Fantasía Responsum

Tema en 'Relatos' iniciado por Boris Alekseveych, 20 Julio 2017.

  1.  
    Boris Alekseveych

    Boris Alekseveych Si es hostil, mátalo.

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    Hace tiempo que mi abuelo partió de este mundo, ahora descansa en paz junto a otros; de él recuerdo sus historias, siempre tuvo una gran imaginación o memoria a la hora de la merienda, la cual esperaba con ansias en todas mis visitas. De ellas, la que más atención capturaba de mí, aquella en la que uno le gustaría ser participe, está grabada en mi recuerdos. Mi abuelo la solía llamar Idai-san o Idai-tan no recuerdo bien, veo como buen monumento a su recuerdo el comunicarla a los demás.

    En el Japon feudal, aquellos tiempos de samuráis y ninjas, donde los clanes eran defendidos por fieros dragones que habían decidio darles su gracia y los campos eran tan vastos hasta donde alcanzaba la vista, existía una clase única de guerrero, ni samurái ni ninja, pues no se adaptaba al estilo de ninguno ni tampoco servia a ningún señor: Los espíritu unido; aquí aclaraba mi abuelo algo importante pues, a lo largo de la historia de los guerreros, se les ha dotado a los mismos con un lazo casi místico para con sus armas. Asì el samurái estaba conectado eternamente a su katana; el ninja debía reclamar el ninjato a partir de un combate contra un samurái; los caballeros medievales eran escogidos por el mismo Dios o el Demonio para luchar con las armas que estos les brindaban; y un largo etcétera.

    Pues para los Espíritu Unido este nexo era todo, desde su concepción, su alma estaba ligada a un arma, la cual contaba con su propio espíritu; asi dos espíritus se unían en una simbiosis de poder y energía, de plenitud, compartían los mismos principios y su relación iba más allá de aquella conocida por místicos y sacerdotes.

    El origen que daba mi antecesor sobre ellos es que un dia Hachiman, el dios de la guerra, al ver toda la agonía que esta traía a los humanos y que afectaba a los campos de cultivo y su prosperidad, decidio darle a una semilla de arroz su espíritu guerrero y la rego con un tè hecho a partir de sus cabellos. Los cereales salidos de esta planta serían los Espíritu Unido, que protegerían de todo mal a las personas de Japón con armas que él mismo había diseñado para ellos a los que llamo Kuroren.

    Pero esa no es la historia que nos atañe, no, sino màs bien la del espíritu unido màs poderoso que existo, que había conseguido armonía y plenitud absolutas con su arma, se trataba de aquel conocidocomo Eji Kuroten.

    Pues el señor Eji, como dije, era muy poderoso, tan poderoso que rara vez necesitaba sacar su espada; su sincronía era tal, que el poder de la misma podía salir a partir de sus manos en forma de rayos de energía e inclusive era capaz de aguantar varios de estos ataques usados por dragones y sacerdotes a los que se enfrentaba.

    A pesar de ser poderoso, el señor Eji aborrecía el conflicto, intentaba terminar cualquier enfrentamiento con la plática y un poco de sake y, si bien esto solía funcionar, usaba su poder como último recurso. Cuando se dio cuenta de lo poderoso que era, decidio retirarse a una cabaña escondida entre los arboles de un bosque, a la cima de una montaña, para evitar cualquier conflicto innecesario: sabía que otros Espiritu Unido estaban para proteger la zona, y tomo la decisión de mantenerse alejado únicamente apareciendo de ser estrictamente necesario. Con el tiempo esto hizo que la gente se olvidara de su existencia, pasando a ser simplemente un mito.

    La situación cambio cierto dìa, un verano recuerdo, el señor Eji había bajado al pueblo cercano a comprar unos cuantos ingredientes para preparar bibimbap y se dio cuenta que las cosas parecían diferentes respecto a la ultima vez que habia bajado, aunque tan poco acostumbrado estaba que no le dio importancia, esto hasta escuchar la conversación entre un vendedor de pollos y otro de jengibre.

