Phineas y Ferb Perry El ornitorrinco: Origenes

— Oyes Ferb el verano es bastante largo, piensa en todas las cosas que podríamos hacer— dijo ese chico de cabello naranja a su hermano mientras se acomodaba mejor en la corteza del árbol.


El otro chico de pelo verde y pocas palabras sonrió como aprobando lo que decía su hermano.


— Si, así es— agregó


Ese pensamiento el era inicio de cientos de proyectos y aventuras a cargo de ellos. Pero próximo a los dos chicos un pequeño animalito de pelaje verdoso, pico de pato y cola de castor, permanecía recostado en el césped como cualquier otro día, llevaba tiempo de haber llegado a ese hogar y aunque era feliz su vida carecía como decirlo de algo común le hacía falta algo de algo de emoción, aunque bueno, eso estaba por cambiar.
Una voz queda de un hombre con un acento peculiar, lo llamó de pronto detrás de la cerca que dividía su casa de la del vecino.


— Ey, tu si, tu, pequeño ornitorrinco, ven, anda, un poco hacía aquí— Perry, que era el nombre del animalito se levantó de donde estaba pero dudo— anda amiguito juguemos un poco— insistió.


El ornitorrinco un poco confiado se acercó, a través de la cerca entre abierta extendía el hombre extendía su mano hacía él. Este era delgado vestía una bata de farmacéutico, ojos saltones, pelo castaño y una nariz respingada y puntiaguda.


— Solo un poco mas, amiguito y te llevaras una sorpresa— murmuró sonriendo.


Perry el ornitorrinco hizo un curioso y ruidoso ronroneo y dio unos pequeños pasitos hacía él. De pronto sin darle tiempo de siquiera defenderse lo tomó con una mano y lo sumergió furtivamente dentro de una jaula, el animalito se asustó y se puso nervioso y buscó escapar, pero era inútil.


El hombre rió maliciosamente.


— Eres el ultimo, la ultima mascota que quedaba en toda la ciudad y ¡ahora te tengo! —rió de nuevo mientras de la jaula lo pasaba a una camioneta.


Por el impulso dio varias volteretas hasta topar contra el fondo de esta mientras el tembloroso chihuahua de la vecina de enfrente también preso, lo observaba. Miró hacia los lados con el habían al menos cincuenta criaturas mas, y todo estaba cerrado, estaban atrapados, pero debía encontrar la forma de escapar como fuera.


Pasaron varios minutos y la camioneta paró y luego de un rato ya se encontraban dentro de un edificio, a su alrededor, cautivos permanecían en cientos de miles de jaulas mascotas mas, Perry se preocupó esto era realmente grave.


— Me llevó varias semanas, pero las tengo al fin conmigo, ¡mi plan malvado será todo un éxito! — el hombre se reclinó hacia la jaula donde estaba Perry — se preguntaran por que hago esto— dijo mirándolo a los ojos


Flash Back:


— Veras haya en mi pueblo Gimmelshtump yo vivía una vida muy difícil.


Se mira un niño vestido de café caminado por las calles.


— Los niños se reinan de mi…


Se ve unos niños burlándose.


— Las niñas se reinan de mi…


Ahora niñas.


— Las hienas, bueno esas se ríen todo el tiempo, mi vida era una vida de dolor, pero todo cambiaba con mi conejo Rabito.


Se ve el pequeño todo emocionado recibiendo el conejo.


— Rabito y yo hacíamos todo juntos, pero…— el rostro del hombre ensombreció — mi madre dijo que en la casa no habría animales en casa y se lo llevó, fue bastante curioso que a mi hermano mayor le regalaran al día siguiente dos perros y un caballo, si, lo sé, era un trato desigual…


Fin del Flash Back.


— Ahora como yo no pude conservar a Rabito nadie de los niños lo hará, además con ¡mi Desvoluntinador! — musica dramatica— los podré a todas las mascotas bajo mi control para así yo Heinz Doofesmirtz dominar ¡Toda el Area Limítrofe! — concluyó riendo.


