Phantomdieb Y La Princesa

Tema en 'Relatos' iniciado por Dark RS, 16 Enero 2013.

  1.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Escritor
    Título:
    Phantomdieb Y La Princesa
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    8775
    Bienvenidos a ésta historia de aventura y amor. Está basada levemente en el cuento indú de La Princesa y El Esclavo, claro que adaptandola a un mundo alterno, con personajes completamente creados por su servidor y adaptado a mi estilo.
    Espero que sea de su agrado.
    Se la dedico a mi princesa Sheccid.

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    Esta historia toma lugar en un mundo distinto a la tierra, un planeta habitado por elfos, centauros, hadas y muchos otros seres distintos. Esto sucedió en un país habitado exclusivamente por elfos; Kreig der Herrlichkeit, gobernado por cuatro Káiseres que tienen un tratado de paz, el cual surgió luego de casi mil años de sangrientas batallas entre los cuatro reinos por el control absoluto del territorio, en el cuál los káiseres prometen nunca levantarse en armas en contra del resto, si alguno lo hiciere, los tres restantes deben unirse y destruir por completo el reino del Káiser traidor y elegir un nuevo sucesor para ese territorio.
    En el sur, el Káiser Otis, es el más ambicioso de los cuatro, es hijo del Káiser Irre que firmó originalmente el tratado de tregua, le parece un desperdicio ese tratado, ambiciona conquistar todo el país élfico y con los ejércitos combinados de los cuatro reinos le sería muy fácil conquistar el continente en menos de veinte años.
    El Káiser tiene una hija de quince años, la quiere con toda su alma, aunque la cambiaría en un instante por la oportunidad de derrocar a cualquiera de los Káiseres vecinos.

    El castillo del sur está rodeado por un foso de agua negra habitado por serpientes marinas que alimentan con los criminales condenados a muerte, alrededor del foso se erige la ciudad del sur en la cual habitan al menos cien mil elfos, la ciudad es rodeada por una enorme muralla de roca que mide más de treinta metros de altura y es custodiada permanentemente por cientos de arqueros que tienen la orden de matar a cualquier extraño que se acerque a menos de cien metros de los muros. Decenas de ciudades y poblados se levantan en el reino del Káiser Otis, haciendo que el ejército del reino del sur sume un total de dos millones y medio de elfos entrenados y dispuestos a morir por su dirigente, a pesar del asombroso tamaño de la armada del sur, su número es mucho menor al de los reinos de norte y el este por separado.

    En los cuatro reinos corre el rumor de un ladrón legendario que ha entrado a tres de los cuatro castillos del país y ha robado joyas, armas y el estandarte que cuelga sobre el trono de cada Káiser; todo esto pasando por la estricta seguridad de cada castillo y sorteando cientos de trampas en su camino.
    En su intento por entrar al castillo del sur; logra evitar a los arqueros con mucha facilidad, logra pasar en medio de la ciudad sin llamar la atención. Pero su travesía llega a su fin al caminar por la cornisa del castillo para llegar a una ventana desprotegida, para su mala suerte la falta de mantenimientos de las paredes del castillo hacen que una parte se derrumbe, lo cual lo hace caer, logra agarrarse de una ventana que está a pocos metros de él y entra de golpe, maldice su suerte al verse dentro de las habitaciones de los soldados y ser rodeado por al menos veinte elfos armados con lanzas y espadas; a pesar de haber entrenado con los mejores maestros de armas y combate de los cuatro reinos, decidió entregarse a morir estúpidamente luchando una batalla que no ganará.
    Lo llevan al calabozo del castillo para esperar por su condena que será decidida por el Káiser en persona.
    El calabozo del castillo es un lugar bastante pequeño e incómodo con solo dos celdas separadas por un muro de roca y barrotes de acero, normalmente están vacías ya que los prisioneros no duran mucho tiempo en su interior.

