Ruta 314

Al oeste: Ruta 313
Al norte: Calle victoria

Tras el camino encharcado que era la ruta 313, una ruta boscosa se extendía, en lo que era una pequeña porción de tierra, la que estaba más al este de toda Galeia. Grandes árboles de todas las variedades conocidas poblaban el muy denso lugar... y aún más pokémon habitaban bajo su sombra. Hay quienes cuentan cosas sobre este lugar: se rumorea que el sonido del viento arrastra consigo, a veces, una dulce voz que canta preciosas melodías. Pero no se sabe quién es el cantante, ¿será alguna alucinación?
Estaba claro: aquel lugar era, sin lugar a dudas, el lugar con la mayor variedad de flora y fauna de toda Galeia.

Muy al norte, entre la maleza, se puede encontrar la ladera rocosa de una montaña imposible de escalar desde fuera. Hay una entrada en forma de cueva, y esa es la única forma de cruzar esa inexpugnable pared... atravesándola por dentro. Por la "Calle Victoria".

Pokémon salvajes:
Dado de 50 caras:
-1: Shroomish
-2: Venonat
-3: Paras
-4: Ledyba
-5: Bellsprout
-6: Foongus
-7: Panpour
-8: Pansage
-9: Pansear
-10: Spinarak
-11: Nidoran (macho)
-12: Aipom
-13: Nidoran (hembra)
-14: Seedot
15: Lotad
-16: Drifloon
-17: Sewaddle
-18: Venipede
-19: Chatot
-20: Timburr
-21: Sawk
-22: Throh
-23: Jigglypuff
-24: Cleffairy
-25: Nincada
-26: Togepi
-27: Absol
-28: Stunky
-29: Glameow
-30: Vullaby
-31: Rufflet
-32: Sentret
-33: Smeargle
-34: Bouffalant
-35: Hoppip
-36: Deerling
-37: Emolga
-38: Pachirisu
-39: Doduo
-40: Farfetch'd
41: Audino
-42: Combee
-43: Pineco
-44: Yanma
-45: Skorupi
-46: Scyther
-47: Chansey
-48: Stanler
-49: Exeggcute
-50- Girafarig

Se necesitan 15 post para abandonar el lugar.​

 

Pronto llegamos al bosque que se encontraba más allá del agua. ¡Este sitio era increíble! Había árboles y pokémon de planta y bicho por todos lados, menudo sitio. Bajé de Swampert y lo regresé a su ball. Ahora tocaba caminar.

—Está bien, ahora por donde es, ¿hacia el Este o hacia el Norte? Ya ni me acuerdo...

Me giré y miré a la chica, la cual esperaba que supiese la respuesta; ahora me tendría que guiar.

 

¡Al fin, un poco de tierra en vez de tanta agua! Samurott decidió continuar por el camino que ahora se nos presentaba y disfrutar del buen día que hacía, pero yo opté por bajarme de él y seguir a pie. Sí que era un lindo lugar, y se notaba la extensa fauna que habitaba por aquí.

—Togekiss, ¿por dónde ahora?—exclamé mirando hacia el cielo, donde la hada nos iba guiando desde las alturas.

—¡Toge tooo! —y tras señalar hacia el norte, agilizó un poco la marcha.

—Hacia el norte entonces, ¡adelante! —le di un toquecito en el hombro a Lucas, y continuamos la caminata con el ánimo bien alto.

 

La pokémon de Liza sobrevolaba la ruta, buscando el camino. Cuando lo encontró, descendió y nos dio el resultado: era hacia el Norte.

—¿Eh, qué? —giré cuando Liza me dio un toque en el brazo—. ¡Ah, por allí! Está bien, avancemos —el camino parecía muy largo, pero quizás solo era una ilusión; los árboles no dejaban ver más allá—. ¡Anda mira, allí hay un Skorupi! Esos pokémon son muy comunes en mi región...

Justo cuando terminé de decir esto, una voz comenzó a sonar. ¡¿Quién estaba cantando?! Liza no era, y yo estaba seguro que tampoco... ¿Habría alguien más en la ruta? De repente la música cesó.

