Recordarte

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Asurama, 8 Julio 2009.

  1.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

    Cáncer
    Miembro desde:
    21 Octubre 2008
    Mensajes:
    648
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Recordarte
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1199
    Recordarte

    Recordarte

    Miro al cielo cubierto de nubes grises unas tres o cuatro veces, incapaz de acreditar verosimilitud a lo que está pasando. Hay muchas cosas que aún me cuestan aceptar, y tu decisión de marcharte es algo que me cuesta aceptar.
    Camino bajo la lluvia, con paso lento sobre la ancha interminable calle de tierra, ahora convertida en un profundo lodazal del cual es difícil salir sin caerse… ya sabes que hago equilibrio.
    Llovizna constantemente, sin darme tregua. El frío y la humedad llegan a traspasar mi abrigo, hasta llegarme ambos al corazón. Me abrazan con macabra complacencia y me traen tus recuerdos: tus costumbres, tus manías, tus lugares y tu gente.
    Debajo de la lluvia, parezco pensar con mucha más claridad. La vida hace punto culmine. El mundo se detiene, no hay tiempo debajo del agua que llega desde el cielo. No hay tiempo en mi cabeza cuando empiezan a surgir estos recuerdos. No sé por qué te amé, si siempre me hiciste tanto daño, si trataste incluso de provocar mi muerte, si eras como una marioneta. No sé por qué siento compasión, si a veces yo era la mosca predilecta, atrapada en tus telas de araña, que no podía zafarse. No sé por qué quería estar a tu lado, dándote luz todo el tiempo si, al parecer, tú no querías; si, al parecer, tu deseo era apagarme como una inútil llama de vele. Matarme sin dudas. Entonces, no entiendo por qué.
    Tú no soportabas mi presencia de luz y yo no soportaba la tuya, repleta de oscuridad. Éramos dos polos opuestos tú y yo cuando estábamos juntos. Quizás por eso tomé la decisión prima y sin dolor de separarnos, y quizás por eso tú no te negaste. Nir menciona a menudo que éramos masoquistas tú y yo, y no debe de estar equivocado. De alguna manera, fue Nir el que comenzó todo esto, y de algún modo te plantó la idea de que yo no podía vivir, que tenías que hacerlo. El… él nunca quiso que yo viviera, ni le importó mi vida. Él tan sólo lo fingió, así como fingió que me amaba.
    Muy en el fondo, tú querías que yo viviera y que no sufriera como lo hacía ¿verdad? Por eso aceptaste, en silencio, alejarte, por eso me diste paso a elegir, por eso me dijiste que pensara en el amor de m familia y, finalmente, quizás aquella vez, cuando casi me quité la vida surgió un verdadero amor en ti, que demostró una preocupación por mi vida que antes desconocías.
    Varias veces dijiste que me querías. No puedo saber a ciencia cierta cuántas y cuáles de esas veces fueron verdad. Yo vivía sin problemas en tu red de mentiras, atrapada por azar, porque quizás debí conocerte, porque en un momento mi camino torció hacia ti. Yo hubiera creído cualquier cosa que me dijeras, porque parecías saber más, te hubiera hecho caso a ciegas, me hubiera negado a creerte, y me negué cuando me dijiste que eras una persona mala y oscura. No sé por qué me obligué a creer que aquello era mentira, cuando la evidencia la tenía delante y todos la veían, menos yo. No creas que no te amo, te sigo amando y todavía no entiendo por qué. Es más, sé que nadie puede entender cómo o por qué siento algo así. Tampoco sé con certeza qué tipo de amor es el que siento hacia ti, pero es grande, como me sucede cuando amo de verdad.
    Yo no sé cuantas mentiras me tragué, por un camino derecho la autodestrucción. No sé a cuanta gente desoí en ese camino, mientras me iba muriendo en vida. De repente, la moneda pasó de cara a cruz, la balanza se inclinó y las historias se dieron vuelta. Nir quería tomarse la revancha de ti. Vengarse ¿no? Eras tú la que pasó a tener una vida desdichada, la que comenzó a oscurecerse más, a abandonarse y secarse en vida. Eras tú la que parecías blanca transparente, la que te caías de debilidad aquella vez hace mucho, cuando nos vimos. Eres tú la que les dejó desdicha a esos padres, a tus hermanos. O quizás no, no sé, nunca supe cómo es tu familia.
    Pero yo ya estaba demasiado lejos de ti como para acudir a tu rescate, yo sufría inexplicablemente por ti aunque no sabía qué hacer.
    Estoy en un foro en Internet, justo lo que no llamaba mi atención. Curioso. A veces, veo pasar de casualidad a alguien que tiene tu nombre y me pregunto si no me conocerás o me hablarás, si acaso no serás tú, si recordarás quién era, mi obsesión por Sesshoumaru; mi fascinación por tu forma de escribir, a la que copié tanto; mi forma de dibujar, que competía y cooperaba inocentemente con la tuya; mi forma de pelear, que era tan tonta que siempre todos tenían que salir en mi defensa para que no me malinterpretaran, mis visiones sobre el Dios en el que no crías y al que no amabas, los ángeles a los que jamás llamabas. El nombre que Nir me puso, Lucecita. Y después…
    Y después recuerdo que ya no existes y me parece mentira.
    Por eso es que escribo en mi mente y en la silenciosa y pacífica soledad. Cuando estoy alegre, dibujo ¿lo recuerdas? Pero cuando estoy triste o angustiada, escribo, escribo cosas profundas que ni mis mismos lectores se creen.
    Te escribí una novela ¿sabes? Una para darte esperanzas. De terror, como te gustaban, por supuesto. Y fantástica, como todas mis historias, claro. Me río sola, creo que por aquí ha gustado. Yo sólo espero que si lees, como dice mi creencia, halles esperanzas para construir una mejor vida llena de la luz que tanto necesitas.
    Bajo esta tarde fría y gris como mis recuerdos, es como si caminara sin rumbo, como si intentara salirme del pueblo… pero en realidad no es así. Yo… yo estoy muy lejos de tomar tus apresuradas decisiones, yo quiero tomar el consejo que alguna vez me diste, que no me portara mal porque mucha gente me amaba y se preocupaba por mí. Yo no quiero tener las ideas que pasaron por tu mente cuando lo hiciste y te abandonaste, yo no quiero dejar de vivir tan pronto y ni siquiera era tú eres un buen motivo, y lo sabes. Yo no quiero terminar como tú, ni ir contigo. Tan sólo quiero dedicar una tarde a recordarte.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso