Apreté el teléfono entre mis manos mientras subía los peldaños de aquella escalera tapizada de rojo. El bullicio a mi alrededor me impedía distinguir con claridad las voces de quienes me acompañaban, pero por el momento no los perdía de vista. Nuestros asientos se encontraban en la penúltima fila, y desde allí arriba, el teatro se veía enorme. Mis amigos comentaban entre ellos, dando su opinión aquellos que ya habían venido alguna vez a ver el musical del Rey León. Para mí era la primera vez, así que me sentía muy emocionada. Pero a pesar de todo, había algo más que me distraía por dentro. Mi atención se encontraba en otro lado, donde una pequeña parte de mí estaba a punto de perecer. Todo seguía como lo dejé. Aquel viaje de fin de curso había coincidido con un evento muy importante en la zona de rol, donde todos nuestros personajes, que habían acabado siendo un pedacito muy importante de cada uno de nosotros, estaban a punto de morir. Uno a uno iban cayendo frente a nosotros; nuestros recuerdos quedarían allí para siempre. Me había negado a creerlo todo este tiempo, pero ahora que el fin estaba ante mis ojos, me sentía devastada. —Oye, que ya va a empezar la obra, ¡deja el móvil! —escuché la voz de Alfonso, el chico que se encontraba sentado a mi lado. Nerviosa, apagué el aparato y asentí, dirigiendo la mirada hacia el escenario con cierta emoción. Sabiendo que, en otro lado, en ese mismo instante, una pequeña etapa de mi vida se cerraría para siempre. Una vez dio por finalizada la obra y mientras volvían a encenderse las luces, habiendo disfrutado por completo de la obra, por instinto lo único que quise saber era cómo había acabado todo. Mientras las filas de abajo se iban desocupando busqué a toda prisa el tema, con el corazón latiéndome con impaciencia. Por cada post que pasaba, me entristecía aún más. Pero llegué a un post. Un solo post que lo cambió todo. Todos habían revivido. Habían vuelto a la vida. Lo... lo habíamos conseguido. Antes de querer darme cuenta, mis ojos se tornaron vidriosos, y una pequeña lágrima amenazaba por salir ante la mirada de todos. Intenté contener la emoción que sentía por algo que ninguno de los presentes a mi alrededor entendía, sintiendo que, con solo aquello, mi día había acabado aún mejor. —Hey, ¿pasa algo? —escuché decir a uno de mis amigos. En ese momento, me di cuenta de que estaba sonriendo tontamente. —No, nada —mentí, dirigiéndome hacia ellos. Mi sonrisa se hizo aún mayor—. Disfruté mucho el musical. En el instante en el que publiqué mi post, en el instante en que Liza abrió los ojos una vez más, sentí que era yo la que me encontraba allí. La que abrazaba a Dante con todas sus fuerzas, saludándole una vez más, como si nada hubiese pasado. Sentí la alegría de que una parte de mí había renacido, que aún quedaban mil historias por contar.
