Reflejo de la luna negra (Inuxkag/Shesxari)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por mayson, 29 Diciembre 2008.

  1.  
    mayson

    mayson Guest

    Título:
    Reflejo de la luna negra (Inuxkag/Shesxari)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1221
    Reflejo de la luna negra (Inuxkag/Shesxari)

    Buenoooo, éste es mi primer ff y espero que os guste y que me aconsejeis para mejorarlo ^^ Decir que cuento a la vez dos romances, el de Shessomaru con una chica y el de Inuyasha con Kagome. Y allá va xD (Y perdón por las faltas de ortografía que pueda haber, no me va el corrector xD)

    Capitulo 1 Primer encuentro con el demonio de hielo

    Arimi salió sola al bosque. Sabía perfectamente que estaba prohibido, que si los guardias la descubrían se metería en un buen lio. No importaba, estaba decidida, el cautiverio impuesto por su padre le resultaba insoportable, quería salir del pueblo, lejos de sus murallas, sus casas y su castillo.
    - Siempre tienen que estar con los demonios en la cabeza, como si los demonios no tuvieran nada mejor que hacer que ir atacando pueblos- suspiró indignada la chica.
    De repente la vio. Era una niña que no debía tener mas de siete años, sentada al pie de un enorme árbol.
    - Hola pequeña, ¿Que haces aquí sola?- preguntó Arimi.
    La niña la miró, no parecía dispuesta a responder. Tenía el cabello largo, negro y suelto, con una pequeña coleta a uno de los lados de su cabeza. Sus ojos eran grandes, marrones y bastante expresivos. Vestía un kimono a cuadros naranjas y amarillos.
    Chi, el único demonio que pisaba el pueblo por ser la mascota de Arimi, olisqueó con interés a la pequeña. Chi era parecido a un gato, de color blanco con unos hermosos ojos verdes.
    - ¿Te has perdido?- insistió Arimi- En fin, yo me llamo Arimi y vivo en un pueblo aquí cerca. Quizás deberías venir conmigo.
    - No- respondió la chiquilla.
    - Es que es peligroso para ti estar aquí sola, algo podría atacarte.
    - ¡Arimi! Alejate de esa cosa- una voz que a Arimi le resultaba desagradablemente familiar vociferó tras ella.
    Veinte soldados con su capitán la habían encontrado.
    - Sima por favor, solo es una niña- dijo Arimi.
    - O un demonio con cuerpo humano, los peores y mas peligrosos- respondió el capitán.
    - Se reconocer a una cría cuando la veo- respondió la chica.
    De repente la niña se levantó. Eso fue suficiente para que un soldado la disparara. Pero Arimi era una chica rápida, y se avalanzó sobre la pequeña quedando la flecha clavada en su brazo derecho.
    Los soldados se asustaron, corrieron hacia Arimi. Dos de ellos la sujetaron, los otros se tiraron sobre la pequeña.
    La sorpresa fue mayúscula cuando un apuesto joven, con una larga melena plateada, apareció frente a la niña. Los soldados retrocedieron al ver sus afiladas uñas y sus colmillos, que lo delataban como demonio.
    Arimi se quedó embobada mirándo als marcas pintadas en aquel hermoso rostro. Y sus ojos ámbar, tan terriblemente seductores. Pero en esos ojos, tan bellos, vio algo que la asustó. Aquel ser iva a matarlos a todos.
    Se soltó de los dos soldados y se colocó frente al demonio.
    - Quedaros todos quietos- ordenó con voz firme.
    Sabía que la obedecerían, al fin y al cabo era la hija del jefe.
    Miró al demonio a los ojos.
    - Le pido disculpas en nombre de mi pueblo por haber intentado agredir a la pequeña, semejante acto de violencia no volverá a repetirse- dijo la chica.
    Se tranquilizó al ver que la mirada del demonio había cambiado, ya no los mataría. Una punzada de dolor le recorrió entonces el brazo, recordó la flecha y vio la cantidad de sangre que había perdido. Sin poderlo evitar cayó inconsciente al suelo.
    Cuando abrió los ojos la chica estaba en su dormitorio. Se miró el brazo, vendado y ya sin la flecha. Se incorporó lentamente, aún le dolía, pero necesitaba saber que había pasado con el demonio y la niña.
    Corrió hacia la sala de trabajo de su padre. Pero al llegar no entró, lo que escuchó la hizo detenerse en seco.
    - El maldito Naraku busca a mi hija desde que nació para asesinarla- dijo la voz de su padre.
    - ¿Su hija? Esa chica no tiene su sangre- dijo una voz glacial que Arimi no conocía.
    - Cierto. No tiene mi sangre. Pero es mi hija, yo la he criado como tal porque esa fue la última voluntad de sus padres.
    - Entiendo. Naraku asesinó a sus padres.
    - Si. Y Chi, un pequeño demonio que acompaña siempre a mi hija la consiguió salvar y me la entregó.
    - Y los demonios atacan éste pueblo por orden de Naraku.
    - Si. Solo quiere asesinarla a ella.
    - Naraku destrozará éste lugar.
    - Vamos a protegerla a cualquier precio- respondió convencido el líder.
    - De eso nada- Arimi entró a la sala.
    Descubrió entonces que con quien su padre hablaba era con aquel demonio, vio a la niña sentada en un rincón.
    - Arimi- dijo su padre levantándose- deberías estar descansando.
    - No padre. Estoy perfectamente. Y ahora mismo me marcho del pueblo.
    - De eso nada Arimi ¿Como se te ocurre?
    - Los demonios atacan cada vez con mas frecuencia. Ha muerto gente y cada vez es mas difícil proteger el pueblo. Si yo me marcho eso dejará de pasar.
    - Juré protegerte con la vida y pienso cumplirlo.
    - No a costa de la vida de éste pueblo.
    - Éste es tu pueblo.
    - Por eso mismo. Tú me has enseñado que hay que proteger aquello que amas. Amo éste pueblo, lo protegeré. Y a ti también padre, porque te amo y también quiero protegerte.
    - Hija mía...
    - Es mi decisión.
    - Si se me permite quisiera proponerle de llevarme a su hija conmigo, estará mas segura que si se marcha sola- intervino el demonio.
    El líder del pueblo no estaba demasiado convencido, dejar a su hija en manos de un demonio era muy arriesgado. Sin embargo, la idea de ella aún lo era mas.
    - Está bien. Arimi puedes ir con él si eso es lo que quieres.
    Arimi recogió sus cosas a toda prisa, y se despidió de sus amigos.
    - Tranquilos, volveré a meterme en lios por aquí pronto- dijo ella con una triste sonrisa.
    Todos la abrazaron, el último su padre.
    - Hija mía, te quiero mas que a nada en ésta vida. Por favor, regresa sana y salva- le dijo.
    - Lo haré.
    Así fue como Arimi dejó atrás aquello que mas amaba, alejándose de su gente, de su casa, de su familia con un futuro incierto por delante.
    - Pareces asustada, los humanos sois tan estúpidos- dijo con frialadad el demonio.
    - No es miedo lo que tengo, estoy triste. Pero no tengo nada que temer, ellos ya no corren peligro- respondió la chica.
    - Pero tú si- dijo él.
    - Bueno, mejor yo que ellos.
    Arimi no podía dejar de mirar a aquel demonio, era tan extremadamente atractivo que no parecía pertenecer a éste mundo.
     

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