Feria Mundial (Inicio)La multitud variaba, gente de distintos puntos del mundo habían decidido ir a la Feria Mundial de La Mascota en Osaka, desde niños hasta adultos de edad avanzada. Al menos unas diez manzanas a la redonda encontrarías reunidos a los humanos por las bellas mascotas televisivas, algunas con formas extrañas, otras parecían animales con formas tiernas y adorables. La alegría rebosaba cada rincón de vuestra ciudad, mientras el cielo azulino adornaba el escenario. Todos ansiaban ver un show prometido por la televisiva, observaban cada rincón en busca de alguna pista, niños pasaban por delante de las cámaras para aparecer en los noticieros con el ademán de saludar a los conocidos, los reportajes eran visibles —Los animales son una lindura, ¿Cierto? — Aquella voz saliendo del parlante los dejó anonadados a todos, una risa escandalosa los alarmó —Verán que, estos seres son espectaculares, manufacturados por los humanos... y por grandes y falsas promesas de la televisiva. El público atónito dio lugar a las críticas en un abrir y cerrar de ojos, no todos opinaban, entretanto los murmullos hacían presencia. —Es tan bello ver tantos inocentes jugando con lo que ellos creen es lindo, ¡Verán lo que realmente es lindo! — expresó tranquila aquella voz — ¡Les doy la bienvenida al Proyecto Pygmalion! Una carcajada seguida de un ruido agudo ensordecedor que rompía los tímpanos sin cuidado los hizo temblar de lo desconocido. Las mascotas se mantuvieron inmóviles por unos segundos, de repente uno de ellos cortó a una niña en dos, su madre gritaba en la agonía y la desesperación, tirándose al suelo entre el carmín, muchos comenzaron a correr fuera del lugar, ingresando a diferentes establecimientos. El pánico creciente conseguía mantener a variedad de personas estáticas, la marea de asesinatos no disminuía, el egoísmo de otros aumentaban las probabilidades de muerte, mientras que la solidaridad de pocos conseguía reducir heridos. — ¿No es divertido? — cuestionó nuevamente aquella voz desconocida, echándose a reír antes de finalizar la transmisión. Un pequeño corte en el parlante hizo chillar a varias Mascotas, empezando a esparcirse a medida que atacaban. Contenido oculto Vosotros deberéis indicar lo que hacéis en la feria, podréis escoger entre las siguientes opciones (de las cuales siempre deberéis colocar al final del post la que eligieron en negrita) Tarsis Gigi Blanche Gigavehl Insane Kuno Vizard rapuma Lizy Yai Reu Fact Opciones: 1) Correr hacia el Supermercado. 2) Correr hasta el Café. 3) Moverse por la Feria.
Leila Westminster Mi dia tras salir del hotel de periodista iba a ser uno muy movido, debia moverme y registrar cada reacción del publico en general, tendria que lidiar con alguno que otro "loco por atención" en medio de la fiesta que seria el dichoso " proyecto Pygmalion. —Bien...librete..mmm..si aqui esta...camara...¡Bien! Todo quedara bien como debe ser— Dije llena de seguridad y confianza, con anteojos ajustados y mi cabello arreglado fui dispuesta a registrar la historia cientifica más importante de la historia. Pero...¿Sería solo eso? Algo en mi corazón me decia que algo grande se manifestaria...algo que cambiase nuestras vidas por completo. —Ay! m-mocoso...¡Fijate donde corres enano!—increpe a un pequeño revoltoso exaltado por la feria...vaya si algo grande se vendria seria el berrinche de más de un niñato ensañándose con todo y todos alrededor. Varios minutos y pisotones despues llegue hasta la multitud y adivinen que...más algarabía ¿es una feria o una guerra? Se me hacia tonto el bullicio innecesario. —¿uh?— vi como una niña me observa atenta con una enorme sonrisa en su rostro y una singular petición. —¿Quieres una foto?—la niña asintio con entusiasmo ante mi pregunta pero mi respuesta fue clara. —Lo siento pequeña pero no pienso perder mi rollo en tonterias ¿entiendes? Mejor vete— le ordene a lo que ella se fue cabizbaja, es muy pequeña para entender que mi trabajo es fotografiar esas botargas que polulan la feria, varios reporteros irian por las mejores fotos, era tiempo de moverme y empezar mi labor cuanto antes. "Los animales son una lindura ¿cierto?" Fue ahi cuando escuche esa voz, esa inquietante voz acompañada de esa estridente carcajada ¿querian hacer sentir comodo a los niños con eso? Vaya idiotas. Pero que más hubiese deseado que aquello fuese algun idiota improvisando, dos disparates despues un estridente sonido por poco quiebra mis gafas de marca genuina...las mascotas quedaron inmoviles ¿le habrá averiado algo o... — por...por ¡Dios! — de la nada y sin aviso alguno aquella alegre feria fue interrumpida por una horrible carniceria, una pobre pequeña que hace momentos me pedia con ilusión una foto...era cortada en dos por una de esas mascotas, pero ¡¿como?! Al ver las entrañas de la niña senti como mi estomago quebrar junto a mis piernas. No podia reaccionar hasta que el infierno se desato...miles de personas huian de aquellas cosas que ahora protagonizan un baño de sangre. Tras un buen empujon me incorpore y buscaba el refugio más cercano...esto no podia estar pasando, quien o que provocaria algo tan vil, no era momento para eso debia moverme o estare...muerta. Pensr entonces que el mejor lugar seria correr hacia el supermercado.
