Rompecabezas

Esta es la primer historia que me atrevo a contar de zombies. Siempre me intereso el tema, mas nunca me creí ideal para este tipo de relatos. Sin embargo, me dieron ganas de publicar esta pequeña historia la cual, espero con ansias, les agrade.

Prólogo​

Después de la gran plaga, ciertos diarios y bitácoras fueron encontradas en los campamentos, fortalezas y caminos a lo largo de la ciudad de San Luis. Pocos son los que quedaron con vida y muchos menos, los que aún conservaban la cordura.

Recuerdos de Verano: por Robert Stark​

Puede ser que suene extraño pero, en verdad, parece ser que esto es lo que aun me mantiene cuerdo en estos momentos. Desde aquellos días en que vi como infantes desgarraban la carne de algunos sujetos, rasgando con sus pequeños dientes hasta el último rastro de carne, me vi forzado a llevar un registro de todo lo que acontece en mí día a día. Esto, claro está, para que de cierta manera la locura no llegue a dominar mis acciones. Tal vez si dejase que aquello sucediera, terminaría siendo igual, o incluso, peor que aquellos seres.


Recuerdo el día anterior a este, lo cual en sí, ya es un enorme logro. No recuerdo en sí que día es, ni cuantos días han pasado desde el inicio de la plaga. ¡Al carajo las fechas! Ese día inicie buscando una que otra lata de comida por la tienda cerca de mi refugio. Ya hacía cinco días que no veía engendro alguno, gracias a Dios, cosa que me hizo sentir envalentonado por unos momentos. Bueno, claro está, eso y el hambre que mermaba aun mas mi pútrida mente. Los puñeteros entes ensangrentados, a los cuales llamo cariñosamente “Gargajos”, parecían haber desaparecido de la misma manera en que habían llegado: Cual neblina en una mañana de invierno.

Recuerdo claramente haber tomado una botella vacía de refrescó. Mire a ambos costados del refugio buscando, aun que sea, una marca de baba en el pavimento; pero nada, no había rastro alguno de ellos. Lance aquella botella con todas mis fuerzas en dirección contraria a la tienda, esperando así, cualquier gargajo fuese por ella y me permitiese ir por alguna lata de duraznos en almíbar. Recuerdo cuando niño iba a la misma tienda con mis padres a comprar dichos duraznos. Mi madre me compraba una lata y, además, llevábamos también un refresco para el abuelo. También recuerdo cuando mi madre disparo al abuelo pero eso, amigos míos, no tiene lugar en este diario.

El sonido de aquella botella había retumbado en los alrededores. Nada se hacía presente, ni un solo movimiento en las calles ni ventanas de la calle. Solo el silencio y aquel pestilente aroma a muerte. Corrí como desgraciado en dirección a la tienda y, súbitamente, tome las latas que me pude encontrar en el camino desde duraznos hasta chiles enlatados, todos aun sin caducar. Había sido mucha mi suerte el encontrarme aquella tienda sola. Bueno, al menos, eso pensé en ese instante. Sin darme cuenta, sentí como un puño se hundía de lleno en mi costado. No pensé que los gargajos pegaran, y menos tan fuerte, por lo que ignore esa posibilidad. Sin embargo, hubiese preferido fuese alguno de ellos. Al menos podría haberle matado con más facilidad.


Te has metido en asuntos que no te incumben -Dijo una voz chillona a mis espaldas. Yo solo me dispuse a apretar fuerte los puños para evitar la caída de mi comida.

¡Es el fin del mundo hombre! Déjame degustar mi última cena -Conteste con una sonrisa, pero al parecer, a este tipo no le gustaban las bromas. Sin percatarme siquiera, aquel sujeto golpeo mi rostro sin remordimiento alguno. Podía escuchar como sus huesos crujían con cada golpe, o bien podrían ser los míos quebrándose. De cualquier manera el no pude ver lo que se avecinaba. Tras de él, un par de gargajos se apresuraban a encontrarse con aquel sujeto. Se les veía con prisa, pues no paraban de gemir como animales. El olor a carne podrida se hacía cada vez más intenso, por lo cual, me resulto un tanto ridículo que aquel sujeto no distinguiese su presencia a la mía. Bueno, el hecho de no haberme bañado hace más de un mes, por lo que puedo recordar, podría ser también una razón valida.