    —Escuche que ahora se dirije a Hakata, todo el clan de Shikeratsu fue masacrado. —

    —¿Es que no ha hecho nada el ejercito del emperador? La primera vez que escuche hablar de él apenas estaba en el norte de Sakaido, ¿Cuántas vidas se ha tomado ya?—

    —¿De què estàn hablando?—Pregunto el señor Eji interrumpiéndolos, después de rechazar la oferta de los mercaderes quiso saciar su curiosidad. —¿Qué es? ¿Un ronin maniático?—

    —Ya nos gustaría,— Contesto uno de los hombres.—nos gustaría que se tratara de un hombre, pero no es tal, es una bestia.—

    —Por donde va deja destrucción. —Agrego el otro. — Nadie sabe donde apareció, simplemente un día comenzaron a llegar noticias de una serie de peleas y muertes, nadie lo ha podido detener. —

    —Dicen que podría ser un Espiritu Unido, alguno que no quiso cumplir la misión a la que Hachiman lo destino.— Concluyo el primero.

    —O que lo cumplió muy bien, recuerda que antes de darnos prosperidad y abundancia, los Dioses necesitan la sangre de sus súbditos para fortalecer su espíritu, ¿pero que hemos hecho nosotros en vida para que sea de esta manera?—

    El señor Eji dejo a los hombres hablar y se retiró, la posibilidad estaba ahí, no sería el primer Espíritu Unido que habría abusado de sus poderes para su beneficio, o que había servido a una casa, clan o señor. En su cabeza decidió no darle importancia, había muchos Espiritu Unidos muy poderosos, estaba seguro que alguno lo detendría en algún momento, no había razón para abandonar su bibimbap… hasta que lo vio.

    En la entrada del pueblo, tambaleándose cual borracho, parecía uno, pero Eji lo conocía muy bien… su hermano, o uno de ellos. Corrió rápidamente, sabìa que algo estaba mal, su Kuroren se sentía débil, casi inexistente.

    —Asa-san… ¿Qué pasa?— Con movimientos delicados lo apoyo al borde de una fuente. No tenía sangre, simplemente estaba débil. El cuerpo atlético parecía una carcasa seca, sin ánimos por nada. — ¿Qué pasa? —

    —K… Ka… Kaiju, Hataka… Hataka en ruinas, mis otros hermanos fracasaron. Por favor… debes ir. — Esas fueron sus últimas palabras antes de caer desmayado. Eji lo acostó suavemente en el suelo y puso su mano en su pecho.

    —Ekuskariba… tu sangre es mi sangre, tu dolor es mi dolor y mi dolor es este ser.— Recitando esas palabras podría sentir como la energía iba hacia Asa, recuperándolo internamente. Sabìa lo que debía hacer a partir de ahora: dirigirse a detener cualquier cosa que hubiera en Hataka.

    No pensó mucho cuando dejo a Asa-san al cuidado de una rentera en el mismo pueblo, tampoco cuando tomo unas cuantas botellas de sake y provisiones para el viaje. La derrota de Asa-san, uno de sus hermanos más poderosos, que entrenaron codo con codo y pelearon innumerables batallas, le impulsaba a buscar a el Kaiju que estaba destruyendo todo a su paso.

    La duda le llego al siguiente dìa a su viaje a pie, cuestionó si realmente era necesaria su presencia a donde fuera que estuviere yendo, sabìa muy bien que era el espíritu unido màs poderoso asì que pensaba si su presencia era màs bien precipitada y exagerada.

    —¿Es por Asa-san?— Una voz firme estaba dentro de su cabeza, la voz que lo había acompañado desde que tiene uso de razón o vida misma. —Creo que es por eso, tus sentimientos te hacen impulsivo sobre tus actos. —

    No tenía una forma real y no la necesitaba, Ekuskariba era el Kuroren que había recibido Eji como regalo de Hachiman. Cuando tenía que conversar con èl, simplemente se lo imaginaba como un humo a su lado.

    —Sabes que no me interesa, pero tenemos que cumplir la encomienda de Hachiman hacia nosotros, tenemos un propósito, proteger a las personas de cualquier amenaza que consideremos. —

    —Aùn asi, —Contesto el espíritu del sable. —es la primera vez en mucho tiempo que salimos del pueblo, e inclusive más tiempo ha pasado desde que tuvimos que pelear físicamente, ¿seguro que puedes seguir?—

    Al terminar estas palabras, Eji corrió rápidamente frente un árbol, era un árbol con un tronco grueso, fornido, parecía resistente, y con solo pasar su brazo de lado a lado liberando una cantidad de energía no solo logro partirlo, sino toda una media luna de varios árboles frente a èl. —No he olvidado nada. —

    Asì el camino siguió apacible por unos cuantos minutos hasta que el señor Eji detecto una presencia a solo metros de èl, antes que se pudiera girar completamente ya la tenía al otro lado, pudo sentir como el aire se cortaba por el filo de una katana, el impacto fue fuerte y preciso, solamente el escudo de Ka, natural en los Espíritu Unidos, lo salvo de un golpe directo, aunque tampoco es que eso hubiera hecho mucho daño.

