Pueblo desolado Superficie: Ciudad Acuarela. Sí, aquel pueblo parecía haber sido construido por humanos, pero solo quedaban ruinas, y apenas cinco casas se mantenían en pie, pese a estar destrozadas y parcialmente derrumbadas. Desde luego, no lucía como la Ciudad Pionera: se veía un lugar pobre y de escasa tecnología. No obstante, de alguna manera, había varios huertos que parecían estar muy cuidados. ¿Cómo era posible? En esta gruta no habrá lista de enemigos porque, en principio, no contará con batallas, sino que será meramente investigativa. Los exploradores podrán dirigirse a uno de los siguientes lugares e iniciar la exploración. Casa de Aya, Rick y Ricky: inspeccionada. Casa de Aye: inspeccionada. Casa de Tod, Tina y Krod: inspección sin finalizar. Casa de Marie y Marc: inspeccionada. Casa de Urk y su familia: inspeccionada. Plaza: inspección sin finalizar. Cementerio: inspeccionado.
Cottonee Así, de la mano de nuestra ayudante, alcanzamos el maravilloso pueblo situado en mitad de la gruta. Parecía algo desierto, pero tenía un encanto especial. Por lo que me habían contado Houndour y Riolu de la ciudad Pionera, no tenía nada que ver. Personalmente, prefería esto. ¿No era un encanto? De todas las casas que había, empezamos a explorar la primera de todas. —Con orden todo saldrá mejor. Contenido oculto Here I am :[
Casa 1 La casa estaba completamente vacía, o esa era la impresión que daba. Curiosamente, había un fuego encendido, y sobre éste una especie de roca plana, que estaba cubierta con múltiples verduras. Casi parecía que alguien estaba cocinando, pero allí no había nadie, ¿no? Un armario parecía conservarse bastante bien, aparte del moho que tenía, claro. Entre los escombros, había también un baúl, algo deteriorado, pero firmemente cerrado. Tenía una cerradura, y parecía que no sería fácil abrirlo sin la llave. Y, además de todo eso, lo más curioso era que había muchos papeles escritos en un rincón de la casa.
Houndour ¡Fuego! Fuego, había fuego, ¡no podía creerlo! Una casa oscura y con fuego. Era un oasis en medio del desierto que suponía para mí el paseo de las hadas. ¡No quería irme nunca de este lugar! Me acerqué a investigar y encontré... ¿verduras? ¿Ah? —Oye, ¿quién de vosotros se ha puesto a cocinar? ¿Porque habéis sido vosotros, no? Esto no debe llegar aquí mucho...
El fuego parecía haber sido encendido con yesca y pedernal, de la manera más tradicional posible, frotando una piedra con otra. Desde luego, era algo propio de humanos el encender fuegos así. Y cocinar las verduras... ¿es que acaso había personas allí abajo, en ese pueblo? ¿Dónde estarían?
Blissey Ow... había fuego. El fuego me daba mucho mucho miedo. Era... peligroso. —Aaayyyy, gatete, hay fuegooo. No te acerques, por favor. Ay qué medio, no te quemes por favor. ¡Ay, aléjate, aléjate! —Lo tomé de la mano y lo aparté de allí. Lo dirigí hacia una especie de armario mohoso que había. No quería que se hiciese daño mi amiguito.
Cuando abrieron la puerta del armario, encontraron una escena que probablemente no esperaban en absoluto. Eran tres Pancham... uno muy pequeñito, en brazos de otro de ellos, que parecía hembra. El tercer Pancham se lanzó sobre los exploradores, desarmado y con gesto suplicante, desesperado. —¡C-Cariño, cuidado! —gritó la Pancham hembra mientras el otro Pancham trataba de tumbar a Houndour, habiendo saltado sobre él. Se retiró con miedo al verle los colmillos, y se arrastró por el suelo. —¿Q-Quienes sois? ¿Qué queréis de nosotros? —preguntó—. No nos hagáis daño, por favor... Mejor sería... aclarar las cosas con aquellos Pancham a) Explicarle quiénes sois y de dónde venís. b) Preguntarle por su identidad a ellos c) Preguntar directamente si son parte del ejército de Pangoro. Nota: sólo podréis elegir una de las opciones de diálogo.
