Imperio de Elérea Poblado de Doli

Doli

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Ubicación: Cuadrante B2 (Elérea)

Sin mucho que ofrecer más que buenas verduras, un ambiente natural y buenas gentes, Doli es un pueblo humilde, una antigua aldea que se expandió gracias al triunfo del comercio de productos naturales, surgidos de sus fértiles tierras. La aldea, alejada de la capital, ahora es un poblado, y, gracias a sus innegables aportes a la economía del Imperio, pronto han empezado la construcción de murallas en la zona, con el objetivo de proteger a sus ciudadanos de las lluvias carmesíes. Los propios vecinos ayudan día a día, en persona, a construirla, deseando que esta logre mantener alejados a los monstruos, y rezando a los árboles sagrados, día a día, que no les traigan otra lluvia durante el proceso de construcción.

Contenido oculto: Comercios

Posada: recupera los PS y PM de todo el grupo. 60 guiles.

Tienda de objetos
- Poción (+20 PS, ratio x0,1): 30 guiles
- Ultrapoción (+50 PS, ratio x0,4): 50 guiles
- Éter (+10 PM, ratio x0,1): 80 guiles
- Ultraéter (+20 PM, ratio x0,25) (120 guiles)
- Antídoto (cura el estado Veneno): 40 guiles
- Hierba del eco (cura el estado Mudez): 50 guiles
- Colirio (cura el estado Ceguera): 50 guiles
- Cola de fénix (revive a un aliado caído, con PS iguales a ratio x0,33): 130 guiles

Tienda de armas:
- Lanza de hierro (10 daño físico): 150 guiles
- Arpón [Lanza] (10 Daño físico, hará x1,25 de daño a enemigos acuáticos): 280 guiles
- Garras de cuero (10 daño físico): 150 guiles
- Garras afiladas (10 daño físico, tras cada ataque normal hay una posibilidad de 1 entre 3 de subir la fuerza propia en 5) (Req.: 10% dominio garras): 300 guiles
- Emblema de Doli [Pavés] (10 Daño físico, torga un 10% de posibilidades de bloquear golpes físicos) (Req.: 10% dominio): 230 guiles
- Vara vampírica (-10 Daño físico, Absorción: 15%) (Req.: 10% dominio): 300 guiles
- Escudo de piedra (+3 defensa, solo es equipable si se posee la habilidad "activar escudo". Otorga un 5% de posibilidades de bloquear golpes físicos): 270 guiles
- Daga veloz (10 Daño físico): 150 guiles
- Katana corta (15 Daño físico) (Req.: 5% dominio): 150 guiles
- Uchigatana [Katana] (20 Daño físico, elemento aire) (Req.: 10% dominio): 350 guiles
- Cartas tradicionales [Baraja] (5/10 de usar un ataque normal de +15 ataque físico, 3/10 de usar un ataque mágico neutral de +15 daño mágico, 1/10 de usar Nulificación, 1/10 de usar Barrera) (Req.: 10% dominio): 280 guiles
- Cartas de casamentera [Baraja] (3/10 de usar Cura, 2/10 de usar Cura+, 2/10 de usar Revitalia, 3/10 de usar un ataque físico de +20 daño físico) (Req.: 15% dominio): 400 guiles

Tienda de armaduras:
Cuerpo:
- Traje de campesino (+3 espíritu): 100 guiles
- Chaleco de lana (+5 PM, +3 Espíritu, hace débil a elemento agua): 100 guiles
- Chaqueta de lino (+2 terapeucidad, +2 espíritu, +3 PM): 300 guiles
Cabeza:
- Boina (+5 Defensa mágica): 100 guiles
- Sombrero de paja (+5 defensa mágica, +5 PM, hace débil a elemento fuego): 100 guiles
- Boina de lana (+5 Defensa mágica, +5 PS): 200 guiles
Piernas:
- Pantalones de campesino (+5 defensa física, +5 PS, hace débil a elemento frío): 120 guiles
- Pantalones largos (+5 defensa física): 100 guiles
Pies:
- Zapatos artesanales (+6 velocidad): 120 guiles
- Tobilleras silvestres (+5 velocidad; otorga un extra de 5% de dominio de garras): 300 guiles

Mercado:
- Zanahorias eleanas (deliciosas zanahorias cultivadas con mimo en los huertos de Doli, en Elérea. Son codiciadas por muchos por el enorme tamaño que pueden llegar a tener y por su color brillante y anaranjado y su sabor dulce e intenso. ¡Ideal para todo tipo de platos!): 60 guiles.
- Manzanas dulces (riquísimas manzanas cargadas de jugo y dulzor. Solo en un entorno natural y cuidado crecen manzanas tan ricas como estas, ¡el punto dulce para cualquier receta!): 40 guiles.
- Patata recia (grandes patatas de piel dura como una piedra e interior igualmente sólido. Pese a lo hoscas que pueden resultar, curiosamente, al ser cocinadas, salen crujientes y sabrosísimas): 40 guiles.
- Nueces de mitrilo (estas nueces se llaman así porque, se dice, la cáscara que las envuelve es más dura que el propio mitrilo. Con todo, su fruto es agradable y, aunque seco, es comestible. Un poco amargo, quizá, ¡pero hey!): 20 guiles
- Verdura Gysahl (una verdura muy popular entre los chocobos. Los humanos pueden consumirla también, aunque para ellos no son ni la mitad de sabrosas. Podrían utilizarse para, cocinadas, obtener algo más apetecible, sin embargo. Si la toman Boko o Kein, funcionará como un elixir medio, restaurando un 50% de sus PS máximos y PM máximos; puede usarse en recetas): 80 guiles.

Contenido oculto: Encargos

- Jefe de obras: "Necesidad de recursos"
Objetivo: adquiere un pico y consigue, al menos, tres piedras en los Montes Elroy para entregarle al jefe de obras.
Completada por: Void
Recompensas:
- Tomate silvestre (x4)
- Leche de garula (x4)
- Manzana dulce (x2)

- Historipó novato: "El agujero del Shinryu"
Objetivo: encuentra en el sur de Elérea la ensenada que lleva al agujero del Shinryu y tráele al historipó pruebas de su existencia.
Completada por: ---
Recompensa: ---

- Chocobo doméstico [solo con Kein en el grupo]: "El Bosque Chocobo"
Objetivo: logra encontrar el Bosque Chocobo de Elérea y cuéntaselo al chocobo.
Completada por: Kein/Rigel
Recompensas:
- Verdura Gysahl x10
- Pluma de chocobo x4

- Cazador extranjero: "Honor al gremio"
Objetivo: derrota a un Lagarto de Cristal, una Rafflessia o un Bégimo y obtén su drop de caza.
Completada por: ???
Recompensa: unirse al Gremio del Bosque + ???

Contenido oculto: Servicio de síntesis: Cocina

Servicio de síntesis de cocina:
En los puntos de síntesis, se os ofrecerá un ingrediente base y podréis añadir más de entre objetos robados a enemigos u obtenidos en misiones o comprados para crear distintos artefactos. Ciertos objetos sirven para crear cierto tipo de utensilios, así que no todos servirán en todos los puntos de síntesis.
Este punto de síntesis permite crear comidas, objetos consumibles que darán mejoras de stats o beneficios diversos para un número limitado de batallas. Podéis añadir hasta tres ingredientes más al base.

