Examinó el reloj: había notado qué ya no funcionaba como antes. Muchas veces veía cenizas o copos de nieves flotar, o bien pequeñas gotitas intentando salir, deslizandose sobre el vidrio gastado. De a ratos, se movía como si de un relámpago se tratase . Si no, percibía el peso que implicaba cada movimiento . Alguna que otra vez, todo quedaba quieto. Sacó el mentón de la mesa, y movió el cuello hacía ambos lados, tratando de descomprimir esa zona. Volvió a su posición original, y extendió la mano hacía el reloj. A medida que se acercaba, sentía como el calor crecía en las yemas de sus dedos. Varias sensaciones se apoderaron de él, como cuando lo vio por primera vez. Su cara adoptaba la forma de los recuerdos que iban apareciendo. Nuevamente tocaba girarlo.