Matteo Giardina. Caminaba tranquilamente entre los stand de la feria, con las manos en los bolsillos mientras observaba con gran interés. No esperaba encontrar tanta variedad de espécimens en una feria abierta como aquella, pero lo había. Su teléfono vibró en su bolsillo, asíq eu lo sacó para chequear los mensajes de texto que tenía, uno de sus padres que se encontraban en ese momento en Chicago en una conferencia, y otro de su mejor amigo poniéndolo al día en trivialidades. Una imágen dice más que mil palabras, dicen por ahí. Pensó mientras tomaba una foto, y se las enviaba a cada uno por whatsapp. Justo en ese momento escuchó la voz a través de los parlantes, y luego del primer grito y la primera persona corriendo, supo que algo iba mal. En cuestión de segundos todo se descontroló, analizó por un segundo que hacer, las personas parecían una estampida de animales, por lo cual decidió simplemente hacerse a un lado, ir sorteando a través de la feria, moviéndose a través de ella escondiéndose tras objetos firmes que alejaran a las personas como las columnas o stands. Alejarse de cualquier lugar al que fuera todo el mundo era su carta más segura en este momento.
Archibald Boxer Los chillidos y gritos lo estremecieron tanto que soltó, sin darse cuenta, sus pop corns y su refresco que cayeron en sus zapatillas. Primero pensó que era parte del espectáculo, sobre todo al ver como una de las bestias desmembraba a una anciana. Pero ése bicho no parecía un animatron y esa anciana no parecía estar riéndose mientras sus intestinos salían como un vómito de su estómago. —Dios. Dios. DIOS Archibald abrió la boca para gritar pero se quedó mudo de espanto. Miró en todas direcciones y notó a una mujer correr hacia el supermercado y no lo pensó dos veces; él también corrió en esa dirección. Pensaba que la comida y el refugio era cosa común en su vida y esa no sería la excepción. Corrió como un poseso con dirección al supermercado.
Ophelia Byrne Tras ocupar unas diez páginas con bocetos rápidos de la feria, la gente y las mascotas, Ophelia guardó su cuaderno en el pequeño bolso a medida colgando de su hombro. No pasó mucho tiempo hasta que su teléfono celular sonó con un mensaje de Baird, informándole que había llegado. Se dirigió, entonces, al punto de encuentro pactado y comenzaron a recorrer la feria tranquilamente. Aún le interesaba conocer al joven fotógrafo amante de la realidad, aunque, siendo honestos, su ego se regocijaba con quieta alegría al ser sujeto de una entrevista, fuera de la revista que fuera. Fue mientras hablaba de sus primeras incursiones en el arte que el infierno se desató. Hubo una breve interferencia en el tiempo, fue el prólogo inmediato y calmo que antecedió a la tormenta. Ante sus ojos, ante sus propios y mortales ojos, una navaja se deslizó por el liviano espacio del aire y desarmó la débil y tierna humanidad del niño a su lado. Sus oídos se inundaron de gritos, pánico y terror, y su vestido blanco acabó envuelto en un tibio velo de rojo sangre. Estaba conteniendo el aliento sin darse cuenta. Eso era... la muerte, ¿verdad? Aunque sus pensamientos viajaran a destiempo, prácticamente bañados en admiración y asombro, su cuerpo había reaccionado apenas el primer grito despuntó en la feria. Baird estaba a su lado, y por alguna razón su conciencia lo recordó. —Vayamos por aquí. Lo asió de la muñeca sin más y echó a correr, en dirección al supermercado dispuesto justo en la entrada de la feria.