No recuerdo como lucia aquel sujeto, solo recuerdo cuan duro golpeaba mi cara sin descanso. Sin duda alguna quería matarme, pero hace ya mucho que había muerto por dentro. Unos golpecillos no serian más que pastillas para dormir o, en su defecto, para el suicidio. Alguien me mataría y terminaría con este infierno de una vez por todas; al menos para mí, claro está.


Poco falto para que perdiera el conocimiento pero, por desgracia para él o para mi, aquellos seres se abalanzaron sobre aquel tipo. Uno de ellos le abrazo por la cintura, tratando de morder su espalda desesperadamente. Aquel tipo era un edificio andante. Medios aproximadamente dos metros y sus músculos parecían cincelados en mármol blanco. Mas su rostro era más feo que la mierda misma. El gargajo intentaba encajar sus dientes en el sujeto, mas este no paraba de moverse, girar u golpear todo lo que pudiese. Más de una vez golpeo al gargajo contra los estantes y las paredes, mas nada pudo hacer cuando el segundo monstruo le tomo del brazo. Pude ver, a pesar de aquel rio de sangre que corría por mi rostro, como el primer ser encajaba sus manos en el abdomen del sujeto. Sus largas garras perforaban la carne, dejando así, que sus dedos pudieran rasgar la carne a su alrededor. La sangre fluía por doquier. Esa había sido la primera vez que veía un intestino salir del cuerpo de un hombre. Sus tripas salían disparadas, buscando un hueco por donde escapar, por donde caer.

El hombre, aun consiente, no paraba de gritar y pedirme ayuda mientras el segundo ser arrancaba con sus dientes la carne de su mano, con la cual, trataba de apartar el rostro de este. Una no muy buena idea de su parte. Como pude me levante tomando solamente mis latas. Esos duraznos me sabrían deliciosos después de ver aquella escena. Recuerdo, solamente, a aquellos seres viéndome de reojos mientras pasaba a un costado de ellos. No aparte la vista de aquellos monstruos, solamente me detuve y les dije - Gracias por la cena señores -Después de ello, suelo ver al mastodonte rondar la tienda por las noches pues, ahora era un gargajo mas. En ocasiones, pienso que me busca a mí. No sé porque, si el de la culpa no he sido yo.

 

En el segundo día en búsqueda de sobrevivientes se logró recuperar un pequeño cuaderno de color rosa en el asiento trasero de un automóvil. Este se precipitó a un barranco terminando con la vida de una persona. La sangre impide ver un poco lo escrito en el mas una pequeña pagina se pudo recuperar de manera intacta.


Diario de la princesa Sandy:

Querido diario, hoy hemos salido de casa. No sabría decir porqué, solo sé que mi mama no se encontraba nada bien. Papa parecía muy triste al salir de casa. Puede que el hecho de que mamá no viniera con nosotros tenga algo que ver. Mamá tenía unos días vomitando sangre y era algo que me asustaba demasiado. Podía escuchar gruñidos desde mi cuarto, gruñidos de dolor por parte de mama. Papá decía que era cosa de la comida, que no tendría por qué asustarme. En realidad, no tenía por qué dudar de mi papa pues, últimamente, mamá comía demasiado. Más de una vez pude verla comer carne cruda del refrigerador. No sé porqué lo hacía si a mí me sabe horrible. Mami es tan linda en realidad, siempre ha sido linda con migo y siempre me peina como princesa. No sé porque los últimos días no lo ha hecho más. Extraño mucho a mama.


El día de hoy la vi un poco más enferma y con más hambre que la de siempre. Mamá mordía todo lo que se topara con ella. Mordió a manchas, mordió el brazo del cartero e incluso trató de morder a papa. No sé porque papa se asusto tanto. Papa pudo haberle dado un poco de comida, yo se que aun había un poco el refrigerador.


Ahora estamos en el carro y papa dice que iremos de paseo. Tal vez iremos por comida para mamá, no puedo dejar de sonreír al pensar en lo alegre que se pondrá cuando no vea llegar del supermercado. Espero que la mordida que me dio bastará para quitarse el hambre. Aun me duele un poco el brazo, pero todo sea por hacer sentir mejor a mamá. La amo mucho.