Perseo [Mitología griega]

Perseo​

El sol estaba por ocultarse, las nubes avanzaban lentamente en el cielo que había adoptado colores rojizos, anaranjados, amarillentos y azulinos más fuertes, los colores más típicos que resaltan un atardecer; las olas chocaban en las orillas de Serifos, y la tranquilidad inundaba a la ciudad.

—¡Vaya, que grande es el mar!, ¡es tan bello! —exclamó maravillado un niño a su “padre” mientras este último reía disimuladamente ante las acciones de su “hijo”.

Él y el señor venían muy de vez en cuando a las orillas de Serifos sin embargo el niño siempre se emocionaba más de la cuenta por la hermosura del lugar.

—Que no te sorprenda el mar, muchacho —le dijo su padre—, hay cosas mucho más grandes y esplendorosas dentro de este mismo.

Su hijo lo miró con confusión grabada en sus grandes y hermosos ojos de tonalidad café. Su padre se limitó a reír nuevamente mientras caminaba por detrás de una gran roca, siempre seguido del niño.

—Mira Perseo —le dijo él mientras mostraba pedazos destrozados de madera con algas, unas cuantas cuerdas rotas y al parecer una manta rasgada, atorada en un gran palo de madera. Y entonces el niño comprendió.

—¡Es un barco! —Y lo siguió admirando—, ¿por qué está destruido? —añadió.

—Toda esto que ves ante ti, son los restos que atrajo el mar a las orillas de Serifos, niño. —Caminó un poco y tomó un trozo de madera, intentó romperlo pero no pudo— Este es el resultado de un enojo del Dios del mar, nosotros con herramientas construimos y destruimos pero el mar con un solo movimiento nos maneja a su antojo puro.

Y así el niño observó con detenimiento la orilla de todo Serifos, al menos todo aquello que su vista alcanzaba a divisar. El mar tan grandemente bello era sólo un escenario más en el cual los títeres eran ellos y su titiritero era él, su dios. Desde el preciso momento en el cual dejaban de pisar tierra firme.

Con felicidad y admiración, respiró una vez más aquel aire para después partir de nuevo a su hogar de la mano de Dictis, su padre, con una duda en su mente. ¿Dónde está aquel Dios del cual Dictis le contó?, lo único que él podía imaginar era un extraño hombre hecho de agua oculto en las orillas; sonrió. Una incógnita que respondería otro día, sin embargo el niño no sabía que Poseidón lo estaba observando en ese preciso instante desde su asiento de oro en lo más alto del cielo, con una gran sonrisa.

—Has crecido con una gran ilusión —dijo a la nada— Dictis te ha enseñado bien. —Se paró de su asiento— Es hora de dar mi nuevo reporte a tu verdadero padre, Perseo. Estará emocionado de oír maravillas de su hijo —concluyó saliendo de la gran habitación del Olimpo hacia su hermano, Zeus.

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xD Lo sé, todo una basura :0 Pero este era un escrito que ya tenía desde hace tiempo y sólo le dí una pequeña limpiada, tenía mucho polvo y telarañas [?] Lool xD No cambié nada en la historia, sólo la corregí un poco.

Glosario:

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Serifos: La isla de Serifos (griego Σέριφος, latín Seriphos o Seriphus) es un pequeña isla griega del mar Egeo, localizada en las Cícladas occidentales, al sur de la isla de Citnos y al noroeste de la de Sifnos. Tiene una superficie de unos 70 km² y está a unos 170 km del Pireo.
Perseo: Es un semidiós de la mitología griega, hijo de Dánae y Zeus.
Dictis: Fue una especie de padre para Perseo.
Poseidón: O Posidón es el dios del mar, las tormentas y, como «Agitador de la Tierra», de los terremotos en la mitología griega. El nombre del dios marino etrusco Nethuns fue adoptado en latín para Neptuno (Neptunus) en la mitología romana, siendo ambos dioses del mar análogos a Poseidón. Las tablillas en lineal B muestran que Poseidón fue venerado en Pilos y Tebas en la Grecia micénica de finales de la Edad del Bronce, pero fue integrado en el panteón olímpico posterior como hermano de Zeus y Hades.

Extras:

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Según las versiones de Apolodoro y de Pausanias, Dánae había sido encerrada por su padre, Acrisio rey de Argos, en una torre cerca del palacio, para impedir que tuviera trato con un varón, ya que un oráculo había anunciado a Acrisio que moriría a manos de su nieto. Sin embargo, el rey de los dioses, Zeus, se metamorfoseó en una lluvia de oro cayendo desde el techo sobre Dánae y dejándola embarazada.
Dánae engendró a Perseo y, al enterarse Acrisio no creyendo en el nacimiento divino de Perseo, lo arrojó con Dánae al mar en un cofre de madera. El mar fue calmado por el Señor del Mar, Poseidón a petición de Zeus y ambos sobrevivieron. Alcanzaron la costa de la isla de Serifos, donde fueron recogidos por Dictis, hermano del rey de la isla, Polidectes, quien crió a Perseo. Dictis fue para Perseo como un padre.