Baird MacRichard Miró alrededor curioso, con la cámara lista para sacar fotografías a cuanto se le pasara por delante: a las mascotas, a los empleados, a los feristas, a los transeúntes. A absolutamente todo. El caos de colores que había a su alrededor lo tenía embriagado, y tardó varios minutos en recordar el por qué había decidido ir a esa feria. Con una mano todavía en el botón de disparo de la cámara, sacó su celular, y contempló con aire ausente la pantalla, mientras buscaba el número de Ophelia. Simplemente le mandó un escueto "ya llegué", junto con su ubicación. No quería perder el tiempo enviando mensajes cuando podía estar maravillándose con la realidad. En cuanto se reunió con la muchacha, ambos se sentaron en un banco, Baird sacando su portátil para comenzar la entrevista. La muchacha no solo era de interés profesional para el escocés, sino que también había algo en ella, en su persona, que levantaba su curiosidad. Lo que había dicho sobre la muerte, su forma de pensar, era algo que le intrigaba bastante. Algo salpicó el rostro del muchacho. Se limpió la mejilla de forma ausente, mientras escribía en su portátil, ajeno al mundo. Sin embargo, notó una consistencia extraña. No parecía agua. Al mirar bien su mano, pudo notar como sus dedos estaban manchados de sangre. Había un niño a su lado. O al menos, lo que le quedaba. Por un segundo, Baird pudo sentir como todo el mundo se alejaba a una velocidad vertiginosa, como todo a su alrededor se volvía intangible. Irreal. Pero esa sensación solo duró unos segundos. Sintió como alguien le tiraba de la muñeca, y en ese momento, sus oídos se llenaron de gritos, risas y el grotesco sonido de la carne al ser partida y atravesada. Sus ojos se inundaron de imágenes que solo podrían salir en películas slasher de categoría B, y su rostro comenzó a palidecer. Dejó que Ophelia lo condujera hacia donde fuera que la muchacha quería ir. En ese momento, una simple brisa de viento lo podría haber tumbado. Podía sentir como su organismo quería expulsar su almuerzo, como este luchaba por trepar por su garganta y salir. Se tapó la boca con la mano libre, intentando contener las ansias de vomitar. Pero el olor a sangre y vísceras, mezclado con aquella risa maniática de los parlantes, no ayudaban en nada. Y así, en cuanto llegaron al supermercado, Baird se tiró al suelo y liberó todo lo que había comido hasta ese momento. Nunca había corrido tanto en su vida, y nunca había visto tal despliegue de brutalidad y salvajismo, tampoco. Vaya suma de cosas.
Altan Mahina Cruzó los brazos sobre el pecho, con la mirada fija en el gentío pendiente del espectáculo, atento a cualquier desliz, cualquier descuido que les abriera una ventana para hacer de las suyas. Atento también a cualquier peligro, porque no pensaba traer a los demás consigo si corrían más riesgo de ser atrapados que de lo usual. Había pensado montar una distracción, pero lo cierto es que su estrategia desentonaría con las botargas y más bien atraería la atención hacia a ellos; además, ya suficiente se distrae la gente en las multitudes. Sus ojos oscuros paseaban de la multitud a otras dos personas, Nora y Aike, ubicados en otros puntos entre la gente, atento a cualquier señal. Señal. La señal se envió sola. Cuando se dio cuenta, la sangre salpicó a las personas que estaban más cerca de los animaluchos y los gritos rebotaron en sus tímpanos. Su cuerpo reaccionó de inmediato y, esquivando a la gente que corría amenazando con arrollarlo, logró llegar hasta la albina, asirla por la muñeca, para finalmente alcanzar a Aike y hacer lo mismo. No dijo nada y apenas si sintió el golpe del olor de la sangre y las vísceras al llegar a su cerebro, que solo podía pensar en sacarlos de allí a cómo diese lugar. Los soltó, solo para darles la delantera, esperando que no tenerlo a él pegado a las muñecas les diera más libertad al sortear entre la feria, y continuó tras de ellos, pisándoles los talones.