Cottonee ¡Qué susto! Del armario salieron unos Pancham de lo más peculiares... ¿sería posible? ¡¿Qué hacían aquí?! Juraría que esta casa era de humanos, aunque quizás me había equivocado. —¡Dejad a Houndour, por favor! —rogué viendo cómo se abalanzaba sobre él uno de ellos. Había una especie de... ¿cría de Pancham?—. Aw, tranquilos, tranquilos. Por favor, no os preocupéis. Somos exploradores pacíficos, que venimos en busca de información. ¡De verdad, no queremos haceros daño, tenéis que creernos! —les expliqué acerca de nuestra procedencia
Los Pancham se miraron. La que parecía ser la madre se levantó, aún con el bebé Pancham en brazos, y habló. —No solemos ver visitantes por aquí, y... la última vez que vinieron... Las lágrimas inundaron su rostro. —Perdonadnos, pero no esperábamos que nadie irrumpiese así —hablaba ahora el padre—. Y estamos un poco a la defensiva desde lo de la otra vez. Además, como erais especies extrañas, no sabíamos si podíamos fiarnos de vosotros... en el paseo no habitan muchos de los vuestros, a decir verdad. >> ¿Podemos... ayudaros en algo? a) Preguntar por el ejército de Pangoro. b) Preguntar qué sucedió "la última vez" c) Preguntar qué es aquel lugar.
Riolu Ah, vaya. Unos... Pancham, inesperado completamente. Pero a diferencia del resto, ellos no parecían malos. Aunque juraría que los Pancham solo habitaban en la guarida de Pangoro, pero... en fin. —Oye, ¿qué es eso que ocurrió "la última vez"? Ahora me dejáis intrigado.
Los dos adultos se miraron. —Será mejor que os lo mostremos, pero... —ella miraba a él con gesto dubitativo. Él asintió—. Está bien. Os explicaremos lo que sucedió, pero antes, ¿podríais hacernos un favor? Id a la segunda casa, allí vive mi hermano. Él tiene la llave de este baúl. Si le dices que su hermana Aya se lo ha pedido, seguro que os la entrega. Él se llama Aye. —Yo soy Rick, por cierto, y este pequeñín es... —¡Ricky! —gritó él, alzando la patita. Su madre sonrió. —Sí, Rick, como su padre, ¿verdad? Claro que sí.
Houndour Las explicaciones del grupo de Pancham fueron... escasas, supongo. Al menos no nos habían atacado (o bueno, casi; ¡¿por qué me había asaltado así?!) y nos habían creído. —Está bien, iremos a hablar con Aye. Pero luego nos informaréis, ¿eh? Nos lo habéis prometido. Salimos de la primera casa y fuimos a la segunda, buscando a Aye. Lo llamamos de una voz, avisando de que veníamos de parte de su Aya
La segunda casa estaba casi vacía. De no ser por un Pancham que llevaba una especie de rastrillo hecho con bambú sobre el hombro. —¡Pero qué...! ¿Quiénes sois vosotros? Cuando le dijeron que conocían a Aya, se destensó ligeramente. —Ah, conque conocéis a Aya... qué raro. No se suele ver a nadie por aquí. Vivimos tranquilos, salvo por... aquella vez. >> En fin. ¿Qué queréis? a) Preguntar por la llave del baúl. b) Pedir información sobre el pueblo. c) Preguntar por el ejército de Pangoro.
Blissey ¡Awwwwww, pero qué monadas eran estos Pancham! Se veían taaaan adorables. ¡Y ese bebé, aw, cosita monaaa! Yo quería uno, ow. —¡Ay, eh, amigo, Aye! ¡Ay! Tu hermanita nos ha dicho que tienes una llave de un baúl, ¿podrías dárnosla? ¡Harías muy feliz a tu sobrinito Ricky, ¡AWWW QUÉ COSA MÁS MONA!
—¿El... baúl? Hm. Es raro, pero... si conocéis a Aya no veo por qué no dárosla. Dio la vuelta y abrió un armario tan mohoso como el de su hermana. Cuando hubo rebuscado un poco, le entregó una llave de metal oxidado. —Tened, esta es la llave. Quizá Aya... piense que vosotros podéis saber algo sobre esas cosas. >> ¿Algo más que pueda hacer por vosotros? a) Preguntar por el ejército de Pangoro b) Preguntar por el pueblo.
Cottonee —Pueees ahora que lo dice... estaría muy bien poder saber algo más acerca de este lugar, este pequeño pueblo. Juraría que los Pancham vivían en la guarida de Pangoro, ¿cómo es que estáis aquí?
