En una mañana atípica en la plaza central de la ciudad, una muchedumbre aclamaba su "sí a la pena de muerte". "Pena de muerte!!!, Pena de muerte!!!, Pena de muerte!!!" aclamaban juntos, con sus puños en alto. Una mujer de baja estatura pero potente voz y rebeldes risos; dirigía la manifestación. Con su jaket de mezclilla completaba su aspecto de mujer fuerte y ruda. Ella gritaba y la muchedumbre respondía. —Pena de muerte a los violadores!!!— —Pena de muerte!!!— Aclamó la multitud —Pena de muerte a los corruptos!!!, pena de muerte a los narcotraficantes!!!— Gritaba aquella mujer, a lo cual la muchedumbre seguía replicando con gritos de aprobación. —Pena de muerte a los mariguanos!!!— Pero esta vez algo pasó, algunos que vestían su gorra de colores jamaicanos callaron y se separaron de la muchedumbre. —Pena de muerte a los ateos.— Y de nuevo, algunos se alejaron de la multitud, pero aún muchos aclamaban su "Pena de muerte!!!". —Pena de muerte a los homosexuales!!!— Y de nuevo, una parte de la muchedumbre se separó del resto. Y así continuó sucediendo con los que comen hongos, los comunistas, los extranjeros ilegales, los que ven hentai, y a otras más. Al final la muchedumbre calló a menos de la mitad.
Debo decir que el tema en sí del relato si llega a hacerte reflexionar, sobre todo porque, aunque en un principio esa manifestación parecía tener un poco de sentido, queriendo una castigo, como la pena de muerte, para los abusadores y violadores como narcotraficantes, quizá hasta ciertas personas estando de acuerdo en castigar a los corruptos, pero que ésta, aparente buena acción, se volvió absurda, hasta cierto grado cómica, cuando ciertos grupos ya no estuvieron de acuerdo de seguirla, al darse cuenta que el buen mensaje se distorsionó al punto de ser todo una ridiculez. Quizá allí es la razón del género que le colocaste al relato. Probablemente el mensaje es, aunque algo comience con la mejores intenciones, siempre habrá esa probabilidad (por pocos) que llegue al extremo absurdo.