One-shot de Naruto - Rojo (Hidan)

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Leonhart, 12 Agosto 2010.

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    Leonhart

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    Rojo (Hidan)
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    Rojo (Hidan)

    Porque de seguro ya me verán más en mi zona :llorar1:
    Hii :3
    Traigo otro escrito. Este es el que presenté para el concurso de One-shots congelados de Naruto. Mi personaje era Hidan *D*

    ASDF, juro que ya quiero escribir y publicar más; extraño zona fanfics ;___;
    Ya, pues xD Ficha:


    Autor
    : Kuroi Sakura
    Título: Rojo
    Pareja: Hidan ~ Sakura (?)
    Tipo: One-shot
    Género: Ah... General y misterio, I guess.
    Clasificación: T
    Summary: <<Había nieve por todos lados de nuevo… Hidan estaba congelado por dentro.>>
    Advertencias: Un poco de OoC en Hidan, palabras antisonantes a medio escrito y trama rara (ya me conocen LOL).

    Dedicatoria: A todo el mundo :'DD Y a Hidan :3


    Rojo

    Caminó lenta y perezosamente dejando que sus pies se hundieran en la nieve. Aún estando descalzo, no tenía frío.

    Estaba en medio de la nada. Bien volteara a su izquierda, bien volteara a su derecha, seguía sin vislumbrar un solo visaje de sociedad o normalidad. Era como estar parado sobre una bola de hielo gigante.

    Suspiró.
    Llevaba mucho tiempo caminando y, al parecer, no había sido suficiente. Se llevó las manos a la cabeza y acarició repetidas veces su melena platinada. Sus ojos violáceos entrecerrados ya se habían aburrido de percibir el mismo paisaje blanco; puro.


    —Pura mierda —musitó reanudando el andar, a ver si de pura casualidad, llegaba a un lugar diferente.


    Una, dos, tres horas y aún nada. Pero, ¿quién le aseguraba que habían sido horas? Ni siquiera traía reloj y, conociendo su exagerado carácter, seguro habrían sido sólo un par de minutos.

    Volvió a suspirar. Desde hace unos momentos había perdido la esperanza de encontrar algo o llegar a un lugar, pero para su verdadera sorpresa, pudo vislumbrar en la lejanía una pequeña y maltrecha cabaña.
    Tomó su peculiar collar —un triángulo rodeado por un círculo— entre sus manos y sonrió con malicia. Comenzó a correr dirigiéndose a la casita, pero la densidad de la nieve no le dejaba avanzar tan rápido.

    La desesperación estaba apoderándose de él. En primera instancia: ni siquiera sabía o recordaba cómo y porqué demonios estaba en ese lugar tan parejo; blanquecino. En segundo lugar: ¿por qué estaba solo?
    No lograba recordar absolutamente nada, y esa era otra de las cosas que lo hacían exasperarse al máximo.

    Luego de un rato de luchar contra la pesada nieve, logró llegar a la cabaña. Miró hacia atrás y le sorprendió ver que la nieve estaba llena de manchas de sangre. Se revisó los pies y todas las partes de su cuerpo, pero no encontró ni una gota del plasma sobre su piel.

    Confundido, volvió a dedicar la mirada al suelo, dándose cuenta de que no había mancha alguna. Se rascó la cabeza con duda y, sin mayor retraso, entró en la cabaña.

    El clima de ésta no era muy diferente al de fuera. Estaba helada y no percibía señales de vida por ningún lado.
    La madera —que de seguro era de caoba— parecía estar hinchada y vieja, mas no tanto como para caerse en segundos. El lugar no tenía ventanas ni muebles, estaba completamente vacía. Tenía un solo piso y, a lo que el joven pudo apreciar, cinco habitaciones, incluyendo la principal.

    Dio un recorrido por el lugar con extrañez y no encontró nada ni a nadie.

    Se rascó la cabeza y, nuevamente, su desesperación incrementó. ¡¿Cómo demonios es que iba a salir de la nada?!

    Siguió caminando y llegó al fondo de la cabaña. Pudo observar un sexto y último cuarto —éste con la puerta cerrada—. Sonrió de medio lado y frunció el ceño al abrir la puerta de un sólo golpe, tumbándola en un instante.

    Nuevamente, vislumbró sólo el color café de la madera, a excepción de unas sábanas blancas sobre… una cama.

