One-shot Promesas [Vocaloid + Mirai Nikki] [Cruce de San Valentin]

Tema en 'Crossover' iniciado por Hygge, 28 Febrero 2016.

  1.  
    Hygge

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    Título:
    Promesas [Vocaloid + Mirai Nikki] [Cruce de San Valentin]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4648
    Promesas

    El pequeño niño asomó sus orbes amielados por una de las esquinitas perdidas del telón, saciando su curiosidad por saber cómo se vería todo desde un imponente escenario como lo era ese. Miles de ojos reluciendo en la oscuridad del teatro lo sorprendieron. Escondió su cabeza al instante, cerrando con fuerza ambas partes de la tela que él se había dedicado a abrir.

    Sí, allí había mucha gente, muchísima más de la que pudo haberse imaginado sentado en aquel asiento cutre y desaliñado que le pertenecía, en medio del enorme público donde como mucho, hubiese logrado ver las cabezas de los espectadores dos filas más adelante. Eso si los que le hubiese tocado en frente lograban atinar en sentarse bien, claro. Había gente para todo.

    Yukiteru bostezó, frotándose los ojos con las palmas de sus pequeñas manitas. Tenía sueño, mamá le había despertado bien temprano para acabar con las mudanzas y en el camión en el que habían sido transportados no había logrado conciliar el sueño como es debido. Observó hacia todos lados quizás aún algo desubicado, y pudo ver a su padre indicarle a la mujer el lugar disponible para poder ver el recital. Una vez se marchó, comenzó a caminar hacia él.

    —Oye peque, ¿te vienes entonces a sentarte con nosotros o prefieres quedarte aquí a ver a los niños? —agachándose para quedar a la altura de su hijo de seis años, colocó una mano en el cabello del niño de forma paternal, esperando alguna respuesta de su parte.

    —Me quiero quedar aquí, puedo escuchar el recital desde ese banco, ¿ves? Estaré bien —señaló el lugar con uno de sus dedos y una pequeña sonrisa tímida se dibujó en su rostro, deseando una afirmativa de su padre. Realmente prefería escuchar aquel aburrido recital desde el backstage donde nadie podría verlo, pero él a ellos sí.

    El hombre asintió entonces y se puso en pie sin perder más tiempo. No podía decirle que no a un pequeño capricho como lo era ese. Después de todo, el niño tuvo que aguantar la pesadez de la mudanza y se merecía un rato de tranquilidad al menos. Desordenó su cabellera azabache con una suave risa y comenzó a caminar hacia la salida.

    —De acuerdo, pero nada de decirle esto a tu madre, ¿eh? Que luego me la cargo yo como siempre y no es bueno hacerla enojar —pronunció en un tono jovial, bromista. Yuki asintió varias veces con aquella sonrisa de satisfacción plasmada en su rostro, y vio por última vez alejarse a su padre tras la salida de emergencia.

    Tras el chirriar de la puerta, aguardó en silencio unos instantes. Escuchó las pisadas alejarse tras el largo vestíbulo y percibió a la muchedumbre animada al otro lado del telón, aguardando impaciente la espera. Sintió un escalofrío por todo el cuerpo; suerte que él no tendría que salir allí fuera, qué horror.

    ¿Cómo lo harían aquellos niños para enfrentar el miedo escénico sin problemas? El pequeño los envidiaba de cierta forma, quería aprender su secreto. Quizás, hasta le serviría para hacer amigos en el día a día y dejar atrás su enorme timidez.

    Porque sí, así era la cruda realidad. En aquella nueva ciudad desconocida ahora para él, Amano Yukiteru no tenía ni un solo amigo y le daba cierto temor acercarse a los demás. Se refugiaba en la protección que le brindaban sus padres, pero eso ahora debía cambiar. ¡Lograría hacer amigos, esa sería su nueva meta!

    ¡Cinco, diez, cincuenta, cien! Todos los que fueran, ¡pero lo conseguiría!

    Animado, corrió hasta colocarse con un sutil saltito en el banco y comenzó a mover sus pies hacia delante y atrás, sin lograr tocar el suelo. ¿Cuánto tiempo faltaría para que comenzara el r...?

    —¡No, me niego a salir al escenario sin él, ¿me has oído!? ¡Si no consigues traérmelo de vuelta, olvídate de mi solo de violín! —tras aquel grito, se oyó un súbito portazo.

