Rey en las sombras [Kyouya Ootori]

Bueno, esto es la para la actividad de Tu host ideal, xd No como participante, pero quiero escribir. ;___;

Micro 1:

1. 1 Personalidad: Manipuladora, perfeccionista, eficiente.

—¡Imagìnalo, Kyouya! ¡Será mágico! Lluvia, muchas rosas… velas… Las gatitas caerán a nuestros pies…—Tamaki Souo, se movía delante del escritorio del joven Ootori, con su acostumbrado dramatismo, con sus ojos azules brillando de emoción ante el pensamiento futuro.

Kyouya no respondió nada, se limitó a acomodar sus lentes en el puente de su nariz, sin despegar la vista de su ordenador, tecleando incansablemente. Bajo sus órdenes el televisor gigantesco de la sala se encendió, mostrando en él un video de los pintores de la era Renacentista retratando desde una ventana un baile a la luz de la luna en plena calle parisina.

Sus ojos se volvieron corazones con un giro brusco pero lleno de gracia.

—¡Como Rey dicto que todos mis súbitos asistan a un baile como si estuviéramos en la cuna de París!

El pelinegro sonrió en completo silencio, enviando el correo con las invitaciones para esa tarde a todo el alumnado femenino del Ouran, con el requisito de usar vestidos de esa época… todo se vería perfecto bajo la luz de las antorchas en el salón completamente en penumbras.

Porque siempre, lograba lo que quería. Por algo era el rey en las sombras…

 

2. Físico: Alto, cabello oscuro, lentes, y sonrisa tenue.

Extraviada nuevamente.... suspiró para sus adentros, ¡malditos ricos bastardos! Siempre terminaba perdiéndose en los múltiples pasillos de las imponentes mansiones que -desde que se unió al Ouran- acostumbraba a visitar. Estaban de vacaciones de invierno, en las montañas, -para mantener el espíritu campestre-, según ellos. Para Haruhi eso sólo se traducía en: frío, muchísimo frío. Cosa que le desagradaba porque le helaba hasta los huesos.

Abrió una de las puertas, atraída por el calor de una chimenea encendida. Se abrazó a sí misma, volviendo a su color habitual, poco a poco.

—Es de mala educación entrar en la habitación de los demás sin permiso. —La voz grave y pausada del joven Ootori no tardó en hacerse escuchar.

Haruhi volteó hacia él, que sólo vestía el pantalón de un pijama oscuro, dejando al descubierto la piel pálida de su torso, delgado y firme. Con esa sonrisa socarrona y sutil que nunca se iba de sus labios, mientras acomodaba sus lentes en el puente de su nariz.

—Me estoy congelando. —Se quejó la Host Natural, castañeando, aún con los labios un poco morados.

El chico sólo sonrió, sentándose a su lado, mientras le entregaba una gruesa manta.

—Dos personas juntas, acumulan más calor. —Habló con tranquilidad, sólo sentado a su lado, con las llamas de la chimenea reflejándose en los cristales de sus lentes, y su cabello tan negro como el ónix, al igual que sus orbes, absorbían los tonos rojizos de las flamas.

 

3. Decisiones:

—Ya sabes lo que espero de ti, Kyouya, no avergüences nuevamente a tu hermano de esa forma. 1Le reprendió con dureza. Kyouya apretó los puños, con la vista baja, y la rabia corriendo por cada gota de sangre bajo su piel.

—Sí, padre. Me disculpo nuevamente. —Habló, con un tono que denotaba, que no lo sentía.

—Retírate.

Sin decir una palabra. el menor de los Ootori salió del despacho principal de su padre. Golpeó la pared, tirando al piso un jarrón de la rabia, y la indignación. Se quitó los lentes del rostro, y gruesas lágrimas de ira, e impotencia corrieron por su rostro. Las secó, respirando profundo, y parándose derecho. Él era un Ootori, no podía permitirse estos momentos de debilidad.

Sabía lo que tenía que hacer... desde el día en que había nacido, él tenía un papel. Y era ser la linda decoración del fondo.

 

4. Humor: Rey de sangre fría.

Por décima vez maldijo en voz baja sin que nadie llegara a escucharlo. Sus ojos oscuros eran dagas -aún soñolientas- que fulminaban a todo aquel plebeyo que se cruzara en su camino. No sabía donde estaba, no sabía como había llegado allí. Sólo sabía que mataría a los responsables, y que debía encontrar una abina telefónica para llamar a su casa y vinieran por él, porque por alguna extraña razón, había despertado en un lugar desconocido, en medio de la plebe, al parecer, parecía un parque, poco concurrido. Y sólo se le ocurría un nombre... y ese era el de Tamaki, le haría pagar esto con creces.

Cuando por fin pudo comunicarse, en menos de 15 minutos, su chofer le estaba recogiendo, con todos sus implementos, incluyendo su teléfono y su portátil. Nadie saldría impune luego de despertarle apenas a las 10 am, y dejarle en medio de un mar de plebeyos muerto de hambre, y de un muy malhumor.

Marcó en su teléfono y esperó repicara.

—¿Aló? Habla Kyouya Ootori, señor director. Le hablo para decirle, que, Tamaki, y el resto de los chicos han estado insistiendo en que necesitan un momento de humildad, y quiere ser voluntario en el programa de trabajo campesino... no, pero en la parte agrónoma, donde procesan los insectos, gusanos y eso... Sí, sé que les tiene pánico, pero es una forma de enfrentar su miedo. Debemos apoyarle, sí, muchas gracias. —Colgó, imaginándose mientras tomaba una taza de café, los gritos de Honey ante cada insecto, y las lágrimas de Tamaki cada vez que mataran a alguno.

Nadie les había dicho, que le despertaran a tan tempranas horas.