Contenido oculto Bonita forma de hacer un dos por uno (?) El Pancham se sobresaltó. —¿Conocéis... a Pangoro y ese ejército suyo? Vaya... >> Nosotros no tenemos nada que ver con esos salvajes. Es cierto que antes todos vivíamos en la ciudad. O eso creo. Lo cierto es que no lo recuerdo con claridad. Solo sé que todos los que vivimos aquí sabíamos de algún modo que debíamos regresar, y los otros, que eran mucho más numerosos, insistieron en que les acompañásemos. Nos negamos, y... lo terminamos pagando caro, pero mucho más tarde de lo que pensaba. >> Este es nuestro hogar. Somos de aquí. No sé por qué, pero es todo cuanto puedo afirmar. Aquí tenemos paz... normalmente —murmuró algo casi para sus adentros—. Seguro que lo de aquella vez tuvo que ver con Blase... Zarandeó la cabeza. —En fin, marchaos, tengo cosas que hacer en el huerto. Hablad con mi hermana si queréis, aquí hemos terminado.
Riolu —Estaba claro que no debíais ser del ejército de Pangoro, vosotros sois mucho más cordiales que aquellos... malandrines. En fin, muchas gracias por toda la información. Iremos ahora a ver a tu hermana y a ver qué nos cuenta. Nos marchamos de la casa por la puerta. Sí, por la puerta. Porque no fue por la ventana, fue por la puerta, claro. ¿Qué clase de salvajes seríamos si no? —Ya estamos de vuelta, Aya. Aquí tienes la llave, ¿puedes contarnos ahora algo más?
Aya cogió la llave entre sus manos. —Hace algún tiempo, no demasiado —caminó con lentitud hasta el cofre, cuya cerradura alcanzaba a la altura de sus patas superiores. Ricky estaba en los brazos de su padre—, otros Pancham vinieron aquí. Iban comandados por dos... extraños miembros de nuestra especie, uno completamente negro, el otro, completamente blanco —abrió el cofre y logró extraer su contenido. Al verlo, Riolu, Cottonee y Houndour pudieron identificar qué era, pues habían visto objetos parecidos en la superficie: una especie de grabadora con cinta, bastante moderna y extraña, desgastada, y varios CDs, que eran cuadrados, pero que lucían como CDs, desde luego—. Arrasaron el pueblo, y estaban buscando algo. "La grabadora", dijeron ellos. "¿¡Dónde tenéis la grabadora!?". No sabíamos a qué se referían, hasta que, mucho más tarde, descubrimos que se trataba de este cacharro —la voz se le turbó—. Llegaron, incluso, a matar a algunos de nosotros... todo con tal de conseguir este objeto que ni siquiera sabíamos como funcionaba. Tuvo que tomar aire para poder seguir hablando. —Esta "grabadora" perteneció a mi madre, fallecida hace ya bastante tiempo. Es curioso, porque en esas cosas cuadradas parece como si estuviera encerrada la voz de mi madre, pero ella no recuerda haber dicho nada de esas cosas que se oyen. Es más, ni siquiera entendemos lo que dice, habla en una lengua extraña, ¡pero es su voz, desde luego que lo es! >> Por suerte no la encontraron, así que la conservamos. Tomadla, podéis llevárosla. Creo que sería mejor que la escuchéis junto a mi padre... él estuvo con Blase cuando ella estaba aquí, y Blase fue la que empezó a estudiar las voces que salían del cacharro, así que... él vive en la tercera casa. Obtenéis la grabadora. Obtenéis los CDs 1, 2 y 3.
Houndour —¡Oh, esos Pancham que dice deben ser Litch y Dunkel! Seguro que sí, vaya. Ugh, qué asco de tipos, no los aguanto. No entiendo qué narices andarían buscando en una grabadora, pero nada bueno seguro... >>¿Y cómo es eso de que su madre no recuerda haber grabado nada? Es imposible, las cosas no se graban solas. Que pasa, ¿acaso alguien borró su memoria mediante, yo que sé, un deseo a Jirachi, por ejemplo? No me gusta ni un pelo esto, pero no se preocupen, les daremos su merecido a esos dos Pancham. Ahora, si nos disculpan, vamos entonces a ver a su padre. Que tengan una buena tarde. Nos fuimos entonces hacia la tercera casa, como nos habían dicho, y allí le contamos todo al padre; explicando que veníamos de parte de su hija. Contenido oculto Puedo seguir investigando más adelante los papeles, ¿verdad?