    Yuki apretó los ojos del susto, dando un pequeño brinco desde su sitio. Un profundo silencio inundó el vestíbulo, silencio que no tardó mucho en desaparecer. El origen de aquella voz, aparentemente femenina e infantil, había entrado en la sala, pero en vez de cruzarla como el niño se imaginó, notó que aquella misteriosa persona se dejó caer en una esquina desolada, abrazando las rodillas contra su pecho.

    ¿Eso que acababa de oír eran... sollozos? ¿Esa niña estaba llorando? ¿P-por... por qué? ¿Le habría pasado algo?

    El miedo y la impotencia de no saber cómo llevar la situación pronto afloraron en el chico. Preocupado, lanzó de vez en cuanto miradas con un creciente nerviosismo al ver a la niña en ese estado. Trató de buscar a alguien, alguna posible ayuda más eficaz que su inexperiencia en estos casos, pero extrañamente el backstage se encontraba desolado. ¿Acaso sería ya la hora de salir? ¿Por eso no estarían por aquí?

    Vamos, tengo que ser fuerte por una vez, tengo que ir a ver cómo ayudarla... N-no sé cómo consolarla, p-pero si no empiezo a hablar con los demás nunca haré amigos...

    Sacudió su cabeza, desechando esa última posibilidad. ¡No, se negaba a repetir la mala experiencia de su antiguo hogar! ¡Debía empezar de cero! Tragó saliva como pudo y, tras coger una bocanada de aire, saltó de nuevo al suelo, dirigiéndose hacia aquella triste chica.

    Las piernas le temblaban, y sentía que de un momento le fallarían por completo. Sus pasos nerviosos e imprecisos confirmaban este hecho. Se llevó un gran susto cuando la pequeña alzó el rostro, posiblemente al escuchar sus pisadas, y logró entonces llegó a conocer a la niña que tenía en frente. Su cabello era rubio como el sol ardiente, y se encontraba recogido en una adorable coleta orientada hacia uno de sus extremos. Sus orbes amielados, casi eléctricos, le hicieron detener su caminata. Notó las lágrimas recorrer sus sonrosadas mejillas, y su ceño se encontraba fruncido en una mueca de molestia.

    ¿Habría... habría hecho mal en acercarse?

    —¿Y tú qué quieres, verme llorar? ¡Lárgate de aquí y déjame sola, idiota! —la pequeña dejó clara su postura indicándole con un acusador dedo índice dónde se encontraba la puerta. Pero Yuki se había quedado paralizado del terror, y no atinó a decir nada coherente—. ¿Acaso estás sordo? ¡Vete con tus padres, vamos!

    —P-p-pero... m-mis papás me han dado permiso para estar aquí... —Yuki trató de articular mejor esta vez, sus palabras cargadas de inocencia. Realmente no sabía qué hacer, quería ayudarla—. ¿Qué te pasa? ¿P-puedo ayudarte en algo?

    La pequeña de nombre Neru clavó una mirada asesina en el niño, hecho que no hizo sino acrecentar el miedo en su cuerpo. Dio un pasito prudencial hacia atrás por si acaso necesitaba salir corriendo de allí.

    —Claro que puedes ayudarme... ¡dejándome tranquila de una buena vez!


    Tras aquella última advertencia, Yuki no supo qué más podía hacer por ayudar. La rubia volvió a enterrar su cabeza, ignorándolo por completo. Pero él no sería capaz de dejarla allí sola, no se sentiría bien consigo mismo. Aparte... ¡debía estar en el vestíbulo con el resto de los niños del recital, no aquí! ¿Y si la estaban buscando?

    Pero con la palabra en la boca una vez más, alguien entró en la escena. Esta vez, un adulto. La mirada del pequeño se iluminó del alivio que sintió en ese instante. ¡Él sí podría hacerse cargo del problema, qué bien! Aguardó esperanzado siguiéndole con la mirada, pero la expresión en el rostro de aquel hombre no le transmitió demasiada confianza que digamos. Todas sus esperanzas se fueron por la borda en cuanto dio por sentado sus palabras.


    —Neru, basta ya de tonterías, todos te están esperando en el vestíbulo. ¡Coge ya tu maletín y dirígete hacia allí, date prisa! —aquella persona, que podría apostar que era su director en el recital, no parecía atender a razones. Neru alzó de nuevo la cabeza.

    —¡No, no y no, sin Teddy he dicho que no saldré a ninguna parte! ¡No me van a hacer cambiar de idea, ¿me oyes!?

