Rojo esperanza

Tema en 'Relatos' iniciado por Ichiinou, 8 Septiembre 2015.

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    Ichiinou

    Ichiinou Amo de FFL Comentarista destacado

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    Título:
    Rojo esperanza
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2552
    ROJO ESPERANZA​

    Aunque me resulta difícil remontarme tan atrás en el tiempo, todavía recuerdo la sonrisa de Mike aquel último día de verano que lo llevé a la piscina. La carita que ponía cuando el sol le daba de frente y le hacía tener que entrecerrar los ojos. Recuerdo lo feliz que estaba Helen con la pequeña Andrea en la tumbona, sosteniéndola en brazos. Es difícil y doloroso recordar, pero al mismo tiempo, los buenos momentos son necesarios para salir del infierno en el que llevamos tanto metidos.

    Estoy viviendo en una colonia desde hace aproximadamente un mes, ayer llegaron noticias, buenas noticias, después de catorce años. Los podridos están desapareciendo. Llevan demasiado tiempo sin alimento y la verdad es que me ha hecho gracia, porque es como justicia poética, porque ellos mismos se lo buscaron, comiéndose a casi toda la raza humana han acabado prácticamente con todo el alimento que podían tener en este mundo.

    En realidad, es bien sabido que esos seres no tienen inteligencia, que son simples trozos de carne podrida que vagan por el mundo en busca de alguien más a quién infectar. Son como un cáncer que avanza y avanza hasta adueñarse por completo de todo el cuerpo de una persona haciendo que todas las funciones vitales de la misma vayan degenerando hasta el momento de su muerte.

    Se ha estudiado mucho sobre los podridos, los zombis, los muertos vivientes, se han hecho muchas investigaciones durante estos catorce años y nada fue realmente fructífero. Lo único realmente fructífero es la naturaleza, su naturaleza es depredadora, si no se alimentan simplemente mueren. Es justo que no puedan sobrevivir en un mundo en el que están agotando su alimento. Hasta ahora no se creía que se pudiesen morir de hambre, pero a la vista está, pueden. Son más fuertes en ese sentido que los seres humanos, pero pueden morir por inanición.

    — Samuel.

    Me giro instintivamente al escuchar la voz de Marta a mis espaldas.

    — ¿Qué sucede?

    — Hay noticias. Nos han dicho que nos trasladarán a un campamento gubernamental en cuanto los índices de muertos vivientes se reduzcan lo suficiente como para viajar tranquilos.

    Asiento mientras pienso en lo que acaba de decir. Parece mentira que estas noticias estén llegando a mis oídos. Nunca pensé que esto acabaría, siempre he creído que antes tocaría el fin de mi vida. Pero aquí estoy, presenciando el fin de esta pesadilla.

    — Samuel, ¿Crees que se acabó todo?

    Medito unos segundos sobre la respuesta que le daré a Marta. Lo cierto es que no soy capaz de creérmelo, pero todo parece tan real, todo tiene tanto sentido y… ¿Qué ganarían con mentirnos? Todo ha acabado. Lo hemos visto, casi no aparecen muertos vivientes por aquí y cada vez son más lentos y más débiles. Están muriéndose. La guerra se está acabando. Aunque posiblemente no nos condecoren a los supervivientes, creo que es suficiente condecoración el seguir con vida. Si tan solo…

    Sacudo la cabeza y dejo de pensar en eso. Marta me mira desconcertada, hace un par de minutos que espera mi respuesta.

    — Ojalá. No lo sé, pero es posible que sí. Por lo que sabemos ese virus no ha mutado en los catorce años que lleva activo, así que tiene lógica que todo se haya acabado. No ganarían nada con engañarnos. Nosotros somos el futuro de la raza humana, los supervivientes tendremos que retomar este mundo. Será difícil, pero nada es imposible.

    — He oído hablar a los líderes sobre eso, han dicho que en cuanto esto acabe iniciarán el proyecto “Adán y Eva”. Es gracioso, porque creo que Dios no tiene nada que ver con toda esta locura.

    — Está claro que la locura se inició por alguna acción humana, tanta destrucción… tantas muertes… esto solamente puede ser obra del ser humano.

    Marta me sonríe, aunque su sonrisa siempre se me ha antojado amarga. Se diferencia mucho de Helen, es totalmente lo opuesto, ella era mucho más dulce, mucho más… débil. Pero Marta es todo lo que hace falta en una guerra como esta, pero sin dejar de ser humana. Hace meses que estamos juntos, que compartimos esta minúscula habitación, que compartimos cama, que compartimos nuestros seres.

