Perdiendo a un hermano

Tema en 'One Piece' iniciado por Portgas D Ace, 10 Agosto 2013.

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    Portgas D Ace

    Portgas D Ace Iniciado

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    Título:
    Perdiendo a un hermano
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1116
    Perdiendo a un hermano


    Los tres niños corrían, mejor dicho, volvían a huir, ya que otra vez los habían pillado robando a un noble, y por ese motivo, y por sus travesuras, se habían echo conocerse.

    -Hemos conseguido un buen botín.-comentó orgulloso uno de los niños.

    -Si.-admitió el más alto de los tres.-Si Luffy no hubiera tropezado, puede que hubiéramos conseguido algo mas.-se burla el joven.

    -¡No digas eso Ace! ¡Yo no he tropezado! ¡Sois vosotros que pesáis mucho!-se queja el niño del sombrero de paja.- ¡Díselo Sabo!

    -Se haiga tropezado o no hemos conseguido bastante más de lo que esperábamos.-dice el primer niño, ya que los otros dos habían empezado a pelearse.

    -Es verdad.-dice Ace dejando de fulminar a Luffy con la mirada, y cargándose el gran saco sobre la espalda.

    -Tengo hambre.-se queja Luffy.

    Los tres niños, se fueron a cazar su cena, la cual, no les costó mucho cazar a pesar del gran tamaño de esta, y volvieron a la gran casa, donde vivían los bandidos de montaña, con los cuales, Garp les había dejado.

    -¡Dandan! ¡Traemos la cena!-grito con alegría Sabo.

    Inmediatamente, salieron la banda entera de bandidos, siguiendo a una corpulenta mujer de anaranjado cabello, llamada Curly Dandan, la cual, era la jefa de la banda, y para su pesar, tenía que cuidar de aquellos tres jóvenes, a los cuales les había cogido cariño. Todos se sorprendieron al ver como entre los tres, sostenían sobre sus cabezas dos grandes caimanes unidos por unas cuerdas.

    Al cabo de un tiempo, Sabo huyó de la isla, y Luffy y Ace se quedaron solos, y destrozados al enterarse de la muerte del pequeño niño de rubio cabello.

    -Tengo miedo.-dijo el niño del sombrero de paja, secándose las lágrimas con el dorso de la mano.

    -¿A qué?-pregunto su hermano mayor con curiosidad.

    -A que tú también mueras y yo me quede solo.-responde Luffy con tristeza.

    -¡No digas eso! ¡Yo no pienso morir!-le grita Ace.

    -¿Me lo prometes?

    -Te lo prometo.

    Pasaron los años, y al cumplir diecisiete años, Ace, cumpliendo su promesa, zarpo al mar para cumplir su sueño de ser pirata, y buscar un buen barco y una tripulación, y con una sonrisa y agitando la mano se despidió de su hermano y toda la gente que se habían acercado para despedirle, y no le dio la espalda a esa gente, hasta que no perdió de vista aquella isla que había sido su hogar, y en la cual, había vivido muchas aventuras y locuras junto con sus dos hermanos.

    Al cabo de tres años, fue el turno de Luffy de hacerse a la mar para conseguir ser el rey de los piratas, y antes de zarpar, se fue a despedir de su niñera por así decirlo.

    -¡Dandan! ¿No vais a venir a despediros?-pregunta Luffy entrando en la casa.

    - No iremos a despedirnos.-le dice Dandan dándole la espalda.

    -Yo odio a los bandidos de montaña.-comenta Luffy, dejando a todos de piedra, y mirando con miedo a su jefa.-Pero tú, me caes bien.

    - ¡No digas tonterías! ¡Vete! ¡Me vas hacer llorar!-le dice Dandan empezando a llorar desconsoladamente, sacando un pañuelo, mientras Luffy se reía con alegría.

    Ya había pasado tiempo tras esa emotiva despedida, y ahora el joven ya tenía una tripulación y un buen barco, aunque ahora se encontraba solo, rodeado de Marines y piratas, en un lugar de suelo, muros y edificios hechos de ladrillos y piedra gris.

    En el suelo, había una figura conocida, pero las lágrimas no le dejaban distinguir aquella figura que yacía muerta en el suelo, en un charco de sangre, pero Luffy supuso que era alguien conocido, ya que su corazón ahora había un profundo agujero, y lo único que quería hacer, era gritar y gritar hasta quedarse sin voz, pero las grandes y saladas lágrimas que caían de su mejillas rompían aquel duro silencio, y le impedían entender que acababa de ocurrir, y lo único que podía hacer, era mirar aquella figura, un cacho de él. Lo único que logro hacer, fue levantar la mirada al cielo y soltar un grito de rabia y tristeza, que saco a todos del shock en el que estaban, y llenó el silencio que le obstruía los oídos.

    -¡¡¡ACE!!!

    Al oír ese nombre zumbando por su cabeza, despertó, y sus ojos se acostumbraron al lugar en el que se encontraba. Un sitio oscuro, en el cual, las únicas luces que se distinguían un montón de máquinas y de extraños chismes, a los que tras mirarse de arriba abajo, se dio cuenta de que estaba conectado a ellas. Le dolía la cabeza y sentía dolorosas punzadas en el corazón.

    Llevado por la rabia y el dolor de lo que había visto estando en coma, empezó a destrozar todo lo que había a su alrededor.

    -¿¡Donde esta Ace!?-pregunto a la gente que se encontraba ahí, pero nadie contestó. Salió de aquel lugar, con la esperanza que al salir, encontrara a su hermano esperándole con su típica sonrisa arrogante en los labios, incluso la idea de que le diera alguna colleja o se metiera con él, le gustaba. Cualquier cosa le bastaba, para poder saber a ciencia cierta, que Ace no era la figura que había visto en el sueño.

    Una vez fuera, los rayos del sol, le nublaron por un momento la vista, y cuando la recupero, se dio cuenta de que iba vendado de arriba abajo, y que se encontraba en Amazon Lily, la isla en la que conoció a Boa Hancock, aquella joven que le ayudo entrar en Imple Down.

    Empezó ha andar, en silencio, acompañado por el crujir de la hierba bajos sus pies, y el sonido de las hojas al moverse al compás del viento.

    Noto una punzada de dolor e imágenes pasaban por la cabeza. Una silueta atravesada por un puño, susurros leves por parte de su hermano. La mano la tenía llena de una sustancia fuerte y algo pastosa, la levanto y la miro. Estaba llena de sangre. Las imágenes cobraron color, todo era más vivido y más claro. La figura en el suelo era su hermano.

    Empezó ha destruir y a golpear todo lo que estaba a su alrededor, arboles, rocas… Esperando que el dolor y sus gritos de rabia, ocultaran su tristeza. Su hermano había muerto, pero él no lo quería admitir. No quería aceptar que había perdido a la persona que más apreciaba en esta vida.
     
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