    "¿Teddy? ¿Qué será eso, un muñeco?" Se preguntó el niño, ladeando la cabeza ante la escena.

    —Deja de comporte como una niña malcriada, ¡no tenemos tiempo para estupideces, nos han dado solo diez minutos para arreglar este embrollo! —exclamó, y ante la sorpresa de ambos niños, agarró a Neru del brazo para levantarla de allí a la fuerza.

    —¡Oye, ¿qué narices estás haciendo?! ¡Suéltame! —gritó, pero no sirvió de nada. Aquello fue la gota que colmó el vaso para su acompañante, el cual no tardó en tirar de la chaqueta del hombre con lagrimillas en los ojos.

    —¡Oiga señor, s-suéltela, por favor! ¡Sueltela!

    El director dejó de forcejear en cuanto reparó en aquella nueva figura, y dejó a la pequeña Neru seguir sentada en el suelo. Arqueó una ceja, escéptico.

    —¿Y tú quién se supone que eres?

    El niño, en un arranque de forzado valor, tomó aire y ensanchó su pecho para presentarse.

    —S-soy Amano Yukiteru, señor, solo un espectador. Pero me gustaría ayudar a Neru a encontrar lo que ha perdido, y así podrá ir con usted al recital. ¡No tardaremos, se lo prometo! Cuatro ojos son mejor que dos, así lograremos encontrarlo antes, ¿no crees? —le dirigió una suave y linda sonrisa a la niña, tratando de irradiarle la confianza necesaria con sus palabras para que se dejase ayudar. Neru, sorprendida, se limitó a mirarlo desde su lugar.

    —Oye, chaval, no hay tiempo para tonterías, debemos ir cuanto antes al... —pero su voz desapareció al mirar a ambos niños apoyándose con la mirada. En sus orbes brillaba la chispa de la juventud, y según su punto de vista, aquellos dos tenían algo... como decirlo, ¿especial? Carraspeó, captando así la atención de ambos, y no tuvo más remedio que cambiar de idea—. Siete minutos: ni más, ni menos. ¿Me han oído?

    —D-de acuerdo, ¡gracias! —exclamó Yuki, realmente optimista con la situación. Al menos era un avance, ¿no?

    —Hum... —Neru asintió con menor énfasis, aún sin comprender del todo lo que estaba sucediendo.

    El director asintió de igual forma, dejándolo todo claro, y dio media vuelta hasta salir del lugar con aparente prisa. Ambos niños quedaron en silencio por unos instantes, sin saber qué decir o cómo iniciar aquella peculiar búsqueda. Neru entonces se levantó con cierto orgullo y limpió su vestidito de las suciedad del suelo con escrúpulos. No tardó mucho en cruzarse de brazos frente a Yukiteru.

    —¿Y bien? ¿A qué ha venido todo eso? —inquirió, observándole con seriedad en su mirada. El niño pudo hallar una chispa de curiosidad en sus orbes, y sonrió nervioso.

    —P-pues, s-solo quise ayudar... ¿Hice mal?

    —C-claro que no, baka —la pequeña rubia desvió su mirada con un pequeño rubor en sus mejillas. Le resultaba exasperarte lidiar con alguien como él, pero en el fondo, (muy en el fondo), la derretía tanta adorabilidad—. Dime, ¿cuál es tu plan para encontrar a Teddy? No lo habrás dicho por decir, ¿verdad?

    —A-ah pues... n-no sé, nunca he estado aquí y no conozco el sitio tanto como tú...

    —Ugh, ¡lo sabía! —irritada, se golpeó la frente con la palma de su mano. Entonces una idea hizo acto de aparición, y sonrió con malicia hacia el chico. Yuki tembló sin poder evitarlo—. ¡Ya está! A partir de ahora serás mi sirviente, y hasta que no logres encontrar a Teddy y ser librado del cargo... ¡tendrás que hacer todo lo que te pida!

    El niño palideció un par de tonos, y sintió que las fuerzas le fallaban. ¿Ser su sirviente? ¡Eso sería horrible! ¿Y si no encontraba nunca a Teddy? ¿Tendría que quedarse como su fiel perro guardián toda la vida?

    —¡N-no quiero, no! Además... ¡yo no saco nada de esto! —infló sus mejillas, notando la injusticia a la que estaba siendo forzado.