    Frente a él tenía a una jovencita, 20 años calculo, el tiempo era algo relativo para su persona, pero sus ojos gritaban entusiasmo y ansias a su vez que algun rastro de experiencia.

    Sus cabellos negros cayeron sobre su frente reacomodando su flequillo una vez más calmada. —Lo siento—Dijo un poco agitada y sorprendida. —Escuche el estruendo y vi unos árboles caídos por una gran fuerza, creì que sería el Kaiju que estoy buscando. — Guardo su katana en entre su cinturón de tela, parecía muy vieja y sin duda no era de ella.

    — ¿Estás buscando el Kaiju tan lejos? Lo último que escuche es que estaba en la región de Hataka, hacía allá me dirijo. — Explico el señor Eji con completa calma, aun sorprendido por la velocidad de la chica.— Soy un Espíritu Unido, así que es algo así como mi responsabilidad, ¿sabes?—

    —Entonces, ¿Dónde está tu Kuroren?—Eji no se sentía con ganas de responder y afortunadamente la chica no continuo. — Si escuche lo de Hataka también, pero no es normal encontrarse a una persona minutos después de un estruendo tan fuerte y ver que va tan tranquilo, ¿hay algun problema si lo acompaño? Así al enfrentarnos a èl seremos mas capaces. —

    Realmente no hubo una respuesta, si hojas sueltas van por el mismo rio siguen la misma corriente. El nombre de la chica era Shun, estaba en su entrenamiento para convertirse en una samurái pero el Kaiju destruyo su Dojo y mato a todos sus maestros y miembros de su Clan.

    —Fui la única sobreviviente, esta katana pertenecio a mi mentor, lo único que me queda por hacer es vengar su muerte y recuperar mi honor por convertirme en un ronin. —Explico colocando su mano en la empuñadura.

    —Una vez un sabio dijo que si te vas al camino buscando venganza, debes dejar dos tumbas cavadas en casa. No pienso decirte que lo entiendo o que evitaré que te vengues, pero tómalo en cuenta. —

    —Esta chica es rápida, la persona más rápida que has visto fuera de un hermano. — Ekuskariba se había mantenido describiendo a la chica en la mente de Eji. —Tal vez su vida sea un desperdicio si muere frente al Kaiju. —

    — ¿Qué sabes sobre el Kaiju? Yo realmente salì de mi pueblo sin tener información. —Decidió ignorar los pensamientos de Ekuskabira, al fin y al cabo era decisión de Shun lo que hiciera.

    —Dicen que es un humano, —Comenzó a relatar.— no lo vi presente pues estaba en otro asunto de mi cuidado cuando ataco, pero algunos testigos me contaron que era un hombre, no mayor a los 35 años; tan rápido como el rayo, tan constante como la lluvia y tan explosivo en cada golpe como la erupción de un volcán.—

    El resto del camino continuo tranquilamente durante todo el día, yendo a temas tan mundanos como sus comidas favoritas y sus motivaciones, Eji descubrió que Shun decidió llevar a cabo su entrenamiento de samurái en agradecimiento en acción de un clan entero que se movilizo para salvar a su familia de los barbaros; por su parte, Eji le revelo varios secretos, como la longevidad de los Espíritu Unidos y el nexo que los une a sus espadas o Kuroren, siendo esquivo respecto a porque no cargaba la suya.

    Al siguiente día, muy entrada la mañana, se encontraron con un niño agitado en búsqueda de ayuda.

    —¡Auxilio por favor! —Gritaba agitadamente. — Hubo un deslizamiento en una colina y un templo fue enterrado con varias personas, ayúdenme por favor. —

    Rápidamente ambos fueron en apoyo al chico, Shun decidió cargarlo en hombros y pedirle indicaciones mientras aceleraba a una velocidad inalcanzable aun para los ninjas dejando a Eji parcialmente detrás.

    Cuando llego al lugar ya habían varias personas haciendo todo lo posible para sacar los escombros y cavando para llegar a las personas atrapadas, entre ellas el mismo Eji.

    —¿Còmo diablos me adelanto?— Shun se preguntaba a si misma, pero no había tiempo para pensar, pues tenían que actuar de manera rápida.