Ingrediente base:
- Trigo dolinés

Platos creados:
-Tarta de manzana con nueces (Calidad: 3/3) (Trigo + Manzana dulce + Leche de garula + Nueces de mitrilo) (+15 PS máximos para tres batallas. Tres usos)
- Tarta anaranjada (Calidad: 3/3) (Trigo + Naranja ácida + Leche de garula + Zanahoria eleana) (+8 Velocidad para tres batallas. Tres usos)
- Tarta de zanahoria dulce (Calidad: 3/3) (Trigo + Zanahoria eleana + Leche de garula + Azúcar de savia) (+10 Defensa mágica para todo el grupo para tres batallas. Dos usos)
-Calabaza rellena (Trigo + Calabaza oscura + Cualquier tipo de carne + Cualquier verdura (opcional, aumenta ligeramente el efecto)) (Calidad: 3/3) (+10 Defensa para todo el grupo para una batalla. Tres usos)
-Tostada con salsa de tomate triturado (Trigo + Tomate silvestre + Corteza de cebolla) (Calidad: 2/3) (+5 Velocidad para todo el grupo por tres batallas. Un uso)
- Pescado rebozado con verduras (Calidad: 2/3) (Trigo + Cualquier pescado + Cualquier verdura) (+6 velocidad y +8 defensa para un miembro del grupo por dos batallas. Dos usos)
- Pescado frito (Trigo + Cualquier pescado) (Calidad: 1/3) (+6 velocidad para un miembro del grupo por dos batallas. Dos usos)
- Carne frita (Trigo + Cualquier carne -salvo ave-) (Calidad: 1/3) (+6 fuerza para un miembro del grupo por dos batallas. Dos usos)
- Cangrejo rebozado (Trigo + Pata de cangrejo) (Calidad: 1/3) (+6 defensa para un miembro del grupo por dos batallas. Dos usos)
-Comida extraña (ingredientes incompatibles) (Calidad: 0/3) (+1 a todos los atributos por una batalla. Un uso)
Combinaciones de comida extraña:

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Trigo + Patata recia + Zanahoria eleana + Leche de garula
Trigo + Patata recia + Zanahoria eleana
Trigo + Tomate silvestre + Calabaza oscura
Trigo + Corteza de cebolla
Trigo + Patata recia

Contenido oculto: Minijuegos

Construcción de la muralla: en Doli siguen empeñados en construir su propia muralla, pero, sin recursos... va a ser complicado. Por eso, necesitan que traigáis piedra de los Montes Elroy cercanos. Por 200 guiles, os harán entrega de un pico que tendrá diez usos para picar en los Montes, ¡allí veréis el resto de detalles! Podréis quedaros con todo lo que no sean piedras y ceder estas, que tienen nulo valor para vosotros, para colaborar en la construcción. ¡Necesitan muchísimas para lograrlo!

Piedras acumuladas: 18/100

Contenido oculto: Ciudadanos

- Henry, granjero campechano
>> Comandar: 70%
>> Solicitar: 90%
>> Ayudar: 90%
>> Intimidar: 30%
>> Espiar: 30%
>> Preguntar: 30%
>> Engatusar: 70%

- Aurora, pastelera amable
>> Comandar: 0%
>> Solicitar: 70%
>> Ayudar: 90%
>> Intimidar: 80%
>> Espiar: 70%
>> Preguntar: 90%
>> Engatusar: 0%

- Lysa, soldado eleana
>> Comandar: 90%
>> Solicitar: 70%
>> Ayudar: 0%
>> Intimidar: 0%
>> Espiar: 0%
>> Preguntar: 50%
>> Engatusar: 0%

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Capítulo 1-4: Decisiones difíciles
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Con calma y lentitud, los chicos de cabellos rojizos depositaron con cuidado sus cañones Magitek en el suelo, y se acercaron a la tumba. Desde lejos, Rigel los observaba en silencio.

El Poblado de Doli había prosperado mucho desde que los dos gemelos se marcharon, hasta el punto de que casi no lo reconocían. Ahora, con la construcción de la muralla, se asentaba como una población importante de Elérea; la tercera civilización con muros protegiéndoles de la lluvia carmesí. Pero no estaban allí para ayudar con la construcción, ni siquiera para visitar el pueblo. Solo habían venido, a petición de los dos hermanos, para hacer una visita a alguien muy particular. Y es que Biggs y Wedge se agacharon frente a aquella tumba, en silencio.

—... hermanita, lo hemos conseguido. Míranos —dijo Biggs, dándose un golpe en el pecho. Se pasó de fuerza, al parecer, y eso le hizo toser. Pero, con todo, trató de mantener la compostura, decidido—. ¡Soldados de Elérea, aprendiendo a usar la tecnología Magitek!

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Wedge, más tímido y sensible, habló con lágrimas en los ojos, incapaz de contenerlas. Pero, extrañamente, tenía también una sonrisa en la cara. Sonrisa de satisfacción, como esperando que su hermana, estuviese donde estuviese, estaría orgulloso de ellos.

—L-Lo hicimos por ti... ahora podremos... ayudar a lograr que lo que te pasó no pase nunca más. ¡S-Somos las manos derechas del capitán, después de todo!

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—Está ahí detrás —dijo Biggs, mirando a la tumba, susurrando—. Es un poco cascarrabias a veces, pero es buena gente. Nos ha tratado bien.

—Sí, Rigel es buen tipo... te habría caído bien —dijo Biggs, con una sonrisa—. Tenemos... una misión importante en el bosque ahora. ¿V-Ves lo lejos que hemos llegado? ¡Vamos al Bosque de Yggdrassil, hermanita!

—Shh, no grites tanto, Wedge. Se supone que es secreto —reprochó el hermano.

Rigel observaba la escena en silencio. Había aceptado a pasar por el hogar natal de esos dos bajo su petición, solo porque sabía lo importante que era para ellos visitar la tumba de su hermana pequeña. Como su Comandante, sin embargo, tenía que asegurarse de que cumplían su trabajo: una cosa era pasar un momento allí, y otra muy distinta era hacer el vago.

Aunque... aún tenían bastante tiempo. El Bosque no quedaba demasiado lejos, y tenían chocobos para desplazarse; llegarían rápido. No sabían bien cuáles eran las instrucciones, pero, al parecer, allí se las daría otro Comandante que ya estaba en las afueras de Yggdrassil; pero para eso faltaban unas cuantas horas. Habían salido muy temprano de Elérea, quizá.

La vista de Rigel se dirigió sin poder evitarlo a los cañones dinamax, tirados en el suelo. No pudo evitar apartarla rápidamente. Esta... sería la primera vez en la que Biggs y Wedge pelearían de verdad usándolos, si es que algún monstruo se les ponía en el camino y necesitaban luchar. Y Rigel no estaba del todo convencido, pero se había dicho que lo toleraría, por el momento. Cuando quiso darse cuenta, los gemelos se habían levantado, y, colgándose el cañón al hombro, ambos dijeron, a la vez:

—¡Listos, jefe!

—¿Vamos ya al Bosque? —preguntó Biggs—. ¡Tengo ganas ya de pelear un poco!

—¡O podríamos dar un paseo, que aún es temprano! —afirmó, emocionado, Wedge—. ¡Si pasamos por la pastelería de la calle larga seguro que estamos a tiempo para comer un trozo de tarta de electroflan! ¡Está de rechupete!

Ugh. No era momento de tartas, desde luego, y no sonaba tampoco muy apetecible una "tarta de electroflan". Pero... quizá podían aprovechar el tiempo que les quedaba, aunque fuese para aprovisionarse, o para ver si podían ayudar en algo. Como soldados era su deber ayudar a los civiles, ¿no?

