Perdida

Perdida ​

La joven chica estaba esperando en el aeropuerto de Tokio, llamaba y llamaba a su pareja pero él no contestaba, entonces se acordó que el número telefónico de él lo había cambiado el día anterior y ella no lo guardó. Eran las cinco y media de la tarde, Angélica había acordado encontrase con su pareja en un hotel llamado “El Lago” a las siete de la noche. Así que la joven chica salió del aeropuerto con una maleta mediana en ambas manos, llamó un taxi, le dijo al chófer el nombre del hotel y este ya sabía la ubicación así que puso en marcha el auto. Angélica contemplaba las hermosas calles y monumentos de Tokio.

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Le tomó veinte minutos llegar al hotel, bajo del taxi y le pago al chófer, tomó sus maletas y al entrar fue a la recepción y le entregaron las llaves de su habitación, preguntó si su pareja Edward había venido pero le respondieron que no. Subió a su habitación, al ver que faltaba una hora para su encuentro aprovecho y se dio una refrescante ducha, al terminar se vistió con un vestido corto blanco mangas largas con una cinta gruesa azul oscuro alrededor de su cintura, pero al ver lo corto que era se coloco una falda azul un poco más clara que la cinta llegándole un poco más arriba de las rodillas, unas medias pantis negras, y unos tacones negros que cubrían toda la parte delantera de sus pies. Es su gusto de vestir y aparte hacia un fuerte frió afuera, le pareció apropiado vestirse así.


Eran las siete de la noche, ya estaba anocheciendo y nada que aparecía Edward, preocupada sale de la habitación, baja a la recepción y pregunta por él pero le responden lo mismo cuando llegó. Cada vez se preocupaba más.

Edward ¿Dónde estás?, ¿por qué no estás aquí? Se preguntaba mentalmente Angelica.

Estaba impaciente, preocupada y angustiada, así que decidió ir a buscarlo, aunque no conociera nada de Tokio se arriesgara a perderse buscándolo en todas partes que fuera, salió del hotel a su derechas había muchos locales, edificios, restaurantes y mucho más. Lo buscó en todas partes, recorrió todas las calles caminado en la fría noche, hasta pregunto en los hoteles alrededor para ver si se había confundido pero no, ya estaba en depresión no podía más ya eran las nueve de la noche y ni una señal de él, resignada marca el número de la policía va caminando angustiada sin rumbo y sin saber donde esta parada por una calle solitaria, buscando cobertura en el celular. ​

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Pero de repente ve una persona acercándose, no logra distinguirlo hasta que se encuentra varios metros frente ella. Deja caer el teléfono que estaba en su mano, sus ojos se cristalizan haciendo que se sonroje, al ver aquel hombre que la tenia angustiada, aquel que la tenia buscando por varias horas en las calles de Tokio sin saber donde rayos estaba así estando perdida.

Corre lo más rápido que daban sus piernas y se lanza sobre él abrazándolo, Edward la agarra al instante correspondiendo su abrazo. Le acaricia su larga cabellera castaña clara y la abraza más fuerte aferrándola a él.

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¾Tranquila no llores, ya estoy contigo ¾le susurra Edward en el oído, ella asiente y le pregunta¾ ¿Dónde estabas?, ¿Por qué no fuiste al hotel?

¾Lo siento, estaba del otro lado de la ciudad y no pude llegar a tiempo ¾dice y se separa quedando a escasos centímetros de ella¾ Te llame pero tu teléfono pero estaba apagado.

¾ ¿Apagado? ¾busca su teléfono y se da cuenta que aún no tiene cobertura ¾Debe ser porque no tengo cobertura, tal vez se ha dañado ¾hace una mueca de desinteresada en su cara.

Lo ve a los ojos contemplando su color azul como el mar, sus caras se van acercando poco a poco y sus labios se unen, dándose un suave y dulce beso. Al separarse por falta de aire, se sonríen entre sí, él se quita el saco y se lo coloca Angelica cubriéndola del abrazador frió. Se agarran de las manos y se van caminando al hotel sabiendo Edward la dirección, así terminando la pesadilla de horas que para Angelica fue una eternidad, comenzando las felices vacaciones de invierno que pasaran juntos.