    ¿Una cama sola en medio de la habitación? Eso sí que era extraño.
    El de ojos violetas chasqueó la lengua y se rascó la sien en señal de duda, entrando en el cuarto para ver si encontraba aunque fuera algo que lo pudiese ayudar a salir del campo blanquecino.

    Sacudió las sábanas con el ceño fruncido y los labios torcidos, pero no salió nada; ni siquiera una polilla. Arqueó una ceja y su siguiente movimiento fue recostarse sobre la cama, ya estaba cansado.

    De un brinco, se posicionó en el mueble y soltó un largo suspiro. Colocó sus manos sobre su pecho tomando el característico dije y cerró los ojos.

    De alguna forma, le inundaba un sentimiento de desesperación y un tormento inigualable. ¿Qué sucedía?
    Por tal inquietud, el joven abrió los ojos, mirando únicamente el techo hinchado del lugar. Observó alrededor y de nuevo vislumbró las extrañas manchas de sangre, esta vez regadas en el suelo, la pared, y hasta en las sábanas de la cama.

    Se sentó sobre la misma y frunció el ceño observando la sangre con paciencia. No era que el plasma aquel le desagradara, al contrario. Hidan parecía un linfomaniático*, siempre fan del líquido carmesí, pero el observarlo esa vez no le traía paz o alegría; contrariamente, se sentía inquieto, turbio.

    Tocó la sangre con su mano derecha y la acercó a su rostro. Pudo ver claramente que era sangre real y, a su vez, que la conocía perfectamente.


    —El tono, la densidad, el olor… —dijo mirando el líquido con concentración—. Lo he visto antes.


    Manchó su brazo izquierdo con el plasma y su mirada se perdió en el carmesí de la misma.
    Ladeó la cabeza y entrecerró los ojos un poco, mientras observaba cómo las manchas de sangre se juntaban y hacían un enorme charco de sangre, además de que él parecía estar bañado de la misma.


    —Jashin-sama… —musitó mirando hacia arriba.

    —¡No, Hidan!


    Escuchó una voz provenir de la nada, pero no era la voz que él apetecía escuchar. Aquella voz parecía femenina, delicada.

    Cerró los ojos y de nuevo se encontró fuera de la cabaña. Sonrió con ironía y soltó un gemido de burla, quedándose recostado sobre la nieve durante mucho tiempo…

    O eso pareció.


    ----​

    —¡De nuevo entró en frenesí!


    Una voz desesperada sacó a Hidan de la ensoñación. Observó a su alrededor y, de nuevo, veía un entorno blanco, pero esta vez con gente y cosas por todos lados.
    Soltó un gemido de inconformidad y sintió una opresión en su pecho.

    Luego de varios segundos, su vista se aclaró y notó que estaba recostado sobre la cama de la cabaña —o eso parecía— y que, además, señores y señoritas con bata blanca le rodeaban.


    —¿Ahora qué? —rugió mientras intentaba zafarse del agarre de aquellas personas.

    —Tranquilízate —pidió uno de los señores—. Con una inyección estarás bien.

    —¿Y yo para qué mierda quiero una inyección? ¡Déjame en paz, cabrón!

    —¡Sujétenlo!


    Varias manos rodearon el cuerpo de Hidan, dejándolo sin escapatoria. Prontamente sintió un piquete en el brazo y otro cerca del ombligo. Dolió, pero… no se sintió tan mal.
    Luego de ello, sintió cómo la opresión a su alrededor se calmaba y las manos lo liberaban. Tomó una gran bocanada de aire y volvió a escuchar una voz femenina.


    —¡No, Hidan!

    —¿No qué, Sakura? —soltó relajado mientras forjaba media sonrisa.


    No obtuvo respuesta alguna y sintió cómo las personas a su alrededor se disipaban y lo dejaban solo. Todas, excepto una: el señor que le había puesto la inyección.


    —Ahora vendrán a interrogarte —soltó—. Sólo intenta estar tranquilo. De todas formas, yo te estaré vigilando.

    —¿Interrogarme? —preguntó Hidan tranquilamente—. ¿A qué te refieres?


    La puerta de la habitación se abrió y un joven bien arreglado de cabello azabache entró en escena.


    —Hidan —le llamó sereno.

    —Itachi… ¿qué mierda pasó?


    La voz del platinado se escuchaba pausada y llegaba a ser hasta desesperante.


    —Está dopado con calmantes, joven, puede estar tranquilo. De todas formas, yo y mi equipo estaremos fuera, por cualquier cosa.

