Microrrelato Pensamientos fugaces en una noche iluminada por la luna

Tema en 'Nano y Microrrelatos' iniciado por Ruki V, 5 Agosto 2013.

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    Ruki V

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    Escritora
    Título:
    Pensamientos fugaces en una noche iluminada por la luna
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2285
    Narrador:
    Existen hombres que quien no los conozca los consideraría malos. Que quien los juzgara por su apariencia los creería seres fríos y sin sentimientos. Hombres maduros, sabios, aislados, pero que de hecho sufren y aman como cualquier ser humano. Yo no estoy hablando de humanos, tampoco. Y tampoco digo que esos hombres que la gente ve como piedras no sean humanos. Pero en este caso, yo les voy a relatar de unos hombres... "no humanos", pero tampoco piedras, como los que les estoy describiendo.​

    Erebo:

    —Se pasea por el lugar como si viviera ahí—Qué lugar tan interesante...—curiosea las obras de arte que hay por el lugar— ¿Vive alguien aquí?​

    Guertena:
    —Aparece prácticamente de la nada—No podría decir que yo vivo aquí... pero sí, soy el actual dueño del lugar.

    Erebo:
    Eh... usted...—Hace memoria; sabía su nombre, pero se le olvidaba—Ah, si, señor Guertena. Estoy muy interesado en usted. Su presencia es extraña, no muy común, no como la de un ser mortal.

    Guertena:
    —Rápidamente captó su interés que el hombre conociera su nombre, mostrando que no era un simple extraño, sino alguien que había llegado ahí premeditadamente. Qué buscaba o qué pretendía al llegar de improviso; era algo que pronto averiguaría.—Tú pareces un hombre muy curioso. Aún así no debes entrar a las casas de otros sin permiso. —Camina hasta posicionarse frente a él, le miró con seriedad— Preséntate si eres tan amable.

    Erebo:
    Discúlpeme, estoy acostumbrado a ser una especie de vago. Mi nombre es Erebo. —Sonrió; dijo algo muy divertido— ¿Que parezco un hombre muy curioso? Soy el dios de la oscuridad. —No había contemplado la apariencia del sujeto, así que lo observó de arriba a abajo por un momento— Le repito que… me llama mucho la atención su presencia. No se parece a la de un mortal.

    Guertena:
    —¿Dios de la oscuridad?, él no creía mucho en ese tipo de cosas (es decir… desde luego que tenía un lado espiritual, pero que un dios se presentara justo en su hogar?, eso le parecía inverosímil) pero aún así no expresó su incredulidad abiertamente— Sólo soy un viejo pintor —Respondió con una amplia sonrisa y una mirada fija en él, hecho que no era realmente una mentira, pero tampoco era toda la verdad. Antes de revelar más detalles sobre sí mismo, quería comprender sus intenciones de visitarlo— Por eso no entiendo por qué la atención de tan importante personaje.

    Erebo:

    —Por lo visto el artista no iba a delatar su auténtica identidad: sabía que cierto era que era un pintor, pero también bien seguro estaba de que no era un simple humano. La palabra ‘viejo’ llamó su atención— He venido de visita por lo que ya le he dicho; me llama la atención su presencia. Además… —Recordando un par de cosas que no le contaron pero igual las sabía, apretó los puños— tengo entendido que conoce a mi hermana… Rukatoku.

    Guertena:

    —Confirmó las sospechas que tenía acerca de Rukatoku después de la declaración de Erebo, mas no le sorprendió en absoluto; no solía equivocarse en ese tipo de detalles una vez que presentía algo, pero fuera de desagradarle, le llevó a incrementar su interés en la jovencita, muy a pesar de lo que tuviera que decir el hombre al respecto—

    Sí, ella y yo estuvimos casados por un corto tiempo —Le confesó sin ver la necesidad de esconderlo— pero he de decir que lo que pensé que era amor en realidad sólo fue una ilusión pasajera —No sabía si él le creería lo del embrujo de los maniquíes grises pero al final se animó a decirlo— Todo ocurrió porque caí bajo el hechizo de unos extraños seres muy parecidos a mis esculturas de maniquí —Luego agregó con un tono áspero— Sé que quieres cuidarla pero ella es bastante madura como para cuidarse sola… además esos cuatro años perdidos no los vas a recuperar nunca; lo sé de antemano.