—¿H-has oído eso? Parecía alguien cantando...

 

—¿Skorupi? ¿Dónde, dónde? —curiosa por ver a ese pequeñajo con pinchos, empecr a mirar por todos lados. Lo divisé no muy lejos, correteando por entre los arbustos—. Oh ya, qué mono. Voy a ir a verlo más de cer...

Pero no pude terminar de hablar, porque una voz melodiosa llenó la ruta por completo. Admiré a los pokémon de los alrededores escucharla relajados, parecía animarlos de cierta forma, como si ya estuviesen acostumbrados a ella. Miré a Lucas, pero él estaba igual que yo.

—Quizás... Quizás fue un pokémon de por aquí, ¿no crees? Pero me encantaría verlo, canta muy bien —suspiré, una lástima que la música cesase.

 

—Oye, no sé tú, pero a mí me han entrado ganas de escuchar algo... ¿Te parece si pongo música? ¡Oh, mira, por aquí está la canción "She's so gone"! —dije curioseando el poké-reloj, ¡tenía funciones para todo!— Ah, ojalá fueran todas las rutas así de tranquilas...

Al ritmo de la canción algunos pokémon aparecían correteando y saltando, disfrutando del espectáculo. ¡Algunos hasta parecían cantar!

—¡Eh, mira qué bien se lo pasan todos! Jo, qué envidia poder vivir aquí...

 

Asentí sonriente a su propuesta, tener música por el camino para hacerlo más llevadero era una buena idea, y ahora que esa voz de las profundidades había cesado, ¿por qué no ponerla nosotros?

El detalle de ver a los pokémon reaccionar a las canciones fue divertido de ver, parecía que se lo pasaban genial en libertad, y a la vez nuestros pokémon parecían disfrutarlo.

—¡Y que lo digas!, qué mal no haber sabido de estas rutas antes —comenté, admirando unos arbustos agitarse a mi lado. Era solo un Stunky, pero preferí no acercarme mucho... por si acaso.

 

—E-e-eso... ¡¿Eso es un Stunky?! ¡Corre, corre; no quieras que te vea! —murmuré desesperado para que Liza se apresurase, y cuando ya estuvimos a una distancia considerable volví al tono de voz natural—. Buf, menos mal que nos hemos librado... Una vez recuerdo que un Stunky me atacó y... Ugh, prefiero ni recordarlo. ¿Crees que habrá muchos por aquí? No es recomendable acercarse mucho a ellos.

Mientras avanzábamos veíamos a gran cantidad de pokémon entre los árboles, como un pequeño Pansear, que de nuevo me recordó el caso del agua, ¿¡es que no me iba a abandonar nunca ese recuerdo!?

 

—Uf, ya, ya le dejamos atrás, tranquilo —agitada, miré hacia atrás para cerciorarme de mis palabras—. Sip, estamos a salvo. Y ugh, no quiero saber cómo hubiésemos acabado si nos llega a ver. Espero que no haya muchos.

Mientras continuábamos la agradable caminata, noté un punto anaranjado en la lejanía, bajando del tronco de un árbol con cierta lentitud. ¿Qué pokémon sería?

Togekiss, que vigilaba todo desde las alturas, divisó mis movimientos y me siguió con la mirada hasta dar con el pokémon al que me acercaba. ¡Se trataba de un Paras, no podía dejar que se acercase, sus esporas eran muy peligrosas!

A toda velocidad descendió hasta mi posición, justo cuando iba a asomarme. El Paras, sintiéndose amenazado al ser una extraña, esparció sus esporas hacia mí. Cuando fui a cubrirme asustada, me encontraba en el aire sujeta por las patas del hada maternal.

—Gracias Togekiss, qué haría yo sin ti —reí no sin cierto nerviosismo, sujetando mi gorra con torpeza. La pokémon sonrió con un deje de regaño, pero me depositó junto a Lucas sin más miramientos. En unos segundos ya se encontraba de nuevo sobrevolando la ruta. Miré al chico e hice como si nada—. Tú no has visto nada, ¿vale? Sigamos, que ya queda poco... o eso creo.