    Si bien había recibido entrenamiento físico, no era capaz de cargar mucha cantidad de escombros, como si hacían gente de una villa cercana y algunos otros transeúntes que se unieron al rescate. Poco a poco hicieron toda una cadena humana de trabajo, por la cual se sacaba bastante cantidad de los escombros.

    Desde los más pequeños moviendo ramas y piedras medianas hasta un mastodonte que cargaba rocas por montones en una canasta a su espalda, poco a poco revelaban la entrada hacia el templo y parecía que acabarían en cuestión de minutos subiendo el optimismo por el trabajo logrado, este goce termino abruptamente cuando algunas piedras cedieron para liberar un poco de tierra y rocas descubriendo una roca gigantesca que tapaba la entrada al templo. Se necesitarían varias horas de trabajo con pico y maza para poder abrirse paso a través de esa roca.


    — ¡Rápido! —Vitoreo un hombre que había llevado el paso a la fila de trabajo desde hace tiempo. — ¡Vayan a la villa y traigan cuanta canasta, pico y maza encuentren! ¡Niños! ¡Necesitamos que sirvan de mensajeros para otras villas, vayan de 2 a pedir ayuda, picos, mazas, gente para ayudar! Hay gente ahí atrapada no sabemos en qué estado, ¡cada segundo cuenta!—

    Aunque los ánimos se deterioraron, cada persona precio entender la situación, los niños formaron sus grupos y estaban listos para salir con sus pies ligeros, ya había gente trayendo los picos y las mazas cuando él se puso frente a la roca.

    El señor Eji levanto un brazo justo frente a la roca e invoco: —Pawa. —De inmediato un haz de luz salió de su palma y se sintió la energía atravesando la roca hasta el suelo, en un santiamén, la gran roca, aquella que parecía tomaría horas de trabajo romper, fue pulverizada a meros pedruscos frente a la mirada de todos.

    — ¿Pudo hacer eso todo el tiempo?—Pensó Shun en un tono amargo y de reproche.

    El grupo no perdió el tiempo, inmediatamente, regresaron a su tarea, ahora dentro del templo, roca por roca, sacando la tierra y buscando, hasta que cada uno de las personas que estaban dentro del templo estuvieron a salvo y bajo cuidados de las personas.

    —Eh tu…—Dijo una persona, al voltear Eji se vio cara a cara con el denominado líder del trabajo de rescate.

    — ¿Eres un Espíritu Unido?— Respondiendo afirmativamente, Shun pensó que le esperaba una exigencia a porque no uso sus poderes en primer lugar, pero paso algo que tal vez no estaba en sus expectativas. —Muchas gracias, no sé cuánto tiempo nos hubiéramos tardado sin tu ayuda, era prioridad salvar a las personas ahí cuanto antes, tú los salvaste. —

    —Yo solo rompí una piedra, no salve a nadie, si quieres agradecerle a alguien hazlo a tus manos y las de tus compañeros. —

    —De todas formas, toma esto como agradecimiento, es un poco de comida que preparamos, ¿te diriges a la región de Hataka por el Kaiju verdad?— No se necesitó realmente una respuesta, se veía en la expresión que Eji mostro al mencionarle el tema. —Me alegra saber que siguen ahí si se les necesita, que podemos confiar en que alguien vendrá cuando no podamos limpiar nuestro desastre. Suerte a ti y a tu compañera. —

    Horas antes de dormir, mientras calentaban la comida que les habían regalado, Shun se permitía pensar en el gran poder de Eji, había visto a otros Espiritù Unidos pero ninguno realmente era poderoso por si mismo, es cierto que en una pelea contra una grupo ganarían relativamente fácil, pero contra todo un clan de samuráis entrenados la tendrían difícil. Y una roca como la del pueblo necesitarìa al menos 3 de ellos para destruirse como lo hizo y no hubiera sido algo tan controlado como Eji lo hizo, entonces, ¿Por qué decidió actuar hasta ahora? El Kaiju había estado aterrorizando a las personas desde hace semanas, varias vidas se habían perdido, su dojo, su clan, su maestro, su honor, ¿por qué actuar hasta ahora? ¿Por què simplemente no va por todo el mundo acabando conflictos, salvando personas antes de que estén en peligros?

    —Quieres preguntarme algo, adelante, eres libre de hacerlo, yo responderé si lo veo prudente. —Con total calma, y como si leyera su mente, Eji sirvió un plato de arroz y estofado dándoselo a Shun, mientras se servía el suyo.