    —Está bien, veenga, seré buena. ¿Qué quieres a cambio? —suspiró e hizo un gesto despreocupado con la mano, como restándole importancia al asunto. Esto a Yukiteru no se le pasó por alto, y no tardó ni un segundo en responder, seguro de sus palabras.

    —¡Que seamos amigos! —aquella respuesta sorprendió a su acompañante, pero el niño no dejó el entusiasmo con el que pronunció su elección aún—. Acabo de mudarme a esta ciudad, y aún no conozco a nadie... Con que fueses mi amiga, con eso me conformaría.

    —¿E-en serio... eso es lo único que quieres? —murmuró, incrédula y algo avergonzada por la sinceridad en sus palabras. Se rascó la mejillas con nerviosismo y le miró. El niño no dejaba de sonreír. Se sonrojó, y volvió a clavar su vista en el suelo—. E-está bien, yo... Pensaba que dirías lo típico, un beso o algo así. T-todos los niños en los juegos así suelen escoger eso y...

    —¿En serio? Bueno, ¿pueden ser las dos cosas? —repentinamente ilusionado, esperó alguna respuesta por parte de la niña, quien de repente había cambiado de color. ¿Cómo se sentiría recibir un beso de una niña? ¡Nunca se lo había planteado!

    Pero sus ensoñaciones pronto se vieron desviadas por un inesperado tirón del cuello de la camisa, y comenzó a ser arrastrado por una furiosa y avergonzada Neru. Preocupado, trató de no oponer resistencia y se dejó llevar. No le quedaba otra.

    —I-idiota... ¡E-empieza ya a buscar y déjate de tonterías, que se nos acaba el tiempo! —atinó a decir, aún con su rostro colorado como un tomate. Recibió una afirmativa entusiasta por parte de Yuki, y sintió como agarraba su mano para tirar de ella e ir con mayor rapidez.

    Neru dejó escapar una efímera pero sincera sonrisa, sintiendo la protección y calidez que le brindaba su nuevo amigo, y se dejó llevar.

    Quizás sería un poco extraño, sí... pero no sabía cómo, empezaba a caerle bien.


    ***

    Pero la búsqueda, desafortunadamente, no pareció ser productiva. A pesar de haberse recorrido los lugares del teatro donde Neru afirmaba haber estado, esquivar a los múltiples hombres de seguridad, técnicos, los de la prueba de sonido incluso... En resumen, una dura y ardua odisea de siete minutos donde el pobre Yukiteru tendía a llevarse todos los golpes y empujones, no lograron hallar al adorable osito de felpa.

    Casi parecía como si se lo hubiese tragado la tierra así, de repente. Y eso no era nada bueno.

    —Neru...

    —¡No, tiene que estar aquí! ¡No puede haberse perdido!

    —N-Neru, ya no tenemos más tiempo... tenemos que irnos.

    —¡No! ¡Me niego a irme sin él, no puedo salir sin Teddy!

    El chico se entristeció al verla rebuscar tan desesperada, cayendo todo al suelo sin importarle en absoluto el desorden. Odiaba que el tiempo se les estuviese echando encima de esa forma. Dejó con todo su pesar el armario en el que se había dedicado a mirar, y lo cerró con suavidad. Apoyó una mano en el hombro de la chica, y esta dejó caer sus brazos ante el contacto, sin saber qué más hacer. Las lágrimas volvieron a tratar de salir por todos los medios de sus orbes cristalinos.

    Comenzaba a asimilar el hecho de que ya no volvería a tenerlo entre sus brazos nunca más.

    —Lo siento mucho... S-si quieres puedo buscarlo durante el recital, no habrá ya tanta gente aquí atrás y será más fácil encontrarlo, ¿no crees? —tratando de convencerse de sus propias palabras, intentó forzar una sonrisa positiva. Pero ni él mismo creía en lo que salía de sus labios.

    La pequeña rubia se limitó a guardar silencio admirando el suelo con sus puños cerrados, cegada por la frustración que sentía en aquellos momentos.

    —No, durante el recital habrá mayor seguridad aquí atrás y no dejarán que ningún niño corretee por ahí, es inútil... —abatida, apoyó su espalda contra la pared, dejándose arrastrar hasta quedar acurrucada en el suelo. Yuki se arrodilló a su lado, tratando de asimilar la situación.

    —Cierto... —suspiró, agachando la cabeza sin saber qué más hacer por la niña. Se revolvió sus cabellos en un arranque de impotencia; ¡quería ayudarla, él quería verla feliz! Pero sobre todo... le hubiese gustado ser su amigo.