>> Visitar zona de tiendas
>> Visitar la muralla en construcción
>> Marcharse al Bosque

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Lucas Diamond ¡Comienza la historia de Rigel! No necesitas mucho más contexto, me parece... ¡desde aquí, eres libre para comenzar a usar a tu personaje! Ir al bosque hará progresar la historia, pero si quieres dedicarle un par de posts a manejar al personaje y acomodarte, te recomiendo explorar el resto de opciones, ¡no hará daño a nadie!

 

Rigel Beltegeuse

Permanecí a una distancia prudencial, a unos veinte metros de Biggs y Wedge, para no invadir su intimidad. Habíamos pasado por Doli, el poblado donde nacieron, para que pudieran pasar a recordar a su hermana. No era una localización muy alejada de nuestro destino final, así que pudimos permitirnos el capricho de incluir el asentamiento en el trayecto. A fin de cuentas, habían sido recientemente ascendidos los dos, y entendía que quisieran "celebrarlo", o al menos conmemorar su triunfo, haciendo una visita especial.

Recogí mis brazos tras mi espalda, mientras esperaba de pie a que los dos chiquillos terminaran su encuentro. Mi mirada oscilaba entre los cañones Magitek y sus portadores. Uhm... Lo cierto es que ambos habían mejorado mucho en los últimos meses; estaban muy determinados en aprender a usar la tecnología Magitek, para su corta edad.

Desvié la mirada de la escena, pensativo, y miré a mi alrededor. Doli era una aldea que nunca había destacado por encima de otras. No tenía grandes castillos, ni otros puntos de interés; era una población donde la gente se dedicaba a construir su vida y su futuro. La noticia de la construcción del muro me alegró desde un primer momento, puesto que precisamente por este motivo, siempre había sido, desde mi punto de vista, una aldea vulnerable a la lluvia carmesí. Poco a poco, con la colaboración de todos, podríamos ir protegiendo a la gente de ese fenómeno, de manera eficaz y eficiente.

Terminaron Biggs y Wedge la visita al cementerio, y acudieron junto a mí, pillándome por sorpresa en mis cavilaciones. Una vez más, cargando sus cañones.


—Wedge, como ya te ha dicho tu hermano, no se te puede olvidar que la misión es de la más estricta confidencialidad —inquirí, nada más tenerlos junto a mí. Aunque estuviese apartado, eso no impedía que les estuviera vigilando, y dicho detalle no lo pasé por alto—. No debes volver a cometer errores como ese, ¿entendido? —terminé, con un tono calmado. No tardaron en comenzar a preguntarme qué haríamos, si partiríamos ya hacia el bosque o no.


Sugirieron ir a... A comer tarta de electroflan. ¿Cómo pensaban en eso?


—No iremos a ninguna pastelería, no estamos aquí para eso —afirmé, sin vacilar. Alcé la vista, para ver la posición del sol. Aún no comenzaba la misión, habíamos salido mucho antes para poder pasar por Doli, y ahora nos había sobrado tiempo—. Sin embargo, si salimos ahora, llegaremos antes de que el sol se alcance su punto álgido, y tendremos que esperar en nuestro destino. Sería más peligroso, así que podemos pasar el tiempo aquí.

>>Acerquémonos a la muralla. Estamos de servicio, así que tal vez podamos ayudar en algo a quienes requieran nuestra ayuda.

 

La muralla estaba en construcción, y se podía ver cómo colocaban las usando poleas, subiéndolas hasta la parte más alta, donde otra persona se encontraba e iba poniendo más y más fragmentos. Aún había un gran hueco por "rellenar" con las piedras... pero el trabajo estaba progresando de forma más que notable.

—Hng. Yo quería tarta —balbuceó, andando con desgana durante el trayecto, Wedge.

Al llegar al borde de la muralla, un hombre que estaba cargando piedras se percató de su presencia de repente, sobresaltándose. E instantáneamente se puso firme, al reconocer sus uniformes.

—¡S-Señor! —identificó el escudo en el pecho de Rigel, adivinando que era un alto cargo del ejército. Eso le puso aún más tenso—. ¡U-Un placer recibir al Imperio en Doli! Nos encontramos en el proceso de construcción de la muralla, señor. Calculamos que aún queda aproximadamente un mes de trabajo, pero si tuviésemos más infraestructura o mano de obra quizá terminaríamos en un par de semanas, tres como mucho. Y ya sabe... nunca se sabe cuándo puede caer otra lluvia carmesí. Deberíamos terminarlo cuanto antes, pero no tenemos bastante ayuda del Imperio. ¡O-Oh, no quería decir eso, señor, yo...!

—Corta el rollo, Jim. Que no tienes que ser tan formal con nosotros, ¿eh?

Al hablar Biggs, el tipo centró la mirada en él, y luego pasó a Wedge. Asombrado, se acercó al primero, dándole un abrazo con sonoras palmadas.

—¡Pero bueno, Wedge! ¡Tu hermano y tú habéis venido de visita, vaya!

—... soy Biggs.

—Eso, eso. ¡Qué pasa, Biggs, cómo estás!

—Y yo soy Wedge —comentó el otro, aturdido.

Pero el hombre, sonriente y con un semblante totalmente distinto, se colocó entre ambos y miró a Rigel.

—¡Eh, jefe! Cuídame bien a estos dos, ¿eh? ¡Son el orgullo del pueblo! Y vosotros, chicos —susurró, hablándole a los gemelos—, a ver si conseguís que muevan algo el dinerillo allí en la capital y nos mandan ayuda, ¿sí?

Hum. Si tuviesen tiempo, quizá se quedarían a ayudar y todo en la construcción. Pero no tenían tanto tiempo. Sintiéndolo mucho, Rigel tendría que cortar la conversación y marcharse... pero convenía recordar que aquí podrían necesitar ayuda, desde luego. Si estaba en su mano, ¿por qué no ayudarles?

>> Visitar zona de tiendas
>> Ir al Bosque

 

Rigel Beltegeuse

Caminamos hacia la zona de la muralla que en la que estaban trabajando actualmente los encargados de construir la estructura. Wedge parecía apenado de no haber podido probar el postre, mas no era esa nuestra prioridad: podría tomar todo el que quisiese en sus ratos libres, no era pertinente de servicio. Al llegar, vimos a varios habitantes trabajando en la muralla, utilizando complejos sistemas de poleas para elevar las piedras, haciendo un trabajo en cadena.

Uno de los trabajadores, al vernos, reaccionó con una formalidad... incorrecta. Nervioso, se trababa al hablar. Comenzó a contarnos cómo iban las construcciones de la muralla: según decía, aún faltaba como un mes para poder acabar. Aunque con algo de ayuda, principalmente económica, podrían acabar en algunas semanas. No dudaba que corría prisa la construcción, pero el Imperio proporcionaba los medios suficientes y necesarios. Invertir más guiles en la construcción no debía ser prioridad de momento para el Imperio, o de lo contrario ya lo habrían proporcionado.


—Espero que la muralla se pueda construir a la mayor brevedad. El Imperio hace todo lo que puede para favorecer la protección de los pueblos. Si alguna lluvia carmesí ocurre antes de que puedan estar a cubierto, trataremos de proteger las distintas poblaciones que corran mayor riesgo, no debe preocuparse por eso —respondí, algo seco—. No obstante, trataré de procurar que la muralla pueda estar construida lo antes posible, aunque ahora no podemos permanecer aquí mucho tiempo.