    Una joven elfina baja al calabozo al ver que varios guardias llevan a un prisionero a las celdas del castillo, le da curiosidad averiguar que clase de ser es el que acaban de condenar a una vida de confinamiento muy corta, ya que probablemente alimenten a las serpientes marinas con su carne antes del final del día.
    Lo observa desde las sombras asegurándose que él no la pueda ver; el elfo tiene un poco más de veinte años, de piel clara como todo elfo de los cuatro reinos, de cabello entre plateado y dorado largo, lo cual evidencia que es un rebelde, ya que los soldados deben llevar el cabello corto por ley, tiene ojos color verde oscuro que siempre luce fruncidos, pero lo que más le llama la atención a la chica es el tamaño del prisionero; casi dos metros de altura, con rastros de músculos en proceso de formación, usa una armadura de cuero color negra, con una camiseta blanca y pantalones cortos negros por debajo.
    El joven elfo encerrado en la celda se encuentra sentado observando a una elfina bastante joven que piensa que se está ocultando en las sombras. La chica tiene unos quince años, largo cabello dorado recogido con una trenza, enormes ojos verde claro con cierto toque de inocencia en ellos, con ligeras ojeras que evidencian su gusto por la lectura, su piel es pálida por estar encerrada en el castillo la mayor parte del tiempo, lleva un hermoso vestido purpura largo con un lazo dorado alrededor de su cintura.
    — ¿Qué quieres, princesa? —menciona la ultima palabra con cierta ironía en su tono.
    — ¿Cómo supiste que estaba aquí? —interroga la chica saliendo de su escondite —y aún más importante, ¿cómo supiste que soy una princesa?
    —Eres mala para esconderte —le aclara mirándola de pies a cabeza —y es obvio que eres la hija del tal Otis; vestido ostentoso, tienes ojeras bajo tus ojos, lo que quiere decir que lees a escondidas por las noches, tu cabello está muy cuidado para ser una doncella —argumenta las razones que lo hicieron llegar a esa conclusión.
    —No me convence lo que acabas de decirme —comenta la chica jugueteando con la falda de su vestido.
    —Te pongo nerviosa, ¿cierto? —menciona dando una ligera sonrisa.
    —No, es eso, ¿qué hiciste para que te encerraran? —pregunta curiosa la princesa.
    —La falta de mantenimiento de este castillo me trajo aquí —responde bromeando, obviamente la chica no entendió la broma.
    — ¿Qué quieres decir?
    —Nada —se acuesta en su celda y se queda mirando el sucio techo lleno de moho — ¿te enviaron a interrogarme?
    —No —responde ella extrañada, su padre nunca la dejaría acercarse a los calabozos y si se enterara que bajó la castigaría durante un año —me da curiosidad, es todo —aclara pateando una pequeña piedra que se encontraba cerca suyo.
    —Que mas da —se dice en voz baja — ¿conoces al ladrón que ha robado en tres de los cuatro reinos? —pregunta comprobando si se ha escuchado hablar de él en esta región.
    — ¿Eres… eres… Phantomdieb? —la chica intenta averiguar si el prisionero es el ladrón legendario que ha robado tres de los cuatro estandartes, abre sus grandes ojos verdes emocionada esperando la respuesta.
    — ¿Phantomdieb? —se sienta confundido, es la primera vez que escucha que se refieran a él con ese nombre.
    —Así te puse —confiesa sonrojada, no se atreve a decirle que admira sus habilidades y que deseaba conocerlo desde hace dos años cuando escuchó por primera vez sobre él.
    Él frunce el ceño y se acuesta nuevamente —voy a dormir, princesa, lárgate de mi habitación.
    —Pero, tengo tanto que preguntarte, ¿cómo pasaste la seguridad del castillo del norte?, ¿qué sucedió con las joyas robadas?, ¿para que usas los estandartes? —al ver que no le contesta hace una última pregunta —al menos dime cuál es tu nombre.
    Ninguno dice nada durante un largo minuto, solo se escucha una molesta gotera que cae en la celda vecina.
    La chica se da la vuelta y se dirige hacia las escaleras que la llevarán al piso superior.
    —Alois —se escucha decir al chico sin moverse.
    Ella se voltea y sonríe —Soy Adilaida, mucho gusto —sube corriendo las escaleras.

    La chica regresa a visitarlo al día siguiente, ninguno dice nada, él se dedica a mirarla con el ceño fruncido y ella se la pasa apartando la mirada.
    Al tercer día, al anochecer la elfina vuelve a visitarlo, pero esta vez tiene muchas preguntas y no se irá sin respuestas.
    — ¿Qué haces aquí? —pegunta la joven decidida a conseguir una respuesta directa.
    —Me atraparon y estoy esperando a que alimenten una serpiente marina conmigo —replica con una sonrisa conspiradora.
    — ¡No es verdad, llevas el triple de tiempo que cualquier otro prisionero, además los guardias que te apresaron no aparecen y nadie parece tener idea que estás encerrado aquí! —reclama a todo pulmón.
    —No son más que una serie de eventos sin relación entre ellos —pone una mueca burlona cuando dice esto.
    — ¿Y la comida que ha desaparecido es parte de esa serie de eventos sin relación? —pregunta de manera irónica.
    —Probablemente —se levanta mostrándole a la joven princesa por primera vez su enorme tamaño obligándola a levantar la cabeza para mirarlo a los ojos.
    —No me asustas —la chica saca pecho intentando lucir poderosa, un intento bastante patético desde el punto de vista de Alois.
    — ¿Crees que puedo salir de esta celda cuando quiera? —la chica traga saliva nerviosa, con un asombroso movimiento el elfo arranca la puerta de acero y derriba a la chica, se coloca sobre ella y le coloca un cuchillo sobre su garganta —es una idea algo ridícula, ¿no crees?
    — ¿Qué harás ahora?, ¿me matarás?, ¿abusarás de mi y luego me degollarás? —reta con voz temblorosa Adilaida.
    —No —debo acelerar mi plan, piensa—creo que te mantendré a mi lado un rato.
    La elfina se sonroja —eso me encantaría.

    Esa noche desaparecieron las joyas más valiosas del castillo, varias esculturas y el estandarte que cuelga sobre el trono.
    Cuatro sombras salen del castillo cargando el botín, el elfo deja a la chica en su habitación y se para junto a la ventana.
    — ¡Llévame contigo! —pide ella con el corazón latiendo rápidamente.
    —La vida de un ladrón no es apta para una princesa —reclama él con el ceño fruncido.
    —Pero… si no me llevas voy a… —no sabe como explicar que su padre la quiere casar con un elfo de otro reino para conseguir más soldados.
    —No me importa que te suceda —dice esto con tal indiferencia que Adilaida siente que su corazón se parte en mil pedazos —tengo lo que quiero.
    La joven princesa comienza a llorar.
    El ladrón se prepara para lanzarse por la ventana —buenas noches, princesa.
    Cuando ella voltea a mirarlo ya él había desaparecido.