    De un momento a otro sintió un peso sobre su hombro, y vio a Neru apoyarse en él, con los ojos perdidos en un vacío inexistente.

    —Ese osito... Nunca salgo sin él, ¿sabes? —una sonrisa entristecida se arqueó en sus labios—. Me lo dio mamá por mi cumpleaños. Ella trabaja mucho y casi nunca puede estar conmigo. Por eso es tan importante para mí.

    Yuki la escuchó, y se sintió mal al conocer la verdadera situación en la que se encontraban. Cerro sus ojos, y ambos se mantuvieron en un profundo silencio. No hacían falta palabras para saber realmente lo afligidos que se encontraban.

    —Bueno, mirándolo por el lado positivo para ti, tendrás un sirviente personal para siempre. Eso es bueno, ¿no? —sonrió un poco, tratando de contagiarle un poco de buen humor a la chica que tenía junto a él. La rubia le miró a los ojos, y no pudo evitar contagiarse por unos momentos de aquella linda expresión.

    —Sí, supongo que tienes razón...

    Pero la agradable atmósfera que habían logrado crear se esfumó tras el portazo de un hombre apurado, y ambos miraron hacia la puerta asustados. Como temían, era la hora.

    —Neru, vamos. Están a punto de salir sin ti, tenemos que darnos prisa —el director dejó la puerta abierta y le hizo un gesto a la niña para que corriese con los demás. No había más tiempo que perder; el público no parecía querer aguardar mucho más.

    La pequeña se levantó con pesar, y miró al chico por última vez, sintiendo un gran malestar dentro de ella. No tenía ganas de separarse tan pronto de él. Agitó su mano con una débil sonrisa, y se dirigió hacia el hombre, dándole finalmente la espalda. Por unos momentos sintió el irrefrenable deseo de girarse una vez más y brazarlo, pero no era una despedida definitiva tal y como ella pensaba. Luego se volverían a ver de todas formas. ¡Era su nuevo mayordomo ahora a fin de cuentas! No podría irse muy lejos... ¿verdad?

    Yukiteru la despidió desde su sitio, y hechó un último vistazo a la habitación antes de levantarse e ir a ver el recital. Pero como un presentimiento fugaz, algo le decía que rebuscase bien en aquella sala por última vez. Se agachó colocándose a cuatro patas y miró debajo de las mesas más alejadas. Una figura marrón y peluda dejó entrever su cola trás una de las patas del objeto.

    ¡No podía ser verdad, era él! ¡Había encontrado a Teddy al fin en el último momento!

    Con el corazón golpeteando contra su pecho frenético echó a correr hasta tomarlo entre sus brazos, y volvió a ver hacia la puerta donde vio al director y a Neru marcharse por última vez. Pudo ver la coleta rubia de la niña perderse en la lejanía del estrecho vestíbulo que los separaba, y trató de correr hasta alcanzarla a tiempo. Pero un guarda le cortó el paso, era la hora de la actuación.

    —¡Señor, por favor, déjeme pasar! ¡Es muy importante! —entre sollozos, trató de abrirse paso, pero era inútil. Apretó al peluche contra él y gritó, gritó con todas sus fuerzas, esperando ser oído—. ¡Neru, Neru! ¡Ya lo tengo! ¡Por favor, no te vayas, está aquí! ¡Neru...!

    Pero era demasiado tarde, podía escuchar los primeros instrumentos resonar por todo el teatro; el recital había comenzado, y él había perdido el juego. Abrazó al muñeco contra sí con lágrimas en los ojos y decidió aguardar hasta que el recital finalizase para poder darle la gran sorpresa a su amiga.

    "Se alegrará tanto de ver a Teddy a salvo" pensó para sus adentros, secándose las lágrimas con la manga de su camisa. Loss ánimos de nuevo volvieron a aflorar en él. Sí, la esperanza era lo último que se perdía y mientras la tuviese consigo, todo iría bien.


    Aquella misma tarde, los padres de Yukiteru recibieron la llamada de trabajo que tanto habían estado esperando, y tuvieron que marcharse antes de que el recital llegara a su fin. La familia Amano abandonó el edificio con el niño llorando entre sus brazos, sin comprender la verdadera razón de sus lamentos.

    Posiblemente, aquella sería la última vez que volviese a ver a su nueva amiga. O al menos, eso es lo que él pensaba.


