto tiempo. Así fue que durante un verano conseguí hacerme de un apartamento que rentaba junto con otros chicos de mi edad. No podría decir que eran mis amigos; sólo mis compañeros de casa que no hacían nada por mí, aunque yo hacía lo que pudiera por ellos y por nuestro “hogar”. Tuve varios trabajos de medio tiempo: No había día de la semana en el que no trabajara para ganar dinero para el lugar donde vivía y para mi futuro.

    A los 17 años me enteré del programa de becas para alumnos de excelencia académica que desearan ingresar a la famosa Academia Meltdown; una universidad técnica de música a la que fantaseaba entrar desde los 14 años, aunque siempre supe que tenía una voz horrenda y no sabía tocar ningún instrumento aparte de la flauta. Desde que huí de casa, seguí yendo a la escuela y mantuve mi promedio de 10 (y tuve que agradecérselo a mis padres y a Luka), así que llené una solicitud para una beca y me aceptaron. Ingresé a los 18 años; totalmente decidido a actuar como un adulto y a cambiar.

    ¿A que me refiero con cambiar? La razón por la que mis compañeros de casa no eran mis amigos era porque yo no sabía hacer amigos. La primera regla que aprendí en casa fue a no hablar con extraños; si conseguí un techo y varios trabajos es porque sé hacer tratos, tramitar documentos y manejar dinero.

    Si nos acercamos un poco más al presente, verán que mi vida aparentemente sí que ha mejorado. Hice muy buenos amigos, aunque no muy cercanos; formo parte de un “club” en el que el “líder” o fundador, llamado Hatsune Mikuo, gusta de jugar bromas pesadas y ser muy amistoso. Entre los miembros del club se encuentran un pequeño shota llamado Kagamine Len, a quien no le gusta ser nombrado como lo que es (un shota) y Kamui Gakupo, quien tiene toda la pinta de un chico muy maduro y hermano mayor (aunque carece de hermanos). Y los menciono solo por mencionar a unas cuantas buenas personas que he encontrado en la Academia.

    También conocí a una chica: su nombre es Shion Kaiko y tiene mi edad. En un principio creí que era muy linda, tanto de apariencia como de personalidad, y me inspiraba mucho a convertirme en su amigo. Pero los chicos cometieron el error de pensar que a mí me gustaba y nos jugaron una broma, encerrándonos en una cabina de grabación. Cosa que terminé agradeciendo, ya que tuve oportunidad de tocar con ella (yo con mi flauta y ella con el violín).

    Otro día, tuve la oportunidad de pasar casi un día entero con ella. Primero hablamos durante la clase; le comenté que había perdido mi MP3 y hablamos sobre una actividad que teníamos que hacer en equipos. Después le propuse ir por un helado a la cafetería; de hecho le dije que si comía un poco de sushi de atún picante le pagaría todo el helado que quisiera. De rato, aún durante clase, hice un retrato suyo (se me daba fácil el dibujo).

    —¿Sabes? Me doy cuenta de que aún perteneciendo al Club Mapache y teniendo a un grandioso compañero de cuarto... realmente no me he podido hacer muy buen amigo de nadie... — le dije mientras nos dirigíamos a la cafetería después de clases. —Me alegra que de hecho aceptaras la invitación.
    —No, realmente es un alivio que me hayas invitado a tomar un helado, el día de hoy necesitaba algo así— dijo ella. —Respecto a lo otro… No quisiera sonar atrevida, pero me encantaría que me considerarías una amiga y que confíes en mi. Si tienes en algún problema, no dudaré nunca en darte una mano.
    —Muchas gracias, Kaiko. Honestamente no dudaría ni por un instante que eres una gran amiga.

    Cualquiera hubiese pensado que me gustaba desde un principio en que la conocí, pero nadie, excepto yo, sabe lo bien que me hizo sentir saber que tenía una amiga de verdad tras tener esa conversación. Después de eso, fuimos a la cafetería a comer sushi y helado. Le pedí ayuda para lograr comprender las partituras de una canción que practicaba en piano, uno de los muchos instrumentos que quería tocar: Y con el fin de perfeccionar aquella pieza, le dije que me dirigía a la sala de música a intentar tocarla y me acompañó.