La expresión del hombre se relajó a ver a Biggs y a Wedge. Los agarró por los hombros a los dos, en una muestra de cercanía y de orgullo (aunque para ser tan cercanos, tenía aún problemas para distinguirlos).


—Descuide, que Biggs y Wedge están en buenas manos. Han llegado a donde están por méritos propios. Son capaces de defenderse por sí mismos, después de todo cuentan con esa tecnología Magitek...


Los dos chicos se despidieron del tal llamado Jim, y continuamos una breve ronda por la población. Acudimos a la zona de mayor actividad comercial del poblado, para ver si se requerían nuestros servicios, antes de que emprendiéramos la marcha de nuevo.

 

Caminaron por las calles comerciales, y Wedge no pudo evitar clavar su mirada en la pastelería, con ojitos de perrillo abandonado. Biggs, por su parte, cañón al hombro, señaló en una dirección.

—¡Eh, jefe! En esa tienda de ahí venden muchos productos interesantes, ¿sabías eso? Medicinas y demás. La dueña es muy maja, era amiga de nuestra madre, y hace todas sus medicinas con productos naturales.

—Pero están asquerosos. En cambio, las tartas... —convino Wedge.

—No hay tartas, Wedge —cortó de pronto Biggs.

—Jo...

Ciertamente, en la zona había muchas tiendas. Tiendas de ropa, una posada, la pastelería (cómo olvidar la pastelería), y, claro, la farmacia. No es que el pueblo fuese muy grande, pero posiblemente tuviese muchos productos únicos, ¿no? Una lástima que habían venido sin dinero. De haber tenido algo, quizá hubiese sido buena idea comprar, pero... bah, no había necesidad de acudir a las tiendas a solicitar en nombre del Imperio provisiones. Ya le dijeron a Rigel, después de todo, que la misión no iba a ser muy complicada.

Era hora de irse, en cualquier caso. Los chocobos esperaban a las afueras de Doli.

>> Ir al Bosque

 

Rigel Beltegeuse

Caminando por las calles, Biggs me contó sobre algunos establecimientos, en concreto sobre una tienda donde una mujer, aparentemente amiga de su madre, vendía unos medicamentos naturales, que elaboraba ella misma. Era interesante conocer distintos puestos en las aldeas para comprar algunas medicinas, pero, una vez más, no era el momento. La misión no era complicada, así que no lo necesitaríamos. No hizo falta siquiera que respondiese a Wedge sobre la pastelería, pues Biggs lo hizo.

—No está mal saber dónde se pueden hacer unas compras, pero aquí nadie necesita nuestra ayuda. La hora del encargo será pronto, así que deberíamos ir aproximándonos al bosque. No debemos retrasar la misión —finalicé, yendo junto a los chicos hacia la salida del pueblo. Allí nos esperaban unos chocobos para ir al bosque. No tardaríamos en llegar.

 

Así, Rigel y sus dos soldados caminaron hacia la salida del pueblo. Y conforme salían, se cruzaron con un carro que entraba, tapado con mantas. Tiraba de él un tipo que, con un hacha a su espalda, era grande, enorme, con gruesísimos brazos. Rigel no pudo evitar mirar el carro, como si sintiese que algo estaba mal ahí.

Pero fueron Biggs y Wedge los que se quedaron mirando al tipo. Y el segundo correteó hasta alcanzar a Rigel.

—Eh, j-jefe. Ese hombre...

Tras él vino Biggs, corriendo con rapidez.

—¡L-Lo conocemos! ¡Es un bandido! Se cree que por llevar ese pañuelo sobre la boca va a pasar desaprecibido. ¡Anda que no venía veces a intentar robar nuestros cultivos, el muy...!

—P-Pero no están sus secuaces, qué raro. Siempre iba con ellos —susurró Wedge.

—Agh, jefe, ¿permiso para atacar? —pidió Biggs, pero... lo cierto es que no esperó a la confirmación. Directamente, arrojado y valiente, se giró contra él y gritó, cañón en las manos—. ¡Eh, tú! ¡No te creas que no te hemos calado! ¡Quedas arrestad-!

—"Quedáis" s-sería más preciso.

Wedge dijo aquello porque, tan pronto como se vio desenmascarado, el bandido silbó. Y del carro que cargaban surgieron cuatro o cinco bandidos, que corrieron, armas en las manos, contra ellos.

—¡D-Dispara, Wedge! —gritó Biggs, apuntando con el cañón.

—¡Apuntado, Biggs! ¡Jefe, tenmos cubiertos a estos tipos! ¡Vaya a por el jefe, antes de que escape!

Ah. ¿Desde cuándo eran ellos los que daban las órdenes?

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... pero tenían razón. El jefe parecía intentar escapar, corriendo hacia el pueblo mientras sus secuaces luchaban contra sus soldados. Tché. Tendría que ir a por él. ¿No había dicho que ayudaría a los civiles? Corriendo con velocidad, alcanzó al huidizo, pero enorme bandido, y lo acorraló. Sin embargo, este no se achantó. Hacha en mano, se relamió al ver su placa.

—¿Un alto cargo del Imperio? Genial, ¡menuda cabeza para mi colección!

Y el Bandido lanzó un hachazo contra Rigel. Ugh, aunque no era super fuerte, podía ser un problema...


BANDIDO
Lvl. 3
Salud: 80/80
PM: 0/0
Fuerza: 30
Defensa: 30
Poder Mágico: 0
Terapeucidad: 0
Espíritu: 0
Defensa Mágica: 30
Velocidad: 40
Ataques:
-Hachazo (5 Daño físico)
+60 experiencia

Turnos:
-Bandido
-Rigel
-Bandido
-Rigel

 

Rigel Beltegeuse

La salida de la aldea estaba frente a nosotros, y el bosque de Yggdrasil nos aguardaba. No habíamos sido encomendados ningún recado o deber que cumplir durante nuestro tiempo de patrulla, así que nada nos retenía en Doli mucho más tiempo. A las afueras de la ciudad, sin embargo, nos cruzamos con un carro tapado con mantas. Supuse que iría hacia la ciudad para llevar provisiones de cualquier bien necesario, tanto de construcción como para la vida diaria, pero Biggs y Wedge se mostraron algo inquietos.

No tardaron en reaccionar, reconociendo al conductor. Era un conocido bandado, al menos eso decían ellos. Biggs pidió permiso para atacar, y se lo hubiese denegado, pues aún no teníamos pruebas, si no fuera porque antes de poder responderle, alzó el cañón Magitek apuntando hacia el tipo. Algo enfadado por la falta de disciplina, estuve a punto de reprochar esa actitud al muchacho, cuando los asaltantes se desplegaron, saliendo de bajo las mantas. Tenían razón los gemelos: eran un grupo de bandidos, y sin dudarlo se abalanzaron sobre nosotros.

Los pelirrojos, apuntando con los cañones, se encargaron de los secuaces que estaban escondidos, pidiéndome que me encargara del jefe. Pero maldición... ¿Iban a pelear ellos solos, con sus cañones Magitek? Ugh.

No pude reaccionar, ni organizar ninguna estrategia para la batalla, cuando me vi de frente contra el jefe de la cuadrilla.