Nora Mahina Las congregaciones de personas, por muy irónico que pareciese proviniendo de una ladrona de su calaña, no eran en absoluto del agrado de Nora. Se había acostumbrado con el tiempo, eso sí, a ver en esas situaciones el momento idóneo para llevarse las mejores pertenencias de los transeúntes, buscando concienciarse de aquello en un intento por no salir huyendo como solía venir haciendo cuando de contacto humano se trataba. Pero el ruido, el gentío y las risas de los más pequeños parecían mantener especialmente irascible a la joven aquella alegre noche. Altan y Aike no pasaron desapercibido, probablemente, su notorio ceño fruncido, que casi parecía traer consigo un mohín, y su gracioso tic en el ojo. Casi parecía estar lista para saltarle al cuello a alguien con tan solo pedirle la hora. En algún momento determinado, y por más que intentó evitarlo, uno de aquellos bichos de terciopelo se acercó a ella con la intención de hacerse una foto, y su reacción no fue otra que gruñirles como toda respuesta, mostrando sus dientes a modo de advertencia. Las personas que pasaban por el lugar la observaron con notoria confusión, pero Nora se limitó a abrirse paso con brusquedad, mandando a la mierda el plan de permanecer en aquella posición por mucho más tiempo. Sin embargo, antes de darse cuenta, todo a su alrededor se volvió un caos. Todo su cuerpo se tensó al sentir que tiraban de ella entre el gentío. Odiaba con toda su alma el contacto físico y sintió la necesidad de apartar la mano de golpe, pero cuando notó que era Altan quien la dirigía por la feria y que Aike estaba con ellos su cuerpo se relajó casi por instinto. Nada a su alrededor pareció importarle; la sangre, los gritos y el caos tan solo le mandaban una única orden: supervivencia. Se dedicó así a sortear la feria, sin dejar de revisar con suma atención que los dos chicos la siguiesen en todo momento. Perderlos de vista no era una opción.
Ophelia Byrne Cuando arribó al supermercado, notó cuánto parecían resistirse sus pulmones al esfuerzo físico. Vaya, quizá debería prestarle atención a su cuerpo más seguido. ¿Practicar algún deporte, quizá? ¿O simplemente salir a correr en las mañanas? La puerta corrediza del supermercado se cerró detrás de ellos, aislando los sonidos y dando la breve sensación de estar a salvo. La música baja sonando por los alto parlantes se antepuso sobre los gritos y el pánico, y Ophelia le echó un vistazo a su alrededor. A lo sumo, el ambiente se veía perturbado por los grotescos sonidos que estaba emitiendo Baird al vomitar. Pobrecillo, se lo veía bastante afectado. Fue hasta una de las heladeras y, mientras sacaba lo que parecía ser una botella de agua —ya que, en definitiva, no sabía japonés—, notó el breve dolor palpitando en sus pies al caminar. Bajó la vista hacia ellos, y los encontró enrojecidos dentro de las sandalias veraniegas. Vaya, no era calzado digno para el apocalipsis, ¿verdad? Volvió hasta Baird, agitando la botella suavemente para comprobar que no estuviera gasificada, y la dejó junto al muchacho. —Deberías beber —dijo—, vomitar provoca deshidratación severa. Y necesitaremos estar bien hidratados de ahora en más, ¿no crees? Por otro lado... —Le dio un breve repaso a sus alrededores, y se dirigió hacia una chica occidental de gafas y similar contextura corporal que también había decidido resguardarse en el supermercado—. Tú, ¿cómo te llamas? Se le acercó a paso calmado, sonriéndole brevemente, y siguió hablando. —Sé que es un pedido extraño, pero ¿te importaría cambiarme los tenis por mis sandalias? Llevas calcetines, después de todo, así que no tendrás problemas, y parecemos calzar bastante similar. ¿Qué dices? Me llamo Ophelia, por cierto.
