One-shot de Pokémon - Recuerdos

Recuerdos (One-Shot)

Hola a todos. Buenos primero decirles que soy nueva aquí así que me presentaré me llamo Melody Gutiérrez Mateos y tengo 15 años y después de pensarlo mucho decidí escribir este One-Shot. Quería dar las gracias a mi primo por ayudarme con esto. Me gustaría que dijeran si les gustó y me dejaran sus críticas yo lo acepto todo así podré mejorar. Sin más que decir aquí les dejo mi pequeña historia:


RECUERDOS


Hace cinco años me ocurrió algo muy extraño que no he podido olvidar. Después de mucho pensarlo he decidido escribir como fue aquella noche.

Todo sucedió una noche de verano, muy parecida a esta, era muy tarde y yo ya estaba profundamente dormida en la cama de mi habitación. Había dejado la ventana de mi cuarto abierta debido al calor de esa estación. ¡ Quién se hubiera imaginado que gracias a una ventana abierta conocería a alguien tan misterioso.

Todo estaba muy tranquilo pero un ruido rompió el silencia que inundaba mi habitación. Abrí los ojos de golpe y me cubrí con la sábana.

- ¡Auch! Qué golpe... – fue lo único que alcancé a escuchar, lo demás eran susurros que no lograba identificar.

Fui apartando la sábana de mi cara poco a poco hasta dejar al descubierto mis ojos color zafiro y entonces lo ví, delante de mi cama había un chico no parecía mucho mayor que yo, vestía de negro y su pelo era color oscuro.

Miraba hacia el suelo mientras se quejaba por lo bajo del golpe que se había dado minutos antes. Lentamente fui apartando la sábana de mi cuerpo y me levanté de la cama. Al darse cuenta de mi presencia, el extraño muchacho se asustó y dio un paso atrás chocándose nuevamente con el armario que estaba a su espalda.

- ¡Ay! – volvió a quejarse.

- ¿Estás... bien? – dije un poco asustada.

- ¿Eh?... sí, estoy bien – me contestó el muchacho algo dudoso.

En ese momento fue cuando los ví, sus hermosos ojos color esmeralda, nunca había visto unos ojos tan profundos como aquellos y quizás sea lo que más recuerdo de él.

Me quedé como embobada mirando aquellos ojos verdes, hasta que pude reaccionar.

- ¿Quién eres? – pregunté más tranquila y decidida, pareciera que sus ojos me quitaron el miedo.

- Yo me llamo Mario – contestó el muchacho más relajado - ¿Y tú?

- Soy Maya – le dije con una gran sonrisa – Pero, ¿cómo entraste?

- Pues como está tan oscuro no veía por donde iba y sin querer me choqué contra un árbol y salieron muchos Beedrils enfadados que se pusieron a perseguirme, tan rápido iba que no me di cuenta de que tu ventana estaba delante de mí y al entrar me caí al suelo.

Mientras me contaba todo y sin perder detalle me fijé en que llevaba un precioso colgante al cuello que representaba una luna y un sol unidos, dos cosas totalmente opuestas, como el día y la noche, pero sin embargo ninguno seria nada sin el otro.

- ¡Qué bonito colgante! – exclamé.

- ¿Te gusta? – no tardé ni medio segundo en responder – me encanta, es precioso.

- Entonces te lo regalo, toma – me dijo mientras agachaba un poco la cabeza para quitárselo.

- No es necesa... – fui interrumpida.

- No importa, quiero dártelo, así te acordarás de mí – decía mientras me lo colocaba alrededor del cuello.

Miré el colgante con una gran sonrisa – muchas gracias – le dije sinceramente.

- ¿Maya? – se oyó decir a lo lejos.

- ¡Es mi madre! – exclamé bajando la voz – será mejor que me vaya – decía mientras se dirigía a la ventana.

Yo solo le seguí, se montó en el borde de la ventana y después de mirar durante un segundo abajo saltó hacia fuera. Me asomé rápidamente a la ventana, Mario se elevaba lentamente hacia el cielo, se giró y me miró.

-Volveré algún día, te lo prometo – mientras decía esto se iba volviendo transparente se podía ver a través de él, al acabar me sonrió y desapareció por completo.

-¿Maya? ¿Con quién estas hablando? – decía a la vez que abría la puerta de mi habitación.

Yo no aparté mi mirada del cielo en ningún momento, quizá con la esperanza de que volviera a aparecer – con nadie mamá, con nadie -.

A pesar de que me lo prometió en estos últimos cinco años no lo he vuelto a ver. A veces pienso que aquella promesa fue solo una forma de hablar algo que siempre se dice en una despedida pero que uno sabe que no va a cumplir nunca, aún así no pierdo la esperanza de que pueda volver a verlo.

-Ding, dong... – suena el reloj de mi habitación que marca las horas.

Es la una de la madrugada, hace tiempo que debería estar durmiendo. Me levanto de mi lugar de trabajo y me dirijo a mi cama. No tardé mucho en quedarme dormida ya que estaba muy cansada.

-Ding, dong... – vuelve a sonar el reloj y me despierta, son las tres. Vuelvo a cerrar los ojos pero una voz hace que me incorpore en mi cama.

-Hola Maya, ¿te acuerdas de mí?

Dirijo mi mirada a la ventana, en ella un muchacho me sonríe mientras sus ojos color esmeralda brillan gracias a luz de luna que entra por mi ventana.


FIN