    Pasa un año, el ladrón que entró y robó en los cuatro castillos de los elfos se ha convertido en un personaje legendario, sus hurtos se volvieron cada vez más osados y el valor de los objetos fue creciendo con cada robo, se le vio en los países vecinos y se le atribuyen cientos de asesinatos y miles de robos.
    Adilaida sigue sufriendo por la partida del ladrón que en solo tres días logró robar su corazón, y para aumentar su dolor la fecha de su encuentro con el Káiser del oeste se acerca, y sabe que su padre la quiere comprometer con ese elfo para tener control sobre el ejército del oeste y así conquistar los cuatro reinos.
    Llega el día en que el Káiser Varik llega al reino del sur, viene acompañado por al menos doscientos guardias, diez mercenarios contratados para su seguridad y dos de sus tres esposas.
    Sus soldados se dispersan por todo el castillo; se reúne con el Káiser Otis en un salón custodiado por soldados de ambos bandos. La princesa Adilaida logra escabullirse en el salón sin ser vista y se oculta detrás de una columna de granito pulido para escuchar la conversación.
    —El trato es claro, cuando despose a tu hija tendrás a mis soldados para que ataques al reino del este —afirma Varik en tono serio.
    —Puedes tenerla ya si eso me permite dirigir a tu ejército mañana mismo —intenta negociar Otis impaciente por tener a los cuatro reinos bajo su mando.
    —Recuerda que la impaciencia es la debilidad del fuerte —comenta el Káiser del oeste —yo solo tengo tres esposas a la vez, pero no alarmes, al cumplir treinta las remplazo, en tres años más tu hija será mi concubina y mi ejército será el tuyo.
    —Me parece bien —acepta Otis no muy complacido —esperaré tres años, puedes llevarte a mi hija contigo como señal de buena voluntad.
    —Aprecio su gesto —hace una reverencia —milord.

    Adilaida corre a su habitación, cierra la puerta de golpe y atraviesa todo lo que encuentra para trabarla.
    Se asoma por la ventana y busca desesperadamente al ladrón que robó su corazón, sabe que su búsqueda es inútil, el Phantomdieb fue visto por última vez en el reino del norte y es imposible que esté cerca, se tira al suelo y comienza a llorar.
    No les toma mucho esfuerzo a los guardias sacar a la joven princesa de su habitación, por indicaciones del Káiser una de las doncellas del castillo debe acompañar a la joven elfina, la elegida es la doncella Jozlin; tiene casi la misma edad que la princesa, de cabello ondulado y plateado que le llega hasta la mitad de la espalda, ojos azules pequeños, con una pequeña cicatriz en su mejilla derecha, usa un vestido verde claro con zapatos azules de piel de lagarto.
    A la mañana siguiente envían primero a la princesa y su escolta junto con un grupo de soldados con la indicación de esperarlos a un día de camino.
    El Káiser Varik queda atrás junto con un grupo de al menos cien soldados y mercenarios. Al caer la noche comienza la masacre, los soldados de Varik asesinan a los consejeros, a los soldados que se encontraban en el castillo y por último el mismo Káiser del oeste degolla a Otis sin siquiera parpadear.
    —Ingenuo —reclama al agonizante Otis —solo un idiota intentaría romper los tratados —le clava un cuchillo en la garganta liberándolo de su sufrimiento.
    Al asegurarse que cada soldado, doncella, consejero y el Káiser Otis estuvieran muertos, Varik se retira del castillo complacido de haber conseguido una prometida tan hermosa como lo es Adilaida sin tener que dar nada a cambio.

    Al mismo tiempo que ocurre la masacre, la princesa conversa con su doncella mientras los soldados levantan el campamento para pasar la noche.
    — ¿Qué sucederá conmigo? —pregunta alterada la elfina de cabello dorado.
    —Contraerá nupcias con el Káiser Varik —le aclara Jozlin —pero será hasta que una de sus tres esposas fallezca.
    —Yo no quiero —susurra enterrando su rostro entre sus piernas.
    —No tiene opción, fue un arreglo entre Káiseres —aclara la doncella acariciándole la cabeza para tranquilizarla.
    —Me encantaría volver a verlo —susurra para si misma —mi ladrón.
    — ¿Qué sucede miladi? —interroga al oírla murmurando.
    —Nada —responde cortante. Ninguna dice nada más en toda la noche.

    Pasan tres meses, la noticia de la masacre en el castillo del sur llega a los oídos del resto de los káiseres, se declara una reunión en el castillo del difunto Káiser Otis para elegir a su sucesor.
    Tres ejércitos de miles de elfos se reúnen alrededor del castillo del sur, únicamente los tres Káiseres tienen permitido entrar al castillo, se reúnen en el salón de juntas.
    —Sin importar que ocurrió, debemos elegir a un nuevo dirigente para el sur —propone el Káiser Lanza del este.
    —De acuerdo —acepta Varik fingiendo tristeza por la muerte de Otis.
    —Sin embargo —añade el Káiser Garín del norte —sin un miembro del consejo va a ser una decisión difícil.
    —Pero si queda alguien del consejo —aclara una voz que proviene del otro lado de las puerta, éstas se abren y un elfo de más de veinte años entra al salón, lleva puesto un elegante traje amarillo adornado con gemas —disculpen la intromisión, soy Alois, miembro del consejo del anterior Káiser Otis.
    Al momento el Káiser del oeste se da cuenta que es un impostor, pero no hay forma de que lo diga sin levantar sospechas —me alegra que alguien sobreviviera, ¿sabe quién cometió semejante barbarie?
    —Lamentablemente no, estaba en una misión diplomática en Land, acabo de regresar justo hace unos momentos, cuando me enteré de los sucedido vine a toda prisa para comprobar que fuera cierto —Alois logra convencer a los Káiseres de que lo que acaba de narrar es cierto.
    —No veo problemas —añade Garín un poco serio —pereces estar diciendo la verdad, déjanos a solas para discutir este asunto —pide amablemente el Káiser del norte.
    —Por supuesto, milores —el alto elfo sale del salón cerrando la puerta con cuidado.