—En nombre del Imperio, quedas arrestado por los numerosos robos llevados a cabo y por desacato a la autoridad. Ríndase antes de que la cosa se complique y vaya a peor —dije, protocolariamente, mientras observaba de reojo a los gemelos pelear con la tecnología Magitek.


Lejos de amedrentarse o retractarse, el bandido atacó y me golpeó con el hacha. En ese caso, no tenía otra alternativa que luchar. Le golpeé con un tajo potente de mi espada.




RIGEL
Lvl. 1
Exp. sig. nv.: 100
PH: 0
- PS: 42/55
- PM: 41/45
- Fuerza: 35
- Defensa: 22
- Poder Mágico: 30
- Terapeucidad: 5
- Espíritu: 50
- Defensa Mágica: 35
- Velocidad: 25
Armas equipadas:
- Espada de hierro (10 Daño físico)
Armadura equipada:
- Coraza eleana (+2 defensa)
Habilidades pasivas:
---
Habilidades y técnicas:
- Encantar arma I: permite encantar un arma con una magia morada de estado, adquiriendo posibilidades de causar el efecto que la magia implica.
- Tajo potente [solo espadas]: Sencillo ataque, consistente en un fuerte tajo diagonal con la espada. Hace bastante daño. +15 Daño físico. (Coste: 4 PM)
Magia morada:
- Tiniebla: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Ceguera al rival (Coste: 7 PM)
- Mutis: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Mudez al rival (Coste: 7 PM)
- Toxis: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Veneno al rival (Coste: 6 PM)

 

—Je, je, ¡nada de arrestar a nadie, soldadito! ¡Este ladrón no pretende ir a ninguna celda!

Alzó su hacha hacia arriba, dando un par de pasos atrás, como ganando momentum. Y, cuando Rigel se quiso dar cuenta, corrió hasta él y la dejó caer con todo su peso sobre él.

—¡¡Pero tú sí que irás a la tumba!!

Hacha cargada

BANDIDO
Lvl. 3
Salud: 50/80
PM: 0/0
Fuerza: 30
Defensa: 30
Poder Mágico: 0
Terapeucidad: 0
Espíritu: 0
Defensa Mágica: 30
Velocidad: 40
Ataques:
-Hachazo (5 Daño físico)
-Hachazo cargado (15 Daño físico)
+60 experiencia

Turnos:
-Bandido
-Rigel
-Bandido
-Rigel

 

Rigel Betelgeuse

—No importan sus intenciones. No pienso permitir que ningún delincuente asalte a ningún ciudadano —dije, con la mayor diligencia posible.

Su hacha se alzó por encima de lo previsto, golpeándome con un poderoso ataque que me dejó bastante herido. Sin embargo, reuní fuerzas para volver a alzar mi espada y asestar otro tajo potente.


RIGEL
Lvl. 1
Exp. sig. nv.: 100
PH: 0
- PS: 19/55
- PM: 37/45
- Fuerza: 35
- Defensa: 22
- Poder Mágico: 30
- Terapeucidad: 5
- Espíritu: 50
- Defensa Mágica: 35
- Velocidad: 25
Armas equipadas:
- Espada de hierro (10 Daño físico)
Armadura equipada:
- Coraza eleana (+2 defensa)
Habilidades pasivas:
---
Habilidades y técnicas:
- Encantar arma I: permite encantar un arma con una magia morada de estado, adquiriendo posibilidades de causar el efecto que la magia implica.
- Tajo potente [solo espadas]: Sencillo ataque, consistente en un fuerte tajo diagonal con la espada. Hace bastante daño. +15 Daño físico. (Coste: 4 PM)
Magia morada:
- Tiniebla: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Ceguera al rival (Coste: 7 PM)
- Mutis: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Mudez al rival (Coste: 7 PM)
- Toxis: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Veneno al rival (Coste: 6 PM)

 

—U-Ugh. Para ser tan formalito y joven, tienes buen manejo con esa espada, mocoso. ¡Pero mi hacha puede cortarla en dos si quiero! ¡Y joder, te aseguro que quiero!

Aquel bandido estaba totalmente fuera de control. Dio otro Hachazo, sin dudarlo... y Rigel supo que debía acabar con él, antes de que se saliese de verdad de control. Si iba con esa agresividad y esa gigantesca hacha por el pueblo... puede que no solo se limitase a robar.

Había que pararlo, costase lo que costase.

BANDIDO
Lvl. 3
Salud: 20/80
PM: 0/0
Fuerza: 30
Defensa: 30
Poder Mágico: 0
Terapeucidad: 0
Espíritu: 0
Defensa Mágica: 30
Velocidad: 40
Ataques:
-Hachazo (5 Daño físico)
-Hachazo cargado (15 Daño físico)
+60 experiencia

Turnos:
-Bandido
-Rigel
-Bandido
-Rigel

 

Rigel Beltegeuse

El bandido acabó por perder los papeles y seguir golpeando con su hacha, mientras aseguraba que podía partir mi espada en dos con ella.

—Ya basta —gemí, malherido—. No vas a entrar a este poblado. En nombre de la justicia y por la paz en las tierras del Imperio, ¡acabaré con tu racha de saqueos y otras fechorías!

Agarrando la espada con fuerza, me lancé para darle el último tajo profundo, para acabar con él.


RIGEL
Lvl. 1
Exp. sig. nv.: 100
PH: 0
- PS: 6/55
- PM: 33/45
- Fuerza: 35
- Defensa: 22
- Poder Mágico: 30
- Terapeucidad: 5
- Espíritu: 50
- Defensa Mágica: 35
- Velocidad: 25
Armas equipadas:
- Espada de hierro (10 Daño físico)
Armadura equipada:
- Coraza eleana (+2 defensa)
Habilidades pasivas:
---
Habilidades y técnicas:
- Encantar arma I: permite encantar un arma con una magia morada de estado, adquiriendo posibilidades de causar el efecto que la magia implica.
- Tajo potente [solo espadas]: Sencillo ataque, consistente en un fuerte tajo diagonal con la espada. Hace bastante daño. +15 Daño físico. (Coste: 4 PM)
Magia morada:
- Tiniebla: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Ceguera al rival (Coste: 7 PM)
- Mutis: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Mudez al rival (Coste: 7 PM)
- Toxis: lanza un dado de 3 caras. Si sale 1, causa Veneno al rival (Coste: 6 PM)

 

Con la última estocada, el bandido cayó hacia atrás, desplomado y noqueado. Rigel miró hacia atrás, y vio... un reguero de hielo y llamitas decorando el suelo, y los hombres de aquel bandido tirados en el suelo. Biggs y Wedge habían hecho despliegue de sus cañones, de aquello no cabía duda. Y los habían despachado a todos. Impresionante, aunque el resultado que dejaron atrás no sea el más idóneo.

El suelo con llamas. Cañones Magitek.

Agh, da igual. Pronto Rigel tuvo a los dos chicos encima, y le apuntaron con ambos cañones. La piel se le erizó por un segundo al sentirlos tan cerca.

—¡Jefe! ¿Está bien? ¡Un segundo, le curaremos!

La energía manó de los cañones entonces, y... se sintió bien. Muy bien. Como si todo su cansancio se evaporase de golpe. Esos cacharros... bien usados eran muy útiles, desde luego. La magia de Rigel, que era capaz de controlar sin aparatejos de por medio, era muy distinta, más... sutil. Por eso, tal vez, hacían buen equipo. Aunque Biggs y Wedge utilizasen aquellos cacharros.