    Erebo:
    —Se exaltó un poco con la primera frase, pero no era algo que lo sorprendiera: él estaba casi 100 por ciento atento a su pequeña hermana. Escuchó atento todo lo que el artista tenía que decir; detalles que le interesaban, pero de pronto le parecían estupideces.—

    Estoy al tanto de esa situación. Veo que al menos a usted no le cuesta tanto lidiar con eso que fue una "ilusión pasajera". Apuesto a que se refiere a estos curiosos y molestos seres grises sin rostro. —Se recordó de algunas veces que recibió visitas de esos seres, y de el que medía dos metros y grandes colmillos— Amm, no lo dudo, señor Guertena, que ella sea una chica madura. Y aunque pudiera cuidarse sola… y aunque tal vez eso sea cierto… yo no puedo dejar de preocuparme por ella. —Se queda pensando un momento— Dijo usted que lo sabe de antemano… —Recuerda unas cosas que investigó, de personas que rodean a Rukatoku— Usted tiene una hija ¿cierto?

    Guertena:

    Algo no le agradó cuando mencionó implícitamente a Mary pero permaneció impávido mientras asentía levemente con la cabeza, una sola vez. Desde luego que no le revelaría muchos más detalles sobre su naturaleza, el cómo había “nacido”— Sí, tengo una hija, su nombre es Mary… Me imagino que Rukatoku te hablo de ella. Ellas son muy cercanas por lo que tengo entendido.

    —Hubiera sido extraño decir más, sobre el embarazo de ambas que todavía no alcanzaba a explicarse o cómo su pequeña niña ahora era una joven mujer. Odiaba que ese tipo de cosas pasaran, cosas fuera de su control, especialmente cosas que tenían que ver con su hija— Me llama la atención que la menciones… ¿acaso tienes algo que decir sobre ella? —Dijo en un tono tranquilo, pero que no dejaba de ser amenazante—​

    Erebo:

    Supongo que la palabra ‘cercanas’ alcanza —Realmente le inquietaba un poco pensar en las relaciones que Rukatoku tenía con personas que él consideraba fuera de lo común… no es que lo considerara malo, ellos tampoco eran muy comunes como seres vivos— ¿Hmm? Algo que decir sobre Mary… pues Rukatoku de hecho no me ha hablado de ella. No he tenido la oportunidad de verla de frente y charlar… pero he notado que su hija tiene una presencia muy llamativa también. —Había estado bastante serio, al igual que el artista. Quería saber más, comprobar cosas que creía de las personas que había estado investigando. Sonrió, tal vez tendría más oportunidad— Es una linda chica, solo eso sé.

    Guertena:

    —Esbozó una sonrisa amplia ante el calificativo de “llamativa", tomándolo como un halago tanto para ella como para sí mismo al tratarse de su “padre" y tomó la iniciativa de empezar a andar, dispuesto a mostrarle algo que seguramente sería de su interés— Ya que eres un hombre tan curioso y certero, déjame enseñarte algo…

    —Sin más preámbulos, guió al hombre a través de los pasillos hasta una habitación oscura llena de objetos pertenecientes a su hija, pero de entre todas las cosas destacaba un marco calcinado, con restos aún de cenizas, estando el objeto tan deteriorado por el fuego que no era posible haber reconocido la pintura que antes estaba ahí— ¿Puedes verlo? —Le preguntó señalándole el marco con su mano izquierda, esperando que Erebo sacara sus propias deducciones, pero tal condescendencia del artista tenía un precio—​

    Erebo:
    —Siguió a Guertena hasta lo que parecía ser el cuarto de Mary; lejos de poner atención a la habitación, fijó la mirada en el cuadro que le señalaba el artista— ¿Se incendió? —Caminó un poco más dentro de la habitación acercándose al cuadro, clavando más la mirada en él; tardó, pero alcanzó a distinguir la silueta de… una niña— Esa… ¿esa es Mary?

    Guertena:

    Corrección —Dijo mientras avanzaba hacia la pared de donde colgaba el cuadro y posó su mano sobre el lienzo chamuscado, manchándose con las cenizas en un gesto desdeñoso— "Era” Mary —Su semblante ensombreció al hacer semejante revelación y se sacudió la mano mientras volvía la mirada a Erebo para seguir hablando— La Mary original dejó de existir desde hace mucho tiempo… la que Rukatoku conoce es una réplica. —Nada en esa habitación se había movido en todo este tiempo. Apartando sus ojos del hombre, se quedó mirando los objetos preciados de su hija, recordando todas las cosas que le vio pasar junto a Ib y Garry; incluso el momento en que el muchacho, llevado por el terror la había destruido— Mary no debe saber esto, así que espero lo entiendas… —se agachó recogiendo una espátula, con las intenciones claras de no dejarlo salir.​

    Erebo:
    —Nada de lo que el artista le estaba diciendo le parecía tener mucho sentido: él no tenía idea de quién había destruido a la Mary original. Sabía por supuesto que era una pintura, pero no que era la segunda. Vio como Guertena pretendía amenazarle con una espátula; no se movió— No tiene por qué alterarse, señor Gertena. No tengo razones para contarle a Mary algo así…—Se quedó muy pensativo de pronto— Hacerle notar… que es como un reemplazo… no la verdadera… —La situación de Rukatoku era similar— Pero quiero pedirle de favor que permita que Rukatoku lo sepa.