    — Samuel, tengo que comentarte algo. Algo muy importante —dice ella mirándome fijamente a los ojos y tomando asiento al lado mío, en la cama en la que estoy acomodado.

    — Dime, ¿Qué es eso tan importante? —le digo mientras extiendo una mano para acariciarle la mejilla.

    Marta se queda callada unos instantes, mueve los ojos nerviosamente, como tratando de encontrar las palabras. No sé qué será lo que tiene que decirme, pero la pone muy nerviosa.

    — Hace mucho que he perdido la noción del tiempo, pero me he dado cuenta, de que hace demasiado tiempo que no… -se traba por unos segundos- que no he tenido el período por unas cuatro lunas llenas. Llevamos entorno a cinco meses juntos, es posible que…

    — ¿Voy a ser padre? —no puedo contener la emoción, sonrío ampliamente.

    Recuerdo cuando mis hijos nacieron. La sensación de traer a una pequeña criaturita al mundo es inmensa, algo que solamente alguien que lo ha hecho puede comprenderlo. Helen era feliz con nuestros pequeños Mike y Andrea, éramos una familia feliz. Siempre lo hemos sido. Y ahora que he vuelto a engendrar vida, ahora que todo acaba, parece que hay luz al final del túnel.

    Marta se echa a llorar repentinamente, ¿Qué ha pasado? ¿Qué le pasa? No lo entiendo.

    — ¿Qué te pasa amor? —le digo rodeándola con los brazos.

    — No puede ser una mentira, tiene que ser verdad. Si esto se acaba, nuestro hijo tendrá un futuro, nosotros tendremos un futuro, podremos ser felices, podremos por fin salir del infierno, sobrevivir a esto… Nos costará, no será como antes, pero será mejor que lo que tuvimos en todos estos catorce años.

    Ver a Marta débil, indefensa, sintiendo terror, notarla temblando en mis brazos, es algo nuevo para mí. Es el terror de una madre porque quiere la supervivencia para su hijo. Es algo hermoso y doloroso al mismo tiempo. Sé lo que es perder a tus seres queridos, ella también lo sabe, pero no quiere volver a experimentar lo mismo, no quiere experimentar la pérdida de un hijo, lo más duro por lo que puede pasar cualquiera.

    — Vamos a estar bien Marta —digo mientras la abrazo más fuerte- los tres estaremos bien, el futuro es nuestro, el pasado ya ha pasado.

    ***********​

    Han pasado meses desde que nos habían avisado de que nos trasladarían, pero por fin ha llegado el momento. Hoy vendrán a por nosotros, iremos a un lugar seguro y empezaremos una nueva vida. Ahora lo que más me preocupa es el estado de Marta, está en un estado avanzado de gestación y pronto tendrá al bebé, posiblemente no le quede más de una semana. Solo esperamos que el viaje no le traiga ninguna complicación, eso es lo que menos necesitamos.

    Estamos ya preparados, con las maletas, veo la sonrisa de Helen, la cual me agarra fuerte la mano y escucho a lo lejos lo que parecen ser unos coches. Al llegar veo que son furgones del ejército, obviamente necesitamos unos transportes amplios para trasladar a nuestra comunidad, somos treinta y siete personas, una cantidad bastante respetable a trasladar y a tener en cuenta.

    Nos han llegado noticias de que apenas quedan podridos, eso me hace inmensamente feliz, el hecho de que esas bestias no nos estén acechando, a mí y a mi familia, me hace feliz. Es doloroso pensar en el término familia, no hace mucho yo tenía otra, aquella me hacía inmensamente dichoso, pero todo acabó, todo… todo por la debilidad de Helen.

    ***********​

    Llevábamos dos años de aquella locura, había salido a buscar comida y había vuelto con unas latas y refrescos que había encontrado en una casa abandonada. Lo demás era inservible. Al llegar a mi casa encontré la puerta abierta, aquello me alarmó, pero cuando entré dentro, con mi escopeta recortada en alto, pude ver que no había ningún podrido.

    — ¡Helen! ¡Mike! ¡Andrea! —grité, pero no obtuve respuesta.

    No entendía lo que estaba pasando, hasta que entré al servicio que había en una de las habitaciones de arriba, en la cual dormían los pequeños. Cuando vi aquello pude sentir como mi corazón estallaba en mil pedazos, mis piernas flaquearon y caí al suelo, arrodillado, delante de aquella escena tan horripilante.