    Podría decir que de todos modos no me tomó mucho tiempo empezar a sentir algo más que un cariño de amigo por Kaiko. Y es que me sentí algo avergonzado cuando puso sus manos sobre las mías para ayudarme a tocar mejor y más rápido. Después, ella tocó una pieza que era un dueto y la cantamos juntos. Era extraño porque yo nunca había cantado frente a nadie, pero disfruté mucho cantando junto a Kaiko, y ella sí que tenía una linda voz. Llegaron Mikuo, Len y Gakupo a preguntar por un objeto perdido (parecía ser que a parte de mi, ese día varias personas habían perdido algo). Se fueron y no mucho después llegó más gente a la sala de música; si mal no recuerdo se trataba de un par de chicas y un chico de cabello azul que se parecía mucho a Kaiko, a quien por cierto noté algo alterada cuando ellos llegaron. De pronto me tomó de la mano y prácticamente huimos del lugar.

    —¿Ocurre algo? — le pregunté una vez lejos de ahí.
    —N-No pasa nada... Solo... No quería estar ahí adentro.
    —¿De verdad no es nada? No voy a obligarte a hablar de ello si no quieres pero... si puedo hacer algo para alegrarte, dímelo. Tal vez deberíamos ir por más helado.
    —Si, si pasa algo— admitió. —Pero no puedes hacer nada ni nadie puede arreglarlo, ni el helado puede. Lo siento si estoy siendo molesta.

    Ella se oía tan triste que yo me sentía algo depresivo también: Ya había admitido que algo le sucedía, pero no quería hablar de ello. No tenía idea de qué hacer. Antes de que pasara otro minuto luego de disculparse innecesariamente, decidí envolverla con mis brazos y pegarla a mi pecho: No estaba seguro de si me había visto muy atrevido o algo, pero odiaba la idea de que estuviera triste.

    —L-lo siento…— dijo con la voz temblorosa.

    Debido a eso y a la ligera humedad que sentí en mi camisa, supe dos cosas; que Kaiko estaba llorando, y que yo me estaba enamorando de ella. No quería dejar de abrazarla hasta que esas lágrimas se transformaran en su usual y hermosa sonrisa. Cuando creyó haber tenido suficiente desahogo, se separó de mi y se volvió a disculpar.

    —Si no quieres hablar de lo que te tiene triste… No te obligaré. Pero cuando necesites hablar, puedes contar conmigo— le dije.
    —Entiendo...
    —Hmmm ¿ahora qué debo de hacer con esta señorita de aquí? No quiere helado, no quiere hablar, no quiere nada...— Opté por seguir caminando hasta salir del edificio. —¿Qué hora es? ¿No se acerca el atardecer?
    —¿El atardecer? … Creo que empezará pronto— dijo Kaiko.
    —Por allá— dije señalando una colina a lo lejos, —el descender del Sol es hermoso. ¿Te apetece verlo?
    —Me encantaría verlo contigo, Luki.

    Nos sentamos bajo un árbol a mirar el atardecer y yo me puse a cantar una canción que de algún modo se inspiraba en ese momento del día. Me sonrojé cuando terminé de cantar y Kaiko halagó mi voz. Yo halagué la suya, refiriéndome a cuando cantamos junto al piano, y se apenó también.

    Después cometí el mayor error de toda mi vida… y la besé.

    Cuando nuestros labios se separaron, ella me miró confundida y apenada.

    —Ah… ¿Pacto de la amistad? — preguntó.

    Mencioné que conocí a este chico llamado Hatsune Mikuo ¿no? Bueno, él nos demostró tener la costumbre de hacer algo llamado “el pacto de la amistad” con quien quisiera ser amigo. El pacto de la amistad consistía en un beso en los labios, robados todo el tiempo: me había besado a mí, a Kaiko, a Len, a Gakupo y no podría contar a quienes tantos más. Chicos y chicas, daba igual.