    — ¿Por qué hasta ahora? Siento tu poder, es grande, podrías ir fácilmente contra el Kaiju y darle buena pelea, tal vez ganarle, no lo sé, podrías ir por todo Japón evitando conflictos, usando el poder que se te ha dado, ¿Por qué hasta ahora? ¿Por qué cuando ya hay varias víctimas?— Intentaba aguantar un poco la frustración, cuando era niña, inclusive cuando ya estaba entrenando como samuraì, había imaginado tener el poder de un Espiritu Unido, salvando a las personas, derrotando a los chicos malos, trayendo a paz.

    —Dime, si puedes atrapar a todos los peces del rio y venderlos, ¿lo harías? Hachiman nos dio la vida por una razón: proteger a las personas, ¿pero no es un ladrón, un asesino, un bárbaro aun una persona? ¿también debemos protegerlos a pesar de sus acciones? Por otra parte, ¿hacer las cosas antes de que sucedan no es quitarle la oportunidad al mundo? ¿Los dioses no nos dieron la vida para disfrutar de nuestros errores y nuestras virtudes? ¿Quién soy yo para quitarles ese regalo?—Siempre apacible, las respuestas carecían de cualquier rasgo de insulto o descortesía, carecían de cualquier cosa, simplemente eran respuestas. —Y por qué actuó hasta ahora, es porque uno de mis hermanos me lo pidió, él era uno de los fuertes, de los poderosos y llego no sé cómo al pueblo cerca de donde yo vivo, herido, sabía que algo estaba mal y tenía que hacer algo.—

    — ¿Eso es todo? ¿Simplemente porque alguien te lo pidió? ¿Por qué viste que alguien fue derrotado? No entiendo tus razones. —

    —Y no necesitas entenderlas, mis razones son porque soy muy poderoso, tal vez el más poderoso de todos eso yo lo sè , asì que ¿no es mi participación injusta en la vida? Después de todo, mi sola participación puede cambiar el sentido del mundo entero, puedo cambiar el curso de un rìo dependiendo de mi decisión, ¿no es eso demasiado poder? —Dejando su plato limpio decidio resumir en un consejo la conversación. —Que no te interesen cuales son mis razones, busca las tuyas y protégelas, defiende lo que crees, asegúrate que el viaje al final de ellas valga la pena. Buenas noches. —

    En la noche, un sueño molesto a Shun, entre las palabras de su acompañante y sus recuerdos del Kaiju, era… impotencia.

    Soño con sus días de niña, cuando se encontraba a las orillas del rìo mientras su madre lavaba sus prendas. Despuès soño cuando su padre la llevo a cazar conejos con su arco y flecha. Y luego recordó el dia en que los barbaros atacaron su aldea. Recuerda bien el bufido de los caballos de guerra y como las hojas de acero atravesaban a la guardia del emperador.

    Recordo como un hombre se le acerco con aire aterrador para después ser derribado por una figura misteriosa, despertar en las manos de quien sería su mentor. Entrenar duro. Convertirse en alguien.

    El sueño se vio interrumpido por una figura maléfica en el fondo del valle, dejando tras de sí la destrucción de su villa, a su Dojo derribado, y su mentor, yacido entre escombros, sin vida. De repente la figura no aprece tan lejana, ni tan extraña, el señor Eji se materializa sobre la figura. De repente, despierta.

    El señor Eji estaba terminando de empacar su campamento… Sabìa que era imposible lo que pensó, pues aun si eran el màs rápido de todos, no podría Eji ir desde donde se topo con Shun y su villa en tiempo muerto. Pero aun asi, la idea de que se trate de alguien con quien se pueda comparar en lo que parece Eji puede hacer, el pensamiento la preocupo.

    Pasaron 2 dìas màs de camino, andando villa tras villa, donde cada quien sabia algo del Kaiju, se enteraron que se había detenido. Se detuvo después de arrasar con una villa entera y establecerse ahí, cada persona que se a acercado, inclusive barbaros que lo ven como una bendición, han salido de la zona y no se atreven a acercarse.

    Aparentemente, parecía que se mantendría ahí un tiempo indefinido, podrían llegar a èl en solo un par de días. Despues de recibir la información, y ha pocas horas de amanecer, algo los detuvo.

    Un grupo de personas, pidiendo su auxilio en la ruta, aclamando que unos barbaros estaban atravesando sus villas. Detrás de los arboles se podía ver el color rojizo y el humo del fuego, entre medio de unas colinas, se veìa la villa desde lejos. Los barbaros masacrando a habitantes de la villa. Aun asi, Eji permaneció quieto.

