Microrrelato Por primera vez enamorada

Me encontraba, como siempre en mis sueños, sentada en medio de un lugar desconocido, no existía el clima, no existía el viento, no existía el sonido siquiera del susurro del silencio. Me abrazaba a mi misma, no estaba triste, era tal la costumbre de estar así que había olvidado que se podía estar de otra manera.
Ya no existían las lágrimas en mis ojos, se habían secado. Ya no existía el dolor en mi corazón, se había extinguido. Pero en vez de todo ello me había quedado la nada, ya no sabía que era sentir, era como ya no estar con vida. La resignación a estar siempre así era lo único que tenía, acostumbrarme a estar así… en la nada.
Aquel color blanco casi absoluto ya no lastimaba mi vista, analizaba mi solitario entorno con los ojos fijos, brillantes. Sentía que algo comenzaba a cambiar dentro de mí.
Mi boca comenzó a acalambrarse intentando moverse por su propia cuenta, quería “sonreír” mostré mis dientes a la sombra de algo que en medio de la nada, se ocultaba por ahí, mi corazón latía cada vez con más fuerza y comenzaba sentir una ligera brisa que alborotaba mi cabello, un calor suave e indescriptiblemente placentero lamia mis brazos, mi cuerpo, mi alma.
Me levanté con ganas de correr, de saltar, de demostrar mi alegría de demostrar lo que sin entender sentía. Pero estaba paralizada ante ésta nueva experiencia, todo tomaba forma y color, el aroma del viento suave era indefinible, simplemente era perfecto.
Abrí los ojos exaltada por tal emoción y fue entonces que me topé con tus ojos, con lo suave de tu beso y volví a cerrarlos ya sólo por instinto esperando que aquel momento jamás terminara.
Corría y saltaba emocionada, el aire despiadado mis cabellos enredaba, el son en lo alto sin piedad me quemaba, la música del corazón agitado sonaba, todo era ahora perfecto, todo ahora era felicidad, no tenía miedo de quererlo, no tenía miedo de sentir lo que sentía de estar enamorada de entregarle toda mi alma, de ser ahora parte de su vida.