    —Gracias —dijo el joven con media sonrisa, sentándose junto a la cama de Hidan.

    —Itachi, ¿qué mierda…?

    —Hidan —le interrumpió el azabache, serio—. ¿Estás seguro de que no recuerdas nada de lo que pasó?


    El de ojos violeta negó con la cabeza e Itachi hizo una mueca de frustración y confusión.


    —¿Dónde está Sakura? —preguntó el azabache mirando fijamente al chico.

    —No sé —respondió tranquilo—. Pregúntale al cabrón de tu hermano.

    —Hidan: Sasuke está ahí fuera y Sakura no está con él. ¿Dónde está Sakura? —reiteró Itachi.

    —No sé, Itachi, joder. Búscala tú si tanto deseas encontrarla.

    —La mataste —aseguró el azabache con seriedad.


    Pudo notarse cómo el rostro de Hidan se deformó en una mueca de sorpresa y desesperación.


    —Pero Itachi, ¡¿qué putadas dices?! ¡Yo no maté a Sakura!, ¡¿estás imbécil o qué demonios?!

    —Lo hiciste, Hidan. Recuérdalo: La cabaña, los tres cuchillos, la sangre…

    —¡Fue tu puto hermanito, Itachi! ¡A mí no me salgas con…!

    —Cállate, Hidan —exigió el de cabello largo—. No metas a Sasuke en esto. ¿En verdad es que le tienes tanto rencor? Él jugo limpio y tú…

    —¡¿Y cómo mierda sabes que jugó limpio?! ¡El que sea tu hermano no te da derecho a defenderlo así, idiota!


    Varias imágenes comenzaron a rondar por la cabeza de Hidan, y todo comenzó a encajar perfectamente con lo que Itachi decía. La cabaña, los cuchillos, la sangre; Sakura…


    —Hidan: yo tengo la orden de interrogarte y arrestarte por el obvio asesinato que cometiste. Si te rindes y entregas ahora, todo será más fácil y puede que consideren libertad condicional mientras estás en el psiquiatra…

    —¡Pero qué joder! ¡Itachi, yo no estoy loco!

    —Lo estás, Hidan. Te han hecho varias pruebas y no tienes entero uso de razón. Tu obsesión por la sangre ha llegado demasiado lejos. Ahora, sólo dime que tú la mataste y punto.

    —¿La maté? ¡Si lo hice ni lo recuerdo, joder! Ella era importante, ¿cómo podría…?

    —Estás loco.


    Una tercera voz resonó en la habitación. Itachi y Hidan miraron hacia la puerta y vieron al menor de los Uchiha caminando en dirección a Hidan.


    —Sólo para que lo sepas, Hidan —dijo Sasuke quedando frente a la cama—. Sakura nunca fue mi novia. Ella y yo jamás nos vimos a escondidas.


    Un sinfín de imágenes y sentimientos rodearon a Hidan, quien parecía estar ido y tenía los ojos completamente desorbitados.
    Tras la aseveración de Sasuke, todo se volvió claro y una ventisca helada sacudió el pecho del platinado. Había nieve por todos lados de nuevo… Hidan estaba congelado por dentro.

    Miró su entorno, de nuevo se encontraba en aquel lugar helado, cubierto de nieve. Las manchas de sangre regadas por la nieve; en medio de la nada.

    Hidan miró alrededor con sorna y soltó un gemido burlesco.


    —Itachi: Yo la maté.


    Linfomaniático: Con esto me refiero a que es adicto a la sangre. Le encanta verla y asdf.
    __________________


    Ojalá le hayan entendido. Si no:

    En realidad, lo del invierno era más metafórico. Como los recuerdos de Hidan proyectados en un extraño sueño luego del asesinato de Sakura.
    ¿Por qué la mató? Miren bien lo que dice Sasuke al final :L
    Ya al último aceptó que la había matado porque volvió al lugar donde estaba antes, entre la nieve y así. Lean bien, que ahí está todo :33

    Amo poner a locos en mis historias xD Además de todo, Hidan encaja muy bien en el concepto, ¿no creen? :3

    Bueh, ojalá les haya gustado y a ver qué sale. Quiero otro loguito DD:

    Saludos y suerte a todos los que entraron al concurso.
    Gracias por leer<3

    No pude evitar no poner a Itachi, lo siento xD

    Curiosones los que abrieron el spoiler x'D
     
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