Esto es para cumplir el reto de mi colega zombiekiller Resistence disfrútalo amigo. Estaba frente a nosotros un puente destrozando por la mitad, habían hecho detonaciones para contener el virus meses atrás, la desesperación había obligado a muchos a querer cruzar y entre tantos que habían caído muertos había muchos que infectados habían escapado hacia una esperanza vana por sobrevivir, yo estaba vivo, en medio de la oscuridad de una sala de cine había escapado junto con mis amigos de esa pesadilla. Terminamos por entender que no había caso volver a nuestros hogares cuando del cielo cayeron bombas incendiarias por esa zona. Tuvimos que dejar todo atrás. Perdimos mucho, pero en los tiempos en los que vive solo resta aferrarse a un deseo, por más absurdo, más irreverente, más imposible que pueda ser, eso es lo que te mantendrá con vida y te dará fuerza para ser lo necesario, actos que puedan costar la vida de algunos para salvar a otros, hechos que se lleven tu propia vida y estar completamente seguro que eso vale la pena. —¡Tienes que subir! ¡No te detengas! —exclama Manuel uno de mis amigos sobre la camioneta extendiendo su mano hacia mí. Mis pies de mueven lo más rápido que puedo mientras una horda de infectados me pisa los talones, puedo escuchar sus lamentos y su asqueroso aliento, aferro a mí el paquete que llevo en mis manos esa esa la razón por la que decidí quedarme atrás, por la cual arriesgar mi vida y no sobrevivir en este momento. —Tienes que disminuir la velocidad Bruno, están por alcanzarlo…—indica una chica de ojos hermosos grandes llamada Haydee que me observa alterada. —¡Hazlo maldición!. El puente cruje, los cimientos del puente ceden al movimiento que provoca nuestro vehículo perturbando su fragilidad provocando que se caiga en pedazos. Nuestra zona segura está del otro lado, si no término hecho pedazos en las fauces de esos monstruos quedaré en el lado equivocado y estaré perdido. Una explosión de una pipa de gas me ensordece por un momento, varias manos se extienden hacia mí y doy un salto de fe hacia la nada pues un resplandor ciega mis ojos. Un zumbido persistente, mirada borrosa que me muestra siluetas desdibujadas frente a mí, calidez, unos brazos me envuelven y aunque no puedo verlos, ni escucharlos, los reconozco, son mis amigos, estoy a salvo en la camioneta. Me levanto poco a poco y veo a lo lejos el puente en llamas y sonrió pasivo. —¡El paquete! —exclama mirando a todos lados. Mi mano presiona por instinto lo que traigo en mis manos y me tranquilizo al instante, le sonrió a ella y ella a mí, miro luego a Bruno que conduce y Jaqueline junto a él en la cabina del auto, mi amigo Manuel me mira también poniendo mi mano en su hombro sonriendo. —¿Qué era tan importante amigo?, ya tenemos todo aquí, teníamos los víveres. Extiendo mi mano hacia él y se lo entrego, dentro de una caja hay un cd, un reproductor portátil y al menos tres pares de baterías. Tomo el disco y lo pongo dentro del reproductor. —Escucha—le indico. —Green day—señala en cuanto se pone los audífonos. —Fue de nuestros primeros encuentros ¿no es así?, tenía que encontrar tu regalo—tomo de mi bolsillo un pequeño pastelillo de chocolate y crema—feliz cumpleaños amigo. Necesitamos razones para vivir en mundo agoniza, para mantener la fuerza y seguir luchando. —Gracias amigo —responde dando una palmada y una abrazo fraternal—¡oyes! Esta canción mola bastante —agrega riendo. La mía son mis amigos.