—¡Les hemos dado una buena! —gritó Biggs, emocionado. No tardaron en acercarse ciudadanos del poblado, alarmados por la escena.

Fueron los gemelos los que mediaron con ellos, y los ciudadanos ya les informaron de que ellos se encargarían de llevarse a esos maleantes. Ya eran casi famosos en el pueblo, visto lo visto. Agradecidos, los pueblerinos se marcharon, y Biggs y Wedge, orgullosos, llevaron sus cañones al hombro.

—Je. Al final sí que hicimos una heroicidad, ¿eh, jefe? —comentó Biggs, henchido de orgullo.

—Nuestra hermana hubiese alucinado de habernos visto —comentó Wedge, con una débil sonrisa.

... sí, estuvieron bien. Pero no había tiempo para cháchara. Era hora de partir: los chocobos esperaban, ¿no?

¡Biggs y Wedge se unen al grupo! Podrás ver sus fichas en la tuya propia

Contenido oculto

Reacciona a todo and stuff y rolea que os montáis en chocobos y vais al bosque. ¡A partir de ahí seguiremos!

 

Rigel Beltegeuse

Al fin, el malhecho cayó hacia atrás, desfallecido. El poblado estaba a salvo... Me giré a ver cómo se las habían apañado los dos gemelos contra el resto de secuaces, y encontré un rastro de hielo y llamas por el suelo. ¡Maldita tecnología Magitek! ¡Eso había sido un caos! Por suerte estábamos a las afueras de la aldea, ¿pero y si hubiese habido tierras de cultivo de algún agricultor? ¿O los animales de algún granjero?

Ambos chicos corrieron a mi ayuda, y me apuntaron directamente con el cañón. Me cubrí instintivamente mientras me echaba ligeramente hacia atrás, cuando una explosión de energía me hizo recuperar todas las fuerzas que había perdido contra el hacha de ese tipo.


—Gracias por vuestra ayuda, pero debéis tener más cuidado cuando uséis esos cañones. ¿Os habéis parado a observar cómo habéis dejado todo a vuestro alrededor? No podéis ir disparando a diestro y siniestro. —reproché, mientras agachaba la cabeza, resentido. Era una escena verdaderamente caótica, pero de no haber sido por ellos no habría podido con toda la cuadrilla... Además, con la ayuda de la tecnología Magitek me habían curado de nuevo. Argh..


La gente acudió al lugar de la batalla, alarmados por los ruidos y explosiones luminosas. Biggs y Wedge se encargaron de calmar a todos sus paisanos, para que estos pudieran volver a sus labores, tranquilos. Con aplomo, me incorporé, llevando ambas manos a la espalda. Tras dar los chicos las explicaciones pertinentes, volvieron a mi lado, cañones a los hombros, celebrando nuestra actuación como "héroes"


—Solo hemos hecho nuestro trabajo, Biggs. Y no os olvidéis de que sigo siendo vuestro superior. Esperad hasta que recibáis órdenes de usar los cañones, antes de actuar por vuestra cuenta. ¿Entendido? Es mejor supervisar su funcionamiento siempre. Y ahora va siendo el momento de partir, los chocobos nos esperan unos metros más allá. Pongamos rumbo al bosque. —Di media vuelta, y comencé a caminar.

>>... estoy seguro de que ella habría estado muy orgullosa —solté, finalmente.

 

Cuando Rigel dijo todo aquello, Biggs rodó los ojos de forma discreta, y su hemano, sin apartar la vista del jefe, le dio un pequeño codazo para reprenderle.

—S-Sí, señor. Perdón —comentó Wedge, rascándose la nuca—. No debimos haber sido tan temerarios. Aunque fue Biggs el que empezó la pelea.

—¡Ah! ¡¡Qué puñalada, de mi propia sangre!! —exclamó el otro.

—¡Hey, no miento!

—¡Pero bien que me echas a mí el muerto!

—¡No puedo echarle el muerto a quien ya lo tiene encima, Biggie!

—¡¡No me llames Biggie, Wedgie!!

... ah. Qué dos. En fin, los chocobos estaban preparados, espuelas puestas, y era hora de partir. Biggs y Wedge tenían sus propios chocobos de alquiler, dos amarillos y de tamaño pequeño, estándar. Se subieron a ellos, cañones a la espalda, sujetos por la cinta que llevaban atada. Y Rigel... se acercó a Orion. Su chocobo blanco. Los chocobos de ese color eran muy extraños: solían verse de color amarillo, y a veces eran rojos, verdes o incluso azules. Algunos raros eran negros. Pero, ¿los blancos? Los blancos eran excepcionalmente raros.

Y Rigel tenía ahora de compañero a Orion, desde hace poco. Desde poco después de ser nombrado Comandante. Fue un regalo de su superior directo: Darek, el Puño de Elérea. Un hombre... complicado, muy callado. Pero que sabía valorar a los que hacían bien su trabajo. Y Rigel había demostrado que lo hacía claro. Así, Orion, más grande de lo habitual, lideró la comitiva, con Rigel a su mando.

Próximo destino: el Bosque de Yggdrassil.

 

Capítulo 2-1: Sin lugar al que volver
​

Perspectiva de Rigel

Cayó la noche en Doli. A Biggs no se le ocurrió otro lugar al que acudir para refugiarse; en un inicio, se valoró la opción de ir a Elérea, a la capital, pero lo descartaron rápidamente. Era demasiado peligroso regresar sin verificar primero qué era lo que había sucedido en ese bosque. Por mucho que Sirius Wezen hubiese mentido sobre las órdenes que recibió, había algo que era indiscutible: esa máquina y todo el equipamiento que tenía salieron de algún sitio. Y si era verdad, si existía la más recóndita posibilidad de que fuese cierto que Rigel solo fue utilizado y que al intentar estropear el plan se habían convertido en traidores... volver a Elérea sería un suicidio.

Además, con Yggdrassil tan magullado como quedó, el caos estaría servido. En la distancia se apreciaba perfectamente cómo la base del árbol estaba dañada y, por ello, crecía torcido hacia el cielo esmeralda. Había sido dañado, eso seguro. Aunque Rigel y Biggs se contentaban al pensar que, al menos, no fue cortado. ¿Había servido para algo su esfuerzo?

¿Había servido para algo el sacrificio de Wedge?

Arrastraron consigo al chocobo y al chico salvaje. Los dos parecían muy unidos, y el chico, en concreto, cayó rendido por la falta de energías tan pronto como montaron en Orion para huir del bosque. No podían dejarlos ahí, pues posiblemente habrían muerto. La explosión de la máquina arrasó con gran parte del Bosque, quién sabe si arrasó su hogar. Además, el chico... el chico era humano, pero más allá de eso, se comportaba como un chocobo para todo lo demás. Pero tenía una magia extraña, una que Rigel nunca antes había visto.

Como fuese, no pudo dormir esa noche. Por eso salió de la posada, y caminó por Doli. Su mente no podía dejar de darle vueltas a lo sucedido; allí acogieron a Biggs y a los suyos encantados, pues conocían de sobra al oficial. Pero Biggs no dijo absolutamente nada de su hermano. No pronunció una sola palabra más de lo necesario. Estaba claramente afectado por lo sucedido... y por eso Rigel caminó hacia aquel sitio. Sabía que lo encontraría allí. Y allí estaba.

Ante la tumba de su hermana.