    ***


    La lluvia comenzaba a filtrarse entre su ropa, empapándole de pies a cabeza. Con la única protección que le brindaba la mochila sobre su cabeza, continuó corriendo por el pavimento mojado en busca de algún refugio que le sirviese hasta que al menos, amainase un poco. Sabía que si continuaba a merced de la tormenta que se estaba llevando a cabo sobre su cabeza acabaría pillando un buen resfriado, y eso es lo que menos quería en aquellos instantes.

    Pero el destino le tenía preparado algo más que una simple regañina por parte de su madre al llegar a casa empapado. No, algo le deparaba esa misma tarde.

    No muy lejos de su posición, otra chica divagaba con la misma suerte. Corriendo a través de las calles sin volver la vista atrás, buscaba desesperada algún techado donde pudiese refugiarse a tiempo. Ambos, metidos completamente en sus pensamientos, no fueron capaces de divisar a tiempo la figura del otro.

    Así que lo que tenía que pasar, ocurrió.

    Neru salió disparada al piso con fuerza, y Yuki no tardó mucho en correr la misma suerte. Sus mochilas cayeron con un ruido sordo al igual que sus cuerpos, y cruzaron las miradas por primera vez en mucho tiempo.

    —¡Fíjate por dónde vas, idiota!

    Yuki reparó entonces en la expresión de molestia que le estaba dirigiendo la joven frente a él, pero lejos de molestarse por aquellas palabras, sintió un nudo repentino en su voz obstruirle la voz.

    ¿Por qué... por qué aquello le sonaba tanto?

    —Lo siento, no te vi venir —una vez volvió en sí logró atinar a disculparse, notando las cejas de la chica arquearse con extrañeza al ver que se le quedaba mirando tan fijamente. Debía tratar de disimular mejor la próxima vez—. ¿Estás bien?

    —Ugh, pues plantéate seriamente ir al oculista —gruñó, sobándose la espalda adolorida por el golpe—. ¿A ti que te parece?

    El chico propietario de aquel cabello azabache la miraba sorprendido, como si algo dentro de su cabeza comenzase a tener forma. Sus orbes eléctricos, su largo cabello rubio, aquella actitud tan familiar... ¿Por qué se le hacían tan cercana? ¿Acaso le sonaba tan familiar por... ella? ¿Podría ser...?

    Dejó de pensar en posibilidades alternas al ser consciente de la situación en la que se encontraban, aquel no era el mejor momento para eso. Se levantó con energía y, sin importarle su mochila, le tendió una mano a la joven como apoyo para ayudarla a salir del frío asfalto. Necesitaba asegurarse de no haberle causado ningún daño.

    Neru sintió la palma aproximarse y sin más reparos miró al frente, topándose con aquellos ojos cargados de un brillo de inocencia que por un momento, se le hizo tan familiar. Sus mejillas se encendieron poco después, y sintió la necesidad de desviar el rostro en otra dirección con pudor.

    —Gracias, pero siempre me han dicho que no me acerque a desconocidos como tú.

    Una sonrisa se dibujó en la expresión del chico, cosa que extrañó a Neru. ¿Qué le parecía tan divertido?

    —Tú no me reconocerás, pero yo en cambio me acuerdo muy bien de ti, Neru.

    El corazón de la rubia comenzó a acelerarse al escuchar su nombre salir de los labios del chico, sintiendo una mezcla de sentimientos removerse dentro de ella. Dio un ligero paso hacia atrás, pensando en si salir corriendo de allí y no volver a saber nada de él. ¿Y si se trataba de un maldito acosador?

    —¿Cómo... c-cómo sabes mi nombre?

    Yuki percibió la incomodidad en la chica, pero su sonrisa no hizo sino acrecentarse. Abrió la cremallera de su bolsillo y dejó asomarse algo que, en medio de la oscuridad, Neru no acabó de reconocer.

    Un trueno cercano iluminó por unos instantes el lugar, y unas orejitas se dejaron ver del interior de la prenda del joven. Aquello fue suficiente para que Neru sintiese una punzada en su pecho, no fue capaz de articular nada más.

    Las lágrimas pronto comenzaron a surcar el hermoso rostro de Neru, flirtrándose con la lluvia imparable y recorriendo sus mejillas sin detenerse. Sintió unos brazos rodearla en medio del frío y la humedad, no fue capaz de oponer resistencia alguna.