    Un ser que se oculta entre las sombras le habla a Alois — ¿se lo creyeron, jefe? —cuestiona impaciente el ser.
    —Varik no me creyó, pero él fue quien asesinó a Otis, así que no dirá nada —hace una pausa —pero tengo plena seguridad que en unos días seremos los dueños del sur.
    — ¿Quiere que me quede?
    —No, prepara al resto —Alois sonríe confiado, es la primera vez que intenta robar un reino completo y va por buen camino.
    Se oye a uno de los Káiseres llamar al ladrón.
    —Me llamaron, milores —entra Alois fingiendo respeto.
    —Sí —responde Lanza —hemos decidido que tú serás el nuevo Káiser del sur, aunque nos reservamos el derecho de quitarte el puesto si nos enteramos que vas por mal camino —advierte seriamente.
    —Me honra que me eligieran —hace una reverencia —no los decepcionaré, milores.
    —Eso esperamos —amenaza Varik desconfiado.
    Los tres káiseres salen del reino del sur con prisa, eligieron al sucesor de Otis sin pensarlo mucho, sin embargo, en cuanto a ellos concierne el reino del sur se puede convertir en cenizas.

    Al tercer día de su coronación y después de varios rituales y ceremonias que lo coronan como el Káiser del sur, Alois se dispone a disfrutar una velada intima con sus amigos.
    En el salón de juntas hay una larga mesa con diez asientos de las cuales solo cinco están ocupados; el que queda al frente y los cuatro más próximos a ese.
    — ¿Por qué no bebe un poco, jefe? —pide un ogro de dos metros y medio de altura; de la variedad azul, de cabello negro corto, con grandes ojos verdes, usa un pantalón negro y un par de correas de cuero blancas alrededor de su enorme cuerpo, tiene casi veinticinco años.
    El elfo lo mira durante un instante y luego se pierde en sus propios pensamientos nuevamente, tiene puesto el traje de káiser ceremonial.
    —Vamos, jefe —insiste el ogro — ¡hay que celebrar nuestra nueva posición en la realeza!
    — ¡No lo molestes, Témpano! —reclama una hermosa sílfide que está sentada frente al ogro; de piel verde claro, con grandes ojos amarillos, de largo cabello azul amarrado con una raíz negra de una extraña planta medicinal, usa una armadura de cuero color negro con una camiseta blanca y una pantaloneta corta negra que usa debajo de la armadura, luce muy joven para sus dieciocho años.
    — ¡Que molesta eres, Letzy! —devuelve el ogro con el ceño fruncido —sólo intento que el jefe se divierte un poco.
    —Tú sabes que Alois no bebe —le recuerda la sílfide.
    —Pero, todos estamos bebiendo —apunta el dedo a un joven alquimista que se encuentra semiinconsciente por el alcohol que ingirió.
    — ¡Fabián! —reprende Letzy al alquimista.
    Fabián no responde, está bastante intoxicado; el alquimista no pasa de los trece años, cabello negro, ojos castaños, piel morena, usa el mismo conjunto que la sílfide.
    —No te enojes —interviene un vampiro de piel blanca, ojos púrpura, de cabello plateado corto que usa la misma armadura que el alquimista, pasa de los doscientos veinte años, aunque luce de veintidós —él quería probar el vino, yo solo le di más de lo que aguantaba.
    — ¡Fabián es muy joven para beber! —reclama la chica —¿quién te crees para embriagarlo?
    —Escucho un molesto ruido —dice el vampiro tomando un trago de vino.
    — ¡Alois, mira a Rem, me está molestando! —acusa la chica haciendo pucheros.
    —Deja de molestar a mi hermanita, Rem —reclama el elfo sin interés en lo que acaba de decir.
    — ¿Qué sucede, hermano? —interroga preocupada la sílfide.
    —No sé —responde suspirando — ¿saben que le ocurrió a la princesa de este castillo?
    —Creo que la comprometieron con Varik del oeste —responde Rem observando la reacción de su líder.
    — ¡Oh, te robó el corazón, hermano! —asegura Letzy sonriendo.
    —Ni idea —contesta extendiendo su mano —ven Scorpio.
    Una quimera de tres metros de altura que se encontraba acostada en un rincón de la habitación se acerca a elfo; tiene el cuerpo, cabeza y melena de león, patas y alas de águila y cola de escorpión.
    —Me asusta Scorpio —murmura medio dormido Fabián.
    La quimera se hecha junto al elfo.
    —Creo que me preocupa el destino de la princesa —confiesa el elfo con tristeza, acaricia la cabeza de la quimera.

    El vampiro coloca su mano en su bolsillo, saca tres cucharas, le lanza una al alquimista, una a la sílfide y la última al elfo.
    La primera cuchara golpea a Fabián, este no siente el golpe, la segunda pega en la frente de Letzy, la tercera es atrapada por Alois con su dedo índice y medio, luego la coloca en la mesa sin darse cuenta de lo que acaba de ocurrir.
    — ¡¿Por qué hiciste eso?! —reclama la sílfide.
    —No sé, quería ver si Fabián se levantaba, si los reflejos del jefe están al máximo aunque esté deprimido y por que me caes mal —confiesa burlándose.
    — ¿De donde sacaste las cucharas? —cuestiona Tempano curioso sobre la procedencia de las cucharas.
    —Me las robé de la cocina —por excepción del elfo, todos comienzan a reírse.
    Al ver que Alois no se ríe, Letzy deja de reírse —hermano…
    —Adoro esta vida —comenta Tempano bebiéndose su décima copa de vino — ¡deberíamos dejar la profesión de ladrones y dedicarnos a descansar por el resto de nuestras vidas!
    El elfo se levanta furioso, lo golpea con su puño derecho derribándolo de su asiento — ¡ya olvidaste por qué nos convertimos en ladrones! —reclama furioso.
    El ogro se soba su adolorido rostro —no —responde simplemente mientras la imagen de su hogar en llamas invade su cabeza.
    —Que escandalosos —susurra el alquimista despertándose con dolor de cabeza.
    —Disculpa, jefe, me dejé llevar por el poder —se disculpa el ogro poniéndose de pie, levantando su asiento y sentándose nuevamente.
    — ¿Qué haremos? —cuestiona Rem sacando un tenedor y haciendo ademán de lanzárselo a la sílfide —ya sabe, sobre la princesa.
    — ¡La rescataremos! —grita Letzy quitándole el tenedor de la mano al vampiro —¿cierto? —mira al elfo ansiosa.

