Me pregunto si valdría la pena darte posada en mi interior. Te conozco porque mis errores me han hecho observarte en aquellos que alguna vez amé. Los convertiste en tus caballeros. Y ahora tocas mi puerta. ¿Me necesitas? ¿Deseas que sea tu esclavo? ¡Esta noche no! Al menos… Supongo que lo consultaré con la almohada.