    —¿Sabes? Desde el día que lo encontré, siempre lo llevé conmigo a todas partes, por si algún día te volvía a encontrar. Siempre tuve esa esperanza, pero nunca pensé que serían diez años de búsqueda —comentó, dejando escapar una suave risa de sus labios.

    Neru cerró los ojos con fuerza al escuchar sus palabras, sollozando en su hombro.

    —Nunca acabaré comprendiéndote, Yuki. Idiota...

    —Seré idiota, pero soy tu sirviente idiota, ¿no es así? —sonrió con cierta timidez, recordando aquella promesa del pasado. Neru abrió los ojos con sorpresa, recordando entonces aquel momento de su infancia—. Será mejor si vamos ya a refugiarnos, acabaremos pillando un resfriado si no nos damos prisa. Vamos.

    Entonces, Neru notó cómo la calidez y aquella paz que tanto había extrañado volvían a arrebatársela, y sintió un vacío en su interior al verse separada de nuevo. Ahora que lo tenía de vuelta, no quería volver a perderlo. Observó a Yukiteru recoger ambas mochilas del suelo, y notó que después de todo, no había cambiado tanto. Años después seguía percibiendo en él a aquel pequeño niño que alguna vez conoció, y al que hizo una promesa que nunca llegó a cumplir.

    Bajó la cabeza con su rostro enrojecido, notando la mano del chico entrelazándose con la suya. En cambio, no dio un solo paso más.

    —¿Neru, qué te pasa? —preguntó, preocupado por la chica. Se acercó a ella, pero notó que no le dirigía la mirada.

    Abrazó al osito entre sus brazos y entonces, alzó el rostro.

    —Creo que es mi turno de cumplir la parte del trato, ¿n-no? —sus palabras, con un toque nervioso en el fondo que Yuki no logró percibir, le sacó una sonrisa al chico.

    —¡Oh, entonces ya soy libre, yuhu! Y también somos amigos, ¿verdad? —la inocencia en sus palabras hizo reír un poco a Neru, enternecida en el fondo.

    —Claro, creo que deberé ir buscando a otro mayordomo ya —pero aquella expresión se tornó en una triste sonrisa, y desvió la mirada hacia otro lado—. Voy a echar de menos eso. Pero en fin, aún quedaba algo más.

    —¿Algo más?

    —Sí, esto.

    De un momento a otro, la joven de cabellos dorados dio un paso hacia delante hasta cruzar miradas, y tiró de la chaqueta de Yuki hasta atraerlo hacia ella. Lentamente acercó su rostro y tras ponerse de puntillas, rozó sus labios con los del mayor con un tierno y fugaz beso que sorprendió al anonadado muchacho.

    Neru se separó segundos después avergonzada por su gesto pero para su gran sorpresa, el brazo de Yuki la rodeó sin dejarla marchar. Alzó la cabeza con el ceño fruncido y sus mejillas enrojecidas, y halló a un tierno chico observándola desde su lugar. Apartó la mirada con orgullo.

    —¿Ahora qué quieres? Ya cumplí con mi promesa, ¿me quieres soltar de una v...?

    No tuvo tiempo de quejarse, pues su voz fue sellada por un nuevo beso. El corazón de Neru latió con fuerza y olvidándose de lo empapados que se encontraban, cerró los ojos con delicadeza. Sintió de nuevo los labios que tanto había soñado tiempo atrás y aquellos brazos rodeándola sin restricción alguna. Al fin lo había comprendido, había acabado enamorándose de Yuki.

    Pero gracias a ese gesto, se llenó de júbilo al ser consciente al fin de que aquel era un amor correspondido. Tan solo las traviesas gotas de lluvia serían testigos de su confesión de amor.
     
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    Liza... Ya te dije que me enamoré de tu fic, pero no sabes cuánto D':

    Primero que nada los personajes, van perfecto. La idea, es amorsh. Tu narración es como dispararse con un revólver de perfección. Tu ortografía es impecable. La disposición del relato enteramente es OMG. La sucesión de eventos tiene un estilo demasiado cool. Ya no me quedan más cosas técnicas que nombrar, por mi mente solo pasa fangirlear y ya.

    Cuando vi Yukiteru al principio pensé "wow", un personaje bien random pero que me gusta mucho y fue genial verlo en una situación totalmente diferente, para algo están los crossover, también. Akita Neru es de mis vocaloid favoritas, para más inri.