    Pasan un par de minutos decidiendo el plan.
    Alois levanta su copa de la cuál no ha bebido ni un trago — ¡por los que han perdido una hermana!
    Tempano hace lo mismo pero con su doceava copa servida — ¡por los que han perdido su hogar!
    Letzy se levanta emocionada y choca su copa con jugo de frutas contra las de sus compañeros — ¡por los que han perdido a un hermano!
    Rem se incorpora y choca con delicadeza su copa contra el resto — ¡por los que han perdido un amor!
    Fabián se levanta mareado y con mucha dificultad coloca la suya junto al resto — ¡por los que han perdido a sus familias!
    La quimera toma con su cola una copa vacía de la mesa y la pega junto al resto, luego gruñe un poco.
    El elfo lo mira mientras gruñe, luego sonríe comprendiendo lo que dice — ¡por los que han perdido a sus hijos!

    Chocan nuevamente las copas, el elfo se quita su traje de Káiser mostrando que debajo lleva una armadura parecida al de la mayoría de sus compañeros.
    — ¡Conmigo el que quiera! —grita Alois entusiasmando al resto de su banda.
    — ¡Contra nosotros el que pueda! —gritan los demás rompiendo las copas produciendo una lluvia de vino y vidrio.

    Tres meses después, en el castillo del oeste. Adilaida y Jozlin conversan en una habitación ubicada al extremo norte del castillo.
    —No me gusta esto —comenta con tristeza Adilaida mirándose al espejo, lleva un traje de novia color celeste claro, ampliamente escotado y usando demasiado maquillaje —parezco hada.
    —Pero, miladi, así es como le gusta al Káiser Varik —le recuerda la doncella sintiendo la tristeza de la princesa.
    — ¡Maldito Varik! —grita a todo pulmón la chica pateando el espejo — ¡mató a una de sus esposas solo para casarse antes conmigo!
    Jozlin no sabe que decir, ella misma fue testigo de cómo el Káiser del oeste decapitaba a su esposa mayor y dijo grotescamente que deseaba poseer a la princesa Adilaida lo antes posible.
    — ¡Ayúdame a escapar! —pide llorando a la doncella.
    —Me encantaría, pero nos matarían antes de siquiera poder salir por esta puerta —le aclara recordándole que hay dos guardias con lanzas del otro lado de la puerta.
    La princesa se sienta en el suelo y mete su cabeza entre sus piernas, comienza a llorar —mi ladrón.
    La doncella se arrodilla y le acaricia la espalda a la princesa —llorar no solucionará nada, además no entiendo cómo se enamoró de ese ladrón si solo lo vio en tres ocasiones, he incluso la amenazó con un cuchillo —reclama en tono maternal.
    —No sé cómo explicarlo, fue la experiencia más emocionante que he vivido en toda mi vida, además su imponente presencia aunque me asustaba un poco me parecía agradable, fuerte, el mejor ladrón de todo el mundo conocido —se limpia las lágrimas con el vestido manchándolo con maquillaje —y que los dioses me perdonen, pero quiero ser igual a él, quiero ser… quiero ser su…

    Las palabras de la princesa son interrumpidas por gritos que provienen del pasillo.
    — ¡Quédese aquí, miladi, saldré a ver que ocurre! —ordena Jozlin actuando valerosamente.
    La doncella sale cerrando inmediatamente la puerta tras ella, observa a un joven alquimista luchando contra un guardia, cuando mira al piso nota al segundo guardia atravesado por un bastón dorado con una gema roja sobre éste, en el bastón hay varios símbolos que sólo los alquimistas pueden leer.
    Al ver al joven en desventaja toma el bastón y golpea al elfo dejándolo inconsciente en el acto.
    —Gracias —agradece Fabián quitándole su arma de las manos de la elfina, luego la prepara y destroza la cabeza del guardia inconsciente —sexta regla de Alois “jamás dejes un testigo con vida”
    La doncella se encuentra estupefacta ante la atrocidad que acaba de presenciar, nota que un grupo de tres elfos llegan desde la espalda del alquimista — ¡cuidado! —advierte por inercia.
    Fabián se voltea y elimina fácilmente a los elfos con un solo golpe directo al corazón de cada soldado, toma el arco de uno de los recién asesinados elfos y se lo ofrece a la doncella —conmigo el que quiera —dice sonriendo, sabe que si quisiera dañarlo no le habría avisado, además en un espacio tan pequeño sabrá muy bien como dominar a la chica de ser necesario.
    — ¿Por qué me lo das? —pregunta tomando el arco con desconfianza.
    —Cuarta regla de Alois, “confía en tus instintos” —sonríe mostrando sus blancos dientes —te encargo a esos dos soldados —señala detrás de la chica —y yo de los cinco que vienen de este lado.
    La elfina se voltea y ve que justo en ese momento dos elfos aparecen doblando la esquina del pasillo, lo cuál la deja impresionada, no se explica cómo supo el alquimista que vendrían dos soldados sin verlos.

