One-shot Rojo [BTOOOM!]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Zireael, 26 Abril 2019.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Título:
    Rojo [BTOOOM!]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
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    Palabras:
    1050
    DON'T STOP ME NOW
    CAUSE I'M HAVING A GOOD TIME, HAVING A GOOD TIME.
    *cries*





    Rojo






    Kat.


    El susurro de Rachel le llegaba desde algún lugar lejano, como un recuerdo borroso, proveniente de una laguna de aguas turbias.

    Su voz se mezclaba con la de alguien más, otro fantasma de la memoria. Ojos azules, ojos grises.


    —Kat, cariño. —La suave voz de su madre era un arrullo—. Estarás bien. Estoy aquí.


    La delgada mujer mecía en su regazo a su hija, de la misma forma en que esta haría con Rachel Gardner en la isla.

    El cabello rubio había sido cubierto por tinte rojo y negro, pero se notaban ya las raíces doradas.
    Las heridas de sus dedos eran profundas, recientes, de algunas fluía el líquido granate.

    La muchacha estaba en estado de shock. Las lágrimas le fluían por el rostro inexpresivo.


    —Nunca es suficiente —murmuró, sin referirse a nada en particular. Su madre se dedicó a continuar su arrullo y empezó a tararear una nana, mientras le dedicaba constantes caricias en el cabello, a falta de un mejor consuelo.



    Kat.

    Fue consciente, por primera vez, del dolor que debió sentir su madre todas las veces que tuvo que velar por ella en cada una de sus facetas y quiebres. De todo el daño que podía haberle hecho.

    Se aferró a la niña con fuerza.
    El corazón le dolía.

    Sin darse cuenta, Katrina se había convertido en una persona muy similar a su progenitora, Hailee Akaisa, tanto física como psicológicamente.
    ¿Qué era lo que estaba haciendo y por qué?
    Ella, que veía sentido a la violencia, ella que desafiaba la norma, ella que intentaba distanciarse de todos; estaba allí, arrullando a una chiquilla que nunca antes en su vida había visto hasta que llegó a esa isla.


    —Kat, tienes un corazón precioso. Eso te vuelve diferente a tu padre y a casi cualquier Akaisa.


    Esa frase le rebotó en la mente, con el recuerdo de los ojos aterrados de Rachel corriendo hacia ella.
    El pasado y el presente se estaban amalgamando.

    ¿Quería ser diferente a su padre? Realmente no lo sabía.
    ¿Quería ser algo más que una Akaisa? Sí, claro que sí. Por eso estaba como estaba.

    Aquel intento de evitar encariñarse con los demás era una negación a su naturaleza, lo sabía; pero en cuanto a emociones se refería, prefería tomar el camino fácil que le salvara de cualquier daño. Por eso había dicho con aquella frialdad que enviarían a la niña, pero no contaba con el dilema moral en el que se introducía.

    En lo que a ella concernía, a pesar de lo que le había dicho el estúpido que los mantenía allí, Rachel Gardner no había hecho nada para merecer ser enviada a morir de esa forma y si lo había hecho, ya bastante tenía con estar atrapada en ese lugar.


    Terror absoluto.
    Habían revivido algo o lo habían generado, lo supo cuando se abalanzó sobre ella y rompió a llorar.

    Katrina nunca se había replanteando más sus acciones y su carácter como cuando vio lo que habían provocado, al menos no desde sus primeros años de adolescencia. ¿De qué valía todo si acababa traumatizando a una chiquilla?

    Algo de sí misma veía en Rachel, además de su parecido físico.
    Era una niña apenas, es más ella misma, con sus veintidós años, aún se sentía como una aún. Al verla destrozada, no podía hacer otra cosa más que lo que se le había enseñado.

    Rachel se acurrucó en su regazo, vencida por su profundo cansancio, y la mayor empezó a entonar la misma nana que había escuchado de su madre en cada una de sus crisis, hasta pasados sus diecisiete años y le dedicó las mismas cuidadosas caricias.

    El delicado tarareo era casi completamente ahogado por el sonido del agua fluyendo, pero no importaba.

    Cada grieta en su memoria aumentó su profundidad cuando al detener la mirada en su regazo, reparó en las heridas de sus dedos y como estaba intentando cuidar de alguien más que no fuese ella misma. ¿Así era como se veía entonces?

    Un par de nuevas lágrimas le recorrieron el rostro y fueron a parar al cabello revuelto de la chica en su regazo.

    Sí, definitivamente se había transformado en una viva copia de Hailee y era un honor, ¿no? A pesar de sus conductas ansiosas y frágil salud, era una mujer maravillosa, llena del más puro amor que entregar.
    Por su mente, como un chispazo, pasó la idea de que quizás, si lograba salir de aquella maldita isla podría aceptar su cabello rubio natural por fin.

    Qué ingenuidad.

    La noche siguió avanzando.

    La voz del anfitrión les martilló en el cerebro a Katrina y Alexander.

    Matarse entre los integrantes del grupo por otro maletín. Otro cordero de sacrificio.

    Dos ganadores en lugar de uno.

    La muchacha detuvo las caricias en el cabello de la niña de repente, como si le quemara, y se llevó las manos al rostro presionándolas contra sus ojos al punto de hacerse daño y se dejó consumir por el llanto nuevamente.
    Se inclinó hacia el frente, apoyando su cabeza en el cuerpo de Rachel.


    —Ya basta, ya basta, ya basta —murmuró a la vez que deslizaba sus dedos entre su cabello y tiraba con fuerza—. Ya déjanos en paz.


    Su mirada, opacada por el llanto, se deslizó al pañuelo rojo que le había atado a Rachel en la muñeca.
    Era del mismo tono que el tinte de su cabello.

    Sacrifico.

    No podía obligar a Alexander a dar su vida por ellas, pero él… él podría cuidar mejor de la chica.

    Se le escapó una risa ronca. Su mente ya no funcionaba correctamente.

    Así limpiaría sus pecados. Su madre perdonaría que hubiese enviado a una niña a morir si acababa consigo misma.

    A través del cristal de las lágrimas, extendió su mano hasta el trozo rojo de tela.

    Solo esperaba que Rachel recordara el poco cariño que le había brindado y cómo había intentado cuidar de ella pesar de haberla lanzado a los lobos.

    Esta vez, Katrina estaba dispuesta a ser el chivo expiatorio aunque tuviera que morir en medio de aquel terrible gas.

    Era el castigo que merecía.
     
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  2.  
    Gigi Blanche

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    hay demasiada nobleza en estos personajes, tanta que realmente me pregunto cómo tocho acabaron en la isla xdxd

    tampoco hay que olvidar lo que eran al llegar y lo que son ahora, tho. Porque lo que eran al comienzo es muy probablemente la forma en la cual se comportaban en su día a día, sin reparar en cómo sus acciones podían repercutir en los demás. I mean, debe ser poca la gente que sigue causando odio luego de enfrentarse a situaciones tan extremas como lo que stos niños llevan viviendo en la isla.

    y cuando uno cree que la cosa no puede ponerse más sad, el pinche Light no Light Yagami strikes again :'D Me pregunto cómo se desenvolverá todo esto, y si habrá algún plot twist sabroso. Sad, but sabroso after all.

    me encanta, me encanta. sigan escribiendo FF que me encanta ;-;
     
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