—... jefe —dijo, girándose al ver a Rigel. Sus ojos se mostraban cansados, pesados. Y suspiró con esfuerzo—. ¿Qué hace despierto? Debería descansar. Yo no puedo dormir, pero usted sí que debería hacerlo. Ha usado mucho su magia, debe estar cansado.

Apretó los dientes entonces, desviando la mirada.

—Ese estúpido niño salvaje... p-por culpa de su chocobo, mi hermano ahora... ¡tsk! Fue un imbécil. Fue... idiota. Se metió en esa explosión de lleno, solo para salvar a un chocobo bebé.

Biggs hablaba con un claro nudo en la garganta. Esforzándose por no sollozar, por no romper en lágrimas allí mismo. Como su jefe, Rigel sabía que debía decirle algo, pero... ¿qué decir en una situación como aquella? Nada le preparaba para tener que afrontar con una situación así. Ningún entrenamiento, ningún tipo de experiencia previa le serviría para eso. Solo podía tirar de... su corazón.

>> Wedge debe seguir con vida.
>> Wedge querría verte seguir adelante.
>> Wedge murió como un héroe.


***


Perspectiva de Kein

Kein despertó, aturdido. Lo último que recordaba era la explosión, detonándose tras él, y el alivio inmenso cuando vio a Boko salir de ella en el último momento. Y recordaba cómo esos dos humanos que habían peleado contra la máquina también se lo llevaban. Y cómo el tercero de ellos se metió en la explosión solo para salvar a Boko.

Seguro que no lo hizo por eso. Un humano no salvaría a un chocobo con su propia vida.

—¡Kein! Estás despierto...

La mirada cansada y entristecida de Boko revelaba que no había descansado absolutamente nada. De hecho, Kein no sabía cuánto tiempo había pasado desde que perdió el conocimiento, y no sabía siquiera dónde estaba. Todo lo que veía a su alrededor, en mitad de la noche, eran montones de heno, estando tumbado en uno de ellos; una estructura de madera que hacía las veces de valla, y... varios chocobos dentro, dormitando.

Estaba en un establo. Y, a su alrededor, todo lo que había eran edificios. Un asentamiento humano. Vacío de estos, por suerte, pero... humanos, al fin y al cabo. Con todo, no tuvo tiempo de enfurecerse. Ahí estaba Boko, y seguramente le necesitaría a su lado.

—Esos humanos nos ayudaron... uno de ellos vino corriendo a mí, y gritó algo. Luego me empujó y me lanzó lejos, y... vi cómo el otro humano, el malvado, le agarraba de la ropa y hacía algo extraño. No sé qué pasó, pero... espero que esté bien. ¿Crees que podrá estar bien, después de todo eso, Kein?

Agachó la cabeza.

—... sé que es un humano, lo sé. Pero me salvó... y no tenía motivos para hacerlo, ¿verdad que no? Y los otros humanos te salvaron a ti. Te podrían haber abandonado, nos podrían haber abandonado a ambos. Pero nos trajeron hasta aquí. No creo que quieran hacernos daño. Aunque... aunque ya no sé que creer. Mamá, y el Refugio... seguramente todos estén...

Comenzó a sollozar. Boko... tenía un corazón demasiado puro. Era tan difícil para él albergar odio dentro.

No fue hasta que una voz más madura, elegante y regia se oyó cuando ambos reaccionaron. Alzaron la cabeza, y vieron a un gran chocobo, imponente, plateado. Los de su color eran chocobos muy, muy raros, considerados de los más fuertes de la especie. Por eso Boko reaccionó admirado al verlo.

—Es el chocobo en el que marchamos, Kein —dijo Boko. Era mucho más grande que él, desde luego; cinco Bokos cabrían en la espalda del plateado sin problemas—. H-Hola, señor... gracias por su ayuda.

El chocobo les dedicó una sonrisa. Se fijaron entonces en cómo llevaba piezas de armadura sobre él. Una coraza extraña cubría parte de su pico, y llevaba algo en su espalda; la silla de montar en la que humanos se subían. Kein y Boko oyeron hablar de eso en el Refugio: siempre se contaba que los chocobos que eran capturados por humanos eran obligados a llevarlos sobre sus espaldas y eran vestidos con extraños ropajes.

—Veo que los dos estáis despiertos —comentó él entonces, desde su gran altura—. Curioso que un humano... hable nuestra lengua —le dijo a Kein entonces, inclinando la cabeza—. Me llamo Orion, compañeros. Soy el chocobo de Rigel, uno de los humanos que os han traído. No sé bien qué ha pasado en ese bosque, pero deduzco que nada bueno. Antes... llegamos al bosque tres chocobos cargando tres humanos. Ahora, sin contaros a vosotros, han regresado solo dos.

Boko agachó la cabeza.

—L-Los humanos destrozaron el bosque y mataron a nuestros amigos, y... a nuestra madre —musitó, dejando caer lágrimas de rabia—. Y-Y trataron de cortar Yggdrassil.

—Ya veo... eso es sin duda terrible —Orion alzó la vista, como intentando divisar Yggdrassil en la distancia, sin demasiado éxito por la escasa luz de la noche—. Y Rigel trató de evitarlo, ¿verdad? Le conozco. No habría colaborado en algo así en ningún escenario posible.

—¿Eh? El humano ese... Rigel —suspiró Boko—. ¿Supongo que sí? No lo sé, la verdad. N-No sé qué pensar. Los humanos son... horribles.

Fue Orion el que suspiró entonces.

—... entiendo de dónde venís. Entiendo vuestra forma de pensar. Y no os equivocáis: los humanos son horribles. Por eso pelean entre ellos tan frecuentemente. Tienen guerras, tienen enfrentamientos, tienen conflictos. Los chocobos siempre hemos sido más pacíficos que ellos, porque ninguno tenemos esa maldad que muchos humanos tienen. Pero... si pelean entre ellos es precisamente porque no todos los humanos son malos. Los hay muy buenos. Y os aseguro que Rigel es uno de ellos.

Rigel... según Orion, un chocobo, era alguien bueno. Un humano bueno. Se antojaba un pensamiento tan irreal en esos momentos. Boko no pudo ni alzar la cabeza.

Y por eso Orion siguió hablando. Lo hacía con tanta elegancia que uno quedaba embelesado cuando lo miraba hablar. Sonaba convincente solo al mover el pico, solo por su tono de voz. Era un chocobo, sin duda, que sabía bien cómo ganarse a los demás. Probablemente, acostumbrado a ser el centro de atención.

—¿No es el chico un humano? —señaló a Kein con su ala.

—¿Eh? ¡No! —exclamó Boko—. O sea, sí... pero no es un humano como los demás. Es un chocobo de corazón.

—Chocobo o no por dentro —sentenció Orion—, por fuera es humano. Es un hecho innegable. Y si todos los humanos fuesen malos, entonces Kein debería serlo.

—Pero Kein... no se ha criado con humanos.

—¿Sugieres entonces que yo, o cualquiera de estos otros chocobos, somos malos? Hemos sido criados entre humanos, muchos desde que somos muy pequeños. Según esa lógica... deberíamos ser como ellos. Porque solo seríamos chocobos por fuera, ¿no? Por dentro seríamos como los humanos.

Boko empezaba a sentirse confuso. Orion era demasiado buen orador para él.

—... no todos los humanos son malos. Es un hecho que debéis aceptar.

—V-Vaya, señor Orion... no sé qué decir, yo... —Boko se replegó, escondiendo ligeramente su cabeza entre sus alas—. Solo quiero que todo vuelva a ser como antes...