    Cuando terminan de luchar contra los soldados, la chica está exhausta, por su parte el alquimista luce bastante relajado, levanta su bastón y le susurra algo.
    Al verlo de pie sin hacer nada la doncella se desespera — ¡deberíamos movernos! —aconseja —en este momento miles de soldados deben venir aquí.
    —Quinta regla de Alois “siempre ten un plan de contingencia” —se voltea y golpea el suelo un par de veces con su bastón dorado —soy un alquimista; cien marionetas se encargan de eliminar a los guardias, mientras otras cuatro levantan las puertas del castillo evitando que lleguen refuerzos —se acerca ala chica y le besa la mano —me llamo Fabián.
    — ¿Qué haces?
    —Le doy mi nombre a una linda chica —comenta sonrojado.
    —Déjame adivinar, ¿otra regla de Alois?
    —No, de hecho es la primera regla de Rem —dice recordando que su amigo vampiro dice esa frase muy frecuentemente.
    — ¡La princesa! —grita recordando, abre la puerta de la habitación y luego la cierra inmediatamente con el rostro totalmente sonrojado —oye, ¿Alois mide como dos metros de altura y tiene el cabello largo? —pregunta intentando sacar de su cabeza lo que acaba de ver.
    —Sí, eso suena como él, ¿está ahí? —se dirige a abrir la puerta.
    La doncella lo detiene — ¡no!, dejémoslos un rato a solas —se queda en silencio un momento — ¿en verdad nadie vendrá? —pregunta calculando si en verdad tienen ese rato extra que darles.
    —Claro, yo solo limpiaba lo que el jefe dejó atrás —afirma orgulloso.

    Al mismo tiempo, cuando la doncella sale de la habitación.
    — ¿Qué hiciste para que te encerraran? —se oye decir una voz masculina desde la ventana.
    Adilaida voltea a mirar a la ventana, ve de pie frente a las cortinas que ondean con la brisa de la noche a un enorme y familiar elfo — ¡Phantomdieb! —exclama derramando lágrimas de felicidad.
    —Ese soy yo —responde subiendo los hombres dándose por des entendido.
    La elfina se lanza sobre él he intenta besarlo, él se aparta haciéndola tropezar — ¡oye, me pude matar! —reclama furiosa.
    —Que exagerada princesa, es solo que no soporto eso que traes en la cara —le arranca un pedazo al vestido de novia dejando ver las piernas de la chica y limpia su rostro hasta quitarle todo el maquillaje —un poco mejor, te ves mejor sin eso.
    La princesa intenta abofetearlo, pero él le envuelve la mano en el pedazo de vestido, le baja la mano y le roba un beso.
    La elfina se sonroja, da varios pasos atrás y cae. Él se acerca y le extiende la mano para ayudarla a levantarse.
    —Atrevido —reclama la princesa preocupada — ¡no sabes que es suicida atacar así un castillo!
    — ¡Tu misma lo dijiste! —presume confiado —soy Phantomdieb, antes de venir aquí degollé a Varik, sus dos esposas, sus consejeros, sus hijos y generales y mientras hablamos uno de mis camaradas se encarga de cerrar las puertas del castillo y eliminar a los soldados restantes.
    Adilaida no sabe que la asusta más, lo que su ladrón acaba de confesar o que a ella no le interese en lo más mínimo.
    Se lanza sobre él haciéndolo caer, se coloca sobre su cuerpo y lo comienza a besar.
    —Pero, —deja de besarlo —cuando los otros Káiseres se enteren de esto arremeterán contra ti —comenta preocupada.
    —A tu padre lo asesinó Varik el mismo día que partiste del castillo, yo soy el Káiser del sur ahora —aclara.
    La princesa derrama lágrimas al enterarse de la muerte de su padre —Pero… Varik prometió…
    —Falsas promesas —apunta él tomándola de la cintura y sentándose con ella sobre su regazo, le acaricia el cabello consolándola.
    —Pero… pero… los otros… —no logra terminar la oración por el dolor que siente en su corazón.
    —Garín del norte y Lanza del este, bueno verás…

    Alois le cuenta sobre la conversación que tuvo con su banda tres meses antes en el castillo del sur después de su coronación.
    — ¿Cuál es el plan, hermano? —interroga Letzy emocionada.
    —Un ataque simultáneo —propone mirando la expresión de sus compañeros.
    — ¿Simultaneo? —el vampiro pide una explicación del plan.
    —Obviamente, si atacamos el este, el oeste y el norte unirán fuerzas y no será posible acabarlos —señala como si fuera algo evidente —si tomamos a los tres Káiseres desprevenidos tendremos la ventaja de dejar tres reinos sin cabeza.
    —Sin cabeza, ¿eh? —repite Tempano emocionado —denos los detalles, jefe.
    —Tomaremos los pegasos más veloces del sur, cabalgaremos en distintas direcciones; Rem y Letzy al oeste, Tempano y Scorpio al norte y Fabián y yo al este —se queda pensativo —Scorpio puede llegar en solo un mes cargando a Tempano, pero prefiero la velocidad de los pegasos como referencia, sin importar cuánto tarden en llegar, a la tercer luna llena a partir de mañana atacaremos los tres reinos al mismo tiempo.
    — ¿Por qué tanta precisión?, ¿no daría lo mismo atacar con días de diferencia? —pregunta Fabián un poco mareado por el licor.
    —No, si atacamos un castillo y logran enviar a un solo fénix mensajero, los otros reinos estarán sobre alerta y en pie de guerra en menos de dos días —aclara Alois.
    —Pero, ¿por qué debo ir con eso? —reclama Letzy señalando al vampiro.
    —Equilibrio —responde simplemente el elfo.
    —Confiésalo, te gusto, ¿no? —molesta el vampiro a la sílfide cuyo rostro se torna de un color azulado al oírlo decir eso.
    — ¡Eso quisieras! —le saca la lengua y voltea la mirada hacia Alois.
    —Una cosa más, asegúrense de eliminar a los Káiseres, sus esposas, amantes, hijos, consejeros, generales, chamanes, líderes espirituales, y quién pueda heredar el reino, si lo hacemos bien Kreig der Herrlichkeit estará en nuestras manos, y la desigualdad morirá con los Káiseres.