Leila Westminster Huí como pude de aquel horror, apenas podía aguantar aquella repentina carnicería ¿como fue que se llegó a tal eventualidad? como sea no tuve tiempo debia abrirme paso entre toda la multitud tuve que patear uno que otro estorbo para huir, la adrenalina fluía como torrente furioso por mi ser...hasta que finalmente llegue a las instalaciones. De rodillas hiperventilaba empapada en sudor mientras rogaba que aquello acabase, reuní valor para echar un vistazo tras el vidrio del supermercado hasta que... —¡ah! ¿Cielos que rayos quieres?— reaccione aun con nervios crispantes, una chica de cabellos castaños se acerco a mi de manera aparentemente serena, presentandose como Ophelia, bueno espero no sea un problema decirle unas cuantas cosas y ¿acaba de pedirme que le deje mis tenis favoritos? ¿Era coña acaso? Una petición algo impertinente y extraña quien sabe cuanta mugre acumula en sus pies...definitivamente no...mejor que pida calzado al ¿chico que vomitaba? —ugh....—Y asi senti mi estomago nuevamente sucumbir a las arcadas al ver la repulsiva sustancia que aquel hombre regurgitaba o al recién llegado gordinflon repleto de salsa y Popcorn hasta el cabello. tras aquel segundo shock agradecí no tener la suerte de cruzar caminos con el par. —Esta bien...más vale les des buen uso—le adverti con mano extendida al darle mis tenis a regañadientes sin duda no parecía existir palabra adecuada para este día... decir solo "horrible" era inaudito. —Leila—Me presente sin mirarla al colocarme sus sandalias...algo toscas y de moda pasada pero no estaba mal— Leila Westminster. Quien sabe que tipos de personas encontrare en este infierno, lo mejor es soportarlo y sobrevivir cueste lo que cueste.
En su "correteo" por la longevidad del más fuerte, algunos fueron presas de una defunción segura. El tropezar de un hombre de no muy alta estatura los pilló, una joven que iba a su lado regresó unos pasos, ambicionando fuertemente levantar al sujeto del suelo. Sus intentos eran frustrados por la gente que huía, pisando sin procurar atención a los detalles, la mano derecha del hombre comenzaba a enrojecer de tantas veces que había sido presionada entre el asfalto y los zapatos ajenos. Una de sus piernas se encontraba herida, con un vidrio, junto de su sien poseía un golpe que manifestaba una gama morada, su camisa estaba por estallar ante la presión que su cuerpo ejercía gracias a su peso. — ¡Por favor! — expresó lloriqueando a un sujeto del cual se había aferrado, éste bruscamente se soltó aporreando su hombro, prosiguiendo su camino. La muchacha mordía su labio inferior, decidida a renunciar de su salvación, aguardando a que sus inútiles fuerzas llegasen a surtir efecto. — ¡Ve y corre! ¡Solo soy un viejo! ¡Debes vivir! Aquel grito alertó a Matteo quien de su escondite observaba la escena, indeciso de salir de ahí. — ¡No! ¡No lo dejare aquí padre! — impuso, intentando nuevamente levantarlo a jalones. El temblor propio impedía el uso de su fuerza a máxima expresión, al conseguir el impulso, débilmente caía al suelo sentada, hiriendo su parte posterior. Sin siquiera poder refutar, una generosa cantidad de mascotas tomaban rumbo en su dirección, dejando atónita a la muchacha. Logró arrebatar a algunos de ellos tirando cualquier basura que encontraba, pero nada daba un resultado eficaz para abrirse camino. El trío Mahina se detuvo al ver que el círculo de mascotas podría ser un obstáculo difícil de rodear, cualquier animal podría virar y destrozarlos a todos o causar una pérdida, y al menos estaban de acuerdo en que no se separarían ni perderían a uno de ellos ahora. El ambiente ofrecía algún que otro objeto a la vista, dejando distinguir una barra metálica a una distancia reducida del punto donde se encontraban, los alaridos de la muchacha no parecían cesar. Este dilema ofrece a vosotros las siguientes opciones: 1) Socorrer a la muchacha con la barra y buscar un lugar seguro. (Indicar cómo utilizan la barra: sólo uno podrá tomarla) 2) Ignorarla y continuar el recorrido. 3) Quedarse estáticos y observar. Contenido oculto Bien, a partir de este post, deberán colocar la ficha con sus datos vitales y equipamiento, de la siguiente forma: Personaje: *Puntos de vida (PV): 100/100 *Agotamiento: 20/20 *Hambre: 15/15 *Sed: 10/10 Equipamiento inicial: *Vendajes: +30 (Cuentan con 3 vendajes) *Inyección desconocida. *Agua: +2 PV (1 Acciones: *Esquivar golpe. *Descanso: +30 PV Recuerden que su PV disminuirá -1 cada vez que hagáis un post a partir de ahora. La pondrán dentro de un spoiler, yo os avisaré poco a poco en los primeros posteos del rol lo que deberán hacer con las fichas <3 Tarsis Liza White Yáahl Psyduck
