PurezaLa miró sonreír con sutileza mientras lo besaba y sus ojos esmeraldas no lograron esconder su total molestia, un simple disgusto para embellecer el dolor que su corazón sentía. Ella creyó ser observada y su campo de visión apenas atrapó a su espía, una mueca de felicidad apareció en sus labios antes de ser borrada por la intrusión que ella misma hizo con la boca de otra persona. Ocultaba su tristeza tanto como el anhelo de creer que el beso era sincero y lleno de chispas, muy por dentro sabía la verdad... Dean Thomas era la persona equivocada. Oculta entre sus túnicas las manos le temblaban, un siseo en su mente lo tentó a utilizar su varita. Vaciló unos segundos y se alejó con cautela de la escena, tratando de disipar de sus pensamientos un escenario donde la hermosa bruja de roja melena lloraba al notar a su amado siendo torturado por el mejor amigo de su hermano. Caminó con pasos torpes huyendo de la sala común de los leones, ahogó su rabia en un mar de confusiones con nubes grises de tormenta… ¿por qué le dolía tanto la felicidad ajena? Negó esas sensaciones extrañas y se rehusó a creer ideas que obstinadamente afirmaba erróneas, incluso se excusaba culpando a Voldemort de jugar con su cabeza. Distraído en sus divagaciones que concluían en acusaciones falsas se perdió entre los pasillos del enorme castillo; dejando el tesoro protegido por la tormenta, en las más profundas aguas del caótico océano. Continuó besándolo sin esmero, contando cada segundo faltante para respirar aire o tal vez para ser libre de la prisión que sus brazos habían creado y el calvario incesante cuyo fin parecía llano. Lo quería; Dean era especial para ella, pero su corazón le susurraba palabras cómplices que sonaban a negativas sobre su romance. Cautelosa se movía fuera de su alcance, aliviada por escapar de su dominio. Le regaló una sonrisa encantadora y con prisa disimulada subió las escalaras para refugiarse en la intimidad de su cama. Abrazaba su almohada con elegancia digna de una dama, sus memorias con Thomas minuciosamente analizaba… pero inconsciente de sus recuerdos; Harry, susurraba su alma. Nostálgicas lágrimas reprimía su fortaleza, escondiendo su anhelo entre suaves colchones y cojines de cálida seda. Un amor infantil que surgió de un cuento de hadas se convirtió en platónico con los pasares del Astro Solar; y bañado de la luz platina de la nocturna Luna, acompañado de noches de sueño pasajero y endulzado con suspiros cientos… el sentimiento creció hasta ser real, sincero y verdadero. Ginny Weasly amaba a Harry Potter porque su corazón le pertenecía a él, esperando el momento para ser reclamado en una noche de suspiros entrecortados por un beso robado. Fue cuando la tormenta que Harry cargaba en su vida se disipaba con el toque de un labial cuya dueña de ojos castaños lo probaba con los suyos. El Quidditch que no logró disfrutar, fue recompensado con un amor infantil que se volvió puro y sincero.
Hermoso, primo! ToT me gusta el realismo de la situación. Ella está en los brazos de otro pero aún así sigue pensando en él. El amor no es algo que se evapora, ni que olvidas de un día para otro. El amor continúa allí torturándote, asegurándote que no podrás amar a alguien más. Muy buena ortografía y desarrollo de la situación. Espero te animes más a menudo a escribir sobre XD. =D un besoooo!