    No habían sido los podridos, ellos no fueron los que me arrebataron a mi familia, no, no fueron ellos, fue la debilidad, la debilidad de Helen. Lo supe en cuanto vi que había pastillas desperdigadas por toda la estancia. Mi mujer le había obligado a tomar aquello a los niños y había acabado con su vida, con su preciada vida, al igual que la de ella. Aquel día, un pedazo de mi corazón se quedó negro, negro para siempre.

    ***********​

    — Samuel, ya han llegado, tenemos que subir —dice Marta dándome un tirón de la mano que me tenía agarrada

    Sacudo la cabeza para centrarme, intentando apartar aquel fantasma del pasado y miro a mi dulce Marta, la cual tiene una sonrisa radiante. Adoro esa sonrisa, es el símbolo del futuro, es lo que denota que ha empezado una nueva era para el ser humano.

    Bajan unos guardias con armas de los furgones y se ponen todos en fila, uno se adelanta, supongo que va a hablar.

    — Hemos venido a trasladarlos a un campamento totalmente libre de zombis, no tienen de qué preocuparse, solamente suban a las furgonetas blindadas y pronto llegarán a su nuevo hogar.

    Hacemos caso de lo que nos dice aquel guardia con voz grave. Ya está, todo se ha acabado, seremos felices, tendré una nueva familia y todo lo que ha pasado, se quedará lejos, muy lejos, hasta el fin de nuestros días.

    Me siento no sin antes asegurarme de que Marta va cómoda, con el bebé. Uno de los soldados se fija en que ella está embarazada y sonríe, ampliamente. Sabe que ese niño es el futuro, es lo que traerá un mañana a la raza humana. Él y otros muchos más, por supuesto.

    El viaje se nos hace largo y un poco agitado con el traqueteo, pero es de esperar. Aunque para la sorpresa de todos no se avista la presencia de podridos, todo está en calma, este parece el mundo de antes, un mundo seguro.

    Cuando por fin se para el traqueteo, sabemos que hemos llegado a nuestro destino. Abren las puertas y nos dejan salir, pero vemos que estamos por la parte de fuera de los muros, con lo que no hemos entrado dentro del supuesto campamento al que nos iban a llevar.

    — Antes de nada, aquí tenemos al equipo médico que os quitarán una pequeña muestra de sangre para comprobar que todo va bien en vuestro organismo. Ya no solamente nos preocupa el virus zombi, nos preocupa cualquier virus que podáis meter en nuestro campamento. La humanidad va muy escasa de recursos médicos, por lo que tenemos que tener precaución. Una gripe podría matarnos a todos si no somos capaces de controlarla.

    Tiene sentido, la verdad es que tiene mucho sentido. Ante la supervivencia de la raza humana toda la medida que se tome es poca. Aunque no entiendo por qué no mandaron hacer esto hace semanas a alguien, aunque claro… supongo que les preocupa el período de incubación. Aunque desde luego, si un virus se transporta por vía aérea, seguramente pueda entrar igualmente en su fuerte.

    Nos ponemos a la fila. Yo agarro la mano de Marta y le sonrío, indicando que todo irá bien. Ella parece más tranquila, pues se encontraba bastante nerviosa. Miro al frente, pues me va a tocar pasar por el análisis. Al segundo escucho el grito ahogado de Marta, me giro inmediatamente y lo que veo no me lo esperaba.

    — ¡Esa mujer ha roto aguas! —dice alguien de más atrás de la fila.

    Ante eso los soldados se arremolinan al lado de ella, algunos del personal del equipo médico traen una camilla y la suben. Yo no dejo agarrar a Marta que me mira muy asustada.

    — ¿A dónde la llevan?

    — Tiene que ir a dentro, el equipo médico debe atenderla —dice uno de los soldados.

    — ¡Samuel! Dejen venir a Samuel conmigo, él es el padre… —dice Marta la cual tiene una cara de dolor tremendo.

    — Lo siento señora, él no puede entrar antes de hacerle el reconocimiento, en cuanto lo haga, irá junto a usted.

    Miro a Marta con cariño y le beso la mano.

    — No te preocupes cariño, en unos minutos estaré contigo, todo saldrá bien.

    Marta me mira y me sonríe, no tan ampliamente como antes, pero es ese tipo de sonrisa en la cual depositas todas tus esperanzas.

    — Os quiero —le susurro al oído antes de que se la lleven.