    La idea es tan tierna... desde el comienzo hasta el final. Me gustó mucho que se conociesen de pequeños y luego ya más grandes se encuentren, sobre todo así, en una situación tan típica de ellos. Neru es la tsundere de siempre y Yuki más de lo mismo, un chico tímido y sencillo. Adoré que ambos conserven sus personalidades, pese al universo alterno en el que están.

    <3

    Me dio pena de cierta forma que Yuki no haya podido si quiera decirle a Neru que encontró a Teddy antes de su actuación, pero entiendo que así debía suceder. :sad:

    De verdad me encantó cómo expresaste los sentimientos de los personajes, fue tan... viva la historia, podía sentirse.

    La escena final...

    DDDDD: Fue tan lindo... Me sentí tan aliviado y feliz por ellos que asdasldjasl.
    ________________

    Acá dos cositas tontas como para decir que corrijo la ortografía (?


    Echó sin H, del verbo echar.

    Se te pasaron dos tildes en "como". Pero sé que fue descuido ya que en el resto de la historia están perfectamente colocadas.
    ________________

    Bueno, eso sería todo... Yo... solo te pido por favor que alguna vez hagas una especie de continuación o algo de esta pareja... No me dejes así, pls. ; ^ ;
     
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    Y al parecer, esta historia mató a Liza White por unos cuantos meses. 4500 palabras, y desde acá los largos empiezan a decrecer hasta llegar a los nanos de dos frases que se le ocurrieron cuando se levantó de la cama.

    Yo lo vi todo, conejita. Conozco todos tus secretos como en ese capítulo de los simpsons donde los niños abren su programa de radio. Watch out, my cute little bunny.

    Mirai Nikki. O su traducción en español, el Diario del Futuro. Lo cual sigue teniendo un nombre BASTANTE copado. El personaje más beta que vi en mi vida desde Yalu la líder de los betas. Y una despedida romántica de nuestro objeto de investigación.

    Al parecer si es fandom, la posibilidad de que el escrito sea en tercera persona se incrementa al 112%. Esta no es la excepción. Pero esperen, ¡hay más! No es solo Mirai Nikki. Es una especie de Crossover extraño entre eso y Vocaloid.

    QUE ESTA PASANDO ACÁ. ¡Cómo puede una idea tan extraña tener una redacción tan buena! Un tanto clicheada de “amigos de la infancia”, medio hurt/confort, con beso inocente al final. No me preguntes en absoluto que fue esto. Una ternura total, pero el WTF es más fuerte. También veo que Shushu (quien es esta random, por que no están las ahora líderes de foro comentando a la todopoderosa Copito de Nieve??) dejó un buen arreglo a los errores gramaticales los cuales seguiste.

    Mientras todos reían y jugaban al Minecraft, Conejita aprendía sus dotes literarias para convertirse en la nueva Tolkien.
     
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    Lo gracioso es que todavía recuerdo esta historia y la verdad sí me gustó muchísimo, jaja.
     
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    Yo como siempre comentando todo tarde pero bueno, al menos lo comento (?)

    Pues qué decir, Andy, me lo leí de nuevo para poder comentarte y la verdad es que lo he disfrutado mucho otra vez <3 A pesar de ser larguillo la verdad es que se hace una lectura muy amena y para nada pesada.

    La verdad es que los Crossover son muy interesantes porque puedes poner a dos personajes muy diferentes en una situación y experimentar con ello y se ve aquí lo bien que puede salir. Mirai Nikki y Vocaloid son dos universos que no me imaginé juntando, y sinceramente, que de Vocaloid hayas escogido a Neru que a lo mejor no es tan famosa pues lo hace cuanto menos interesante.

    Y pues todo el escrito ha sido super tierno, ver como empiezan a hacerse amigos porque Yuki es muy tierno y eso siempre hace que las tsunderes se relajen con ellos. Me dejó un poco de amargura mientras iba leyendo algunas frases que decías porque daban pistas de que iban a tardar mucho en verse o igual no iban a verse nunca más, vete tú a saber. Por suerte fue la primera opción y cuando se encuentran tienen un reencuentro super romántico y cute that I love <3

    Ya por ahí te señalaron un par de fallos pero por lo demás, no he visto nada más destacable, como siempre, aunque sea ya un escrito antigüillo, no deja de gustarme y disfruto mucho leyéndote y releyéndote. So sigue así <3
     
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