Platino.

Platino.

Título: Platino.
Summary: Lo único que él sabe hacer es lastimarla...
Fandom: Sakura Card Captor.
Pareja: Yue x Sakura.
Tipo: One-Shot.
Cantidad de palabras: 459 + título.
Clasificación: K.
Advertencias: Universo Alterno; OoC en cierta forma.
Género: Romance.

PLATINO.​

Una vez más, se encontraba en la habitación, con la mejilla pegada al suelo, la mirada vacía y de lágrimas cubierto el rostro. De nuevo había escuchado que él no la quería, que ahora sería ella, y sólo ella, la que habitaría en aquella mansión.

Tersas manos la envolvieron. ¿Era él?

—No muestre su debilidad, mi señora —rogó la voz aterciopelada de su lacayo preferido. Ella no contestó, tal vez porque no había sido Syaoran, tal vez porque no tenía voz después de todo lo que había llorado.

Delicado fue el trato que la flor de cerezo recibió a pesar de todo. La cabeza con cuidado fue llevada hasta la pierna de aquel muchacho, quién se había sentado a su lado, para escuchar.

—Se ha ido rápido… —susurró.

Pronto aquel casi inaudible sonido fue cortado de raíz por un afligido gemir, un llanto que, aunque tenía un fuerte volumen, dejaba salir tan solo dolor, más no tristeza en concreto. El cabello castaño de la joven ocultó sus ojos, hinchados por tanto llorar, pero fue rápidamente retirado por su lacayo, mirándola directamente.

—Basta… —pidió, acariciando la palabra con tanta dulzura que a la joven Sakura conmovieron—. Si él fuera merecedor de sus lágrimas, no haría que las derramara.

Perdida en el líquido plateado de sus ojos, la cereza cesó su llanto. Le miró desconcertada por un instante, para luego hundir su rostro en el torso de su siervo.

A la mañana siguiente, una brisa fresca golpeó su frente, acompañada de un cálido y agradable rayo solar. El par de jades no tardaron demasiado en resplandecer.

—Buen día, mi señora —La puerta se abrió.

El lacayo cruzó la habitación en un momento, sin apartar la mirada de la castaña, sorprendido porque ésta también lo miraba. Cosa extraña.

—¿Pasa algo, mi señora? —Se preocupó. Ella negó, briosa.

—Estoy más que bien, Yue.

De nuevo, Sakura se comportaba rara; ella jamás pronunciaba su nombre.

La hora de la comida llegó pronto, y Sakura se había puesto su vestido favorito. Al parecer se encontraba contenta… cosa extraña, otra vez. Aunque el peli-plateado no comprendía del todo la actitud de su dama, optó por callar, pues no quería que derramara una sola lágrima más. No permitiría eso mientras viviera.

Cuando, por fin, llegó la noche, Yue se aseguró de que la chica estuviera dormida para poder ir hasta su habitación tranquilamente. Así, luego de su rutina nocturna, dejó caer su cuerpo sobre el colchón.

Y la puerta sonó, una vez.

Él se levantó rápido, abriendo la puerta de golpe: Nada. Enarcó la ceja y, antes de cerrar la puerta, vio una pequeña servilleta en el piso, con una “S” en una esquina. La tomó entre sus manos y leyó: “Gracias por lo que haces”.