    —¿Qué pasa?—

    —¿No haràs nada?—

    —¿No vas a salvarnos?—

    Le preguntaron, pero ni eso lo distrajo para escuchar los gritos de la gente. En shock por la respuesta de su acompañante, Shun fue con una increíble agilidad a enfrentarse a los brabraros. Su velocidad era increíble, Ekuskibara lo confirmo, era la persona màs veloz a la que ambos, él y Eji, habían visto.

    Pronto, las consecuencias de la batalla comenzaron a surgir.

    —He perdido mi casa y mis pertenencia.—

    —Mis animales se han escapado en el caso.—

    —La comida fue saqueada.—

    .—Ayundanos con eso.—

    Eran algunas de sus quejas, todos despues comenzaron a pedir, dejando sin una pizca de descanso a los viajeros.

    —¡No!— Grito Eji. —¡Debemos irnos!¡Estamos detrás del Kaiju, y avanza rápidamente, no tenemos tiempo que perder!—

    Casi arrastrando a Shun, retomaron la ruta, Shun se sentía insultada, en otra situación se hubiera puesto a pelear con la persona que la trato asi, o simplemente se separaría, pero la misión principal era màs importante. De cualquier manera, decidio no dirijirle la palabra a Eji.

    Al anochecer, hubo fuego, comida y charla solo para Eji, Shun las rechazo.

    No fue hasta media tarde luego de 2 días, cuando era casi a la distancia que podían ver cuál era su objetivo, que Eji rompió el silencio.

    —Estoy seguro que te preguntas el por qué hice lo que hice. Ese pueblo no valìa la pena salvarlo…—

    —¿Cómo que no merecía ser salvado?—Las palabras la sorprendieron mucho.— Eres un espíritu unido, deberías salvar a las personas, ¡no abandonarlas!—

    —Yo no abandone a esas personas, —Replico Eji en total calma. —Te lo dije hace unos días, ¿Cómo decido si alguien merece ser salvado? Te diré la respuesta definitiva de esa pregunta: No hay una manera en la que todos salgan felices.—

    Aunque no lo sabìa, había comprendido un poco las palabras, decidio esperar màs de la respuesta.

    —Asì es, puedes salvar a quien quieras, a todos si eso decides, pero siempre habrá una persona que dependerá de ello y nada más. Habrà personas que se acostumbren “siempre estará ahí” diran, pero, ¿Qué pasara cuando no estes? ¿Qué pasara cuando decidan abusar de lo que tu les das?— Shun recordó que Eji era más viejo de lo que parece, así que el rostro que mostraba era solo evidencia que ya había vivido por eso. —Si continuamente los salvas, llegarà un momento en que serán inútiles para sus propias funciones, siempre querrán que alguien haga lo que ellos deben hacer. Solo por comodidad y, luego, para insultarlo de culpa cuando falle; o no sabrán como una vida preocupada es. Una vida preocupada, es lo mejor que les puede pasar, saben cómo prepararse, saben cómo actuar, no dependen de nadie solo de ustedes y algunos pocos de ayuda moral. He visto pueblos tan vastos, como el que salvaste, que dependían tanto de mí que cada hombre mujer y niño no prospero en nada. Otros pueblos, tan pequeños que solo una riqueza moral daría su destrucción, se han defendido impecablemente cuando de normal nosotros actuaríamos en una situación semejante. Algunos se mueren de hambre, otros siembran y pescan. Algunos no saben construir, otros inventan. Hay personas que hacen algo y otras que esperan que alguien haga, en lo personal, mi participación solo será para aquel que ha sabido ganársela. —

    —¿Estás diciendo que solo salvaras a los fuertes?—

    —La fuerza física es una muy débil, ustedes tienen mucho por dar, fueron el regalo que los dioses se regalaron a sí mismos. Algunos aprenden a sembrar, otros a pescar, otros a inventar, a sanar, a explicar, a pensar, a escribir, a contar. Ellos son los màs fuertes, los que deciden hacer algo, ser la ayuda que ellos quieren tener, que ellos creen merecer.—Aun calmo, suspiro de aburrimiento.— Aquellos que hacen son los que yo elegí proteger, aquellos que tienen la motivación, al menos para intentar. Como dije no es una manera justa, pero no puedo salvar a todos y que todos sean felices. Así que, ¿quieres saber como serán salvados? Haciendo algo para merecerlo.—

    El estruendo llego de la nada, ni siquiera Shun con sus reflejos sobrehumanos se dio cuenta, y el señor Eji solo pudo actuar para alejarla de la onda de energía. Carbonizando todo a su paso, convirtiendo las piedrillas del camino en magma y haciendo que el aire sea sofocante, era uno de los golpes que màs duro había recibido en su vida, pero aun asi se mantenía.