    Retrocedí avergonzado, completamente sonrojado. Quisiera decir que me sentí aliviado cuando mi mente tomó como lógica esa excusa del pacto de la amistad… Pero no.

    —No quiero ofenderlo… pero no soy como Mikuo. No besaría a alguien solo porque lo quisiera como amigo— comencé a decir con voz tranquila antes de quebrarme. —S-se que nos conocemos poco como para decir que m-me gustas pero creo que eres una chica muy linda y una gran amiga... N-no debí hacerlo, e-en verdad l-lo siento, fue un impulso…
    —N-No... Está bien. Q-Quiero decir... Ah... Dejémoslo así ¿está bien? Yo también creo que eres un gran amigo. Y pienso que eres apuesto también.

    Le hice caso cuando dijo que lo dejáramos así, y decidí intentar creer en sus últimas palabras aunque me dolía no creérmelas por completo. Supuse que quería desaparecer lo echado a perder de la atmósfera y no hacerme sentir mal. Sonreí de un modo forzado y muy bien disimulado, como hace mucho no lo hacía.

    —Está bien no tienes que decir mucho más. Se está haciendo tarde así que ¿te apetece otro helado? Está por agotarse el cupón invisible.
    —¿Eh? ¿El cupón se va a acabar en algún momento? — preguntó con fingida tristeza —Creí que duraría por siempre.
    —Ah~ No pongas una cara tan tierna...— "Ah, no, es tu mirada de siempre" hubiese querido agregar. —El trato era todo el helado que quisieras hoy luego de haber probado el sushi. Así que aprovecha el resto de este día.

    De algún modo, me alegraba y al mismo tiempo me entristecía que Kaiko le restara importancia a lo sucedido tan rápido.

    Volvimos a la cafetería y ella comió otros dos helados. Comenzó a preocuparse por si yo empobrecería o no, así que le dije que el cupón valía por cinco helados. Estuve tarareando casi todo el día y me preguntó si acostumbraba a hacerlo. Le dije, y me di cuenta de, que en realidad siempre estaba enchufado a mi MP3 hasta que lo perdí; y que perderlo había sido para bien, porque externé la música y estuve junto a ella todo el día, y la pasé genial. Dijo que ella también y eso me hizo muy feliz. Al final del día decidí ir a dormir temprano después de casi morir de risa interna a causa de unos travestis que nos encontramos en la cafetería. Kaiko se entretuvo más con ellos, así que le dejé el dinero del quinto helado que le prometí, le di un beso en la mejilla y le dije “Gracias por este día” antes de huir.

    El día siguiente fue bastante vergonzoso. Y debo decir la triste realidad: ese día siguiente fue hoy más temprano.

    En la mañana encontré mi MP3 en el buró junto a mi cama. Pero no estaba ahí el día anterior: Supuse que alguien lo había tomado prestado sin permiso. También encontré un paquete con un vestido de mujer escotado, tacones, armas de juguete y una peluca. A la dirección de la escuela se le había ocurrido abrir una cafetería para permitir que los alumnos trabajaran sin salir de la escuela: Y se les había ocurrido también elegir a unas cuantas personas para que se disfrazaran y repartieran volantes al respecto. Yo fui uno de los elegidos, junto con mi compañero de cuarto Len, mi amigo Mikuo, un nuevo miembro del club llamado Tenchou y Kaiko. Los afortunados Len y Kaiko no se travistieron, pero los otros dos y yo sí.

    Antes de clases me dirigí a la cafetería, donde almorcé con Mikuo, Len y Tenchou. No me encantó la conversación que tuve con Mikuo: Hablamos de los sentimientos que tiene por mi hermana Luka (extraño e incómodo tema de conversación para dos amigos… “Ah, sí, te gusta mi hermana, ajá”) y de mis sentimientos por Kaiko. Si algo en especial no me agradó en particular de la conversación, fue enterarme de que Mikuo había besado a Kaiko tres veces ya; y no me sentí especialmente cómodo con sus consejos sobre que “dejara mi marca en ella, le hiciera notar mi presencia, la besara una y otra vez”.