 

—¿Qué no he visto? Yo no recuerdo haber visto a ningún Paras, ¿qué es eso, era un pokémon? Ah, ya ni me acordaba —bromeé mientras reía por la tontería—. En fin, ya debemos de llevar mucho recorrido, los árboles se suceden con más frecuencia.

De repente, un Timburr salió de la nada con mirada desafiante. Con su trozo de madera me intentó golpear, pero retrocedí a tiempo. En seguida, saqué a Exeggcute y ordené usar hipnosis. El luchador cayó dormido y así pudimos continuar, pero para cuando fui a regresar al planta a su ball no fui capaz, se resistía.

—¿Ah, quieres caminar un rato? Está bien, supongo que la ruta es demasiado bonita como para no permitirte ese capricho.

Exeggcute al oír mis palabras me volvió la cabeza... Bueno, las cabezas. En verdad, creo que nunca le gustó ser capturado, puso mucha resistencia.

 

Observé el mini enfrentamiento con aquel Timburr salvaje, y de cómo el Exeggute de Lucas pudo con él fácilmente. En verdad nunca veía al pokémon en combate, quizás aún lo estaba entrenando para las batallas. Aún así, no parecía muy contento con él... Bah, imaginaciones mías.

—Aww, ¡mira Lucas, mira: un Glameow! —y efectivamente el pokémon felino se paseaba por la ruta tranquilamente, observando lo que le rodeaba sin mucha importancia. Me acerqué y lo cogí en brazos, estrujándolo en un abrazo. El pokémon era super adorable, y más al ver que se dejaba acariciar sin oponer resistencia—. Y encima es de tu región, ¿a que es una cosita?

 

—Vaya, pues es raro que se haya dejado abrazar... Los Glameow que conozco, generalmente, son más orgullosos y no se dejan coger así como así, ¡seguro que es una cría! —afirmé finalmente, viendo el comportamiento del pokémon.

La caminata prosiguió y Exeggcute no pudo evitar meterse en problemas. Cuando me quise dar cuenta, una cabeza circular, oscura y con cara de pocos amigos se encontraba mirando al pokémon... ¡¿Qué pokémon era ese?! De pronto, se giró, dejando ver al Girafarig que se encontraba de espaldas. Este se acercó al tipo planta y lo acarició un poco con la cabeza. ¡Solo estaban jugando!

—Ay, qué sustos me da...

 

—¿Una cría, dices? —admiré al pokémon y en verdad sí que se veía pequeñito, qué mono. Lo peor fue cuando un Purugly se me acercó con cara de pocos amigos, y supo que se trataba de su madre. Deposité al pequeño en el suelo con precaución, y eché a correr hasta alcanzar a Lucas, tratando de evitar llevarme ningún arañazo indeseable.

Pasamos por entre dos arboles muy pegados el uno con el otro, y al fijarme mejor, comprobé que una enorme telaraña ocupaba todo el paso. Un Spinarak me asaltó a la cara repentinamente, y me di un gran susto al tratar de sacármelo de encima. Eso es lo que pasaba cuando se tocaba el hábitat de pokémon así.

—¡Agh, quítate, quitaa! —sacudí como pude al bichejo, hasta que retrocedió y volvió a su telaraña. Justo a tiempo para pillar a su distraída presa del día.

 

—¿A qué vienen esas prisas, Liza? —pregunté al ver como se apresuraba a mi lado, cuando vi al Purugly que reclamaba a su hijo... Al menos no estaba enfadado—. ¡Cuidado, una tela de Spinar...! —para cuando quise intentar avisarle ya era tarde—. Ugh... Situación pegajosa —dije intentando restarle importancia a lo ocurrido.

Mientras la entrenadora se desprendía de los hilos que la envolvían, un Audino fue a su ayuda, y con su movimiento desarme la liberó de las telarañas. ¡Qué amables eran estos pokémon!