    Guertena:

    —No lo comprendía. Incluso su petición le parecía absurda, inconscientemente bajó la mano con la cual sostenía la espátula y prefirió mantenerse a la expectativa— ¿Por qué deseas contarle a Rukatoku? —dijo con una especie de resentimiento en su voz, para que para él, Ruka sólo era la “chica que se había robado a su Mary"— Nada me asegura que ella vaya a mantener el secreto…

    —La puerta de la habitación se cerró de repente mientras todo comenzaba a oscurecerse poco a poco, como si alguien fuera bajando las luces, al tiempo que Guertena se acercaba a Erebo—​

    Erebo:

    —De reojo, y por el sonido, notó como se cerró la puerta de la habitación por si sola mientras las luces de la habitación bajaban su intensidad. Para cuando se da cuenta Guertena está más cerca suyo— Deseo que lo sepa porque sé que lo entenderá, y no tendría por qué contárselo a Mary si sabe que podría lastimarla. Creo que usted no se ganó su confianza lo suficiente tampoco… —Tenía el presentimiento de que Guertena ignoraba la situación de Rukatoku— Si ella no se lo dijo, yo tampoco tengo por qué… pero si quiere una aseguranza de que ella mantendría un secreto así, es porque ella pasa por una situación parecida.

    —Realmente estaba interesado en Guertena, en Mary, en cualquier persona que respirar el mismo aire que Rukatoku; pero a pesar de la relación que había tenido con Guertena, él parecía ignorar la existencia de Nix—​

    Guertena:
    —No necesitó pensarlo mucho para entender a qué se refería Erebo con esas pocas palabras; prácticamente le estaba diciendo que Rukatoku también era un reemplazo. Fue bajando despacio la espátula pero aun así sosteniéndola firmemente, sin apartar la mirada del joven, a quien sólo tenía a un par de pasos de distancia, repasando mentalmente el concepto de “confianza”. Para él confianza y amor eran cosas que iban de la mano y con sólo saber que no se había “ganado” la confianza de la muchacha, quería decir que en aquel breve instante de locura, lo que juraba ella profesarle no era realmente amor, sino mera atracción física. Pero de cierto modo eso lo tranquilizó—

    Sé que ella esconde algo, pero no me corresponde a mí saber qué—de repente la puerta volvió a abrirse, de golpe, pero la habitación permaneció a oscuras. Weiss se dio la vuelta para quedar de frente a los restos de la pintura y con voz autoritaria le dijo— Márchate, ya te he dicho lo que querías saber.​

    Erebo:

    No esconde nada a quien no merece esconderle nada… —Al ver como el hombre se daba media vuelta, mirando el cuadro echo cenizas, el se dio media vuelta también— A decir verdad, le agradezco la información que no le pedí —Dijo sonriendo— Pero en fin, lo que aún me mata de curiosidad un día lo voy a verificar. Nos vemos luego, señor Guertena… —Cruzó la puerta de la habitación mientras hacía aparecer sus nubes negras para desaparecer a medio camino, volviendo a casa—​

    Narrador:

    ¿Se han dado cuenta? Esas "piedras" aisladas de la sociedad tienen de hecho sentimientos. Tienen de hecho un pasado. De hecho sufren, aman, se preocupan. Pueden ser una familia de "piedras", pero los hombres de la familia permanecen con ese carácter tan duro; aún si la sociedad los tacha de "piedras". ¿Por qué? Porque siendo lo que son, siendo tratados como han sido tratados por la sociedad, han aprendido que es mejor que los que aman dejen que el mundo vea su lado suave, o débil. Así, ellos no serán tachados como "piedras", encajaran en la sociedad y experimentaran la felicidad pública. Y eso es lo único que hace felices a los hombres "piedra": no permitir que sus seres queridos se conviertan en ellos. ¿Que por qué no cambian ellos? Porque si desaparecen los hombres "piedra" ¿quién va a hablar de estas cosas?​
     
    Última edición: 6 Agosto 2013
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