Perry abrió los ojos como platos e hizo ese ronroneo frunciendo el ceño como diciendo “tendrás que pasar por mi primero”.


Perry miró frente a él un cachorrito lloraba desconsolado, dio un fuerte respiro y decidido se dispuso a embestir los barrotes de las jaulas con fuerza, Doofeshmirtz estaba distraído dando los últimos toques a su armatoste en forma de una enorme secadora de pelo.


Dio un fuerte golpe y terminaron cediendo, haciendo un enorme ruido, los demás animales lo observaron sorprendidos y festejaron, la jaula salía por los aires y los barrotes por el lado opuesto mientras él derraba en el piso, los barrotes en transcurso golpearon una caja de cosas viejas que el genio malvado tenía encima de una pila de jaulas, salieron volando por los aires, incluyendo un viejo sombrero fedora.


— ¿Pero que?...¡Un ornitorrinco! — dijo Doofeshmitz sorprendido al verlo.


Una de sus patas yacía estirada y la otra contraída mientras con la delantera tocaba el piso mientras lo observaba fijamente, ronroneo de nuevo y se lanzó contra él tirándolo, su placa de mascota giro hacía el revelando su nombre mientras mágicamente el sombrero se posaba por primera vez en su cabeza, entonces lo dijo.


— ¡Perry el ornitorrinco! — exclamó el genio malvado furioso.


Forcejearon y logró hacerlo hacía atrás, Perry sintió sobre su cabeza que ahora portaba y sonrió mientras tomaba impulso de nuevo, Heinz corrió tras la maquina y la encendió.


— Desde ahora no pensaras nada, es única vez que causaran este tipo de problemas Perry el ornitorrinco— diciendo esto comenzó a dispararle.


Fulminantes rayos esquivaba el animalito con piruetas improvisadas, cuando uno de estos terminó destrozando un jarrón. Entonces tuvo una idea, con velocidad e ingenio corrió hacia donde estaban las jaulas de los otros cautivos, Doofeshmirtz seguía disparando pero cada disparo que esquivaba Perry significaba una jaula destruida y una mascota liberada. El científico se dio cuenta muy tarde de esto y cesó.


— ¿Yo mismo que terminado liberando a todos?, ¡No! — dijo presionando los puños.


Perry aprovechó su distracción y lo golpeó haciendo que cayera sobre unos botones. La maquina comenzó a emitir un zumbido de alarma.


— ¡Oh no me tiraste sobre el botón de autodestrución de la maquina!, espera, ¿ para que puse un botón de autodestrucción en el innador?


El ornitorrinco supo lo que pasaría eso estallaría en cualquier momento y guiando a los otros animales salió rápidamente del edificio.


— ¡Te odio Perry el ornitorrinco! — dijo el genio malvado luego de una intensa explosión.


Esto a Perry le hizo sonreír por alguna razón. Miro a los lejos a las otras mascotas desaparecer seguro que ese día había hecho algo importante ese día, el sol caía por los rascacielos y pensó que era tiempo de volver a casa.


— Oye — dijo la voz de un hombre, Perry volteó. — fue fantastico lo de haya arriba — el ornitorrinco sonrió al escuchar eso.


Era un hombre de pelo blanco y un bigote prominente.


— Me llaman Mayor Monograma, bueno es que fui oficial de policia y ahora me he retirado, ¿sabes? No creo que sea la ultima vez que ese loco haga de las suyas sería bueno que hubiera alguien que pudiera detenerlo, ¿Qué dices? pienso formar una organización que bueno el nombre será el menor de los problemas, pero ¿quisieras formar parte de ella?... — se piso de rodillas y extendió su mano hacía él, Perry la estrecho y sonrió— con que Perry el ornitorrinco, ¿Qué opinas de agente P?