    En clase hablé con Len del mismo tema y también recibí su ayuda, yo y mi amigo Akaito, para mejorar durante los ejercicios de vocalización. Después de clases, fui con Akaito a la dirección para obtener información sobre la chica que le gusta, Lenka (ajá, la prima de Len… se parecen mucho), pues llevaba un par de días sin saber de ella. Luego de eso, me fui con Len y me horroricé al verme totalmente transformado en mujer con ayuda del maquillaje y los pechos falsos que incluía el traje.

    Después de el buen rato que pasé luciendo semejante atuendo, repartiendo volantes, sonriendo y fingiendo un poco la voz, estaba dispuesto a simplemente volver a mi habitación. Entonces escuché una voz muy familiar detrás de mí.

    —¿Hola?

    Volteo paralizado al darme cuenta que se trata de Kaiko.

    —V-veo que a ti también te dieron la tarea de repartir volantes sobre la cafetería ¿eh? T-te tocó un lindo disfraz…
    —Oh sí. Terminé hace poco de repartir los volantes… Gracias, tú también te ves muy bonita… Quiero decir, ah… En serio lo siento, no quería decir… El disfraz es bonito.

    Kaiko sonreía nerviosamente mientras se disculpaba; por tanto, imposible sentirme ofendido. No pude evitar sonrojarme desde el primer instante, pero decidí, finalmente, suspirar y sonreír.

    —Apostaría que este traje se vería mejor en alguien con… los… atributos… que se necesitan para… llenarlo.
    —Supongo que sí— rió un poco. —Oh, por cierto, Luki…— Kaiko sacó de su pequeño bolso un dinero y me lo tendió en la mano. —Es el dinero que me diste ayer para el helado.
    —Oh, pero si eso debía… De algún modo compensar que no pude comprarte más helado ayer…
    — Si, pero no lo gasté porque no da el mismo sentimiento. Quiero decir, ayer cada vez que me compraste un helado me acompañaste a comerlo, sin embargo si me lo hubiera comprado yo sola no hubiera tenido con quien hablar. Además de que me agrado mucho la compañía de Luki ayer.
    —Yo también disfruté mucho el día de ayer. Hiciste que olvidara que tenía un MP3.— dije mientras volteaba levemente el rostro, sabiendo que estaba sonrojado. —¿Por qué no simplemente guardas esto para el fin de semana? Apuesto a que podríamos hacer algo divertido.
    —¿Habrá algo el fin de semana?
    —No quiero que me tomes por un atrevido ni nada, Kaiko... —Pero me gustaría saber si aceptarías tener una cita conmigo... O que salieramos simplemente a divertirnos— esto último lo dije lo más apresuradamente posible después de cometer el error de enunciar la palabra “cita”. —Hay un parque de diversiones no muy lejos de aqui. Pensé que podríamos ir el sábado.
    — ¿U-Una cita...? Ah... No estoy muy segura, Luki. Eh... Yo… ¡Lo siento!—se disculpó con una reverencia —Es solo que no estoy muy segura Luki: Usted me agrada bastante es solo que... Yo no lo sé, ¿podrías... Darme unos días para pensarlo

    Así cómo así, yo había vuelto a quedar como un imbécil. Kaiko salió corriendo sin darme la oportunidad de mejorar la propuesta a modo que aceptara. "Podemos invitar tal vez a más gente, si te incomoda la idea..." O algo similar hubiese deseado que me dejara decirle. ¿Tan mal estaba que: por haber tocado juntos y haber disfrutado de un lindo día, aprendiendo a tocar mejor el piano, haciéndola sonreír y comprándole helado... La quisiera así? ¿Tan extraño era ya ante los ojos de Kaiko? Qué remedio. Fui a la cafetería a reclamar mi pago por haber hecho el ridículo con el asunto del vestido y los volantes, y luego huí a mi habitación a aventar el disfraz a donde cayera. Me tardé un buen rato, pero me quité el maquillaje y me dejé caer semi muerto en la cama; en ropa interior y con el MP3 enchufado al máximo volumen.

    Feliz Martes para Megurine Luki. Buenas noches y dulces sueños.
     
    Última edición: 28 Junio 2014
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