    Y así termina de narrarle el plan a la princesa.
    —Entonces levantamos nuestras copas e hicimos nuestro acostumbrado brindis de antes de una misión —dice haciendo un ademán como si levantara una copa.
    —No tenías que contarme todo lo que dijeron —hablando sobre la última parte de la historia que acaba de escuchar.
    —Pero, ya no estás llorando —le limpia con su dedo la ultima lágrima que corre por el rostro de la chica.
    La princesa se queda en silencio, él ladrón la toma entre sus brazos y la besa, en ese instante Jozlin abre la puerta, se sonroja y vuelve a cerrar la puerta.
    — ¿Nos vamos? —pregunta la princesa ansiosa por salir del castillo, repentinamente nota que ya no tiene puesto su vestido de novia — ¡¿cómo diablos sucedió esto?! —cuestiona al verse en ropa interior.
    —Ni idea —responde descaradamente el elfo tirando el vestido por la ventana —pero, supongo que tienes algo más apropiado para un viaje largo.
    —Sí —se dirige al armario de la habitación y saca el mismo vestido que usó el día que lo conoció —éste.
    —No sé, te ves mejor vestida como estás.
    La princesa le tira una almohada que él esquiva fácilmente.

    Unos minutos después salen de la habitación, encuentran a la doncella y a Fabián charlando muy entretenidos.
    — ¡Princesa! —se levanta la doncella feliz de ver a Adilaida sonreír —eso fue rápido —susurra decepcionada.
    —No hicimos nada —aclara Alois al escuchar eso.
    —Oh, entonces está bien —se acerca a la princesa — ¿en serio?
    — ¡Sólo nos besamos! —le contesta ruborizada.
    —Si ya terminaron —interrumpe el elfo, levanta a la princesa entre sus brazos —debemos huir, Fabián lleva a tu chica.
    —Pero, es más alta que yo —reclama parándose junto a la doncella, haciendo evidente que la elfina mide al menos diez centímetros más que él.
    —Bien —levanta a Jozlin junto a Adilaida, entra a la habitación y salta por la ventana, cae sobre un delgado cable de acero que había puesto más temprano para sacar a la princesa, corre por el cable sin perder el equilibrio ni una sola vez, Fabián los sigue de cerca, el cable termina en el muro que protege el castillo. Se lanza a una caída de treinta metros, lanza a Jozlin al aire, un pegaso negro pasa justo a tiempo para salvar del impacto a Alois y la princesa. La doncella sigue cayendo, justo antes de chocar contra el duro suelo Fabián pasa en un segundo pegaso y la salva.
    Los cuatro regresan al reino del sur y se reúnen con el resto de su banda.
    Alois es coronado Káiser de todo el país a los dos meses de los ataques y desposa a Adilaida a tan solo un mes de la coronación.

    Pasan setenta y tres años desde la coronación de Alois, Fabián a sus ochenta y seis años es conocido como El Gran Maestre, en la ciudad Tintagel que es la capital del país que lleva el mismo nombre, es el guardián y protector del poblado, enseña a los jóvenes el arte de la alquimia de manipulación de objetos inanimados.
    —Y fue así como Alois y el resto de mis amigos rescatamos a la princesa del reino sur —el alquimista anciano se aclara la garganta después de haber narrado la larga historia a un grupo de jóvenes alquimistas en una especie de clase al aire libre en la que todos están sentados sobre troncos acomodados en filas.
    — ¿Esa historia es verdad o la está inventando, Maestre? —pregunta un joven alquimista en uno de los asientos más alejados.
    —No importa lo que yo diga, sino lo que ustedes crean —le aclara dándole una mirada paciente.
    —Pues a mi me suena como un cuento muy malo —le responde el mismo joven bostezando.
    — ¡Cómo te atreves! —le reclama otro alquimista llamado Arturo —si el Maestre lo dice, es porque en verdad sucedió.
    El otro alquimista se queda en silencio, de todos a los que conoce, Arturo es al único que no quiere hacer enfadar.
    — ¿Qué sucedió con Phantomdieb y la princesa Adilaida? —pregunta una joven alquimista al frente llamada Nimue.
    —En poco tiempo tuvieron un hijo, por desgracia fallecieron en un accidente cuando el niño cumplió diez años —cuenta recordando —es una lástima que los descendientes de tan buenos elfos se hayan convertido en los monstruos que son ahora.
    — ¿Y el resto de la banda? —cuestiona nuevamente Nimue.
    —Con la muerte de Alois, todo se vino abajo —comienza a contar Fabian —el joven príncipe enloqueció con el poder y nos quiso ejecutar por nuestras famosas fechorías, no tuvimos más opción que escapar —tose secamente.
    — ¿Pero que les pasó después de eso? —pregunta impaciente la alquimista.
    —No sean impacientes a eso voy, —reprende paternalmente —Rem se le propuso de la manera más extraña a Letzy, le escribió con tinta sobre la frente “se mía”, la llevó frente a un espejo y supongo que le pareció romántico porque no se molestó, —recuerda riendo, él estaba presente cuando eso ocurrió —tuvieron tres hijos, un vampiro y dos sílfides, supongo que Rem aún está vivo, no llega ni a los trescientos años, los vampiros viven en promedio mil años, —recuerda a los alquimistas, ya les había dado una lección sobre la longevidad de los seres que habitan el continente —Letzy falleció hace mucho,—suspira recordando a la hermana que perdió, él fue a darle sus respetos a Letzy y desde entonces no volvió a saber nada de Rem —Tempano se asentó en Coliseo, que es la capital de Ogrunia, empezó su propia familia, no lo veo desde hace veinte años, aunque aún nos comunicamos por medio de fénix mensajeros, y por desgracia Scorpio murió a los tres años de haber nacido el príncipe.
    El Maestre se levanta, toma un poco de agua de una cubeta que está junto a una roca y se vuelve a sentar frente a su clase.
    —Pero, salieron impunes del asesinato de los tres káiseres, ¿cierto? —interroga curioso Arturo.
    —Sí, según me enteré cuando regresamos, Alois como Káiser del sur había firmado el tratado de paz y lo leyó por completo, encontró una clausula que le da el control absoluto del país a un Káiser si los otros tres dirigentes y todos sus sucesores mueren sin importar si fueron o no asesinados —ríe al recordar la ceremonia de coronación; el rostro incómodo de Alois ante la mirada de millones de elfos es uno de sus recuerdos más memorables, se aclara la garganta y pasa a otro tema —les recuerdo que mañana tienen que entregar sus marionetas terminadas —esto hace que todos se exalten.
    — ¿No fue la historia más genial que nos ha contado el maestre, Merlín? —pregunta Arturo a su mejor amigo que está sentado junto a él con un pequeño búho albino en su hombro, tanto Merlín como el ave duermen desde el principio de la historia. Arturo empuja a su amigo haciéndolo caer del asiento.

