Lo había logrado tras meses en el garaje, había fabricado el arma más mortífera de todas. Ahora ese gato que tenia por mascota iba a saber quien es quien manda. Armado y listo sube con el arma cargada de pepinillos mientras el felino dormía de forma placida sin saber que le espera un horror. Abre la puerta, apunta al gato y...¡PUM!. La venganza siempre sabe bien. Fin