Sí... ojalá todo pudiese ser como antes, ¿verdad?

—Apuesto a que Rigel piensa lo mismo —siguió Orion—. He visto su cara, su expresión. No es el más alegre de los humanos, pero lo de hoy era pura tristeza. Puro dolor. Si realmente perdió a uno de sus compañeros... entonces creo que tenéis más en común de lo que pensáis. Ambos perdisteis a alguien importante en ese bosque.

—... mamá... —susurró Boko.

Ese tal Orion... parecía saber mucho de los humanos, y del tal "Rigel". El humano que le trajo hasta donde se encontraban. Fuese o no "bueno", Kein tenía otro objetivo en mente: averiguar por qué. Quería saber por qué su madre tuvo que morir. Por qué el bosque sufrió todo aquel desastre, provocado por humanos. Qué era lo que les hizo actuar así, y... quiénes eran responsables de ello.

Y quizá ese chocobo se lo podría decir.

>> ¿Qué hacían los humanos en el bosque?
>> ¿Quién es exactamente Rigel?
>> ¿Dónde estamos ahora mismo?

 

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Las etiquetas, damn.
Lucas Diamond
madarauchiha

 

Rigel Betelgeuse

El golpe de la espada terminó con Wezen, y los cañones de los gemelos con la rebanadora. Había sido una batalla difícil, pero al fin los teníamos donde queríamos, no había nada que pudieran hacer. A punto de desmayarse y perder la conciencia, Wezen rio con maldad. No sé bien qué llegó a hacer, toqueteando la máquina, pero consiguió que esta comenzase a volverse loca, llegando a pegarse al árbol. Qué narices...

Fue entonces cuando los gemelos dieron la señala de aviso. Esa máquina... iba a explotar. ¡Joder, iba a cargarse al árbol y a todos los animales del bosque! ¿¡Estaba mal de la cabeza acaso!? Uno de los chocobos, el más pequeño, luchaba con Wezen, por mantenerlo allí preso, junto a la máquina. I-iba a... ¿Iba a sacrificarse? ¿Iba a morir Wezen allí? Ugh. Tuvimos que correr, arrastrando Biggs al chico salvaje con él.

Entonces, Wedge miró hacia atrás. Sentía la pena del salvaje, sintió su dolor al ver al chocobo quedarse allí, reteniendo al capitán. Y corrió, desobedeciendo mis órdenes de huida. Corrió hacia él, hacia el sitio donde todo iba a quedar destrozado en cuestión de segundos. Un brillo cegador envolvió el bosque en cuestión de segundos, y solo vimos al chocobo salir, corriendo detrás de nosotros. E-era...

Wedge había... No lo había hecho, ¿no?


***

La huida acabó llevándonos a Doli, el poblado por el que habíamos pasado anteriormente, hogar de Biggs y Wedge. Aún no habíamos tenido tiempo de asimilar nada de lo que había ocurrido, ni siquiera habíamos pensado si era buena idea pararnos aquí o no. Pudimos quedarnos en una posada, mientras que el salvaje y su hermano chocobo se quedaron en un estable de la posada. Intentamos no dar muchas explicaciones sobre por qué se quedaría allí: estaba dormido y era el momento adecuado para no llamar mucho la atención. Biggs y yo descansamos en una de las habitaciones.

No pude dormir en ningún momento, dándole vueltas a lo que acaba de ocurrir. Wedge había... ¿muerto? ¿Se había sacrificado por el chocobo? ¿De verdad? Y no solo él, también Wezen. Aunque me resultase un tipo malencarado, no le deseaba ese final... Encima, si todo lo que había dicho era cierto, ahora éramos traidores del imperio, ¿no es así? ¿Cómo íbamos a regresar? ¿De qué manera le diríamos a Darek que el capitán de la operación había muerto porque nosotros nos habíamos interpuesto, sacrificando a uno de mis soldados? No tendríamos ninguna oportunidad de sobrevivir, nos apresarían y acabarían con nosotros, si es que de verdad esas eran las órdenes. Mi cabeza daba vueltas: no podía entender nada, no sabía cómo debía actuar, qué protocolo seguir.

Me fijé entonces en que Biggs no estaba allí. Habría salido, y sabía perfectamente adónde. Incapaz de dormir, salí yo también y me dirigí a la tumba de la hermana de los gemelos.

—Biggs —llamé su atención, cuando estuve allí. El chico se giró rápido, para luego pedirme que me fuera a dormir, pues debía estar cansado después de usar tanta magia. Obvié sus palabras y caminé hacia su lado, con las manos recogidas tras la espalda.

>>... Tu hermano dio la vida por ese chocobo, Biggs. Fue su elección, no podemos hacer nada. Antes de marcharse, sus últimas palabras fueron para ti. Dijo que si fueses tú el que estuvieses allí, le hubiese gustado que alguien te salvase, como hizo él, ¿recuerdas?

Ugh, ¿por qué se me daba tan mal esto? Nunca había estado a solas con uno de los gemelos, siempre los había visto juntos. No sabía ni cómo reaccionar, ni qué decir de ahora en adelante.

—Lo que quiero decir es... Que tu hermano querría verte salir adelante. ¿No crees, Biggs? —dije, ya a su lado, aún con el gesto de cortesía.

 

Biggs agachó la cabeza. Como por instinto, sus ojos se focalizaron en la tumba de su hermana. Casi parecía que buscase consuelo, consejo; que buscase el apoyo de su hermana en momentos difíciles para él. Y suspiró, apretando los puños. Contenía las lágrimas de tristeza con mucho esfuerzo, hablando con la voz entrecortada.

—... e-es fácil decir eso, jefe, pero... no sé si voy a poder aceptar lo que ha pasado —fue entonces cuando se frotó los ojos, y, con gesto severo, miró a Rigel—. El chocobo al que salvó. Wedge dijo que el niño salvaje era "su hermano". Fue como si lo hubiese sentido de alguna manera. Él siempre fue así de perceptivo, de intuitivo, ¿no? Era listo, no como yo, ¿eh?

>> Ese chocobo, y el chico salvaje... ojalá pudiese entenderme con ellos. Quiero preguntarles muchas cosas. El chocobo fue salvado por Wedge; él le vio morir —frunció el ceño—. Quiero... quiero que me lo diga. Quiero saber qué pasó cuando se perdió en aquella explosión. Cómo logró quitar de encima de Sirius a ese chocobo, y cómo hizo para salvarle. El chocobo estaba dispuesto a sacrificarse, pero Wedge lo sacó de allí, de algún modo. Quiero saber cómo.

Y comenzó a caminar, con paso firme, decidido, pero... pesado.

—Jefe, voy al establo. Ese niño salvaje es un humano, ¿no? Pues lograré entenderme con él. Como que llamo Biggs... que lograré que ese niño me entienda y me traduzca lo que sea que diga el chocobo. Necesito saberlo todo si quiero aceptarlo.

... Biggs... Biggs estaba agarrándose a la posibilidad de que Wedge siguiese vivo. Estaba claro que esperaba oír algo, cualquier cosa, que Boko pudiese decir sobre el momento en el que Wedge lo salvó. Que deseaba que le dijese "vi cómo se salvaba y huía", o algo por el estilo.

Estaba realmente desesperado, y... era evidente que tenía razón. No había aceptado la muerte de su hermano.

Contenido oculto

Necesito que madarauchiha (te etiqueto de nuevo para que lo veas) responda, y ya podremos seguir.