Drabble [sonic the hedgehod] revenge of the roses

Hola amigos lectores, ¿Cómo han estado? He empezado a pensar… Ficc’s con Sonic o Shadow hay a montones, donde la acción y -la mayoría de las veces- el romance predominan. Pero, ¡no he encontrado ninguno en el que Amy sea la exclusiva protagonista de un ficc de acción! Así que, amigos y amigas, aquí una historia del basto universo de Sonic The Hedgehog. Let’s go!

Amelia Rose: Prólogo.

El amor es la más arma fuerte que te hace sentir débil.

Silencio. Era lo único que era capaz de escuchar en su soledad, y eso era lo único que deseaba en aquel momento. Los pensamientos estaban ausentes, encadenados al asombro e incredulidad de un corazón roto que solo miraba atentamente la puerta del juzgado de paz, las amargas lágrimas se deslizaban por sus pálidas mejillas mezclándose con la dulce sangre que brotaba sin piedad tiñendo el vestido blanco de rojo. Los alaridos de dolor que se deberían esperar de alguien que le acaban de amputar/cercenar clandestinamente una extremidad estaban totalmente ausentes. Solo una mirada que expresaba el dolor de una novia traicionada. Aun así. No pudo evitar notar que el adorno de la mesa catorce -destinada a los conocidos no tan cercanos- estaba torcido veinte tres grados a la derecha.

Una boda con invitados asesinados, una recepción destrozada por las balas, la música se convertía en gritos que aun resonaban y una novia en el altar, desangrándose. Un próximo cadáver. Tan inmensa en sus pensamientos estaba que no escuchó el auto de su madrina de bodas aparcar a fuera y esta entrar corriendo a la mansión -lejos de la ciudad, que hacía de juzgado de paz temporal- , la ardilla se acercó corriendo levantando su vestido rosa con su perfecto peinado ochentero meciéndose levemente. Se arrodilló junto a ella cuidándose de no mancharse con la sangre

— ¡Oh! Mi querida amiga— exclamó, dramáticamente como siempre, (Siendo una princesa debía hablar así) — ¡Cruel fue destino que te esperó tan pacientemente! Amanda, querida mía— las lágrimas comenzaron a derramarse e intentaba secarlas para que no se le corra el maquillaje. — Habla, Amanda, habla. Sin miedo a tu respuesta, sin miedo a abrirte ante mí ¿fue él?

Realmente ella no quería acusarlo verbalmente, pero la sed de venganza que automáticamente le recorría las venas era su fuerza en ese momento. Pero otro lado de ella no quería decirle la verdad, al final acabó imputándolo. Amanda no respondió.

— ¡Oh, Amanda! Te ofrendo el juramento sagrado de que yo-

Bang.

El cuerpo de la ardilla se desplomó en el suelo, Amanda no veía bien. Pero reconoció la figura de aquel tipo, este se acercaba con una sonrisa sínica en el rostro. Sus botas se mancharon con su sangre.

— Acabo de firmar los papeles del divorcio— informó mientras le lanzaba un papel y una pluma, — cierto— rió, se agachó junto a ella e intentó tomar su mano. Pero ella la retiró abruptamente. Él sacó una daga y se la incrustó en donde antes estaba su codo, ella agrandó los ojos alarmantemente, pero no dio ni un quejido. — Wow, sigues viva. Pero eso no importa, porque te desangraras lentamente…— tomó su mano y posó el dedo pulgar de Amanda en el papel. — Listo, acabamos de firmar el divorcio.

Amanda lo miró con desprecio y le escupió, alzó la cabeza de su lugar y dijo: —Y tú… acabas de… de firmar tu sentencia de muerte.

Él rió mientras se pasaba una mano por las púas, luego se colocó unos lentes oscuros. — No puedo creer que no te hayas dado cuenta.

Bang.

— Y yo no puedo creer que me conozcas tan poco.

¡Boom!

.:.:.:….::.:.:..

“… Ayer se cometió una masacre en el juzgado de paz. La policía sacó la teoría de que los rebeldes atacaron el juzgado para matar a la princesa y próxima reina: Sally Acorn. Luego de haber matado a todos los presentes, explotaron el edificio y huyeron, por medios desconocidos, los cuerpos de princesa y los casados fueron incinerados en la explosión cercana al cadáver de la novia. El funeral en nombre de la princesa será llevado a cabo el próximo mes. Soy Marcela B. Lebah y esto es Mobius News…”

— Hump… — se quejó. Mirando el lugar donde debería de estar su mano. — Al parecer se han olvidado de los otros setenta y cuatro invitados.

Amanda levantó la daga transmutadora que le había dejado clavada en su codo como el cincuenta por ciento de sus pertenencias al divorciarse de él.

— Setenta y cuatro muertos…— susurró mirando la daga. Miró al televisor, donde se encontraba una foto en grupo donde estaban los setenta y cinco invitados, entre ellos la persona que se convirtió en asesino. —Setenta y cuatro puñaladas.