 

—¡Gracias, Audino! Hasta otra~ —despedí al simpático pokémon que acababa de ayudarme una vez se alejó de nuestro lado, al fin libre de toda esa pegajosa telaraña. Podía concentrarme en seguir el camino sin mas percance.

Un Clefairy se dejó ver entre los árboles dando saltitos graciosos, con la alegría que suelen tener dicha especie. La señalé en silencio, enseñándose a Lucas para que viera el bailecito que iba haciendo. Cuando te fijas bien en los pokémon que habitan cada ruta, se te hace más corto el camino a seguir.

 

Justo tras el Cleffairy apareció un Jigglypuff cantando. ¡Claro, por eso bailaba el Cleffairy! Qué bien se lo pasaban todos por aquí... Exeggcute se unió a la danza del pokémon y tuve que ir a por él para que no se perdiese. Cuando lo cogí me hizo una mueca de desagrado, pero se resignó a seguirme.

Tomé una bocanada de aire y cerré los ojos por un segundo. La brisa volvió y con ella el cantar, que suponía que se trataba de algún otro Jigglypuff. ¡Está ruta era maravillosa!

—¡Venga, sigamos Liza, que ya debe de quedar menos!

 

Un Clefairy bailando al son de la canción de un Jigglybuff, y Exeggute siguiéndoles el ritmo, ¡teníamos una banda callejera con nosotros prácticamente! ¿Acaso nos faltaba algo más?

Cuando todo cesó y volvimos al camino que nos conduciría hacia la calle Victoria, noté como la vegetación iba haciéndose cada vez más y más frondosa, e iban desapareciendo los arbustos. Me acerqué a uno lleno de bayas que había captado mi atención, y recogí unas cuantas. Una de ellas parecía tener la forma de una pokéball, que curioso...

—¡Toge Toge! —de nuevo, Togekiss me lanzó un aviso desde su posición. Confusa, miré a todos lados, ¿de qué me avisaba ahora?

Grande fue mi sorpresa al ver que se trataba de un peligroso Foongus que se había camuflado entre la maleza, demasiados encontronazos había tenido ya con estos pokémon en mi región. Y ninguno acabó bien.

 

—¿Una pokéball? ¿Cómo es que hay una pokéba...? —mi pregunta se vio interrumpida por el grito de un Foongus salvaje, que se quejaba de ocupar su espacio personal—. ¡Vaya, si es un pokémon! Qué curioso, es como un Voltorb pero en pequeño. ¡Y seguro que este no explota! —dejé al pokémon tranquilo de una vez y seguí mi camino.

Cuando volví la vista al frente pude ver a un par de pokémon jugueteando, que al notar nuestra presencia se sobresaltaron. ¿Qué pokémon eran esos?

—Hum, no me suenan. ¿Los conoces, Liza? Parecen muy simpáticos...

 

—¡Son Deerlings, no sabía que los había por aquí! —emocionada, me acerqué a una distancia prudencial para no ahuyentarlos y poder observarlos tranquila. Me encantaban estos pokémon, qué suerte que los había a montones en Teselia—. Son pokémon de mi región, sí que son simpáticos y agradables, tienen una forma para cada estación del año y todo. ¿A que es curioso?

Lo curioso fue cuando una especie de pato me encaró en medio del camino apuntándome con... ¿con un puerro? ¿Qué...?

—¿Y este que se supone que es?

 

—¡Oh, qué pokémon más chulo! Algún día quizás capture alguno... ¿Y cual dices que es el que no sabes, ese de allí? Puees... C-creo que era un Far... ¿Farfecho, Farfarrucho? No me acuerdo bien, sacaré la pokédex.

La maquina se abrió y registro los datos del pokémon, que parecía llamarse Farfetch'd. Junto a él, apareció un Emolga, que se marchó volando con el otro pájaro. Justo a tiempo, lo conseguí registrar, y la pokédex volvió a darnos información.

—Cuanto pokémon volador junto. ¡Y qué felices se les ve! ¿Serán amigos?