    — ¿Podrá ser?—Dijo Eji al reincorporarse e intentar asegurarse con su vista periférica que Shun estaba, al menos, viva. —El Kaiju.—

    Mientras la neblina de polvo y cenizas se desvanecía, una figura humanoide se comenzaba a formar, se movía con la calma de quien sabe lo que tiene delante, una determinación hacia donde se dirige. Shun inmediatamente sintió angustia, sabía lo que estaba ahí. El señor Eji estaba esperando, analizando la situación, desde su corazón, no, desde su espíritu, escuchaba algo… Ekuskariba.

    —Asì que, finalmente lo tienes frente a ti, puedo sentirlo, una energía poderosa, hace tiempo que no veíamos algo asi. No es odio ni malicia, simplemente, es un sentimiento poderoso…—Ekuskariba estaba impacientado, era un arma, necesitaba desenvainarse y la conexión con el señor Eji solo le decía que debía aparecer. — ¿Cuál es el plan?—

    Su mente regreso a enfocarse en la situación cuando escucharon el metal cortando la brisa. Cuando regresaron a ver la mirada solo vieron por una fracción de segundo a Shun atacando al Kaiju, a Eji le costaba un poco seguirla con la pista e, inclusive, por un momento la perdió completamente. Los movimientos rápidos y agresivos de Shun levantaron nuevamente el polvo, finalmente, dio un golpe final desde la espalda al enemigo hacia el frente, tantos cortes ocasionados, tantos puntos debìles y la incapacidad de cualquier ser para intentar siquiera esquivarlos eran mortales, pero ese último golpe, dudaba que alguien pudiera sobrevivir a eso. Entonces, silencio… el polvo se difumino solo lo justo para que Shun esquivara la onda de energía, nuevamente el estruendo inicio el caos, la onda alejo al señor Eji unos metros.

    —Pobre criatura… conozco esos movimientos, son los del clan Indoshia, creì que habrìa matado a todos sus miembros. Creo que ahora debo asegurarme al pulverizar tu cráneo.— Una odachi salió de entre el humo y se encontró con la katana de Shun. El impacto fue fuerte generando un pequeño estruendo que reventaría tímpanos.

    —Tu me quitaste mi clan, tú me quitaste mi familia, me quitaste mi honor y por eso… ¡pagarás!— Shun sacrifico su defensa para moverse buscando el cuello del Kaiju. Los movimientos sobrehumanos le dieron ventaja, pero, increíblemente, el Kaiju logro posicionar su hoja para protegerse y finalmente girar cortando de lado a lado el abdomen de su oponente.

    La katana de Shun cayó a varios metros de distancia de su cuerpo, y ella completamente en el suelo sin responder. —Ahora tu…—Dijo el Kaiju girándose completamente hacia el señor Eji, este finalmente conocía a aquel que había traido un desbalance: era completamente humano, de pies a cabeza era un humano varón, sus vestiduras asemejaban a las de viajero cualquiera, como si hubiera tomado lo primero que vio al salir para su masacre; pero su mirada, en su mirada se encontraba ese sentimiento que Ekuskaribu había percibido, no se detendría.

    —Ehh tu… no he terminado contigo. — Para una sorpresa de Eji y un desinteresado Kaiju, Shun se había levantado, su abdomen sangraba mucho y seguramente moriría si no detenía la hemorragia. —No me subestimes maldito… he dicho que te acabaré… y lo harè… —

    Existe un movimiento llamado puño dragòn, que sucede cuando se almacena una onda de energía en el puño para dar un golpe aun màs poderoso que cualquiera. Eso iba dirijido hacia Shun, su muerte era inevitable… si no hubiera estado el señor Eji para usar su escudo Ka. El impacto aun se sintió a los lados, dejando 4 metros de cada lado y 20 metros por detrás completamente llano.