Matteo Giardina. Contenido oculto: Stats *Puntos de vida (PV): 100/100 *Agotamiento: 20/20 *Hambre: 15/15 *Sed: 10/10 Equipamiento inicial: *Vendajes: +30 (Cuentan con 3 vendajes) *Inyección desconocida. *Agua: +2 PV (1 Acciones: *Esquivar golpe. *Descanso: +30 PV — ¡Ve y corre! ¡Solo soy un viejo! ¡Debes vivir! El grito lo hizo voltear de inmediato, a donde vio a la muchacha. Por unos escasos segundos si mente se bloqueó mientras analizaba su alrededor. La estampida continuaba en su pleno apogeo, y sabía que darle la espalda, significaría que ambos morirían. Se mordió el labio, dudoso, pero su conciencia pudo más al final. ¿Y si fuera alguno de sus padres? Tenía que ayudar a la muchacha con la barra y buscar un lugar seguro, o simplemente no podría dormir en la noche. Salió de la seguridad de las columnas, apartó con un poco de brusquedad a la chica, para luego gritarle: —¡Agarra la barra de metal! —Le ordenó, mientras pasaba los brazos por el dorso del hombre para alzarlo y balancear el peso mientras corría hacia lo que había visto eran unos pequeños cubículos para tomar fotografías. El peso del hombre lo hacía lento, pero era lo suficientemente fuerte y atlético para llevarlo sin detenerse. Dejó caer el peso del hombre en el suelo para recostarlo de la pared y empujaba a la chica adentro para quitarle la barra de las manos y colocarla entre las manijas de la puerta para mantenerla cerrada—. Hay que alejarnos de la estampida, al menos por el momento, o moriremos aplastados ya sea por esas cosas o las mismas personas.
Camil Ferrer Sus piernas pasaron de moverse de aquí para allá observando con suma emoción los animales de felpa, hasta que la ensordecedora voz le calló los tímpanos en un desentendimiento temprano. Sus labios ejercieron una mueca ante la carcajada, moviendo la cabeza como si sacudirse funcionara. —Mal educada —susurró entre tantos murmullos, inhalando el aroma de manzanas caramelizadas mientras metía una de sus manos a los bolsillos de su falda, encontrando el dinero hasta que otro grito despavorido la sacó de sus antojos, mirando aterrada aquella niña a la mitad. Sus piernas temblaron sobre el cemento mientras sus manos se movieron por inercia a sus labios, acallando un grito que le erizó la piel. Su estómago se contrajo y las ganas de vomitar no tardaron en aparecer. Sus piernas por inercia empezaron a correr al lado contrario del cuerpo tirado en el suelo, sorteando a través de la feria. . Sus piernas frenaron en cuanto se vio apartada de la multitud, escondida tras un puesto de besos, teniendo sus ojos cristalizados y su ritmo cardíaco a millón. Quería volver a casa. Contenido oculto *Puntos de vida (PV): 100/100 *Agotamiento: 20/20 *Hambre: 15/15 *Sed: 10/10 Equipamiento inicial: *Vendajes: +30 (Cuentan con 3 vendajes) *Inyección desconocida. *Agua: +2 PV (1 Acciones: *Esquivar golpe. *Descanso: +30 PV
Altan Mahina Agradeció sobremanera que los mechones blancos de Nora le permitieran seguirla fácilmente, porque no sabía qué haría si llegaba a perderlos a ambos de vista en un desastre de esa magnitud. Siguió avanzando, hasta que los dos chicos se detuvieron frente a él, forzándolo a hacer lo mismo. Las escena frente a los tres lo dejó congelado un instante, con el cerebro negándose a responder. ¿Debía dejarlos allí? Sí, para poner a salvo a Nora y Aike. ¿Él los dejaría allí? Tragó grueso y su vista se posó en la barra metálica. Su cuerpo empezó a avanzar hacia la barra, pero en ese momento otra persona se acercó, levantó al hombre del suelo y ayudó a la chica, llevándoselos de allí. Otra oleada de pánico. Los animalejos ahora iban a poner su atención en ellos, sin duda. Volvió a tomar a Nora y Aike por las muñecas, y reanudó la marcha, siguiendo su recorrido. Contenido oculto Liza White Psyduck holi Contenido oculto: Stats and shit Personaje: *Puntos de vida (PV): 100/100 *Agotamiento: 20/20 *Hambre: 15/15 *Sed: 10/10 Equipamiento inicial: *Vendajes: +30 (Cuentan con 3 vendajes) *Inyección desconocida. *Agua: +2 PV (1 Acciones: *Esquivar golpe. *Descanso: +30 PV