    El maestre se levanta y se retira tomando su bastón dorado con cientos de símbolos tallados. Al avanzar se encuentra con su nieta de trece años que usa una capucha para ocultar las secuelas de una maldición de la que fue victima.
    — ¡Esa historia fue genial, abuelo! —le confiesa emocionada —pero tengo una pregunta.
    —Dime, mi niña.
    — ¿La Jozlin del relato, es la abuela Jozlin? —cuestiona ansiosa de escuchar la respuesta.
    —Sí, pero esa es una historia para otra ocasión.
     
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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

    Tauro
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    Hola Dark!! gracias por invitarme
    fue genial, fabuloso, estupendo (creo que entendiste XD) me gustó como la adaptaste, un mundo de fantasía y aventura y sobre todo acción y bueno romance: eso que me encanta y bueno también sobre historias mitológicas por eso sigo diciendo que me encantó.
    Aunque tengo una pequeña dudita porque me perdí en la última parte ¿el príncipe era hijo de Alois y Adilaida y se volvió malo? es que me perdí jaja XD O.o
    Ahora lo técnico: con respecto en los espacios, estaba muy junto y difícil de seguirla cómodamente. En partes te hacia falta integrar comas y puntos seguidos; pudiste haberlo hecho como Two-shot pues es muy largo para un One-shot solamente (aunque en eso debo preguntar XD) en fin no fue mucho los errores ortográficos que vi, al menos en mi punto de vista. De hecho disfruté de la lectura y de lo que brindabas en esto y me gustó esto también depende como lo vean los demás pero yo por lo menos te regalo esto.
    espero que sigas escribiendo como lo haces, por que lo haces bien y espero que cuando haya otro de tus Fics me invites XD
    Saludos, cuídate
    Atte: Paulijem ;)
     
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  3.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Saludos Paulijem, gracias por leer la historia completa (sé que estaba bastante larga), y si, el hijo del kaiser (Alois) es el principe y el hijo de ese es aún peor, sale en otra de mis historias (de hecho la ultima parte de setenta y tresa años despues es justo antes de otra historia de varios capitulos mucho mas cortos)
    Gracias por las sugerencias, sé que me quedó muy largo, pero no supe donde cortarlo para hacerlo dos, así que probablemente no muchos se aventuren a leerla.
     
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  4.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

    Géminis
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    Escritora
    Ya llegué, ja,ja. Mmmm...ambos sabemos muy bien que en ciertas cuestiones físicas dejaste volar tu imaginación, a Jocelyn le gustó mucho su nombre en este fic. Sigo son entender por que Alois primero da a entender que no le interesa más que el tesoro y luego regresa para secuestrar a Adilaida...además tu nunca eres tan descarado conmigo lol, pero creo que esta historia me encantó, si no preguntale a Jozlin, la leí 5 veces hoy. Además tienes un don para unir todos tus fics con Los caballeros de Magnus y Los Tres Sabios, y las Aventuras de Morgana. Sin más que decir, me despido, milord
     
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  5.  
    Rahzel

    Rahzel Usuario popular Comentarista empedernido

    Aries
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    ¡Hola! Antes que nada, recomendación personal: no le cambies el formato al texto a una letra tan pequeña que los cortos de vista sufrimos horrores y además de todo, si tienes el skin oscuro de Fanficslandia, no se distingue absolutamente nada de nada del texto (sin formato se adapta a los colores claros u oscuros, pero así tuve que usar el zoom y volver al formato claro >.<).

    No conocía el cuento —me siento ignorante (?)—, así que voy directamente con la historia. Me enterneció el romance entre la princesa y el ladrón, las escenas finales con el pegaso fueron de mis favoritas <3 creo que te quedó precioso en todos los aspectos, aunque con ese final agridulce sabiendo que pudieron disfrutar poco tiempo de su amor </3

    ¡Un abrazo!
     
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