    —Descansa… yo me encargarè a partir de aquí.—

    —Ya veo… tu eres el poder que he sentido, estaba descansando en una villa que desalojé, pensé quedarme ahí durante un tiempo, pero de repente sentí como un poder apareció, al principio creì que era alguien que pasaba, pero con el tiempo iba incrementando su sensación, sin duda un oponente estaba camino hacia mi, tu eres ese oponente. —

    — ¿Eh? ¿Oponente? No me apetece luchar, nunca lo ha hecho, si fuera una situación normal te invitarìa un poco de sake y charlaríamos.— El puño dragon no fue visibile, choco directamente con el pecho del Kaiju arrogandolo varios metros y rasgando sus ropas.— Pero esta no es una situación normal, no se trata de un ejército enemigo, ni de un grupo de barbaros, solamente una persona que ha malentendido su posición.— No lucìa serio, parecía màs bien como si estuviera realizando un trabajo monótono, una historia repetida.

    — ¿Mi posición? Los dioses me dieron su poder desde que fui pequeño, durante mucho tiempo escuche que era mal utilizarlo, que no era justo para los demás. Hasta que un dìa revente, ¿Por qué no podía usar lo que era mio por derecho? ¿No puedo usar todo lo que se me ha dado en la vida para hacerla mejor? Pero nadie en mi villa, ni siquiera mi familia lo acepto, asi que los elimine, y al ejercito que vino despues por el escandalo. Asì fui, villa tras villa, haciéndome de un nombre, de lo que era mio ¡serìa inmortal! Ni siquiera unos espíritu unidos me derrotaron. Estoy listo para lo que intente enfrentarme, ¡soy lo mejor que los dioses han hecho!— Eso dejo en claro el sentimiento que Ekuskaribu había sentido: determinación, una fuerte determinación por cumplir un deseo egoísta, el problema con la determinación es que es el arma màs poderosa del humano.

    —No, no lo eres. No eres el regalo de los dioses, tu poder fue concebido por ellos, es cierto, pero no has entendido su propósito. Los espíritu unidos pornto no seremos útiles, ni siquiera nosotros podemos inspirarlos a ser mejores personas, a ganarse la vida que los dioses les han dado, nunca seremos humanos para poder hacer ese cambio. Así que ellos pensaron que dándole el poder a un humano podrían cambiar algo, ese regalo eres tu, pero, tristemente y al igual que otros dejados atrás, no has sabido utilizarlo.— Eji en su mente estaba adolorido por esa visión, la de la humanidad no pudiéndose salvar asi misma.—Ahora tendré que poner el balance para que los dioses puedan hacer otro intento.—

    —¿Tu? No me hagas reir.— La joven figura del Kaiju reflegaba confianza ciega.—Clamas ser un espíritu unido y, aunque tu poder es grande, no tienes un Kuroren, ¿Cómo piensas derrotar…—

    Antes que pudiera terminar su balbucerìa la pelea estaba terminada, una uchigatana había atravesado completamente al Kaiju… Ekuskariba había cumplido como arma.

    —Ekuskariba, asi se llama mi Kuroren, hace tiempo nos convertimos uno, nuestro poder puede cambiar el curso del mundo, es difícil escoger como utilizarlo, pero si solo una persona que se ha ganado su vida me lo pide… yo lo harè, lo salvaré. Ekuskariba me ha dado esa sabiduría, ella es la mente, yo solo soy un frasco, y cuando yo cese, ella seguirá aqui, no para cambiar el curso del rio, sino para asegurarse que los hombres puedan pescar en èl.— Explico el señor Eji, y, mientras dejaba caer a Ekuskariba, esta se convirtió en luz y desapareció.

    El cuerpo del Kaiju yacìa en el suelo, derrotado finalmente, fracasando para la misión que los dioses le encomendaron y fracasando en su egocéntrico deseo. Shun estaba muy débil, aun aguantaba, pero necesitaba ayuda urgente.

    — ¿No piensas hacer nada?—Ekuskariba estaba calmo a la nula acción de Eji frente a ella.

    — ¿Algùn dìa se acabara verdad? Algùn dìa ellos serán capaces de hacerlo por ellos mismos, los dioses habrán triunfado en su misión e inclusive ellos no serán nada para los humanos. —

    —No puedes saberlo, nadie puede, tal vez terminen matándose entre ellos, o tal vez sigan viviendo así: dependiendo de los demás y esperando todo de otros sin dar nada. Lo único que podemos hacer es confiar. —

    El señor Eji procedió a curar a Shun, dejándola descansar bajo la sombra de un árbol y dándole todas las provisiones, le tocaba confiar en que ella podría usar su katana y sus habilidades para algo. En cuanto a él, tenía un bibimbap pendiente.​
     

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