    En cuanto se la han llevado el examen médico se reanuda. A los pocos minutos me toca a mí. Le doy mi dedo índice de la mano derecha para que saquen muestra de mi sangre y así lo hacen.

    El reactivo tarda unos minutos en cambiar de color, se pone de color verde. Es irónico, es el color de la esperanza. Todo va a ir bien, tengo esa sensación.

    Observo como la mujer que me acaba de hacer el examen hace una indicación con la cabeza a uno de los soldados. Eso no puede ser nada bueno.

    Todo transcurre demasiado rápido, unos soldados me cogen por detrás y aunque forcejeo no me doy desasido de sus manos firmes.

    — ¡Marta! ¡Marta! ¡Cuida del bebé! ¡Te amo! —grito con todas mis fuerzas aunque sé que posiblemente ella no puede escucharme— ¿A dónde me llevan? ¿Qué ha ocurrido?

    — Está infectado, debe ser eliminado por el bien de la raza humana —dice uno de los soldados con notable indiferencia.

    Aunque los acontecimientos se apresuran de una manera vertiginosa, puedo ver cómo nos internamos en el bosque, me llevan casi en volandas.

    Cuando ya estamos bastante internados en el bosque, mis nervios están a flor de piel, pero no puedo articular palabra y ya no soy capaz de resistirme. Todo lo que había soñado, el estar con Marta y con nuestro pequeño, todo, el futuro que había visto, se ha acabado, me van a ejecutar, mi vida se acabó aquí, en este bosque todo tocará su fin.

    Aterrorizado escucho algo que llevaba semanas sin escuchar, el sonido aberrante de los jadeos de una horda de zombis.

    — ¡¿A dónde coño me lleváis?! ¡¿Qué mierda es esta?!

    Nadie me responde. Entonces lo veo, allí en el centro de aquel bosque, hay un tremendo agujero, en el fondo se puede ver el puro infierno. Decenas de zombis o incluso me atrevería a decir cientos me esperan en el fondo.

    — ¡¿Pero por qué no me pegáis un tiro y ya está?! ¡¿No se merece una vida humana una bala?! ¡¿Es que la humanidad se ha vuelto loca o qué?!

    — Un virus ha de devorar a otro, así debe ser, así es como lo predijo Ethan.

    — ¡¿Ethan?! ¡Putos pirados! ¡He metido a mi familia en ese campamento buscando esperanza y esto es lo que encuentro! ¡Aquí teníais a los podridos, los habéis estado reclutando! ¡Sois unos putos enfermos!

    En ese momento, noto como me empujan al agujero. Ya está, es el fin, el fin para mí.
     
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    Bado

    Bado El malvado señor del hype

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    Dios... De verdad... ¡No he podido con el final! Ha sido un giro bastante brutal de los acontecimientos. Bueh, me esperaba que algo saliera mal, pero ¿Que estuvieran alimentando a los zombies en el agujero? ¡Eso ha sido la bomba!

    En cuanto a faltas, no veo ninguna que me llame mucho la atención. Lo que si he notado es que a veces alargas mucho las frases usando la coma, algo que me resulta raro pero no molesto.

    En resumen, me ha gustado muchísimo, ¡saludos!
     
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    Ichiinou

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    Me alegro que te haya gustado, Bado. :3 La verdad es que quería dar un giro brutal y ya ves que lo conseguí. xD

    Revisaré en busca de lo que me has dicho. Muchas gracias por leer y comentar. <3
    Un saludo. :3
     
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    Luma

    Luma ¡Lumatastic!

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    Estoy convencido de que un mundo así sacaría lo peor del ser hunano, y tras catorce años de putadas día a día la moral se habría extinguido hace mucho.

    Duele especialmente el final por dos cosas. Lo principal es porque ese hombre había luchado tanto incluso tras no tener motivo, que el ser sacrificado tan injustamente hace que la sangre arda. Lo segundo es porque murió cuando todo por fin volvió a tener un sentido para él.

    Debería decir que esta actividad se siente más como el prólogo de un fic, que sin duda me gustaría leer.
     
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    Ichiinou

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    Primero, gracias por leer y comentar Luma. :3

    Y bueno, justamente buscaba eso, el resquemor por la injusticia, buscaba ese sentimiento en el lector. En cuanto a que parece el prólogo de un fic, sí, podría ser un fic y de hecho se me han ocurrido cosas para continuarlo, quién sabe, igual en un futuro me animo. :3

    ¡Un saludo!
     
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